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CapítuloXXV

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Londres Inglaterra, 28 de marzo del 2003

―Hermione esquelética Malfoy…

La voz grave de Theo la sacó de sus cavilaciones, ladeó la cabeza hacia arriba y apreció la buena figura de su amigo. Después de su breve inspección regresó su vista al cielo nocturno. Como era costumbre, estaba sentada sobre el tejado, mirando la luna.

―Theo lame culos Nott ―contra atacó ella y en respuesta recibió una sonora carcajada.

Sin gracia alguna, se dejó caer sentado a un costado de ella, bebió un largo trago de la botella de whisky que sostenía en su mano izquierda.

―Singular querida singular, aquellos tiempos terminaron, ahora sólo dedico mi lengua a recorrer el redondo y firme trasero de mi amada Luna ―Explicó Theo sin inmutarse por la mirada de desaprobación que Hermione le estaba dedicando.

―Y pensar que creí que no podías ser más corriente… ―dijo ofendida.

―Esas palabras sólo podrían venir de una mojigata o una virgen, y dado que no eres ninguna de las dos cosas, sólo me hace preguntar ―acarició su barbilla y la miró a los ojos ―¿Desde cuándo no permites que una varita agite tu caldero?

―¡Theo! ―Hermione se sonrojó escandalosamente ―¿Cómo te atreves a faltarme el respeto de esa forma? ―le reprochó al tiempo que le daba un fuerte golpe en el brazo.

Se frotó el brazo para aminorar el dolor, nunca le dejaba de sorprender la fuerza que poseía esa pequeña mujer.

―¿Faltarte al respeto? ¿Yo…? ―dijo él haciendo acopio de todo su auto control para no reírse nuevamente ―. Sólo me preocupa que el señor Malfoy no esté cumpliendo con sus deberes.

―Sabes perfectamente que no, Theo ―contestó un poco molesta, conociendo a su amigo, ya discernía que esa platica no iría por buen camino.

Theo esbozó una media sonrisa. Se recostó y cruzó las manos detrás de su cabeza para que le sirvieran como soporte.

―Si estuviera en tu lugar me sentiría igual de decepcionado… ―Hermione enarcó una ceja, dejándole claro que no sabía de qué hablaba ―sí, teniendo el marido que tienes y no poder tocarlo ¡Merlín! debe ser frustrante.

―Debo confesar que no sé de qué estás hablando ―aclaró ella, no estando muy segura de querer saber de qué hablaba.

―Bueno, Draco es un espécimen muy bien dotado, tiene brazos y piernas fuertes, marcados pos músculos…

―Theo…

―Debajo de esa camisa esconde un pecho tonificado y marcado…

―¡Theo, ¿eres gay?! ―soltó asombrada.

Él no se inmuto por su errónea conclusión. No comprendía porque el escándalo, que le gustaran las mujeres no significaba que no pudiera reconocer otro buen cuerpo cuando le veía, y su viejo amigo había estado trabajando los últimos años en tener uno que fuero digno de robar miradas.

―No, pero eso no evita que más de una vez no haya visto ese camino de vellos delgados que comienzan en su vientre y te guían hasta su…

―¡Detente, detente, vas a causarme un aneurisma cerebral! ―ella se puso de pie lo más aprisa que pudo.

―¿Un que…? ―preguntó él y se incorporó para quedar sentado.

―Nada, sólo detente… ―rogó ella. Intentó parecer inmutable ante el montón de imágenes que se recreaban una y otra vez en su cerebro, en todas ellas el protagonista era un Draco vistiendo muy poca ropa.

Theo no pudo contenerse más, estalló en sonoras carcajadas al ver el rostro sonrojado violentamente de Hermione, no necesitaba ser un genio para adivinar adonde conducía su tren de pensamientos.

―Idiota ―no se contuvo cuando estrelló su pie en las costillas de su amigo ―. A ver si te sigues riendo.

Se dirigió hacia la ventana, molesta por el comportamiento de su amigo y avergonzada por lo que estaba pensando.

―Conseguí… lo que… quería ―dijo él con dificultad, apretando su costado mientras intentaba respirar sin causarse dolor.

―¿Qué? ―demando saber.

―Ahora no podrás quitarlo de tu mente… ―con esfuerzos se puso de pie ―, la duda sobre como luce Draco sin camisa ― le dijo con una sonrisa socarrona y un guiño de ojo.

Hermione cerró los ojos e inhaló profundamente, cuando los volvió abrir los clavó sobre su amigo, su rostro estaba serio y apacible.

―No sé de qué hablas ―contestó con rabia contenida por la veracidad de la declaración de él.

―Eres una pésima mentirosa… ―detuvo su discurso al sentir la magia de ella haciendo cosquillas sobre su piel, causándole escalofríos.

Hermione rodó los ojos ante la sonrisa de clemencia de él. Se marchó sin mirar atrás, maldiciéndolo en todos los idiomas que conocía.

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Londres Inglaterra, 2 de abril del 2003.

―Mamá ¿por qué tienes que irte? ―quiso saber Teddy, sin poder esconder su tristeza.

―Teddy, te lo he dicho ―Pansy acarició su mejilla, sentía bastante pena ―, ésta no es mi casa, cariño.

―Pero…

Teddy estaba por intentar el mismo razonamiento que le había expresado a Pansy desde que ella anunciara que se marchaba esa misma mañana.

―Teddy, tu abuela te ha servido de comer ―Harry entró a la habitación y miró a su hijo.

―Pero…

―¿Qué te he dicho de dejar esperando a tu abuela? ―preguntó con voz suave y se acercó hasta él. Entendía perfectamente cómo se sentía su hijo, porque se sentía igual: de desolado.

―Que es de mala educación ―contestó bajito, miró por varios segundos sus zapatos, hasta que reunió el valor y encaró a Pansy ―: ¿No me quieres?

―Cariño… ―con malestar tomó asiento en la cama y extendió la mano hacia Teddy, él la cogió y ella lo atrajo ―Siempre voy a estar para ti, siempre.

Teddy suspiró y sonrió ante las caricias de ella. No lograba entender porque ahora que finalmente Pansy aceptaba ser su madre no se quedaba. Sabía que amaba a su padre y su padre a ella y ambos a él

«¿Por qué no podemos vivir todos juntos?»pensó.

―¿Incluso en luna llena? ―fue lo que finalmente preguntó.

―Sí, amor ―Pansy lo abrazó por un largo rato, hasta que se sintió dueña de sus emociones nuevamente ―. Ve, no hagas esperar a Andy.

El pequeño la besó y salió corriendo para que no lo vieran llorar.

―Pansy… no tienes que irte ―Harry finalmente habló y se acercó a ella, detuvo su paso cuando ella levantó la mano en gesto de que se detuviera. ―Pansy…

―No, cualquier cosa que existía entre nosotros…

―Detente, no te atrevas a decirlo ―ordenó él y se restregó el cabello.

―Terminamos ―dijo sin titubear, estaba cansada de esa batalla constante entre sus miedos e inseguridades, y agregar a Ginevra a la ecuación, había sido la gota que derramó el vaso.

―Amor…

Ella negó con la cabeza, se mordió los labios para mantenerse en control. Se puso de pie, dispuesta a marcharse.

―Sólo regresa con Ginevra ―le fue imposible no soltar con veneno esa declaración.

―Esto no es por Ginny ―hizo un movimiento con su mano e insonorizó y cerró la puerta para tener privacidad, esta vez no estaba dispuesto a dejar así la conversación —. Esto es por ti, porque tú no quieres estar realmente conmigo.

Pansy negó y sonrió con amargura.

―Tú no sabes nada ―se defendió.

―¿No? Pues ilústrame, porque para serte franco estoy harto de hacer conjeturas y transcurrir por un camino que no se adonde me lleva ―escupió las palabras.

―¡¿Harto?! ¡Pues no me lo parecías el otro día mientras platicabas con bastante ligereza con esa estúpida pelirroja! ― se asombró por haber elevado la voz, tenía años que nadie la sacaba de sus casillas.

―Deja de meter a Ginny en la discusión, ella no tiene nada que ver…

―¡Sólo cállate! ―le ordenó ella ―. Ésta plática se terminó ―necesitaba poner la mayor distancia con él, pero Harry no pensaba lo mismo, la sujetó del brazo cuando paso por su lado.

―No. Vamos hablar ahora ―ordenó con voz gruesa, sus ojos centelleaban furia. Harry se sentía al límite ―. Deja de comportarte como una niña mimada…estás acostumbrada a tener la última palabra, pues esta vez no, esta vez vas a decirme que demonios sucede. ―exigió sin darle tregua.

―Ya no soy esa niña mimada que conociste… ―rebatió ofendida por sus duras palabras.

―Lo eres. Quieres que todo entre nosotros siga tu ritmo, quieres tomar todas las decisiones e imponer tus necesidades sobre las mías, se te que tienes problemas, todos los tenemos, no fuiste la única en esa guerra… si me explicaras, yo podría entender.

Pansy se acomodó el cabello tras la oreja y levantó el mentón para hablarle al oído, tenía la mirada más fría que alguna vez Harry le había visto, y se estremeció.

―¿Puedes entender el dolor y vergüenza que siento por haber permitido que me violaran? ―su voz era baja y fría ― . Podría contarte la anécdota de cómo fueron grabadas esas cicatrices en mi piel, como imploré una y otra vez estar muerta mientras me hacían odiar mi propio cuerpo…Estoy segura que lo entenderías, así como entendiste que aún no estaba lista para hablar de eso…así como entendiste que no te permitía tocar mi cuerpo por sentir repulsión por mí misma, así como entendiste que me estaba matando verte con ella, con la mujer que una vez fue el amor de tu vida, ofreciéndote todo lo que yo jamás podría darte.

Harry se quedó sin palabras, asimilando todo lo que ella había dicho, un peso profundo se apoderó de él, sintiéndose el hombre más estúpido, no tuvo tiempo de reaccionar para evitar que ella se marchara, lo último que vio, fue la lágrima que ella no pudo contener.

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Londres Inglaterra, 4 de abril del 2003.

Hermione aguardó, aguardó todo lo que pudo, pero Arthur Weasley seguía en silencio, los minutos transcurrieron uno tras otro, el mutismo del señor se extendió por toda la habitación hasta poner la situación tensa y casi insufrible. Se puso de pie y caminó por la sala, fingiendo interés en las fotografías esparcidas por todos lados, que mostraban la historia de la familia Weasley.

La ausencia de reacción por parte de él comenzaba a perturbarla, había previsto llanto, reproche, furia, gritos… pero no silencio. Pero después de todo ¿Cómo se puede prever la reacción ante una confesión de ese calibre? Ella solo había anticipado el comportamiento común, pero una vez más, un Weasley le demostraba que tan equivocada estaba ante la racionalidad de la conducta humana.

―Puedes irte…

Las simples palabras carentes de emociones del señor Arthur la sacaron de sus cavilaciones, se giró para mirarlo mientras se preguntaba si había escuchado correctamente.

Hermione clavó sus ojos cafés sobre los de él. Pero eso no lo perturbo, solamente quería estar solo.

―Puedes irte ―repitió y apartó la mirada de ella.

―¿No quiere saber nada más? ―caminó hacia él, pero detuvo su andar cuando él la miró nuevamente, esos ojos azules, vacíos de vida, que la miraban detenidamente, la hacían sentir incomoda ―¿No quiere saber lo que sucedió en el bosque de De…

―No ―la atajo él ―. Eso sólo te concierne a ti Hermione ―ésta vez sus palabras fueron duras, casi violentas.

Hermione agachó la vista, sintiéndose por primera vez espués de mucho tiempo culpable, de repente ya no se sentía con la suficiente confianza para mirarlo. Había pensado por mucho tiempo en aquella solicitud que él le había hecho semanas atrás. Postergó la reunión porque de alguna forma u otra, le importaba cómo reaccionaría el señor Weasley al saber la verdad de cómo había muerto Ron, pero nunca se detuvo a pensar, como le afectaría a ella decir por primera vez lo que había ocurrido.

Volvió a sentir aquella opresión en el pecho que por muchos meses le había atormentado, sintió ese tipo de vergüenza que sólo aquellos que saben que hicieron algo realmente reprobable podrían entenderla.

Sintió en las palabras de él su furia repentinamente contenida, el juicio silencioso al que la estaba sometiendo.

―Sólo vete… y no regreses Hermione ―solicitó quedamente. Una parte de él comprendía la situación en la que ella se había visto envuelta, pero otra parte, su parte que racionalizaba como padre, no podía perdonarla ahora, tal vez nunca.

Ella asintió evitando mirarlo, su vista vagó hasta parar en una fotografía de Ron que estaba sobre la chimenea, por su apariencia dedujo que fue tomada durante la boda de Bill y Fleur. Se veía radiante, a pesar de tener a cuestas una guerra.

«¿Cómo fue que todo salió tan mal?» se cuestionó.

Se colocó la capucha de su capa y se condujo a la salida, en su camino se topó con Ginny que aguardaba en el pasillo, con un movimiento de su mano dejó caer los sortilegios que habían mantenido en privado su conversación.

―Algún día tendrás que decírmelo a mí también―exigió la pelirroja con una expresión seria que denotaba incomodidad y molestia por haber sido excluida de esa confesión.

―Tal vez ―fue la contestación corta que dio Hermione al cruzar el umbral y sumergirse en la inusual tormenta de abril que estaba azotando esa noche a Londres.

Caminó hasta su auto sin prisa alguna, dejando que la lluvia la cubriera por completo mientras intentaba con todas sus fuerzas no dejarse arrastrar en la tormenta interior que amenazaba con desatarse. Trató de vaciarse de emociones, recordándose a sí misma que no tenía caso desmoronarse por algo que había ocurrido hace tanto tiempo. En momentos como esos, era cuando se replanteaba la idea de sanar, el mundo a su alrededor la denominaba una sociópata, y ella no encontraba problema alguno en eso. No sentir emoción alguna tenía sus ventajas, y eran muchas en una persona con el pasado que ella tenía.

Subió al auto y lo puso en marcha, aceleró y se dejó ir sin rumbo fijo, en cuanto ingresó a la autopista incrementó la velocidad y dejó que la adrenalina desplazara al resto de sus emociones, anduvo así por casi una hora, envuelta en la sensación que le ocasionaba el golpe del agua en su rostro por llevar la ventanilla baja. Para cuando llegó a la mansión sentía que era dueña de sí misma nuevamente. Aparcó frente a la puerta, decidiendo guardar el auto para el día siguiente. Bajó sin prisa y recorrió con lentitud la distancia que la conducía hasta la puerta. La tormenta había aminorado bastante, hasta convertirse en una leve lluvia.

Pansy se cruzó de brazos y levantó una ceja al ver entrar a Hermione escurriendo agua y con una expresión deplorable en su rostro, acababa de salir del despacho de un enfurecido Draco, sabrá Merlín porque, y se había topado con la castaña.

Contrario a lo que pensaba Hermione, no estaba tan bien como creía.

―Bien, consigamos un poco de alcohol y me cuentas ―ofreció Pansy, ―¿Qué? No puedo ser amable y estar sobria al mismo tiempo ―agregó al ver la expresión de incomprensión de Hermione.

―El primer brindis que sea por esta verdad irrefutable ―contestó Hermione.

Media hora después ambas mujeres estaban sentadas en la esquina de una barra en un bar. Éste era el tipo de lugares que se prestaban para charlar, por la falta de música estridente. Ninguna había dicho palabra alguna, estaban en un cómodo silencio compartiendo una botella de whisky, cada una estaba sumergida en profundos pensamientos sobre sus respectivas vidas.

Jamás alguien podría decir que Pansy Parkinson y Hermione Granger eran amigas. Durante su estadía en Hogwarts nunca habían tolerado la presencia de la otra. Aún con el pasar de los años, nadie podría encontrar a dos mujeres tan distintas entre si, pero aún con todas las características que las situaban en lados opuestos, existía una cosa en la que coincidían; ambas: estaban irreparablemente rotas.

Y fue precisamente en esa situación donde las dos encontraron el temple para tolerar a la otra. Sólo hacía falta que se miraran a los ojos para encontrar su propio reflejo y sentir sincera comprensión. Coincidían en muchos lugares, interactuaban con las mismas personas, habían intercambiado palabras sin importancia sobre hechos irrelevantes, y sólo en tres ocasiones habían estado a solas, todas propiciadas por Hermione.

―Dime ¿Cómo es ahí adentro? ―fue Pansy quien rompió el silencio y señaló la cabeza de su compañera.

Hermione ladeó una sonrisa, jamás nadie le había preguntado sobre eso. Bebió el resto del contenido de su copa y jugó un poco con ella.

―Es como una zona dividida por la mitad con una gruesa raya roja, cómo indicándome lo peligroso que sería cruzarla ―explicó finalmente con voz apagada.

Pansy arqueó una ceja, pidiendo más información para comprender.

―Cuando me acerco a ella, logro sentir emociones, dolor, tristeza… pero tengo el control para alejarme.

―Eso es perturbador, aun tratándose de ti, Hermione ―dijo Pansy.

Hermione no pudo evitar sonreír con ironía ―Si, lo sé.

―¿La has cruzado? ―preguntó, creyendo que su aspecto actual era por ese motivo.

Negó con la cabeza y se sirvió otro trago ―Lo más cerca que he estado es… pisar la línea

―¿Por qué no la has cruzado? ―quiso saber con verdadero interés.

―No me preguntes como lo sé, porque no sabría explicártelo, pero sé que en el momento en que la cruce, se desvanecerá y ya no habrá retorno ―dijo en un susurro apenas audible.

―¿Y eso es tan malo?

―Mírate, ¿Qué te hace creer que quiero estar como tú nuevamente? ―preguntó distante y esperando la contestación agresiva en forma de respuesta de Pansy.

―Cierto ― reflexionó Pansy ―¡Salud por lo patéticas que son nuestras vidas! ―Sin esperar respuesta golpeó la copa de la castaña e ingirió de golpe todo el contenido de la misma, cerró los ojos al sentir como el alcohol quemaba su garganta.

Hermione apartó la mirada de ella al darse cuenta de que sus ojos estaban llenos de lágrimas y hacía acopio de fuerzas para no derramar ni una sola.

―Supe que terminaste con Harry ¿Por qué lo hiciste? ―quiso saber, su amigo se lo había comentado cinco noches atrás, en el peor estado etílico en que ella lo había visto.

―¿No existe algo que él no te cuente? ―Sus ojos se clavaron en ella con pretensión y burla.

Levantó ambos hombros para restarle importancia a tal declaración, no tenía caso negar eso.

―Por bastante tiempo odié la forma en que él te quería ―Pansy confesó ―. El saber que él haría cualquier cosa por ti, me impidió dormir muchas noches, temía que un día lo apartaras de mi lado, y cuando regresaste, supe que él te seguiría a cualquier sitio, entonces te odie más.

Hermione no se amedrentó por la forma inquisitiva y distante en la que estaba siendo mirada.

―Yo también seguiría a Harry al fin del mundo ―declaró Hermione en un tono de voz que dejaba claro que no estaba mintiendo ―, y viceversa, pero en caso de que esto último fuera necesario, Harry te arrastraría con nosotros, con o sin tu consentimiento.

Esa declaración, hecha en toda regla hizo que Pansy se estremeciera.

―¿Harry me…?

―¿Quieres saber si Harry te ama? ―Hermione rodó los ojos ―. Si realmente necesitas preguntarlo para creerlo, realmente tienes un problema ―rió por lo estúpido que le pareció esa pregunta, pero cesó al ver el rostro rígido de Pansy. ―. Te ama tanto hasta el punto en que le duele.

―Se acercó nuevamente a Ginevra… y yo no estoy lista para avanzar…

―Jamás vas estar lista, Pansy. Puedes esperar el resto de tu vida y eso jamás va a ocurrir. En estas semanas he aprendido que a veces la única forma de sanar las heridas, es hacer las paces con los demonios que las crearon, y ese, es un proceso lento, duro y doloroso, pero debe hacerse.

―¿Haces lo que predicas? ―la confrontó, se sentía atacada, comprendía que Hermione no era la responsable de nada de lo que le acechaba por las noches, pero era la única ahí en ese momento con la que podía desquitarse.

Asintió con la cabeza y se puso de pie ―. Esta noche le dije al señor Weasley como murió su hijo. Por primera vez confesé como vi morir a Ron Weasley, el padre de mi hija y no hice nada al respecto para evitarlo.

Hermione llamó al cantinero y le pidió cuatro botellas más de whisky y pagó la cuenta, no se percató la forma inquisidora en que la estaba mirando Pansy.

―Vamos, busquemos otro sitio…― la platica que se avecinaba, tenia que ser sostenida con delicadeza y en privacidad.

Caminó hasta la salida y se dirigió a su auto, esperó por cinco largos minutos hasta que Pansy llegó a su lado, la morena parecía perturbada por su confesión. Ambas subieron, Pansy al volante condujo hasta su departamento que no estaba muy lejos.

El transcurso hasta el departamento de Pansy fue realizado en silencio, ninguna tenía mucho que decir, pero si mucho en que pensar, era una suerte que nunca se sintieran con la necesidad de llenar esos silencios, de ser así, el carácter salvaje de ambas causaría que una de las dos sino es que ambas, saltaran a la yugular de la otra.

Pansy las condujo hasta su departamento, Hermione se sorprendió al ver la ubicación de éste en un viejo barrio muggle, pero nada la preparó para lo que vería en su interior, situado en el último piso de un edificio de 8 niveles, el apartamento de la morena era extrañamente sencillo y austero.

Ni por todos los galeones del mundo ella hubiera apostado alguna vez que Pansy viviría en un lugar así, después de todo era una Parkinson. Era un simple apellido, sí, pero significaba tanto, era sinónimo de riqueza, de pertenencia a uno de los Sagrados Veinteocho. Y si lo combinabas con la apariencia de la joven, no daba lugar a que interpretaras sencillez.

―¿Esperabas un palacio? ―no pasó desapercibido el asombro en el rostro de su compañera.

―Esperaba algo más… como tú ―respondió Hermione.

―No me conoces en absoluto ―ambas sonrieron por lo absurdo y obvio del comentario.

―Claramente ―las dos miraron a la ventana cuando escucharon el repicar de la lluvia sobre ésta. Hermione caminó hasta el balcón, abrió las puertas y cerró los ojos cuando la brisa azotó su rostro, hizo un leve movimiento de sus dedos y creó una protección para que la lluvia no cayera sobre el balcón, divisó una mesita y una silla, parecía que había encontrado el santuario de Pansy, desde ahí se tenía una hermosa vista del cielo nocturno de Londres.

También se podían apreciar varios edificios a la distancia, el ruido de la ciudad apenas era perceptible, todo creaba una atmósfera de tranquilidad, ingresó en el e hizo señas a Pansy para que la siguiera. Ésta arrugo la nariz por la intromisión de la castaña, pero después de algunos segundos tomó su bolso, dos copas de la cocina e hizo levitar una silla y se la alcanzó a Hermione.

Se acomodó del otro lado de la mesa y coloco sobre esta las copas y las botellas de whisky.

―¿Entonces? ―indagó para retomar la plática del bar, sería una mentirosa si no admitiera que estaba interesada en conocer esa historia, se rumoreaba que nadie conocía las circunstancias en las que había muerto Ronald Weasley, ni siquiera el Ministerio de Magia, excepto por la persona que lo había presenciado todo: Hermione Granger.

Hermione clavó su mirada sobre Pansy, notaba su ansiedad por querer saber ese sórdido secreto. Pero durante el camino, había decidido que esa plática sería sobre la joven, creía que tal vez podía hacer algo por ayudar a su amigo a retomar su relación.

―Sé lo que quieres escuchar, pero no será hoy, Pansy. Esta noche vamos a hablar de ti ―hizo una pausa al ver como ella fruncía el ceño ―. Estás al borde, Luna se la pasa diciendo que cuando tenemos ese tipo de problemas, es necesario hablarlos, no sé si está en lo correcto, pero supongo que podemos intentarlo ―finalizó apartando la mirada y llenando las copas de ambas.

―¿Qué te hace pensar que voy a confiar en ti? ―la enfrentó molesta por su atrevimiento.

―¿Por qué? ―Hermione preguntó mientras pensaba en que contestar ―Porque cuando cruce esa línea, Pansy, seguramente voy a necesitar hablar con alguien, entonces y sólo entonces, te contare todo aquello que me llevó al borde de la locura, te contare relatos que te harán desear nunca haberme conocido ―prometió con voz serena pero fuerte.

Pansy apartó la vista y reflexionó sobre esa declaración, la miró nuevamente, se encontró con una mirada gélida sobre ella, que la hizo estremecerse, y por primera vez se preguntó si realmente quería conocer el pasado atroz de esa joven. Llegó a la conclusión que sus secretos no valían la pena ser revelados para conocer otros que juraban ser peores, pero la declaración que salió de su boca fue contradictoria.

―¿Cómo puedo confiar en ti? ―demandó saber Pansy.

―Sólo tienes mi palabra, y tendrá que ser suficiente ―Hermione respondió de forma mecánica.

Pansy miró su copa, trató de concentrarse en encontrar dobles intenciones en las palabras de Hermione, pero no encontró una sola razón para sentir desconfianza, ya fuera porque en los últimos tres meses la castaña le había demostrado ser una persona que cumplía su palabra o porque había llegado a su propio limite y no podía rechazar ese salvavidas que le estaba siendo ofrecido para salvarla de ese océano gigantesco que eran sus miedos y juraban tragársela y nunca más dejarla emerger.

―Está bien ―musitó vacilante, transformó su silla en un sillón más cómodo y se reacomodó ―. Pero… si repites una sola palabra de lo que esta noche te diga, te juro Hermione, por lo más sagrado que tengo, que si es necesario te seguiré hasta el infierno y te haré pagar.

Hermione le dedicó una mirada de fastidio.

Pansy comenzó a devanarse los sesos en busca del origen de todo, pero no encontró un punto de partida, así que decidió comenzar por el principio. Pero se tomó su tiempo, buscando las palabras correctas.

―Nací en 1980 en Alsacia Francia, si soy francesa ―confirmó con voz apagada ― . Mi padre, Geremias Parkinson se encontraba reclutando Mortifagos en ese país cuando conoció a mi madre, Greta Feraud. No fue un amor a primera vista, no al menos por parte de mi padre, pero si por parte de ella, fue algo de lo que estoy segura de que él se aprovechó. No regresó de Francia con nuevos miembros, pero si con una fortuna enorme para patrocinar la causa.

―Greta llegó al país conmigo meses después de que el Señor Tenebroso desapareciera, y por las veces que salió el tema a colación en varias riñas entre ellos, sé que fue algo que disgustó bastante a Geremias. Es decir, desde el primer día en que me vio mantuvo su distancia conmigo, cuanto hubiera agradecido yo que se mantuviera así siempre…―ladeó su rostro y miró hacia el cielo, con una pose altiva y presuntuosa, que sólo una reina podría rivalizar.

Hermione se preguntó qué recuerdos estaría evocando. Podía apreciar en el reflejo de sus ojos verdes la tormenta que se avecinaba a pesar de que su rostro permaneciera inmutable. No pasó por alto la forma cruda y casi violenta con la que pronunciaba los nombres de sus padres.

―Fui criada como cualquier otra niña perteneciente a la más alta esfera social, aprendí a dominar tres idiomas, caminar de forma elegante, saber combinar cualquier color y accesorio, mantener una sonrisa en el rostro aun después de haber sido abofeteada verbalmente, planear eventos… Toda mi educación me preparo para complacer a un esposo. ― Miro a Hermione con una sonrisa de sarcasmo puro ― ¿Sabes?, ahora que lo pienso, ese futuro no era tan atroz como solía creer, cualquier cosa hubiera sido mejor que esto.

―Greta… quería que fuera perfecta, en su camino para conseguirlo fue implacable… ―negó al ver la duda en el rostro de Hermione ―. No, ella no creía en la violencia física como un medio de disciplina… ― acarició la copa y regresó su vista al cielo ―… sólo como medio de venganza.

Hermione se preguntó si había escuchado bien, eso ultimo apenas había sido pronunciado en un susurro audible.

―Pero he de decirte que era ingeniosa, macabramente, pero ingeniosa. Desde los cuatro años, solía encerrarme en el ático, junto al viejo boggart que habitaba ahí…

Hermione se alarmó ante ese hecho, recordaba su tercer año con Remus, y lo desagradable que había resultado esa clase, no podía imaginarse como una niña tan pequeña podría haber afrontado esa situación repetidas veces. Observó el ceño fruncido de Pansy, pudo deducir que no estaba molesta, estaba dolida.

Hermione no supo porque, pero comenzó a recordar todas aquellas veces que había compartido el mismo espacio con la morena, pero no pudo rememorar verla tropezar cuando andaba, oírla hablar de forma imperiosa, ¡Vaya! ni siquiera podía recordar alguna vez verla limpiarse la boca con la servilleta cuando comían. Todo en ella siempre era perfecto, jamás le encontraría un cabello fuera de lugar o una arruga en su atuendo.

―Ser descuidada era un lujo que no me podía dar, así que cuando llego mi carta de Hogwarts, sentí que respiraba por primera vez, Greta quiso que fuera a la Academia Mágica Beauxbatons, como ella, pero en un hecho sin precedentes, Geremias tomó la primera decisión con respecto a mí, y ordenó que fuera a Hogawarts. Greta cedió ante la felicidad de que él comenzara a tenerme en cuenta.

Pansy detuvo su relato, se sirvió una nueva copa y de un solo trago ingirió todo su contenido. Amaba el whisky y el ardor que ocasionaba en su garganta, ayudaba a desconectarla de otras dolencias. Hermione tomó su copa olvidada y le dio un sorbo.

―Ir a Hogwarts fue una las mejores cosas que me ha sucedido ―Hermione espero ver una sonrisa acompañando esa declaración, pero sólo encontró seriedad en su rostro ―. Pero con el tiempo lo odié, detesté la utopía de felicidad que me proporcionaba, renegué de que sólo pudiera estar ahí siete años, maldije porque me obligaba a regresar a casa en vacaciones…―su timbre de voz carecía de la fortaleza que la caracterizaba y Hermione estuvo muy segura de que estaba por comenzar lo peor de ese relato.

―Greta siempre aseguró que sería una hermosa joven cuando creciera, solía decir que había heredado lo mejor de ambos, debiste ver su rostro cuando la verdad de esas palabras se volvió su peor pesadilla…― reposó el codo en el antebrazo del sillón y se refregó los ojos. Soltó un largo suspiro que rompió el silencio que se había instalado en el balcón.

―Cuando regresé después de terminar el segundo año, no sólo ante los ojos de Greta comenzaba a convertirme en una mujer, sino que también lo fue ante la mirada penetrante de él que comenzaba a estar siempre sobre mí. Y aquí, es necesario que te aclare un punto Hermione ―después de varios segundos hizo contacto nuevamente con esos ojos castaños que la miraban fijamente ―, no mal interpretes mis palabras, yo solía amar a mis padres, tal vez te parezca algo inverosímil, pero así era. Para mí, Greta sólo era ridículamente exigente y él, distante, igual que el padre de todos los niños de mi círculo social que conocía. De hecho, sentía un poco de admiración por ambos, no conocía mujer más hermosa que ella, y no pienses que lo creía sólo porque se trataba mi madre, no. Greta poseía una belleza envidiable, un tipo de belleza ancestral y peligrosa, que lograba hacer que todos los hombres la miraran al entrar en una habitación.

―Y él… bueno, ni siquiera puedo recordar porque alguna vez lo admire, pero lo hacía ―declaró incómoda y algo avergonzada por alguna vez haber profesado tal cosa a semejante bestia.

Un silencio pesado se apoderó del ambiente, Pansy con la mirada perdida se sumergió nuevamente en recuerdos, Hermione no se atrevió a romper la atmósfera.

―La tercera noche de ese verano… era bastante calurosa, tenía todas las ventanas de mi alcoba abierta, recuerdo que un golpeteo me despertó, miré el reloj que estaba sobre mi cómoda, eran las dos menos trece minutos, me incorporé y comencé a buscar el origen del ruido…Todo estaba en penumbras, como solía estar siempre la mansión. Si me preguntas, alguno de los dos tenía una aversión por las antorchas. No me llevó mucho tiempo localizar de dónde provenía el ruido, me puse de pie, sin deparar en calzarme, caminé lentamente hasta ella, sin tropezar con nada a mi paso, como me iba acercando, me sorprendió que ni siquiera la luz de la luna se filtrara por alguna ventana…

Hermione se cuestionó porque Pansy estaba dando tantos detalles.

―Al llegar, un escalofrío me estremeció por completo e involuntariamente me gire y dirigí toda mi atención a la puerta de entrada, pasaron sólo unos segundos hasta que el pomo se giró lentamente y juro que dejé de respirar, nunca antes había sentido temor en mi alcoba, las penumbras habían sido una constante en mi vida, los ruidos extraños son comunes en la vida de una bruja o mago, no comprendía que estaba causando que la sangre se me congelara… ―sus ojos estaban cargados de angustia, su boca murmuraba, con dolor lacerante. Hablaba como si hubiera vuelto en el tiempo y lo estuviera viviendo nuevamente.

―Después de lo que me pareció una eternidad, la puerta se abrió, y en el umbral estaba él. De momento no lo reconocí, a pesar de que estaba iluminado por la luz que emergía de su varita, tuve que intentar enfocar la mirada por lo encandilada que me sentí en el momento, y aún después de reconocer su silueta, me costó creer que el hombre que estaba ahí, de pie mirándome como ningún otro hombre lo había hecho, de forma lasciva y perturbada, era mi padre.

Hermione se incomodó por lo agobiada y dolida que sonaba Pansy. Era un completo contraste con el semblante serio que mostraba, pero podía sentir su consternación.

―Caminó lentamente hacia mí, no dijo ninguna palabra y yo tampoco fui capaz de pronunciar algo, sólo me quede ahí congelada, intentando entender que estaba sucediendo, preguntándome si realmente él era mi padre, o si yo estaba teniendo un mal sueño…Sus ojos me recorrieron de abajo hacia arriba, lo vi detener su inspección en algunas partes y sonreír complacido por lo que veía, cruce los brazos sobre mis senos, en un inútil intento por tapar lo que mi camisón ya cubría, aunque yo me sentía desnuda bajo su escrutinio…―terminó con un gemido atorado en la garganta. Subió las piernas sobre el sillón y las envolvió con sus brazos.

Inhaló hondo, tratando de mantener a raya sus emociones, como lo había hecho desde aquella noche…

―Cuando colocó su mano fría sobre mi hombro desnudo, supe que no estaba soñando, pude ver en su asquerosa mirada lo que estaba por suceder y fue como si de repente algo se encendiera en mí, intenté apartarme, intenté luchar, intenté gritar… pero él era más fuerte que yo y tenía una varita…―una lágrima abandonó su expresión flemática.

Los rayos se hicieron presentes, a pesar del campo de protección pudieron escucharlos rugir y verlos atravesar el cielo con violencia, como si reprocharan la inocencia robada de una pequeña niña.

―¿No le dijiste nada a tu madre? ―habló Hermione por primera vez en mucho tiempo. Se replanteó como era la vida de un sangre pura.

Pansy negó con la cabeza y esbozó esa sonrisa agria que tanto la caracterizaba.

―La busqué a la mañana siguiente, la encontré en el balcón de su salón de té, miraba sus vastos jardines que se extendían frente a la mansión…traté de llamar su atención, pero parecía perdida en otro mundo. Cuando tomé el valor para caminar hacia ella, se giró y pude ver vergüenza en sus ojos, también decepción y odio…todo dirigido a mi persona. Yo sólo quería buscar refugio en sus brazos, que me explicara qué había sucedido, que me dijera que no era mi culpa…

―Pansy, no lo era… ―no se podía imaginar cuán difícil debía ser confesar todo ello.

―Lo sé ahora, pero en ese momento no lo sabía. En ese momento lo único que para mí era una certeza es que había sido violada por mi padre y que ella no toleraba mi presencia… esa fue la última vez que estuvimos solas en la misma habitación en algunos años, las sesiones de modales se terminaron, no me llevaron con ellos a ningún evento, no volví a comer en la misma mesa con ellos, todos mis alimentos eran llevados a mi alcoba, por solicitud de ella. Pero… no importó cuan molesta estaba ella, él regreso cada noche a mi habitación y yo luché, una y otra vez, grité, lloré, pero nadie vino a mi auxilio… nadie…y una noche me canse de pelear ―su voz careció de emociones, su semblante era el de una hermosa muñeca vacía, vacía y rota.

―Eso sucedió durante las vacaciones de los siguientes dos años, intentaba meterme en tantos problemas como pudiera para evitar que me enviaran a casa en navidad o acción de gracias, y no era tan difícil de lograr, tenía tanta furia acumulada que no me importaba en quien la descargaba. Y entonces todo fue peor cuando en nuestro cuarto año, me enamore de Harry.

Hermione se sorprendió de que saliera a colación su amigo, se sirvió un nuevo trago, lo necesitaba para asimilar toda la historia atroz que estaba escuchando.

―Lo odié, lo odié más que a Geremias o Greta, lo odié porque me hizo consciente de lo jodida que estaba, porque no importaba si algún día mi castigo parara, yo jamás sería merecedora de una persona como él, estaba tan rota y sucia que… ¿Cómo es posible que un hombre como él pudiera estar con una mujer como yo? ―cuestionó llena de rabia, la misma que había sentido hacía muchos años.

Y fue aquí cuando Hermione pudo entender un poco de ese dolor, porque ella ya se había sentido de igual forma, indigna de otra persona, la diferencia es que Pansy no había tenido elección sobre lo que le había ocurrido, y ella si.

―Cuando el Señor Tenebroso resurgió, las "sesiones" con Geremias aminoraron, el verano antes de nuestro quinto año estuvo lleno de sorpresas, cuando regresé a la mansión había un nuevo integrante en la familia, Preston tenía dos meses de haber nacido… ―Por primera vez el rostro de Pansy demostró alegría. ―. Greta me permitió comer mis alimentos nuevamente con el resto de la familia, que sólo consistía en ella y yo, Geremias siempre estaba ausente. Ella parecía feliz, toda su atención estaba sobre Preston… él era un bebé hermoso, era inevitable no amarlo.

Hermione se preguntó cuál sería el paradero actual de ese niño, nunca había escuchado su nombre surgir en alguna plática.

―Pero nada es para siempre ―cualquier alegría que había mostrado antes, se evaporó con la misma rapidez con la que había aparecido. Las cosas se complicaron bastante para todos antes de regresar a cursar el sexto año, el Señor Oscuro estaba bastante molesto, no sólo porque nuestros padres habían fallado al intentar robar la profecía, algo más había ocurrido que lo tenía echando fuego… Una tarde, Geremias salió de la chimenea y nos arrastró literalmente a Greta y a mí con él a la reunión con su señor, sin darnos ninguna explicación. Nunca antes había estado en su presencia, costó todo de mi autocontrol para no hacer una mueca de desagrado al ver su aspecto cuando me pusieron de pie frente a él. No puse mucha atención al parloteo que salía de su boca, mi atención se concentró en Draco y Theo, ambos estaban junto a mí. Con la mirada clavada en el piso y temblando descontroladamente, varios Mortifagos formaban un perímetro a nuestro alrededor. Supe que estaba en serios problemas cuando divisé a Bellatrix hechizar a Narccisa porque esta última quería interferir, luego un carroñero sacó a la señora Malfoy de mi campo de visión.

―En resumen, cómo castigo a su ofensa de no obedecer ciegamente, quería que uno de nosotros tres se uniera a sus filas de fieles seguidores y para ello quería una demostración de nuestra valía, pero honestamen, ninguno de nosotros tres quería ser su seguidor. ―En este punto le costaba aparentar entereza, tenía las manos cerradas en puños y presionadas con fuerza ―. No tenía idea de lo que me esperaba, las risas del resto de los miembros me causaban escalofríos, y cuando quise darme cuenta, Draco y Theo estaban arrodillados gritando de dolor, intente acércame a Theo que era el que gritaba con mayor desesperación, pero Geremias me detuvo, la forma en que me miro y sujetó, me indicó lo que se aproximaba…nadie recibía una invitación del señor oscuro y la declinaba…

Hermione ahogó un grito, no podía creer que hubieran cometido semejante bajeza contra la morena.

―A estas alturas ya te habrás dado cuenta que la sociedad mágica aun es bastante anticuada, las mujeres estamos relegadas a funciones banales y del hogar. Son contadas las que han podido sobresalir en este mundo construido y dirigido por hombres. Por lo cual, yo no tenía ningún valor como seguidor, a excepción de Bellatrix, no había mujeres en su círculo, así que puedes adivinar cuál era el único papel que podía desempeñar, esa era la razón por la que las esposas de los Mortifagos no tomaban la Marca Tenebrosa.

No podía creer cuantas cosas desconocía, cuanta maldad se había desatado en el otro bando, como ni ellos se habían salvado de esas atrocidades. Ya no quería escuchar más, quería que Pansy se detuviera, pero estaba segura de que, aunque lo pidiera, ella no le obedecería, relataba los hechos como si estuviera sola, en un trance.

―Geremias me tomó ahí, sobre el frío mármol del salón, en medio de mis amigos que estaban siendo torturados por sus propios progenitores. Esa fue la peor vez, no tuvo contemplaciones, no tuvo piedad por más que le suplicara, por más que grité por ayuda. Nadie se movió, sólo se reían y coreaban: "¡Puta de Mortifagos!" así fue como gané ese apodo. No sé cómo sucedió, pero un segundo estaba siendo profanada por la parte trasera y al siguiente segundo Draco me acunaba en su pecho y suplicaba a gritos que lo dejaran tomar a él la marca, que él quería ser un Mortifago y limpiar el mundo de la escoria que eran los muggles.

Hermione tenía palabras amontonadas en su boca, quería decir tanto, pero se limitó a ser la mejor oyente, sin comentarios inoportunos ni consideraciones que carecieran de valor.

―Nadie estaba contento con esa decisión, pedían que fuera yo quien tomara la marca y me volviera uno de ellos, pero el Señor Oscuro, tenía una mayor ofensa que cobrarle a Lucius y permitió que Draco fuera el elegido, no sin antes castigarlo por su atrevimiento de interrumpir la sesión. Después de eso me hundí en una oscuridad profunda, mi sola compañía eran los gritos de agonía de Draco, cuando retome el conocimiento, estaba tumbada en el suelo de una celda, Draco estaba inconsciente a mi lado y Theo intentaba contener el sangrado de mis partes íntimas…―su voz sonaba lejana y al mismo tiempo llena de agonía. Nunca pensó que desnudaría su alma a otro ser humano.

―A partir de ahí, encontré en Theo y Draco a mi verdadera familia, Narccisa vino a ser la madre que nunca tuve, ella nos liberó un día después, también pago el castigo por ello. La guerra fue un verdadero suplicio, nos teníamos que cuidar de todos, no podías confiar en nadie, Greta se volvió inestable, antes de que regresáramos a cursar nuestro último año comenzó a golpear a Preston, y yo, yo no sabía qué hacer ―se restregó con desesperación el cabello ― . El día entes de ir a tomar el tren, lo saqué de su cuna, tomé todos los galeones de la bóveda del despacho de Geremias y hui, no tenía un plan, no sabía qué hacer, sólo quería ponerlo a salvo, sólo… ―la voz se le cortó y sus ojos se cristalizaron ―. No quería que el sufriera como yo, nadie me había ayudado a mí, pero yo estaba ahí para él, llegué hasta el puerto y abordé a escondidas un barco que iba a Italia, sabía en qué parte de ese país se escondía Blaise. Siete días después pisamos puerto, dos días más tarde localicé a Blaise. Al siguiente día, los Mortifagos nos pisaban los talones, le di a mi hermano y todo el dinero que traía, le supliqué que escaparan y no intentara contactarme, a menos que ustedes ganaran la guerra. Conduje a los Mortifagos al camino opuesto y me atraparon.

―Cuando me llevaron ante Geremias, en ningún momento me interrogó por el paradero de su hijo, sólo estaba furioso porque yo había escapado…y prometió darme el peor castigo por atreverme abandonarlo, me desnudó de forma salvaje, y me tomó ahí frente a los carroñeros y Mortifagos de los que era líder, cuando terminó me sujetó del cabello y me arrastró hasta un sótano, llegamos hasta una habitación… Nunca supe que había ahí adentro, Draco y Theo llegaron y me salvaron… mataron a Geremias en el proceso ―por primera vez Pansy buscó la mirada de Hermione, encontró dolor en esos ojos castaños que la miraban con comprensión y prosiguió cuando esta asintió ―. Tiempo después supe que Narccisa los había sacado del colegio cuando se enteró que ya me habían encontrado en Italia y los mandó a mi auxilio.

Hermione no podía creer que existiera tanta maldad en una persona, pero esto contestaba tantas interrogantes que tenía sobre los motivos que habían impulsado a los magos de sangre pura a seguir a un mestizo, Voldemort les había dado un camino viable para que cometieran todas sus depravaciones y de esa forma no seguir ocultándose.

―Cuando la guerra terminó, fui a la mansión, pensaba buscar un poco más de dinero para ir en busca de mi hermano, estaba por salir cuando me encontré con Greta al pie de las escaleras. Fue en ese momento cuando conocí al verdadero demonio que albergaba en su ser, en ningún momento la vi sacar su varita, cuando intenté defenderme ya era muy tarde y ella estaba a horcajadas sobre mí, gritaba insultos y cosas sin coherencia, maldecía mi cuerpo, decía que era un demonio que le había arrebatado a su esposo, pero que ella se encargaría de que nadie más quisiera tocarme, comenzó a recitar en latín un canto siniestro, recorrió con su varita mi pecho, abdomen y piernas… ¡Sentía que me estaba amputando la piel, me quemaba y dolía… yo sólo rogaba porque me matara de una vez y terminara con toda esa agonía! ―finalmente se quebró.

Pansy comenzó a llorar ¿hace cuánto que no lloraba? Sus lágrimas cayeron sin pudor, ahora no era más que una humana hundida en su propio infierno.

Hermione se preguntó con el paso de cuantos años estaba llorando Pansy, cuántas de esas lágrimas habían suplicado ser liberadas antes. A su adusta manera, le acarició el cabello en un inútil intento de brindarle un poco de consuelo.

Los segundos se volvieron minutos, los minutos tal vez horas y Pansy lloró y lloró, con el rostro hundido entre sus piernas, con una mano ofreciendo torpes caricias sobre su cabeza, tenía el corazón en la mano, y lo había desnudado a la mujer que alguna vez detestó por no poder ser ella.

La castaña atesoró sus relatos, su llanto y su dolor, lo guardó en los más profundo de su ser, como la prueba de que hasta el ser más quebrado puede resurgir de sus cenizas, como ejemplo de entereza y fortaleza, sabía que es lo que necesitaría para cuando juntara el valor de cruzar esa línea que la separaba de su propia humanidad. Y se sintió orgullosa, orgullosa de conocer a una persona con semejante coraje de seguir adelante, se sintió orgullosa de conocer a Pansy, la verdadera Pansy Parkinson.

―Para lo que puedan vales mis palabras… Estoy muy orgullosa de ti, has sido una persona muy fuerte Pansy ―Con voz solemne se lo hizo saber.

La morena levantó el rostro, y la miró a los ojos, no encontró lástima en su voz, ni sorna en sus palabras, no había sarcasmo en su timbre, ni vio mentira en su rostro. Fue la total y profunda sinceridad de las palabras de Hermione, los que la hicieron limpiar su rostro y ponerse de pie, con la entereza de la que se sabe digna una reina y asintió como respuesta. Se sintió libre, libre como nunca antes se había sentido…sin el peso del pasado oprimiendo su corazón. Y frente a Hermione se juró a sí misma de forma silenciosa, que lucharía contra sus miedos, que no se permitiría ser presa del pasado, que esa mariposa rota, volvería extender las alas y volaría tan alto… hasta conquistar los cielos…

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Esta fue la historia de Pansy, el relato tal ves fue un poco morboso… pero creo que había detalles necesarios de mencionar.

Ha pasado bastante tiempo desde mi ultima actualización… varios eventos han retrasado mi escritura, pero no voy a justificarme en ellos para decir que por eso no han tenido actualización. Porque cuando uno desea hacer algo, no hay poder humano que nos detenga. La verdad es mas simple de lo que creen…

No tengo ganas de escribir ¿Por qué? Porque mi vida ha ido muy bien los últimos meses. Yo solo escribo cuando tengo la necesidad de abandonar el mundo que me asfixia… no se hacerlo de otra forma. Escribir para mi siempre fue el apoyo que me ayudo a sobrellevar mis peores ratos…

Cuando sufrí depresión, y tener que poner un semblante sereno, fingiendo que no pasaba nada, leer sus mensajes me hacían sentir querida, que no estaba tan sola como yo me sentía. Gracias por eso amores.

Este capitulo ya estaba escrito, abandonado en mi correo. Quisiera decirles que voy a continuar, pero mejor diré, que lo voy a intentar.

Sandra Peralta (Mi querida beta) gracias por la paciencia que siempre me has tenido, se que lidiar conmigo no es fácil, pero gracias, por ser tan TU, nunca cambies cariño.

Gracias a todas por su constante apoyo y comentarios!

Con cariño DLM

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