Los personajes no me pertenecen, los tomo prestados de la gran Rumiko
Epílogo
En la tranquilidad del anochecer veraniego de Tokio, una chica peliazul se disponía a darse una relajante ducha después de un duro día de trabajo en el hospital. Cuando llegó, su retoño, que estaba a punto de cumplir 4 años, dormía plácidamente en su habitación junto a su padre, que respiraba profundamente dormido. Un libro infantil ascendía y descendía del fuerte pecho del pelinegro. Con uno de sus brazos rodeaba el cuerpo de su hijo de forma protectora. Akane sonrió al ver esa tierna escena, allí estaban los dos hombres más importantes de su vida. Si Ranma ya era protector con ella, con su hijo era obsesivo. Se quedó un rato más mirando a su exuberante marido, ¿podía estar más guapo y sexy desde que lo conoció? La respuesta era que SÍ. Ser padre le había dado un atractivo extra que no pasaba desapercibido para las mujeres. A más de una la había fulminado con la mirada cuando se acercaban con alguna excusa para hablar de sus hijos, que eran compañeros de clase de Kotaro. Intentaban tocarlo accidentalmente y eso la ponía enferma. Lo bueno es que sabía perfectamente que él sólo tenía ojos para ella y se lo demostraba constantemente. Y bueno… él en plan celos no se quedaba atrás, más de una bronca había tenido con compañeros de ella porque decía que la miraban de una forma nada recatada, sólo él tenía derecho a mirarla así… aunque sabía que su mujer siempre había sido y seguía siendo muy deseada entre el público masculino. Eso no quitaba que de vez en cuando tuviera que marcar su territorio. Ella le recriminaba las maneras que tenía, ya que luego a esos compañeros tenía que verlos y prácticamente ni la miraban por miedo a la reacción de su marido, quien era el campeón de artes marciales del estilo libre del país durante 5 años consecutivos.
Decidió cerrar la puerta y dejarlos descansar, es verdad que desde que eran padres y con lo revoltoso que era Kotaro sus encuentros sexuales habían decaído… se echaban muchísimo de menos y cuando por fin encontraban ocasión ardía todo Tokio. Su deseo el uno por el otro no se apagó nada en todos estos años, es más… cada vez era más y más intenso.
Se dirigió al baño con cuidado de no hacer ruido, se puso un poco de música relajante en el móvil, se desnudó y se metió en la ducha. El día de hoy había sido realmente agotador, 12 horas sin parar… se sentía realmente exhausta. Tan concentrada estaba en la música que no oyó como alguien abría la puerta del baño, desnudándose y adentrándose en la ducha para sorprender a una Akane que parecía estar en otro mundo.
- Hola amor… ¿necesitas ayuda para enjabonarte la espalda? - Ranma puso sus manos en las caderas de su mujer y le susurró al oído muy sensualmente.
La peliazul dio un respingo al no esperar visita - ¡Ranma, qué susto me has dado! A sigiloso no te gana nadie.
- Ni a sigiloso ni a nada, sabes que soy el mejor en todo…- el chico de la trenza atrajo a Akane hacia él haciendo que la espalda de ella quedara pegada a su pecho. La peliazul enseguida notó la erección de su marido en su trasero. Le encantaba que después de 5 años juntos siguiera causando ese efecto inmediato en él. El pelinegro empezó a moverse lentamente mientras daba pequeños besos y mordiscos en el cuello de Akane. Un gemido escapó de la boca de la peliazul, él también hacía que le temblaran las piernas incluso después de tanto tiempo.
- El mejor… y el más mo-modesto… - La chica apenas podía hablar puesto que Ranma había introducido dos de sus dedos en su intimidad y los movía de forma majestuosa… definitivamente era el mejor en todo.
- Dios Akane… no sabes cuanto te he echado de menos… estás tan sexy… - Ranma hizo girar a la peliazul para tenerla frente a frente. Necesitaba besarla desesperadamente y no se hizo esperar. Tomó su boca con posesión, introduciendo su lengua con furia, necesitaba sentirla y saber que ella lo había extrañado tanto como él. La chica rodeó con sus brazos el cuello de su esposo enredando sus dedos en el cabello mojado y deshaciendo su trenza de camino. Le correspondió el beso con la misma furia, él la levantó del suelo haciendo que las piernas de ella se enredaran en su cintura. Pegó la espalda de Akane a la pared mientras que el agua recorría los cuerpos de ambos...
- Amor, me vuelves loco… necesito estar dentro de ti ahora…
- Yo también necesito sentirte…
- ¡Mami, papi! ¿Estáis ahí? - la voz de su pequeño se hacía eco tras la puerta del baño. Rápidamente Ranma soltó a Akane haciendo que ésta se resbalara debido al agua. Menos mal que los reflejos del artista marcial hicieron aparición a tiempo para sujetar a su esposa por la cintura y evitar que se hubiera dado un buen golpe.
- ¡Sí, peque! Estamos aquí, ya salimos - dijo la peliazul mientras cogía una toalla y se cubría el cuerpo. Se acabó la relajación, el romanticismo y la pasión. Dejaban de ser Ranma y Akane los esposos ardientes para transformarse en los papis comprensivos y amorosos.
Ranma cambió el agua caliente al agua fría ya que tenía que "relajarse" rápido…
El pequeño Kotaro abrió la puerta del baño - ¡Mamiiiii, te he echado de menos! - se lanzó a los brazos de Akane que lo recibió gustosa dándole mil besos en su revoltosa y negra melena. Kotaro era una copia exacta de su padre, hasta había heredado esos ojos azules que tanto cautivaron a Akane cuando lo conoció.
- Mi tesoro, yo también te he extrañado muchísimo, ¿qué tal el día con papá?
- ¡Bien! Hemos ido al restaurante de la tía Ukyo a comer, el tío Ryoga nos ha enseñado a hacer una cabaña con los manteles a mí y a Kogane. Cuando seamos mayores y nos casemos voy a comprar una cabaña de verdad para los dos.
- ¿Ya no te vas a casar conmigo, tesoro? - Akane sonreía divertida - porque casi no dejas que papi y yo nos casáramos. Decías que tu mamá sólo era tuya.
- Pero me da pena que papá se quede solo. ¡Tú lo cuidas! ¿a que sí, mami?
- Claro que sí, mi príncipe. Yo cuidaré de papá - Akane le dio un beso en la mejilla a su pequeño.
- Gracias por dejarme a mamá para mí solo, enano - Ranma hablaba desde la ducha.
- ¡No papi, mami es mía! Sólo voy a dejar que cuide de ti cuando yo me vaya - mientras decía esto se agarraba con fuerza al cuello de la peliazul. El matrimonio Saotome estalló en carcajadas.
- ¿Y qué ha dicho la tía Ukyo de las cabañas con sus manteles? - Akane conocía de sobra a su amiga para saber que Ryoga se había metido en un lío al utilizar la mantelería de su restaurante a forma de juego ya que Kogane, la hija de ambos, una niña de 3 añitos castaña, con los ojos miel de Ryoga y la que parecía gustarle a su hijo, creería que podía jugar con ellos siempre que quisiera. Ukyo era una gran madre pero muy estricta si de su trabajo se trataba.
- A la tía Ukyo no le ha parecido gracioso pero le he puesto mi carita de pedir perdón y nos ha perdonado. Mami es que soy irrezi-irresible… que soy adorable - mientras decía esto miraba a su madre con ojitos de cordero.
- Nadie puede negar de quien eres hijo…. - Akane miraba de reojo y con media sonrisa a Ranma que ya salía de la ducha y se estaba colocando una toalla alrededor de su cintura.
- ¿Qué me miras? Ya sabes que nadie puede resistirse a los encantos de un Saotome - Ranma se acercó a su familia y dio tanto a su hijo como a su mujer un beso en la frente.
- Papi, si ya te has duchado antes ¿por qué otra vez?
Los colores del pelinegro empezaron a subirle hasta teñir sus mejillas… no se esperaba esa pregunta de su pequeño.
- Pu-pues… yo-yo… sólo ayudaba a mami…
- Papi se ha manchado y por eso se ha tenido que duchar otra vez - Akane salió en defensa de su marido. El niño ya empezaba a hacer muchas preguntas, su curiosidad era insaciable y Ranma no sabía casi nunca como salir airoso.
- ¿Y tú lo has ayudado como cuando me bañas a mi, mami?
- Así es peque…
- Bueno, ya está bien de preguntas. ¿Se puede saber qué haces despierto, pequeño diablillo? - el pelinegro tocó la punta de la nariz de su hijo.
- He tenido una pesadilla y me ha dado miedo… ¿puedo dormir con vosotros en la cama grande? Porfi, porfi…
- Sabes que no puedes dormir con papi y mami, tienes que dormir en tu cama. Ya eres un niño mayor, pero nos quedamos contigo hasta que te duermas de nuevo. ¿Qué me dices, tesoro?
- ¡No, mami por favor! Te prometo que sólo será hoy… - una lagrimita de cocodrilo escapaba de los ojos del pequeño Kotaro. Akane miraba a Ranma interrogante, ¿qué debían hacer?
El pelinegro cogió en brazos a su mini-yo y lo miró fijamente a los ojos - ¿Me prometes que sólo será por esta noche?
- Sí papi, lo prometo…y un Saotome es un hombre de palabra.
- ¿Cuándo le has enseñado eso? - Akane miraba divertida la escena.
- Esta tarde, sabía que me sería útil algún día. No pensaba que fuera tan pronto.
- ¡Bien, voy a dormir con papi y mami en la cama grande! - Ranma puso a su hijo en el suelo y éste salió disparado hacia el dormitorio de sus padres.
Ranma cogió a Akane por la cintura y la acercó hasta tenerla completamente pegada a su cuerpo.
- Creo que tendremos que posponer lo de esta noche señora Saotome…
- Y yo creo que debería vestirse e ir con su hijo antes de que tenga que volver a entrar al agua fría, señor Saotome…
- Mmmm es el efecto que tienes en mí cuando te tengo cerca... - Ranma se acercó lentamente para besar a su mujer cuando…
- Papiiiii, ¿me lees otro trocito del cuento? - el pequeño Kotaro gritó desde la habitación de sus padres.
- ¡Ya voy enano! termina de ducharte tranquila, te esperamos en la cama - y dando un rápido beso a Akane y un leve azote en el culo, salió del baño dejando a una peliazul pensativa. Tenía que idear algo para pillar a solas a su esposo y terminar lo que habían empezado.
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El despertador sonó a las 7 a.m. en punto, Ranma lo cortó rápido para no despertar a su familia. Hoy le tocaba guardia muy a su pesar, ya que al estar Akane de descanso hubiera querido pasar todo el día con ellos pero bueno… mañana cuando descansara un poco tenía pensado llevarlos de picnic donde le recomendó Mousse. Era un lugar lleno de vegetación donde se podían ver animales libres. Comerían cerca del río, se bañarían, jugarían, incluso le daría alguna clase a Kotaro de artes marciales. Estaba feliz de que al niño le gustara y además se le daba de maravilla pese a su corta edad, aunque siendo su hijo eso no le extrañaba.
Se dio el lujo de observar cómo dormían su mujer y su hijo durante un ratito. ¿Era posible querer tanto? A veces el miedo a perder a alguno de ellos le causaba tal ansiedad que se quedaba las noches en vela observándolos.
- Nos vas a gastar de tanto mirarnos - La peliazul le habló a su marido muy bajito y esbozando una leve sonrisa para evitar que el pequeño terremoto se despertara.
Ranma se acercó sigilosamente hasta ella - Nunca me canso de miraros, ¿te he despertado, amor? - se inclinó y le dio un tierno beso en los labios.
- Tranquilo, sabes que no soy de dormir mucho. ¿Ya te vas?
- En unos 15 minutos más o menos. ¿Vendréis a verme al parque?
- Claro que sí, a Kotaro le encanta ir a verte al trabajo. De mayor dice que quiere ser bombero como su papá o astronauta.
- Seguro que será lo que se proponga, ha salido tan listo como tú - el pelinegro acariciaba el cabello de Akane que ahora lo tenía bastante largo - Bueno, voy a terminar de preparar las cosas y me voy. Os veo luego, te amo - se despidió con otro beso algo más intenso…
- Yo también te amo, ten cuidado - cuando Ranma cerró la puerta de la habitación, Akane apoyó a su hijo sobre su pecho, ejerciendo de almohada y volvió a quedarse dormida.
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- ¿Vas a dejarme bajar por el tubo de metal, mami? - Kotaro acribillaba a preguntas a su madre, que con infinita paciencia, contestaba una a una mientras se dirigían al parque de bomberos al que pertenecía Ranma.
- Si es con papi sí, solo ya te hemos dicho muchas veces que no.
- Pero ayer me dijiste que era un niño mayor … - puchero y ojitos tiernos de parte del pequeño diablillo.
- No para todo eres mayor, tesoro. Tienes que hacernos caso a papá y a mi que queremos lo mejor para ti.
- Vaaaaleeeee, ojalá el tío Mousse me haga algún truco de magia.
- Seguro que si se lo pides con esa carita tan linda que tienes no podrá negarse.
- Ya lo sé, papi le dice el encanto Saotome.
- Ya hablaré yo con tu padre de lo que te está enseñando…
De repente oyeron ruidos de sirena muy reconocidos por ellos en una calle cercana, en ese área seguro que se trataba del equipo de Ranma. Se aproximaron para ver que estaba ocurriendo.
No tuvieron que andar mucho cuando se encontraron con un edificio en llamas y todo el tinglado que se forma. Zona acordonada, coches de policía, ambulancia y por supuesto, los bomberos.
- ¡Mira mami, el tío Daisuke y el tío Hiroshi! ¡Papi también tiene que estar aquí! ¡Vamos a buscarlo!
- Pero no te separes de mí, ¿de acuerdo?
- De acuerdo mami. ¡Tío Dai, tío Hiroshi!
Los dos se giraron en dirección a una vocecita que les era muy conocida.
- ¡Hola campeón! Choca esos cinco - Daisuke abrió la palma derecha de su mano y la puso a una altura donde Kotaro no llegaba - ¿Pero qué te pasa enano? Creía que habrías crecido algo desde la última vez.
- ¡No soy ningún enano! Es que estás haciendo trampa. Cuando sea grande te las verás conmigo.
- Uhhh el carácter combativo de su padre… se ve que no sólo se parecen físicamente. ¿Qué tal todo, Akane? Estás preciosa - Daisuke miraba de arriba a abajo a la peliazul que se sonrojó de inmediato. Estaba claro que el compañero de su marido no iba a cambiar nunca.
- Todo genial, íbamos de camino al parque para haceros una visita.
- ¡Tío Dai, miras a mamá muy raro, no me gusta!
- Sí, está claro que es hijo de Ranma - exclamó Hiroshi entre risas.
- ¿Dónde está mi papá? - el pequeño Kotaro miraba en todas direcciones buscando a su progenitor.
- Está dentro del edificio terminando de sacar a la gente. Sabes que ese es su trabajo.
- Sí tío Dai, mi papá es bombero rescatero.
- Rescatista, tesoro - Corrigió Akane a su retoño mientras le revolvía el cabello.
Akane preguntaba a Daisuke e Hiroshi por sus esposas, ambas estaban embarazadas y se llevaban muy poco tiempo entre ellas.
- ¿Queréis dejar de mirar a mi mujer de esa forma y centraros en el trabajo? - Ranma llegó a la altura de sus compañeros seguido de Mousse - Ya está todo el mundo fuera, no perdáis más el tiempo.
- ¡Señor, sí señor! - tanto Daisuke como Hiroshi se cuadraron de forma cómica ante un Ranma con el ceño fruncido. Sus compañeros iban a ser padres y continuaban siendo los mismos payasos de siempre.
- ¿Has venido sola, Akane? ¿Y Kotaro? - Mousse buscaba a su ahijado para saludarlo.
- Aquí a mi la… ¿Kotaro? - Akane miró a ambos lados buscando a su hijo - ¡Kotaro!
- ¿¡Cómo que no está contigo!? ¿Y dónde se ha metido? - Ranma puso sus manos en los hombros de su mujer, empezó a cambiarle el color de su cara. De su moreno habitual a un blanco nuclear. Prácticamente se quedó paralizado del miedo que sintió al no saber dónde se encontraba su hijo. Akane rompió a llorar, era un mar de lágrimas.
- ¡Ranma, encuéntralo por favor!
- Tranquila amor, no ha podido ir muy lejos. Espérame aquí.
- Yo he visto a ese niño correr hasta el edificio, decía que iba a buscar a su papá - Un chico de unos 10 años de edad señalaba hacia el edificio que se encontraba en llamas.
- ¡Mi niño! - Akane empezó a correr en dirección al bloque pero Ranma la detuvo cogiéndola de la cintura.
- ¡Mousse, quédate con Akane! - Y diciendo esto se dirigió veloz a buscar a su pequeño diablillo, rezaba porque no le pasara nada o no podría soportar un dolor así.
- ¿¡Saotome, dónde vas!? - la voz de Kuno sonó muy lejana para el ojiazul que sólo tenía en la mente a su hijo.
- ¡Kotaro está dentro! ¡Qué Daisuke e Hiroshi no empiecen con la extinción! - y sin más se adentró en el edificio.
- ¡Por todos los Santos! ¡Daisuke, Hiroshi! ¡Alto la extinción! - Kuno como jefe de equipo empezó a redirigir el trabajo de sus hombres.
El edificio se llenaba de humo cada vez más rápido, Ranma apenas podía distinguir bien lo que le rodeaba.
- ¡Kotaro! ¿¡Dónde estás!? - el pelinegro gritaba desesperado, sus pesadillas no podían hacerse realidad … - ¡Kotaro!
- ¡Papi! Cof,cof, cof ¡Estoy aquí! ¡No veo nada! Cof, cof
A Ranma pareció que le volvía la sangre al cuerpo al oír la voz de su pequeño.
- ¡No te muevas de ahí! Voy a buscarte - debajo de las escaleras agachado se encontraba Kotaro que cuando distinguió la silueta de su padre corrió a abrazarlo.
- Buahhhh papiiiii cof, cof
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Para Akane los dos minutos que llevaba su marido dentro del edificio le parecieron horas. Mousse la seguía sujetando porque no se fiaba de que ella se quedara como mera espectadora sin hacer nada. Al cabo del tercer minuto Ranma salió con su hijo en brazos. En ese momento Mousse soltó a Akane que corrió desesperada hacia su marido y su hijo.
- ¡Tesoro! - Akane cogió a su niño en brazos llorando de alegría. Ranma aún sentía el corazón acelerado y los nervios a punto de reventar.
- ¡Mami! Perdóname cof, cof…
- Está bien, mi vida… vamos a la ambulancia a que te vea el médico - Pero antes de dirigirse hacia allí el equipo médico ya estaba a su lado cogiendo al pequeño para explorarlo.
En ese momento Akane se percató de que su marido tenía la mirada perdida y le temblaban las manos.
- Ranma… - el pelinegro parecía absorto en su mundo. No quitaba ojo de los médicos que exploraban a su hijo. Akane puso sus manos en las mejillas de su esposo y lo obligó a mirarla - gracias por salvarlo, siempre estás ahí para protegernos.
- Akane… sabes que daría mi vida por vosotros. Nunca he sentido tanto miedo, pensar que no lo hubiera encontrado…- Ranma cerró los ojos e intentó borrar esa mala imagen de su niño muerto por no haber llegado a tiempo.
- Yo sabía que ibas a sacarlo sano y salvo, la culpa ha sido mía… me he despistado un segundo y casi lo perdemos. Soy una mala madre, si no llegas a estar tú aquí…- los ojos de Akane empezaron a llenarse otra vez de lágrimas.
Ahora fue Ranma el que alzó la barbilla de su mujer para hacer que le mirara.
- No te consiento que digas que eres una mala madre. El niño ha heredado toda mi impulsividad. Pero entre los dos haremos que sea un hombre bueno y responsable. ¿De acuerdo? - Ranma unió su frente a la de Akane, ésta asintió.
- Bueno, pues parece que el pequeño está bien. No obstante nos lo vamos a llevar al hospital y tenerlo unas horas en observación. Pueden venir los dos en la ambulancia.
- Gracias doctor Yamamoto - dijo Akane estrechando la mano del médico que acababa de atender a Kotaro.
- Ve cuñado, aquí está todo controlado - Kuno se acercó cuando reorganizó a todos para ver cómo estaba su sobrino. Parece que Nabiki había conseguido domar al gran Kuno Tatewaki y estaba mucho más sereno.
- Gracias Kuno - y tomando de la cintura a su mujer se subieron en la ambulancia con su pequeño tormento.
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- ¿Ya ha pasado el mes? - Kotaro hacía a sus padres todos los días la misma pregunta
- Aún queda una semana, enano - Ranma dio dos palmaditas a su hijo en la cabeza.
- ¿Una semana cuánto es?
- Son 7 días
- ¿Y eso es mucho?
- ¡Akane! Tu hijo te busca - por todos era bien sabido que la paciencia de Ranma brillaba por su ausencia, aún así desde que fue padre mejoró mucho esa parte suya.
- ¿Qué ocurre? Estoy terminando de preparar la maleta de Kotaro - Akane entró en el salón a sabiendas de lo que se iba a enfrentar.
- Mami, ¿cuándo voy a poder jugar otra vez con Kogane y comer golosinas? - los ojos de Kotaro se volvieron vidriosos, era un experto en hacerse la víctima para conseguir de sus padres lo que se propusiera , pero llevaba ya 3 semanas desde el incidente del edificio que no lograba nada. ¿Estaría perdiendo efecto el encanto Saotome que le enseñó su papá?
- Tesoro, hablamos de eso todos los días. Nos diste un susto muy grande, sabes que estás castigado durante un mes con lo que más te importa. Y da gracias que tu padre se negó a que dejaras las artes marciales ese mes también.
- Eso sí que no, no debe perder entrenamiento si quiere llegar a ser como yo o incluso mejor - el dejar a Kotaro sin entrenamiento, aunque ahora era un juego más que nada, sería un castigo peor para él que para el niño.
- Pero mami, Kogane lo pasa mal si no me ve. ¿Ella no te da pena? - Los ojos de Ranma y Akane se abrieron como platos, el día que tanto temían había llegado. Su hijo al parecer también había heredado algo de la malicia astuta de su hermana Nabiki e intentaba chantajerlos de otra manera más contundente.
- Seguro que sus papás se lo habrán explicado bien y ahora pequeño embaucador, a la bañera. Tu tío Tofu vendrá a buscarte con Izuku en menos de 1hora.
Las vacaciones habían llegado y Kasumi pidió a su hermana si podían quedarse con Kotaro el fin de semana. Tenían planeado ir al parque de atracciones y aunque eso perjudibaca el castigo del niño tampoco querían ser tan crueles. Además hacía tiempo que los primos no se veían y Akane no quería que la relación entre ellos se enfriara. Kotaro estaba muy feliz, adoraba a su primo y también tenía ganas de ver a sus tíos.
- ¡Bien! ¡Voy a ver al primo! - y salió disparado hasta el cuarto de baño. Ranma y Akane lo miraron sonrientes.
- Se me está haciendo más largo a mi el castigo que a él. Sinceramente da pena verlo sufrir, realmente le gusta esa niña - Akane miraba con cariño en dirección hacia donde se había perdido su pequeño.
Ranma la abrazó por detrás y le besó la cabeza.
- Pero es necesario, lo que hizo fue muy peligroso y debe aprender la lección - Akane asintió ante la respuesta de Ranma y se refugió aún más en los fuertes y protectores brazos de su marido.
- A él le pasa como a mí… sabe que estando tú nada malo puede pasarnos, por eso entró con tanta seguridad a buscarte - un suspiro salió de los labios de la peliazul. En ese momento Ranma la giró para tenerla de frente.
- Yo nunca voy a permitir que os ocurra nada malo - se inclinó para darle un tierno beso a su esposa - ¿Sabe que vamos a tener el fin de semana para nosotros solos señora Saotome? - el pelinegro bajó su mano de la cintura de Akane hasta su trasero donde lo apretó con fuerza.
De la boca de la peliazul escapó un gemido de la sorpresa ante ese contacto.
- ¿Y qué va a hacer al respecto señor Saotome? - Akane empezó a subir sus manos acariciando el pecho de su marido.
- Pues… lo que sea sin salir de la cama…
- ¡Papi! ¿vienes a bañarme o no? ¿qué haces con mamá? - el pequeño Kotaro salió desnudo buscando a su padre. Ya tenía prisa porque vinieran a buscarlo.
- Yo… yo… es que… - comenzó a tartamudear por no saber que responder a su hijo tras esa situación incómoda.
- Tesoro, mami se ha tropezado y papi me ha sujetado para que no me haga daño - Akane miró a Ranma divertida. El pelinegro seguía rojo cual tomate maduro.
- Sí… eso mismo… ya sabes lo torpe que es mamá jejeje.
Akane cambió su expresión divertida a una de enfado - No te pases o no te volveré a salvar el trasero… "por muy bonito que sea" - terminó de pensar la ojiavellana con picardía.
- Capicci, donna mía - Ranma se cuadró ante ella como lo hacía con su sargento. Akane no pudo evitar soltar una carcajada. El pelinegro subió a Kotaro a los hombros - Vamos a la bañera enano, los hombres Saotome nunca van sucios a ningún sitio.
- ¡Sí, papi! - y Akane los observó perderse dirección al baño. Se quedó unos minutos más pensativa… así que solos este fin de semana… con tanto revuelo no se había dado cuenta. Se dio la vuelta para dirigirse a la habitación de Kotaro y continuar preparando su maleta. Mientras, planeaba mentalmente cómo sorprender a Ranma.
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Después de irse Kotaro con Tofu e Izuku y prometer que se portaría bien, Ranma bajó a por la cena. Desde hace días tenían ganas de probar la comida de un pequeño restaurante de origen español que hacía poco habían inaugurado a la vuelta de su apartamento.
Ranma abrió la puerta cargado con dos bolsas de comida y bebida. El apartamento estaba poco iluminado, parecía incluso que no había nadie - ¿Akane? - Ranma colocó las bolsas en la cocina y fue en busca de su esposa que no respondió a su llamada. Cuando llegó al pasillo encontró un camino de velas que llegaban hasta su dormitorio - "esto se pone interesante" - pensó el pelinegro mientras iba apagando las velas una a una. Era muy romántico pero le salía su vena profesional y no podía ver algo que pudiera causar un incendio. "Deformación profesional" pensaba él divertido.
Cuando entró a su dormitorio quedó petrificado ante la imagen que tenía delante de él. Akane le esperaba sentada en la cama con las piernas cruzadas. En cuanto vio entrar a su flamante marido se levantó y se acercó muy lentamente hacia él. Ranma empezó a mirarla de abajo a arriba con la boca abierta.
La peliazul llevaba puestos unos zapatos de tacón de aguja rojos, las piernas perfectas y prietas de su mujer fue lo que vio a continuación adornadas con unas medias de rejilla negras. Las piernas dieron paso a las exuberantes caderas de la peliazul, Ranma tragó saliva al ver el minúsculo tanga que llevaba Akane. Siguió subiendo con la mirada llegando a la delgada cintura de ella… llevaba puesto un corsé negro de encaje muy estallado que contorneaba perfectamente la silueta de la chica. Cuando se quedó sin respiración fue al llegar a la parte de sus pechos. Sobresalían ligeramente de una forma muy sensual y provocativa, estaban perfectos para morderlos. Su cuello como el de un cisne era pura tentación besarlo. Akane se posicionó justo delante del joven de la trenza, él terminó su recorrido mirándola a la cara. Ella le sonreía con picardía, sabía perfectamente la reacción de su marido al verla así.
Ahí estaba su sonrisa, la que le cautivó desde el primer día y sus ojos… esos ojos color avellana donde le encantaba perderse. Ella llevaba el pelo recogido en una coleta alta.
- Te dije que tenía hambre pero no me refería precisamente a comida… - Akane acarició con un dedo a su marido desde sus perfectas abdominales hasta llegar a su pecho, pasando por su cuello y recorriendo sus labios.
- Akane… yo…
- Shhhh - la peliazul puso su dedo índice en los labios de Ranma para evitar que siguiera hablando. Tomó su mano y lo llevó hasta la cama, colocándolo de espaldas a ésta. Con un leve empujón hizo que el pelinegro quedara sentado en la misma. Ella se subió a horcajadas y empezó a mover sus caderas muy lentamente, notando enseguida la poderosa erección de su marido. Sonrió satisfecha, a pesar de los años seguía causando en él el mismo efecto.
- Estás… guau… - Ranma no lograba decir una frase entera y coherente. La sangre se concentraba en un único punto.
- Te echo mucho de menos cariño, se que estamos juntos cuando podemos pero siempre tiene que ser algo rápido y con miedo a que nos pille el niño, este fin de semana quiero disfrutar de mi marido sin prisas, lentamente, durante toda la noche… - cada vez que decía una palabra movía más sus caderas haciendo que el pelinegro fuera perdiendo la cordura en cuestión de segundos.
- Seré tuyo toda la noche, toda la mañana y toda la vida… lo sabes de sobra - buscaba desesperadamente los labios de su esposa. Necesitaba besarla, tomar el control. Le gustaba cuando Akane tomaba la iniciativa pero luego prefería ser él quien dirigiera el encuentro y su mujer estaba totalmente de acuerdo con eso. Le encantaba que Ranma la dominara en la cama.
El pelinegro empezó a desabrochar el corsé que estaba abotonado por delante, liberando con el último enganche los perfectos pechos de su esposa. Los tenía a su altura así que su impulso fue lamerlos, primero de forma lenta hasta que pasó a succinarlos con pasión… primero uno y a continuación el otro. Mientras hacía esto masajaba el trasero de la peliazul. Ésta echó la cabeza hacia atrás, no pudo evitar los gemidos que salían de sus labios. Ranma sonreía mientras seguía devorando los senos de ella, le encantaba excitarla.
- Ponte de pie amor - Akane obedeció al ojiazul, él la sujetaba de la cintura, no quería perder el contacto con ella - quítate los zapatos - la chica siguió complaciendo las órdenes que le daba su esposo. Se miraban fijamente, sin poder apartar la mirada el uno del otro, respirando ambos de forma agitada.
El pelinegro empezó a bajarle el tanga y junto con él, las medias de rejilla. Se acercó a ella poniéndose de rodillas para facilitarse la labor de desnudarla. Ella sentía el aliento de Ranma recorriendo sus piernas hacia abajo para seguir sintiéndolo mientras ascendía nuevamente hasta que se paró en su intimidad. La peliazul sintió como se humedecía por momentos, creyó explotar al sentir la lengua de Ranma adentrarse en ella. Si no llega a ser porque tenía las manos puestas en sus hombros y él la sujetaba por las nalgas mientras las masajeaba, se habría caído. Le temblaban las rodillas, ¿cómo hacía para que ella tocara el cielo con su contacto?
La lengua experta de él seguía jugando con la intimidad extremadamente húmeda de Akane, besaba, lamía, daba pequeñas succiones, la peliazul no creyó que fuera a soportar eso por mucho tiempo.
- Ran… Ranma… me vuelves loca…no creo poder aguantar mucho más.
- Pues… no… te aguantes…amor… quiero sentir como… llegas al orgasmo - Ranma no paraba de mover su lengua mientras le hablaba a su chica.
Akane al oír sus palabras acompañadas de una succión más fuerte sucumbió y llegó al clímax. Ranma tuvo que hacer más esfuerzo por sujetarla porque ella no lograba sostenerse en pie.
- Ranma… - el pelinegro la subió haciendo que ella rodeara sus piernas en su cintura. Le encantaba tenerla así. La depositó suavemente sobre la cama. Akane seguía con los ojos cerrados disfrutando de su reciente orgasmo. Cuando abrió los ojos vio como su marido se empezó a desnudar sin quitar la vista de ella. Como siempre que le invadía el deseo, sus ojos se tornaron a un azul muy muy oscuro.
Ella se quitó la coleta y dejó su larga melena desperdigada por la almohada. Tampoco podía apartar los ojos de su marido, ¿Era posible que pudiera ser más perfecto que años atrás? La respuesta volvía a ser que SÍ. Músculos nuevos adornaban su ya de por sí perfecto cuerpo, sus años y años de entrenamiento sin duda habían tenido recompensa.
- Akane… llevo todo el día pensando en estar así contigo… te necesito urgentemente.
- Aquí estoy mi amor, soy tuya …
Ranma se recostó en la cama, estando los dos tumbados giró a la peliazul haciendo que quedara de espaldas a él. Abrió un poco las piernas de ella, llevó su miembro justo a la entrada de la intimidad de Akane y empezó a rozarse con ella muy despacio. La peliazul comenzó a humedecerse otra vez y cuando él lo notó de una embestida entró en ella. Un suspiro escapó de la boca de la ojiavellana. Ranma empezó a moverse más y más fuerte, hizo que ella le mirara para poder devorarle la boca. Entre jadeos se decían lo mucho que se amaban. Ranma cambió de posición para colocarse justo encima de ella que volvió a rodear sus piernas en las caderas de él. Cada vez Ranma se movía más fuerte y más rápido.
- Joder Akane… me vas a matar… me encanta…
Ella arqueaba su espalda para sentirlo aún más dentro. Ranma colocó las brazos de Akane por encima de su cabeza, entrelazando sus manos con las de ella.
Los jadeos de ella se intensificaron hasta que volvió a llegar al clímax, esta vez más intenso y duradero. Ranma no pudo aguantar verla tan excitada, así que se derramó dentro de ella 5 segundos después emitiendo un gruñido de puro placer.
Cuando consiguió relajarse apartó con ternura el pelo de la cara de su mujer y la besó en los labios sin salir aún de su interior.
- Te amo muchísimo, eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Tú y Kotaro sois mi razón de vivir - Ranma miraba a su mujer como si de una divinidad se tratara. Agradecía todos los días que el destino la hubiera puesto en su camino, aunque el primer mes no fuera muy agradable para ambos. Pero mereció la pena la espera.
- Yo también te amo. Gracias por ser tú y por hacernos tan felices todos los días al peque y a mí - Akane colocaba un mechón rebelde de su marido detrás de su oreja.
Ranma salió de adentro de la peliazul y la recostó sobre su pecho abrazándola de manera posesiva.
- Quiero que tengamos otro hijo - Akane se incorporó un poco para poder ver mejor a Ranma - Quiero una mini-tú esta vez - al decir esto le dio con el dedo en su naricita.
- Eso no se puede elegir amor, igual tenemos otra copia tuya. A mí… no me importa
- ¿Otro hombre que también querrá quitarme tu atención? Ya tengo que compartirte con Kotaro, ahora quiero una nenita.
Akane río ante la insistencia de su marido de tener una copia de ella ahora.
- Pues… tendrás que esmerarte para que sea una niña esta vez.. - la peliazul acariciaba el torso desnudo de su marido y comprobó una vez más que sólo le hacía falta un leve contacto para que el pelinegro estuviera de nuevo a su disposición.
- Como desee señora Saotome… - y besándola de nuevo sellaron el pacto de intentar ser padres de nuevo. Hicieron el amor toda la noche… se amaron durante el fin de semana una y mil veces.
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Pasados 9 meses, en el área de maternidad del hospital donde trabajaba Akane una bebé igualita a su madre nacía con los cerezos en flor.
Ranma entraba a la habitación con Kotaro en brazos que ya tenía 4 añitos. En la cama descansaba Akane con una bebé peliazul en brazos.
- Mira Kotaro, te presento a tu nueva hermanita, Aiko - Ranma acercó a su hijo a la cama de su madre para que pudiera ver mejor a la pequeña.
- Hola Aiko - Kotaro cogió la manita de su hermana y ésta se la apretó.
- ¡Mira mami, me aprieta el dedo!
- Eso es porque ya te quiere tesoro.
- Yo también la quiero a ella - y le dio un beso en la cabecita - nunca voy a dejar que vayas a buscar a papá cuando esté trabajando.
Ranma y Akane se miraron sonrientes, en ese momento Ukyo se asomó a la habitación.
- Kotaro, cariño. ¿Quieres venir conmigo a buscar a Kogane?
- ¿Puedo papi?
- Claro que sí enano - Ranma miró a Ukyo agradecido. Sabía que quería que él y Akane tuvieran un ratito de intimidad.
- ¿Qué tal estás, amor? - Ranma acariciaba la mejilla de su mujer y ella apoyaba su rostro para sentir más el contacto.
- Cansada pero feliz, temía la reacción del peque.
- No te preocupes, ahora también tendrá que aprender a compartirte - mientras decía esto le dio un beso en la frente a Akane.
- Finalmente lo consiguió señor Saotome, quería una mini-yo y aquí la tiene.
- Sabes que siempre consigo lo que quiero, amor - esbozando su conocida sonrisa de soy el mejor - aunque ahora que la tengo, no creo que deje que ningún renacuajo baboso se acerque a ella.
- ¡Ranma! - y los dos rieron al unísono.
Ranma cogió en brazos a la pequeña Aiko que estaba completamente dormida y con cuidado la colocó en la cuna.
- Debes descansar amor, yo velaré por el sueño de mis chicas - se acercó para besar a Akane en los labios.
- Se que lo harás - se puso de lado mirando hacia la cuna con dificultad pues aún le dolía todo el cuerpo y cerró los ojos con la tranquilidad de saber que Ranma no dejaría que nada malo les pasara.
El pelinegro pensó en su infancia, fue dura… solo junto a su padre recorriendo China y Japón para entrenarlo y que fuera el mejor. Estaba claro que lo consiguió pero aunque desde que tuvieron a Kotaro las cosas se calmaron un poco entre ellos, aún se sentía enfadado con él por no haber podido disfrutar de tener una familia al completo. Lo pensó antes de tener la suya propia y más se enfadó cuando tuvo a su primogénito… para él, estar con su familia era lo mejor que le había pasado nunca. Su madre y Akane intentaban calmarlo y hacer que olvidara el pasado y se centrara en el presente. Que disfrutara viendo crecer a sus hijos y así lo haría. Si alguien no entendía el concepto de felicidad debían de buscar a Ranma Saotome que él le daría un buen discurso al respecto.
Fin
Hola de nuevo a todos! Diréis… que pesada con este fic, ¿no lo había terminado ya? Siiii ahora sí que lo está, me quedé con las ganas de contar un poco la relación de ellos juntos ya con su niño en el mundo.
Espero que os haya gustado, como siempre lo he escrito con muchísimo cariño.
Escogí el nombre de Kotaro porque mi amiga Carina me recordó el capítulo del anime donde Genma viajaba a otro lugar y Ranma se llamaba así. Me pareció un bonito homenaje. El nombre de la niña los escogió mi beta-reader, Hana Note. Aiko significa hija querida así que supongo es bastante acertado aparte de bonito.
Por último agradecer los reviews que me dejasteis en el capítulo final. De verdad que me sacáis una sonrisa sabiendo que os ha gustado.
Gracias como siempre a mis #locasporeldiosgriego, por ellas me animé también a escribir este epílogo.
No dejéis de leer las nuevas actualizaciones de Por el amor de Dios, Manon, El circo, Sin daño a terceros y Planes cruzados.
Mi cabecita está pensando en otro fic pero aún me falta madurarlo batante. Sin más me despido, besos y abrazos para todos!
Sakura Saotome :)