Hola a todo el mundo. Este es el primer fic que escribo, blablabla...
Si reconoces algo es que es de Rowling, si no te suena es añadido mío.
Aviso: Suelo tardar mucho para contar muy poco, así que si no os gusta os doy permiso para lapidarme (por favor, nada de virus a mi cuenta!!!), reconozco que es muy lento pero me ha divertido escribirlo. El título no me gusta pero no tengo imaginación para más, jejeje.
Ale, ahí va la historia.
VACACIONES DE NAVIDAD

Cap 1.
La sala común estaba desierta. Esa mañana muchos de sus compañeros de casa se había marchado para pasar las vacaciones de navidad en sus hogares, pero él tenía que quedarse allí. No lo lamentaba, sus dos mejores amigos también pasarían las fiestas en Hogwarts. Sabía que lo hacían por él, para que no se sintiera solo, y realmente les estaba muy agradecido, las navidades no eran una época en que se sintiese muy alegre.
Se sentó en el sillón más próximo al fuego decidido a leer un rato, pero se quedó abstraido mirando las llamas, dejando olvidado el libro sobre quidditch y sumido en sus pensamientos hasta que una voz le sacó de ellos:
- ¿Te apetece dar una vuelta?
Al mirar a la chica se dio cuenta de que había pasado demasiado tiempo mirando las llamas y le costaba enfocar la mirada pero aún así la reconoció por la voz, que sonaba ligeramente cansada. Negó con la cabeza.
- Aún no me he recuperado de anoche - repuso, y viendo cómo ella tomaba asiento pesadamente a su lado sin siquiera quitarse la capa de invierno agregó: - Y me parece que no soy el único.
Skye le sacó la lengua y se estiró en el sillón como una gata poniendo las piernas encima de las de él. Suspiró.
- Creo que ya estoy mayor para estas cosas - se quejó. Draco se rió por lo bajo. La fiesta de despedida de la noche anterior se les había ido un poco de las manos y no era la primera vez que sucedía, pero a pesar de sus quejas Skye no se perdería la próxima celebración por nada del mundo.
Mirando a la chica morena que bostezaba en ese momento Draco pensó en su vida. Bueno, para ser justos pensó en su vida sexual. Se había vuelto bastante aburrida ese año. Sí, vale, se había ligado a la mitad de Ravenclaw, pero no eran mucho más divertidos que los Hufflepuffs. En realidad ya no quedaba nadie interesante para conquistar. Lo único que había merecido la pena de sus aventuras en Hogwarts había sido su relación con Skye Hidden. Ella era una Slytherin con la que se había enrollado cuando estaba en quinto.
Skye iba un curso por debajo, y normalmente Draco no se hubiera mezclado con alguien tan joven (¡14 años! las prefería más mayores), pero había demostrado ser mucho más madura que la mayoría de las de sexto y él se había sentido muy atraído. Habían durado mucho como pareja, ¡todo un curso! Un record para Malfoy, pues su interés por las conquistas no se prolongaba demasiado. Las vacaciones de verano habían sido las culpables de su ruptura. Ambos conocieron a otras personas y al volver a Hogwarts decidieron que no querían seguir estando juntos.
Durante su relación Skye se había convertido en su mejor amiga, la persona a la que más valoraba, casi parte de su familia, y eso no cambió después que lo dejaran. Draco sabía que si alguna vez se veía obligado a casarse (dinastía Malfoy y todo eso) la elegida sería Skye.
Vió que ella estaba a punto de quedarse dormida con una mano sobre el estómago y con el puño cerrado sobre la funda de su violín. La agitó levemente por una pierna.
- Deberías irte a la cama - le dijo. Ella abrió un ojo y sonrió con picardía.
- ¿Me acompañas?
Estubo tentado de decirle que sí. Después de todo su vida sexual en esos momentos era patética y necesitaba un poco de marcha. Con Skye siempre había tenído mucha química en todo, pero realmente no deseaba que volviesen a convertirse en amantes. Negó de nuevo con la cabeza.
- Tendrás que dormir sola.
Skye arrugó la nariz.
- Eso se está convirtiendo en una mala costumbre. ¡Acabaré comprándome un osito!
- Pues mejor compra dos.
Skye se sorprendió por ese comentario.
- ¿Cómo? ¿Tú también?
Draco asintió con amargura.
- Aquí el único que tiene suerte es Zabini - dijo mirando hacia la escalera de los dormitorios de los chicos significativamente.
Skye asintió, comprendiendo que si Draco estaba allí fuera en esos momentos era porque el moreno tenía suerte, ¡y vaya suerte! Se incorporó con pesadez quitando las piernas de encima de Draco.
- Tengo que dejar la mala vida - se quejó - Mis propósitos de año nuevo van a ser dejar el alcohol, las pociones ilegales y los malos hombres.
- ¿Y el tabaco? - peguntó Draco arqueando una ceja plateada. Skye lo miró con mucha seriedad.
- ¿También debería dejarlo? ¡No puedo dejar todos mis vicios de una vez!¡Me moriría!
- Bueno, te queda ir a la torre de astronomía - dejó caer él mirando la funda que aún tenía sujeta. Skye tenía la costumbre de salir a escondidas de Slytherin para ir a tocar el violín a lo alto de la torre de astronomía, prohibida a los estudiantes excepto para sus clases de esa materia, y desde luego contraviniendo el "toque de queda" del colegio.
Draco como prefecto de su casa tenía la obligación de cortar de raiz estas actividades nocturnas y descontarle puntos por su comportamiento. Incluso debería castigarla con severidad por sus acciones, pero él pasaba de las normas. Si ella quería tocar su música en lo alto de la puñetera torre que lo hiciese. Nadie en su casa iba a decir nada del asunto, nadie quería ponerse en contra de Malfoy y meterse con Skye sería hacer eso justamente. Todo Slytherin lo había aprendido de sobra cuando a Pansy Parkinson le dio por hacerle la vida imposible al descubrir su relación con su amor frustrado, pero esa es otra historia.
- Sabes que no tienes por qué ir - dijo Draco ahora - La casa está prácticamente vacía, si tocas aquí o en tu cuarto no nos vamos a molestar.
Skye le regaló una de esas bonitas sonrisas con las que le había conquistado en quinto.
- Creo que me he acostumbrado a la torre. Hace frío, lo sé, y también que Filch puede pillarme, pero me gusta tocar para la estrellas.
Se despidió de él y subió a su cuarto. Draco sonrió de nuevo, esta vez con un poco de tristeza. Daba la impresión de que Skye se sentía muy sola últimamente y a él no le gustaba nada eso. Sí, se había quedado a pasar las vacaciones por él, porque sabía que él siempre tenía un sentimiento parecido en esta época del año, pero dudaba que la soledad de ella fuese igual de pasajera que la suya.
Supuso que esa noche, como solía hacer cuando no se sentía agusto, acudiría a su cuarto para dormir abrazada a él. A veces había llorado contra su pecho y Draco sólo había podido abrazarla, sin comprender, hasta que el llanto había pasado. Tenía que reconocer que le gustaba despertarse acompañado, tal vez era sólo eso lo que buscaba en sus aventuras de cama con medio Hogwarts y lo que ahora echaba de menos. Pero despertarse con Skye no era hacerlo feliz y contento después de una agradable (o no) noche de retozos, sino preocupado por ella porque nunca le contaba qué le rondaba por la cabeza cuando acudía a su cuarto en busca de consuelo, compañía o protección. Pero también esto pertenece a otra historia.
En esos momentos Pansy Parkinson acaparó su atención bajando de los dormitorios con un taconeo audible. Pansy, había que reconocerlo, estaba bastante bonita. Llevaba los rizos rubios cuidadosamente peinados y había dormido toda la mañana de un tirón para contrarrestar los efectos de la fiesta de anoche, cosa que Draco hubiera echo de no ser por Zabini y su inoportuna visita.
Se acercó a él radiante y le preguntó si quería dar una vuelta.
- No me apetece - contestó casi con un gruñido. Como supuso Pansy no tomó su tono de voz en cuenta y se sentó a su lado (demasiado cerca) decidida a hacerle compañía mientras le pasaba los dedos por el pelo. Eso era algo que le molestaba mucho, no dejaba que cualquiera le tocase el pelo, muy pocas personas tenían permiso para hacerlo y Pansy Parkinson no se contaba entre ellas, sobre todo después de lo ocurrido el año anterior. Ese año Draco lo había terminado con unas ganas increíbles de lanzarle un par de buenos maleficios por la manera en la que se había portado, y si se había contenido fue sólo porque los padres de ambos eran amigos. Pensó que en el verano había podido olvidarlo todo y podrían volver a ser más o menos amigos, pero se equivocó, no soportaba estar cerca de ella, le crispaba los nervios.
Contuvo el deseo de rechinar los dientes y se volvió hacia Pansy.
- En realidad me apetecía estar solo un rato - dijo, remarcando la palabra "solo". La rubia lo miró embelesada y dijo:
- No tenemos que hablar si no quieres.
Aquello fue el colmo, se levantó exasperado y se fue a su cuarto. Era increíble lo estúpida que podía llegar a hacerse. Porque para Draco Malfoy estaba muy claro que esa chica no podía ser tan cortita. Nunca parecia entender las indirectas, no percibía los tonos fríos y cortantes en la voz de Draco, no le importaba que él la tratase mal, la humillase incluso. Podría pasarse las vacaciones gritándole que le dejase en paz y ella sólo diría "¿qué quieres decir con eso?". Pansy Parkinson era una pesadilla. Estaba convencido de que sólo estaba fingiendo y que le encantaba sacarle de quicio, ¿qué otra explicación había?
Entró en su cuarto como un vendaval, cerró con un portazo y se tumbó en su cama intentando contener las ganas de gritar.
- Qué, Pansy está abajo, ¿no?
Se giró y puso ver a Blaise Zabini al otro lado del cuarto espiando a través de las cortinas de su cama. Asintió.
- De verdad, un día de éstos le voy a echar una maldición antes de poder contenerme - dijo Draco.
Zabini sonrió malevolamente.
- Sabes que no puedes venir a esconderte aquí - le dijo - Me lo prometiste, y aún ni acabo de empezar.
Draco asintió fastidiado. Le había prometido a Blaise que le dejaría el cuarto para él y su cita, pero decidió probar suerte.
- Sólo me quedaré hasta que esté seguro de que se ha marchado, de verdad. Te podrás contener un poco ¿no?
La sonrisa de Blaise fue mucho más amplia esta vez.
- Me estás pidiendo mucho, Draco, pero si a ti no te molesta el ruido...
Draco se sentó en su cama.
- ¡Vamos, espera unos minutos! - dijo enfadado porque sí que le molestaba el ruido, Blaise era muy escandaloso - Cuando vea que no bajo se marchará a otra parte, seguro.
En ese mismo momento tocaron a la puerta.
- Draco, amor, ¿estás bien? - se escuchó la voz de Pansy.
Blaise abrió mucho los ojos.
- Anda, ya te estás largando - le dijo a Draco mientras luchaba contra su ropa para subirse los pantalones y salir de la cama desprendiéndose de los brazos que le rodeaban el torso. - No quiero tenerla ahí fuera un par de horas agobiando, ¡así no hay manera de concentrarse!
Y empujó a Draco hasta la puerta de manera muy poco amigable. Draco se resistió un poco, no quería ponérselo tan fácil a pesar de que le había dado su palabra de dejarle intimidad.
- Oh, vamos, controla tus hormonas que tu novio no está tan bueno - con una sonrisa maliciosa agregó - si fuera yo lo entendería pero...
- ¡A callar! - exclamó Blaise abriendo la puerta y arrojándolo fuera del cuarto, y volviéndose hacia Pansy dijo: - No lo traigas de vuelta antes de la cena, que no quiero espectadores.
Les cerró la puerta en las narices ignorando el insulto de Malfoy y volvió corriendo a la cama, donde ya lo estaban esperando.
Draco estaba un poco indignado, ¡ser echado así de su propia habitación! Se sonrió pensando que tal vez su aparición repentina había interrumpido algo importante y por eso Zabini estaba de ese humor. Pero vamos, de ahí a echarlo a los leones... (o zorras)
Draco Malfoy se volvió hacia Pansy. La chica lo miraba con una media sonrisa en el rostro que venía a decir "ahora estás en mis manos, pequeño". El rubio se estremeció y abrió la boca para decir algo mientras ella lo miraba expectante y se dio la vuelta y echó a correr escaleras abajo.
No fue una táctica brillante pero dio resultado. Antes de que Pansy se diera cuenta él ya había llegado a la sala común y salía por la pared falsa. Corrió por unos cuantos pasillos y cuando estubo seguro de que no le seguía se tranquilizó un poco. Hablar con Pansy Parkinson era lo último que necesitaba ese día.
Navidad era la época que más odiaba del año. Nunca le había gustado porque a pesar de los regalos solía ser una época sombría y triste. Lo único que lo animaba en esas fechas era estar con su familia, pero por asuntos de negocios urgentes sus padres no estarían en casa ese año. Draco decidió quedarse en Hogwarts en lugar de pasar las vacaciones solo en la mansión, únicamente rodeado de elfos. Al menos Blaise y Skye decidieron quedarse nada más enterarse de su situación aunque desgraciadamente Pansy también lo hizo.
Draco echaba mucho de menos a sus padres. Al menos, cuando en segundo curso también tubo que quedarse en el colegio, su padre había pasado a visitarlo un par de veces . Ahora no creía que hubiese esa posibilidad. Con el renacimiento del Señor Oscuro todo el mundo parecía más ocupado que de costumbre y como Draco bien sabía los ataques de mortífagos volvían a ser noticia. Le extrañó saber que eran tan pocos los que se quedaban en Hogwarts a pasar las vacaciones. Siempre supuso que si estallaba el conflicto las familias preferirían dejar a sus hijos cerca de Dumbledore antes de arriesgarse a que les ocurriese algo en sus propias casas. Después de todo se decía que el lugar más seguro del mundo estaba junto al director.
Aún así eran más que otros años. Sólo en su torre se habían quedado nueve personas cuando acostumbraban a ser dos o tres.
Se paró en seco al llegar ante las puertas del castillo. Aunque no había pretendido llegar hasta allí no le vendría mal pasear un poco junto al lago, ya que estaba. Pero al abrir la puerta y mirar afuera vió que estaba empezando a nevar de nuevo y que no había cogido su capa al salir de la sala común. Tembló de frío. ¡Hummm, maldita Pansy!, sí, lo que menos necesitaba era ponerse a hablar con aquella idiota.
En realidad lo que necesitaba era.... era... Pensó detenidamente mientras contemplaba la nieve. ¿Era comida?
No, aún no.
¿Ejercicio?
Eeee... no.
¿Pelea?
Mmmm...
¡Si! ¡Pelea!
Una buena pelea le animaría, y sabía perfectamente por dónde debía empezar a buscarla. Dejó que la puerta se cerrase con estrépito y caminó por los pasillos silvando una alegre cancioncilla.
La biblioteca estaba tan vacía como el resto del castillo. Revisó todas las mesas pero no parecía estar allí. Nada... nada... Un momento, ahí estaba. Hemione Granger. Rodeada de libros. Y sin ninguno de sus amigos a la vista. Draco sonrió malévolamente.
- Eh, sangre sucia - llamó mientras se acercaba a su mesa. Granger no levantó la mirada pero Draco pudo ver como apretaba los labios en un gesto de irritación muy al estilo McGonagal. - ¿Dónde dejaste a esa imitación de amigos que tienes?
Hermione, obstinada, no levantó la mirada hasta que notó que él se sentaba en la mesa, cerca de ella. Cerró el libro de un golpe y suspiró cansada.
- ¿Qué quieres Malfoy? - preguntó con resignación. Draco se sonrió. Chica lista, sabía que no se marcharía de allí sin tener un intercambio de ofensas.
- En realidad solo molestar - reconoció con total sinceridad. Hermione parpadeó sorprendida.
- Pues podrías ir a molestar a otra persona. Estoy ocupada.
- ¡Me ofendes!- dijo él aparentando un tono dolido - Te concedo el honor de servirme de diversión, ¿y me lo agradeces así?
Hermione se le quedó mirando seriamente y empezó a recoger sus cosas.
- No te irás ya, ¿no? - preguntó él haciendo un mohín - Vamos Granger, no quiero que te marches tan pronto, ni Potter ni Weasley tienen el ingenio suficiente para discutir. Claro, que tú tampoco, pero es más divertido insultarte a ti que a ellos. - dijo con una sonrisa de superioridad a la vez que se recostaba en un codo para poder verle la cara mientras metía sus cosas en la mochila con rapidez. Hermione cogió unos cuantos libros y se dirigió a la salida sin mirarle.
- Está bien, está bien, ¡lo siento! - oyó que suspiraba a sus espaldas. Se giró estupefacta. ¿Draco Malfoy pidiendo perdón? ¿Disculpándose? Quizás no era tan capullo como aparentaba. Aunque...
- ¿Qué has dicho Malfoy? - preguntó con recelo. El se bajó de la mesa con un libro en la mano.
- Lo siento - repitió sin levantar la mirada hacia ella. - He llegado y te he arruinado la diversión, ¡con lo bien que parecías estar pasándotelo con "Hongos infecciosos, tratado completo"! - levantó una mano mostrando el libro al que se refería con una gran sonrisa - Porque no me imagino a nadie tan aburrido para hacer los deberes el primer día de vacaciones, aunque tampoco me imagino que nadie en su sano juicio leyera esto en su tiempo libre. Así que, ¿qué era, diversión u obligación, Granger?
Hermione lo miró mortificada.
- ¡Vete al infierno, Malfoy!- gritó, y salió de allí lo más deprisa que pudo.
- ¿Cómo sabes que no vengo de allí? - preguntó él mientras se reía. Volvió a mirar el libro y lo dejó caer en la mesa. El resto de libros que había en ella trataban temas similares. Realmente esa chica tenía un gran problema, ¡no sabía divertirse!
"Bueno, cada uno tiene sus gustos" pensó " Después de todo yo me divierto insultado a la gente y eso algunos también podrían considerarlo raro". Lo pensó detenidamente un momento. "¡No!" concluyó con una sonrisa "¡los raros son los demás!"

Hermione huyó lo más deprisa que pudo de la biblioteca para que ese estúpido no la viera a punto de llorar. Tenía razón, nadie hacía los deberes el primer día de vacaciones, se suponía que las vacaciones eran para relajarse, disfrutar y divertirse.
A Harry y Ron no les había extrañado que ella quisiera ir a la biblioteca en lugar de organizar una pelea de bolas de nieve. Ni siquiera le habían insistido para que se quedara. La daban como un caso perdido. Y tenían razón. Ella era la que siempre quería ir a estudiar, la que siempre respetaba las normas, la que siempre sacaba buenas notas y hacía los mejores trabajos. ¿Y eso de qué le servía? Sí, era la mejor de su curso, pero Draco Malfoy también era bueno (aunque costara reconocerlo) y no parecía esforzarse tanto como ella. Siempre estaba a la caza y captura de alguna chica (o chico), entrenando para quidditch o montando las ya famosas fiestas de Slytherin. O metiéndose con ellos. ¡Tenía tiempo para todo!
Hermione decidió que necesitaba relajarse. Se había esforzado por cambiar durante el verano y de verdad creía que lo había conseguido, pero al parecer había sido solo de aspecto. Estaba aburrida de sí misma y necesitaba darse unas vacaciones.
Murmuró la contraseña a la Señora Gorda y entró en la sala común donde estaban Harry y Ron calentándose frente al fuego. Al parecer habían pasado demasiado tiempo con la pelea de bolas de nieve. Traían las narices rojas y temblaban de frío con sus húmedas capas de invierno aún puestas. La miraron con expresión culpable cuando entró. Esperaban que les echase un sermón y les enviase a la enfermería o a ponerse ropa seca, pero en lugar de eso ella se acercó a una mesa, dejó caer los libros que llevaba en los brazos y dijo:
- ¡Necesito una fiesta!
Ron y Harry la miraron sorprendidos.
- ¿Te encuentras bien? - le preguntaron. Eso reforzó más su decisión.
- ¡Una fiesta! - exclamó - Quiero una fiesta. Organicemos una.
- Hermione - dijo Ron - sólo somos seis personas en la torre, somos muy pocos para una fiesta.
- Invitaremos a los de las otras casas - dijo ella imperturbable - Traeremos comida, bebida y música.
Harry y Ron parecieron reconsiderar la idea y no la encontraron tan descabellada.
- ¿Para cuando la organizamos? - preguntó Harry
- Para esta noche, después de la cena - dijo Hermione emocionada.
- Bueno, habrá que ir a Hosmeade a comprar algunas cosas - dijo Ron repentinamente interesado.
- De eso os encargaréis vosotros - dijo la chica.
- Y alguien tendrá que conseguir algo de música y también invitar a la gente- repuso Harry.
- De eso se encargará Ginny.
- ¿Y tú que harás? - preguntó Ron viendo que ella no se asignaba ningún papel.
- ¿Yo?, me daré un baño -dijo Hermione tranquilamente. Al ver las expresiones de sus compañeros dijo: - Yo he tenido la idea, ¡ya he hecho bastante!
Así que para esa misma noche se declaró una fiesta en Gryffindor.