JULIE

Con el Interespacio Bakugan en funcionamiento, Julie estaba viendo más a menudo a sus tres chicos favoritos. Claro, Shun y Marucho vivían en otras partes del mundo, pero ambos la visitaban tan a menudo como podían. Como hoy, por ejemplo. Julie se había aparecido en su trabajo alrededor del mediodía, para encontrar a Shun sentado en una de las mesas. Estaba jugueteando con uno de los cordones sueltos de su camisa morada.

Él sonrió al verla, un gesto silencioso que la hizo sonreír con toda la fuerza del sol. Una sonrisa de Shun era algo raro de ver, y ella siempre se sintió privilegiada por recibirlas.

— Hola Shun ¿Qué puedo hacer por ti? — preguntó Julie, saltando sobre sus talones hacia él. Recibió a cambio esa mirada distante y pensativa tan propia de él, una que lo hacía lucir más maduro a sus cortos dieciséis años.

— Solo… quería un poco de compañía — dijo Shun con simpleza. Julie levantó una ceja y puso sus manos en sus caderas.

— Ya sé, sé que no soy una genio, pero eso parece muy poco viniendo de ti.

— ¿Por qué dices eso? — preguntó Shun.

— Mmm no lo sé ¿Será por el hecho de que vives en la otra mitad del mundo?

Shun suspiró, tan silencioso que apenas pudo escucharlo — Estoy visitando a Dan.

Julie se dejó caer en la silla frente al moreno y sonrió — Ya veo, eso suena mucho más creíble — miró alrededor — Y entonces ¿Dónde está Dan?

— Por ahí — respondió, agitando la mano vagamente. Ella lo miró alzando las cejas e hizo el mismo gesto vago que él.

— ¿Por ahí?

Shun hizo una mueca, obviamente dándose cuenta que no iba a librarse del interrogatorio tan fácil.

— En el Interespacio Bakugan — dijo — Con Jake, Marucho y — otra mueca — Ren.

Julie frunció el ceño.

— De verdad no te gusta Ren ¿Cierto?

Shun abrió y cerró la boca varias veces. Julie lo vio intentar encontrar las palabras para expresarse de su manera habitual, elegante y sutil.

— No, no me gusta— definitivamente la elocuencia del ninja se hallaba perdida. Eso hizo que las cejas de Julie se alzaran, y sentía que debía recuperarse de las sorpresas que Shun le seguía lanzando.

— Wow

— ¿Qué? — preguntó Shun.

— Yo solo… no pensé que serías así, tan… directo — dijo Julie. Giró un mechón de pelo alrededor de su oreja y frunció los labios — ¿Qué es lo que no te gusta de él?

Shun se encogió de hombros. Era lo más alejado a su comportamiento habitual, pero lo dejó pasar. Shun solía cerrarse cuando le hacían demasiadas preguntas. No era su intención molestarlo, pero ya lo estaba haciendo. Así que decidió cambiar de táctica.

— Entonces… ¿estás seguro que no quieres nada de comer? ¿O de beber? Siempre te gustaron los batidos que preparamos aquí — la mención de los batidos hizo que los ojos de Shun pasaran de la mesa a Julie de un salto. Ella luchó contra el impulso de sonreír. Cuando su madre le dijo que la manera más rápida de llegar al corazón de un hombre era a través de su estómago, no creyó que su madre estuviera hablando en serio.

Se levantó de un salto, dijo un rápido "Vuelvo enseguida" y marchó rumbo a la cocina. Llamó al chef, una mujer llamada Mel, para que haga un batido de fresas y frambuesas. La orden apareció en el mostrador poco después y regresó con Shun.

— ¡Ta-dá! — dijo, entregándole un vaso largo como un florero. Shun removió la bebida con el sorbete, aparentemente distraído. Pero ningún movimiento suyo era inprevisto, por lo que Julie se sentó frente a él otra vez y esperó. Podía ser paciente cuando tenía que serlo.

— ¿Alguna vez has tenido la sensación de que la gente te está mintiendo? — preguntó Shun.

Julie frunció el ceño.

— Sí, algunas veces — pensó en Billie. En la chica del teléfono que se suponía era solo una amiga, en la ruptura, la ira, los gritos. Sacudió la cabeza — Es horrible.

— Lo es — concordó Shun — Ren está ocultando algo. No sé qué es, pero no me gusta la sensación. No es lo que aparenta — Julie se mordió el interior de la mejilla para evitar replicar — ¿Qué?

— Es solo… — dijo vacilante. Luego, tomando una respiración profunda, continuó. — Es sólo que tú también ocultas muchas cosas. En realidad no eres tan estoico ni tan malo como la gente piensa. Sé que guardas secretos. Lo veo por la forma en la que hablas — se mordió el labio—Así que no puedes hablar de ocultar cosas cuando tú también lo haces.

Shun parpadeó.

— Julie, solo hay una cosa de mí que mantengo en secreto.

— ¿De verdad? — preguntó, sus cejas se lazaron de vuelta — ¿Sólo una cosa?

Shun asintió. Tomó su batido y bebió de él — Puede que no divulgue todo sobre mi mismo a cualquier hora, pero si me hacen una pregunta directa la responderé con sinceridad — él la miró a través de su flequillo — La omisión no es una mentira si eres recatado, para empezar — se encogió de hombros — Y además, la gente cree lo que quiere creer ¿Quién soy yo para detenerlos?

Julie suspiró y se dejó caer sobre la mesa, apoyando los codos.

— Sí, eso es verdad — ella se mordió el labio — Y ¿Qué es eso que escondes, de todos modos?

Recibió de Shun una mirada plana. Ella hizo un puchero.

—No puedes culpar a una chica por intentarlo — Shun sonrió y sus ojos se iluminaron con resplandeciente diversión.

— Supongo que no — acordó.

Julie pensó sobre ello largo y tendido, estudiando al moreno durante varios minutos para tratar de averiguar qué era lo que Shun ocultaba al mundo. Sabía que su abuelo y su madre se habían ido, que estaba sólo en términos de sangre. Que tenía un par de buenos amigos, pero que de otro modo se encerraba en sí mismo. Entonces cayó en la cuenta de algo.

— ¿Por qué no tienes novia?

— ¿Porque soy gay? — dijo Shun, bebiendo un poco de su batido. Julie parpadeó.

— Oh. Entonces ¿Por qué no tienes novio? — volvió a preguntar. Esta vez, el moreno le dio una mirada plana.

— Dios mío, te gusta alguien — dijo Julie con una amplia sonrisa — Eso es lo que estás escondiendo ¿no?

Le vio poner los ojos en blanco y no decir nada. Pero sabía que él detestaba las mentiras, lo que significaba que era muy probable que estuviera en lo cierto.

— Veamos — dijo la chica, inclinándose sobre la silla y golpeando sus labios con un dedo — Sólo tienes unos cuantos amigos, por lo que tiene que ser uno de ellos. Lo que tiene mucho sentido, porque es probable que por eso lo estés ocultando.

Ella lo pensó y lo pensó.

— ¿Es Jake? — Shun rodó los ojos — ¿Ren? — hizo una mueca.

Julie se concentró e intentó pensarlo lógicamente. Buscaba entre aquellas personas a las que Shun dedicó su vida. A la gente que le importaba más allá de su apatía superficial. Y luego, se dio cuenta.

— Es Dan — dijo ella, con los ojos muy abiertos y la voz teñida de asombro — Estás enamorado de Dan.

Shun se tensó. El vaso de batido se trizó por la fuerza con la que lo sostenía. Miró a Julie con los ojos abiertos, los labios separados y la piel pálida.

— Tengo razón — dijo sonriendo — ¡Woo-hoo!

El muchacho se lanzó sobre la mesa y tapó su boca con las manos. El batido cayó al suelo y se rompió en una explosión de vidrio y espuma.

— No se lo puedes decir a nadie — siseó. La chica parpadeó ¿Acaso era tan malo que lo supiera? Pero ella notó que Shun estaba temblando. Notó que sus ojos estaban abiertos y salvajes. Notó el rubor en su pálida piel — Por favor — dijo, y sonaba más como una súplica que como otra cosa.

Lentamente, Julie asintió, y Shun le quitó la mano. Miró hacia abajo, al batido, cuando regresó a su silla. Hizo una mueca ante el desastre. El café estaba vació por ese lado, por lo que no había llamado la atención, pero aun así lucía avergonzado.

— Voy por el trapeador — dijo Julie en voz baja.

— Julie — dijo Shun, y ella juró que nunca lo había escuchado tan sumiso — Lo digo en serio. Él no puede saberlo.

Pero ella no sabía por qué, porque se veían geniales juntos. Pero sabía lo que se sentía cuando otras personas tomaban decisiones por uno, y sentir miedo por ello. Sabía lo que era que otras personas sostuvieran tu corazón, tu destino, en sus manos y luego lo dejasen estrellarse contra el piso. Así que asintió y sonrió.

— Por supuesto, Shun. Lo prometo.

Él se relajó, le ofreció una sonrisa marca Kazami, y Julie esperó a que algún día tuviera el valor para contárselo a Dan.