Notas: Probablemente el fanfic más dulce y "personal" que he escrito. La premisa es un "What if?" (traducción: ¿qué hubieses pasado si…?).

En este caso: ¿qué hubiese pasado si Kirishima y Yokozawa se hubiesen conocido por medio de los rumores que hay sobre ellos? ¿Se habrían enamorado? Pues entonces, lean este fanfic que fue creado con mucho amor para ustedes.

Iokawa es el tío de un amigo de Hiyori en el Yokozawa No Baai, pero aquí es totalmente distinto y tiene otra profesión.

Recomendaciones: Para quienes me siguen del fandom de Shingeki No Kyojin, les comento que esta historia es completamente distinta a "La Metáfora de las Sirenas". Y para los que son de este fandom, pues le recomiendo mi historia y está en mi perfil por si gustan leerla. Sus parejas son: Riren/JeanMarco/ReiBerth y es un crossover del universo de los titanes y tritones.

Soy una pseudoescritora que está aprendiendo, así que agradezco cualquier comentario, crítica o lo que gustes. Advierto que hay elementos que cambiaré del universo original, para la realización del fanfic.


Beta reader: Izuspp y Nayen Lemunantu.

Género del fanfiction: What If? /Romance/Hurt/Comfort.

Advertencias: Out Of Character/Abuso sexual/Chantaje/Narración desde la perspectiva de Yokozawa en el capítulo uno/Narración omnisciente en el resto del fanfic.

Pareja principal: Zen Kirishima x Takafumi Yokozawa.

Disclaimer: Este fanfic está basado en el anime de Sekaiichi Hatsukoi, por Shungiku Nakamura y la novela ligera de la escritora Miyako Fujisaki: "Yokozawa Takafumi No Baai". Las obras mencionadas no me pertenecen y todos los derechos son para sus respectivas autoras. A su vez, este fanfic está inspirado en el álbum de Taylor Swift: "Reputation" (espero no me demande). Todos los créditos de sus canciones y demás, son para ella.


Reputación

Capítulo uno

"Máscaras"


(1) «Aquí va algo que aprendí sobre la gente:

Cuando creemos que conocemos a alguien, la realidad es, que sólo conocemos la parte que ellos deciden mostrarnos. Conocemos a nuestro amigo de cierta forma, pero no de la forma en la que lo hace su pareja. Igual que su pareja, no lo conoce de la forma en que tú lo haces como amigo. Su admirador secreto, lo mira y ve un ocaso perfecto lleno de color y un espíritu de valor incalculable. Y, aun así, puede que un extraño pase por el lado de la misma persona y sólo vea un sujeto más entre la gente. Es posible que, escuchemos rumores sobre alguien y los creamos. Pero también, es posible que, un día conozcamos a esa persona y nos sintamos idiotas por haber creído rumores sin fundamentos.

Siempre esperamos curar, lo que los extraños piensan de nosotros. Cuando nos despertamos, nos miramos en el espejo y vemos nuestras grietas, cicatrices e imperfecciones y nos avergonzamos por ello. Esperamos encontrar a alguien que vea esa misma cara por la mañana y en vez de eso, vea a su compañero, su futuro, su porvenir. A alguien que nos siga escogiendo a nosotros, incluso cuando hayan visto ambas caras de la historia, porque todos esos ángulos del caleidoscopio, eres tú.

El tema es que, a pesar de simplificar y generalizar absolutamente todo y a todos en esta vida, lo cierto es, que es imposible hacerlo. Nadie es sólo bueno o malo. Somos mosaicos de lo peor y lo mejor de nuestro ser, de nuestros secretos más profundos y de las historias que nos gustaría contar. Todos, somos mezcla de egoísmo y generosidad, de lealtad y supervivencia, de pragmatismo e impulsividad.

Déjame decirlo de nuevo, un poco más alto para los del fondo…

Cuando creemos que conocemos a alguien, la realidad es que sólo conocemos lo que han decidido mostrarnos.

Y no habrá más explicación.

Sólo nos quedará nuestra reputación».


Jamás me importó un carajo lo que se pensara o se dijera de mí. Yo sabía de sobra, que no era nada bueno.

Nunca tuve un rostro amable, ni una mirada dulce, por lo que no tuve mucho éxito en atraer el amor, ni amigos. Mi voz, además de gruesa y autoritaria, era bastante intimidante para el resto, por lo que un simple: "¿me podrías ayudar?" sonaba como una orden de vida o muerte. Y mi altura de casi 1.80, tampoco le ayudó mucho a mi imagen.

Sin embargo… no era eso lo que hoy me dolía.

Cuando has cargado con una etiqueta o estigma durante toda tu vida, llega un momento en que se vuelve parte de ti. Como si se tratara de una sustancia en el agua que, después de unos minutos, desaparece por completo. De ese mismo modo la gente te da una reputación como si fuese una máscara, hasta que un día, se te olvida que la llevas puesta.

Pero hoy en especial, me gustaría que no fuese así.

—Yokozawa, hace tiempo me acosté contigo, pero decidimos que no habría una segunda vez. Tú aceptaste y por eso he podido tratarte como amigo.

Conforme me dijo estas duras palabras, algo en mí se activó, como evitando lucir débil o triste frente a él. Y fue en ese momento, que me di cuenta de cuan equivocado estaba.

—Yo amo a Onodera. Por eso, si intentas hacerle algo de nuevo, ya no podré ser tu amigo —sus ojos afilados y cafés, se clavaron amenazantes contra mí. —Deja de aferrarte a algo que jamás podrá ser, lo nuestro tuvo un punto final.

Hoy, fui consciente de cuanto peso tenía mi reputación y de cuanto "debió importarme en su momento". Él, quien había sido mi mejor amigo y confidente, me miró tan fríamente que fue difícil de asimilar.

Mi máscara se estaba resquebrajando, porque sabía que no era "ni frío", "ni duro", "ni fuerte". Sólo era un hombre solitario, que buscaba ser amado de manera genuina, pero que jamás supo acercarse con delicadeza a quien probablemente, amó más en este mundo.

—Deberías abrir los ojos de una buena vez, Masamune —traté de que mi voz sonara firme y hasta cierto punto, hiriente—. Lo único que ese sujeto quiere es manipularte. ¿Acaso ya olvidaste como sufriste por él? Yo en cambio, me intereso por ti y tu bienestar. Me basta con estar a tu lado —me arranqué estas palabras desde el fondo de mi corazón, pensando que tal vez, lo harían cambiar de parecer.

—Eso no es verdad —respondió Takano, casi al instante—. Tenía muchos problemas con mi familia y estaba confundido en aquel entonces. Él no tuvo la culpa de eso.

Y sabía que era verdad.

Pero lo amaba tanto, lo atesoraba tanto, que no quería que se fuese a los brazos de otro. «¿Qué acaso los míos no son lo suficientemente buenos para tenerte conmigo? —pensé—. Estos, que sostuvieron cada parte quebrada de ti, cada demonio y cada sueño que de vez en cuando, se asomaba de tus ojos… ¿no fueron lo bastante fuertes?».

—Te repito: eres el mejor amigo y compañero de trabajo que puedo tener. Pero no tienes que entrometerte en mi vida amorosa.

Sus palabras me hirieron enormemente y esta vez, no pude esconderlo de mi rostro.

Probablemente mis brazos y todo lo que formaba parte de mí, siempre había sido en esencia fuerte y ese era un problema para Takano, quien como todos los demás, buscaba un tacto suave y amable. Algo que desafortunadamente, yo no tenía y Onodera sí.

Inevitablemente, nuestro pasado juntos en la universidad, me llegó a la mente.

—Tú… jamás supiste llevarte bien con los demás, por eso, creo que ambos nos hicimos amigos. Cuando te deprimiste, fui al único que conservaste fielmente a tu lado —sentí un nudo estrujándome la garganta—. ¿No era lógico que me enamorara de ti? —Le reclamé, tratando de mantener la poca compostura que me quedaba. —Yo pensé que, si me mantenía a tu lado, algo podría cambiar entre tú y yo. ¡¿Es tan malo guardar un poco de esperanza contigo?! Porque en serio, no entiendo cómo entre todas las personas… ¡debía ser Onodera, quien te lastimó en primer lugar, con quien decidas quedarte! —Esta vez, ni me molesté en moderar el tono de mi voz, ni mis expresiones y él, me miró totalmente atónito.

Entonces, soltó su última puñalada, por si aún quedaba algo esperanza entre él y yo.

—…Aun así, lo amo —me dijo y para mi desgracia, sabía que no mentía—. Cuando nos reencontramos, pensé que no nos enamoraríamos de nuevo, pero al verlo una vez más… me di cuenta que no importa el tiempo que haya pasado, yo realmente estoy enamorado de él.

Perdí el control. Como quien ve su peor pesadilla hecha realidad, así lo viví en ese momento.

Hasta que ingresó a la editorial, jamás pude darle un rostro a Onodera, ya que Takano no había guardado ni una sola fotografía de él. Pero de algún modo, aunque no lo conociera, él siempre había estado presente como un fantasma en nuestra relación. "Onodera" comía en nuestra mesa, "Onodera" mezclaba su voz en los deseos de Takano, "Onodera" dejaba su aliento entre los suspiros melancólicos de Takano.

Él jamás se había ido de la vida de Masamune y yo, por más estupefacto que parecía en ese momento, lo sabía. Me negué a verlo y lo hubiese hecho mil veces más, si me garantizaba que podía seguir a su lado… pero había perdido. Y a pesar de ser un obstinado, yo sabía irme cuando ya no me querían más.

—Parece que sólo me toca rendirme —mencioné de manera lamentable, algo extraño en mí—. Aún quiero ser tu amigo, pero… necesito tiempo.

Pude ver por la mirada que me dedicó, que se había dado cuenta de lo mucho que me hirió y que probablemente mi máscara, se había caído a pedazos, descubriéndome por completo. Pero no quería (ni podía) ocultarlo, eso me había devastado por completo.

—Yokozawa, perdóname —me dijo y por su tono de voz, supe que estaba arrepentido.

—¿De qué te disculpas? No puedes obligar a alguien a querer a otra persona, tonto —y aunque me mostré un tanto despreocupado en el exterior, supe que nada volvería a ser igual entre Takano y yo…

Quise decir, entre la relación que Takano, Onodera y yo, compartimos.

Sin decir nada más, salí de la sala de conferencias y me dirigí al baño. Al entrar fue un alivio ver que estaba solo, ya que un par de lágrimas se resbalaron de mis ojos. Caminé lentamente hacia el lavamanos y ahí, frente al espejo, miré mi rostro y mis ojos levemente enrojecidos. Me dio pena lucir de ese modo, ya había sido yo quien se hirió de la manera más tonta del mundo. Pero puedo jurarlo, incluso por mi propia vida, que di lo mejor de mí, para poder estar a su lado.

Ese pensamiento fue como otra cortada profunda, que me arrancó un par de lágrimas más. «Debería existir una edad para que dejemos de sufrir de esta manera tan estúpida por amor» reflexioné en mis adentros, enjaguando mi rostro con un poco de agua, esperando que eso, me ayudase a no lucir tan destruido.


Después del trabajo, no volví a casa.

En lugar de eso, como un hombre de veintiocho años con los pantalones bien puestos y después de una ruptura amorosa, me fui a embriagar. Siempre he tenido un gusto por el sabor del alcohol, pero hoy, sabía que ese sabor era la autodestrucción. Y si pensaba que no podía ser más masoquista, me dirigí a un bar que Masamune y yo frecuentábamos, después de hacer horas extra en la editorial.

Digo, si iba a autodestruirme, había que hacerlo bien.

El lugar tenía un ambiente tranquilo y la barra estaba sola, por lo que empecé pidiendo mi primer whisky. Miré el vaso de vidrio, con el líquido acompañado por un par hielos y de alguna forma, me perdí en ese tono ámbar, que inevitablemente me recordó a los ojos de Takano. Nuevamente, me lastimé con ese pensamiento, como si el círculo vicioso de dependencia que formé durante tantos años con él, volviera a repetirse.

—Al carajo todo. —Me dije, bebiéndome el líquido de un solo golpe. Carraspeé un poco, ya que el alcohol me quemó ligeramente la garganta, pero sin dudarlo, pedí otro. Y otro. Y otro… hasta que perdí la cuenta de la cantidad que había ingerido.

Para entonces, todo me daba vueltas y me costaba algo de trabajo enfocar mi visión. Pero, aún con todo eso, logré poner atención a la música que estaba sonando en ese momento y que para mí desgracia, reconocí. Desde que estábamos en la universidad, Masamune ponía ese disco una y otra vez. Yo le dije que no era buena idea, dado que las letras eran muy deprimentes y por su estado, podían ponerlo peor.

Pero como era su costumbre, no me hizo caso y durante años, escuchó ese disco, repitiendo esa canción en particular.

.

«Sentado en un parque, esperando por ti.

Sí, estoy sentado aquí, preguntándome, si algún día aparecerás.

Y no sé si vendrás, pero yo debo irme.

He estado esperando durante un largo tiempo».

.

De manera un tanto brusca, tomé el último sorbo que quedaba de mi vaso y me quedé mirando a un punto inespecífico frente a mí. Sentía que me estaba haciendo viejo, por eso las rupturas amorosas me dolían más con el tiempo. «¿Cuál es el secreto para dar amor y que te regresen tan sólo un poco en respuesta? —pensé detenidamente, mientras movía los labios a la par de la canción, sin emitir ni un solo sonido».

.

«Sentado en un parque, recargado sobre una banca.

Me pregunto, ¿tendré algo de sentido común?

Algo me dice que soy un tonto. Qué permito que me trates tan cruelmente.

Pero algo dentro de mí, me hace seguir esperándote».

.

Casi al final de la canción, sentí la mirada de alguien sobre mí y al girarme; me di cuenta que se trataba de un hombre de cabello negro, que portaba un traje muy elegante. Su mirada permaneció fija sobre mí, haciendo que yo la desviase con cierta incomodidad.

Pero, por alguna razón, al notar ese gesto de mi parte, él se levantó de su asiento cerca de la barra y se paró a mi lado.

Billy Stewart, ¿no es verdad? —Me dijo y yo lo miré, como no entendiendo lo que acababa de decir.

—¿Perdón? —Le respondí.

—Esa canción que estabas repitiendo hace unos momentos, era de Billy Stewart y se llama: "Sitting in the Park" —expresó con una sonrisa, mientras acomodaba sus gafas.

—¿Gusta que le sirva algo, señor? —Intervino de pronto el bar tender entre nuestra extraña conversación.

—Ah, sí. Tráeme lo mismo que el caballero, por favor —dijo, refiriéndose a mi trago.

El bar tender asintió y procedió a prepararlo. Para ser alguien que acababa de conocer, era bastante confianzudo.

—¿En qué estábamos? Oh, sí, tu gusto por Billy Stewart —prosiguió—. Es raro encontrar a alguien que le guste el soul y el blues, pero te ves cómo alguien profundo, si me lo preguntas.

—No me gusta ese género, ni el artista —le contesté a secas—. La única razón por la que lo conozco, es porque le gustaba a… un amigo mío —salió con mucha dificultad de mi interior.

No era un buen conversador y en ese momento, lo era menos.

—Vaya, pues ese amigo tuyo tiene buen gusto y tú, muy buena memoria para saberte toda la letra —trató de halagarme, sentándose a mi lado sin preguntar. —Por cierto, mi nombre es Iokawa —estiró su mano hacia mí y sin muchos ánimos, la estreché. Al ver que no le decía mi nombre al igual, me preguntó: —Y… ¿tú cómo te llamas?

Lo único que quería era embriagarme hasta morir, pero en cambio, tenía a ese sujeto que no dejaba de molestarme.

—…Yokozawa. —Solté sin más remedio y con el rostro más "cordial" que podía fingir en ese momento.

—"Yokozawa", ¿eh? Es un buen nombre —agregó, tomando su vaso de whisky de la barra, para darle un sorbo.

De alguna forma "la conversación" (que no eran más que monosílabos míos y todas las preguntas a cargo de ese sujeto) prosiguió y aún con lo poco que conocía de Iokawa, pude determinar dos cosas: una, que era un sujeto muy inteligente, que sabía un poco de todo. Y la segunda, que estaba esforzándose muy duro por obtener un poco de mi atención, por más cortante que yo fuese. Esto último me recordó mucho a esa parte obstinada dentro de mí.

—Oye Iokawa —lo interrumpí, llamándolo por primera vez por su nombre—, debo ir al baño —le indiqué, levantándome de mi asiento. Pero estaba tan ebrio para entonces, que inevitablemente, trastabillé e Iokawa reaccionando con agilidad, alcanzó a sostenerme del brazo.

—Estás muy ebrio, deja que te ayude —mencionó, parándose de su asiento al igual.

Normalmente me negaría rotundamente a recibir ayuda de un extraño, pero estaba seguro de que, si no lo hacía, terminaría por orinarme en los pantalones.

—De acuerdo —y me dejé guiar por él.

Al llegar al baño, Iokawa me colocó frente a los mingitorios y yo, me dispuse a orinar. Sentía su mirada fija sobre mi espalda, lo cual me incómodo mucho, a pesar de que ambos éramos hombres. Pero lo hizo sólo para cuidar que no me fuese a caer… o eso es lo que creí.

Al terminar de orinar, me subí la cremallera de mi pantalón y un tanto mareado, logré llegar al lavamanos, donde al subir mi mirada frente al espejo, pude notar que me observaba nuevamente.

—Ah… sé que es rara esta situación, pero, gracias por ayudarme —solté, terminando de enjuagarme las manos.

Iokawa, no me respondió. En cambio, esa mirada extraña que tenía desde hacía unos momentos, se intensificó y, cuando caí en cuenta, lo tenía detrás de mí. Los baños estaban vacíos, lo cual hizo que me sintiera incómodo de estar solo con ese sujeto.

—Yo creo que ya es hora de que me vaya —mencioné, mirando mi reloj que marcaba las once de la noche en punto. Pero justo cuando intenté voltearme, él me rodeó con sus brazos.

Me quedé helado durante unos instantes, sin saber exactamente qué hacer.

—¿Q-qué haces? —Pregunté, claramente alterado.

—¿Qué parece que hago? Te estoy abrazando —me respondió, como si fuese lo más obvio del planeta.

—Ya sé lo que estás haciendo, la pregunta es: ¿por qué? —Repliqué de manera firme. Pero él, se aferró más contra mi cuerpo, a tal punto, que sentí su miembro rozándome el trasero. Una sensación de asco y rabia, me recorrió por completo. —¡¿Estás ebrio bastardo o qué mierda te pasa?! ¡Déjame! —Le grité, pero al estar de espaldas, Iokawa lo aprovechó para tomar mi brazo derecho y llevarlo hacia mi espalda. Un gemido de dolor salió de mis labios, al mismo tiempo que sentía como me empujaba sobre el lavamanos, para someterme. —Eres un idiota. Alguien va a entrar y verá lo que estás haciéndome. —Siseé.

—¿Crees que eso no lo preví? Por eso le puse seguro a la puerta cuando entramos —no pude ver su rostro, pero imaginé la expresión de satisfacción que tenía en ese momento. —No te preocupes, nadie arruinará nuestro momento —susurró contra mi oído, mientras pasaba su nariz a lo largo de mi cuello.

Estaba muy ebrio y desorientado, pero sabía que jamás, permitiría que alguien intentara abusar de mí. No sin antes, soltarle un buen puñetazo sobre el rostro.

—Oh, hueles tan bien —me dijo, aspirando cuando podía de mi piel y colonia—. Me atraes mucho Yokozawa y yo…

No alcanzó a completar su frase, ya que el sonido de alguien tocando a la puerta, para entrar al baño, lo interrumpió. Aquella distracción, me dio unos segundos para meter la mano que tenía libre, dentro de mi bolsillo y tomar mis llaves.

—No podrán entrar —dijo Iokawa, manteniendo su atención sobre la puerta. Escuché como intentaban girar la perilla, pero tal y como lo había dicho, fue inútil y tras unos intentos más, desistieron. —Creo que al fin se fueron —indicó, posando su atención hacía mí— así que podemos seguir en lo que…

No me lo pensé dos veces y en un sólo movimiento de mi mano izquierda, le clavé una de mis llaves sobre el muslo, arrancándole un grito de dolor. La presión que sentía de su cuerpo sobre el mío desapareció, dándome la posibilidad de girarme y quedar frente a él. Observé como se tomaba la pierna con dolor, pero no me importó; ese bastardo iba a violarme y yo tuve que defenderme.

La perilla de la puerta volvió a moverse, pero esta vez con más insistencia.

—¿Quién está ahí? ¡Abran la puerta! —Ordenaron, pero al intentar moverme hacia la puerta, Iokawa alcanzó a tomarme del brazo.

—¿A dónde crees que vas? ¡No hemos terminado! —Soltó con rabia, doblando mi muñeca. Por la fuerza que ejercía, sentí que me podría fracturar en cualquier momento, por lo que, en mi defensa, usé mi otra mano y le solté un tremendo puñetazo, que lo llevó hasta el suelo.

Revisé el estado de mi muñeca, que, si bien no estaba fracturada, me dolía demasiado y comenzaba a inflamarse. Miré al sujeto en cuestión frente a mí: con el labio roto y el pómulo inflamado y pensé en cómo es que las cosas habían llegado a este punto. Hoy en la tarde me habían roto el corazón y de pronto, el sujeto que me había intentado violar, había terminado con la nariz rota.

Todo, porque Takano no me había escogido a mí.

—¡Voy a entrar! —Escuché, al mismo tiempo que una llave se introducía y abría la puerta, dejando entrar al dueño del bar y a unos clientes que seguramente, querían usar del baño. Casi al instante, las miradas de todos se posaron sobre el cuerpo de Iokawa y después, me miraron a mí. Y por la forma en que lo hacían, no tenían que aclárame que creían que yo, era el culpable de la situación.

—…Voy a llamar a la policía —dijo el gerente, dándose la media vuelta, mientras que los demás auxiliaban a Iokawa.

No era ningún cobarde y no tenía nada que temer, ya que todo lo que hice, fue en defensa propia. Sin embargo, el pensar que tendría que explicar que un hombre había intentado abusar sexualmente de mí, era algo muy vergonzoso. «No hay otra opción» pensé, abriéndome rápidamente paso entre la gente que estaba aglomerada en la entrada y como un completo cobarde, hui.

—¡Hey! ¡¿A dónde vas?! —Escuché a alguien gritarme, pero no me importó. Ya nada importaba: ni el que no pudiese volver a ese bar en lo que me quedaba de vida, ni que Takano no me amara, nada me importaba ya.

Aunque la adrenalina de hacía unos momentos me había bajado la borrachera, aún me sentía un poco mareado y eso hizo mis movimientos bastante torpes. Pero, por algún milagro, logré llegar a la puerta del local y justo en el instante que intenté abrirla, alguien afuera del bar, se adelantó…

Y yo lo conocía y él a mí. Pero por alguna razón, nuestros ojos se encontraron como si no lo hiciéramos y durante unos segundos, nos contemplamos sin saber que decir.

—¿…Yokozawa? —Apenas y pudo articular de la impresión, cuando sus ojos de esa tonalidad miel tan intensa, recorrieron mi deplorable estado: con mi ropa desarreglada, luciendo un poco ebrio y sosteniendo mi muñeca lastimada. —¿Q-qué te pasó? ¿Por qué…?

—¡Deténganlo! ¡Ese hombre dejó mal herido a este sujeto! —Gritó un hombre, mientras cargaba junto a otros el cuerpo de Iokawa.

Sus ojos se posaron incrédulos sobre mí y yo, sólo quise morirme en ese momento.

—Lo siento, Kirishima —le dije, haciéndolo a un lado para salir corriendo de ahí. Sorpresivamente no me detuvo y eso me ayudó para que yo pudiera huir entre las calles.

Me sentí agradecido con Kirishima por dicha acción y me hubiese gustado aclararle todo lo que había ocurrido, pero… no podía limpiar mi nombre, sin verme manchado por esta situación. Ahora, ante quien era el editor en jefe más importante de la compañía en la que trabajaba, sólo quedó una imagen reprobable sobre mí y otro rumor más, al cual agregar a mi reputación.

(3) Al final no se nos conoce por nuestro nombre, sino por nuestras acciones que, sean verdaderas o falsas, pueden llenarnos de una gloria momentánea o destruir nuestras vidas.


Referencias:

(1) Traducción de: "Here's something I've learned about people" por Taylor Swift, perteneciente al prólogo de Reputation.

(2) Canción utilizada: "Sitting in the Park" de Billy Stewart.

(3) La frase original es de la película de Batman y dice así: "No se nos conoce por nuestro nombre, sino por nuestras acciones". Yo sólo la adapté al contexto.