Tikki estaba preocupada debido a la actitud tan impulsiva que tenía su portadora. Al principio se había sentido orgullosa de la actitud de Marinette, ya que fue capaz de rechazar la oferta de ser Ladybug solo para proteger su identidad, lo que estaba bien.

Pero al ver a Chloé cerca de Adrien y ver que ella la iba a representar, todo cambió. Lo peor de todo era que el traje que le dieron era exactamente igual al que ella utilizaba. Estaba muy preocupada, ya que eso debía mantenerse en secreto.

Por lo menos tuvo la idea de esconder el antifaz, eso fue astuto. Aunque el problema se pudo haber evitado desde un principio.

—Tikki, no te preocupes todos los Parisinos están ciegos, es lo mismo que le dije a Adrien.

Ambos kwamis estaban juntos en el camerino que habían asignado. Plagg estaba sentado cerca de unos chocolates, mientras Tikki seguía en el cómodo bolso de Marinette.

—No entiendo cómo puedes estar tan relajado —le reprendió ella.

Ciertamente Plagg siempre había sido un despreocupado. Vivía relajado, mientras ella debía ser la madura. Siempre había sido de ese modo.

—Porque si me preocupara por todo no podría disfrutar de la comida, y sin comida no hay vida —dicho hecho se comió todo un chocolate de un solo bocado.

Plagg era el despreocupado, el niño que comía de todo. Tikki era la responsable, la que se media. Uno era el balance del otro, como desde los inicios.

Tenían una televisión en el camarín en la cual podían ver a sus portadores. Ambos estaban cara a cara y no se daban cuenta de sus identidades.

—¿Ves lo que te digo? Están ciegos —Plagg aún parecía estar tranquilo.

—No lo entiendo del todo, mi niña está loca por tú chico.

—Y mi portador está loco por Ladybug, pero aún así no se da cuenta —respondió Plagg —. ¿Acaso ves un problema en eso?

—Sabes tan bien como yo que es normal que los portadores de la destrucción y la creación terminen como pareja. Pero siempre es un proceso lento y tedioso —Tikki se posicionó frente a Plagg —. No quiero que mi niña sufra.

Plagg le extendió un chocolate, el cual ella rechazó.

—El problema con tu portadora es que le gusta la mirad de mí portador. Le gusta la parte que conoce, él chico que es controlado pero tierno. Aún le falta descubrir al gatito travieso, unir ambas partes del rompecabezas.

Tikki lo observó con admiración, con algo de ternura. Plagg en ocasiones podía sorprenderla en el buen sentido.

—¿Qué? Aunque sea un gato despreocupado me doy cuenta de lo que sucede.

—Y a tú portador le hace falta ver que todas las cualidades de Ladybyg también están presentes en Marinette —finalizó Tikki —. Debe abrir sus ojos.

—Solo está ciego, ya se le pasará.

Finalmente ambos comieron chocolate juntos, la compañía del otro los calmaba, era algo realmente tierno y necesario.

—¿Crees que algún día nos volvamos a ver? —preguntó Plagg al sentir que el tiempo comenzaba a avanzar.

—Aunque todos piensen que Ladybug y Chat Noir son la creación y la destrucción, esos somos nosotros. Y todo necesita un balance. Sin oscuridad no puede haber luz, sin destrucción no puede haber creación y sin vida no puede existir la muerte —explicó Tikki. Plagg asintió estando acorde, a veces olvidaba que ambos eran parte de algo muy importante, algo enorme —. Sin nosotros, el mundo no podría funcionar.

Vieron como las cosas se salían de control al ver a Clara llorando. Sabían lo que eso significaba. Se dieron un abrazo de modo tierno y se ocultaron en sus respectivos bolsos.

—Te extrañaré... —susurró Plagg.

—Yo también a ti... —respondió ella y en ese momento, ambos adolescentes entraron corriendo. Claro, era la hora de trabajar.