"El amor no se manifiesta en el deseo de acostarse con alguien

(este deseo se produce en relación con innumerables mujeres),

sino en el deseo de dormir junto a alguien

(este deseo se produce en relación con una única mujer)".

Milan Kundera. La insoportable levedad del ser

.

Capítulo VI. La cerveza regada

-¡Hola, Candy!

Las tiemblas me piernaron ¡No, al revés! Las piernas me temblaron solo de verle. Mi cerebro dejó de carburar. ¡Era tan hermoso!

-¿Qué hacen aquí? –pregunté a Annie y al guapísimo hombre a su lado, con una sonrisa boba

-Estábamos cerca y recordamos que trabajas en este hospital. Tenía ganas de saludarte y…. ¿Era él?

Sabía que el rubio sexy se refería a Michael, así que decidí ser honesta. Lo había sido desde el inicio, después de todo.

-Sí.

Contemplé su mirada ansiosa de saber más. Y disfruté esa sensación. ¡Había venido a verme!

-Terminamos hoy.

-¿En serio? –preguntó con evidente entusiasmo

-Era inevitable.

-¿Estás bien? Necesitas un trago - dijo Annie colocando su mano sobre mi hombro

-De hecho, casi no tomo.

-¿Una cerveza, quizá?

-¡Qué diablos! ¡Pero solo una!

No podía negarme a pasar un buen rato, luego del día medio amargo que había tenido

-Primero la cena. Acabas de salir de trabajar. Debes estar famélica. –acotó el bomboncito

-Podría comer algo…

Soy una mustia, lo sé. Pero ¿qué debía hacer? ¿Asustar al pobre hombre con mi apetito desmedido?

-¿Te apetece una barra de sushi? ¿Una hamburguesa quizá? O preferirías un buen filete…

Aquél hombre podía leer la mente. Otra de sus virtudes

-¡Suena perfecto! Quiero decir, lo que sea está bien. Estoy hambrienta

Y antes de dar siquiera un paso, se acercó y sin previo aviso, me besó… ¡Ay, sí! ¡Hambrienta de él también!

-Voy a decirle a los chicos que te convencimos, están buscando estacionamiento, no sabíamos siquiera si estarías por aquí. Iba a llamarte

Annie, al ver que su monólogo no surtía ninguna reacción y el guapito y yo estábamos enfrascados en nuestro propio mundo, fué a buscar a no sé que chicos.

La señorita Pony decía que cuando la gente olvida con facilidad el nombre de una persona, es porque esa persona es tacaña. Así que el rubio guapo debía ser tacañísimo, ya que había olvidado su nombre por segunda vez. Después de todo, iba a ser el rollo de una noche, no lo iba a volver a ver. ¿Bill? ¿Will? Lo peor es que él adivinó lo que sucedía y dijo

-Albert

-¿Albert? Ese nombre no me suena. Estás bromeando conmigo o vengándote por olvidar tu nombre

-Todos en el trabajo, en la universidad y hasta los parientes y las chicas con quien he salido, me dicen William, o Will. Pero la gente cercana a mí, me llama por mi segundo nombre: Albert.

-Y ¿Cómo prefieres que yo te diga?

-Albert –dijo seguido de una sonrisa.

El saber que yo era una de las elegidas para llamarle así, me hizo sonreír sin remedio

-Pero tus sobrinos de la otra vez… Son cercanos a ti

-Tenemos una tía que insiste en que me llamen William. Era el nombre de mi papá, su hermano. Y si eso le hace feliz…

-Entiendo

Le propiné un beso al principio torpe, pero luego apasionado y él me respondió anhelante… Sabía tan bien. ¡Y besaba muy bien! ¡Hasta en eso era perfecto! Ojos hermosos y mirada profunda. Labios bien delineados que sabían moverse divinamente. Cabello sedoso, que conocí cuando enredé mis dedos en él. Atuendo impecable. Aroma cautivador. ¿Podría existir alguien más atractivo? Y el cuerpo ¡Tan firme que podía sentirlo a través de la tela! ¿Cómo no me había percatado antes? La atracción hacia él, había estado presente desde el día que nos conocimos. Y no fue hasta que me encontraba en casa, horas después, que reflexioné. Había terminado con Michael ese día y pese a ello, me sentía como flotando en las nubes. Siempre había sabido que no estaba enamorada de él, pero aun así había contemplado ceder a sus presiones y "compensar" la falta de amor con algo sexual. Había sido una tonta y seguramente me habría arrepentido de dar un paso así con él. Aunque prefiero pensar que finalmente me hubiera echado para atrás aunque fuera al último instante.

Alcanzamos a Annie y a los chicos, que resultaron ser Archie y Stear, quien "casualmente" propuso ir al sitio donde Patty trabajaba. Estaba segura de que a ella le gustaría la idea, pues había congeniado bien con el grupito, igual que yo. Bueno, no exactamente igual puesto que ella no se había besuqueado con ninguno, aunque no dudo que fuese por falta de ganas. Siempre había sido una chica muy consciente, igual que yo lo creía ser, hasta que el rubiecito me derritió las neuronas y quizá algo más abajo.

Decidí llamar a Patty y avisarle, así que me excusé y me alejé un momento del auto; me sorprendió por un instante que no se lo tomara como había supuesto

-¡Candyyyyy! ¿¡Cómo se te ocurre!?

-Pero Patty, pensé que te gustaba Stear

-¡Por eso mismo! ¿Sabes cómo luzco? Estoy sudada, pegajosa y horrible, ni siquiera tendré oportunidad con él si me ve así

-Patty, nunca has sido vanidosa, al contrario, siempre has estado orgullosa de tu profesión y todo lo que conlleva. Piensa que probará tu comida de cuatro estrellas

-Ni se te ocurra mencionar algo así. Este lugar jamás ha aparecido en la guía Michelín ¡Por amor de Dios, si aún tenemos hamburguesas en el menú! Imagina que el pobre diablo se haga ilusiones por cenar un filete Wellington y le sirva un simple bistec.

-Ay, Patty es una expresión. Relájate. Si así fuera, seguro sería el mejor bistec que haya probado en su vida. En todo caso, lo peor que puede pasar es que a Stear no le guste tu comida

-¿Cómo te atreves? ¡Bruja insensible!

Sabía que la indignación de Patty al suponer tal escenario como real, sin embargo, no pude evitar reír al escuchar el gracioso apodo

-Ja, ja, ja. Tómalo como un reto, Patito.

-Está bien. –suspiró resignada- Tráelos. Y más les vale que tengan hambre

-Y si no, para eso voy yo, Patty. Lo digo en serio. Solo desayuné una manzana por todo el asunto de Michael.

-¡Estás loca! Saliste de casa a las 6 de la mañana ¡Hace doce horas! Lo bueno es que trabajas en un hospital ¡Habrase visto semejante irresponsable! Pero supongo que la compañía de cierto bomboncito y tu hambre desmedida indican que has resuelto todo con el doctorcillo. ¿Ya va rumbo a la China?

-Te cuento en casa, todos están mirándome, pero sí. Es agua pasada.

-¡Bien! Amerita celebración

No pude evitar sonreír ante la expresión de mi amiga ¿En serio todo el mundo odiaba a Michael? En fin, que ya no debía importarme el asunto. Y menos, cuando el bombón me esperaba con aquella mirada profunda que hacía que mi vientre se contrajera.

Cuando llegamos a O'bryans, el hostess nos esperaba con la reserva de Patty. El restaurante había sido de su padre, pensado originalmente como una cafetería para trabajadores de la zona cuando ella era niña, el lugar había sido remodelado por ella misma ya graduada de la escuela de cocina, cuando su padre le pasó la batuta. El barrio había ido modernizándose con el paso de los años y aunque sus mayores clientes era la gente que laboraba en edificios cercanos, la comida había subido de nivel, pues O'bryans no podía quedarse rezagado mientras el barrio crecía en lujo. Ahora incluso los altos ejecutivos lo elegían para almuerzos de negocios o para llevar la cena a casa. Aunque el señor O'bryan había fallecido hacía un par de años, Patty honraba sus orígenes conservando también algunos platos sencillos en el menú

-¡Woow! Es un sitio muy bonito- dijo Annie nada más cruzar la puerta.

Cabe resaltar que mi hermana de crianza podía ser un poco viborilla, así que me alegró escuchar tal expresión. Menudo chasco se llevó si esperaba un lugarcito de fast food.

-¿Y en verdad todo esto lo hizo Patty sola? –preguntó Stear entre con cierta fascinación mientras caminábamos rumbo a la mesa.

-O'bryans es un reflejo total de Patty y esperen a probar la comida- respondí orgullosa de mi amiga.

-Seguro supera las expectativas –comentó el rubio quizá demasiado cerca, pues de inmediato sentí mi piel erizarse. Volteé a verlo con muchas, muchas ganas de besarlo otra vez. El hombre me atraía como un imán, jamás había experimentado tal cosa con nadie.

-Estoy de acuerdo –acotó Archie sacándome de mi ensueño- hay muchos sitios para comer en los alrededores y aún así esto se encuentra abarrotado

Apenas nos sentamos, la abuela de Patty llegó a saludar. Vivía en un departamento arriba del restaurante y le gustaba ayudar a su nieta y a ella le encantaba tenerla cerca.

-Buenas tardes, hola Candy, qué gusto verte. La chef me ha dicho que son sus invitados especiales y ya voy viendo porqué –dijo dando un repaso a los tres caballeros de la mesa. Sí, la abuela Martha podría ser mayor, pero seguía teniendo buen gusto- así que ha preparado una degustación completa con las especialidades de O'bryans. Sé que la disfrutarán y no duden en pedir lo que requieran extra.

Sobra decir que con lo talentosa que es Patty en la cocina, todos quedaron maravillados con sus platillos. La degustación fue abundante y aún así se terminó. Por un momento pasó por mi cabeza que no querían hacer un desaire, pero al percatarme de cuanto yo misma apreciaba la deliciosa comida, o mejor dicho, me atiborraba de esta, deseché la absurda idea. Cuando Patty fue a saludarnos, Stear la miró arrobado. Noté que mi amiga se había arreglado un poco más de lo normal para estar saliendo de una jornada completa, y supe que ambos se gustaban en serio. Se notaba la admiración que él le profesaba. Quizá por éxito del negocio, por saberla una gran empresaria o quizá por sus maravillas culinarias. A saber. Después de las felicitaciones de todos, el muchacho espabiló un poco y propuso invitarla a tomar algo en agradecimiento al sublime festín con que nos había agasajado. Esperaba que aceptara pues el guapísimo machote sentado a mi lado, también me había invitado

-Te lo agradezco mucho, Stear pero después de una larga jornada, me apetece llegar a casa, y tomar una copa de vino o una cerveza mientras me relajo. Si quieren unirse al plan, son bienvenidos en casa.

¡Venganza de la desgraciadísima! A sabiendas de lo desordenada que soy, se le ocurre invitarlos al departamento, incluyendo a la bombita sexy que no dudó en ser el primero en apuntarse. Annie y Archie se miraron con complicidad y mi hermana se excusó diciendo que debía regresar a casa temprano puesto que aún vivía con sus padres. De sobra está decir que Archie la llevaría. Tuve el presentimiento de que antes de ir a casa, querían pasar tiempo a solas, lo cual por cierto no era de mi incumbencia pero no pude evitar pensar en ello.

Llegando a nuestro departamento, me excusé corriendo a mi habitación y en un santiamén metí todo mi desorden dentro del closet. Así, tal cual: revistas, libros, cd's, cables carga corriente, mi plancha del pelo, un par de golosinas, mis blancos uniformes recién lavados con todo y su correspondiente cofia, libretas de la escuela, la ropa amontonada que había dejado en la mañana mientras decidía que ponerme, un par de suéteres que había usado en la semana y hasta el plumero que había llevado a mi recámara hacía un mes cuando tenía la intención de sacudir un poco. Perfecto, sin huella del delito.

Cuando regresé a la sala, Patty se había ido a duchar y a ponerse guapa, aunque no tardó mucho en incorporarse a nosotros. Stear y Albert tomaban cervezas y mi bomboncito sexy me tendió una que acepté por hacer algo, puesto que no era mi bebida favorita a pesar de que Patty, orgullosa de sus raíces irlandesas, siempre tenía cerveza de calidad en el refrigerador.

-¡Salud! –dijo mi amiga con entusiasmo, y yo contesté elevando mi cerveza al aire

Albert observó que no le di ni un trago y con una mirada juguetona, tuvo la ocurrencia de golpear la boquilla de mi cerveza con la base de su botella. Como resultado, la espuma empezó a salir a borbotones y yo, inexperta –o mejor dicho, boba- me quedé solo mirando sin comprender porqué mi rubio adorado había hecho eso.

-¡Tómale, Candy! –gritó Patty, riendo por mi lerda actitud, cuando Albert, sorprendido por mi letargo, intentó tapar la cerveza para evitar que me escurriera por la ropa. O al menos, supongo que esa era su intención.

¿Ustedes han jugado ese "juego" para que la cerveza se suba y la persona deba tomarla con rapidez? Pues yo ni siquiera lo había visto jamás. Y supongo que Albert nunca había estado con alguien que no reaccionara, puesto que no pensó con claridad y al intentar tapar la boquilla, lo único que consiguió fue más presión. Adivinaron. En vez de evitar que el líquido saliera, la cerveza salió disparada, salpicando con fuerza todo a su alrededor, o sea, al rubio torpe y a mí, ante las miradas estupefactas de Stear y Patty, que pronto dieron paso a estruendosas carcajadas.

Albert, a quien casi no conocía, y aún no había podido descifrar del todo con su constante cara de póquer, se mostraba ruborizado y profundamente apenado. Deshaciéndose en disculpas, el pobre hombre corrió por una toalla de cocina e intentó secarme inútilmente

-¡Albert, basta! No te aflijas, ahorita me cambio. Es más, te presto una camiseta, tú también estás empapado

-¡Lo siento, lo siento, Candy! No te preocupes por mí. Se secará con rapidez

-Pero estarás incómodo mientras tanto. Vamos, no pasa nada

-Ya Will, no te hagas del rogar –dijo Stear quizá en un intento por quedarse a solas con Patty durante un rato. Indirecta que el rubiecito torpezón (porque me había re-mojado y no en el sentido que hubiese deseado), no notó.

-¿Y disculparás mi torpeza?

Sí, ese hombre leía la mente. Pero su expresión era adorable

-No puedo negarme a esos ojos de cachorrito

-¿Acabas de compararme con un perro? – dijo con exageración, colocando su palma sobre su pecho, como si estuviese herido.

-¿Lo dije o lo pensé? ¡Ups! Fue solo una expresión…

¡Yo y mi gran bocota! No sabía si Albert se había molestado. Quizá sí me había sobrepasado al llamarlo "cachorro" cuando apenas nos conocemos. Sentí que mis mejillas empezaban a calentarse, seguro en un tono carmín. Y para evitar que me vieran, simplemente dí la vuelta rumbo a mi habitación. De todas formas iba a cambiarme, ¿No? Pero mi alto hombretón, haciendo gala del apócope con que lo había nombrado, cual cachorro tierno me siguió. Y casi me hizo desfallecer de la impresión cuando aún tras de mí, soltó algo como:

-Dime como quieras, con tal de que el incidente de la cerveza no me reste puntos contigo

¡Cósito hermoso! ¡Me derrito de amor! No estaba enojado, sino nervioso por haberla regado. Claro que no debía voltear y mostrarle mis ojos destellando corazones cual caricatura infantil, sin parecer desesperada. Así que opté por hacerme la loca. No me costaba trabajo

-¿Puntos? –cuestioné entrando a mi recámara.

-Puntos, Pequeña. – acotó tocando la punta de mi nariz con su dedo índice mientras lo miraba arrobada pero aún escurriendo cerveza

-Eh, voy a cambiarme

-¡Claro! Te seguí por la camiseta que mencionaste

-¡Cierto! Adelante –lo invité a entrar a mi cuarto, mientras pensaba cómo sacar ropa del armario que hacía unos instantes había atiborrado de cosas, sin que Albert se diera cuenta. Pero mientras estaba "en la lela" razonando cómo salir del atolladero, Albert aprovechaba para quitarse la camisa.

¿Han escuchado esa expresión sobre "la boca seca", "se me secó la boca" y similares? Pues a mí me sucedió exactamente lo contrario. Empecé a babear cual perro de Pavlov al contemplar su esculpido torso. Ironías de la vida, me había atrevido a compararlo a él con un can hacía un momento. Tragué ruidosamente mientras me recreaba con los valles de su definido abdomen y sus marcados pectorales. No era un hombre muy voluminoso, pero definitivamente hacía bastante ejercicio y se notaba. Su aspecto era sensacional y divagué imaginando pasar mis dedos en su cuerpo. Y el aroma que despedía, no ayudaba nada. Era casi afrodisiaco, no estoy segura si olía a loción, gel de baño, desodorante, pero sentía todos mis sentidos embriagados

-¿Can..? ¿Candy?- preguntó alzando una ceja, seguramente al notar mi descarado repaso y ni como disimular a esas alturas

-Lo siento. No pensé que sin camisa parecieras modelo de Calvin Klein – solté con desparpajo

Rompió en una sonora carcajada y mordiendo de lado su labio inferior, me mostró el elástico de sus bóxer. Justo de la marca que había mencionado. Y era todo un regalo a la vista…

.


.

Hola a todas. Mil gracias por seguir leyendo esta historia, en especial a quienes la han agregado a sus listas de favoritos o seguimiento y por supuesto, a quienes me alegran la semana con cada review que valoro tanto. Les mando un abrazo enorme porque hoy empezamos a festejar el mes de mi rubio querido. Espero que sigan conmigo, en esta aventura.

Gaby: si hubieras leído un poquitito más tarde, te tocaba el capítulo nuevo.

Madel: Albert conoció a Candy como infiel. Pero hasta ahora no sabemos mucho de él. el siguiente capítulo será revelador y creo que podríamos entrever cuál es la opinión de Albert al respecto. ¡Pero es Albert! ¿podría seer tan malo, en verdad?

Mercedes: Estoy trabajando en ella, te prometo que voy a terminar Un final esperado. De hecho, escribí el final hace tiempo, pero es una historia tan importante para mí, que no termina de convencerme y por eso la dejé en pausa un tiempo, para aclararme y que los últimos capítulos no sean tan descabellados, ni apresurados.

Rore: Muchas gracias por venir a comentar cada capítulo. Todas las opiniones son un tesoro para mí.

Azukrita: Pues claro, cómo va una a dejar pasar a un hombre que te gusta tanto, aunque sepas que no lo vas a volver a ver... O creas eso. al menos, esta Candy, no pudo resistir la tentación

Guest: Deja un nick, para poder contestarte, porfavor! que esta intertacción con los lectores me encanta

Elo: Albert está encantado. Y por lo que leímos entrelíneas en este capítulo, ¡Va por más!

Amelia: Estoy de acuerdo en que siendo infiel no es la mejor manera de empezar una relación, ni de terminarla. Candy cometió el error de andar con Michael sin sentir nada por él. Debió terminarlo antes. Pero eso es lo interesante de esta nueva relación, ¿podrá superar los obstáculos que incluso ellos mismos (o ella, en este caso, pusieron?

Enamorada: Yo creo que ni Albert ni Candy buscaban nada serio. Pero ninguno imaginaba lo que sentirían al besarse. Lo adictivo que se volivó el uno para el otro ¿qué estarán dispuestos a aceptar para seguir adelante?

Sandy: Awww, muchas gracias, amiga

Gladys: ¿y qué te pareció este? son chiquitos los capítulos pero espero que sustanciosos

Nina: Michael es muy intenso, diste en el clavo, por lo que no creo que se haya rendido tan pronto luego de tantos años tras Candy. Pero también recordemos que es muy inseguro, y no creo que el pobre se pueda autocomparar con Albert sin hacer mella en su seguridad.

Elbroche: Conoceremos el conflicto de Michael, pero no ahondaremos en él, puesto que no es protagonista de esta historia.

Kata: La cara de Anthony y Albert al saber lo que son uno y otro para Candy, pronto la conoceremos. Pero los dos hombres se aprecian mucho, entonces...