Capítulo 3.

En la época del instituto.

Naoki al terminar su arduo entrenamiento, se quedó un tiempo más para platicar con su entrenador sobre el campeonato nacional que se acercaba, estaba adolorido, sudado, cansado y requería una ducha caliente para relajar sus músculos. Tal vez dormir un poco más de lo habitual para recuperar energías. Sin embargo, se sentía demasiado sucio como para continuar su camino e irse a su casa de esa manera. No quería oler mal, no le gustaba para nada dar la impresión de ser alguien despreocupado de sí mismo, así que decidió ir a las duchas para limpiarse un poco.

Una vez aseado, se vistió lo más rápido que pudo, ya que estaba anocheciendo. Las calles se pondrían oscuras y el no tenía lámpara a la mano para poder alumbrarse. Se maldito así mismo por no ser precavido y no traer una de emergencia.

Justo al salir de los baños de hombres, la luz se fue, dejando todo en la penumbra. Volvió a decir improperios por su mala suerte de ese día. Un grito estremecedor lo sacó de sus cavilaciones. Se puso momentáneamente en alerta, aunque al final reparó que de seguro era una estudiante que al igual que él, se había quedado hasta tarde entrenando o haciendo cualquier cosa.

Comenzó a escuchar sollozos y cosas cayéndose, en seguida se dio cuenta que aquel sonido provenía del baño de chicas. No quería entrar ahí, era irrespetuoso pero tampoco era de caballeros no auxiliar a una dama cuando lo necesitara, así que rodando los ojos y soltando un suspiro lleno de exasperación, entró al lugar aguzando la vista para poder ver un poco a oscuras.

No tardó mucho en mirar la silueta menuda de una chica que estaba sentada, tratando de encontrar tal vez sus cosas. Esa clase de torpeza le hubiese dado una jaqueca, de no ser por la situación en la que se encontraban. Con algo de cautela se acercó a ella, tratando de recoger lo que estaba tirado en el suelo. Entonces, preguntó:

—¿Te encuentras bien?

En cuanto lo escuchó, la chica dio un grito lleno de pánico, como reflejo, él la tomó del brazo para tranquilizarla y hacerle saber que alguien más, aparte de ella, se encontraba en ese lugar.

—Soy estudiante de aquí — Sintió bajo su tacto la piel algo fría de aquella chica, estaba temblorosa y eso de alguna forma no le molestó, para olvidar un poco aquella extraña sensación, continuó hablando — estaba por irme a mi casa cuando escuché que gritabas. ¿Cómo te llamas?

—¿No eres un fantasma? — preguntó la chica.

Naoki trató de no reírse ante tal aseveración, era muy estúpido que una chica de su edad siguiera creyendo en fantasmas, sin embargo, trató de no reírse y con el tono más amable que pudo contestó:

—Si fuera un fantasma, no estuviera conversando contigo.

—Creo que tienes razón. Soy Aihara Kotoko...

Estaba por ayudarla a salir de aquel lugar cuando un gran estruendo se escuchó a lo lejos, Naoki en seguida se dio cuenta que un transformador de luz había explotado. Casi de inmediato, sintió los brazos de aquella muchacha rodearle la cintura y enterrando su cara en su pecho. No permitía que nadie se acercara de tal forma y una extraña sensación le recorrió el cuerpo, trató de apartarla, aunque no pudo, ella se aferraba a él con bastante fuerza.

—Oye suéltame. — exigió — Te llevaré a la salida...

Por el forcejeo, Naoki no notó la banca que estaba tras de él, tropezando y cayendo junto a aquella chica.

Los dos cayeron al suelo abrazados, él arriba de ella. De repente, sintió los brazos de ella rodearle el cuello, él dejándose guiar hacia sus labios, fundiéndose en un tímido beso, moviendo sus labios a la par que los de ella, sintiendo su sabor, el calor de su cuerpo. Aquella extraña situación lo excitó y por primera vez en su vida tenía contacto con una chica que milagrosamente deseaba, aunque no conocía su rostro, solo su nombre.

Automáticamente, llevó una de sus manos a sus caderas, acariciando su pierna por encima de la ropa, sus respiraciones cada vez se sentían más intensas. Dejándose guiar por sus instintos, hizo que ella se abriera para él, estaba realmente con ganas de perder su virginidad en ese momento con ella.

Un empujón hizo que se alejara. Tocando todo a su al rededor, la chica logró tomar sus cosas, huyendo del baño de mujeres, dejando a Naoki confundido y excitado a la vez. Ese había sido su primer encuentro sexual y lo peor de todo es que solo conocía el nombre de aquella que había despertado al hombre que había en su interior.

Desde ese día, no pudo sacarse de la cabeza su nombre. La única vez en que realmente necesitaba su memoria eidética, no le era útil, solo recordaba una silueta, sus labios, su cuerpo, pero nada más. Intentaba rememorar alguna facción de su rostro, por lo menos algo que la hiciera reconocible para él. Por más que lo intentaba no lo conseguía.

Al menos sabía su nombre y, eso, le servía de consuelo. Podía fácilmente obtener información sobre ella, pero si andaba por la preparatoria preguntando por aquella chica, tal vez llenaran su vida con estúpidos rumores. Tenia suficiente tormento con los recuerdos que le había dejado aquella desconocida.

Intentaba escuchar disimuladamente las conversaciones de las chicas, con la esperanza de oír al menos el apellido de ella. Descifró que no era muy sociable o alguien no muy popular porque por más que lo intentaba no conseguía lo que deseaba.

Al llegar la graduación, después de dirigir las palabras a los alumnos y de recibir su diploma, se quedó pendiente para escuchar el nombre de aquella mujer, con la esperanza de por fin conocer la dueña de aquellos labios que tanto deseaba volver a besar.

El destino fue cruel o su madre demasiado fastidiosa, pues precisamente cuando aquella chica había sido nombrada, su madre lo distrajo con una de sus tantas locuras, consiguiendo de nueva cuenta, quedarse solo con la incógnita y teniendo un pequeño rencor hacia su progenitora por arruinarle su perfecto plan.

Como era de esperarse, le ofrecieron una beca para estudiar en el extranjero. Así que decidió tramitar todo lo que debía para estudiar economía y administración de empresas en una prestigiosa universidad de Estados Unidos, embelesando a más de una fémina e impresionando a sus maestros. Aunque no necesitaba trabajar, decidió ganar dinero con empleos a tiempo parcial en empresas de renombre de ese país. Claro, las mujeres no le faltaban y a pesar de haber tomado experiencia en el ámbito sexual, nunca pudo olvidar aquella escena en el baño de mujeres.

Tuvieron que pasar casi diez años para poder conocer (por casualidad) a la Aihara Kotoko que no olvidaba.


Después de besarle en el ascensor y recordarle lo sucedido en la preparatoria. Fueron hacia una cafetería que se encontraba cerca de la empresa. Entraron al local y se sentaron frente a una ventana.

—Dime Kotoko, — Naoki rompió el silencio, relajándose en el respaldo de la silla, mientras tomaba un poco de valor para lanzar una pregunta que le rondaba por la cabeza desde que descubrió que ella era su Kotoko — ¿No sabías nada de mi en la preparatoria?

Quería escuchar una respuesta afirmativa, pero lo que recibió fue todo lo contrario.

—Sinceramente no. Estudiaba por las mañanas y en las tardes, trabajaba en el restaurante con mi padre, no tenía mucho tiempo para una vida social.

—¿Tu madre no vivía con ustedes?

Naoki descubrió que quería saber todo de ella. Resolvió que sus ojos tenían un encantador color chocolate que lo hipnotizaban al instante, quería verlos todo el tiempo, todos los días, al despertar, al dormir. Deseaba mirarlos brillar cuando sonriera o al llorar, a ese momento cúspide del orgasmo, necesitaba observarlos todo el tiempo. Tal vez, si la hubiese conocido en la preparatoria, a pesar de sentirse atraído, no se hubiera encandilado con ella como lo estaba en esos momentos. Vio entonces como Kotoko desviaba un poco la mirada, tratando de contestar lo que le había preguntado.

—Mi madre falleció cuando yo era muy pequeña. Así que solo somos mi padre y yo.

Aquello le tomó por sorpresa. Estaba tan acostumbrado a las muestras exageradas de cariño por parte de su madre, que el pensar que aquella chica de cabellos rojizos había crecido sin una, le hizo que naciera algo extraño en su interior. A pesar de ya conocer un poco el área de sus sentimientos. La empatía no era lo suyo.

—Siento mucho lo de tu madre. — ella negó con la cabeza, brindándole una bonita sonrisa — Dime con exactitud si recuerdas aquel día, ¿por qué estabas todavía en la escuela?

Naoki no era un hombre curioso, pero le intrigaba el por qué había estado ella en ese lugar tan tarde. Kotoko sonrió de nuevo, acomodándose un mechón de cabello detrás de su oreja respondió:

—Ese día no abría el restaurante de mi padre y quise adelantar algunas materias. Estaba en un salón cerca de las canchas de tenis y como necesitaba terminar el cuadro que tenía que presentar, decidí estar esa tarde haciendo mis deberes — Era inverosímil para Naoki darse cuenta de lo cerca que había estado de ella — Un joven estaba practicando tenis, lo vi tan determinado a través de la ventana que me inspiró a mí también, así que saqué mis pinceles y comencé a pintar. Fue tan productivo el tiempo que estuve ahí que pude terminar la pintura en pocas horas.

›› Evidentemente, se hizo de noche, no quería irme a casa con restos de pintura así que decidí ir a los baños de chicas para limpiarme un poco. Cuando terminé de guardar mis cosas, se fue la luz y creo que ya conoces el resto de la historia — sonrió — Sinceramente, no recuerdo mucho de ese día.

Kotoko tomó un sorbo a su bebida mientras él la contemplaba, se hizo un agradable silencio entre los dos, como dándoles un poco de espacio para procesar toda aquella información.

Si Naoki estaba intrigado con ella, ahora que sabía sus motivos, quería saber aun más pues, aquel día, él era el único que se encontraba practicando en las canchas. Aunque cabía la posibilidad que pintara a alguien más, estaba curioso por conocer aquella obra.

—¿Me podrías enseñar el cuadro? — pidió en seguida.

Ella sonrió, sacó su teléfono y buscó en la galería la fotografía de su obra. Era su fondo de pantalla, para recordar aquel cuadro que cambió su vida para siempre. Abrió la imagen y le dio el celular a Naoki, quien se quedó helado al mirar la imagen que se asomaba en el dispositivo.

La pintura mostraba un cuadro estilo rembrant, con ese juego de luces y sombras pero con un toque contemporáneo. Se apreciaba a un hombre posando en posición tres cuartos, mirando hacia frente. El fondo tenía varios matices de gris que hacían contraste con la figura de aquel muchacho. Agrandó la imagen lo suficiente para ver algunos detalles y un escalofrío recorrió su espina dorsal. El rostro de aquel muchacho era totalmente serio, su mirada era fría y el color de sus ojos era similar a los suyos. Miró con detenimiento aquella obra de su asistente y se dio cuenta que ella lo había pintado a él.

—¿Conoces a este muchacho? — preguntó esperanzado que respondiera lo que quería escuchar.

—No, no lo conozco — fue decepcionante su respuesta — de hecho, es la única vez que lo vi. — lo miró con curiosidad — ¿Lo conoces?

Él le regresó su celular y sacó el suyo. Por alguna extraña razón, siempre traía una foto de ese día consigo. En aquel entonces no existían los smartphones, pero sí las cámaras digitales. Esa foto le recordaba ese día, cuando encontrara a la chica del baño de mujeres le mostraría que era él. Nunca se imaginó que sucediera de esa forma.

Le tendió el celular a ella con la fotografía de él, posando junto a su entrenador con su uniforme de tenis y su raqueta. Se lo mostró a ella y frunció en seguida el ceño, como reconociendo al chico de esa foto.

—¡Este es el muchacho que vi en la cancha! — respondió emocionada — debo decir que gracias a él pude estudiar en un lugar que me ha abierto tantas puertas... ¿Lo conoces?

En seguida miró la fotografía y a Naoki alternadamente. Abrió sus ojos de la sorpresa y su boca formaba una perfecta "O", lo había reconocido.

—¿Eras... tú?

—Soy el mismo chico a quien pintaste.

—De verdad todo mundo se sorprendía cuando me preguntaban por el muchacho, es más, los mismos jueces estaban impresionados y me cuestionaron sobre mi relación con este muchacho. — sonrió y para Naoki era el gesto más hermoso que había visto — Ahora entiendo todo... ¿tú eras el famoso genio de la preparatoria?

—¿No sabías mi nombre? — preguntó decepcionado.

—Si alguna vez me lo dijeron lo olvidé, discúlpame. Usé tu imagen sin tu permiso, pero realmente fue inspirador verte practicar.

El pecho de Naoki se llenó de sentimientos indescriptibles. Había tenido muchas novias, estuvo en relación con una chica que era similar a él en muchos sentidos, pero jamás había experimentado esa conexión con alguien. Quería abrazarla, besarla, hacerla suya. Es más, quería embarazarla en ese mismo momento para que no desapareciera de su vida. Era demasiado rápido para decirlo pero él, se había enamorado de su asistente.

—No quiero que seas mi asistente Kotoko — le dijo de un impulso

—¿Cómo? — respondió con asombro

—Cásate conmigo. — No era una persona impulsiva, aunque ella le provocaba serlo en ese momento.

Kotoko le sonrió. Estaba un poco avergonzada al recordar esa parte de su vida que se había empeñado por enterrar. Le daba vergüenza saber que a quien había besado era al mismo sujeto que le había agarrado la entrepierna en el ascensor.

—¿No crees que debemos conocernos primero? — dijo divertida

—Podemos hacerlo mientras consumamos lo nuestro — respondió enarcando una ceja

—Eres mi jefe Naoki, no puedo...

—Claro que puedes. No me recordabas pero lo hiciste, no me conocías y a pesar de todo pintaste algo maravilloso. Si fuese el mismo del pasado, me sentiría incómodo y diría cosas crueles que no siento. — sonrió para sí mismo — cuando me tocaste en el ascensor te pude haber despedido en el acto, era muy patán. — la miró con dulzura — Siempre quise conocerte.

—¿Por qué volar si podemos caminar? — respondió Kotoko

—Tienes razón, me dejé llevar. — le sonrió — pidamos de una vez algo, quieres un té verdad...

—Sí, ¿No te hará daño tanto café?

—No te preocupes — le guiñó un ojo — no me lo tomé.

Tardaron un par de horas hablando de todo y nada a la vez, conociéndose en un terreno neutral para los dos, dejándose cautivar por aquella atmósfera tan agradable que nacía entre ellos.

Naoki estaba maravillado con Kotoko, y resolvió para sí mismo que no quería que ella fuera su asistente, ese puesto era poca cosa para ella. Él deseaba tenerla en su casa, con él, colgar en la sala aquel cuadro tan hermoso que había pintado de él sin conocerlo. Aquella chica de las sombras tenía rostro ahora, y estaba determinado a mantenerla junto a él, el resto de su vida.


Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! por fin pude actualizar, jajaja espero les guste este capítulo de esta linda historia.

Espero les haya gustado bastante esta historia algo corta jajajaja. Espero poder actualizar "Travieso destino" pronto ajajajaja

besos y abrazos!

GRACIAS POR SUS REVIEWS! NO DEJEN DE HACERME SABER QUE TAL ESTUVO!

Hasta pronto, Meli.