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CLOCKWORK DREAMERS
LIBRO I: OTOÑO
Las cosas se me van de las manos, se venía lo peor mientras caminaban con tanta ira por la avenida, no se lo esperaban pero, aquello estaba previsto. Supongo que para cuando esté al tanto de lo que sea que esté sucediendo ya habré comenzado a escribir en mi diario una explicación plausible, a lo mejor una justificación de mi persona en los sucesos que transcurrieron en los pasados siete meses desde que nos reencontramos; fue una imprudencia de mi parte, de MÍ parte, tan extraño como suena. Casualidad inequívoca, así se movía nuestra relación desde la infancia; aquí y ahora me declaró inocente de aquello de lo que se me acusa, por eso escribo para mí misma lo logrado hasta el día de la fecha. Me remito a leer desde aquel antiguo pasaje del 4 de enero del año 2014: "Se marchó, yo también me marcho, no tengo todo el día y no estoy dispuesta a mostrar la cara luego de lo que pasó. Escondí en el armario los ahorros de tres años, no es una gran suma, planeaba usar ese dinero para pagar un año de taller en la casa Copperfield del ilusionismo. El sueño se vuelve una ilusión irónica ahora que fue a parar todo al fondo de una galera. Recogí la mochila, la capa anudada en mi cintura rumbo a la marcha del trotamundos. Ahogados sonidos de silencio en la casa materna, llevan callados por más de dos años, nadie recordará si he estado o no he estado, me habré ido para cuando descubran la verdad. Que se me grabe a fuego, no soy culpable de nada, todo es SU culpa. Saldré por la puerta en cualquier momento, el mundo es enorme, soy pequeña y estoy sola. Debo seguir pateando, me hace falta tiempo…".
Sé amanecía con desvelo, se levantaba en seco con los ojos llorosos; se quitaba la lagaña de ambos párpados, lavaba su cara, desayunaba apurada, dibujaba una mueca y ese era su adiós. La mujer caminaba diariamente por las calles de Fillydelphia, llevando y trayendo documentos, la va remando como puede, como decía mi abuela. Se está haciendo vieja, decía yo. Yo hablaba mucho, se me nota en la cara, supe pasar entre varios golpes directos, un moretón tras otro, pasaba los días ahí, sentada frente al televisor. Creyendo que así la rueda giraba, hasta cansarme en la noche e irme dormir a su cama, esperando que entrara por esa puerta para oírle decir "Hasta mañana". Palabrería brava por ahí y por allá, al menos era hasta entonces la única persona decente en el barrio, no ganabas muchos amigos por ello, aunque de vez en cuando el no involucrarse con nadie podía ser lo mejor. Si lo hubiese sabido a tiempo cuando la conocí, pero uno hace cada cosa cuando se encuentra destrozada. Ahora bien, es tarde y no me arrepiento, aún sigo siendo la misma persona…
2 DE MARZO DE 2012
—Nena, nena… nena ¿me escuchas?
—Sí abuela, te estoy escuchando —le respondo sin apartar la vista de la pantalla—. ¿Necesitas algo?
Le oigo levantarse, a paso lento se aproxima a fisgonear lo que hago: —¿No te había dicho tu mamá que no vieras tan de cerca la televisión? —sin contradecir nada, me alejo unos centímetros—. Querida, ¿qué estás mirando?
[...] Supongo que mi estado actual me va a dar mucho tiempo para reflexionar y recordar. Por ese entonces no se lograba ver mucho tras el paso del huracán Daisy, aquel que en un nefasto 3 enero de 2012 azotó al estado de Equsvania y castigó fuertemente a Fillydelphia. Muchos de los sistema de cable, telefonía celular e internet se encontraban inutilizables por el incendio en la planta hidroeléctrica. Mientras que los otros niños pasaban las últimas semanas buscando entre los restos del vecindario algún tesoro escondido. Yo por otra parte me quedaba en casa, viendo una y otra vez el canal de aire, siendo la mía una de las pocas familias que poseía un cobertizo con generadores. Solían pasar varias películas clásicas nacionales, parecía ser un buen mes para mí pues se esperaba una maratón de la vida y obra de Hoofdini, el gran escapista. Escapismo, que era sino el barrio de Badlands, más que un anaquel de ciudadanos de segunda mano... El escapismo para el hombre impulsivo de sociedad. Luego del huracán, solo quedo el cantar de los jilgueros, dejando así a todo un vecindario como el sonar de un viejo panteón o peor aún, una fosa común. Trágico y cómico a la vez, un lugar de descartes, sacada de la galera en los años 60s con el fin de traer a las familias afectadas por la guerra en el medio oriente. Parecía chiste la pérdida del hogar, una disputa comenzada por el quiebre de un acuerdo presuntamente sagrado que provocó el fin de toda relación entre Yakyakistan y el territorio Dragón, también llamada China. Llegaron en camiones una mañana de domingo y aquí quedaron hasta el día de hoy; todos estaban amontonados y con mucha sed, muchos niños raquíticos corrían por el pasto lo cual daba para pensar que aquella era su primera vez ante el color verde, o eso nos contaba la abuela. Entonces, en un pestañeo se llenó de inmigrantes y, lo que fue antiguamente la estancia Lulamoon, se había convertido en el campamento de refugiados más poblado en todo el país, o al menos en la costa este. Pasados los años, llegada la crisis del 65, todas las ONG dejaron el tema de lado y se marcharon para cubrir otras situaciones primordiales en sus agendas políticas. La familia es lo primero, eventualmente murió el abuelo y el gobierno expropió las tierras, dejando nuestra casa a la suerte de una nueva manera de vivir. Con el gobierno sembrando lúmpenes, se cambiarían las reglas del juego. La tiendas de campaña se convirtieron en casillas de ladrillo de varios pisos y colores, talleres vehiculares y almacenes fueron abiertos con el objetivo de poner a trabajar a todo el mundo, los techos de chapa vislumbran aún desde la distancia. Por la falta de espacio también se construyeron bloques departamentales para la oleada obrera. Debido al hacinamiento, muchas enfermedades corrieron de colchón en colchón, debido a esto se construyó el hospital Santa Odesa Bouthelier, hospital en donde yo nací allá por el inicio del milenio. Bien era sabido para el momento en el que se cortó la cinta inaugural, cuando se construye un hospital significa que aquí va a ver vida, por siempre una gran zona residencial. La zona roja de Fillydelphia. ¿Y qué pasó con la guerra? Todo cambia con el tiempo, los paños húmedos salieron al sol el 7 de septiembre de 1967 con el mutuo acuerdo entre el rey Ulysses y la emperatriz Scintilla. Se ordenó un alto al fuego. Solo que la vida es muy fácil, demasiado fácil para algunos y entonces vuelven a recurrir a la violencia. Muchos dracos pertenecientes a los pueblos pescadores de China habían perdido sus hogares y a sus familias, abandonados por su país, emigraron al único lugar donde podrían ser acogidos… La vida es demasiado fácil para algunos, por eso uno necesita enojarse con otros, para sentir que tal vez no es tan así. Hasta en la actualidad Badlands sigue dividida por sectores, los dracos por un lado y los yaks por el otro. Así son las cosas y así van a quedar, más tarde que nunca muchos indeseables verían Badlands como su patio de juego personal. Fillydelphia vio crecer a muchos de estos jugadores; Diamond Dogs, las malas pulgas del Pacífico Sur, que descubrirán que el oro se encontraba bajo la nariz de aquel que aspira fuerte; desde la tierra del sol naciente, Cabeza de dragón y sus Bloody Mountain Boys, diestros golpeadores obreros e incendiarios apasionados. Por último llegó La Colmena, polillas del sur, tráfico humano, prostitución y chantaje. No importan, todos ellos verían su final una noche de invierno. Pero esa es historia para más tarde, por ahora todo se trata sobre mí…
—La película se llama "El doble imperfecto", abuela —le contestó con la mente clavada en aquel extrovertido hombre que entraba decidido a un gran tanque repleto de agua—. Cuando crezca quisiera hacer lo que él.
El clamor de su público y el rostro preocupado de una preciosa mujer morena de rimel alborotado, esas son las imágenes que controlan la tensión. Reflejadas ante el vidrio rasguñado, los temores del pasado que se apoderan del artista en siniestra sintonía con el cierre de la caja, aquella mujer urgía como una asistente al susodicho escapista. Mágicamente es un término que no suele convencer a muchos, así de alguna u otra forma intentan buscar la respuesta racional a todo lo que sucede, incluso mayor es el deseo cuando se encuentran ante un suceso inexplicable; llama mi atención diariamente la búsqueda de lo inexplicable, más aún, el hecho de crear lo inexplicable a partir de acciones en perfecta sintonía y orden es algo a lo que podría llamar magia. ¿Que hacía Hoofdini, por ejemplo? Engañaba a los demás pero no era castigado al hacerlo, su trabajo consiste en el engaño. La culpa recae en el espectador con sus sueños de magia y fantasía. Escapaba de todas las situaciones de peligro y era aclamado por ello. Se le llamaría un hombre con suerte y murió al recibir un gran golpe en el estómago. Ese día al parecer le tocó el gordo, una especie de enfermedad llamada peritonitis.
—¿Por qué no mejor vas a jugar afuera? —se acerca a las cortinas y deja pasar al sol—. El día está hermoso, no pensarás quedarte pegada a la pantalla como una vieja aburrida.
—¿Con qué objeto? No hay nadie con quién jugar. Los chicos son tontos, estoy mejor aquí dentro —me recuesto sobre la alfombra, mis dedos acarician lentamente está—.
—¿Y qué me dices de la hija del señor Torch? Es como de tu edad. Esta mañana me ayudó a llevar las bolsas del supermercado. Las dejo en la cocina mientras tú dormías, supongo que te ahorro las molestias —arqueo las cejas en señal de confusión, Hoofdini aún no ha salido de esa tumba acuática—.
—Ella es igual de bruta que los otros niños… Aún extraño a Whistle —murmure eso último, acarició la alfombra y respiro profundamente—. Esperaré a mamá, volverá en un rato… —apenas dos minutos le tomó, aquel hombre se alzaba desde el pozo de agua aledaño al escenario, camina con los puños en alto hasta su tarima y sus cadenas caen al barro dando fin al acto—. El hombre lo ha hecho otra vez. Es increíble.
Palidezco al verle el rostro —Ese no es mismo actor que entró al tanque hace unos minutos—. El desconocido se veía paulatinamente más joven, este recibe un apasionado beso de la hermosa asistente, ambos hacen una reverencia al público y estos reciben esos aplausos repletos de admiración. Y a lo lejos Hoofdini, este en primer plano observa a la pareja y se lleva a la cabeza su galera. La cámara se aleja siguiendo al artista que viste de gabardina, se va caminando por las calles en soledad mientras los otros dos siguen recibiendo aquel amor. Un hombre entró al tanque y salió otro completamente distinto, nadie duda al respecto de aquella transformación, solo sucedió y la película rueda los créditos mientras suena de fondo una de esas melancólicas canciones de los 40s como un abrazo de despedida al espectador. —Estas películas a veces no tienen el menor sentido —me levantó del suelo y comienzo a estirarme un poco—. Cerca de la ventana se me da por observar a la casa vecina que se encontraba casi deshecha debido al huracán, luego pispeo las esquinas y doy cara al aburrimiento dando ritmo con el pie. Pasa un auto, pasa otro y otro más, será que ella en ninguno se ha de encontrar. Alguien camina por la calle de enfrente… —Es esa chica rara, que no me vea —pienso escondida detrás de la cortina—. Le noto las manos en los bolsillos, va mirando mi casa, pareciera estar triste, incluso nerviosa. Ahí se queda esperando unos segundo, se queda ahí quieta, no se inmuta ante el sol que le da de lleno, comiendo el polvo, tragando humo de una cercana quema de basura, no daría ni la hora con esa expresión pero se la pediría igual. Si no me diera tanto miedo ¡Jajajajajaja! Miedo, no para nada, detrás de la cortina, tanto va a temblar mi párpado, tantos nervios que parezco llevar el peso de la casa encima.
—Nena, nena… nena ¿me escuchas?
—Sí abuela, te estoy escuchando —le respondo sin apartar la vista de esa chica de tosca quietud—. ¿Necesitas algo?
—El teléfono está sonando, atende un poco haber si es tu mamá —sin contradecir nada voy a atender el teléfono—.
Su buen tiempo había terminado, consagrada a la pérdida y enferma al fracaso continuo, se sintió asfixiada bajo el sonar del teléfono. Aquella casona se volvió su prisión, ni más importaba si iba al invernadero o al cuarto de costura para llorar, si se escondía en los matorrales hasta perderse y llegaba al riachuelo donde podía mirar al llano del campo sin sentir vergüenza. Cuando aquella mujer pasó a mejor vida, la suya cambió a peor, ¿de quién era la culpa? Tal vez de su padre por haberlas dejado tiempo atrás debido a sus deudas provocadas por el juego, tal vez de todo el mundo quien solo buscaba hacerle daño. Tal vez no fui capaz de pensar en una excusa mejor. El tiempo sigue pasando, me he estado sintiendo mejor. Bueno, no del todo mejor, sería complicado entender sin volver a recordar aquellos momentos, especialmente cuando nos reencontramos, y sobretodo cuando conocí a esa mujer. El teléfono sonaba, la llamada era para mí, era hora de atender el llamado…
EPISODIO 2: LOS PRESENTES
"Aquellos que son de hierro ante el asombro de la pérdida, pues saben muy bien que a cualquiera le puede tocar una ausencia que deban justificar"
2 DE MARZO DE 2019
¿Que me llama a despertar? Y todo callado alrededor, tirada en la cama con la almohada entre las piernas. El sueño pasado cae entre lágrimas provocadas por el grueso roce de pestañas y córneas. Me veía a mi recitando un dicho no muy dichoso, de una fábula no tan fabulosa, los hacía mirar atentamente a sus alrededores. Los rostros derretidos ante el espectáculo presenciado de repente se caían a pedazos, la cera en sus labios caía, cuando clavaba la vista sobre el vagón de tren este no se movía, bajaba la mirada y las vías que acababan a metros de distancia se extendían, hasta cruzar el umbral de las puertas. Sonaba la campana y caía la barrera, muchos autos se detuvieron al instante, me detuve yo también. Nada perturba mi calma, sigo sobre el colchón, desde mi derecha cae la luz, pestañeo un poco y me levanto de la cama. [...] Ante el desayuno solo se trata de tostar el pan, un mate verdusco que reemplaza la falta de té o café, con disgusto degustó el oscurecido pan y rasgó los bordes con tanta mala leche que estos caen sobre el mate sin leche. Un único ruido se escucha, mi respiración y el cuchillo rasgando el pan, se necesita más para olvidar la soledad. Golpeó la cuchara contra la taza, lentamente caen las últimas gotas a la mesa, se mancha el bello mantel, repleto de migajas y café del día de ayer. Levantó la frente con el pesimismo de tener que lavar los trastes; abro el grifo de la cocina —No tener nada que hacer —pienso al pasar los dedos bajo el agua tibia—. El perderte llevo a tu hija a cruzar una brecha, saltar una fisura de baldosa que se iba extendiendo hasta llegar a mis pies, por ello tropecé por cada paso que daba hasta llegar a donde estoy ahora. Me detengo a observar el fluir del agua: —No es su culpa —murmuro sin darle tregua al olvido—. Ella no pidió nada de esto —cierro la canilla y apoyó ambas manos sobre el fregadero—. Yo tampoco pedí.
Me acerco a la ventana para tomar algo de aire, suena mi televisor por detrás: —(Una situación de no creer en el club nocturno Sonámbula; sucedió entre las dos de la madrugada, cuando un hombre comenzó a abrir fuego a la salida del establecimiento, hiriendo a dos camareras. [...] Terror en Manehattan. Encuentran varios cuerpos mutilados en la costa de la bahía Oda. Testigos aseguran haber avistado a un grupo de personas vestidas con trajes aislantes que lanzaban los cuerpos desde el puente. [...] Se abre fuego en Nueva Canterlot. Un nuevo movimiento por parte de la estación de policía que trae recepciones mixtas; polémica e indiferencia. [...] El dólar llega a un tope. El aumento de un 34% respecto al año pasado doblega a los bits y causa pánico en el bolsillo de los ciudadanos, el magnate y economista Filthy Rich llama a la calma en estas épocas de crisis. Todo la información al día en CNC, treinta años al servicio del público…).
Las cosas no cambian, tampoco las fechas del calendario que aproximan su claro entierro bufonesco repleto de tareas por concretar. En un día así, uno que precipita lluvia en el viento cuando se siente aquel gris tan concretó, de impertinente tumulto, fiero e injusto —Como los días que me tocan vivir —pienso al apoyar mi nariz contra el cristal—. Las fechas no cambian, tampoco las personas; tal vez cambian sus edades, en apariencia parecidas a otras con rostros reconocibles bajo la lluvia, como un familiar o un vecino… —Hoy es su cumpleaños, casi lo olvido —tomo mi celular y salgo hacia el pasillo—. No puedo tocar a la puerta, nunca lo había notado pero su cumpleaños cae justo este mismo día, sea mera casualidad o un destino irónico, solo puede significar una cosa. Pretender sonrisas, eso se me da bien. A punto de tocar a su puerta recibo una llamada, atiendo: —Aquí Trixie Lulamoon —digo sin ganas—.
—Buenas tardes, mi nombre es Aria Blaze y le llamó desde las oficinas de My Pony en Nueva Canterlot… —una voz desagradable sale del otro lado, se diría que hasta muerta—.
Alejo el teléfono un momento: —Creí haber bloqueado sus servicios meses atrás —susurro, tapando la bocina—.
—¿Tengo el placer de hablar con él o la propietaria de esta línea telefónica?
—¿Acaso tengo voz de hombre como para hacerle preguntar? —le escucho resoplar con hastío—. Si, está hablando con la propietaria. Pero no estoy interesada, se los he dicho el mes pasado, no vuelvan a llamar.
—Debe tratarse de un mal entendido. No queremos ofrecerle nada.
—¿Para que llamarían entonces?
—Usted se ha suscrito recientemente al servicio de cartomancia de Crystal Ball —guardó silencio, un escalofrío pasa por mi espalda—. A ver, aquí llegó su lectura: "Alguien está por llegar a su vida, no lo haga esperar por tropiezos del pasado. Confíe en quienes confíen en usted y sea abierta a nuevas experiencias. —hace una pausa, se oye el mover de un apilamiento de hojas—. Recuerde que hoy con su tarjeta de suscripción a Mipony tiene un descuento del 20% en medios de transporte Uber y allegados a la aplicación Nueva Canterlot Drivers. Que el gran ojo de la senda le cuide de los malos augurios". Que lo pase bien este día… Imbécil.
—¡Oiga, escuche eso! —es tarde para gritarle, ha cortado la llamada—. Quién se cree esa como para insultarme a mí. Soy la gran Trixie Lulamoon, ¿eh…? —de nuevo mi teléfono, atiendo la llamada—. Hola. Hola, ¿quién habla?
—…Pareces estar en falta para conmigo, Trixie Lulamoon.
[...] Me altere al oírla, dije un par de mentiras y fui corriendo al ropero en busca de algo en lo cual me vea bien. Me tomo un minuto. Luego salí del edificio, estaba despeinada, ni una ducha he podido tomar, solo trote hasta la esquina. Note el pasar de un taxi bajo esta lluvia desbordada, con la mano en alto lo llamó y al abordarlo observó, observó lo lejano desde detrás de la ventanilla. Algo grosera le ordene al conductor:
—Hasta la terminal de trenes.
—Buenas tardes también para usted —respondió con un tono algo aprensivo—.
—Bien, lo lamento. Buenas tardes.
Al seguir con la mente en el exterior, pienso apenas en esa colección de cabezones de los Power Ponies arriba del tablero del auto. Mi cabeza está temblando de una manera similar y esa cruz colgada en el retrovisor me provocan unas ganas de rezarle a cualquier dios atento con tal de que todo me salga bien. Porque es de no creer, le dije que no la había olvidado. Casi será cierto, será quién será detrás de la máscara virtual, será fresca y pasional. Podrá haber discordia entre nosotras, será irritable, de belleza seductora e infernal —Peligrosa, podrá ser —pienso, pienso como también caigo en los nervios—. Desespero en silencio. Junto las piernas y noto al joven taxista observando mi figura por el reflejo del espejo retrovisor. Es apuesto en sus propios términos, no ha de pasar los veinte y si pasa los veinte será en perforaciones. Desea demasiado, si es que no para de levantar su vista del camino, seguirá pensando en esta bella mujer ante sus ojos. Daría igual la belleza, su contador de ganancias sigue subiendo e internamente siento un puñal indiferente clavarse en mis manos, provocando que las guarde detrás de las espalda mientras respiro profundamente. Observó al limpiar lo empañado del vidrio, eso que caldea allá debajo de la autopista y que se extiende hasta un final de mar sureño repleto de tinta bajo el puente transbordador que se presenta tan verde de musgo como también cuelga en él el abandono; sigue sin pena un gran monumento al bajo fondo de la metrópolis. Tan parecida al antiguo vecindario que postule alguna vez como hogar, una villa de miseria y carencias se puede encontrar en cada ciudad. —Tan cercana a mí, ni siquiera acercarme quiero. Pero ella estará allí —dudo un instante, sujetándome fuerte al asiento—. A menos de quinientos metros se encuentra la terminal de transportes, una brillante idea, así se le da algo de uso al aeropuerto. Me pregunto, pienso —¿Estará esperándome a mí o yo deberé esperar por ella? ¿Y sí tal vez mintió cuando hablamos por teléfono? ¿Acaso llegó hace horas y habrá creído que le deje plantada? Dejarla plantada en ese laberinto de despedidas, rodeada de desconocidos, gente perdida o incluso peor —levanto la frente, estoy cerca—. Me descolocó con solo pensarlo, realmente la he olvidado y por sobre todas las cosas, le he mentido…
—¿En falta, yo? —pregunte tan nerviosa que comencé a apretar los pies contra el suelo, como si me fuese a caer de un momento a otro—.
—No lo sé, pareciera como si me hubieses olvidado —dijo Starlight con un tono deprimente—. Esperada al menos una llamada.
—¿Olvidarte? Debes estar bromeando, Trixie Lulamoon posee una gran memoria —observe al interior del departamento, pensando en cómo debería vestirme—. No te olvide, no cometería ese error. Me has llamado justo a mitad de camino. ¿Te encuentras bien?
—Claro que estoy bien, aún no he llegado así que tienes tiempo —suspire aliviada, Starlight se echa una ligera carcajada—. Je-je, espero reconocerte. Aunque creo poder hacerlo, te buscaré por toda la ciudad si es necesario.
—Yo también —del sonrojo anterior paso a sentir una mera culpa punzante—. Nos veremos.
—Nos veremos.
Despabiló al momento, se oye saliendo del estéreo una voz masculina enojada que exclama: —(¡Nos están metiendo mano hasta en donde no tenemos nada! Acá lo que se necesita en mano dura, Shining Armor va a traernos seguridad. El problema es que ya no se sabe de qué hablamos, de política o resentimiento social, lo único que se sabe es que mientras el narcotráfico asalta Nueva Canterlot el joven se quiere hacen el bandolero, y todas estas corridas están avaladas por el señor ministro del exterior Hoity Toity.
—¿Y esto en que vincula al ministro de seguridad de la nación, Wind Rider?
—Es tan fácil como ver el reporte financiero del año 2017. Se movilizaron más de setenta millones de bits destinados a gendarmería para financiar obras públicas que no necesitamos. Que me están contando, este es el país del revés).
Aquel ansioso taxista cambia de estación: —(Ha veinte minutos de las cinco de la tarde. Ahora en la 101.5 Sonora Zip pasamos a reproducir… Only Ones Who Know - Arctic Monkeys).
La terminal de trenes, tenebrosa como pocas, aunque le suelen vincular una inquietante naturaleza romántica debido al mundo del espectáculo, siempre una costumbre idónea de tildar de mágico algo triste como lo es el adiós. Al pagarle al hombre proceso a pasar sin disimulo por la mugrienta pasarela, de ahí comienzo a imaginar su ropa, su cabello, su nariz y sus orejas —Su personalidad, su carácter —pienso y me detengo en la entrada, me quedo viendo a un centenar de personas corriendo sin parar—. Abrazos por allí, gritos de emoción por allá; incluso en el suelo se encuentra un vago comiendo restos de un almuerzo ajeno. Me voy adentrando de a poco, un techo alto sobre mi cabeza, bocinas de locomotoras que casi logran asustarme y acercándome a los ventanales veo a las locomotoras en reposo, y la gente salir en patota viniendo hacia acá —Demasiada libertad al caminar y aun así Trixie no logra encontrarte —suspiro hasta desesperar—. [...] A paso veloz voy, de un lado a otro, no es la hora indicada, pues me tome las molestias de olvidar. —¿Dónde está? ¿habrá sido secuestrada? ¿habrá sucedido eso de lo que tanto habla por los noticieros? —me pregunto con las manos apretando mi nuca—. En eso giró la cabeza, chocó contra una mujer, alejándome veo que está se acomoda la bufanda e ignora mi presencia, se pone a caminar hasta desaparecer entre la multitud. De nuevo giró la cabeza, y de pronto, un recuerdo me invade: "Si la vida se resume en solo una fracción de segundos, me gustaría repetir este momento una y otra vez". Y claro, ahí tenía que estar parada, la luz se cuela entre las ventanas, alejando su sombra y la mía que penetran el temor que yo sentía; desde su brillante cabello hasta su suave sonrisa. Es perfecta.
Por primera vez en mi vida me sentí fuera de lugar, sin encajar y con un aspecto terrible. Pero aún así mi corazón no paraba de latir con fuerza, estaba feliz.
No sé bien de qué manera reaccionar, supongo que será mejor primero reaccionar. Despabilo un poco, abro levemente la boca por su sorprendente belleza y ella se me acerca para cerrarla con su ahora descubierto suave toque: —A boca cerrada no entran moscas —dice ella guiñandome un ojo—. Se te ve bien, Trixie Lulamoon.
—Po-podría decir lo mismo de ti, Starlight Glimmer —digo nerviosa, solo un poco—. ¿Cómo lograste reconocerme?
—Tu cabello —apunta hacia este, y yo sonrojada lo acarició—. Eres la única persona entre todas con el cabello blanco, francamente me pone feliz descubrir que realmente no era cosa de photoshop tan bello pelo…
—Trixie, digo… —carraspeo y bajó la cabeza—. Me siento halagada, supongo que tener un cabello de anciana no es tan malo después de todo.
Al decir eso ella se me abalanza, abrazándome con tanta fuerza que todo a mí alrededor se ve borroso. Aroma salvaje y a la vez embriagador hace que cierre los ojos, en un simple clic del gran reloj de esta terminal vuelve su movimiento a todas las almas errantes cuya emoción y desesperación les evita verme en tan perfectas circunstancias. En brazos de alguien otra vez, luego de tanto años, justo este día —Mamá, parece como si nunca te hubieses ido —pienso al acurrucarme en su hombro—. Podría quedarme así para siempre pero… el tiempo apremia. Me aparto de ella al igual que ella de mi y le preguntó: —¿Has viajado bien? Parece que solo indeseables han bajado de ese tren.
—Tranquila, ha estado bien. Vamos nomás —responde ella y empieza a caminar, sorprendida le sigo—. Dime, ¿qué hay de bueno por la ciudad?
—Ehhh, podría decirse que todo lo de zona norte y alrededores… —observó su espalda, solo es una mochila—. ¿Dónde están tus cosas? Esa simple mochila es demasiado ligera como para apañárselas un año entero.
—Calma Lulamoon que te saldrán más canas —aferró mis manos de nuevo a mi cabellera—. Todo lo que necesito está dentro de esta mochila —al oírte decir eso supongo que tendrás dinero de sobra—. Vámonos de aquí, quiero comer algo decente… Yo invito, tu solo dime dónde.
[...] No pasó mucho para terminar tomando un café juntas fuera de una coqueta cafetería ubicada en una de las tantas peatonales de zona norte. Ella se veía tan dulce devorando su tercer rebanada de pastel, yo le decía que no tenía apetito. Me contó de nuevo sobre su vida en la preparatoria de Cristal, señorita presidente del consejo estudiantil, vaya historia, y tenerla cara a cara lo volvió mágicamente interesante; paso de eso a contarme lo que se, de padres separados e independiente a costa de los deseos de su padre. Casi parecía guionado, lo contaba con una liviandad divina. De esta forma, constantemente se acomodaba el cabello revuelto por un viento silbante que llamaba a la lluvia, me miraba a los ojos y volvía a hablarme calmadamente. Pero yo me sentía apagada, ajena, la tenía presente sí, pero fuera de foco… hasta que largo esa pregunta que temo tanto contestar.
—Ya basta de mi, ¿cuéntame un poco más sobre ti? —esa pregunta provoca que me queme la lengua al sorber el café—. Ahora que me doy cuenta que no se tanto sobre la gran Trixie como ella sabe de mí. Siempre cuando hablas de tu persona pareces muy empinada a comentar sucesos recientes.
—Bu-bueno, Trixie, digo… —al balbucear todo eso, una gota de agua le cae directamente a su nariz—. Oh, creo que está por llover —Starlight se mosquea al oír eso y se levanta—.
Alza la mirada, dibuja una pequeña sonrisa y me dice: —Que bueno que pague por adelantado… —baja la cabeza, me guiña el ojo y hace un ademán para largarnos—. Vamos tonta, a caminar bajo la lluvia un poco, busquemos un buen lugar para oír esa gran historia que tienes para contar.
[...] Dimos vueltas y vueltas, entre callecitas y callejones, entre bocinazos y ladridos. La luna que tan baja se hunde en el mar se elevó lentamente para usurpar los cielos; en Starlight había una impaciente emoción oculta bajo tanta galanura que me daba golpecitos en la espalda para impulsarme a seguirle el paso, no era positivismo, solo era curiosidad y ambición lo que ella emanaba por cada borde de su cuerpo. No lo escondía, se le notaba, igual a mi que no logré esconder mis sentimientos de pérdida, miserables sentimientos de pérdida —Debo superarlo, tranquilizarme, simular por lo menos o terminaré por arruinarme la noche —pensé, volviendo en mí—. Ahí en ese momento, ambas quedamos frente a una escena curiosa, en una calle de farolas que no logro reconocer, donde varias titilaban casi indetectables, donde la lluvia parecía correr de vuelta al cielo, donde no lograba diferenciar las sombras de las personas; y donde su figura se me vuelve a aparecer en la otra cara de la calle, una silueta alta que esperaba debajo de la farola, era ella. Su quietud me abrumó, me asustaba el solo imaginar oír su voz, toda su soledad, lo que representaba para mi. Por fin había venido a buscarme, luego de tantos años evitándola… Hasta que de repente, otra figura familiar surgió bajo la lluvia, esta se apegó a la silueta más alta, ambas parecían ir en mismo rumbo que nosotras; en eso Starlight se acerca y me tomó del brazo, sacándome de debajo del centro del foco. Seguimos caminando un poco más luego de eso…
—Donde sea que estés ahora, espero que te encuentres bien… —cierro los puños con fuerza, veo a lo lejos una luz de neón—. Ember.
2 DE MARZO DE 2019
(Eres un enigma, como un viejo trauma que revives sin razón. No puedo ignorarte, estás demasiado presente… Al atardecer - Los Piojos)
Actuas igual que una niña, de todas maneras no es como si me molestara. Sucedió de repente, ni siquiera hacía falta preguntarse cuándo o cómo, se ato a mi cintura y no ha parado de seguirme… Y no para, no para, nos siguen ¡Silencio! —¿Que esperaban que hiciera? Se le nota tan vivaz que se vuelve imposible negarme —les susurro a ellos mientras que en secreto le miró los labios, que no paran de moverse—. Sunset Shimmer, esta mujer me saco a caminar como a un perro por la peatonal, haciéndome sentir observada en todo momento. Hablamos suficiente de cada tópico absurdo hasta de qué opinaba del juego de los Wonderbolts en la pasada temporada, y para peor, su sonrisa provoca que varias de las personas a nuestro alrededor nos lancen miradas extrañas a través de esos ojos llenos de inquietudes culposas guardadas con enfermiza sutileza, parece como si observarán a una abeja intentando sacarle polen a un gran árbol. Siente el viento joven abedul, roble… ¿ébano? Aprovecha este viento que se pega en tu cara y así cómodamente se retuerce, imbuyendo su calor dentro de tus poros, lo respiras al igual que ella que no para de guiarte por las calles desbordadas de pintura amedrentada por un paño de seda sucio. No está tan mal. Comienzo a aligerar el paso, una duda molesta me tiene desconcertada, todo debido a que no para de hablar: —¿A dónde me llevas Sunset Shimmer? —le preguntó, está se calla en el acto—.
—Ohh… Ya sabes, por allí, por allá —responde mientras apunta disimuladamente a la derecha y a la izquierda—. ¿Te haría sentir mejor caminar con un rumbo definido?
—Me haría sentir mejor un poco de contexto a tus tribulaciones —levantó una ceja, ella me mira intrigada—. Eres extraña, ¿lo sabías?
—Lo intento —me da la espalda, coloca sus manos detrás de la espalda—. Sígueme, matemos algo de tiempo.
Mientras que ella miraba el interior de las vidrieras con una sonrisa, yo observo mi reflejo sobre las mismas con expresión relajada, sin más queda decir lo sorprendida que estaba tras ese descubrimiento. Lo admito, es extrañamente magnético su paso, sin darme cuenta me voy acercando de a poco a su lado, y ella no deja de espiar mis movimientos para luego hacerse la desentendida —¿Que será esta sensación punzante? ¿Serán los nervios? —me pregunto para luego percatarse de que se había metido en una de las galerías—. Apenas nos adentramos se puede denotar que está vacía y lo primero que veo son pequeños negocios que exponían largos y reveladores vestidos de boda blancos y otros de suave seda rosada; luego tiendas de arreglos florales y más flores… Con eso dicho, arrimada en una esquina de la galería, debajo del sol descendiente, otra florería; una cuyo nombre es Pride Flower & Daughter y que sin darse cuenta había cerrado con un ramo de lirios blancos sin guardar. Sunset las toma con cuidado, las inspecciona y me las lanza para luego decir: —No dejemos que se desperdicien, siempre hay alguien ahí fuera que adora las flores —al decir eso me estás dando una idea, y tú pareces querer recordar a alguien cuyo nombre no quieres mencionar—. Mientras caminábamos, estaba pensando qué clase de lugares podrían serte de interés, viéndote ahí parada pareces una de esas chicas que frecuentan lugares como, no lo se —señala a un inesperado salón de tatuajes—, algo como eso… —baja lentamente el brazo, mira hacia la salida de la galería—. No creo, o seguro tal vez algo como eso… —apunta rápidamente a una vieja disquería al frente del salón, yo solo levanto mis hombros sin pronunciar palabra—. Pero luego note que bajo esa fachada tan macarra has dejado esclarecida a alguien de verdad reservada.
Hundo mi nariz en las flores, huelen bien. Pero se las vuelvo a lanzar, Shimmer las atrapa con sorpresa y le digo: —Entonces que, ¿esperabas a una muchacha dulce solo porque no actuó como acostumbras cuando ves a los matones de tu instituto?
—Tal vez… —casi susurrando—. Y este nuevo descubrimiento lo vuelvo mucho más interesante —al acabar de hablar se pone a caminar hacia la salida, le sigo—. Ya te digo, será muy divertido cuando pasemos el tiempo juntas en el colegio, incluso a mis amigas les agradará conocerte.
—Se ve que ya me has metido de lleno en tus futuras actividades, ¿eres una obsesiva o solamente terca? —le pregunto, ella ríe—. No sé cómo te imaginarás que soy, sea lo que sea que hayas creado dentro de esa cabeza pues permíteme decirte que eso fue hace mucho tiempo. He cambiado, y creo que es mejor así.
—Eso suena bien, perdóname por ser tan invasiva. No sé lo que me pasa, supongo que estoy nerviosa, suelto todo tipo de cosas cuando me pongo nerviosa —¿Yo la pongo nerviosa?—. Hablando de soltar, toma —me pasa el ramo otra vez, apunta hacia los lavados—. Iré al baño un momento, ¿me esperarás?
—Muy bien, pero apresúrate.
Un lugar apartado, irónicamente llamada Galería Vínculo. Sus muros de ladrillo y sus tejas de tonos anaranjados logran separarnos del ruido de la calle, ver cómo la luz se vuelve suave por el pasar de nubes grises me trae cierta calma y quietud. Me da que pensar: "Cambie, y creo que es mejor así…" ¿Que mierda dije se puede saber? De nuevo a lo mismo, negándolo todo, mintiendo, en soledad uno queda para acobardarse en silencio y luego, enmudece aún más. Voces, voces y más voces se acumulan en el marco de la puertas, quieren salir. Incluso desde lejos se te logra ver lo malo, estás mala y es un olor a huevo podrido, a humedad, lo emana mi pecho. Escarbar, encerrada debo escarbar, pero sin uñas no puedo —utilizo el ramo para frotar mi brazo, de arriba a abajo, de arriba a abajo—. Vergüenza. Jajajajajajaja… Buena esa Ember, ¿no te hartas de hacer esto? No eres la misma persona, somos diferentes a ella, nadie es igual a tí, basura… No puedo salir, no eres aquí ni es él ahora ¡Ella está en peligro! Eres el peligro. Ember, Ember tranquila, solo eres tú… —de una humareda de la nada se aparece en mi socorro, con un cuerpo de dragón pequeño y escamoso, de tonos naranjas y cabellera violeta—. Su nombre es Smolder, la única que logra hacerme entrar en razón. Según Red, ella proviene de alguna parte profunda de mi subconsciente, una que se hace demasiadas preguntas y que por ahora no logro encontrar respuestas.
—¿De verdad crees que este es el mejor momento? —pregunta Smolder, que cual gárgola sobrevuela mi cabeza—. ¿Te tomaste las pastillas?
—¿Así sin adornos? —le pregunto, ella cruza los brazos—. Si, si lo hice niña. Dioses, que directa estás hoy.
—No fastidies, como si alguien pudiese oírme —al decir eso, se acomoda en mi hombro—. Ese ramo de flores, ¿no crees que es muy cursi? Bonito sí, pero cursi. Más aún sabiendo que te lo dio esa chica cuya vida pasó por tus manos, Sunset… ¿sería atardecer en inglés? —contestó que sí con la cabeza, mis ojos están puestos en los lavados—. ¿No te parece raro como todo parece estar en inglés, y eso que nosotros hablamos español?
—¿Que quieres Smolder? —sus apariciones repentinas me irritan—.
—Llévala al bar.
—¿Por qué? —apresuró a preguntar, negándole la mirada—.
—Es la única idea que tenemos, el único lugar que conocemos. Además… —se aparece de repente enfrente mio con una fuerte expresión reprobadora—. Ella no parece tener idea de a dónde ir —ambas oímos un silbido, volteamos a ver—. Hablando de Roma, te lo dejo en tus manos.
Con la vuelta de Sunset, Smolder se destroza en pedazos hasta desaparecer de un *poof*. Shimmer parece sonreír nerviosamente, se rasca un poco la cabeza y camina hasta quedar delante mío. Parece pensar un poco y se dispone a decir: —No has desechado las flores —miró el ramo algo desconcertada, pues había olvidado que las llevaba conmigo—. Que lindo de tu parte. Ehhh… —mira al cielo y entrecierra los ojos—. Pareces que va a llover, ¿vamos? Aunque francamente no sé a dónde, ehhhh…
—Si no te molesta tengo una sugerencia que ofrecer, un bar al otro lado de la avenida Mistmane —vaya, sus ojos parecen estar brillando—. Podría ser divertido… —le enseñó una leve sonrisa, sigo clavada en sus ojos—. Confía en mí.
2 DE MARZO DE 2019
SCARLET HOLE
El clima se sentía ameno dentro del agujero, desde su clientela habitual hasta el personal de la casa que logran malabarear de aquí a allá con vasos y copas. Para lo adeptos, una cueva, pero no cualquier cueva repleta de fango, moho y ramitas; era una cueva acogedora aunque espaciosa, que para quienes saben bien significa una buena parada para beber, escuchar música y disfrutar de lo indicado para experimentar así lo mejor de Nueva Canterlot. Y a pesar de que sus paredes dan la impresión de una mazmorra, el lugar es suficientemente extenso en sus colores y toques hogareños que provienen de lazos y lazos de guirnaldas de luces que ni el calor ni el frío son perceptibles. Encaja desde dentro, solo que no tanto de fuera, es solo un hoyo en la tierra. Detrás de una barra de cedro tallada, de ojos almendra y vistiendo un chaleco de barista y debajo una arrugada como también arremangada camisa blanca, se encuentra su regente al igual que propietaria Scarlet Wayfarer, quién con expresión somnolienta mira hacia la tarima del fondo; arriba de ésta se puede ver a un joven dueto, una mujer alta con vestido de noche que canta melancólica una balada mientras que su compañero le da un acompañamiento en el piano. Canta sobre un amor, pero uno muy obtuso, que desapareció tan rápido que al final ni su nombre quedó, ella siguió con su vida y del otro ve tú a saber qué pasó, solo sabe que lo disfruto tanto y se arrepiente, pues ni su nombre quedó; solo un par de labios en una servilleta. Y la dueña le mira satisfecha, sus historias suelen ser así, por eso le permite cantar cada noche mientras que lo búhos ululan a la luna.
Al terminar de cantar, la cantante agradeció, varios aplausos recibió y los reflectores, oscureciendo la tarima, le permitieron desaparecer tanto a ella como a su compañero. Cuando eso pasa, todas las luces se apagan para dar paso a un reventón sonoro donde una banda de personajes enmascarados sobreponen su energía que pone a bailar a muchos en el local. Mientras que parejas se acercan a la pista de baile, se abre la puerta principal, Scarlet observa hacia esta y pretende sorpresa al notar la entrada de dos mujeres de entre diecisiete a veinte años cuyos ojos parecían estar bajo un trance, una de ellas, bajita y con cabello blanco, camina algo encorvada detrás de su compañera; a su acompañante se le ve más lúcida, manteniendo un paso firme el cual se aproxima a la barra.
—Han llegado —murmura Wayfarer, ya sacando un par de chupitos—. Todo saldrá bien.
Las dos jóvenes toman asiento en los taburetes: —Hola, buenas noches —comienza hablando la chica del gorro de lana—. ¿Cómo pintan las cosas por aquí? —pregunta con recatada frivolidad—.
—He de decir que hay buena lana, pero no me preocupa trasquilar a un par de corderos demás —responde Wayfarer mientras enseña una morbosa sonrisa—. Mi nombre es Scarlet Wayfarer, y esté es mi agujero. Permítanme sugerirles un chupito de mezcal para el despabilo… pues se les observa fuera de foco.
—¿Mezcal? —pregunta la muchacha nerviosa de cabello blanco—. ¿Eso es demasiado? Ni siquiera soy mayor de edad.
—¿Que pasa? ¿Me vas a decir que no eres capaz de tolerar algo de alcohol? —pregunta la chica de tono sarcástico—.
—¿Y-yo? Por supuesto que soy capaz —replica la muchacha de poca estatura y mucho orgullo—. Pero aún así no me parece lo indicado.
—Buen punto, hasta diría que demasiado auto consciente —felicita Wayfarer, guardando de nuevo el mezcal—. Mis disculpas, ¿acaso han abierto la puerta de un empujón?
—Algo así, ¿hay algún problema con eso? —pregunta la muchacha de cabellera transparente—.
—Ninguno. Siéntense como en su casa, si quieren quedarse en la barra supongo que podré hacerles unos daiquiris de frutilla. No son tan fuertes… —Wayfarer comienza a sacar sus instrumentos de trabajo—. ¿Bajo qué nombres prepararé esta bebida? Solo es curiosidad, no somos Starhorse Caffe.
—Starlight Glimmer, y que el mío sea de durazno. La despampanante chica a mi lado es Trixie Lulamoon —responde Glimmer sin pensárselo dos veces—.
—¡Starlight! —exclama Lulamoon para luego ponerse a susurrar sonrojada—. Agradezco lo de despampanante pero no deberías darles nuestros nombres a cualquier extraño, y mucho menos a una rarita.
—Lo lamento, es que nos está atendiendo, además… —Glimmer comienza a observar a su alrededor, se quita la gorra para dejar caer el resto de un largo cabello ondulado—. Algo en este lugar me resulta muy familiar, como si ya hubiera venido antes —de repente se abraza a sí misma y tiembla levemente—. Uff, que frío hace aquí, supongo que son los efectos de estar bajo tierra.
Ambas se dan media vuelta y contemplan todo a su alrededor, Lulamoon nota como una mujer duerme en una de las mesas adyacentes al escenario, con la cabeza oculta, posee un cabello castaño desordenado y viste un notable suéter azul que en cuyo cuello se encuentra colgando una simpática corbata de moño; le es familiar, aunque algo le faltaba, algo que suele notarse a simple vista y tiene un tamaño considerable. —¿Aquella será quién creo que es? —se pregunta a sí misma para luego voltear a observar a su compañera—. Ella le sonríe, Lulamoon no puede lograr producir ni una mueca, su melancolía la inhiben de todo sentido, con solo mirar a Starlight a los ojos le provocan dentro un mar de inquietud e inseguridades, recuerdos del porqué y el cómo de este día… Un día de pérdida. Su madre —¿Y donde estas madre? ¿Por qué papá nos dejó? ¿Que he hecho mal? —siempre dudando, nunca reconociendo—. Eso logra hacer que baje su cabeza, perdiendo una pequeña oportunidad para acercarse a su nueva persona especial. Tal vez no sea ella la que deba tomar la iniciativa, ya que no es más que una cobarde, una traidora, y quién es traidor siempre será un traidor: —¿Está todo bien? —interrumpe Starlight con una pregunta, bajando su cabeza con tal de mirar a Lulamoon directamente a los ojos—.
—Lo de Trixie es… complicado.
—Creo considerarme experta en ese campo —le asegura Starlight con una expresión gentil—. Hay algo que te incomoda y puedo sentirlo desde que te negaste a comer otra rebanada de pastel en el café, considerando lo gorrona que eres en los videojuegos.
—¡Salen dos daiquiris! —exclama Wayfarer para luego pasar a un tono seductor—. Disfrútenlos, algo me dice que van a necesitar por lo menos un pequeño shot para soportar lo que vendrá luego *roar* —imita suavemente en sonido de un felino y le guiña el ojo a Lulamoon—.
Las chicas empiezan a beber de los casi desbordados vasos, enfriando así el ambiente y aligerando sus lenguas. Nueva Canterlot se sumerge lentamente en una riviera nocturna, pero ¿cómo saberlo? Aquí dentro siempre parece ser de noche, pasando de segundos a minutos se sienten fuera de las concepciones del tiempo y el espacio, a unos cuantos metros fuera de la metrópolis. Al menos eso cree Starlight Glimmer, quién intenta ignorar la pesada empatía que le provocaba ver el rostro afligido de Lulamoon. —Se que algo te preocupa, pero no puedo saberlo si no hablas conmigo —piensa Starlight, quien comienza a impacientarse—. Bebiendo velozmente su daiquiri de durazno, se envalentona y pregunta de nuevo: —¿No piensas decir nada al respecto?
—¿Eh, de qué hablas? —Lulamoon se hace la desentendida y evita la mirada—. No sé de qué hablas… —susurra eso último para luego ponerse a beber las gotas restantes del daiquiri—.
—He venido hasta aquí desde muy lejos, lo mínimo que quiero saber es que le sucede a la única persona que conozco en esta ciudad —Starlight saca de su billetera una foto de cierta muchacha de cabello blanco—. ¿Ves esta foto? —le pregunta al apuntar hacia los labios de la chica—. ¿Dónde está esa sonrisa presumida? ¿Dónde está la actitud tan desvergonzada con la que te conocí en línea? ¿Donde está la Gran y poderosa Trixie?
—¡Esa soy yo! —grita Trixie casi al borde del quiebre—. O e-eso soy al menos en línea… —guarda silencio, Starlight canaliza lo dicho a ojos cerrados—. Pero hoy no sé ni quién soy realmente, te he mentido y lo he arruinado todo.
—¿De qué hablas? Yo la he estado pasando a la mar de bien contigo —Starlight comparte un tono sereno, una respiración suave que Lulamoon se detiene a oír—. Si ahora te encuentras mal y has podido hacer que lo pasé tan bien. Vaya, no quiero imaginarme cómo serás en tus días felices. Recuerda, somos amigas, compañeras y no podremos seguir siempre así si tú no confías en mí.
—Confió en ti, incluso te estimo —revela Lulamoon mientras levanta de a poco su frente—. Por eso temía negarme a verte hoy, por eso te mentí cuando dije que recordaba tu llegada… —Starlight deja escapar una pequeña sonrisa, pues logró confirmar algo—. Yo ni siquiera estaba vestida cuando llamaste, o tal vez si, no lo recuerdo. Solo recuerdo sentirme mal conmigo misma. Porque un día como hoy hace siete años, mi madre resultó muerta en un accidente automovilístico.
Al oír eso Starlight solo mira hacia la tarima, la banda tocaba música que no iba para nada con la situación, pero acaparaban en espacio lo dejado por aquel silencio incómodo de Lulamoon. No sé decide, no logra hacerlo, ¿es pena o cansancio lo que le invade tras esa revelación? Lo único que piensa es que debe decir algo, a pesar de su poco tacto ante estas situaciones. Starlight debía hablar: —Comprendo, pero no justifico tantas mentiras —tal vez no eligió las palabras correctas—. Honestamente creo encontrar algo de mí en ti.
—¿A qué te refieres?
—Ambas somos muy orgullosas para incluso negar nuestros problemas. Ahora mismo no paro de pensar en cómo poder convencerte para lograr extender esta noche un poco más, aunque contigo en este plan… Curiosamente me siento la gorrona aquí.
—No digas eso —dice Trixie con expresión decidida—. Dijiste que serías tú quién pagaría todo esta noche.
Starlight comienza a reír: —Jajajaja… Señorita Lulamoon, usted tiene toda la razón —recuesta su espalda sobre la barra, su expresión está relajada—. Pasemos bien nuestra noche juntas.
Como si de una burla del destino se tratase, ante esas palabras la puerta del bar es abierta, el viento atraviesa las mesas y las ropas, ambas compañeras echan un ojo a una nueva perspectiva de la vida. Otras dos mujeres de entre diecisiete a veinte años habían arribado, llamativas y con expresión aliviada por haber logrado escapar de la lluvia. La primera en hacerse notar es una pelirroja de piel bronceada, su cara debe estar acostumbrada a sonreír despreocupadamente. La otra bajo sorpresa es bastante alta para ser una mujer de por aquí, su mirada parece querer ir para todos lados, no dejando escapar nada a la suerte. Sus repentinas apariciones provocan que Lulamoon quede petrificada, haciéndole soltar su vaso el cual logra ser atrapado al momento por Starlight; está le pregunta si se encuentra bien pero Lulamoon no puede parar de pensar y solo suelta un susurro: —No eres tú, solo son coincidencias. No estás aquí, no ahora —se pone de pie y traga su saliva—.
—¿Trixie qué sucede, quiénes son ellas? —pregunta velozmente Starlight—.
—Son mi vecina y un fantasma —responde Trixie sin siquiera parpadear—. ¿Qué hace aquí? Cómo puede aparecer así luego de tantos años, y con Sunset Shimmer.
La pelirroja luego de posar sus ojos en una linda mesa, se da media vuelta y observa hacia la barra. Su barista parece haber desaparecido, dejando aún más en evidencia a aquellas dos chicas, así que pasa lo que tiene que pasar: —¿¡Trixie!? ¿Trixie Lulamoon eres tú? —pregunta la pelirroja, su expresión de sorpresa parece cambiar a un rostro curioson—. No sabía que tú bebieras, ¿que haces por aquí? —su voz alzada atrae la atención de su acompañante—.
Trixie vuelve a tragar saliva, no podría decirles que estaba pensando ella en ese momento pero, sus ojos brillaban. Otra y otra sonrisa, ella dice: —Shimmer, Trixie te preguntaría lo mismo —ve a través de susodicha, fijándose en la chica alta que obviamente aprieta sus dientes a la distancia—. Oye, feliz cumpleaños.
—Guau, lo recordaste, ¿debería esperar un regalo? —dice Sunset con un dejó de sarcasmo—.
—No lo creo, mis felicitaciones deben bastar para cubrir por lo menos diez cumpleaños. Y así como yo lo veo, al parecer tienes ya un regalo contigo. ¿Podrías llamarla un momento? —Lulamoon cierra los ojos, intenta seguir calmada—. Trixie quiere conocerla.
Starlight se coloca a su lado; con preocupación apoya su mano en el hombro de Trixie y dice: —¿Estás segura de ésto? Te vez más pálida de lo normal —Trixie asiente con la cabeza, no puede permitirse perderle de vista—.
Muy tarde para decir algo, se acercaba para donde ella estaba, enmudeciendo a Shimmer y tragando toda la tensión para transformarla en una enigmática expresión avergonzaba. La ha encontrado al fin, ahora faltaba actuar en pos de algo, podría ser irá o compresión, podría golpearla o besarla. Y si mejor no sucede nada de eso: —Cuánto tiempo… —Trixie se queda con las palabras en la boca—. Parece que te has vuelto enana con el pasar de los años.
—Ember —Lulamoon al mencionar su nombre se lanza al suelo de rodillas y comienza a rogar—. L-lo lamento tanto, perdóname, lo siento, lo siento… —su patética escena siguió durante un minuto con su cabeza estampada al suelo, Starlight quería levantarla pero no se atrevía a interrumpir—.
—Creo que será una mesa para cuatro después de todo —le menciona Sunset a Starlight, está asiente—. Ember, ¿de donde conoces a Trixie?
Ember suspira y respira profundamente, se pone de cuclillas para darle un toque a Lulamoon: —¿Te vas a levantar o tendré que hacer que te levantas? —Trixie hace caso a la advertencia, quedando frente a frente con un demonio—. Ella es… podría llamarla mi ex.
—¡Que! —exclama Starlight al darle una mano a Trixie—. ¿Por qué no dijiste nada?
—Guau, eso fue inesperado… —dice Sunset con un tono aligerado—. Bien, esto es un reencuentro hermoso, ¿ahora qué?
—¡Scarlet! —exclama Ember al aire—. ¡Ven aquí!
—No es necesario gritar, estoy aquí —apareciendo por detrás, Wayfarer exalta a Ember quién le lanza un golpe rápido en el rostro—. Ouch —se cubre la nariz y mira al cuarteto con los ojos vidriosos—. ¿Y eso por qué fue?
Todas se impresionan, menos Ember, quién demuestra indiferencia ante el dolor de esa mujer: —Te dije muchas veces que no hicieras eso de aparecer por detrás.
—Y yo te dije muchas veces que no gritaras. Muy bien —Wayfarer se descubre la nariz, no tiene nada—. ¿Es por lo de Lulamoon cierto? Lo siento no pude reconocerla a tiempo como para avisarte que estaba aquí, fue toda una novedad para mi también. Los horarios últimamente están desordenados… —Interrumpe Sunset con una ceja levantada: —¿Desordenados? Espera un momento, ¿Ember cuánto llevas en Nueva Canterlot? ¿De donde conoces a Trixie, y a esta mujer?
—Eso no viene al caso ahora, podría decirse que estamos ante una gran coincidencia —le responde Ember y luego se dirige a Wayfarer—. Scarlet, tomaremos la mesa diecisiete, según he notado las Dazzling no se han aparecido hoy.
—Yes ma'am —le contesta Wayfarer como si fuera un soldado—. Increíble, hoy estás con todo, ¿se debe a esa chica tan sexy que tienes al lado?
—¿Sexy? Por favor, no fastidies —Sunset se ruboriza al decir eso—.
De pronto, recién recuperada su entereza, Trixie grita: —¡Fireborn! —todas le observan con atención, sobretodo Ember—. ¿Por qué no me haces nada? ¿A qué estás esperando? ¿Lo merezco, o no? ¡Hazlo de una vez! ¡Golpéame!
—Si ustedes dos tienen un problema, te recomendaría que lo guardes y no la provoques, Lulamoon —le aconseja Starlight—. Vayámonos a otra parte, no estamos obligadas a seguir aquí.
—Intento guardar la calma, debes saber que no hay nada más en el mundo que cambiaría ahora a partirte la cara pero—Ember guarda silencio, su expresión fría cambia a una de pena, de pena muy profunda—. También recuerdo qué día es hoy… Sé qué día es hoy. Espero que el tiempo haya curado esas heridas, tienes suficientes como para provocarte más. Hoy solo quiero hablar.
[...] No fue así al llegar a la mesa, las cuatro tomaron asiento y por lo menos dos de ellas se quedaron en silencio, sin saber qué decirse. Pasados algunos minutos recibieron unos batidos de fruta por parte de la casa. En eso, Sunset Shimmer y Starlight Glimmer aprovecharon para empezar a charlar, se presentaron y conversaron puras trivialidades con algunas aclaraciones, aún con eso seguían algo preocupadas por tan tensa situación. Ember y Trixie se negaban la mirada, una por despecho, la otra por vergüenza; sigo sin explicar bien tales puntos de vista, se parecen tanto entre sí, una mera cuestión de orgullo. Cuánto vale eso luego de perder todo lo demás, será verdad lo que dicen: "A un hombre le pueden quitar su casa, a su esposa e hijos, quitarle su trabajo y alejarlo de sus amigos. Pero nunca desistirá de su orgullo, porque es mucho más grande que él, y sin él no puede llamarse a sí mismo un hombre". Ambas, Lulamoon y Fireborn, tienen eso en común; cambiando el sexo por supuesto, conservando la misma cabeza dura, son de esa clase de personas que siempre necesitan de una compañía como la de Shimmer y Starlight…
—Entonces me contabas que hoy es tu cumpleaños —asegura Starlight aún con el vaso en la mano—. ¿Y por eso decidiste salir en una cita con una desconocida?
—No sé si llamarlo ci-cita, que es una salida sí —aclara Sunset con nerviosismo—. Jajaja, supongo que todo esto surge de mi incapacidad de ver a ambos lados antes de cruzar la calle, mi madre estaría decepcionada —las dos chicas comparten unas carcajadas, Trixie al oír ese comentario baja la cabeza—.
Y del otro lado del espectro, Ember piadosamente le dice a Lulamoon: —Así que… ¿como la llevas en la gran ciudad?
—He podido acostumbrarme, creo —Trixie mira tanto a Sunset como a Starlight—. Y he conocido a gente buena, creo. ¿Tu planeas quedarte mucho tiempo o tu objetivo fue solo encontrarme?
—Mentiría si dijera que no te he estado buscando todo este tiempo, tal vez esa era mi excusa para darle sentido a mi vida —Ember muerde su uña al decir ésto—. Luego, no lo sé, iré al instituto como cualquier chica de mi edad, perdí mi último año después de todo… Aprovecharé haber conocido a esta chica, Sunset. Es agradable.
—Espera a conocerla mejor, verás que Trixie es una santa en comparación —afirma con voz presumida, la cual luego se apaga—. Nuestro reencuentro no es como lo esperaba, debo admitir que esperaba algo más… sangriento.
—Esto no te exime de nada, aún te odio por lo que has hecho, y planeo mantenerlo así durante el resto del año —le advierte Ember, Starlight deja su bebida al oír eso—.
Sunset da hincapié a calmar esos humos: —Ustedes dos serán todo un caso este año, ¿no? Y si mejor aprovechemos que estamos todas aquí presentes para brindar, ¿que les parece?
—Pero mi vaso está vacío —dice Starlight, enseñando solo restos de hielo fragmentado—.
—El mío también —acompaña Ember—. Podría llamar a Scarlet.
—Y el mío está medio vacío —Trixie se dispone a meter más saña—.
—Olviden los detalles, vamos créanme que este será un gran año —asegura Sunset al levantar su vaso, las demás le acompañan con gusto—. ¡Por los presentes!
—¡Salud! —exclaman todas al unísono—
—Oh, y Sunset... —Ember llama la atención de la peliroja—. Feliz cumpleaños.
(Cuando eso sucede las luces se apagan, un solo foco apunta en dirección al escenario. Ahí parado se encuentra un hombre joven quien solía ser un pianista que acompañaba siempre a cierta mujer talentosa. Ahora esa mujer se encuentra detrás, con las manos puestas en ese mismo piano con el cual él solía tocar, ella viste un atuendo elegante mientras que su compañero viste un precioso vestido de noche. A nadie parece extrañar, campanas suenan en la lejanía. El solo se acerca a aquel micrófono tan antiguo, y comienza a cantar… Mother - John Lennon)
~Mother, you had me
But I never had you
I wanted you
But you didn't want me
So
I just got to tell you
Goodbye
Goodbye
Father, you left me
But I never left you
I needed you
But you didn't need me
So
I just got to tell
Goodbye
Goodbye
Children, don't do
What I have done
I couldn't walk
And I tried to run
So
I just got to tell you
Goodbye
Goodbye
Mama don't go
Daddy come home
Mama don't go
Daddy come home
Mama don't go
Daddy come home
Mama don't go
Daddy come home
Mama don't go
Daddy come home
Mama don't go
Daddy come home
Mama don't go
Daddy come home
don't go
Daddy come home
Mama don't go
Daddy come home
Mama don't go~
3 DE MARZO DE 2019
En un tercer piso de un edificio de la calle Fort Harmony vive una mujer, que esta noche como en muchas otras se encuentra recostada en su cama con una bolsa de frituras en su mano, el ruido de disparos, insultos y sangre desparramada que salen de su televisor demuestran una cierta fascinación por la violencia. Ella viste su pijama, uno bastante infantil de color azul oscuro con lunas y estrellas en él que va casi a juego en naturaleza con su cubrecama estampado con viñetas de cómics clásicos; su piel es oscura y su largo cabello negro le caen por la cara. Intenta no preocuparse por nada, solo medita en su manera de narrar… —Ha estado bien, podría hacerlo mejor para el acto de apertura de mañana —pienso mientras devoro una patata—. Aunque Celestia siempre a sido un caso, no ha parado de llamar todos los días durante semanas, así es ella, un dolor de cabeza constante debido a su densidad. Supongo que lo justifica, está por perderlo todo y lo mínimo que quiere es tener un último gran año en ese instituto… —observó en el librero una foto mía y de mi hermana junto a la actual presidente del consejo estudiantil—. Trabaja tan duro y se preocupa demasiado, esa es mi hermana… —"Alumnos, colegas educadores y personal de las instalaciones, por mi parte no queda nada más que desearles un gran año de logros laborales, personales y académicos" —memorizo mi discurso, al menos su mejor parte—. Esa es mi hermana, quién pudo ver de un centro de paquetería en quiebra a un colegio público que alberga más de quinientos estudiantes, un lugar donde por primero vez en mi vida fui bienvenida a ser parte de algo que valiera la pena. Si, ella lo entregó todo por ese viejo edificio.
Mi celular empieza a sonar, lo busco entre las sábanas y al encontrarlo descubro que se trata de ella. Atiendo y preguntó: —¿Qué sucede hermana? ¿No puedes dormir?
—No, por supuesto que no puedo dormir, estoy nerviosa hermana —su voz deja escapar esa sutil desesperación que tanto cuesta percibir—. ¿Tu te encuentras bien?
—Bien, aprovecho la noche para practicar el discurso —de pronto, desde la televisión el volumen se exalta: —English motherfucker, do you speak it!?
—¿Estás segura de eso? Suena a que darás mucho énfasis en aclarar que este es un colegio bilingüe —ambas reímos un poco, luego ella suelta un suspiro—. Oh, qué haré contigo, lunática. Siento que este será nuestro año más difícil, ¿puedes sentirlo venir, verdad?
—Puedo sentirlo, una verdadera pesadilla —sacó del cajón de la mesita de noche una serie de archivos, algunos expedientes médicos—. Me pregunto cómo se pondrán los alumnos al saber que solo tendrán un año para seguir viendo nuestras feas caras… —paro a inspeccionar dos en particular, estos expedientes pertenecen a dos estudiantes recién llegadas a la ciudad—. Estoy segura de que el consejo estudiantil decidirá archivar tu rostro como el más arrugado en la historia de Canterlot High —uno de ellos está repleto de terminología médica, el otro está misteriosamente vacío—. Que extraño —susurro lo último y hago los documentos a un lado—.
—Muy graciosa, se bien lo vieja que estoy no hace falta que me lo repitas constantemente —hace una pausa y de nuevo vuelve a suspirar—. Pero hablo enserio, nunca pensé llegar a una instancia donde me compadeciera de mí misma por mis decisiones. Los estudiantes, ¿que dirán al respecto? ¿que pensara Twilight sobre todo esto? Siento como si les hubiese fallado hermana.
—Te estas apresurando, aun estamos a tiempo para enmendar nuestras equivocaciones —apago el televisor, solo la luz del velador me acompaña—. No importa lo difícil que sea, tu nunca perderás el respeto de nadie. Tampoco el mío, hermana. Sabes bien que luego de todo lo que hemos pasado juntas nada podrá cambiar la opinión que tengo de ti, me has ayudado demasiado y ahora me toca a mi acompañarte en una de las etapas más complicadas de nuestras vidas.
—Entonces, por otro buen año. Gracias por todo hermana.
—Debería ser yo quien diga eso. Descansa, mañana será un día largo.
—Igualmente, hasta mañana. Te quiero.
—Y yo también.
CLOCKWORK DREAMERS
Recordatorio: Si has disfrutado de la lectura, deja tu review, puede incluso contener preguntas que serán respondidas a la brevedad. Divulga esta historia con aquellos que podrían estar interesados en una propuesta como la que ofrezco y con eso, les deseo un excelente día.
Ah, vale sí me costó mucho escribir todo esto, además ando con muchas ocupaciones e ideas que no me dejan pensar claramente. Ya veremos lo que sucede más adelante. Namasté.
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