Disclaimer: Amour Sucre no me pertenece. Es propiedad de Chinomiko y Beemov.

Advertencias: SPOILER de CdM en la Universidad/Paso del tiempo/Cosas sad –creo-/Poco dialogo.

Nota de la autora:

Ya sé. Dije que iba a subirlo pronto.

Pero tuve tiempo de hacerlo, salieron los primeros spoilers del capítulo 5 y me dije que iba a esperar para ver si traía algo nuevo para ponerlo.

Cosa que no paso, así que…sorry (?

Este es el capítulo más largo. Pero que les digo, le tengo aprecio a Castiel.

¡Maldita sea, busquen la canción y escúchenla mientras leen esto, porque de allí saque la idea principal de este capítulo!

Lean y lloren conmigo.


Recomendación musical: "Lie" — BTS (Cover Josema)


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"Después de un tiempo aprenderás que el sol quema si te expones demasiado. Aceptarás incluso que las personas buenas podrían herirte alguna vez y necesitarás perdonarlas. Aprenderás que hablar puede aliviar los dolores del alma. Descubrirás que lleva años construir confianza y apenas unos segundos destruirla y que tú también podrás hacer cosas de las que te arrepentirás el resto de tu vida."
—William Shakespeare

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Maldición


Castiel estaba acostumbrado a estar solo.

De verdad que lo estaba.

Sus padres ausentes a tan corta edad le forjaron un carácter. Uno más crudo y arisco.

Y era increíble el punto de quiebre de sus emociones cuando algo o alguien le importaba.

Era maravilloso y aterrador la forma en que la música podía tomar cuando tocaba su guitarra y cantaba. Era…apasionante, eterno y lleno de explosiones emocionales intensas.

Lo amaba.

Y luego…están las personas.

Si te soy sincero, solo me sentí atraído por su físico…era bonita…

Debrah era hermosa, con un bonito cuerpo y un rostro bello. Pero con el tiempo, no fue solo eso. Era más.

La verdad era que había entregado más de lo que le gustaba admitir, más de lo que podía dar. Y al final ella se lo llevó todo, dejándolo con un corazón roto y amargas canciones de desamor.

No olvida a Debrah, aun la echa de menos…

Gatito, me encanta ese vestido, lástima que no tengo con que pagarlo.

Suena bien, pero si cambiamos la letra ser mejor, escucha-

Oh, gatito, sí lo logramos, viajaremos por todo el mundo. Juntos.

Sí. De forma enferma, extraña esa relación toxica, donde no era nada más que un muñeco sometido a los caprichos de una mujer egoísta.

Pero, de alguna forma las cosas pasan. Y al final, asimila, es obligado a asimilar que ella es lo que es.

Y la verdad es que nunca lo amo.

No a él.

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Luego, en el círculo de confianza, entran Lysandro e Iris. Ambos buenos, sinceros, nunca mal intencionados.

Soportan su crudeza y su mal humor, sus chistes ácidos y su pésima actitud. Pocos logran hacerlo sonreír.

Ella lo consigue en el instante en que cruzan palabras. Lo consigue con un gesto, con su actitud, con su inocencia y sus reacciones.

Y Castiel experimenta lo mismo.

Miedo. Profundo temor.

Que ella sea falsa.

Que no sea más que una vil fachada.

Que le mienta, finja y luego se vaya como el resto de las personas a las que quiere.

Por eso, las palabras se le atoran en la lengua y no puede pronunciarlas.

Que se ha enamorado de nuevo.

Que la quiere cerca suyo y no de forma amistosa.

Que no quiere que se junte con otros. No lo quiere.

Y cuando, por fin, ve la oportunidad. La primera y la última.

La besa.

Y se siente en la gloria.

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Castiel piensa en arrepentirse en cada paso, por miedo, por cobarde.

Pero una voz, pequeña, y potente le susurra que no lo haga.

Ella no se irá.

Confía, la amas, ella te ama.

Es diferente. Todo es diferente ahora.

Y cede.

Deja que la coraza se caiga y que su rudeza se desvanezca. Que las emociones se desborden a su lado.

No creí que me hicieras algo así… ¡Eres peor que Lysandro!

Pasan risas, enojos y todo va de maravilla.

Castiel sabe que es demasiado bueno para que sea eterno.

Pero todo se derrumba en el momento en que ella lo dice: Va a mudarse.

Y pelean como nunca lo han hecho. Porque así es él…

Ocultando el dolor bajo una máscara de crueldad. Incapaz de expresarse por medio de palabras. Incapaz de decir que no quiere que se vaya.

Porque Castiel, en el fondo, no quiere volver a sentir lo mismo. Y la deja ir.

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Te odio.

Te odio

Te odio

Y no se lo dice a ella.

Sino a sí mismo, porque es incapaz de dejar de amarla.

O eso piensa cuando lee el mensaje en su teléfono.

Vi el video. Primero no contestas mis mensajes y ahora esto. Creo que ya es suficiente. Terminamos.

Se siente la peor basura del mundo. No porque ella haya visto un video de él siendo besado por otra chica, sino porque no le dio tiempo para explicarle.

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Las cosas terminan mal. Mal para él.

La forma en que Sucrette toma todo con relativa calma, como sigue con su vida como si nada hubiera pasado.

Lo odia.

Como ella se ha ido sin mirar atrás, como sí ya hubiera estado aferrada a algo más para desprenderse de él.

Y luego, llega la noticia de que Lysandro debe irse.

Puede verlo. Su amigo no quiere hacerlo, pero lo hace, igual de roto que él. Y también, sin mirar atrás.

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Y no es capaz de canalizar su rabia de otra forma. No con alcohol, ni drogas, ni nada similar.

Música.

Su adicción personal.

Toca de forma casi religiosa, sin descanso, devoto a su propia fe.

Y las cosas mejoran solo un poco.

Por un momento el mundo es su mayor distractor. Hace compañeros de trabajo. Firma con una disquera, toca en vivo. Y la fama llega, no de forma apetecible, pero la música, las letras y esos momentos inolvidables hacen que todo valga la pena.

Y solo…

Solo a veces la recuerda a ella.

Le preocupa.

Porque aunque la sueñe muy poco, las emociones siguen igual de intensas e intactas.

Como el primer día en que la beso.

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No puede contener el brote de emoción, ira, frustración, miedo, ilusión y felicidad que se asienta en su pecho cuando la ve.

Es más…madura.

Más hermosa.

Por eso no se contiene cuando hablan. Porque ella esta tan ajena a lo que pasa, a lo que le hizo, a lo que él sintió y aun siente.

Ella no reniega, acepta sus palabras con envidiable valor, aunque –él no sepa- ella también tiene el alma dolida.

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Castiel la observa irse, fingiendo que no lo hace.

Ve su cabello que ha crecido más y sus curvas más finas. Alejarse más y más de él.

Trabajo en el Cosy Bear.

Castiel ríe con amargura esa noche.

Sabe perfectamente, que no la ha olvidado.

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Notas finales:

Vamos a aclarar unas cosas.

*Algunas líneas en cursiva son sacadas del juego, modificadas, porque no pude encontrarlas todas de forma exacta.

*Castiel no besa a nadie estando con Sucrette. Eso salió meramente de mi invención.

¿Por qué?
Porque estoy harta de leer y escuchar que Sucrette tuvo la culpa. Que se fue, que dejo a los chicos, que fue mala amiga.

En ningún momento he leído que se mencione que alguno de los chicos o que sus "amigos" hayan ido a buscarla. Que ellos fueran a pagar boletos de tren para ir a visitarla.

Como siempre, he notado el intento de Beemov de hacer que parezca real, y usa una excusa barata de "Sucrette se fue y todo se fue al carajo".

Tampoco me vengan con "las relaciones a distancia funcionan, yo tengo y x". Para eso se necesita mucha madurez y paciencia. Sucrette es/era muy inmadura e insegura, por lo cual nunca la vi manteniendo una relación así, ni mucho menos dar un paso para irse a vivir con su chico o irse a vivir sola. Y de hecho no fue capaz de hacerlo.

No era el momento, ella no estaba preparada. Y eso no es en realidad "su culpa".

Ahora, tampoco quiero hacer quedar a Castiel como malo. Para nada. La interpretación de estas oraciones depende del lector. Para mí, él también es una víctima de toda esta relación.

Una relación es de dos y aunque, claramente, fue Sucrette la que la terminó, no creo que hubiera terminado de forma mejor luego de 4 años de otra forma siendo como son los personajes. Obviamente apegándonos a la idea de que ella tenía que mudarse sí o sí.

No es una justificación, pero, vaya que no es solo culpa de la prota.

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Dicho esto solo me queda decir adiós.

Aquí acaban los drabbles de estos chicos, y me duele más decirle adiós. Pero se supera poco a poco.

(Kill me, please)

Ojala les haya gustado. Voy a seguir actualizando otro fic de CdM (Instituto). Hasta nuevo aviso.

Saludos. Nos leemos.


Atte. Ari