Aun no puedo creerlo, aun no soy capaz de asimilar todo lo que ocurrió. Ante cada imagen, ante cada destello de recuerdo, mi roto corazón perecía más; mi alma estaba desconsolada, llorando por las perdidas de mis amigos, mi familia.

Tuve la falsa ilusión de que una vez que Naraku pereciera, terminaría todo este calvario, todo el sufrimiento y desgracias que ese asqueroso hanyō ocasiono se iría con su muerte; que saldríamos victoriosos y listos para nuestro final feliz. Pero tan solo eran sueños de una niña tonta e ilusa…

Porque esto no es un simple cuento, es la triste realidad. Esto es la guerra, y la guerra no perdona, ella cobra junto a la muerte el precio de la avaricia de los seres que habitamos en esta tierra…

Mis ojos alguna vez llenos de felicidad e inocencia que una chica de la era moderna es capaz de tener ahora son opacos, sin vida, apenas brillosos por las lágrimas que escapan libres por mis mejillas. Estoy de pies frente a lo que alguna vez fue un hermoso bosque, ahora convertido en un campo desolado, cubierto de los restos de la gran batalla que se libro por la paz y el futuro de Japón.

Busco con la mirada a mis hermanos, solo para asegurarme que siguen ahí, que siguen a mi lado. Me encuentro con Sesshomaru, tan imponente como siempre, con apenas algunos rasguños en su armadura, con Bakusaiga firme en su brazo derecho resplandeciendo como el primer día; ahí se encontraba el daiyōkai mas fuerte de todos los tiempos, que fue capaz de superar a su padre, el Gran Inu No Taisho; heredero de la Casa de la Luna y Lord de las Tierras del Oeste; es quien yo puedo llamar orgullosamente mi hermano mayor, mi Aniki.

Sigo hasta toparme con Koga, aunque está un poco mas herido sigue de pie imponente con Goraishi en su mano, el Líder las tribus Ookami del Norte y actual Lord de las Tierras del Norte; hace mucho dejo de lado los sentimientos de amor que profesaba hacia mí para convertirse en un lazo de hermandad irrompible hasta por el mismo tiempo.

Y heme aquí, en medio del campo de batalla; admito que si no fuese por la sangre Youkai que corre por mis venas, no sería capaz de seguir de pie junto a mis hermanos.

Mis ojos siguen oscuros, nublados con los recuerdos que torturarán mi mente hasta mi muerte, aun soy capaz de escuchar sus gritos, aun soy capaz de recordar que no fui lo suficientemente fuerte para protegerlos, para salvarlos…

Flashback

El sonido del acero chocar ero lo único capaz de escucharse, una gran batalla se llevaba a cabo, dos seres completamente opuestos se enfrentaban frente a frente por el futuro, un ser de luz contra uno de oscuridad en una batalla a muerte.

Naraku y Kagome estaban enfrascados en su batalla, en un todo o nada sobre lo que ocurriría una vez terminada la batalla, la guerra.

En un movimiento, nuestra azabache fue capaz de desarmar a su contrincante, poniendo su fiel espada contra su cuello, haciendo presión hasta hacer un pequeño corte, una clara amenaza de que si hacia un movimiento en falso y su cabeza seria despojada de su cuerpo.

Pero algo andaba mal, aun con el filo de la muerte en su piel, Naraku solo sonreía, hasta un punto donde su sonrisa era tan grande, como si esto tan solo fuera un chiste para él.

Kagome dirigió su mirada Zafiro hasta el frente y el aire dejo de existir, su corazón dejo de latir por un momento, para después empezar a latir tan rápidamente, que era hasta posible que el causante de dichas reacciones fuese capaz de oírla.

Ahí, frente a ella se encontraba Inuyasha, su amado hanyō, hasta ahora considerado muerto en garras de Naraku; pero no, ahí se encontraba con su característico haori rojo, sus plateados cabellos y con Tessaiga en su hombro derecho. Pero algo no andaba bien, su rostro mostraba unas líneas magenta cruzando sus mejillas y sus bellos ojos dorados ahora eran dos piscinas escarlatas, demostrando así que ese no era su Inuyasha, ahora era su lado youkai quien estaba a cargo, un youkai sediento de sangre.

Apenas pudo salir de su shock inicial cuando fue golpeada por su oponente, librándose así y aprisionándola en plantas oscuras.

Empezó a forcejear y a liberar su reiki para purificar sus ataduras, cuando el hanyō oscuro se puso a su lado.

-Tranquila mi pequeña miko, que ahora comienza la función- dijo con una sonrisa macabra mientras acariciaba el rostro de la azabache, y esta con ganas de arrancarle su mano.

Al observar al frente, sus orbes zafiros solo pudieron abrirse desmesuradamente ante la escena que tenía que presenciar

Ahí estaba Inuyasha peleando contra Sango y Miroku. Ellos apenas pueden defenderse; estaban cansados y en shock de que su amigo estuviera vivo y atacándolos; al ver que no funcionaba, Inuyasha levanta a Tessaiga y corre hacia Kohaku que estaba peleando con demonios de bajo nivel; estaba demasiado concentrado como para percatarse del inminente ataque que le dirigía el inu-hanyō a sus espaldas. Al percatarse de su plan, la miko grito el nombre de sus amigos en modo de advertencia pero ya era demasiado tarde; Inuyasha los había atravesado a los tres, Sango al ver a su hermano en peligro fue en su rescate y se puso delante de él para recibir todo el impacto del arma. Miroku al ver a su amor en peligro fue y abrazo a Sango para que ella no se lastimara pero no funciono. Inuyasha los atravesó a los tres de un solo golpe.

Las lagrimas no se hicieron esperar, caían en cascadas de sus ojos, al ver la vida desaparecer de sus amigos, de los que llego a considerar sus hermanos a través de todas las venturas que vivieron juntos, los recuerdos la inundaban; no podía dejar de comparar los rostros sonrientes de Sango, Miroku y Kohaku con los de su ahora cadáveres, sus ojos sin brillo y con finos hilos de sangre saliendo de sus bocas.

Los sollozos era imposibles de contener, y estos tan solo hacían crecer las risas del oscuro ser; al escuchar su asquerosa risa, burlándose de ella, de las muertes de sus seres queridos, solo hicieron que un odio creciera en ella, un odio puro hacia él, y sus ansias asesinas empezaron a salir de ella, estremeciendo a todos en el campo.

-No te apresures mi pequeña Kagome, que aún queda más-

¿Cómo que quedaba más? Era bien sabido que si Inuyasha se enfrentaba a Sesshomaru o a Koga, aun en su estado, perdería contra ellos; un miedo se instalo en su corazón, ¿No está hablando de su hijo? Era imposible, ella y Sesshomaru los habían dejado en un lugar seguro, lejos de la batalla pero un sollozo conocido por ella solo aumento el pánico en su ser.

Inuyasha sostenía a su hijo, a Shippo por su colita de zorro, mientras este sollozaba asustado fuertemente.

-No te atrevas…Suéltalo… ¡NO TE ATREVAS! ¡SUELTALO AHORA MISMO! ¡BASTARDO, JURO QUE TE MATARE SI…- sus gritos quedaron atorados en su garganta cuando observo impotente como el ser que ella alguna vez juro amar atravesaba con sus garras a su pequeño kit, arrebatándole su vida frente a ella; y en ese momento, algo en ella se rompió.

El odio y la rabia la consumían, su lado salvaje, su lado youkai exigía venganza por sus amigos caídos, exigían la muerte más dolorosa para ambos hanyos que se atrevieron a herir su manada, a su cachorro.

Lagrimas de sangre corrían por su mejillas, mientras un gran poder salía en oleadas de su cuerpo, todos giraron su vista hasta la fuente de dicho poder, un poder tan puro; era la unión perfecta entre youki y reiki, convertidos en uno solo, llegando a superar el poder de la Shikon No Tama. Todos observaron con asombro como la muchacha futurista cambiada de aspecto. Su cabellos antes azabaches se iban destiñendo dejando el más puro blanco, creciendo hasta sobrepasar sus caderas; sus manos adquirieron unas potentes garras, marcas violetas se dibujaban en su cuerpo hasta llegar a sus mejillas, brazos, caderas y piernas; una medialuna celeste se poso en su frente mostrando así su pertenencia la Casa de la Luna junto con una estrella de ocho puntas, la representación de su nombre; sus ojos ahora cubiertos de rojo con una sola rendija celeste miraban con desprecio a su contrincante y a al que una vez llamo amigo y al que alguna vez amo.

Sus aliados dejaron de luchar, sabiendo que esta guerra ya estaba ganada.

Naraku trato de huir ,pero Kagome fue mucho más rápida y de un solo golpe lo tumbo, formando un cráter donde impacto su cuerpo y siendo sujetado con lazos de reiki que lo quemaban cada vez que forcejeaba; la miko lo observaba mientras blandía su fiel espada Hana no Tsuki (Flor de la Luna) para dirigirse velozmente contra Inuyasha; el inu-hanyō hacia lo posible para defenderse, pero los ataques potentes y certeros de la miko lo herían cada vez más, hasta que de una sola estocada Tessaiga voló de sus manos y con un solo golpe certero hundió su espada en el cuerpo de su ex-amado, observando su expresión de sorpresa mientras la vida se extinguía de sus orbes dorados.

Saco su espada del cuerpo inerte del inu-hanyō sin remordimiento alguno; y con paso leves se acercaba hacia Naraku, mientras juntaba su poder en su espada, y de una sola estocada elimino cualquier del oscuro hanyō de la tierra, dando así terminada la guerra.

Ahí donde alguna vez estuvo el cuerpo de Naraku solo se encontraban cenizas, y en el centro de ellas se encontraba la perla, Kagome la tomo y solo con su toque la perla fue purificada.

Fin flashback

Me acerque hacia mis hermanos, y en ambos pude ver la compasión y la preocupación hacia mí. Koga se acerco a mí y me aprisiono en sus fuertes brazos, no dude un segundo en corresponder y dejar que las lagrimas salieran sin pudor; una suave caricia en mi cabeza me consolaba, sabía que era Sesshomaru y solo pude calmarme cuando las auras de mis hermanos me arrullaron como un bebe, consolándome.

Me separe lentamente de ellos y con una sola mirada sabían lo que debíamos hacer.

Tome a la Shikon y puse un poco de mi reiki en ella, en ese momento una luz salió de ella, mostrándose frente nuestro a una mujer de cabellos negros, ojos de color chocolate, con unas marcas en la frente que formaban una flor y un traje antiguo de guerrera miko. Se trataba de la mismísima Midoriko, la creadora de la Shikon No Tama. Me arrodillo ante ella pero me hace señas de que me levante. Yo dudando cumplo con su petición y veo que empieza a hablarme:

-Hijo mío, no debes arrodillarte ante mi; tu poder es mucho más grande que el mío-

-Está bien Midoriko-sama, pero ¿Qué hace usted aquí?-

- Veo que usted se encuentra impaciente, es normal creo, bien, vine para decirle que una dimensión determinada está en extrema necesidad de su ayuda. Los dioses creen que hará bien una sacerdotisa entre ellos. El enemigo con el que tendrás que luchar es una reencarnación de Naraku, su alma logro escapar en último momento logrando así reencarnar en un ser igual de oscuro, conocida allí como Orochimaru. Por supuesto que no se tiene que aceptar la oferta de inmediato. Si estás de acuerdo entonces asegúrese de llevar unas cuantas cosas con usted. Yo no te dejare a tu suerte en otra dimensión sin protección. Usted tendrá que ser entrenado. Si usted no está listo, entonces no voy a obligarte. Hacer una sabia decisión, querida -.

Una rabia inmensa se apodero de mi, ese bastardo había logrado escapar y ahora está arruinando más vidas en otro lado, no puedo permitir eso, el morirá por mis propias manos y vengare la muerte de mi familia.

-Iré- dije sin pensarlo dos veces. Mire a mis compañeros y pude ver su cara de sorpresa pero también tristeza. Me acerque a ellos

- Tengo que ir, si es reencarnación de Naraku entonces tengo que destruirla, es mi deber como Shikon No Miko- dije con una voz autoritaria pero llena de odio y rencor.

Ambos youkais se acercaron. Koga fue el primero. Me envolvió en sus brazos fuertemente, no queriendo dejarme ir, le devolví el abrazo con la misma intensidad acariciando sus cabellos negros, dándole así un poco de consuelo. Lentamente nos fuimos separando y puso en mis manos un obsequio: una daga con la cuchilla de color plata y muy filosa, su mango era de color rojo y tenia pequeñas esmeraldas incrustadas en el. La tome con cariño y la puse al lado de mi espada.

Me acerco a Sesshomaru y acerco mi mano a su hermoso rostro, acaricio amorosamente sus marcas, el se inclina ante mi caricia y en sus orbes tan dorados y cálidos como el sol, esos ojos que alguna vez me miraron con frialdad y asco ahora solo expresan amor hacia mí, una vez que conoces al inu youkai te das cuenta que sus ojos expresan más de lo que él desea admitir. Nos fundimos en un abrazo que expresa todo lo que nuestros corazones desean decir, con mi cabeza apoyada en su firme pecho escucho sus latidos, memorizando cada segundo de su presencia. Al separarnos, besa con delicadeza mi frente en donde se encuentra su marca, transmitiendo así todo lo que es imposible expresar en palabras.

Sesshomaru me entrega a Tessaiga y a Tenseiga, lo miro con incredulidad, pero con su sonrisa entiendo.

Me acerco a los cuerpos de mis amigos y tomo pidiendo permiso a sus almas sus armas: el hiraikotsu de Sango, las sutras y el personal de Miroku y las cuchillas de Kohaku. Tomo el cuerpo de mi hijo y le beso su frente, dándole así su último abrazo.

Voy con Midoriko, y giro para ver por última vez a mis hermanos, diciéndoles así mi última petición.

-Onegai, denles un entierro digno de sus sacrificios y…cuídense

Y con esas palabras, desaparezco para cumplir mi nuevo destino.

Hola queridos lectores, como dije iba a reescribir los primeros capítulos antes de seguir porque he cambiado bastante en estos años mi forma de narrar y viendo la GRAN diferencia que hay entre los primeros capítulos y los últimos decidí volver a escribirlos. La otra historia quedara como completa y esta será la que iré actualizando mientras la facultad me lo permita, espero que los que empezaron esta historia conmigo sigan ahí y digan si les parece de su agrado este cambio.