—¿Ko-chan?

Amable y dulce como de costumbre, Rin pronuncia el nombre de su compañera bajo el pesado silencio de la estancia. El rápido tecleo de los dedos de Yagami es el único ruido que queda en el lugar, ya completamente oscuro y casi vacío, con ellas dos como las únicas personas restantes en marcharse a casa. Al ver que la chica no gira su cabeza, Toyama se acerca hacia ella y le pone una mano en el hombro.

—Ko-chan, te estoy hablando.—vuelve a replicar.

—Ah, Rin. Lo siento, estaba tan concentrada que ni siquiera te escuché.—los ojos azules de Ko se despegan de la pantalla del ordenador y pasan a mirar el rostro de su amiga, que tiene una expresión entre seria y solemne. Sin embargo, tras ese gesto, una gentil sonrisa se posa en los labios de Rin.

—No me digas que de nuevo tienes planes de quedarte a dormir en la oficina...—pronuncia disconforme.

—Bueno, se vienen tiempos difíciles...—Yagami evita el contacto visual con Toyama, y se rasca la cabeza mientras habla. Rin agarra esa misma mano, y obliga a la rubia a observarle la cara.

—¿Cuántas veces tendré que repetírtelo? ¡Eso no es sano, Ko-chan! ¡Debes descansar en buenas condiciones!—la regaña.

—Rin...

—No intentes llevarme la contraria: esta noche te vas a mi casa a cenar en condiciones y a cambiar un poco de aires, ¿de acuerdo? No puedes seguir comiendo el ramen de los konbini.—algo molesta por la falta de preocupación de su compañera por su propia sanidad, la obliga a levantarse. Yagami se zafa de ella, y esboza un gesto de derrota.

—¡Entiendo, entiendo! Pero antes déjame al menos apagar la PC.

Fuera de la oficina de Eagle Jump, el frío azota las calles y las estrellas ya se asoman entre las nubes del firmamento nocturnino. Cubiertas con abrigos, y caminando una al lado de la otra, Ko y Rin transitan por las aceras, acompañadas con la alegría de los trabajadores que, como ellas, salen tarde del trabajo, y se dirigen hacia un bar para beber con sus compañeros.

—Bueno... El aire fresco se siente bien.—comenta Yagami, alzando la vista al cielo.

—Ese hábito que has cogido no es bueno, enserio...—suspira Rin.—No quiero ni saber cuánto tiempo llevas metida en tu cubículo.

—Seguramente me regañarías si lo supieras.—ríe Ko.

—No tienes remedio...—a Toyama también se le escapa una risilla suave.—Últimamente hace mucho frío una vez el Sol se pone, ¿verdad?

Yagami observa el perfil de Rin: la piel de su rostro es tersa, su cabello se mece con la brisa y en sus ojos brilla un extraño fulgor que ya ha visto en anteriores ocasiones. Se acerca un poco más hacia ella sigilosamente, y de forma discreta agarra su mano, entrelazando los dedos. Un visible sonrojo aparece en las mejillas de Toyama.

—¿K-ko-chan?—susurra, sorprendida.

—He pensado que tenías ganas de esto.—responde Ko, levemente avergonzada.—No te importa que lo haga de manera tan repentina, ¿verdad? Pero si te molesta, a la próxima me aseguraré de preguntarte y...

—No, no.—la interrumpe Rin. Las dos mujeres dejan de caminar debido a la luz roja de un semáforo. Toyama esboza una amplia sonrisa.—No me molesta en absoluto. Es solo que, bueno... Aún se siente algo irreal.

—Jajajaja, ¿el qué?—ríe Yagami.

—Lo que haces. No es que te comportes muy diferente conmigo, pero desde que somos pareja, haces más cosas como ésta: me tomas de la mano sin avisar, o me acaricias la espalda cuando estamos a solas...—ahora es la morena la que evita mirar a los celestes irises de su novia.—Pasé mucho tiempo esperando estos momentos.

Ko tan solo le sonríe. Rin levanta la mirada de nuevo, y dirige su mano hacia la blonda cabellera de su compañera.

—Oye, tu pelo está muy sucio. Debes lavártelo cada dos días o no lucirá bien.

—Sí, sí.

-...-

—Acomódate como prefieras: yo voy a la cocina a preparar la cena.—dice Rin una vez entran en su piso.—¿Qué te parece si hago sukiyaki?

—Fantástico. ¿Quieres que te ayude?—pregunta Ko mientras cuelga su abrigo en una percha.

—No, no hace falta, pero gracias.—con una última sonrisa, Toyama desaparece por una de las puertas de su vivienda. Mientras tanto, Yagami toma asiento en la mesa del comedor, y empieza a revisar las notificaciones de redes sociales en su teléfono móvil.

Para cuando termina, Rin aparece en la salita con dos boles en sus manos. Dejando el celular en la mesa, Ko se levanta y le quita la cena a su novia de las manos, terminando de llevarla a la mesa.

—Gracias, Ko-chan. Espera un momento, voy a traer los cubiertos.—Yagami detiene a Toyama, quién ya se dirigía hacia la cocina para buscar lo que falta.

—No, de eso me encargo yo. Tú siéntate en la mesa.—guiñándole un ojo a Rin, echa a correr. La otra, algo perpleja, obedece y toma asiento, con las manos apoyadas sobre sus piernas, esperando el regreso de su novia. Su mente empieza a divagar.

—(Hay días en que Ko-chan es más adorable de lo normal. A veces se comporta de la misma manera que una niña pequeña...)—Toyama ríe internamente, y se le escapa una sonrisilla.

—Dime, ¿y esa sonrisa? ¿Estás pensando en que el fin de mes está cerca?—en menos de un minuto, Ko ya está de vuelta al comedor, llevando vasos, servilletas y palitos en sus manos. Rin se sonroja.

—No es nada, no es nada.—Yagami toma asiento al lado de Toyama, y acerca un poco más la silla hacia la de ella.—¿Sabes? Últimamente eres más ofrecida cuando te llevo a mi casa. Antes dormilabas en la mesa y nada más te traía la cena empezabas a tragar como un cachorro hambriento.

—Bueno, ahora que eres mi novia quiero portarme mejor. No sería cortés hacer esas cosas cuando te esfuerzas tanto por mí.—echa un vistazo al sukiyaki.—Pero ahora mismo me está rugiendo muchísimo el estómago. ¿Puedo comer ya?

Rin carcajea.

—¡Claro, claro! Cielos, acabas de convertir la situación en algo muy irónico.—Rin prepara también sus palitos.—Itadakimasu.

Itadakimasu.—Ko es la primera en dar un bocado al plato, y enseguida empieza a engullir. Mientras cenan, ninguna de las dos trata de empezar una conversación: simplemente se funden en un apacible y sereno silencio, muy deseable después de un día repleto de trabajo y ruido. Una vez terminan, las dos se levantan para recoger la mesa y lavar los platos.

—¿Te ducharás ahora, Ko-chan?—pregunta Rin mientras enciende el grifo.

—Ya empieza a ser tarde... Mira qué hora es.—señala el reloj, que marca las 20:30.—Debería darme prisa o perderé el último tren para llegar a casa. Creo que me bañaré una vez llegue ahí.

Tras dejar en el fregadero los cubiertos y el bol, Yagami se dispone a salir de la cocina, pero algo la detiene con fuerza: son los brazos de Rin, que la rodean por la cintura.

—¿Rin?

—¿Qué tal si hoy te quedas a dormir aquí? Ya es muy tarde, e incluso podrías perder el tren.—Toyama la suelta, y sus redondos ojos violetas se clavan en la mirada de Ko.

—Bueno, tienes razón... La estación queda algo lejos de tu apartamento y dada la hora que es tengo posibilidades de perder el tren.—asiente y sonríe.—Vale, me quedo. Voy a lavarme el pelo.

Sale de la habitación, pero en vez de andar hacia el vestíbulo se dirige al baño. Rin pone una expresión incrédula.

—(Que fácil es convencerla... Se adapta a una velocidad muy vertiginosa a los cambios de planes. Digno de alguien que duerme la mitad del mes en la oficina.)—piensa.

-...-

A las nueve y media de la noche, Rin y Ko están tumbadas en la cama de la morena, cara a cara y mirándose a los ojos, sin decir nada. Mientras que Toyama viste un camisón de color rosa crema que deja al aire sus rodillas, Yagami lleva puesta una camiseta de manga corta y unos pantalones de

pijama largos que le ha prestado su pareja.

—Tu cabello ahora huele bien, Ko-chan.—suelta Rin de la nada.

—Eso debes agradecérselo a tu champú.—bosteza.—Me siento más refrescante que nunca después de esta ducha. La necesitaba urgentemente.

—Cielos, ¿cuánto tiempo llevabas sin lavarte?

—Me regañarías si lo supieras.

—Ya lo imagino.—repite el mismo gesto de sueño que su novia, y entonces agarra la mano de Ko.—Los últimos días de trabajo siempre son agotadores... Estoy reventada.

—Tú piensa que hoy ya estamos a Viernes. Mañana es el último día de la semana en que tendremos que madrugar para ir a trabajar.

—Menos mal.—sonríe aliviada.—Si hay algo que ya tengo claro, es que dormiré diez horas.

—Tenemos el mismo plan.—Rin le contagia la sonrisa a su novia.—Por ahora vamos a dormir bien, ¿sí?

Toyama asiente a la vez que cierra los ojos. Entonces se sumerge en un profundo sueño, con el tacto de la mano de Ko acompañándola cálidamente.

—Por cierto... Gracias por cuidarme tanto, Rin. Siempre te preocupas tanto por mí que siento que no te devuelvo el gesto lo suficiente.—susurra Yagami al cabo de un par de minutos. Acaricia el cabello de la chica.—Bueno, supongo que ya estarás dormida. En ese caso, buenas noches.

-...-

A las siete de la mañana del día siguiente, la alarma de Rin se encarga de despertar a las dos mujeres de su plácido descanso. Mientras que la morena se levanta de la cama enseguida, y se dirige hacia la cocina para prepararse el desayuno, Yagami vuelve a quedarse dormida antes de siquiera incorporarse. Pasada media hora, Toyama regresa a la habitación, y golpetea la espalda de la rubia.

—Ko-chan, si no te levantas ahora llegarás tarde.

—Hmm... Tengo mucho sueño...—se frega un ojo. Rin le aparta todas las mantas de encima, y enciende la luz del cuarto. La cara de Yagami se frunce entera, con una expresión de sueño, ceguera y mal humor.

—Sé de sobras lo difícil que es levantarse por la mañana, pero tú no eres una empleada común: al igual que yo, tienes responsabilidades mayores de las que ocuparte, por lo que, dado tu cargo, debes apegarte a las normas y ser puntual.—lentamente, Ko se yergue, sin responder nada a Toyama, que duda entre si continuar dándole la lata a Yagami o desviar la conversación.—En fin, te he preparado el desayuno porque ya me temía que pasaría esto. Voy a maquillarme, así que no tardes en comértelo todo, ¿de acuerdo?

—Eres mi diosa.—pronuncia Yagami soñolienta. Rin no puede evitar ponerse roja, incluso si hace nada estaba echándole la bronca a su novia.—Gracias.

—D-de nada.—huye de la habitación lo antes que puede.

-...-

—¡Buenos días!—Yun deja su bolso encima de su escritorio.

—Yun, buenos días.—Ko le devuelve la salutación. A diferencia que de costumbre, la chica lolita se queda mirando a su superior con una mal disimulada expresión de sorpresa.—¿Pasa algo?

—Ah, no, es solo que... Yagami-san, hoy vistes unas prendas increíblemente...—calla durante algunos segundos, como si tratara de buscar la palabra correcta—Femeninas.

Ko no necesita bajar la mirada para comprobar que lo que dice Ijima es correcto: hoy, Yagami Ko, la que se conforma con vestir camisetas y pantalones tejanos, viste una blusa y falda blanca con dibujos de rosas esparcidos por la vestimenta.

—(Sabía que tarde o temprano alguien diría algo. Y mira que le dije a Rin que me dejara el vestuario menos notorio que tuviera.)—se lamenta.

Ahora que pienso, no tengo ropa que ponerme hoy. Lo que llevé ayer se está lavando.comentó Yagami esa mañana a su pareja.

Oh, cierto. En ese caso te dejaré de nuevo algo mío.

Uwaah, no sé muy bien que pensar de eso...

¿Qué tratas de insinuar, Ko-chan?mira incrédula a su pareja.

Que nuestros estilos de ropa no concuerdan en absoluto, eso digo.suspira la rubia.

No debes preocuparte por eso, elegiré uno que concuerde contigo.~

—(¡Ni siquiera lo ha intentado!)—piensa Ko, arqueando una ceja.

—¿Yagami-san?—Yun pronuncia su nombre, levemente preocupada por la repentina distracción de su líder.

—Ah, sí, bueno... E-es un conjunto que me ha conseguido mi madre. He decidido llevarlo hoy al trabajo, aunque es muy diferente a lo que usualmente llevo, jajaja...—disimula.

—Ohh, eso explica muchas cosas. Ya me pensaba que era extraño que cambiaras tu estilo de esta forma.—finalmente, Yun se dirige a su sitio, toma asiento y procede a encender el ordenador. Ko exhala.

—¿Yagami, puedes atenderme un momento? Te traigo unos documentos importantes.—una vez se libra de una, otra más aparece, y se trata de una molestia mucho mayor. Hazuki carga una pila de papeles en su mano, y mira con cierta pizca de curiosidad a Ko.

—Sí, sí que puedo...—de mala gana la rubia agarra el nuevo trabajo y lo agrupa con otros papeles más que hay en su escritorio acumulados. Siente que Shizuku va a decirle algo, pero la mujer se limita a esbozar una sonrisa pícara y a irse.—(Gracias a Dios.)

-...-

—Toyama-kun, finalmente te veo hoy. No hemos coincidido en horas.—para el mediodía, Hazuki y Rin se encuentran e inician una conversación mientras toman una taza de café cada una.

—Sí, es cierto. ¿Qué tal va todo, Hazuki-san? ¿Mozuku está bien?—pregunta Rin, con la dulce cordialidad que la representa.

—Mozuku está perfecto, como siempre. Pero dime, creo que la que tiene noticias nuevas eres tú.—le da un descarado codazo a la morena.—¿Lo habéis hecho esta noche?

—¿¡Qué dices!?—salta Toyama, algo escandalizada.

—Ah, bueno, es que he visto a Yagami vestida con tu ropa antes. ¿Creías que no me daría cuenta de ese detalle?

—¡No es lo que piensas!—responde alterada.—Solo ha pasado la noche en mi casa, pero hoy no hicimos nada.

Hoy no, ¿eh? Así que hoy no...—Hazuki continúa haciendo presión. La cara de Rin está como un tomate, y no puede hacer nada más que suspirar al no saber qué responder.—Toyama-kun, no hace falta que reacciones de esta manera. El sexo es algo natural.

—Ya lo sé, no hace falta que me lo digas.—responde la morena, tratando de tranquilizar sus nervios.—Pero es que se trata de Ko-chan...

—¿Y qué ocurre con que sea Yagami?

—Nada especial, pero se me hace extraño porque ella ha sido amiga mía durante mucho tiempo. Y aunque fue la primera persona que me hizo replantear mi sexualidad, y lleve enamorada de ella desde hace años, todavía me pone nerviosa hablar de eso...—explica Rin, avergonzada.

—Pero ya lo habéis hecho, ¿no? ¿Y todavía te pones así?—a Hazuki parece importarle un pimiento el nerviosismo de Toyama. Dos chicas que pasan por detrás de ellas las miran con creciente curiosidad, y Rin, al verlas, inclina su cabeza hacia la mujer de cabello blanco.

—Si me disculpas, voy a regresar al trabajo.—se excusa.

—Claro, claro... Ya nos veremos.—Hazuki se despide de ella, con una sonrisa triunfante en los labios.—(Que mona es cuando se pone así... Me siento un poco mal porque yo soy la única que sabe su secreto, pero quizás esto obligue a Rin a contárselo a más personas. Aún recuerdo cuando me contó lo ocurrido... Fue más doloroso de lo que pudo aparentar a simple vista.).

Toyama-kun, ¿por qué estás llorando de esta manera? ¿No deberías estar feliz de salir finalmente con la persona que te gusta?Hazuki apoyó su mano en el hombro de Rin, que llevaba su rostro completamente empapado en lágrimas.

Debería estarlo... De hecho, lo estoy... Estoy muy feliz. ¿Pero qué vamos a hacer ahora? Ko-chan y yo.

Lo siento, no sé a que te refieres.

La madre de Ko-chan espera... Que algún día ella se case. Eso es lo que esperan nuestros padres de nosotras, ¿no? Tener hijos, y formar una familia... Tengo miedo de que por culpa de eso, Ko-chan y yo... Acabemos mal.

—(Que te gusten las mujeres en un país como Japón es complicado, ¿verdad, Toyama-kun? Le costó mucho aceptar esas dificultades, pero parece que finalmente está superándolo.)—reflexiona Shizuku mientras observa a la susodicha chica alejándose de ella para volver al trabajo. Un maullido interrumpe sus pensamientos.—¡Oh, Mozuku! ¿Qué pasa, tienes hambre? Ahora mismo voy a darte de comer.

-...-

—(Finalmente ya es fin de semana...)—piensa Rin para sus adentros cuando ve que el reloj de su ordenador marca las 18:00.—(Creo que debería irme a casa. Ko-chan todavía está aquí, ¿verdad?)

Echa un vistazo al escritorio de su compañera, el cuál está desordenado y sin recoger. Eso le confirma que, efectivamente, la rubia todavía anda danzando por algún lugar del piso. Rin observa el material de su novia con sumo cariño en sus ojos: le apetece pasar algo de rato con ella. Quizás podría invitarla a pasar el fin de semana con ella...

—Rin.—Ko la sorprende justo cuando estaba más sumergida en sus pensamientos. Toyama no puede evitar pegar un saltito.—¿Todavía por aquí?

—Sí. ¿Sabes? Me estaba preguntando...—juguetea con sus dedos.—¿Te apetece pasar el finde juntas?

Ella esperaba ver un brillo en los ojos de Ko, pero lo que se encuentra es un vacío y una expresión de leve sorpresa.

—Oh. Oh, lo siento muchísimo, Rin, pero le prometí a mi madre ir a visitarla mañana.—lamenta Yagami. El listón que Toyama tenía puesto sobre ese Domingo cae en picado.—Enserio lo siento. Quizás otro día.

—Tranquila, no pasa nada...—aunque intenta no sonar decepcionada, no puede evitar estarlo. Aún así, es más que consciente que no es culpa de su novia el no poder estar con ella el día de mañana, así que solo le queda resignarse.—Otro día será.—sonríe.

—Claro.—Yagami mira hacia la derecha, y después a la izquierda, para entonces plantarle un beso a la morena en su mejilla izquierda, gesto que Rin no esperaba.—Voy a terminar de entregar un informe y empezaré a recoger. Tú deberías irte ya, o llegarás tarde a casa.

—Está bien, pero no tardes mucho en salir de aquí.—Toyama le da un último vistazo a su pareja para entonces dirigirse a la puerta de salida.—Por cierto, Ko-chan...—vuelve a mirarla una vez más.—¿Es muy urgente lo de tu madre? Quiero decir... No se puede aplazar, ¿verdad?

—Ah... No, lo siento, no se puede.—vacila la rubia, no muy segura de si misma.—Te llamaré mañana, ¿vale? Adiós.

—Sí, adiós.

-...-

A Rin nunca le han gustado los Lunes. Aún así, desde hace unos años, eso empezó a cambiar un poco. Porque, incluso si había de madrugar, incluso si había de ir a trabajar con una semana por delante, siempre había algo que la esperaba al llegar a Eagle's Jump: la mirada de Ko, al principio reservada, y

después más jovial y desenfadada que la anterior. Sus "Buenos días" acompañados con sueño, su sonrisa atrevida, sus uñas cortas y nunca pintadas con esmalte, sus azules ojos siempre al natural y su aspecto desordenado y sin cuidar, gestos que, aunque a la gran mayoría le parecieran rudos, resultaban curiosos y atractivos para Toyama. Esa chica, ahora, es su novia. Hay veces que no se lo puede ni acabar de creer.

—¡Toyama-san, buenos días!—con la voz añiñada que la caracteriza, Aoba saluda con un tono más energético del usual a Rin, que le sonríe afablemente. Se queda mirando a la chica de coletas algunos segundos de más, y ve como saluda a las demás con una amplia sonrisa en el rostro que no vacila con nada.

—Rin, buenos días.—le saluda Ko, que ya ha tomado asiento en su escritorio. Rin deja sus cosas en su sitio, y mira en dirección a Aoba, que se encuentra hablando con Hifumi.—¿Qué pasa?

—Hoy Aoba-cha parece estar más feliz de lo usual. Siempre tiene energía, pero hoy rebosa de ella.—comenta Toyama.—Mira como conversa con Hifumi-chan. Nunca antes la había visto así.

—Bueno, Aoba siempre ha hablado de esta forma conmigo.—responde Yagami. Los recuerdos de aquellos días en los que llegó a estar celosa de Suzukaze recorren la mente de Rin de extremo a extremo, cambiando su cara.

—Sí, ella te trataba de una forma muy simpática. Y lo sigue haciendo.—deja caer.

—Ella me admiraba mucho, es lo normal.—Ko organiza algunos papeles mientras habla.

—Admirar, dices... Yo llegué a pensar que ella te veía de, bueno... Una forma más especial.—dice Toyama.

—Ah, ya. Yo también.—responde Ko, como si nada.—(Más que admirarme, yo creo que me veía como su máxima fuente de inspiración. Y lo sigue haciendo, de hecho.)

—¿Tú también? ¿Y le dijiste algo?—pregunta Toyama, algo preocupada.—(No me digas que realmente Aoba se enamoró de Ko a 1a vista...)

—Le dije que podíamos salir. Ya sabes, para hablar, conocernos más, y ese tipo de cosas.—responde Yagami, mirando a su pareja a los ojos. Sin embargo, la respuesta que obtiene de Rin es un brutal cambio de expresión, de neutral a enfadada.

—¿Saldrías con Aoba, Ko?—ella se refiere a salir como empezar a ser pareja.

—Sí, lo haría.—en cambio, Yagami se piensa que habla de quedar para ir a hablar o tomar algo, sin compromisos.

—...No lo entiendo, Ko-chan. ¿Tratas de gastarme una broma pesada? Porque si ese es el caso... ¡Tienes mucho mal gusto! Dejarme tirada por una chica más joven, bonita y delgada como Aoba... Y me lo escupes a la cara como si nada...—sin dejar si quiera que la rubia asimile todo lo que dice, Toyama se aleja de ella, con ganas de llorar.

—(...Espera, ¿qué?)—piensa Ko.

-...-

—(...Ya he terminado con todo lo de hoy. Al fin puedo marcharme a casa.)—son las siete de la tarde. Justamente el día en que se encuentra mal anímicamente debe quedarse hasta tarde en la oficina, así que Rin tiene unas ganas tremendas de marcharse a casa.—(Menudo día horrible... Solo quiero meterme en la cama y descansar.)

—Rin.—al escuchar su nombre, gira la cabeza. Sin embargo, la persona que ve al frente es Ko: la observa con un semblante preocupado.—Oye, Rin... No te estoy engañando.

—¿Qué?—Toyama se niega a observar a su pareja al rostro. Las ganas de llorar vuelven a inundarla.

—Fue un malentendido... Pensaba que te referías a otra cosa. Nunca tendría nada con Aoba, y menos saliendo contigo.—afirma Yagami.—Lo siento. Te lo voy a compensar.

De algún modo, Rin vuelve a ver luz a su alrededor. Se había olvidado de un detalle muy importante: la exagerada densidad de Ko, la cuál más de una vez había desenvocado en malentendidos, aunque nunca en uno tan grande como el de hoy. La morena no puede evitar sonreír.

—¿Cómo harás eso? Me tuviste mal todo el día.

—Tengo trabajo por hacer y había planeado dormir aquí hoy... Pero voy a pasar la noche contigo. Si no te es molestia que me auto-invite, claro.—hacía tiempo que Ko no estaba tan seria.—Te haré la cena y limpiaré todo. Voy a hacerlo todo hoy para que tú...

—Suficiente, Ko-chan.—Toyama ríe ante la seriedad de su pareja.—No hace falta que hagas todo eso. Pero sí que sería genial que te quedaras de nuevo.

Las dos se miran a los ojos, sonriéndose.

-...-

—¿No es demasiado romántico este ambiente?—cuestiona Yagami mientras Rin termina de encender una vela.

—Esa es la idea, Ko-chan. Una velada romántica.—le reprime Rin.—Ya está. No puedes decir que no ha quedado bonito.

—Sí, sí, ha quedado hermoso.—abraza lentamente a su novia mientras le da un suave beso en la frente.—¿Ya no estás enfadada?

—No, aunque me afectó bastante.—responde.—Enserio, Ko-chan, ojalá fueras más hábil para captar mensajes...

—Culpa mía.—sonríe la rubia. Acaricia el pelo de Rin.—Por cierto, ayer... Le dije a mi madre que estaba saliendo con alguien.

—...¿Dijiste qué?—Rin siente como el corazón deja de bombearle sangre.

—No le he dicho que eras tú, pero sí que le mencioné que seguramente se sorprendería.—explica Yagami.—Porque, bueno... Me gustaría presentaros a las dos.

—Ko-chan, ¿que has hecho? ¿Por qué de forma tan repentina?—Toyama se muestra claramente asustada ante el hecho de hacer oficial su relación, y más a la familia de Yagami. Su novia esboza una sonrisa extraña. Entonces dirige su mano hacia el bolsillo trasero de sus tejanos, sacando una cajita de ahí.

La abre... Y dentro hay un anillo.

—...—los ojos de Rin se abren como platos ante esta escena. Yagami saca el anillo de la caja, y agarra la mano de Toyama, colocándole delicadamente la sortija en su dedo anular.—Ko-chan...

—Me gustaría casarme contigo.—admite avergonzada.—Es irónico que te lo diga precisamente hoy, después de que pensaras que estaba teniendo algo con Aoba, pero...

La morena interrumpe las palabras de Ko con un abrazado. Yagami no puede ver el rostro de Rin, actualmente escondido en su pecho, pero siente sus lágrimas de felicidad.

—No sabes cuánto tiempo soñé con este momento... ¡No lo sabes, Ko-chan...!—se aferra más a ella, y Ko le devuelve el gesto, rodeándola con sus brazos.—¡Claro que me casaré contigo!


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