Fic

Si no te hubieras ido…

Por Mayra Exitosa

Capítulo 11

El niño jugaba tan feliz con sus primos, era mayor, pero eso no le incomodaba, era como volver a ser niño, se había pasado todos sus años, rodeado de adultos, que estar con sus primos, solo le devolvía su manera de ser. Un niño que deseaba jugar. Paty y Alistar lo observaban, recordaban entre ellos como habían tenido que enfrentarse a Tom y a todo el sequito de Lakewood para quedarse con él. Desde que si denunciaban la desaparición de Candy hasta llevarse al niño y solo devolverlo cuando ella estuviera presente. Nadie podía creer que William estaba con ella y que ya había tomado la decisión de quedarse con su familia.

El novio orgulloso, se quejaba y aseguraba lanzar demandas a diestra y siniestra. El rostro embravecido del herido y lastimado hombre, hacía que Tom y Jim lo vieran como un desconocido, estaba transfigurado del dolor por la desaparición de su novia, pero Candy era quien debía de darle cuentas, no ellos. Así que al ver que legalmente no podían llevarse al niño, ya que si algo le pasaba al padre o madre del pequeño, los hombres que estaban ahí, eran su familia genética y legalmente ellos tenían derecho a quedarse con él.

Los novios regresaron de su luna de miel, encontrándose con muchos mensajes de Tom, de Jim, de sus novias y ni que decir del afectado novio o ex novio de Candy. Cuando Anthony y Alistar los recibían, fueron junto al pequeño quien les contaba que había estado hablando con sus padres y que pronto le traerían un hermanito.

Annie estaba estupefacta, no podía creer lo que sucedía, pero tampoco podía decir nada. Cuando ella respondía a cada mensaje fue con la seguridad que había visto en el pequeño. Así convencía a sus hermanos de tranquilizarse y esperar a que volviera Candy con Albert, de solo Dios sabe dónde, porque llevaban desaparecidos más tiempo que los novios.

- Pero Annie, si se comunica con el niño, porque no aclarar las cosas con Terry. Decía Tom apesadumbrado al saber que Candy estaba con el padre de Bert.

- No lo sé, no sé como paso, ella me dijo que no volvería con él, porque no embonaba aquí, porque no era fácil para ella olvidar de donde venía. Me dijo que ese mundo que rodea a mi marido y a sus hermanos, no era lo de ella, no entiendo lo que paso, ellos nos despidieron el día de la boda, cuando escapamos para ir de luna de miel.

- ¿Fueron ellos a dejarlos hasta el aeropuerto?

- No, estábamos en la sección de autos privada del salón, ahí ella dejo mis cosas y las enviaron a casa de Paty y Alistar. Me entregaron todo cuando volví estaban en nuestra nueva casa.

- ¿Ya tienes casa?

- Si, fue el regalo de mi cuñado Albert, una mansión hermosa para nosotros.

- No pues así, ni hablar. Tienes un cuñado muy esplendido, como estarías a favor de nosotros los que no tenemos tanto.

- Sabes bien que no es así Tom, Candy regresará y nos dará las explicaciones necesarias. Incluyendo a Terry.

- No, ese ni quiere saber nada de ella, dice que para él ya está muerta, y se fue de viaje, a visitar a su familia.

- Bueno, un pendiente menos.

En las Vegas, después de pasar una noche de luna de miel, habiéndose casado de manera veloz, la pareja corría al servicio, porque ella no había tomado nada, pero aun así estaba devolviendo la cena o lo que hubiera comido. El angustiado, le cuidaba el cabello y al terminar. La metía a tomar un baño,

- Tranquila mi amor, te llevaré al médico hoy mismo, es mejor, lo mandaré llamar a que venga a verte.

- Sabes bien lo que sucede ¿cierto?

- Si, pero te dará algo para que no pases esto sola. No te dejare ni un momento, te juro que estoy tan dolido de solo pensar que pasaste esto con nuestro hijo.

- Pues… no, con él no pase esto, no tuve nauseas, ni mareos, apenas unos síntomas y una sola vez, en cambio este embarazo me trae como ebria, no sé cómo explicarte.

- Con mayor razón, traeré al médico ahora mismo. No quiero que le pase nada a mi esposa. Para eso me tienes a tu lado mi amor.

- ¡Albert! Habrá cosas que no podrás evitar y esta es una de ellas.

- Pero al menos la pasaré a tu lado.

- Tenemos que volver, tengo que hacerme responsable de lo que deje atrás, no termine mi relación anterior y… deben estar odiándome todos.

- No lo harás. No así en tu estado de salud, seré yo quien dé la cara, pero no tú. Debes cuidarte mucho mi vida. No es correcto que no puedas tener nada en el estomago, eso te hará daño.

- Suelen ser los primeros meses, ya verás como al final te sorprenderás de que puedo comerme hasta lo que menos te imaginas. Con una mirada picara, respondía bromista,

- ¡Mi vida! ¿Te convertirás en caníbal?

- Albert, llevamos un mes fuera de todos, tenemos que volver, extraño a nuestro hijo.

- Ya, ya, también extraño mucho a nuestro pequeño, por eso… no tarda en llegar.

- ¿Qué?

- Ayer cuando lloraste emocionada luego de que aceptaste ser mi esposa y esos votos que dijiste en el altar, me convencí que no tenía mejor regalo de bodas que mandar por nuestro hijo, y regresar tranquilos después.

- ¡Albert! ¡Mi amor! ¿Traerás a nuestro hijo?

- No tarda en llegar. Lo trae Johnson y Alistar. Vienen a verme para firmar unos papeles, y que mejor que nos trajera al niño con ellos.

Ella llorona se lanzaba a los brazos de su actual marido, y aun desnuda lo besaba como si fuera un Dios, al sorprenderla tan agradablemente con la noticia. Se salía de la tina, buscando sus prendas para alistarse y ver a su pequeño, más de treinta y tres días sin verlo, parecía como si fuera a salir a una cita y ver al chico más guapo del colegio.

Albert terminaba de vestirse, sin dejar de ver como sus ojos brillaban, como su pequeño cuerpo mostraba tan bellamente sus mejores atributos, colocándolos en la lencería fina, que el mismo había solicitado para ella. Se veía hermosa con ese vestido ceñido a su figura, era tan bella y resaltaba mucho más. No se quitaba sus anillos de matrimonio, y se colocaba su aretes y una gargantilla con toda facilidad y rapidez, después de cepillarse el cabello a tal velocidad, tomaba un lápiz labial y el de inmediato la detenía, tenía que probar esos labios antes del cosmético, así ella no se molestaría en que ambos salieran coloreados.

- Te amo, Candy.

- También te amo, no sabes la alegría que me has traído, al decirme que mi hijo viene en camino.

El sonido del timbre de la puerta, los hacía girar y ella de inmediato se colocaba el brillo labial, sé alisaba el vestido y se iba a la puerta, el iba tras ella, al abrir, el pequeño entraba cual torbellino gritando

- ¿Dónde está?, ¡Quiero verlo!

Candy giraba al verlo tan guapo y bien vestido, brincando de alegría, luego la veía y se iba a sus piernas

- Mami, te extrañe mucho, dime que no me ha ganado tu cariño, mi hermanito.

La boca de los tres hombres que estaban ahí, era de sorpresa, el pequeño se había hecho a la idea de que ya tenía hermano nuevo y ahora solo esperaba que no se quedara con su madre.

Candy se doblaba con cuidado y con elegancia por el vestido que traía, besaba a su hijo por todo su rostro, luego agregaba

- ¡Oh mi niño! También tenía miedo que quisieras más a tus tíos que a mí.

- No mami, estoy trabajando, solo cuidaba a mis primos, hasta que tú regresaras, y dime, ¿Dónde lo tienes?

- Aun no nace, se tardará en llegar. Además con tu experiencia cuidando a tus primos, te dejare a tu hermano, ya para entonces serás un experto.

- No me cambiaras por él. ¿Cierto?

- Tu siempre serás mi hijo mayor, y si lo querré mucho, será igual que a ti.

- ¿De verdad? No me cambiaras por él.

- Eso es imposible, no habrá jamás un niño tan hermoso como tú, mi hijo, como te extrañe. Los dos abrazados lloraban, dejando mudos a los presentes. Ella se levantaba con cuidado, tomaba asiento en la salita, donde su pequeño colocaba su cabecita entre sus pechos, mimado y consentido entre los brazos de su madre.

- No sabes las noches que pasé, no le veía el rostro, veía a los niños de mi tío, tomados de tus piernas diciéndome que eras suya, mami.

- Mi cielo, sabes bien que eres mi príncipe, nadie puede quitarte tu lugar. Si tienes un hermano, serás como tu Padre, que quiere mucho a sus hermanos, por eso tu Tío Alistar, te trajo con él, sabía lo mucho que te extrañamos. De pronto giraba a buscar a su padre, apenado, se bajaba de las piernas besando a su mami, se iba hasta donde él estaba revisando unas carpetas.

- ¡Hola!

- Hola, hijo. Veo que a la única que extrañaste fue a tu madre, creo que me lo merezco, por habértela quitado. El niño levantaba ambos brazos y este de inmediato lo elevaba a su regazo, para abrazarlo, besando su cabeza. Sintió como su pequeño hacía un suspiro de alivio, no sabía si era por él o por saber que no había otro niño con ellos. - ¿Ya desayunaste?

- No, dijo mi tío que llegáramos a un restaurant, solo tome leche en el avión. Pero mejor me aguantaba, hasta que estuviera con ustedes.

- Me alegro. Ya no tarda en llegar el desayuno. Alistar saludaba a Candy, y la sorprendía al abrazarla efusivo,

- Ya eres mi hermana. Nada de formalismos, ahora eres de la familia, todos están ansiosos de saber donde están.

- Que pena, yo…

- Nada de pena, estas donde deberías haber estado desde hace mucho tiempo, por lo que veo, no quiere terminar su viaje de bodas. Mira el muy listo me ha firmado papeles para irse de nuevo con ustedes.

- ¡Que! Asombrada giraba a buscar la confirmación de Albert y este sonriendo comentaba,

- Anoche nos casamos, mi hijo y yo tenemos que pasar un tiempo con su madre, además, las semanas anteriores no cuentan.

George abría los ojos, asustado comentaba,

- No sabe todo el trabajo que nos dejo, hay mucho todavía por hacer, usted no puede irse, las inversiones están en espera, debe tomarse decisiones y muchas solo usted puede hacerlo.

- Lo siento, llevo años cubriendo a mis hermanos, tendrás que tomarlos a ellos, por eso Alistar se encuentra aquí, el sabe lo que debe hacer. Anthony y Archivald, estarán con él, no son niños, ellos harán todo como se debe. - Hijo, estás de acuerdo. El niño sonriendo al ver que lo tomaba en cuenta respondía tal como Tom,

- Son grandes, son muy buenos.

- Lo ves. Mi hijo también confía en ustedes, Alistar.

- Le traje algunas cosas del niño, me imagine que aun no regresarían, si no como es que me llamaste para traer a tu hijo.

- Mi esposa lo necesita aquí, junto a nosotros.

El rostro de ambos hombres era de gusto, escucharlo decir su esposa y su hijo, los dejaba contentos, el desayuno entraba con varios meseros. Candy comía a reservas y con mucha calma, té de manzanilla y algunas otras bebidas era lo que más degustaba. La partida de su hermano, no hacía más que alargar el tema de dejar saneado las cosas pendientes, pero estar con su hijo, era la promesa que ambos se tenían, estar unidos.

Epílogo

No pasaron mucho tiempo en que regresaban, habían llevado a Bert a Disney, paseado como una familia y superado los malestares del embarazo. Una llamada a sus hermanos, otra llamada a Annie y al final del día, Terry ya no aceptaba ninguna comunicación con ella. Lo importante era lo que había decidido y ahora ya estaba casada y con su familia. El regreso a la mansión fue el descanso merecido, los cambios en la vida de Candy, eran simples, estaba de nuevo embarazada, pero ahora no se encontraba preocupada, había lujos que no conocía, pero Paty se había hecho muy amiga de ella, al contar con la convivencia de sus hijos, con ella una rutina de sociedad y luego con la esposa de Anthony fue similar.

Annie trataba de seguirles el ritmo, pero no siempre podía, los niños eran invitados a piñatas y fiestas donde solo ellas coincidían. No fue fácil, pero quedarse en casa se volvió una aventura para Candy y para su hijo, tomar clases privadas fue muy bueno para él, pues los niños eran selectos en ese lugar y muy vigilados en sus conductas. Así que para Bert fue muy interesante ver a los niños estirados, como les llamaba su Tío Tom y sorprenderlos de vez en cuando, era algo que refrescaba el ambiente estudiantil.

Una tarde Candy meditaba la partida de Terry, se fue sin voltear atrás, ella no se despidió, pero ya no se sentía mal, puesto que rehízo su vida muy fácilmente. Tom aun seguía con su novia y aunque estaba alargando el plazo de casarse, ambos disfrutaban de un noviazgo sano. Una llamada a su marido la dejaba asombrada por sus respuestas, pues Albert estaba tan reacio a todo lo que le rogaban para que se negara.

- Es mi última palabra, no habrá arrepentimientos, ella se lo buscó. Colgaba la llamada y ella entraba con seriedad, mostrando haberlo escuchado. El de inmediato la abrazaba y susurraba a su oído - Mi hijo y tu no tuvieron nada, mientras estuvieron sin mi, ella los tuvo todo, no es justo que ahora quiere que quitemos las demandas, fueron sus acciones las que hicieron que recayera la justicia en ella. Ahora resulta que afecto a otras empresas con esas decisiones y se le han puesto todas las cosas peor de lo que se estimaba, pero… fue ella quien se lo busco, Candy.

- Tranquilo mi amor, no te estoy reclamando, solo quiero que te calmes y que dejes ese asunto en otras manos. Las cosas caen por su propio peso. Me atormentaba el haberme ido y dejar las cosas sin cerrar, debía hablar con Terry, pero no pude, fui cobarde y no me enfrente a el, ahora ya no importa, regreso a Europa a ver a su familia y esta por casarse, eso fue rápido. Al menos no hubo tristezas ni malos resultados. Pero en el caso de tu Tía… temo volverla a ver

- Eso no va a pasar, jamás, antes pondré una orden de restricción.

- El temor no nos hace bien, si la veo, le diré… Gracias. Porque todo cuanto hizo, solo reforzó el amor verdadero que siento por ti, tal vez me oculte tras mi hijo, porque al final te tenía cerca cuando lo veía, pero al volver a verte, sabía que jamás habías salido de mi corazón. Te amo. Y nada, ni siquiera la locura de tu tía o de todo cuanto hizo, minoro ese amor que tuve siempre… si no te hubieras ido, no hubiese sentido esta fortaleza que tengo ahora… porque amarte, me hace bien.

- ¡Candy! También te amo, con todo mi corazón, tu, mi hijo y este nuevo bebe que viene en camino, me hace desear ser mejor persona y que al fin, siento que aunque se casaron mis hermanos, no estoy solo… Te tengo a mi lado, y nada me falta si estás conmigo.

Las cosas no mejoraron para la Tía Elroy, al contrario los años de prisión fueron mayores, las consecuencias morales, afectaron mucho sus intereses y se había quedado sin nada, lo conveniente para ella era quedarse dentro, afuera ya nada la esperaría.

Para Terry, puede decirse que no hay mal que por bien no venga. Al ir a ver a sus padres, encontró que su mejor amiga y revivieron ese amor que habían dejado en la adolescencia para tomar la decisión de continuarla y casarse. Ella había sido su primer chica, y el había sido su primer novio, la vida les había dado vueltas pero al reencontrarse, el amor surgió con mayor fuerza y se decidieron por casarse.

Tom y Diane, se casaron por fin. Luego le siguieron Jim y Camila. Candy tuvo una hermosa niña, Annie tuvo otra, y como si fuera fiebre, todos comenzaron a encargar de nuevo al ver que la maldición Andrew por fin había cedido y las niñas llegaban a la familia, pero Candy y Albert no les siguieron el juego, después de la niña, se cuidaron para no volver a encargar hijos, ellos se disfrutaban mas con solo dos, mientras Stear tuvo cuatro hijos después de sus dos pequeños, llego la tan ansiada niña y luego regresó a las mismas con otro niño. Para Anthony, fue igual una niña y luego otro niño y ya no quisieron buscar más, para Archie y Annie después de la niña, siguió otra y otra y otra, hasta que desistieron, el le tocaría tener tres hijas. Ya no más, el rey de la casa, tenía lo que deseaba sus modelos más hermosas y quienes lo volvían loco, después de trabajar como negro para vivir como esclavo, pues el trabajo que antes les evitaba su hermano mayor, ahora les multiplicaba a todos por partes iguales.

Candy cubría una noche a su hija, quien era una dormilona preciosa. Y Albert llegaba tras ella, después de verificar que su hijo estaba cubierto y dormido.

- ¿Listo para descansar, mi vida?

- No como mi hija, pero si deseando llevarme a su madre a nuestra habitación.

- ¡Albert!

- Cuando estabas embarazada de ella, me afirmaste que comerías lo que menos me imaginaba… pero eso no sucedió, así que… el caníbal seré yo. Ella se ruborizaba y salía de la habitación cerrando despacio la puerta, apenas lograban llegar al pasillo y corría para alejarse de su esposo, quien como reto iba tras ella, para comérsela a besos.

Al tenerla en sus brazos meditaba, que era cierto que ya no tenía los millones que trabajaba solo, pero ahora tenía mayor fortuna, porque la tenía a ella a su lado, la había dejado escapar una vez, pero después de esa, aprendió la lección y su vida de dio con crecer por invertir en amor.

FIN


Y al final del día, lo más importante no tiene precio, el hubiera no existe, el destino es parte de nuestras decisiones, pero lo más importante no viene con documentos, sino con amor verdadero, ese que dicen que ya no existe y que todos sabemos que lo buscaremos por siempre jamás.

Gracias por todos sus comentarios, su paciencia y sobre todo por continuar leyendo, es gratificante escribir de nuevo, para dar... ¡finales felices!

Un abrazo a la distancia

Mayra Exitosa