Buenas gente ^^ me estrenó en el fandom de Itazura :D ya que he escrito otros fics de fushigi yuugi (tamahomexmiaka), y bleach (IH, ichigo y Orihime). Iba a publicar este fic antes pero tenía que terminar el de blancanieves (IH) así que, ya que lo terminé la musa no ha parado de venir para esta pareja ^^ Quienes me hayan leído con anterioridad saben que me gusta hacer a los chicos pervertidos (si me caen bien) y naoki… como pueden ver… no será la excepción. Es más, creo que lo haré bien pervertido (culpa de el por siempre tener esa pose de ser el mejor… le queda esa actitud arrogante y pervertida a que sí^^?) Para la escena del beso de graduación… prepárense para algo extra :D aunque Sibreka creo que es la única que lo sabe… mi pervertida hermana IR pero que ama a kazui ^_^

Este capítulo va dedicado a MissKaro con la que habló mucho por whatsapp y que estaba emocionada con la idea de más fics en el fandom de Itazura y además fue su cumpleaños este sábado pasado :D

Aclaración: Itazura na kiss no me pertenece sino a Tada Kaoru que en paz descanse. Y que si fuera mío no hubiera hecho a kotoko tan pendeja a veces ni a Naoki tan frío. Hay veces que dan ganas de matarlos a los dos para que nos vamos a engañar xD

La subasta especial…

El ruido que ocasionaban los dos cubos de hielo chocando en el vaso lleno de whisky podía escucharse en la sala VIP. Era una sala de tamaño mediano, de paredes y sillones rojos, con una mesa redonda en el centro, en la cual se encontraban varias bebidas alcohólicas, una bandeja con hielos y un teléfono fijo cubierto de oro. Dos jóvenes de secundaria se encontraban sentados en los cómodos y elegantes sofás que había en el lugar. Frente a ellos, se encontraba un gran ventanal polarizado que les permitía ver todo lo que pasaba en ese gran teatro pero nadie de afuera podía ver quienes se encontraban detrás de esos vidrios.

El lugar, era un teatro de día y, unas pocas noches en el mes, se convertía en el escenario de subastas… donde lo que se vendía era a personas…

Hace algunas décadas, Japón enfrentó una gran guerra contra otros países, si bien la ganó, también era verdad que su población había disminuido significativamente. El Gobierno japonés apenas daba abasto para poder paliar los devastadores efectos de la guerra. Fue entonces, cuando las familias pudientes empezaron a donar dinero para hacer que el país resurgiera. A cambio de esa ayuda tan importante para el progreso y reconstrucción del país, los dirigentes les concedieron determinados beneficios con respecto a la población. A ese grupo se los conocía como "La Élite". Pero, dentro de este grupo, había otro más pequeño todavía. "Los Dorados", solo unas pocas familias dentro de "La Élite" recibían este nombre… eran la cream de la cream en la sociedad japonesa. Y sus deseos… eran órdenes. Y justamente, en esta sala VIP, uno de esos dos jóvenes pertenecía a tan alta alcurnia.

- Recuérdame porque estoy aquí, Watanabe – le preguntó aburrido el adolescente que sostenía la bebida a su mejor amigo.

Su nombre era Irie Naoki. Un apuesto y atlético joven de 17 años estudiante del Instituto Secundario Tonan. O más bien, ex estudiante, ya que hacía una semana que se había graduado. Era muy popular con las mujeres tanto por su atractivo como por su inteligencia: poseía un coeficiente intelectual de 200 puntos. Muy codiciado por las mujeres, tanto jóvenes como mayores, quienes hacían casi cualquier cosa por llamar su atención. El joven aprovechaba esa situación, las usaba un par de veces y después actuaba como si nunca las hubiera conocido. No se olvidaba de ellas, no porque significaran algo en su vida, sino gracias la privilegiada memoria eidética que poseía.

Después de todo, él tenía sus necesidades… y ellas se ofrecían abiertamente. Lástima que ellas no entendieran que solo jugaba con ellas y que no podrían esperar nada más. Si ellas se hacían ideas en su cabeza de "por fin haber atrapado a un Élite" no era problema suyo. Aunque él mismo admitía que últimamente no había tenido ese tipo de "actividades" por culpa de cierta chica enérgica y problemática.

También era muy popular en el tenis, llegando a ser campeón en los torneos nacionales entre Institutos. Las malas lenguas, también hablaban que, de vez en cuando, había alguna pelea de bandas en las que supuestamente él participaba… pero nadie podía comprobarlo. Y ese rumor, en vez de asustar a las posibles candidatas no hacía más que atraerlas con esa posibilidad de que fuera un "chico rebelde".

El ojivioleta estaba verdaderamente aburrido. Nunca le habían llamado esta clase de ventas. Podría estar mejor en su casa leyendo algún libro, escuchando algo de música clásica… o pensando como hacer para atrapar a cierto pajarito que había intentado retarlo. De solo recordar esos ojos grandes y hermosos ojos castaños llenos de determinación hacía que sonriera de costado mientras sus ojos brillaban de diversión. Sin más, tomó un trago de su bebida.

- Pronto lo verás, confía en mí – fue la simple respuesta de su amigo mientras sonría abiertamente. Era muy divertido saber algo que "el genio nacional" no supiera.

- Espero que tengas razón, Watanabe – le respondió aburrido y no muy convencido de sorprenderse.

- Oh, no te preocupes. Es más ya me lo agradecerás – sonrió divertido. Y su sonrisa se ensanchó aún más. Será muy divertido ver al sabelotodo quedarse sin habla. Pensando en esto, el rubio rió en voz baja.

Naoki alzó una ceja ante el comentario y la conducta de su compañero, más no dijo nada y terminó el poco wishky que le quedaba en el vaso.

De repente, las luces del teatro se apagaron indicando que la subasta comenzaría en unos instantes. Y así fue, cuando una gran luz, en forma circular, se enfocó en el centro del escenario. Las cortinas se encontraban cerradas. Instantes después, salió un hombre bajito y panzón de pelo corto y color negro.

- Bienvenidos a todos a una nueva "subasta por derecho". En esta noche tendremos 5 subastas… y la última será algo muy especial – al decir esto último sonrió pervertidamente. El joven genio, no supo porque, pero le dio mala espina.

- Sin más que añadir que comience la fiesta – anunció alegremente ante el aplauso del público y el bufido del castaño.

Pasó más de una hora hasta que terminaron casi todas las subastas… y solo quedaba la venta especial. Naoki se juró a sí mismo no volver a asistir a un evento tan poco interesante. Estaba a punto de reclamarle a su amigo por hacerle perder el tiempo, pero Watanabe se encontraba muy seguro que él le agradecería por haberle convencido a que asistirá a este evento, tan insignificante y aburrido, debía añadir.

- Finalmente damas y caballeros, la tan ansiada y esperada subasta especial. Es una joven estudiante pelirroja de 17 años muy linda. – dijo de repente el subastador con tono burlón. Al oír eso el genio levanto sus ojos de su vaso. – Estoy seguro que ayudará a pasar… más de una buena noche al caballero afortunado que se la llevé – rió descaradamente. Risa que fue seguida por gran parte del público.

Las cortinas que se encontraban detrás del hombre empezaron a abrirse lentamente. Un pequeño sofá negro se iba haciendo visible… así como también una linda y pelirroja jovencita totalmente desnuda e inmovilizada. Tenía alrededor de su cuerpo unas "correas" de cuero negro: empezando por su cuello vaya por el valle de sus senos los rodeaba mientras que el resto bajaba así abajo hacía sus caderas. Sus pechos eran de un tamaño mediano (copa C), firmes y muy suaves. Su intimidad podía verse claramente. Tenía las manos atacadas sobre su cabeza con unas correas de cuero parecido a lo que tenía en su cuerpo y una bola roja de plástico atada a su boca le impedía hablar. Su piel era blanca así como muy suave y tersa, a más de uno en ese salón se le hacía el agua boca con "espectáculo" que estaba proporcionando sin su consentimiento la joven.

Los ojos del genio se abrieron de par en par y su boca se desencajó un poco. Watanabe no pudo evitar reír por lo bajo. Ya sabía que esa sería la reacción de su amigo cuando entendiera el porqué había insistido que viniera con él a la subasta de hoy.

- Como pueden ver es una muchacha joven y muy linda. Para la información de los caballeros y damas presentes se trata de un tigre blanco*. La hemos revisado y podemos garantizarlo– informó sonriendo, mientras se escuchaba el cuchicheo del entusiasmado público. Se acercó a la muchacha y comenzó a jugar con su vagina haciendo que la muchacha soltara un gemido – Como pueden ver, le hemos aplicado algunos cuidados para hacerla sentir bien. La muchacha no puede quedar embarazada durante 5 años, y después será elección del comprador si amplia o no la duración – sonrió como si fuera un chiste.

- Por favor caballeros y damas, comenzamos la subasta en 1.000.000 de yenes – gritó feliz el subastador.

Naoki seguía sin dar crédito a lo que veían sus ojos… Kotoko… ¿estaba ahí? ¿Cómo era eso posible? A menos… que hubiera tenido deudas, pero ella actuaba como si todo estuviera bien. Lo cual tenía dos opciones: O bien había fingido que no pasaba nada (cosa que veía improbable ya que ella era un libro abierto para él) y la otra, que su padre no le hubiera dicho nada sobre la situación que estaban afrontando (algo que veía más plausible).

La subasta continuaba muy animada y cada vez se iban sumando más hombres. El subastador estaba tan contento y seguía jugando con el clítoris de la joven arrancándole otro gemido. Al escuchar este sonido nuevamente, lo hizo reaccionar, sacándolo de su ensoñación. También se dio cuenta de otro "pequeño factor": su parte baja se encontraba totalmente erecta, dura y latía dolorosamente clamando por liberación.

La rabia y la ira comenzaban a inundar su cuerpo. ¿Cómo se atrevía ella a gemir cuando la tocaba otro que no era ÉL? ¿Cómo se atrevía ese cerdo inmundo a jugar con su cuerpo cuando era PROPIEDAD suya? Las cosas no estaban en el lugar en que deberían estar y eso no podía permitirlo. Ya arreglaría cuentas con Kotoko por excitarlo de tal manera que dolía, por estar gimiendo cuando no era él quien la tocaba. Quería matar a ese hombre por el simple hecho de tocarla… y a todos los que estaban en el teatro mirando… esa vista era algo que solo ÉL tenía derecho a tener. Nadie más podía apreciar ese dulce sonrojo, esa mirada inocente…

Lanzando un juramento, se levantó rápidamente mientras sus ojos crispaban por toda la situación. Sin perder más el tiempo, levantó el auricular del teléfono y apretó el único botón que había en aparato.

Cambio de escena

De repente, la sonrisa del subastador se borró. Sonó el teléfono que se encontraba cerca de él y eso solo podía significar una cosa…

Juntando todo el valor que podía reunir el hombre se dirigió al aparato y preguntó:

- ¿En qué puedo ayudarlo?

- Soy Irie Naoki, quiero a esa mujer así que suspende la subasta – le exigió con voz envenenada.

- Sí… señor, como… usted diga – le respondió temblando. Hizo una reverencia antes de colgar el teléfono lentamente. Había tenido "la suerte" de conocer a muchos de la élite… pero a ningún "Dorado" y mucho menos… a el "Irie".

Sacudió su cabeza para despejar cualquier temor que tuviera y tratando de aparentar tranquilidad se acercó al micrófono. Segundos después, miró a un joven que se encontraba entre bambalinas y que era el encargado de correr las cortinas. Con un movimiento de su cabeza le indicó que las cerrara.

El público se sorprendió ante esta acción y pronto comenzaron a protestar hasta que el hombre indicó con las manos que se calmaran. Cuando vio que consiguió su objetivo paso a explicar el porqué de su accionar.

- Querido público, como acaban de ver… he recibido una llamada… de un "Dorado" – les informó algo nervioso. Después de todo, si bien era cierto que la Élite tenía privilegios para participar en este tipo de subastas… también era cierto que los "Dorados" no solían asistir a ellas… a pesar del privilegio, las consideraban… sin importancia.

Aunque a muchas personas del público, sobre todo más de un viejo verde, no les hizo mucha gracia la explicación sabían que era mejor no meterse con los mejores y simplemente se mantuvieron callados.

- Les agradezco su comprensión. Con esto, damos finalizada la subasta de la noche de hoy. La siguiente no sabemos cuando se realizará. Muchas gracias por su asistencia y sus compras. Que tengan buena noche – les agradeció el presentador. Segundos después, la luz del centro del escenario se apagó y se encendió las del resto del teatro indicando que todo había finalizado y ya era hora de retirarse.

Cambio de escena

- ¿Cuándo te enteraste de esto Watanabe? – preguntó el genio mientras colgaba el teléfono y no quitaba la vista del presentador.

- Hoy a la mañana me lo dijo mi tío. Al parecer su padre debía demasiado dinero. No pudo pagar en plazo y lo mataron. A ella como es virgen decidieron venderla y cobrar la deuda – le informó su amigo mientras lo miraba observar al hombre.

Por la forma en que lo miraba… sabía que tendría una muerte lenta y dolorosa. El pobre hombre no sabía que tenía los días contados… eso le pasaba por tocar con demasiado descaro la pertenencia de otro hombre, aunque, claro, eso el subastador no lo sabía. Y el rubio estaba seguro que esa ignorancia a Naoki poco le importaba. Su rostro lo decía todo.

- Voy bajando. Quiero salir de esta pocilga de una maldita vez. Y… al final, tenías razón. No fue una pérdida de tiempo. – era su forma brusca de darle las gracias por avisarle que su compañera iba a ser subastada aunque no le dijera en un comienzo el motivo para invitarlo – Nos veremos en unos días – y sin decir una palabra más salió por la puerta. Quería ir a su casa rápidamente… y solucionar su "pequeño gran problema" inmediatamente.

Cambio de escena

En las butacas del teatro ya no quedaba nadie. Solo habían un par de empleados que se encontraban limpiando las instalaciones y el presentador que debía entregar a la muchacha a su comprador.

- Ya puedo llevarme "mi compra" – fueron las palabras de saludo de Naoki cuando apareció al lado del hombre.

- Señor… señor Irie – respondió temblando completamente. No solo por estar en presencia de alguien tan importante… sino también por la cara de odio y despreció que estaba recibiendo por parte del joven.

- ¿Irie… Irie-kun? – preguntó nerviosamente la joven cuando lo vio aparecer. Por suerte, ya le habían quitado ese objeto que le impedía hablar. No podía creer que estuviera ahí… el joven al que se había confesado, el joven que la hizo sufrir después de eso… el joven que le había robado su primer beso y el joven al que había jurado olvidar…

- Oh, Kotoko… que… agradable sorpresa. Esperaba verte uno de estos días. Teniendo en cuenta nuestro último encuentro… aunque esto… bueno… no lo esperaba – le dijo en tono burlón.

- Callate… no mires – le exigió sonrosada mientras miraba hacía otro lado para no ver la diversión en sus ojos violetas… esos ojos que siempre conseguía caer hechizada y que le costara mucho dejar de mirarlos.

- Idiota, no hables así al joven Irie – le gritó el hombre de repente, mientras le pegaba en el rostro y dejaba un poco colorada la zona que había sido golpeada – él…

- Suficiente – gritó enérgicamente el genio al pelinegro verdaderamente enojado interrumpiendo lo que sea que tenía pensado decir. Si antes tenía planeado matarlo dolorosamente por haberla tocado… ahora no le quedaba duda alguna por haberla golpeado. NADIE tocaba lo que era SUYO y menos golpearlo.

- Pero señor… ella… - intentó disculparse el hombre cobardemente.

- No necesito que me defiendas ni nada por el estilo. Ella ya recibirá su castigo por su osadía – le contestó. "Y tú también" pensó el joven, más no lo dijo en voz alta… total… no había motivo para advertirle lo que le esperaba por tocar propiedad ajena.

- Sí… señor – concordó temblando nuevamente.

Naoki le dirigió una mirada de molestia y sin más, volteo a ver a la joven. Se sacó su saco y lo colocó encima de ella.

- ¿Tiene algo para dormirla? – le preguntó al hombre.

- ¿Eh? Sí, aquí tiene – le manifestó el varón al mismo tiempo que sacaba un pequeño frasco de su solapa y se lo pasaba: era cloroformo. El primogénito de la familia Irie rápidamente sacó un pañuelo de uno de los bolsillos de su pantalón y colocó un poco del líquido en la tela.

- ¿Qué… Irie-kun… - pero lo que fuera a preguntar quedó en el aire cuando Naoki posó sobre su nariz la prenda y, sin poder evitarlo, olió el producto. Poco a poco sus movimientos se iban pausando hasta que quedó completamente dormida.

- Ya, ya… siempre tan activa y escandalosa – sonrió burlonamente al ver como Kotoko se quedaba dormida – Siempre me gusto eso de ti – susurró suavemente mientras la acariciaba con ternura.

El individuo se sorprendió bastante al ver ese acto de delicadeza, después de todo, el "Dorado" no había sido más que hostil hasta el momento. No se dio cuenta que hizo un ruido raro con la boca haciendo que el castaño levantará su vista y lo mirara enojado.

- Ya puedes perderte – le ordenó con desprecio.

El hombre no se hizo de rogar. Hizo una reverencia y sin decir palabra alguna salió del escenario.

- Bueno, pequeña. Ahora seremos solamente tú y yo durante bastante tiempo… hay tantas cosas que quiero enseñarte – confesó con voz ronca por del deseo mientras delineaba suavemente los labios de la joven. Sin decir una palabra más, la tomó en forma nupcial y se dirigió hacía la salida del lugar para poder salir de una vez de ese maldito teatro y arreglar de una vez por todas, su "pequeño gran problema".

Cambio de escena

- ¿A dónde nos dirigimos, señor? – le preguntó el chofer una vez subió al coche y se sentó en el asiento del conductor.

- A mí casa – respondió como si nada. El aludido simplemente asintió, se colocó el cinturón de seguridad y encendió el coche para dirigirse al lugar señalado.

Naoki apretó un botón cerca de él, ocasionando que se levantara un vidrio de color oscuro enfrente de él. De esta manera, su empleado no vería ni oiría nada de lo que pasaba.

- Irie-kun – suspiro la joven entresueños mientras se acurrucaba contra su cuerpo.

El genio no pudo evitar sonreír de costado. Menos mal que hacía solo unos días la muchacha le había asegurado que lo iba a olvidar. No solo eso, había tenido el descaro de decirle que encontraría otra persona a la que amar. Un insulto hacía su persona, eso estaba claro. Aunque él ya se había encargado de que no lo hiciera. Su sonrisa de agrando aún más cuando recordó el hermoso rubor que había adornado sus mejillas en el escenario y la cara de asombro cuando se dio cuenta que ÉL era quien la había comprado. Lástima que todos esas personas la habían visto desnuda y escuchado suspirar. Eso era algo a lo que solo él tenía derecho… y ese subastador que la había tocado con sus sucias manos… ya se encargaría de él, muy pronto.

- A partir de ahora, nos divertiremos mucho Ko-to-ko – le informó suavemente mientras acariciaba su rostro apaciblemente. Tomó su barbilla y acercó sus labios al oído de la joven – Vamos a ver ahora si puedes cumplir tu amenaza de olvidarme – ronroneó, pero en el fondo, se podía apreciar tono de enojo. Mordió delicadamente el lóbulo de la oreja de la peli roja y su reacción no se hizo esperar. Pequeños suspiros con su nombre salieron de boca – Y eso de que salgas con otro… ese "otro" es hombre muerto, así que no te lo aconsejo – susurró en su cuello segundos antes de morderlo con cuidado.

El castaño se alejo un poco de la joven para poder verla mejor y quedó hipnotizado mirando los rojizos, suaves y carnosos labios de la muchacha. Ya los había probado una vez y tenía toda la intención de volver a hacerlo una y otra vez. Su nombre es el único que tenía permitido salir de esos labios mientras gimiera y suplicara. Ya se encargaría de enseñárselo cada día de su vida a partir de esta noche. Y otra imagen, más descarada, la imaginaba de rodillas con las manos atadas a su espalda, con una venda negra cubriendo sus ojos, mientras su pene salía y entraba de esos pequeños y dulces labios. Como si su miembro masculino ya estuviera sintiendo esa fantasía en carne propia le hizo saber a su dueño que no podía esperar hasta que ese sueño se volviera realidad. Dolía y mucho, pero ya le pondría remedio muy pronto.

Sin pensarlo dos veces, llevó una de sus manos a la nuca de la joven y comenzó a besarla con urgencia y necesidad. Los labios de la joven eran suaves y carnosos como los recordaba al igual que el exquisito sabor. Las sensaciones que le transmitían al besarla lo hacían temblar de placer. A pesar de haber estado con muchas mujeres en el pasado ninguna lo había atraído tanto como ella… en realidad, ninguna de las mujeres con las que había estado le llegaba a los talones. Pasó varios minutos disfrutando del beso hasta que su cuerpo le exigió respirar. Con la respiración alterada, chocó su frente suavemente contra el de la joven.

- Falta muy poco – murmuró más para sí mismo que para ella. Necesitaba controlarse o de lo contrario la follaría ahí mismo en el automóvil… y él quería que fuera algo más… tranquilo… al menos la primera vez. No podía jurar que una vez que probara los favores de la muchacha no fuera algo más enérgico en sus demandas.

- Señor, ya casi llegamos – le comunicó el chofer mediante el parlante que se encontraba a un costado.

- Muy bien – contesto para hacerle saber a su empleado que lo había escuchado.

No pasó mucho tiempo hasta que el coche se detuvo y la puerta se abrió. Tomó a Kotoko más firmemente y teniendo cuidado que su cabeza no golpeará contra el techo del auto. Mientras caminaba hacía la entrada a su casa. Taketo, su chofer, abrió la puerta de la vivienda para facilitarle la labor.

- Muchas gracias, Taketo, puedes retirarte por hoy. Cierra la puerta al salir – le ordenó sin mirar hacía atrás y se dirigía hacía su habitación, que se encontraba en el piso superior.

- Me retiró, señor. Buenas noches – dicho esto, el hombre hizo una reverencia y pasó a cumplir la orden de su jefe.

La casa de Irie Naoki se encontraba en el barrio más exclusivo de todo Tokio. A pesar que la propiedad era de toda una manzana – otro de los beneficios que disponían los "Dorados" es que eran los únicos que podían disponer de viviendas que ocuparan toda una manzana" dentro de la ciudad capital así como de otras grandes ciudades del país – el joven genio vivía solo. Era su refugio cada vez que se cansaba de las reprimendas de su madre que básicamente consistía en pedirle explicaciones sobre porque no tenía novia y, desde que ella conoció a kotoko, pedirle cuando sería la boda y para cuando una nieta.

La propiedad constaba de tres plantas con varias habitaciones amplias siendo la del prodigio nacional la más grande de todas. Contaba con varios baños así como también de una gran cochera para varios coches, un jardín bastante extenso con pileta. Varias cocinas, así como también varios salones, un cuarto de karaoke (exigido por su madre) y dos salas de cine (está vez culpa de su hermano y, también… a él le gustaba el cine). Para más protección la propiedad se encontraba amurallada, por lo que las personas que paseaban no podían ver que ocurría en el interior.

Los empleados se encargaban de la limpieza cuando él se encontraba o en el Instituto (y dentro de unos meses en la Universidad) o bien en la empresa de su padre trabajando para ser su sucesor algún día. La comida ya se la dejaban preparada y él solo tenía que calentar o comerla fría según el plato. No le gustaba el bullicio – exceptuando el que producía cierta persona - así que cuando Naoki se encontraba en la casa, sus empleados sabían que no tenían que estar.

Su habitación se encontraba en el primer piso, así que procedió a subir las escaleras para llegar a ese lugar. Si bien el cuarto era el más grande de la casa, esta contenía muy pocas cosas: una gran cama en el centro de la habitación; no había un placar para la ropa sino un cuarto entero para poner las prendas, zapatos y demás; dos mesitas de luz, una a cada costado de la cama, un ventilador de techo y un escritorio.

Aún con la muchacha en sus brazos, se encaminó hacía su baño privado que estaba conectado con su cuarto. Al igual que la habitación, el baño era el más grande de toda la casa; en el medio del cuarto se encontraba un gran jacuzzi; a un costado de la entrada se encontraba un mueble donde se encontraba también el lavabo, con varias puertas abajo para poder guardar cosa; el inodoro se encontraba al lado junto con el bide; una ducha rodeada de vidrio se encontraba en una esquina, una bañera a otro costado 5 veces más grande que una normal con varios escalones y otra que era solo dos veces más grande que una normal también con escalones; unas tumbonas cerca del jacuzzi y un gran mueble donde se guardaban las toallas, toallones, batas, y más.

Prendió la luz del baño y se encaminó hacia donde se encontraban las tumbonas. Una vez allí, la sentó en una de ellas con mucho cuidado. Con calma, se dirigió hacia la bañera más pequeña. Se sentó cerca de donde se encontraban las canillas. Remango sus mangas y colocó el tapón de la bañera. A continuación abrió el grifo del agua caliente y la dejó corre. Mientras la bañera se llenaba, él se fue a uno de los armarios y sacó dos toallas grandes, dos pequeñas y su bata preferida. Una vez tuvo todo listo, volvió a dirigirse a la bañera y las dejó a un costado.

Comprobó que el agua estaba caliente y abrió un poco la fría para que no les quemara la piel cuando entrarán al agua. Una vez quedó satisfecho con la temperatura del agua cerró los grifos. A un costado de la bañera se encontraba unos aceites de baño, los tomó y los vertió en el agua. Lentamente, fue desvistiéndose y, cuando terminó, se dirigió donde se encontraba su durmiente ex compañera de Instituto. La tomó en brazos una vez más, y, otra vez, volvió hacía la bañera. Con cautela, fue bajando los pocos escalones que tenía. Sin prisa se acomodó en una de las baldosas y procedió a retirarle la camisa a la pelirroja. Una vez terminó, desató los nudos de la soga que estaba en su cuerpo.

- Irie-kun… - murmuró la joven aliviada al ya no sentir esas sogas en su cuerpo.

- Para jurar que me olvidarías no haces más que suspirar mi nombre, pequeña – le susurró en su oído, y poco después, mordió el lóbulo de su oreja ocasionando que volviera a gemir. Dulce melodía que volvía a despertar sus más bajos instintos.

- Siempre obtengo lo que quiero, Kotoko. De una forma u otra – le informó a pesar que sabía que no lo escucharía. Pero no importaba, ya se lo haría saber en unos momentos. Sin poder resistirse más la besó lentamente.

Con parsimonia, fue lavando el cuerpo de la joven: agarró un poco de jabón líquido que se encontraba cerca de él y empezó a esparcirlo por las manos de la joven, primero una y después la otra. Fue subiendo a sus brazos, llegando a su cuello y bajando hacía el valle de sus pechos. Ellos eran suaves, redondos y firmes. Los masajeo mansamente disfrutando de su suavidad mientras profundizaba el beso y la escuchaba gemir una vez más. No paso mucho tiempo hasta que llevó sus manos hacía los pequeños y rosados pezones de la joven. Jugó con ellos, los masajeó y tironeó durante varios minutos. Una sonrisa arrogante se formaba en sus labios al comprobarte como éstos se volvían duros bajo las yemas de sus dedos y como el cuerpo de ella le daba signos inequívocos de que estaba disfrutando de las caricias y atenciones que estaba recibiendo.

Le dolía hacerlo pero tuvo que romper el beso, pero no importaba ya habría más oportunidades de ellos y mucho más que eso dentro de muy poco tiempo. Giró su rostro hacia la enredadera que se encontraba cerca de él y, al apretar el botón que estaba en el medio salió agua a la misma temperatura que el de la bañera. Enjuagó los brazos y los senos de la joven. Segundos después, teniendo bastante cuidado, procedió a mojar el cabello de la muchacha. Una vez terminó procedió a hacer lo mismo con él. Enseguida, acercó la botella que contenía shampoo más acondicionador, lo abrió, y colocó un poco del producto en su mano. Masajeó sus cabellos hasta que consiguió que se produjera espuma. Volvió a abrir la botella, y extrajo otro poco de producto, pero esta vez, era para kotoko.

Mientras esperaba unos minutos a que el shampoo hiciera su trabajo, volvió a agarrar algo del gel de ducha y continuó lavando a la joven, esta vez en su zona íntima. Otro gemido salió de los labios de la joven, provocando una nueva sonrisa maliciosa por parte del joven.

- Así que eres también muy sensible aquí abajo, lo tendré en cuenta para el futuro – le susurró segundos en el oído. Segundos después, la besó en el cuello.

Solo una vez que estuvo seguro que se encontraba procedió a lavarse así mismo pero más rápido. Pasado unos minutos para que el shampoo hiciera su efecto, volvió a agarrar la regadera y, con mucho cuidado, enjuagó el cabello de la pelirroja. Enseguida, hizo lo mismo con él (aunque no teniendo tanto cuidado). La tomó en brazos en forma nupcial y se levantó. Se encaminó hacía una silla cercana y la sentó. Enseguida, se encamino hacia el borde de la bañera y se llevó las toallas. Con cuidado, empezó a secarla completamente y, una vez terminó la envolvió en la bata. Él se secó enseguida y envolvió su toalla alrededor de su cintura. Segundos después, la tomó una vez más en brazos y se encaminó hacía su habitación sin olvidarse de apagar la luz al salir.

Una vez allí, la dejó en la cama y fue hacía su armario y sacó una camisa suya. Volvió donde se encontraba la chica, le quitó el batón. Muy lentamente y tratando con todas sus fuerzas de no saltarle encima fue colocándole la camisa y, seguidamente se la abotonó. Se levantó de la cama y se dirigió hacia el espejo. Una vez llegó ahí, se observó unos minutos y no pudo evitar sonreír arrogantemente. Sabía que era atractivo para las chicas, era alto y delgado y musculoso gracias al tenis – aunque no de una forma exagerada como algunos hombres que se podían encontrar en los gimnasios – tomó el desodorante que estaba cerca suyo, apretó el botón y se pasó el gas por el cuerpo.

Miró otra vez al espejo, y, esta vez, su mirada se poso en la bella joven que estaba todavía durmiendo. Kotoko ahora se encontraba de costado y, por la posición en la que estaba podía ver parte del pecho de la joven. Otro fuerte tirón de parte de su pene por la excitación que semejante visión le proporcionaba. Una sonrisa depredadora empezó a adornar sus labios. Por fin podría terminar lo que le fue denegado esa noche en el karaoke… y esta vez ella no tenía ningún lugar al que huir y esconderse. Tomó el frasco plástico, que se encontraba cerca de él, que contenía alcohol en su interior y se dirigió a la cama moviéndose como un depredador. Y para que mentir… se sentía como uno. Jugaría con su presa… y después… la comería. Ante este pensamiento, el genio no pudo evitar sonreír nuevamente de costado.

Se subió a la cama y abrió con cuidado el frasco. Enseguida, lo puso debajo de la nariz de la joven para que pudiera inhalar el potente olor. La muchacha, comenzó a hacer gestos en la cara dándole a entender al castaño que ella despertaría muy pronto.

La pelirroja abrió lentamente sus ojos. Su rostro reflejaba la desorientación que estaba sintiendo en esos momento. Sentía como su cuerpo se encontraba fresco y aliviado sin ese cuero que le habían puesto en ese lugar. Y sus labios… sentía como estaban rojos e hinchados… demasiado calientes… así como también su cuerpo… algo no estaba bien. Para colmo, su cabeza todavía daba un poco de vueltas y su cuerpo volvía a dolor… deseando y anhelando algo…

- Irie-kun… ¿Qué… - quiso preguntar, pero el dedo índice del genio se apoyó en sus labios impidiéndole continuar.

- No es Irie-kun. Es amo o señor cuando estemos en la intimidad – le dijo sonriendo pervertidamente. Kotoko abrió ampliamente los ojos al no poder creer lo que estaba escuchando mientras su cuerpo temblaba al terminar de procesar las palabras que habían salido de los labios de la persona que estaba enamorada y había jurado olvidar – Y mi nombre lo gritarás cada vez que me este enterrando en su cálida y estrecha vagina – le susurró maliciosamente al oído.

Escandalizada por lo que acaba de escuchar, la adolescente trató de poner distancia entre ambos

- Estás en mi casa, en mi habitación… en mi cama… mis reglas – le dijo mirándola muy enojado – yo te compré, Kotoko. Ahora me perteneces, en cuerpo y alma – susurró amenazadoramente mientras la tomaba de la nuca para que lo mirara fijamente a los ojos.

- Podrás hacer lo que quieras conmigo… pero… yo ya no te amo – le gritó enojada mirándolo a la cara. Todavía no sabía de donde había sacado el valor para gritarle. Pero toda esta situación la tenía molesta y nerviosa.

Naoki podía sentir como la sangre le hervía nuevamente, pero, esta vez, no era por la excitación que sentía, sino por la cólera al escuchar las palabras que odia más de lo que estaba dispuesto a admitir: que ella ya no lo amé.

- Eso ya lo veremos – le advirtió roncamente antes de bajar y rostro y comenzar a demorar sus labios sin tregua alguna.

Si ella pensaba que tenía algún derecho para olvidarlo estaba completamente equivocada. Ella no tenía ese derecho, no podía olvidarlo. Ella era suya y de nadie más. Nadie más tenía derecho a ver esos grandes y brillosos ojos, esa sonrisa que lo hacía recordar a un sol, disfrutar de su compañía que volvía su monótono día en uno sorprendente. Nadie más podía disfrutar de las delicias que su cuerpo prometía. No… lo que él quería, él lo obtenía. Ella no podía decir que no. Con furia, pegó su cuerpo más descaradamente al de ella.

Pasarían muchas semanas hasta que ella comprendiera cual era su lugar ahora. No importaba, él le enseñaría con paciencia. Y sus primeras lecciones estaban a punto de empezar esa noche.

- Ahora sí que no tienes lugar al que esconderte. Aprenderás tu lugar, Kotoko – le susurró poco después de romper el besó. Podía escuchar la alterada respiración de la joven y como comenzaba a temblar nuevamente.

*tigre blanco: joven virgen sin ningún tipo de enfermedad.

Cambio de escena

Bueno, eso es todo por hoy ^^ Espero que les haya gustado el capítulo ^^ el siguiente será el lemon, más recuerdo del primer día cuando ella se confiesa o tal vez… solo el primer día que se confiesa veré… si ir saltando entre presente y pasado… escuchó opiniones así como ideas para las escenas siempre estoy abierta a sugerencias :D

Tengo pensando un par más de fics de Itazura (siempre Naokixkotoko, keita me cae bien pero… no me llama como pareja kotokoxkeita sorry) que serán igual de pervertidas… qué le vamos a hacer…

Disculpen por no describir tan bien la casa de Naoki pero sino no terminaba más y tampoco es tan importante… las escenas hot si lo son xD

Por cierto, sé que Kotoko no tiene copa C (hasta que no queda embarazada de Kotomi) pero como siempre estuvo acomplejada le daré el gusto en este fic xD

Otra cosa, esto sería un universo alterno, donde la guerra no necesariamente tiene que ser la segunda guerra mundial (que Japón perdió como todos sabemos). Y la historia de la élite y demás… es una excusa para hacer que naoki la compre así que me inventé esto xD jajaja Que para caer en esclavitud tengas que tener muchas deudas. Pero también, una vez comprado el esclavo o esclava tienen que cuidado (en el sentido de nada de malos tratos severos, o matarlos de frío o no darles de comer etc).

IMPORTANTE: ¡VOTACIÓN!

¿Quieren que el próximo capítulo sea el lemon o que empiece con el primer capítulo del anime (claro que cambiado ya que kotoko no viviría con los Irie)? El que más votos tenga gana :D