Sinopsis: Algún día Hinata quería encontrar a alguien especial en su vida. Alguien a quién abrazar, besar y calentarse en sus brazos. Hinata sólo quería amar alguien y alguien que la amará, también. Pero, ¿qué pasaba si éste ya había llegado a su vida sin que se hubiera dado cuenta? Muy distinto ha como lo imaginaba, distinto en su carácter y en su forma de ser. Tal vez alguien como Naruto.

Género: Friendship/romance.

Pareja: NH


Tal vez algún día

30.


Hinata se pasó los dos primeros días de su pelea con Naruto, deprimida por los rincones de su casa. Se encontraba tan deprimida que no tenía ganas de hacer nada más que atrincherarse en su habitación enrollada en sus sábanas a esperar a que terminará el día.

Estuvo ignorado su móvil y las llamadas de sus amigos durante esos días, sin querer hablar con nadie. No tenía deseos escucharlos hablar de Naruto de mala manera porque se entristecería más de lo que estaba y no quería poner a sus amigos en contra del rubio de ninguna manera.

Con el tiempo fue a clases, pero hacía todo de manera automática e inexpresiva, acompañaba a sus amigas a todos los lugares que ellas la llevaban sin objeción, estaba tan ensimismada en sí misma y sus pensamientos que con cierto pesar, sus amigos no sabían como actuar a su alrededor. Kiba y Shino estaban preocupados ya que la única vez que la vieron de aquella forma fue cuando su madre enfermó de gravedad.

No podían creer que estuviera de aquella forma.

Estaban molestos con Naruto y triste por su amiga, sin embargo, como amigos de ambos sabían que no podían apoyar a ambos, aunque la balanza en estos momentos se balanceaba a su amiga ojiperla.

—¿Por qué no vamos al centro comercial? —opinó Kiba, viendo a Hinata comer su almuerzo de manera mecánica.

Los demás asintieron de acuerdo con la idea.

—¿Tú que dices, Hinata? —preguntó el Inuzuka.

Ella se encogió de hombros, sin darle importancia, sabiendo que, de cualquiera manera la llevarían, aunque se opusiera. Montaron en el bus que los llevaría al centro comercial charlando animadamente y haciendo ruidos en todo el camino, cuando llegaron al lugar sus amigos se esparcieron por todos lados, buscando cosas que le interesarán y dejando respirar a Hinata, por un momento.

A una distancia notó a su amiga Matsuri sentada detrás del mostrador de ropa femenina y con un rostro de aburrimiento, viendo la pantalla del móvil, así que decidió saludarla. Después de todo, la chica era muy empática y no la presionaba nunca a animarse o hablar con ella sobre algo que no deseaba, se encaminó al lugar.

—Hola Matsuri —la castaña sonrió, quitando su rostro de aburrimiento al verla llegar.

—Hola Hinata, no sabía que estabas aquí.

Hinata se encogió de hombros.

—Idea de Kiba. Quería "animarme" aunque creo que el único animado era él, ya que arrastró a Shino a ver la nueva consola de videojuegos.

—¡Hombres! —negó Matsuri riendo, le pasó a la ojiperla una silla de madera para que se sentará del otro lado del mostrador y no se mantuviera mucho tiempo parada o podría cansarse y poder conversar un rato con la chica de cabellos negros.

—Gracias —Hinata miró alrededor, curiosa—. No hay muchas personas, ¿no?

—No, aún no. Aún estamos en quincena de noviembre. Pero muy pronto tendremos este lugar invadido con las personas para sus compras de última hora por la navidad. ¡Siempre es lo mismo en estas épocas! Todo el mundo se vuelven locos con las compras —dijo, dramatizando de forma exagerada.

Hinata medió sonrió por su ocurrencia: usualmente, era a lo máximo que podría llegar a sonreír en el día, apenando a la castaña, acostumbrada a verla sonreír, cuando la visitaba.

Escucharon un alboroto y unos chillidos en la tienda cuando un grupo de adolescentes se detuvieron delante de la tienda, exclamando y gritando entusiasmadas, invadiendo el lugar. Hinata, apenas tuvo tiempo de apartarse cuando la turba arremetió contra la tienda.

Media hora después de las compras de las invasoras —después de haber revoloteado toda la tienda— y desordenar todo el lugar, Hinata ayudaba a su amiga a ordenarlo todo, doblando la ropa esparcida y arrugada dejada por las chicas.

—¿Qué? —preguntó Hinata al ser observada por su amiga de cabello castaño.

—Lo haces bien —sonrió Matsuri—. ¿No te gustaría trabajar aquí?

Hinata la miró sorprendida.

—Lo dices en serio.

—Claro, la verdad es que me falta una mano aquí, ahora que vienen las festividades.

La Hyuga recordó la manera en como Naruto la había clasificado como una chica infantil y que no se tomaba nada en serio y que evitaba tomar responsabilidades.

—Te ayudaré —le sonrió, aliviando a Matsuri, al notar una verdadera sonrisa por parte de la chica, después de mucho tiempo.


Las dos semanas posteriores a su pelea con Hinata fueron los peores para Naruto, no lograba concentrarse en nada, se encontraba distraído, malhumorado con todo el mundo y poco hablador. Tanto así que muchos de la oficina evitaba dirigirse a su cubículo para no ser a quienes dirigiera su furia.

Estaba arrepentido.

Puso su trabajo por encima de su relación haciendo que ésta se desgastará y discutiera con Hinata, influenciado por los celos y la desconfianza.

¿Cómo fue que permitió aquello?

Un momento estaban bien y al siguiente estaban peleando e hiriéndose de forma intencionada.

Suspiró sin remedio.

—¡Naruto! —exclamó Toneri llegando alegre a la oficina del rubio.

—¡¿Qué?! —respondió malhumorado, ordenando algunos papeles. Toneri se sentó como siempre en su escritorio y lo miró, negando.

—Eres un desastre, hombre —miró su cabello rubio despeinado en todas direcciones, sus ojeras y su atípico malhumor—. Ya me contaron lo que hiciste en la expo de Hinata.

Naruto suspiró.

—Soy un idiota. La herí sin darme cuenta pero que ese idiota pelirrojo me sacó de mis casillas, no tenía ningún derecho a abrazar a Hinata de esa forma —se despeinó más sus cabellos—. Soy un idiota —repitió frustrado.

—El más grande idiota de todos —asintió Toneri de acuerdo a sus palabras—. ¿En serio hombre? Ponerte así por Gaara —rió sin poder controlarse, haciendo que el rubio lo mirará.

—¿Qué quieres decir? Tengo buenas pruebas que a ese pelirrojo le gusta Hinata, incluso estuvo detrás de ella un tiempo.

—Ajá. Hace tiempo, pero ya no. Es más ahora está saliendo con una de las amigas de Hinata, sino mal recuerdo creo que se llama Matsuri, o algo así.

—¿Qué?

—¿No sabías?, creo que empezó a salir con ella, algunos meses después que empezarán a salir ustedes. Creo que Hinata fue quien los presentó o algo así, no recuerdo muy bien, supongo que se sentía algo culpable por haber dañado al chico —se rascó la cabeza tratando de recordar.

—¿Estás hablando en serio?

—Claro, hombre, ¿por qué mentiría?

—¡No puede ser! Soy el idiota más idiota de todos.

Sintió la palmada en la espalda de parte de Toneri.

—¿Tenías alguna duda?

Naruto se levantó de un salto y salió corriendo del lugar.

—¿Eh? Pero, ¿a dónde vas?

—A hablar con Hinata —sonrió con una sonrisa radiante.


—Muchas gracias. Vuelva pronto —despidió Hinata a un cliente, entregándole una bolsa con el logo de la tienda, llena de ropa.

El cliente asintió y se alejó de la tienda.

—¿Cansada? —preguntó Matsuri apareciendo desde el fondo del lugar llevando algunos percheros.

—No tienes idea —suspiró y se apartó un mechón de cabello de su rostro—. La tienda ha estado llena todo el día.

Matsuri sonrió.

—Ya sabes, todos hacen sus compras de última hora en esta época del año.

—Me gustaría que no fueran tantas —se dejó caer en una silla que utilizaba para descansar en sus ratos libres o cuando no había clientes para atender— y a ti, ¿Cómo te ha ido?

—Muy poco movimiento si me dejas decirlo —dijo Matsuri, acomodando una montaña de ropa desarreglada dejada por los clientes anteriores.

—Espera, Matsuri. Te ayudó.

—No te preocupes, yo puedo. Mejor tómate un descanso, Hinata.

—Oh, ¿en serio? Gracias, Matsuri. Realmente estoy muy cansada.

Hinata se encaminó a la cafetería del centro comercial, el sobreesfuerzo hecho en la tienda le había provocado hambre.

—Unos rollos de canela y una soda, por favor —pidió a la chica que atendía el lugar.

—En un segundo —respondió la chica, moviéndose por todo el lugar para entregar lo solicitado—. Aquí tienes —dijo, entregando los rollos de canela y una lata de soda en una bandeja.

—Gracias.

Se dirigió una mesa cargando su bandeja para posteriormente dejarla en la misma.

Suspiró y se dejó caer en su asiento con desgana.

Nunca fue una persona que se dejaba sobrepasar por su tristeza y aunque el trabajo en la tienda la distraía y la mantenía ocupada, cuando se encontraba sola, no podía evitar sentirse vacía al haberse apartado de Naruto de esa manera por una pelea tonta.

Hundió la cabeza entre sus brazos, cansada.

Alguien carraspeó delante de su mesa, haciendo que alzará la cabeza.

—H-hola Hinata —saludó Naruto con una mano de forma nerviosa, dejándola sorprendida por su presencia.

—Naruto —dijo, asombrándose con la suavidad de su voz al pronunciar su nombre y sentir que su corazón —que parecía detenido todo ese tiempo de no verlo— volvía a latir de esa manera rítmica y descontrolada a la que siempre asociaba con aquel chico al que amaba.

Hinata quiso levantarse y abrazarlo y no soltarle nunca, pero a su mente llegó los recuerdos de sus últimas palabras y su anterior alegría menguó de manera drástica y se sentó de manera más derecha en su sitio.

—Yo…—se pasó las manos por los cabellos nerviosamente, haciendo que ella repara en su presencia: estaba desalineado, con la camisa mal acomodada, el cabello revuelto y no tenía su corbata ni su saco y por la forma que respiraba parecía haber estado corriendo por largo rato—. Hinata, lo siento.

La Hyuga alzó la mirada y lo miró.

—Sé que no debí dejar que mi trabajo me absorbiera de aquella manera y dejar que eso afectará nuestra relación. Eres lo más importante para mí y no quiero perderte —tomó asiento a su lado y le tomó una mano, sonrojándola.

Volver a sentir esa mano tan cálida, apretada a la suya cuando temía no volver a sentirla, hizo que las lágrimas acudieran a sus ojos, sin remedio.

Lo había extrañado tanto.

—Por favor, Hinata, no llores. Sé que fui un cretino al comportarme de aquella manera y eso por ello te pido que me perdones y lo intentemos de nuevo, ¿qué dice?

Sus sentimientos, aquellos que parecían congelados y fríos después de su separación, brillaron en su corazón como la primera vez que fue consciente de sus sentimientos por Naruto. Como si esos días alejados uno del otro, no hubieran existido.

Una dulce sonrisa se dibujó en su rostro, asintió y dejó que los brazos de Naruto la rodearan mientras sentía que aquella parte de su corazón que creía perdida volvía a ella y latía a la par de aquel hombre, que le susurraba palabras de perdón, cariño y amor.


—¿En serio se irán solos? —preguntó Hinata, observando como su padre subía sus maletas y las de su madre en el portaequipajes de su auto.

—Sí, hija, no te preocupes —tranquilizó Hana, despidiéndose de Hanabi—. No tienen que venir siempre a acompañarnos este invierno, su padre y yo lo pasaremos bien en ese crucero.

—Sí, Hinata, déjalos que se vayan —interrumpió Hanabi, guiñándole un ojo, cómplice.

—Nada de travesuras, Hanabi Hyuga —amenazó Hiashi de brazos cruzados y mirando a su hija más pequeña de forma sospechosa.

—¿Yo? Por favor, papá. Como desconfías de mi de esa manera.

—Sino me hubieras dado motivos, hija —negó Hiashi, se volvió a Hinata— te doy las llaves de la casa, Hinata. Cuídate y cuida que ésta no incendie la casa.

—¡Hey! —Protestó Hanabi— te oí.

—Esa era idea, hija —aclaró Hana, riendo. Se acercó a sus hijas y las abrazó, se apartó y permitió que Hiashi también las despidiera.

—Nos vamos, cuídense.

—Sí, papá.

—No hagan locuras.

—Ya, Hiashi —protestó Hana porque el hombre no subía al auto y lanzaba sus advertencias a diestra y siniestra por evitar una —en su opinión— catástrofe.

—Adiós.

—Adiós —despidieron Hanabi y Hinata hasta el vehículo dio una vuelta y lo perdieron de vista—. ¡Al fin! —Hanabi alzó las manos al cielo y rió, metiéndose a la casa.

Hinata sólo negó, divertida.


Las semanas siguientes, Hinata estaba tan enfrascada en sus labores en la tienda, que perdía la noción del tiempo en sus nuevas actividades: atendía a los clientes, limpiaba y acomodaba la ropa en sus lugares, tenía que mantener las cuentas en orden y el dinero bien administrado para entregar las cuentas al final del día haciendo que su tiempo libre se redujera considerablemente.

Naruto —que estaba acostumbrado a la disposición de la chica en todo momento—, tuvo que acoplarse a las nuevas laborales de Hinata, sorprendido de la forma en como la chica equilibraba su tiempo entre sus estudios y su trabajo de medio tiempo mucho mejor que él si era sincero consigo mismo.

—Una rosa para una bella chica —dijo Naruto, ofreciéndole una rosa roja y sonriéndole de forma galante, apoyándose en el mostrador donde la chica se encontraba sentada, concentrada en sus tareas.

—Gracias —respondió Hinata, tomando la rosa entre sus manos y aspirando su agradable aroma—. Es muy hermosa —acarició las hojas de forma afectuosa. Notó la mirada azulina puesta en ella y se sonrojó—. ¿Q-qué pasa?

—Te quiero.

El calor de sus mejillas ascendió por su rostro, inundándolo por completo y haciéndolo hervir, de una manera increíble, al oír las dulces palabras de Naruto para con ella.

Naruto rió, se inclinó y le dio un fugaz beso en los labios, que le hicieron temblar las rodillas de forma intermitente. Desde que reiniciaron su relación, era la primera vez que se besaban y el sabor de los labios de Naruto eran tan suaves como los recordaba, que la hacían suspirar y delirar.

Aturdida, Hinata agitó la cabeza repetidas veces, para apartar aquellos pensamientos.

—¿Sucede algo? —preguntó Naruto alzando una ceja de forma curiosa.

—N-nada —dijo Hinata rápidamente y tomando sus cosas del mostrador, le sonrió—. ¡Ya me voy, Matsuri! —exclamó para hacerse por la castaña que se encontraba en el fondo de la tienda.

Matsuri alzó la vista, apartando un mechón de cabello de su frente y miró a Hinata y al rubio acompañándola, asintió.

—No te preocupes, Hinata, terminó esto y me voy.

—¿Quieres que te espere?

—No, mujer, yo pueda, disfruta lo que resta del día —le sonrió a Naruto, que le agradeció silenciosamente.

Tomados de la mano, tanto Hinata como Naruto se encaminaron fuera del centro comercial, conversando animadamente sobre los acontecimientos que suscitaron en sus respectivos trabajos.

—Toneri está empecinado en hacer una fiesta de fin de año en su departamento —comentó Naruto, negando por la alocadas ideas de su amigo de cabellos blancos.

—Que recuerde su departamento no era muy grande —opinó Hinata, dudosa— ¿o me equivoco?

—No, no te equivocas, ese departamento es una ratonera —rió, por la testarudez del Otsutsuki— pero eso no es lo que Toneri opina, ya sabes cuándo una idea se le mete en la cabeza nadie se la quita.

—Ni que lo digas —rió Hinata— recuerdo perfectamente cuando se le metió en la cabeza ayudarte para que estuvieramos juntos.

Naruto se sonrojó, recordando aquellos días en que —con ayuda de Toneri— intentaba acercarse a Hinata y que ésta lo mirará de una forma menos amigable y más amorosa.

Y, claro que, lo había logrado.

Claro, después de un montón de situaciones raras y vergonzosas para hacer que la chica a su lado estuviera con él.

—¿Ah, sí? —Dijo Naruto sonriendo de forma picaresca—. Pero sirvió, no es así. Me adoras, —dijo de forma petulante— no puedes vivir sin mí.

Hinata le dio un leve empujón.

—¡Que modesto!

—Lo sé —dijo de forma engreída—. ¡Hey! —protestó cuando Hinata le soltó la mano y empezó a correr alejándose de él.

Se estuvieron persiguiendo de un lado al otro y cuando llegaron a un parque, Naruto la atrapó en un abrazo, haciendo que ambos cayeran en el césped acompañados de grandes carcajadas de su parte.

¡Cuánto extrañaron aquella manera de tratarse! Sin presiones, responsabilidades sólo con el simple goce de estar al lado del otro y divertirse.

Y, disfrutar.

Y, ser ellos mismos.

Sin temor de los demás y a lo que pensarán de ellos.

Recostada sobre el pecho de Naruto, Hinata alzó la vista encontrándose con los ojos azules y brillantes del chico, quien la miró atentamente como si temiera que si cerrará los ojos, ella pudiera desaparecer de su lado.

Y, no deseó nada más en el mundo.

Porque todo lo tenía a su lado: una familia amorosa, amigos increíbles y a Naruto, su amigo, su cómplice en sus ideas más extrañas y el chico que amaba con todo su corazón.

Aún faltaba tanto para convivir, nuevas aventuras que vivir y un futuro incierto que se abría a su paso a medida que crecían. Pero, que importaba, si tenía a Naruto a su lado para darle la fuerza suficiente para seguir adelante y alcanzar sus sueños.

Lentamente, el sol se ocultó, creando sombras a su alrededor, dándole pasó a una luna brillante que con sus estelas plateadas creaban una atmósfera tranquila y bella, mientras una pareja de enamorados se daba un beso, sin importar nada más que ellos dos y el amor que sentían vibrando en su mente y corazón.


NOTAS:

¡Al fin!

Listo, terminó la historia, nunca pensé que fuera tan larga y tan entretenida de escribir.

Gracias por acompañarme en este loco viaje que fue entretenido de escribir al ser una historia tan distinta de narrar, al no tener drama ultra sufrido sino más relax, alocada y con una idea más tranquila que escribir. Siempre me quise enfocar en los miembros del equipo 8 y en su bella amistad, esta idea —como la mayoría— se me ocurrió de golpe y no paré de escribirla hasta que tomó una gran cantidad de páginas. Así gracias por dedicarle tiempo a esta pequeña historia, los quiero.

Bueno, ahora que ya arreglé mi laptop —¡yeah!— me dedicaré a escribir One Shots y finalizar mis historias pendientes —¡doble yeah!— y puede que tenga otros longfics en mente, aunque esta vez he aprendido la lección y empezaré a publicarlas cuando tenga un buen número de capítulos en la espalda antes de publicarlas para que ustedes y yo no suframos por la espera.

Mil gracias por su apoyo en este pequeño proyecto y nos leemos en otra.