Bueno creo que esto salió gracias a lo que he leido ultimente, maravillosas historias algo crudas pero preciosas como tienen una semana para ellos solitos veo necesario dedicarles aunque sea un pequeño drabble.
Hoy viene a ser el día uno: Promesa así que esta historia viene ser algo cruda, diré que es cruda porque así me sentí al hacerla. Por lo que no esperen que sea algo dulce ¡Hoy el gruvia se viste con promesas!
Sobre el nombre del capitulo: Virtue of the vicious (La virtud de los viciosos), este fue elegido gracias a un episodio de una de mis series favoritas: The Punisher. De ahí quizá que no sea tan adorable
Disclaimer: Los derechos, al igual que todos los personajes y situaciones de Fairy Tail son propiedad del señor Hiro Mashima (de quien espero noticias de su nuevo trabajo), ESTOS NO ME PERTENECEN yo solo solo tomo prestados a sus personajes para dejar salir un poco mi imaginación; de igual forma no deseo ningún tipo de ganancia monetaria por esto. De igual forma este fanfic Participa en la gruvia week
Por unos breves instantes se atrevió a conectar miradas con la mujer, observándole con una expresión indescifrable incluso para el mismo, balanceando de forma casi imperceptible su cuerpo, confuso de la apariencia de mierda que debía de tener en esos momentos; por su parte ella también le observó, con sus brillantes ojos cerúleos a causa de las lagrimas contenidas, moviendo sus hombros en busca de una explicación a la situación que en realidad no requería, mordiendo su labio como si ello fuese a aliviar su angustia.
Le vio tratar de huir de su mirada y antes de que lo hiciera le tomó suavemente por el brazo izquierdo, atrayéndole hasta que su frente rozó con la suya propia, susurrándole con una dulzura tan propia de ella mientras sentía el cuerpo trémulo del varón al borde del llanto, prometiéndole que pese a lo turbio y complicado de sus vidas seguiría a su lado.
Virtue Of the vicious (Promise).
El día que se conocieron era una tarde lluviosa, aquella en donde coincidieron en una de las salas múltiples dentro del hospital Saint Matthew, aquella en donde pese a que tardaron un tiempo en admitirlo se habían sentido completamente abducidos por la mirada del otro; pese a que el panorama no hubiera sido el mas propicio para ello, así la idea de un incipiente romance en medio del preámbulo a una terapia grupal no fuera la más coherente. Aun así sus espíritus habían ardido en curiosidad en cuanto se encontraron con el otro, se habían quemado entre emociones e incertidumbre ante la presencia de otra alma medio rota y quebrada, en cuanto sus gestos y presencia le hicieron entablar una conversación diez semanas después de su primer encuentro; de allí setenta y ocho semanas llegaron a cumplirse, esas en donde la lluvia no era el clima habitual para ambos y el sol asomaba la mayoría del tiempo.
Setenta y ocho semanas en donde se dedicaron a conocerse más a fondo, quinientos cuarenta y seis días en donde se entregaron en cuerpo y alma al otro, aquellos en donde podían simplemente retozar uno junto al otro viendo alguna de esas películas que buscan hacerte pensar, esos en donde se dedicaban a deleitar al otro con sus talentos (que pese a que fueran pocos aun existían), aquellos en donde dedicaban sus tardes a pasear por el parque tomados de las manos o comiendo un helado, aquellas noches en donde resonaban a la misma intensidad del otro mientras daban rienda suelta a sus más carnales instintos, o esas en donde simplemente se dedicaban a dormitar uno abrazado al otro con solo Morfeo como testigo.
Los días a partir de esas fechas fueron mas placenteros para -aquella que llamaba a la lluvia- y para -aquel hecho de hielo-, fueron días dichosos o por lo menos lo fueron hasta que un hecho ajeno a su relación desajustó su tan ahora tranquila existencia. Aquella que les dejó sin recursos para lidiar con la perdida, aquella en donde la mujer azul tan solo se reducía a tomarle de la mano mientras veía a su familia sufrir aquella perdida; puesto que para el joven con cabellos de noche era la segunda vez que perdía a una madre para él, puesto que incluso para alguien que trataba de mantener un equilibro en su mundo aquello fue un pilar roto mas para su desgatada sanidad.
Días pasaron, semanas transcurrieron y aquel joven con orbes de hielo tan solo parecía perderse entre su propia monotonía, a hacerse tan inaccesible que incluso a la mujer que "ocasionalmente llama a la lluvia" se le hacía imposible acercarse, volviéndose más frio y taciturno cada día. O por lo menos así fue hasta que una noche de finales de verano aquel caos pareció reinar por lo menos una noche más. Aquella en donde la joven Juvia recibió una llamada de un alterado Lyon, ese mismo que con la voz entrecortada y tratando de no sonar muy alterado le comunicó algo completamente inesperado.
Su pequeño y bobo hermanito había tenido un pequeño accidente con su motocicleta.
~GW~
Fue con su llegada al hospital que aquella sensación de desasosiego que sus temores e inquietudes parecieron aminorar, o por lo menos eso pensó torpemente; puesto que una corta conversación con una confusa Ultear logró despertar sus temores mas fundamentados. Aquellos que le indicaban que el varón había llevado tan mal la perdida que había vuelto a sus peores hábitos, esos en donde sabía que pese a su anterior insistencia el otro le había mentido con respecto a volver a tomar aquellas píldoras, ese mismo en donde el otro intoxicado por aquellos tranquilizantes había conducido con torpeza y exceso de velocidad, aquel en donde ella abrumada y luchando por no hundirse en su eterna melancolía le había creído. Suspiró y por unos segundos se sintió tonta, una ignorante creyente que no quería ver más allá de su propia nariz.
—Fue una suerte, que solo se dislocara el hombro… Bueno… a parte de los raspones y rasguños, supongo que es bueno no tener que ir a otro entierro— La sombría voz de la otra fémina logró sacarle de sus cavilaciones —Deberías ir a verle, seguro tu visita sienta mejor que la nuestra—
Tragando saliva fue que la joven asintió, avanzando por aquellos pasillos con un nudo en la boca del estomago. Ingresando por aquella puerta a la par que mordía suavemente su labio, cruzándose con aquella escena un tanto surrealista; aquella en donde podía ver al otro sentado en su cama, esa misma en donde observaba aquellas pequeñas heridas y moretones, aquella en donde sus orbes similares al zafiro no dejaban de recorrer la escena y de sentir que aquello no era más que una escena demasiado deprimente a sus ojos. ¿Podría ella hacer algo? ¿Sería ella capaz de brindarle ánimos luego de tantas veces en las que él había evitado que se hundiera en su miseria? Quizá puede que lo hiciera, después de todo no perdería nada por tratar.
— ¿Gray-sama? — Su tímida voz resonó suavemente en la habitación, la expresión ligeramente cambiante del otro le indicó que el otro le escuchaba claramente.
Este por su parte y por unos breves instantes se atrevió a conectar miradas con la mujer, observándole con una expresión indescifrable incluso para el mismo, balanceando de forma casi imperceptible su cuerpo, confuso de la apariencia de mierda que debía de tener en esos momentos; por su parte ella también le observó, con sus brillantes ojos cerúleos a causa de las lagrimas contenidas, moviendo sus hombros en busca de una explicación a la situación que en realidad no requería, mordiendo su labio como si ello fuese a aliviar su angustia.
—L-lo siento… Yo…— Su quebradiza voz pareció salir débilmente de sus labios, luchando por mantenerse tan sereno como se lo podía permitir.
Por su parte ella guardó silencio, tratando de decir las palabras correctas para el momento; fue allí que le vio tratar de huir de su mirada y antes de que lo hiciera le tomó suavemente por el brazo izquierdo, atrayéndole hasta que su frente rozó con la suya propia, susurrándole con una dulzura tan propia de ella mientras sentía el cuerpo trémulo del varón al borde del llanto.
—No tiene que disculparse Gray-sama, Juvia… Juvia puede entenderlo, más o menos… Solo prométale que no volverá a hacerlo— Un intento de sonrisa de su parte y un gimoteo del varón, aquello provocó que ambos gimotearan al unísono.
Y que él angustiado escondiera su cabeza en el hombro de ella.
Y que ella le abrazara con tanta fuerza pese a las lágrimas que cruzaban por sus mejillas.
Mientras ambos se prometían, en un pacto sin palabras, que pese a las tormentas y tragedias estarían el uno para el otro. Por siempre y para siempre.
Y bueno este es el día uno de los niños, con mil promesas para el futuro.
Así que cualquier comentario, duda, sugerencia, queja, berrinche o intento suicida (?) pueden depositarlo en un bonito review. Y recuerden: ¡Un review hace a sus autores favoritos un poquito mas felices!
¡Nos vemos en el próximo!
Pd: No parece gran cosa pero este capitulo se lo dedico a alguien muy especial, cuyas historias lograron sacarme sonrisas y muchas lagrimas. Por hacerme sonreír como tonta y llorar como niña pequeña, y por darme la inspiracion para esto. ¡Noalovegood, esto es para ti! Se que no es mucho y hasta es medio patetico, pero gracias por animarme a escribir de nuevo.
