¡Hola a todos!

Disclairme: Naruto le pertenece a Masashi Kinomoto, yo solo soy una soñadora que se atrevió a escribir.


Cuando nos volvamos a encontrar.


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PROLOGO

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—Hinata, permite que nos casemos.

Una frase, cinco palabras. Y su mundo parecía haberse tornado de cabeza.

Observó al hombre frente a ella. Sus cabellos blancos se mecían suavemente y sus ojos –de un azul claro, tan distinto al del cielo en verano- le dedicaban una mirada cargada de extrema dulzura, como si ella fuera un sueño anhelado que se ha vuelto realidad. A su alrededor, las luces y sombras jugueteaban con la superficie de los enormes cristales, sobre las rocas y las burbujas de genjutsu que flotaban a su alrededor.

— ¿Casarnos? —repitió, confusa, perdiendo por un instante su postura defensiva.

Dejó caer sus brazos y sus puños se deshicieron. Sin embargo, la sonrisa de Hanabi en sus recuerdos se llevó consigo cualquier rastro de sorpresa. Así que volvió a adoptar las formas del Jūken y frunció su ceño: —¿Qué estás diciendo? Suelta a…

Una esfera de energía les rodeo, como oro líquido, interrumpiéndola. Toneri dio un paso acercándose a ella.

—Tú hermana está en mi castillo, he tomado su Byakugan —dijo, y una imagen comenzó a reproducirse en aquella cúpula de luz.

Y entonces la vio, como una criatura frágil e inofensiva, sin sus ojos, con una venda cubriendo las cuencas vacías en cambio. Las lágrimas acudieron a sus ojos, aunque ella se negó a dejarlas salir. Escuchó cada palabra de Toneri, mientras sus ojos se perdían en el rostro de su pequeña hermana menor. Después de todo, en ese momento, no era ningún ninja, ni una prodigio, o la pequeña favorita del clan Hyūga. No. Tan solo era una niña, indefensa, atrapada en una jaula de oro sin sus ojos, como un ave ciega.

El hombre hablo de su clan, de Hamura Ōtsutsuki, el hermano menor del Sabio de los Seis Camino, de la Tierra, de cómo el camino Shinobi se había distorsionado y el mundo había cedido ante las guerras. Sobre su deber, como el único descendiente de su clan, así como el decreto divino de su antepasado. Sin embargo, también pudo ver más allá de sus palabras, apreció el sacrificio de su estirpe, su obligación como guardián y la desdicha de aquella familia confinada a una vida de obligación, de alguna forma tan parecida al Boke y su sello del pájaro enjaulado. Apreció la soledad de Toneri, aferrado a su deber y resguardando el tesoro de los Ōtsutsuki en una misión en solitario. Y vislumbro su sueño de un nuevo mundo.

Pero Hinata no podía creerle.

Quizá en otro tiempo, durante la guerra, cuando la sangre de Neji salpico su vestimenta; un hombre como Toneri, con su voz suave y profunda, le hubiera convencido. No obstante, ya habían pasado dos años desde entonces, la paz lentamente se extendía por el mundo y este comenzaba a cambiar. Paso a paso, con la llegada de las nuevas estaciones, la paz iba floreciendo en las naciones ninjas. Y ella confiaba que no habría más guerras ni derramamientos de sangre; después de todo, ella creía en Naruto-kun y la voluntad de todos los que habían dado su vida por aquella nueva era de paz.

—Cásate conmigo, Byakugan no Hime —volvió a insistir el albino —. Juntos podemos restaurar el clan de Hamura, comenzar un nuevo mundo como los verdaderos descendientes del Clan Ōtsutsuki… —extendió su mano hacia ella —No me dejes solo en este sueño.

"No me dejes solo…"

Sus ojos se abrieron en toda su extensión, la sorpresa curveo sus labios.

De alguna manera que ella no podía explicarse, sus ojos, los más puros del clan, pudieron ver la verdad. Al niño de cabello blanquecino que recorría en solitarios los fríos pasillos de un castillo desolado, o al adolescente que observaba la lejanía de un paraíso en verde y azul que se perdía entre las llamas de la guerra, y al hombre sentado frente a un centenar de tumbas sin nombres, cubiertas de polvo y secretos. Un hombre con una misión, sin recompensa ni compañía.

Y lo supo, sabía cómo recuperar a su hermana y salvar a la Tierra sin llegar a ninguna clase de confrontación.

— ¿Sí acepto, dejarías a la Tierra en paz? —preguntó, bajando la cabeza y desviando su mirada hacia sus pies.

No era necesario que se iniciara otra guerra, ni que se perdieran más vida; nadie más debía sacrificarse por ella nuevamente, su hermana podría ser libre y recuperar sus ojos. Ella podía ser útil, sin que se derramara más sangre. Lo único que debía hacer era terminarla bufanda que llevaba escondida en su bolso, entregársela a Naruto-kun junto con todos sus sentimientos…

Y después, tan solo debería dar un paso al frente, hacia él, sin mirar atrás.

—Los habitantes de la Tierra son los que han pecado —contestó, como si aquellas simples palabras pudieran explicar toda su vileza. Sus ojos –no, los ojos de Hanabi- le dirigieron una mirada afilada, antinatural.

—Pe-pero… —tartamudeo y se odio por hacerlo en ese momento, apretó los puños y dio un paso hacia adelante — Ellos lo están intentando, las cosas están cambiando. La paz… estamos construyendo una nueva era de paz.

El joven frunció el ceño, pero no agrego nada más. Lo estaba perdiendo. Sí no hacía nada, aquel hombre destruiría la tierra. Tenía que alcanzarlo, de alguna manera.

Se llevó la mano al corazón, aferrándose a ese pequeño brillo de esperanza. Ella podía, tenía que cambiar el destino de todos, evitar la destrucción de su hogar.

—Solo una oportunidad —susurro, alzando la vista y clavando la mirada en aquel holograma —. Diez años, sí en diez años la guerra vuelve a estallar, te prometo que no te detendré.

Él la miro, sin decir nada a cambio. Era una promesa audaz, algo que se escapaba de sus manos, pero era la única pieza que tenía al alcance de sus manos. La única pieza que podía alterar el juego a su favor. A diferencia de Shikamaru o su padre, ella nunca había sido una mente estratégica.

—Me quedaré contigo —continuó, dando otro paso hacia adelante —. Me casare contigo y reconstruiremos el clan de Hamura, pero en cambio no destruyas a la Tierra.

Toneri sonrió con arrogancia.

—¿Sabes que puedo forzarte a venir conmigo y reconstruir el clan Ōtsutsuki? ¿Sabes que puedo hacerlo y aun así cumplir con el decreto celestial? —inquirió —¿Sabes que no necesito de tú aprobación?

Lo sabía, pero…

—Pero sí eso pasa, seré yo quién te detenga —afirmó, con más coraje del que sentía —. Y sí no puedo vencerte, acabaré con mi propia vida.

Por lo que le parecieron siglos, él no dijo nada más.

—¿Por qué defiendes un planeta tan corrupto? —preguntó, rompiendo el silencio que los envolvía.

—Porque es ahí donde está mi corazón.

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Tejía, rápido y sin detenerse.

Mariposas de luz revoloteaban a su alrededor, iluminando la superficie de un lago artificial, manteniendo las sombras lejos de ella. Sabía que Naruto estaba a un par de pasos de distancia, apoyado en el tronco de un árbol, protegiéndola en silencio. Podía sentir su presencia, como la calidez del mismo sol, envolviéndola y disipando todas las dudas de su alma, otorgándole las fuerzas para mantenerse en pie y de esa manera cumplir su camino ninja. Y Hinata quería agradecerle tanto, decirle todas las cosas que guardaba en su pecho, pero ya era muy tarde para ello.

Por un instante elevó la mirada al cielo y apreció el mar de estrellas, las cuales parecían más brillantes que en la Tierra.

Sintió que el rubio se movía, sus pasos amortiguados por el césped y su aroma –a sudor y tierra mojada-, la alcanzaron, despertando deseos ocultos en su pecho. Cuando la llamó, fue como sí acariciara su nombre con su voz.

Ella quería decirle las palabras de toda una vida y, sin embargo, solo pudo hablar de Hanabi y la bufanda que tejía, de lo culpable que se sentía por no partir en su búsqueda en ese preciso instante.

—Has recorrido todo este camino para rescatar a Hanabi-chan —dijo, y supo que eran las palabras que necesitaba para continuar.

Ella era la luz para Hanabi, su hermana mayor. Aunque Naruto era su sol, Hinata sabía cuál era su deber.

—Sí tan solo me hubiera quedado en casa… —y no luchar por un imposible, quiso decir.

—¡Yo salvare a Hanabi-chan! No te preocupes —sí, él lo haría. Pero ella salvaría a la Tierra.

Había visto la verdad, el decreto de Hamura. Sabía que Toneri estaba equivocado, pero solo ella podía convencerlo.

Él le había prometido…

Que sí ella aceptaba…

todo sería diferente.

—Arigato gozaimasu —dijo, y esas gracias no era solo por sus palabras. Era por todo.

Por no rendirse, por siempre sonreír a pesar de las adversidades, por ser su ejemplo a seguir y la luz en sus días más oscuros. Por hacerla reír, por apretar su mano en la guerra y llorar a su lado cuando Neji partió. Esas gracias era por toda una vida de recuerdos e ilusiones.

—Eres tan amable, Naruto-kun —dijo, solo porque fue la única frase que escapó al nudo que se había formado en su garganta.

—Oye —comenzó, llevándose la mano a la nuca —, no estoy siendo amable contigo solo porque te amé. De verdad me preocupo por Hanabi.

Te amé. Dos palabras. Cinco letras.

¡No, no ahora! Hinata quiso llorar, o reír, o simplemente morir en ese instante. La vida era una perra que jugaba con sus sentimientos.

—¿Eso de ahora…? —se atrevió a preguntar, incorporándose. No, no podía ser verdad, debía ser su imaginación — ¿Qué fue?

Naruto bajo la mirada y el mundo dejo de brillar.

—De verdad me preocupo —dijo, entonces sí había sido su imaginación.

Era tan tonta, tan solo una soñadora. Ilusa.

—Hinata —la llamo Naruto, y se hundió en sus ojos azules como el mismo cielo de verano—. Te amo.

O no, quizá no estaba equivocada.

"¿Por qué? ¿Por qué ahora?" Pensó, y sus manos se aferraron a la bufanda que por tanto tiempo había tejido.

Quizá…

El sonido del agua rompió el silencio que los rodeaba, atrayendo su atención.

No, ya había tomado su decisión.

Naruto desvió la mirada curiosa, aunque ella sabía muy bien quién se acercaba. Después de todo, lo había estado esperando cada noche desde que lanzo aquella propuesta. La plataforma sobrevoló la superficie del agua, surgiendo de las sombras y siendo iluminada por la luz de la falsa Luna. Toneri brillaba, con sus ropajes claros y su cabello blanco, como una especie de espíritu de la noche, y entre sus brazos se encontraba el cuerpo inconsciente de Hanabi.

Inmediatamente, Naruto salió a su encuentro, adoptando una postura defensiva. Ella solo se abrazó a sí misma, este era el final. El final de una historia que nunca tuvo un verdadero comienzo.

—¡Toneri! —gritó Naruto — ¡Hanabi!

—Silencio —sentenció aquel ser sobrenatural, haciendo levitar el cuerpo de su hermana hasta los brazos de Naruto.

Él la envolvió entre ellos de forma protectora. Hinata dio un paso, luego otro. Había tomado una decisión.

—He aceptado —afirmó Toneri, dirigiendo su rostro hacia Hinata —He cumplido mi parte del trato, espero tú respuesta, Byakugan no Hime.

—¿Aceptado? ¿Respuesta? ¿Hime? —repitió Naruto, confundido —. ¡Hinata no tiene nada que responderte!

Sin embargo, ella sí tenía una respuesta.

Se adelantó hacia Naruto, alargo sus brazos hacia él y envolvió en aquella bufanda roja alrededor de su cuello, dejándolo anonadado y sin saber qué hacer, la sorpresa se reflejaba en sus ojos. Se acercó un poco más, depositando un beso en la frente de su hermana, lamentando no poderse despedir de ella. Ni de su padre. Ni de Kiba-kun, ni Akamaru, ni Shino-kun. Ni de Kurenai-sensei, ni Mirai-chan. Ni de nadie. Las lágrimas amenazaron con desbordarse por su rostro, pero de alguna manera las contuvo.

—¿Hinata? — inquirió Naruto, sin entender, mientras ella se apartaba de él y caminaba hacia la plataforma.

Un paso, luego otro detrás de ese y así, hasta que sintió que los brazos de Toneri la envolvían, acercándola a su cuerpo. Su aliento la golpeo, y a diferencia de Naruto, su aroma le estrujo el corazón.

Ladeo su cabeza, tan solo para ver por última vez al que había sido su sol en la Tierra.

—Naruto-kun, sayōnara.

Y con aquella despedida, su camino ninja se desvaneció.


Notas: ¡Hola, hola! Es la primera vez que escribo para este fandom, y esto gracias a que por fin, después de años y años de intentos fallidos, me he podido ver Naruto hasta el fin (con películas incluidas). ¿Y qué les puedo decir? ¡Lo ame! Sin embargo, como soy una soñadora incontrolable, no puedo evitar pensar en cómo hubiera sido la historia sí esto o lo otro hubiera sido distinto. Así que, a pesar de lo vieja que estoy para escribir fic, me atreví a subir esta historia.

(¿La verdad? Tengo varias historias pensadas, pero vamos poco a poco...)

Como se habrán dado cuenta, esté es un AU (Universo Alterno), donde Hinata acepta casarse con Toneri, dejando a Naruto y a todos sus seres queridos atrás. Pero esto es solo la premisa. ¿Qué pasara? Ya veremos. La historia está diseñada para durar diez capítulos (incluido prologo y epilogo), de los cuales, ya tengo escrito tres. Pretendo publicar mensualmente, aunque el próximo lo subiré el 8 de Mayo.

Gracias a quién se tome su tiempo para leer esté nuevo proyecto.

¡Nos leemos!