Disclaimer— Inazuma Eleven no me pertenece, es propiedad del Level-5.
Personajes— Haizaki Ryouhei/Miyano Akane.
Advertencias— OOC (quizás, aún no conozco bien al personaje).
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Segundo
Horas. Sentía las horas pasar como días, semanas, meses, años.
Horas permanecía sentado, inquieto, impaciente. Cada dos minutos y medio entrelazaba sus dedos con su cabello, nervioso, imitando con los pies el son de la balada perturbada que producía el chocar del viento con la ventana del hospital.
No habían pronosticado tormenta para hoy, pensó mientras veía las gotas resbalar a través de los cristales. No habían pronosticado nada de esto en absoluto.
Suspiró.
El tic-tac del reloj lo ponía de los nervios; el golpeteo incesante de la lluvia lo obligaba a volver a la realidad que nunca se sentía listo para afrontar.
Abrió la boca. Sintió la frialdad de la habitación colándose hasta su garganta.
— ¿Podrías, por lo menos, decir algo?
La muchacha sentada frente a la ventana, como si lo ignorara insolentemente, no respondió nada en absoluto.
Hacía mucho tiempo que no escuchaba su voz. Hacía mucho tiempo que no escuchaba nada más que el calmado latir de su corazón. Hacía mucho que escuchaba ese "nada en absoluto".
Estaba cansado.
Golpeó la pared con furia. Lo hizo una y otra vez. Sus ojos, su corazón, eran consumidos por la locura, la impotencia de tenerla frente a él sin atreverse siquiera a tocarla.
La figura, estática e inhumana, permaneció fría e impasible ante el sonido de la pared rompiéndose, de la sangre chorreando por los nudillos, del corazón ajeno triturado en piezas cada vez más pequeñas, de las lágrimas que (él) ni siquiera notó que recorrían sus mejillas.
Estaba ahí. Con ella. Pero no era ella. Era menos que eso. Era sólo una caja vacía, una frágil muñeca sin alma ni corazón.
¿Por qué seguía allí, suplicándole cada día a sus ojos que volvieran a brillar?
Las horas pasaban. El reloj sonaba. La lluvia golpeteaba la ventana.
¿Valía la pena vivir la vida así?
Él mismo reconstruía las piezas rotas de su podrido corazón.
¿Qué si valía la pena?
Si algún día regresaba, valdría cada puto segundo.