Disclaimer: FMA y sus personajes no me pertenecen, si lo hicieran probablemente convertiría la serie en una chorrada de proporciones similares a las de este fanfic. Disfrutad :)

El bigote de Mustang

Habían pasado varios meses tras la batalla final contra Padre. Roy Mustang acababa de recuperar la vista con lo que quedaba de la piedra filosofal que había usado Havoc y llevaba no menos de una hora observando atentamente a Riza Hawkeye mientras tomaban café en una cafetería.

- General… esto es incómodo – dijo Riza.

- Incómodo ha sido no poder verla en todo este tiempo – respondió Roy -. Aunque si lo que le incomoda es que estemos en público, eso puede arreglarse – bajó el tono de voz -. Podría dejarme ver más de usted en su casa… o en la mía… ¿qué prefiere? – guiñó un ojo.

- Prefiero que deje de arriesgar su futuro, Señor – respondió, dando un sorbo a su té.

- Vamos, Capitana – suspiró Roy, chasqueando la lengua -. Después de todo lo que ha pasado, no pienso perder un segundo más.

- No sé qué opinará el Capitán General de ello – dijo, entrecerrando los ojos.

- El Capitán General es su abuelo, no puede ser tan difícil… ¡Ya sé! Iré mañana a pedirle su mano.

En aquel momento, Riza se atragantó y su taza se volcó sobre la mesa. ¿En qué pensaba aquel patán?

- ¿Qué mano ni qué…? – comenzó a decir, demasiado alto – Señor – bajó la voz – Le recuerdo que acordamos mantenerlo en secret-

- ¿Qué secreto ni qué secreto? – suspiró Roy – Riza, que lo nuestro ya es de orden público. Lo sabe Breda, lo sabe Havoc, lo sabe Fuery, lo sabe Falman, lo sabe hasta el tío siniestro que corta el césped.

- … ¿desde cuándo lo sabe tanta gente? – preguntó, con cierto tono hostil.

- Desde la entrevista que conc- - comenzó Mustang. Riza cargó la pistola.

- ¿Perdone? – sonrió, sádica.

- Eeeeh… bueno, cuando uno está ciego se aburre mucho y necesitaba pasta para unos cultivos de tomates gigantes en Ishval y…

- Solo espero que esa entrevista no sea de dominio público, por su bien.

- Pues ahora que lo dice… - sonrió, pasándose una mano por la nuca.

- ¡EXTRA , EXTRA! – anunció una voz de chico adolescente con un sospechoso parecido a la de Alphonse - ¡LA RELACIÓN PARA NADA SECRETA DEL GENERAL MUSTANG Y LA CAPITANA HAWKEYE AL DESCUBIERTO! ¡SOLO HOY EN "CORAZÓN CENTRAL"!

- ¡LA MADRE QUE LO PARIÓ, CORONEL! – gritó Riza, levantándose de la mesa.

- Vaya, me ha degradado, la he cagado a fondo… - chasqueó la lengua.

- ¡¿CÓMO PIENSA ARREGLAR ESTO?! – exclamó, asesinándolo con la mirada y cargando su segunda pistola - ¿En qué demonios pensaba?

- Pues… eh… iba hasta arriba de morfina… probablemente…

- Sabía que era idiota, ¡pero esto es demasiado! – cargó una tercera pistola.

- ¡Mañana voy a arreglarlo! – se defendió Roy -. La reconstrucción de Ishval está casi terminada, he sido un militar modelo y ya puedo volver a ver. Seguro que el abuelo Grumman tiene a bien concederme tu mano.

- ¡Es mi abuelo pero no es estúpido! ¡Se lo ha cargado todo, Señor!

- Humm… - se quedó pensativo mientras escuchaba cómo Riza cargaba una cuarta pistola, ¿dónde guardaría tantas? – Qué guapa está cuando se enfada – sonrió, deslumbrante.

*BUM*

La bala le pasó rozando la oreja.

- ¡Ha-hagamos una apuesta! – dijo Roy, tapándose con el menú.

- … ¿perdón? – respondió Riza.

- Si logro que Grumman me conceda tu mano, te cortarás el pelo como cuando te conocí. Llevo años queriendo verte así de nuevo. Y, por supuesto, te casarás conmigo – decretó.

- Si logra que Grumman le conceda mi mano, habrá gastado la suerte de toda su vida. Y si no lo logra… dejaré de ser su subordinada y, por supuesto, su novia. ¿Acepta?

- ¿No es un precio demasiado alto? – se alarmó Roy.

- ¿ACEPTA?

- … sí.. – contestó, viendo que no le quedaba más remedio.


- ¡Hombre, Roy! – sonreía Grumman, sentado en el jardín de su casa ante una mesa de ajedrez – Siéntate, siéntate. La has liado pero bien, ¿eh?

- Capitán General Gruuuummaaaan – sonrió Roy -. Está espléndido hoy.

- Menos peloteo, Roy, que todos sabemos que la has hecho buena – respondió -. Yo mismo quería que alguna vez tomaras a mi nieta como esposa, pero no de esta forma.

- Me dejé llevar – adoptó un fingido tono trágico -. Su nieta es tan hermosa y una persona tan íntegra que…

- … decidiste tirar sus esfuerzos por el retrete.

- Sí… ¡digo, no!

- Te pensaba proponer el trato de estar en secreto con ella hasta mi muerte y de legarte el rango de Capitán General después. Pero eso ya no es posible.

- Oh… aún así… si me permite, quisiera al menos pedirle su mano.

- ¿Solo eso? – se sorprendió.

- Bueno, lo de Capitán General sería genial – sonrió , con cara de bobo -. , pero deduzco que ya es imposible.

- No necesariamente – sonrió Grumman -. Gáname una partida al ajedrez y solo pediré un pequeño precio a cambio de abolir la ley que os impide a ti y a mi nieta estar juntos. Y garantizaré tu ascenso.

- … ¿cómo dice? – se levantó de la mesa, sorprendido - ¿Y si pierdo?

- Si pierdes, no podréis casaros, serás degradado a coronel y todos los militares, incluido tú, llevarán minifalda. E incluido yo. Siempre quise sentir el viento en mis…

- ¡ACEPTO EL TRATO!

Aquella partida fue una locura. Mustang acababa de recuperar la vista y se encontraba algo mareado. Grumman lo empujó contra las cuerdas en varias ocasiones, poniéndole en jaque unas veintisiete veces. Pero el General no se podía dejar vencer. Perdería su carrera, perdería a Riza y perdería la oportunidad de volverla a ver con cabello corto. En cierto modo, lo de llevar minifalda sonaba tentador, admitió mentalmente… pero el precio a pagar era demasiado alto.

Siete horas más tarde, el General cayó sobre la mesa, derrotado por el cansancio. Sin embargo, sonreía.

Había vencido.

- Muy bien… Entonces abolirá la ley, podré casarme con su nieta y seré Capitán General tras su muerte, ¿no?

- Correcto, General Mustang. Pero tal y como dije… hay un precio – y sonrió de esa forma ultramaléfica que solo él podía sonreír -. Algo que terminará con tu dignidad y que te hará recordar que pusiste todo en jaque por idiota.

- No me hable de jaques, Señor – pidió Roy -. Cualquier precio será pequeño en comparación con lo que gano.

- ¿Está seguro? Pues bien, lo que harás será…

Mustang tragó saliva. Aquel viejo era terriblemente retorcido.

- Llevarás bigote. Un pequeño bigote hasta el día en que seas nombrado Capitán General. Y , por supuesto, no podrás casarte con mi nieta hasta entonces, aunque permito la relación.

- … ¿un bigote? – se sorprendió - ¿Solo eso?

- Lo ridículo que vas a estar lo compensa. Ah, y regálame una minifalda. Para uso privado.

- … vale, está bien – asintió Roy.

¿Grumman chocheaba? ¿Unbigote? Diablos, ¡eso no era nada! Roy era guapo y hermoso sin importar cuál fuera su look. ¡Seguro que con bigote estaba…!


- Horrendo – determinó Riza, antes de empezar a reírse con todas las ganas.

Las cosas se habían calmado un poco. Ayudó el hecho de que en la entrevista Roy se deshiciera en palabras bonitas hacia su ahora prometida y que el bigote le sentara como un tiro en la sien. El aspecto tan ridículo que tenía hizo que Riza le perdonara y que estuviera riéndose toda la tarde tras ver el bigote que se había hecho con alquimia. Y era el mejor de los intentos.

- Maldito viejo bastardo… Bueno, tú estás preciosa – se acercó a Riza y le acarició la mejilla. Se inclinó para besarla.

- Cuidado… no me piques con los pelos del… del bi… pffffsh – y se cayó al suelo de la risa.

- ¡MALDITO ABUELO HAWKEYEEEEE! – bramó – En fin… - suspiró - al menos gané la apuesta.

- ¿Estás seguro? – preguntó Riza, levantándose ayudada por Roy – Mi abuelo nunca pierde, Roy, seguro que de algún retorcido e inesperado modo… ha ganado.

- … ¿cómo iba a ganar?

- Piénsalo. Él quería que nos casáramos, ¿no?

- Sí, sí.

- Y quería esa… minifalda, ¿no?

- Claro…

- ¿Y para qué quiere el cargo de Capitán General cuando muera?

- …

- Te la ha jugado, cariño – sonrió Riza -. Y hay algo más… la entrevista te la hizo una señora mayor de aspecto algo extraño, ¿no?

- No la podía ver, pero el cámara se refirió a ella como "señora"… no… no puede…

- ¿Su voz no se parecía… a la de mi abuelo?

- … es imposible…

- Mi abuelo gana – sonrió Riza -. Y todo por verte con bigote hasta el fin de sus días.

- … ¡MALDITO GRUMMAAAAAAAAN!


Días más tarde, Grumman estaba tumbado en una hamaca junto a la playa, con su minifalda y una camisa de flores, disfrutando de un refresco, cuando uno de sus asistentes le trajo el periódico.

"El bigote del General Mustang causa sensación (de espanto) en todo Central"

- ¡JAJAJAJAJA! Este niño ha caído, los jóvenes nunca aprenderán – alzó su vaso al aire -. ¡Gano yo, Roy Mustang!

Y ésta es la verdad del bigote de Roy y del cabello corto de Riza. Su relación fue viento en popa y años más tarde, Grumman decidió que se aburría y que quería que se casaran de una vez para jubilarse, por lo que dejó su cargo en manos de Roy.

- Pero el bigote permanece – apuntó.

La boda fue tremenda. Bailaron mucho, bebieron mucho y había bigotes de pega para que los invitados los usaran. Havoc fue rechazado unas setenta veces, May se volvió a declarar a Alphonse y los niños de Ed y Winry sembraron el caos. Y comieron muchos tomates gigantes de Ishval.

Tras una corta luna de miel, Mustang fue nombrado Capitán General y heredó todo el papeleo a medio hacer de Grumman. Riza y él tuvieron que empezar enseguida a poner todo en regla.

- ¿Realmente era esto lo que quería conseguir? – dijo Roy.

- Bueno, ahora el país está en buenas manos. Las mías, quiero decir, porque no vas a hacer más estupideces.

- Sí, señora – sonrió Roy -. Gracias por estar siempre a mi lado – la abrazó con fuerza.

- Gracias a ti por no rendirte y luchar por mí. Sobre todo con la prueba a la que te sometí.

- … ¿Prueba? ¿Qué prueba?

- Oh. Vaya… - sonrió Riza -. Se me ha escapado. ¿Es que nunca leíste los créditos de la entrevista?

- ¿Créditos? – fue inmediatamente a por la revista – A ver…

Se quedó blanco. Al final de la entrevista que causó todo el revuelo, había una pequeña línea con los perpetradores de semejante plan malvado. Y ponía lo siguiente:

Entrevistadora – Hermenegilda Gruppan

Guión – Elizabeth Moustache

- Estaba al tanto de los rumores sobre nosotros y veía que te darían problemas para llegar a Capitán General, así que decidí hablar con mi abuelo y ponerlo en sus manos - explicó, con total calma.

- ¿Pero... pero... para qué fue la entrevista?

- Para que diéramos una imagen de pareja unida, si era así a la gente le costaría menos aceptarnos al mando del país que si simplemente corrían rumores extraños.

- ¿Y la apuesta con tu abuelo?

- Bueno, él quería conseguir un par de cosas... y darte un escarmiento - sonrió.

-… la familia Hawkeye da miedo… - dijo Roy, como única respuesta.

Y se dejó caer en el sofá, blanco como la cal, con la revista en la cara y Riza observándole con una sonrisa tierna.

-Deberías darnos las gracias. Valió la pena, cariño.

Fin