Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de la grandiosa Stephenie Meyer. La historia es totalmente mía.
(Capítulo sin betear)
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BREATHE
Capítulo 15: No tan salvaje
Estaba, estaba…
—¡Ah! —golpeé el volante, como si él fuera el culpable de todo el drama en mi vida.
El auto aun olía a pollo KFC y donas, lo cual me hacía rabiar más porque nuestro viernes de glotonería en pareja se había vuelto reducido a una estúpida pelea infundada por los hilos bien jugados de Angela y la ceguera de Edward. Tenía ganas de regresar arriba, meter mis dedos en sus cuencas y abrir sus ojos a lo grande. Así de explícita.
Ahora entendía como se sentía Emmett anoche, ese sentimiento que no puedes explicar, mezcla de decepción, furia, rabia, tristeza y frustración. Un coctel para los nervios y para mi enfermedad. Inhalé y exhalé a grandes bocanadas. No era un buen momento y también sabía que no pasaría, pero la opresión en mi pecho me hizo ponerme en modo alerta de forma automática. Sin embargo, sentir a mi corazón hacerse pequeño nada tenía que ver con el asma, era más bien producto del encuentro de hace cinco minutos.
¿Podría haberlo evitado? ¿Podría haber amortiguado la pelea si de mi boca hubiera salido el haberme visto con Garrett? ¡Ja! Lastimosamente, lo dudaba. Edward estaba cegado por el pasado entre Angelay Garrett y más que eso, por las acusaciones de ella en mi contra. Porque a mí nadie me va a venir a decir que Angela se preocupa por mí cuando bien sabe que cables mover para que Edward se cabreé conmigo ¡Y lo hace! ¿Por qué omitir el hecho de que Emm y Tia estaban ahí? ¿Por qué largarse cuando arrojaste la bomba y explotó como querías? Ella sabía muy bien lo que hacía, así que consternación mis bolas.
Y luego estaba Edward.
Ay, Edward.
Me recargué en el asiento y negué con la cabeza.
Mis ojos empezaron a picar, mi nariz estaba roja y sabía que el llanto llegaría en cualquier momento. Cristo, Bella, deja de llorar. Bufé.
Estaba cabreada con él, sí. Pero tampoco quería que por esto todo se fuera por la borda. Estábamos discutiendo en torno a terceras personas, ni siquiera había sido problema de ambos y si íbamos a discutir de esta manera cada vez que Angela sembrara su semilla o cada vez que me encontrara con alguien que a Edward no le agradase… no llegaríamos lejos.
Apégate a tu criterio, Bella. No sucumbas y apégate a tu jodido criterio.
A mí no me cerraba el caso de Angela, tampoco me constaba, por lo que no podía creerlo solo porque saliera de boca de ella. O, desgraciadamente, de Edward. A mi hermano, la persona más sensata que conocía –en algunos casos, claro, tampoco le cerraba y para agregar más leña al fuego, Angela tenía ya una que otra novela en contra de Emm. Me agradaba Garrett, me agradaba Tía, así que tendríamos que trabajar con eso si Edward y yo deseábamos seguir adelante.
Quiero decir, Angela no era de mi agrado pero no iba a ir a llorarle a Edward para que la sacara de su vida.
…De querer, quería.
Conduje a casa, en silencio y para mi sorpresa, sin una lágrima derramada.
Estaba ida, como en piloto automático.
Todo lo ocurrido hace unos minutos, pasaba como flashes en mi cabeza.
¿Tendría que haberle dicho a Edward que me vi con Garrett? Tampoco es como si hubiera corrido a él, estaba con mi hermano y nos encontramos de casualidad, no sabía que Edward pudiera ser así de controlador. ¿Cuál era el jodido problema con Angela? ¿Por qué si tan asustada estaba de Gary, quería saber acerca de su pasado en la Udub? Mi forma retorcida de pensar, me decía que ella solo quería más armas y excusas para inculpar a Garrett. Cosa que no haría si de mí dependía.
Lo primero que divisé al llegar a casa fue a Juanito peleando con Sargento en el jardín delantero.
Por lo que podía escuchar, nuestro pobre jardinero le gritaba al pequeño demonio sarta y media en español, a lo que Sargento respondía con ladridos, lengua de fuera y saltos juguetones. Él pensaba que Juanito estaba jugando.
—¡Sargento! Deja las plantas de Juanito en paz —le reprendí al salir del auto.
Podrán adivinar que la reprimenda cayó en oídos sordos.
—¡Ah, señorita Bella! No me está obedeciendo, ya sacó las rosas de la jardinera ¡Dos veces! Yo no puedo lidiar con él, tiene que dejar mis plantas tranquilas o nunca podrán crecer —Juanito alzó sus manos al aire, rendido.
A pesar de mi humor de los mil demonios, sonreí divertida ante la escena.
Juanito alzó dos ramilletes de rosas muertas y las agitó frente a Sargento mientras lo seguía regañando en su idioma natal. Solo pude entender un par de palabras, entre ellas "Déjalas vivir". Sargento ladró, como si entendiera el muy gracioso, y se abalanzó sobre las rosas mallugadas en las manos de Juanito.
Juanito bufó y tomó sus herramientas de jardinería.
—¡No puedo! ¡No puedo! —Profirió rendido, yendo al jardín trasero.
Sargento se entretuvo con su travesura en el porche, apenas inmutándose por mi presencia.
—Tienes que obedecer o tendremos serios problemas —le acaricié el lomo y me adentré a la casa.
Me sentía cansada, quería dormir tres días y no saber nada del mundo hasta que resolviera las cosas con Edward.
Quería resolver las cosas con Edward, eso estaba claro. Lo que no estaba claro era si dejaría pasar más cosas como esta. Ambos teníamos que pensar con la cabeza fría. Él no podía simplemente imponerse ante mí por darle el gusto a su "mejor amiga" y yo no podía dejarme llevar por las mentiras de esta, ni dejar que Edward siguiera con semejante venda en sus ojos.
Subí a mi habitación, saludando vagamente a mamá quien estaba horneando quien sabe qué postre con Maggie.
Mala elección.
Lo peor que podía hacer en este estado pseudo depresivo, era encerrarme en mi habitación y lidiar con la soledad dentro de cuatro paredes, así o más dramático. ¡Pero era cierto! Bien podría haber ido al gimnasio, o tal vez regresar a la biblioteca con Jasper o… ¿Hablamos de cosas depresivas? Que depresión el saber que sin Edward, mis días eran así de solitarios.
Me había enfrascado tanto en nosotros, que no había puesto empeño en conocer a otras personas fuera de nuestro círculo. Jessica había venido por Edward, por consiguiente, Mike también. Rose había venido por Emmett y ni siquiera podía añadir a Tia o Garrett a la lista, ellos eran personas esporádicas que estaban o no, tenían sus amistades, sus problemas, sus asuntos. No éramos más que simples conocidos.
¿Hablamos de cosas depresivas? ¡Me voy a morir sola!
¡No, Bella! Cállate.
¿De dónde saco el coraje para darme una bofetada?
Una nube gris ensuciaba mi panorama y ya visualizaba mi funeral sin un alma en él.
—Dios mío ¿Cuándo me volví tan dramática?
Me dejé caer en la cama, bocabajo y sin intenciones de moverme por lo que restaba del fin de semana.
De pronto, mi móvil sonó.
Contesté sin revisar el identificador, sabiendo que no podría ser Edward pero aun así guardando una pequeña llama de esperanza en mi interior.
—¡Bella! Hasta que respondes, te he estado llamando todo el día.
Y ahí va mi esperanza ¿ven? Por eso no es bueno tenerla.
—¿En serio? Lo siento Jess, no escuché el teléfono hasta ahora…
—¡Si, si, si! No importa ¡Necesito tu ayuda!
Suspiré y separé mi boca del edredón.
—Dime…
—¿Estás bien?
Lloriqueé, dejando a mi madurez dar un salto por la ventana.
—Ajá.
—No lo estás ¡¿Qué ocurre?!
—Edward y yo discutimos —solté sin mucha insistencia.
—¿Qué? ¿Cómo que mi hermano y tu discutieron? ¡Lo llamé hace menos de dos horas y dijo que estaba por verte!
—Bueno —me acomodé boca arriba y suspiré—, ya sabes ahora lo que ocurrió cuando nos vimos.
—Aw, Bella… no. Pero, lo resolverán ¿verdad? Es solo una pequeña pelea de pareja.
—Supongo… quiero decir, sí. Si lo es, lo resolveremos. Espero. Sería una lástima que todo se fuera al traste por pendejadas como esta.
—Ahm ¿Puedo preguntar por qué discutieron?
—Estupideces, Angela Webber en su mayoría.
—¡¿Qué?! —Más que un chillido agudo, el grito de Jessica fue como el de un coronel encabronado. Todo grave y ensordecedor— ¡¿Qué te hizo esa tipa?!
—¡Nada! —Chillé frustrada. Necesitaba esto, necesitaba sacar todo esto de mi sistema con palabras groseras y gritos frustrados— No directamente. La muy listilla fue a llorarle a Edward porque aparentemente nos vio a Emmett y a mí cenando anoche con Garrett Davies y su novia.
Jessica jadeó.
—¿Esa idiota sigue usando la cosa de Garrett Davies?
—Oh, aparentemente. No te desgastes, ya me sé la historia. En fin, en resumidas cuentas. Emmett y yo nos encontramos con él y Tia, su novia, anoche. Garrett y yo nos quedamos solos por cinco putos minutos, en lo que Tia iba al baño y Emmett por el auto —expliqué a mil por hora—. Angela Webber tiene una foto del momento exacto en el que él y yo estamos solos, y se la mostró a Edward. Edward perdió su mierda, yo perdí la mía. Fin.
—¡Oh. Mi. Dios! Espera —se escucharon ruidos al otro lado de la línea, seguido de un—: ¡Mike, deja los manteles y mueve tu trasero! ¡Es Bella!
—¿Bella Boo?
—¡Sí! Deja eso y date prisa. Tenemos que ir por tequila y conducir hasta Nassau ¿Bella?¿Estás en tu casa? —llamó Jessica, ahora más cerca.
—¿Sí?
—Quédate dónde estás y no te muevas, llegaremos ahí en una hora.
—No es nec…
—Joder, detesto que vivas tan lejos.
Y con eso, Jessica cortó la llamada.
Antes de analizarlo, tenía a la caballería en camino.
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Esta era la primera vez que realmente usaba la salita en mi habitación. Un uso útil y real, no era solo yo tirada en el sofá de tres plazas mientras engullía cereal sabor chocolate. Tenía visitas y eran de mi tipo favorito: "para cotillear y hablar mierda y media de las personas que nos caían pésimo."
Jessica no solo trajo tequila, el cual decliné en un principio porque fuese cual fuese la ocasión, yo no era fan del alcohol. Ella también trajo caramelos, frituras, helado, cervezas y pizza.
Era como una de esas fiestas en pijama de película, solo que la comida no era de utilería y tampoco estábamos usando pijamas. O suspirando por protagonistas guapísimos de películas románticas. En su lugar, Mike había abierto las tres ventanas de mi habitación y encendió un cigarrillo mentolado, Jessica dejó a su señorita Cullen en Manhattan y tomó una Heineken con una mano y una rebanada de pizza con la otra. Yo por mi parte, me adueñé del bote de helado sabor avellana sin culpa alguna.
—¡No lo puedo creer! ¿Y él no dijo nada?
—Él swi deejo mosho —dije con la boca llena.
—¿Qué?
—Él sí dijo mucho —repliqué frustrada—. Incluso me dijo tonta, algo así como que estaba decepcionada de mí —reí con ironía, con cero sentido del humor—. Tu hermano fue muy explícito, Jess.
—Y estúpido —añadió Mike.
—¡Oye! Es mi hermano.
—¿Y qué? Es estúpido —Mike dejó salir el humo y entró a la habitación. Había estado en el balcón, lo más alejado de mí—. Bella, esa chiquilla es de armas tomar, sí. Pero Edward tiene su porcentaje de culpa también ¡Está ciego!
—¡Mike!
Este ignoró a Jess.
—Deja de darle vueltas al asunto, tesoro. No tienes la culpa de nada. Si le hubieras dicho a Edward, él hubiera explotado y como sea, la perra de Webber hubiera corrido a mostrarle la patética fotografía. Tienes derecho a tener amigos, conocidos y personas sin sentido en tu vida, no todo es Edward.
—Bueno, él tiene razón —aceptó Jess.
Tragué el helado en mi boca y torcí los labios.
—Lo sé. Es solo que, sé que no es la acción en sí sino la persona. Si hubiera sido cualquier otro conocido, esto no habría pasado. ¡Pero no puedo solo ignorar todo este embrollo! Si el día de mañana a Angela se le ocurre inventar algo de mí ¿Edward lo va a creer y me va a botar? —siseé. Con coraje, metí la cuchara al bote de helado y saqué una gran porción— ¿A pesar de que su hermana y su mejor amigo le digan que no es verdad?
—Y su padre.
—¿Qué?
—Ah sí —Jessica asintió con los ojos muy abiertos, como si ése pequeño detalle se le hubiera pasado de largo—. Papá estuvo muy escéptico acerca del asunto de Garrett y Angela. Nunca se lo dijo directamente a mamá o a Edward pero ¿Recuerdas lo que te dije cuando nos encontramos la primera vez? Yo puedo oler la mierda.
—¡Como las perras!
—Si Mike, como las perras.
—Y entonces Edward simplemente lo creyó todo ¿no?
—Pues Bella, verás —Mike se acomodó en el sofá de una plaza, ahora con Sargento en su regazo—. Webber fue muy convincente. En serio, muy. Incluso conociéndola hubiera sentido algo de empatía por ella, de no haber sido porque bueno, también conocemos a Davies y casualmente nos encontrábamos en la misma fiesta que él cuando supuestamente sucedió el ataque. No puedes decir que vas al baño en un bar de Brooklyn, transportarte a Manhattan, golpear a tu ex y regresar en siete minutos.
—¿Edward sabe eso?
—Lo sabe, pero se rehúsa a creerlo. Angela fue muy estúpida en ese sentido, apuesto que de haberlo hecho unas cuatro horas más tarde la jugada le habría salido a la perfección. Pero Garrett estaba rodeado de personas que podían atestiguar que él estuvo en el bar hasta las cuatro de la mañana y se fue con una despampanante rubia. Incluso esta chica… uh ¿cómo se llamaba?
—No recuerdo. Díganosle JonBenét*.
—Jessica —Mike suspiró—, JonBenét se usa cuando el caso no está claro y no hay manera de resolverlo.
—Oh ¿sí? Bueno, rubia uno ¿qué se yo?
—Okay. Entonces, Rubia Alfa…
—Me gusta —interrumpí.
—Isabella, no interrumpas. En fin, como decía, Rubia Alfa atestiguó a favor de Garrett. Y todo cayó en su lugar. Había pruebas de las cámaras del bar que ambos se fueron juntos pasadas las cuatro y la estúpida de Angela puso la denuncia alrededor de la media noche. Haz tus cuentas ¿Cómo hizo Garrett para golpearla si jamás dejó el bar desde que llegó a las nueve?
—Pudo haberlo hecho antes —divagué, obviamente sin creerlo, solo sospesando.
—Podría. Pero Angela juraba que se había escapado de su agresor y había corrido a la estación de inmediato. Imposible tardarse tres horas para correr cuatro calles abajo ¿Y qué me dices de la sangre? ¿No se habría secado?
—Dios mío Mike —Jess y yo aplaudimos y Mike hizo un gesto con la mano—, eres excelente en esto.
—Lo sé ¿verdad? Veo un capítulo diario How to Get Away with Murder*.
—Espera, espera —negué con la cabeza—. Pero ¿nadie más ve eso? ¿El desfase de las horas? ¿Los testigos? ¡Las cámaras del bar!
—Te sorprendería, Belly Boo, la capacidad de Angela para darle una respuesta a todo. Y nadie pone en duda la palabra de Webber, como lo habrás notado. Al menos, no Esme o Edward.
—Dios mío, qué retorcido —gemí—, él está más cegado de lo que pensaba.
—Hermana —sentenció Jessica—, tenerte de una casi cuñada ha sido el mejor regalo que el idiota de Edward me ha dado, así que más te vale quitarle la venda de los ojos porque no les perdonaré que permitan que Angela se meta entre ustedes.
—Aww, Jess —me llevé una mano al pecho e inevitablemente hice un puchero. Estaba sensible con todo lo que había ocurrido recientemente, quería llorar de impotencia porque aparentemente nadie veía las segundas intenciones de los villanos y mis únicos aliados eran tomados a loco. Y ahora Jessica venía y me decía cosas como esta, a su manera… pero igualmente lindas—. En serio no saben cuan agradecida estoy de haberlos conocido, chicos.
—¡Bella está sensible!
Mike se abaniqueó el rostro y pestañeó rápidamente.
—Cállense, lloraré ¿Saben lo que un viernes como este amerita? ¡Noche salvaje!
—¡Si, noche de chicas!
—Uhm… ¿ah?
—¡Ya sabes Bella! Ponerse sexy y salir a un club a beber y bailar toda la noche. Y después tener una resaca terrible mañana por la mañana y jurar que jamás lo haremos de nuevo.
—No c-creo que…
—¡Patrañas! —Mike se puso de pie en un salto y Sargento salió corriendo, asustado y ofendido— Deberíamos invitar a Emmett y su novia ¿no? ¡Tenemos que conocerla!
Bueno, eso ya no sonaba tan mal. Tenía muchas ganas de conocer a Rose, lo poco que había conversado con ella, me había parecido una chica fantástica y perfecta para Emmett. Probar si estaban disponibles hoy por la noche, no le haría daño a nadie.
—Está bien, puedo preguntarle a Emm si no tiene planes.
—Y si los tiene puede cancelarlos —resolvió Jess. Se metió a mi armario y empezó a remover percheros y a abrir cajones.
Soltaba unos cuantos "oh's" y "ah's" de vez en cuando, alabando mi gusto y haciendo protestar a Mike cuando veía un vestido de alguna colección exclusiva.
—Puedes tomar algo para usar esta noche —le ofrecí a ella y no pudo hacer más que chillar, saltar y regresar a la carga con decenas de "gracias, gracias".
Con el ánimo renovado y obligándome a sacar a Edward de mi cabeza, al menos por esta noche –cosa imposible realmente, marqué el número de Emmett y le conté los planes con Jessica y Mike.
Él aceptó sin que le rogara demasiado y para mi suerte, no preguntó por Edward.
Me sentía fatal, aun cuando no quería y mi sonrisa denotaba otro sentimiento distinto. Mi cabeza seguía rebobinando en la discusión de hace unas horas y no dejaba de repasar la conversación con Mike. Me asustaba que Edward no pudiera ser capaz de ver más allá de la nariz de Angela, pues en este poco tiempo él ya se había convertido en alguien indispensable para mí.
Sus mensajes de buenos días eran mi amanecer a diario. Sus llamadas, algún rato libre en el gimnasio o nuestros desayunos de jueves y viernes. Las tonterías y las bromas… No quería ser pesimista, pero al menos en este momento no veía cómo podríamos arreglar esto sin discutir una vez más por defender al supuesto culpable. Angela Webber ya había pasado a ser la líder en mi lista negra y no estaba dispuesta a dar paso atrás.
—Vuelve con nosotros, Boo —Mike pasó su mano delante de mí y sonreí lo más natural que pude hacerlo.
Un fracaso.
Él me miró comprensivo y dejó que Jessica siguiera revoloteando en el armario.
—Subiremos ese ánimo, ya lo verás —me guiñó un ojo—. Y todo esto se va a resolver.
—Por supuesto, cielo —Jess salió con un sensual vestido de tiras color azul y lo mostró— ¿Puedo?
—Adelante —asentí y ella sonrió ampliamente.
—Muy bien, ahora vas a escoger algo de ahí adentro y harás un bolso para pasar la noche en mi departamento, por nada del mundo vendrás hasta acá después de una jerga como la que tomaremos ¿Qué dices?
Me encogí de hombros, porque mis planes para pasar mí fin de semana tirada en mi cama mientras me lamentaba de la vida y sus desgracias, había sido suplantado por uno más divertido, más social y más elaborado.
—Seguro ¿te veo allá en un par de horas?
—¡Sí! ¡Mike, vámonos!
—Nos vemos al rato, Boo. Sabemos el camino —me detuvo en mi puerta y ambos se despidieron con la mano.
—Gracias por venir chicos.
—¡Ni lo menciones! —chilló Jess desde las escaleras.
No tenía muchas ganas de buscar algo con excesivo detalle. Así que tomé el primer vestido decente que se atravesó en mi panorama. Era beige con patrones plateados, súper corto, súper mini y súper cómodo. De manga larga y con un discreto resorte en la cintura, y una vez más el escote estaba sobre todo en las piernas. Tomé unas zapatillas plateadas y rebusqué en los cajones por ropa para llevar. Metí en mi bolso unos pijamas, un par de jeans, ropa interior limpia y una playera holgada.
Me bañé en diez minutos, sin apenas pensarlo demasiado.
Tenía que salir, divertirme, distraerme y no deprimirme. Mike tenía razón, debía dejar de darle vueltas al asunto de una vez por todas.
Era extraño, sentía que habían pasado días en vez de horas y ya extrañaba a Edward. Estaba tentada a darle un vistazo al celular. Tal vez me habría llamado o enviado un mensaje. O tal vez habría un signo de vida de él en sus redes sociales…
¡Ugh! No. Escúchate, Bella. Que patética.
Me puse unos pantalones de chándal, una playera sin mangas y una sudadera de los Seahawks, calcé mis tenis y tomé mis bolsos, el de ropa y el de diario.
—¿Ma?
—¡En el estudio!
Caminé hacia allí y la encontré en el sofá de piel, leyendo un libro con Sargento a sus pies.
—Oye.
—Dime, amor —murmuró sin despegar la vista del libro.
—Saldré esta noche con los chicos y me quedaré en lo de Jess ¿Podría dejarte encargado a mi hijo canino?
Ella enarcó una ceja, mirándome por sobre de sus gafas.
Muy bien, no estaba pidiendo permiso, eso era claro. Tampoco como si debiera hacerlo, tenía veintitrés y era bien sabido para mis padres que era una persona responsable y poco fiestera, un fin de semana no iba a matarme. Aunque al juzgar por el ceño de mi madre, puede que ella pensara lo contrario.
—Uh… ¿Pasarás la noche en lo de Jess o en lo de Edward?
Rodé los ojos, pensando que podría aparentar lo suficiente para que ella no hiciera más preguntas de las necesarias.
—En lo de Jess, mamá —bufé—. De todas formas, no es como si estuvieras cuidando mi tarjeta "V" ¿cierto? —ella rió y me guiñó un ojo.
Era refrescante la confianza que ambas teníamos para hablar abiertamente de casi todo. Alice y mi enfermedad, por ejemplo, eran temas tabú para ambas y alguna de las dos enloquecería en caso de tocarlos. Pero no estábamos hablando de Alice o mi enfermedad, milagrosamente, por lo que solo hizo un gesto desinteresado con la mano y acarició el lomo de Sargento.
—Iré a servicios infantiles para que te lo quiten, eres una pésima mamá.
—Mamá —gruñí— ¿En serio? ¿Alguien busca hacerme sentir peor?
Ella rió de lo lindo.
—Es broma, amor. Eres excelente con él, pero me alegra que te salgas a divertir un rato. Solo recuerda, si tomas no manejes —enumeró—, evita los sitios cerrados para fumadores —asentí— y siempre usa condón.
—¡Mamá!
Salí del estudio a pasos agigantados, no frustrada porque ella opinara de mi vida sexual, sino porque ella insinuaba que hoy tendría acción con un guapo cobrizo y no podía estar más lejos de la verdad.
Y sí, eso me frustraba demasiado.
Conduje con calma, sin prisas y evitando a toda costa las canciones deprimentes y de desamor. No que se asemejaran a mi realidad, pero cuando alguien tiene una discusión de esa proporción con su pareja, tiende a imaginar cosas.
Su pareja… ni siquiera podía decir que era mi novio.
Ni siquiera podía saber dónde estábamos.
Mi trasero pseudo deprimido cambió ciento ochenta grados a un trasero realmente cabreado.
Revisé la dirección de Jessica antes de bajarme del auto y tocar el interfon de su loft. Así que cuando ella respondió con un:
—¿Si?
Mi renovado sentimiento superior, ahora de ira y no de tristeza, me dominó por completo.
—Tu hermano es un imbécil.
—¡Ah, Bella! Sube, sube.
Ella abrió el portón y estoy segura de que acribillé el botó del ascensor… con mi dedo. Jesús ¿Ahora sufría de bipolaridad o síndrome premenstrual?
Jess abrió la puerta de su piso usando un mullido albornoz rosado y una toalla en su cabeza al todo estilo árabe.
—Esta noche ignoraremos todo lo referente a Edward Cullen ¿entendido? Me mostraré imparcial y te emborracharé con tequila, pero deja de llamarle imbécil.
—Lo es —gruñí. Jessica enarcó una ceja y se rehusó a dejarme entrar—. Está bien, está bien.
Ella me dio un rápido tour una vez que me permitió la entrada. El lugar era hermoso. Muy iluminado, de concepto abierto y muy rosado y femenino. Tenía pufs peludos en colores blanco y rosa, un enorme sofá gris claro y sillas a juego. Su habitación había sido sacada directamente de Pinteresty el baño del FourSeasons en Bali. Me designó la –única habitación de invitados y me invitó a ponerme cómoda mientras ella se ponía algo de ropa para poder cenar algo rápido y después comenzar con el ritual de maquillaje.
Decidimos hacer ensalada y sentarnos a ver la televisión. De hecho, no hicimos nada en lo absoluto, Jess sacó una bolsa de ensalada pre-preparada y le añadió una lata de atún a cada porción. No la mejor cena de mi vida, pero al menos mi estómago no estaría vacío.
Edward tenía razón esta vez, su hermana no cocinaría ni aunque si vida dependiera de ello.
¡No pienses en él!
—Iremos a una terraza en Hell's Kitchen* —anunció Jess mientras metía nuestros bowls al lavavajillas—. Es súper exclusiva y genial, y lo mejor, es al aire libre —me guiñó un ojo, haciéndome sonreír por cuan considerados habían sido en eso—. Mike se está tirando a un barman de ahí, así que obtuvimos nuestra reservación sin problemas.
Solté una carcajada, sacarle provecho a un polvo suena como algo que Mike haría.
—Amor es amor.
—Por supuesto que lo es ¿Lista para esto?
Me encogí de hombros.
—Confío en ustedes.
Jess me miró frunciendo los labios y después, sonriendo con malicia.
—Jamás debiste de haber dicho eso.
Resultó ser que al estar estudiando diseño de modas, Jess también tenía experiencia en la asesoría de imagen, por lo que pulió todo lo que pudo y me dio consejos que de haber sido por mí, jamás me habría atrevido a intentar. ¿Quién iba a pensar que el delineador rojo iba a quedar tan bien contra el color de mis ojos?
Dejé mi cabello suelto, haciendo unas ligeras ondas playeras, de acuerdo con los términos de Jess y ya estaba lista.
—Mi. Dios. ¿Por qué yo no tengo tus tetas? —bufé fingiendo indignación al verle el vestido azul a Jessica. Ella se veía extraordinaria y el escote en "v" por fin estaba haciendo justicia— Te ves lista para matar a unos cuantos.
Ella rió, confiada de sí misma y mirándose al espejo mientras se acomodaba a sus niñas.
—¿Se ven bien? ¿No es demasiado?
—¡Es perfecto!
—Genial, lo sabía —reí, claro que ella sabía—. Tú te ves fabulosa, Bells. Tienes permiso de romper unos cuantos corazones, pero le arrancaré la polla a quien se te acerque con dobles intenciones —amenazó—. Ahora mismo mi hermano debe odiarme.
Suspiré.
—Solo saldremos. No es como si me echaras a los lobos.
—Los lobos vendrán a ti, es distinto. En fin, nuestro Uber* está abajo ¿estás lista?
Asentí y metí a mi diminuto bolso mi móvil y un pequeño tarjetero con algo de efectivo. Afuera estaba fresco y apenas salimos, mis piernas protestaron. Esperaba que al menos la multitud en la terraza y el calor del baile, evitaran que se me congelaran las extremidades.
Jessica parloteó todo el camino y lo agradecí infinitamente porque más pronto de lo que esperaba, ya me estaba replanteando esta idea. ¿Me veía como la típica despechada que en cualquier arranque decide irse de fiesta con su vestido más corto?
No, Bella. Eres joven y necesitas divertirte para poder distraerte, detente.
—Llegamos.
Jessica tuvo unas palabras con el chofer e hizo una transacción para el pago. Agradecimos el servicio y bajamos rápidamente.
Ella estaba extasiada. Viendo más allá de mi propia necesidad de esta noche, ella también pedía a gritos algo de esto. Estaba lo que le sigue de estresada gracias a su fiesta de cumpleaños, deseaba tanto que todo fuera perfecto, que la emoción de la planeación se estaba tornando frustrante.
Dio nuestros nombres y nos dejaron entrar sin necesidad de repetirlos. Me dejé guiar por ella entre los pasillos rojos, rosas y violetas. La estructura era de apenas dos pisos, así que no había necesidad de tomar el ascensor en lo absoluto.
—¡Adoro esa canción!
—Yo también —grité en respuesta.
Cuando llegamos a la terraza, quedé maravillada con lo que vieron mis ojos.
Necesitaba esto y sí, evidentemente también lo extrañaba.
Hudson Terrace consistía en dos ambientes. Uno cerrado y el otro al aire libre. El primero era todo sobre luces rosadas, cortinas de cristal y grandes pilares de mármol marrón. Las ventanas tenían focos de luz indirecta en color azul y los sofás eran blancos. Sin embargo Jessica pasó de largo por el área encerrada, llevándome con ella a rastras a la zona al aire libre: una enorme extensión con privadas salas lounge en los extremos opuestos, mesas periqueras y bolas de disco colgadas en la estructura externa.
Atravesó el establecimiento y salió a la terraza, buscando a ¿Tal vez Mike?
—Aw, Bella… lo siento, y-yo no sabía —Jessica me miró con una mueca, interrumpiendo mi reciente maravilla al lugar.
—¿Qué ocurre?
Ella no respondió pero me hizo una seña para que mirara en la misma dirección que ella.
Y bueno, pude notar a qué se refería.
Allí, en una pequeña sala privada, estaban Mike y un chico que desconocía, abrazándose y sonriéndose cariñosamente. Rosalie y Emmett reían a carcajadas sobre algo que seguramente él habría dicho, y por último estaba él… Edward, el cual nos acababa de ver y no dejaba de lanzarme dagas con la mirada.
Tragué en seco y suspiré pesadamente.
¿Qué demonios hacía él aquí? ¿Quién lo invitó?
—Uhm… podemos...
—No, está bien Jess. Vamos, no podemos quedarnos aquí toda la noche.
Él y yo tendríamos que hablar tarde que temprano, eso era claro. Pero cuando le pedí que dejáramos que las cosas se enfriaran un poco, no me refería a un par de horas solamente. En realidad pensaba darle hasta mañana o el domingo al menos, tal vez así tuviera la oportunidad de pensar las cosas de todas las perspectivas posibles.
Pero aquí estábamos ahora, frente a frente y muchas emociones corrían por nuestros ojos.
—¡Hey! Ya no tienen que esconderse ¿recuerdas? ¡Ya sabemos!
Emmett hizo acto de presencia con aquel comentario que apenas me sacó una sonrisa a medias, con ello di por sentado que él no sabía acerca de nuestra pelea.
—Muy gracioso, Emm —él sonrió grande y lo ignoré—. Hola Rose, Mike y…
—Vladimir, o solo Vlad.
—Vladimir o solo Vlad —repetí, Mike lo veía como quien no ha visto el sol en cien años—. Mucho gusto, soy Bella.
—Eso he escuchado —por inercia y tal vez, queriendo un poco, me senté a lado de Edward y él extendió su brazo en el respaldo. Idiota, estaríamos mejor.
No podía decir que la noche estaba transcurriendo como pensé que sería. Ahí iba mi noche salvaje. De salvaje no tenía nada y estaba tomando tan lento que el alcohol no estaba ayudando nada. Edward no me había dirigido la palabra más que para preguntarme por mi bebida cada vez que mi vaso se encontraba vacío; yo asentía y él me pedía otra cuba. En su lugar, me había enfrascado en una conversación con Rose y Jess, así que esperé que nadie aparte se diera cuenta de nuestro evidente distanciamiento.
Quería conocer a Rose y de no ser por esa constante espinita picándome el costado cada que escuchaba la voz de Edward, habría disfrutado al cien por ciento nuestra charla. Pude notar el clic inmediato que hicimos las tres, lo cual nos llevó a planear una improvisada cena sin chicos. Por suerte, pensé, podría disfrutar de ellas otro día, con la cabeza no tan revoloteada.
Para eso de las doce, Rose sacó a Emmett a bailar y aun estando renuente a hacer el ridículo, mi hermano aceptó sin chistar. Vlad tomó el lugar de Rose y conversamos solo un poco antes de que Mike se lo llevara lejos. Al parecer ellos eran una especie de amigos con derecho a rose, cosa que me reveló Jess. Y aunque Mike lo negara, él siempre regresaba a Vladimir, por lo que ella hacía especulaciones sobre si su mejor amigo querría algo más serio con el muchacho de ojos azules. Para mi desgracia, Jessica salió corriendo de la sala cuando un par de chicas la llamaron a lo lejos; lo que me dejó a "solas" con él.
Había hecho un excelente trabajo en ser cordialmente indiferente hasta ahora. No que no quisiera hablarle, besarlo y pegarme a su cuerpo como una sanguijuela. Pero este no era el lugar y dudaba todavía si era el momento.
—Bella…
Él me miró, no lo vi pero lo sentí. Y llámenme loca, pero sentía cuando sus ojos se posaban en mí y en toda la noche, él no lo había hecho a excepción de cuando me vio entrar a la terraza. Se la había pasado conversando con los chicos y gastándole una o dos bromas a Jess, pero ni siquiera me había mirado. Hasta ahora.
Así que me atreví a devolverle el favor.
—Edward.
Tomó aire, noté como su pecho se infló y dejó su vaso de lado. Estaba tomando lo mismo que yo, whiskey con agua mineral, yendo un poco más rápido a mi velocidad pero en general, lento.
Entonces mordisqueó su labio inferior, estaba nervioso porque también jugaba con sus dedos. El gesto no pudo haberme movido más pero me negué a ceder.
Yo era una mujer decidida.
—Tenemos que hablar.
La duda me embargó, porque bueno, eso es lo que pasa cuando cualquier persona dice esa frase. "Tenemos que hablar" es bien conocida por ser el inicio del fin en muchísimas relaciones amorosas y yo estaba aquí, muy segura de que Edward y yo resolveríamos las cosas ¿Qué si él no quería resolver nada? De pronto mi seguridad estuvo por los suelos y mi decisión no presentaba más allá de un obstáculo.
Asentí sin poder decir una palabra.
Nunca me había sentido así acerca de nadie, para bien o para mal. Me hubiera dado igual si se hubiera tratado de alguna otra persona, de hecho estaba segura que ya había enfrentado el "tenemos que hablar" años atrás y para nada había sentido un hueco del tamaño de Rusia en mi estómago.
Edward me tendió la mano y la tomé sin pensarlo dos veces. Debía dejar de ser pesimista y afrontarlo con la frente en alto.
El usual cosquilleó me inundó con su toque y me estremecí. Él me guiaba fuera del establecimiento, y yo sin preocuparme en avisarle a alguno de los chicos, le seguía como autómata. No podía pensar en nada más que él y los "tal vez" en mi cabeza. ¿Por qué hasta ahora había tenido que ir a ése lado de las posibilidades? ¿No podía estar enojada ahora y deprimida hace seis horas?
Me hizo una seña cuando llegamos a su auto y me detuve en seco.
Sé valiente, Bella.
Joder, no podía ni siquiera mirarlo.
Predica con el ejemplo.
—¿Nena?
No supe en qué momento, ni siquiera sentí los indicios. Pero probablemente ya había roto mi presa y mis lágrimas comenzaron a salir en el momento menos indicado. Me había aguantado las ganas de llorar todo el maldito día, yendo de la ira a la frustración y viceversa, pero ignorando la inseguridad que sentía en mi pecho.
Mis lágrimas salían a borbotones y solo alcancé a tapar mi rostro con ambas manos, evitando sollozar muy fuerte.
—No, nena —Edward soltó un suspiro y lo sentí rodearme.
Su abrazo fue todo lo que necesité para venirme abajo y perder el control.
Estaba exhausta, quería acabar con esto de una vez por todas y que de preferencia, Edward y yo superáramos este día de mierda.
—L-lo s-sien-to —me escuché hipar. Me separé un poco, aun en su abrazo y negué con la cabeza limpiándome las lágrimas— Juro que no es chantaje emocional.
Su pecho vibró ante su risa y aquello me relajó.
—Sé que no es chantaje emocional.
Me rodeó una vez más y esta vez me aferré a él, no estaba dispuesta a dejarlo ir: literal y figurativamente.
—Debo verme horrible —jadeé.
—Nunca podrías, pececito —su pecho emitió un gruñido y lo sentí tensar sus brazos—. De hecho te veías hermosa esta noche. Estás en serios problemas por salir a un club con un vestido así de corto y no avisarme de antemano.
—Ah, ahora eres un neandertal.
—No, solo estoy cabreado porque todos los imbéciles de allá arriba se sienten con derecho de mirarle las piernas a mi chica —suspiré, mirándolo inquisitiva. Al menos seguía siendo "su chica"—. Anda, sube al auto, este no es el lugar para conversar.
Hice lo que me pidió, ignorando el sentimiento de pérdida que sufrí cuando sus brazos me abandonaron.
El camino de la terraza a su departamento fue rápido y silencioso. No había incomodidad pero sentía cierta renuencia entre nosotros a pesar del abrazo anterior. Hice todo lo posible para limpiar mis párpados en caso de que estuvieran manchados con delineador rojo y agradecí que más rápido de lo que esperaba, ya hubiéramos llegado al apartamento de los chicos.
Cuando Edward cerró la puerta a mis espaldas, supe que no habría vuelta atrás. Para bien o para mal.
Tomé aire cuando lo escuché hacer lo mismo.
—Bella…
—¿Qué hacías en la terraza?
Ésa pregunta lo descolocó. Y a mí también. Sonó más ruda de lo que esperaba y supuse que mi filtro no funcionó de lo nerviosa que estaba.
—Eh, yo… Emmett me dijo.
—Claro —susurré—. Cómo no se me ocurrió antes.
Rodé los ojos y Edward se aclaró la garganta.
—No sabía de qué demonios estaba hablando él, pero me preguntó si te irías conmigo a Hudson. Le dije que no y ni siquiera tuve tiempo de preguntarle a qué, cuando Emm soltó todo el plan y dijo que probablemente llegarías allí con Jessica. Perdona pero no pude evitar ir, tenía que ir.
—Está bien.
—Es solo que —se jaló el cabello, nervioso como nosotros solos y soltó un bufido exasperado—. Me he gastado infinidad de malos tragos con las personas más cercanas a mí por el mismo maldito tema que no pude soportar que fuese igual contigo.
Fruncí el ceño.
—Supongo que esas personas cercanas a ti tendrán sus razones.
Él echó la cabeza hacia atrás, rendido y yo solo atiné a cruzarme de brazos.
—Dios, Bella. No comencemos con esto otra vez. Tú no estuviste ahí esa noche.
—¿Y tú sí? —inquirí enarcando una ceja.
—Llegué inmediatamente a la estación —debatió.
—¿Sabes? Ese tipo de comportamientos no nacen de la noche a la mañana. Son algo que se trae consigo desde muy temprana edad, una psique jodida no se hace en dos años o porque hoy decidiste ser un abusador.
—¿Y tú punto es?
—Que Garrett no es un abusador.
—Bien, calmémonos un poco —respiró pesadamente y se acercó a mí, tendiendo su mano vacilante. La tomé al momento, no queriendo dejarlo ir—. Dejemos de hablar de Garrett o Angela un poco ¿bien?
—Bien.
—Bien —repitió—. Necesito disculparme, Bella. Por todo lo que dije, por si te ofendí, por si te herí, por si dudaste de nosotros —hizo una mueca—. Es solo que, no estaba pensando claramente. Vi esa foto de ustedes dos y lo comencé a ver todo rojo, por mi cabeza pasaron cientos de cosas y el que te ocurriera lo de Angela fue la que me descompuso totalmente. Supongo que al no pensarlo con claridad fui yo el que lo descompuso entre nosotros.
Le di un apretón y dejé salir el aire que estaba conteniendo.
—Yo también tengo que disculparme. Supongo que debí ser un poco más… —torcí los labios y fruncí la nariz— ¿comprensiva?
Él rodó los ojos esta vez.
—Ahora dilo en serio.
Edward rió ante mi sonrojo, pero no pude hacer más que sonreír a medias.
—Lo siento por discutir contigo y dejar que se nos fuera de las manos.
—Eso fue más honesto.
—Por supuesto —rodé los ojos.
El semblante de Edward se tornó serio y por consiguiente hice lo mismo.
—En verdad, nena. Lamento mucho lo que dije… pero es que ¿En serio? ¿Davies?
Gruñí.
—No vayas por ahí, Edward.
—¿Qué quieres decir?
—¿En serio? —Lo imité— ¿Webber?
—¿De qué hablas?
Ladeé la cabeza y enarqué una ceja.
—Edward, no quiero entrar en discusión otra vez. Solo diré ¿Tan difícil era para ella decirte que no estaba sola? ¿Tomar una fotografía de nosotros cuatro o una donde él se está comiendo a besos a Tía? —Edward hizo el ademán de interrumpirme pero lo corté— Mírame a los ojos y dime que no pensaste de más por esa foto de los dos.
Él no dijo nada y me dolió un poco más de lo que esperaba.
—Nena…
—Lo sé. Olvidémoslo ¿Quieres? Realmente tenemos que trabajar en nosotros, Edward —él hizo una mueca—. Y para eso tenemos que confiar en nosotros antes de sacar conclusiones por insinuaciones de… terceras personas.
—Bien. Lo siento, Bella.
Le sonreí a medias.
—Yo también lo siento, pero basta de disculpas.
Me atrajo a sus brazos y me estrujó en ellos. Tarareé feliz y Edward rió, haciendo su pecho vibrar. Pasé mis brazos por su cintura, llegando a su espalda y lo apreté contra mí también.
Al menos por hoy estaríamos bien y aunque con esto era evidente que teníamos mucho que trabajar entre nosotros, podríamos superarlo. Un día a la vez. Esperaba que Edward no insistiera en que Angela y yo hiciéramos migas, porque por el momento ella estaba en mi lista negra y yo no tenía ganas de gastarme otra pelea con él.
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JonBenet: JonBenet Patricia Ramsey fue una reina de belleza infantil de seis años. Fue asesinada a la mañana siguiente de navidad en diciembre de 1996. Y a pesar de que han pasado 21 años, por falta de pruebas y un buen manejo de la escena del crimen no se conoce el asesino. Se usa el término JonBenet cuando el caso sigue abierto por la identidad desconocida del culpable.
How to Get Away with Murder: Thriller de la ABC protagonizado por Viola Davies. Géneros: Drama/misterio.
Hell's Kitchen: Es un barrio de Manhattan, Nueva York. Está delimitado por las calles 34 y 59 al sur y al norte, respectivamente; y el río Hudson y la Octava Avenida, al occidente y al oriente.
Uber: Uber Technologies Inc. es una empresa internacional que proporciona a sus clientes una red de transporte privado, a través de su software de aplicación móvil.
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¡Chicas! DISCULPAS MILLONES.
Tuve que entrar a editar el documento porque lo tengo arriba desde el domingo. El internet en mi casa está horrible, pero con suerte el día de hoy ya vayan los del servicio ¡Por fin! (Gracias Cablemás). De hecho me estoy robando los minutos en la oficina, así que si me despiden, que valga la pena porque por fin les pude subir el capi hahahaha. Broma… no me van a despedir. XD
Muy bien, entonces, aquí está la versión de Bella de la pelea de la parejita. Hahaha, Jess y Mike salieron al rescate pero poco les funcionó ¿Qué dicen ustedes? En lo personal, yo estoy esperando porque Angela y Bella se vean cara a cara, a ver si a Webber se le cae la mascarita.
Bueno, no puedo decir mucho ya que estoy con muchísima prisa. De hecho, publicaré solo en un par de grupos puesto que no tendré tiempo de publicarlos en todos XD, así que si quieres tener actualización de cuando subiré, únete al grupo de face. :D "IvyBlu Fanfiction" ¡!
Muchísimas gracias por los comentarios en el capítulo anterior. Me dejaron así de WOW, cuanta es su imaginación cuando sale la villana a jugar y hacer de las suyas XD, me encantan los clubs anti-angelas. Muchísimas gracias en general por el apoyo al fic, lo aprecio, me encanta y trato de traerles capítulos apenas los saco del horno.
Así que sin más, las dejo y nos leemos el próximo domingo. (ESPERO AHORA SÍ)
Las adoro xxx
Kss, Ivy.