NOTAS: Fic publicado con anterioridad en Amor Yaoi, Wattpad y Fanfickers, bajo el mismo seudónimo, "RozenDark"
Los personajes de Fukigen Na Mononokean son propiedad de su respectivo autor y los demás de mi propia autoría. La historia es toda mía y no permito ninguna adaptación de ningún tipo. Las imágenes utilizadas a lo largo del fic son propiedad de sus respectivos autores.
Y sin más que decir, les invito a leer ^3^/
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"El Tiempo Lo Dirá"
Ashiya se retorcía de dolor en el interior de aquella botella. Gritaba y lloraba pidiendo que ese insufrible sentir parara, pero aquellos malvados Yokais solo reían, mientras disfrutaban de su agonía.
Ya había pasado casi toda la hora por la que Zen aposto y efectivamente, el peli azul no parecía aguantar por mucho tiempo.
— ¿Qué haremos si el rubio no llega?, ¿mataremos al chico?, digo, por lo que los hemos seguido, se ve que tiene un increíble poder y eso le interesaría a nuestro amo —, el jabalí miro dudoso a su compañero.
—El ave suspiro divertido —. Obvio no lo mataremos —, le aseguro —. Porque es verdad lo que dices, además, ese chico es de los pocos hombres humanos que nacen con el don de procrear vida en su interior. Lógico que eso le va a encantar amo, tanto que es capaz de casarse con el —, miro divertido al chico —. Además, eso nos dejaría libres de castigo si no llegamos a recuperar el espejo.
—Kou solo se carcajeo —. Entonces será mejor liberarlo de la maldición.
—No, al menos no hasta que su futuro haya perdido a su bebé —, le dijo sin más.
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Itsuki cargo en brazos a su esposo, para poder llevarlo a la cama.
El pobre Hanae no paraba de gritar y llorar debido al dolor del que era dueño. Ya llevaba cerca de una hora así y el dolor parecía aumentar, algo que lo tenía angustiado, era que ese dolor se situaba en el lugar donde su hijo aguardaba.
—Itsuki...no quiero perderlo —, Hanae lo miro dolido y triste.
—Tranquilo amor, te prometo que nada les pasara a ustedes —, el rubio lo beso en la frente, mientras tomaba su mano con fuerza.
En verdad, Itsuki rogaba para que su pasado salvara a su amado Hanae o de lo contrario, estarían condenados a la oscuridad y soledad por el resto de sus miserables vidas.
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— ¿Ya has hablado al Legislador? —, preguntó la verdadera Himeko a uno de sus asistentes.
—Sí, él mando a decir que personalmente ira al templo sin nombre a impedir que el espejo caiga en malas manos —, le respondió respetuoso.
Yahiko y Peludito se miraron con preocupación. Ambos sabiendo que si no hacían algo para ayudar a Abeno, Ashiya podría perder la vida.
Peludito comenzó a brincar con ansiedad, tratando de informarle al zorro sobre algo que podría ayudarles a ayudar a sus amigos.
— ¡Creo que ya entendí! —, le dijo alegre —. Quieres que busque más ayuda, para ser precisos a todos los que ayudaron a que Ashiya recupere su don, ¿no? —, se agacho a la altura del felpudo y al ver un asentimiento, se transformó en zorro —. Yo me encargo.
Yahiko se desapareció de la vista del pequeño, quien solo se dedicó a observar a esa amargada sacerdotisa que haría lo que fuera por recuperar el espejo, no importándole su buen amigo, Hanae.
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Abeno detuvo su andar al verse frente aquel antiguo y deteriorado templo. Se preocupó al ver brillar lo que suponía era el jardín trasero, por lo que apresuro sus pasos.
Poco a poco la caminata se volvió trote, hasta que ya había comenzado a correr hacía aquel lugar donde suponía tenían a Ashiya. Cuando por fin llego, lo que vio le dieron unas inmensas ganas de aniquilar a ese par.
Ashiya seguía de ese diminuto tamaño y encerrado en esa maldita botella, pero lo peor era ver a aquel dulce y alegre chico gritando y llorando de dolor por culpa de aquel extraño sello. Su dorada mirada viajo arriba del peli azul y su ira incremento al ver que dicho dolor estaba unido con el del Ashiya del futuro.
— ¡Detengan esto! —, demando furioso.
Ambos Yokais temblaron sin poderlo evitar, y todo debido a que el rubio había liberado una llamativa cantidad de su energía espiritual. Pero aun así, no darían su brazo a torcer.
—Primero denos el espejo y le prometo que pararemos el dolor del chico —, le dijo el ave, quien sonreía al creerse ya el ganador.
Abeno miro al chico una vez más y su furiosa expresión cambio drásticamente a una preocupada al ver que Hanae lo miraba con suplica. Apretó sus puños con fuerza, ya teniendo muy en cuenta lo que sentía.
Ashiya Hanae era más importante que todos los Yokais a su alrededor, más importante que su trabajo como amo de la Mononokean y por ese chico, vendería su alma al diablo, si con eso lo mantenía a salvo.
Saco el espejo de entre sus mangas y comenzó a acercarse al ave.
—Más te vale cumplir o de lo contrario te irá mal —, amenazo con seriedad.
—El ave sonrió maliciosa —. Le doy mi palabra —, le dijo sínico, mientras una de sus alas la situaba en su espalda.
Abeno no se dio cuenta de ese detalle, el solo se dedicaba a responder con la mirada al peli azul.
Y para cuando el rubio estaba lo suficientemente cerca de Zen, este ya estaba más que listo para clavarle al rubio aquella filosa daga, pero sus planes fueron burlados al oír a alguien gritar cerca de donde estaba el chico al que tenían como rehén.
— ¡LIBERAR!
Todos los presentes miraron aquel lugar donde el sello de aquella maldición se desvanecía poco a poco, liberando de su dolor al pobre Ashiya. Claro, la sorpresa fue ver que la persona que había logrado salvar al chico, era el Legislador, quien ahora tenía la botella donde yacía un inconsciente y cansado Ashiya, mientras se fumaba su pipa como si nada malo estuviera pasando.
—Itsuki-kun, ¿cómo estás? —, le preguntó sonriente.
El rubio lo miro mal no entendiendo aquella casual pregunta que no iba para nada en esos momentos. Desvió su mirada al chico y suspiro con alivio de ver que aun respiraba.
—Tranquilo, Hanae-kun está bien, solo se desmayó al sentirse liberado de ese dolor —, le explicó con tranquilidad.
Ambos Yokais se miraron entre sí y se asintieron de manera mutua. Zen fue hacía el rubio, mientras que Kou iba por el Legislador, definitivamente no iban a permitir que se salieran con la suya.
Abeno guardo el espejo y se preparó para matar a aquel pajarraco si así lo quería, pero el ataque del ave no llego, debido a que se vio atrapado por las crías de aquel Yokai al que Hanae llamaba señor Matorral.
— ¿Cuánto tiempo, Abeno-dono? —, el viejo Yokai saludo de manera animada al rubio —. Niños no dejen que ese tipo escape.
Los pequeños Yokais asintieron, mientras apretaban más al ave, la cual comenzó a gritar toda clase de groserías al verse atrapado por algo tan tonto e insignificante.
Kou por su parte, planeaba dejar a su compañero a su suerte, pero no pensaba irse con las manos vacías, al menos se llevaría a ese chico consigo. Claro que no conto que una máscara de expresión triste le cayera en la cara. De un momento a otro perdió los ánimos y comenzó a llorar como magdalena.
—Ya ni logre hacer algo —, Manjiro miro enojado al dueño de aquella máscara —. Y yo que planeaba estrujarlo con mi cuerpo.
—Ya tendrá más oportunidades—. Hablo calmado el señor Mitsuchigura.
Abeno miro con asombro que no solo aquel Yokai arbusto había llegado, también el señor Manjiro y el señor Mitsuchigura, lo que es más, también el Legislador.
Salió de sus pensamientos al ver que Yahiko estaba llegando, junto con la sacerdotisa Himeko y la Pelusa.
— ¿Viste lo que hice Haruitsuki? —, Yahiko tomo su forma humana —. Me tomo un poco, pero logre traer a los que más cerca andaban.
— ¿Incluso al Legislador? —, preguntó Abeno cuando vio a ese hombre acercarse.
—No, a él lo mande a llamar yo —, la rana se acercó indignada al rubio —. No puedo creer que el amo de la Mononokean no tome en serio su trabajo.
Todos vieron mal a esa habladora sacerdotisa, la cual solo se dedicaba a mirar con furia al rubio y al Legislador.
—Ese espejo es más importante que la vida de un insignificante humano.
El Legislador frunció el ceño dispuesto a hablar a favor de esos dos jóvenes, pero no se esperó que el rubio dijera algo que no sean disculpas por su comportamiento.
—Bien, aquí tiene —, Abeno le dio de mala gana aquel espejo —. Si quiere la agarradera, la tiene esa ave —, señalo al avestruz.
—Himeko lanzo un grito de indignación —. ¡¿Cómo se atreve?!
—Me atrevo, porque en primer lugar fue su culpa todo este embrollo. Usted debía advertirnos que nos iban a perseguir sirvientes de este templo al que muchos le temen y fue usted la que se dejó atrapar en su propio templo —, le dijo ponzoñoso —. Además, para mí es más importante ese chico que de insignificante no tiene nada, solo mire cuantos vinieron en su ayuda o ¿creyó que venían por su espejo?
La rana vio a todos los Yokais presentes, los cuales la veían como si fuera un enemigo que destruir.
—Yo vine por Ashiya-dono —, le dijo el señor Matorral.
—Al igual que yo. A usted ni la conozco y que bueno que ni conocidos seamos, porque con solo verla sé que no la soporto —, Manjiro le dijo sincero, mientras fruncía el ceño.
—Mitsuchigura se había colocado la expresión furiosa —. Yo vine por ese niño, es decir, no gastaría mi tiempo por una vieja histérica como usted —, le dijo gritón.
Himeko no podía sentirse más indignada, es decir, obvio que ella y aquel espejo valían más que aquel inútil muchacho, pero allí estaba aquel peculiar grupo de Yokais defendiendo al chico. Miro con el ceño fruncido al chico y trato de buscar lo especial en él, pero solo lo podía ver como un humano ordinario.
Suspiro resignada al ver que ninguno de los presentes le daría la razón, así que se acercó al ave y le arrebato la parte faltante del espejo.
—Sepan que este comportamiento lo sabrá el Ejecutivo —, les dijo indignada, para después retirarse.
—El Legislador solo suspiro con alivio —. Lo bueno es que nos pagó por adelantado —, dijo sonriente.
Todos lo miraron mal. Definitivamente ese extraño ser no podía ser más ajeno a temas de suma importancia.
—A todo esto, ¿quién encerró a Hanae-kun? —, miro al chico en la botella.
—Abeno miro con seriedad al Legislador —. Fue el jabalí ese —, señalo al llorón Yokai.
El Legislador asintió, para después acercarse al jabalí, el cual se encontraba tirado en el suelo, llorando como si no hubiera un mañana.
— ¿Quiere ser libre de ese llanto? —, preguntó.
—Sí...por favor...haga algo...waaa —, apenas y podía hablar, todo lo que soltaba eran berridos de su tormentoso llanto.
—Entonces libere a Hanae-kun —, pidió, pero al ver que el jabalí no tenía esas intenciones, se dispuso a alejarse —. Sepa que si no lo hace, se la pasara toda una vida en prisión y llorando de por vida.
—Kou lo pensó claramente y asintió —. Lo...haré...
El Legislador sonrió triunfante y le entrego la botella. El jabalí sin más abrió la botella, liberando un humo junto con el peli azul ya de su tamaño.
El legislador lo recibió en sus brazos y lo recostó en el suelo para verificar a fondo el estado del chico.
—Ahora...cumpla...su promesa —, le imploró llorica.
—Solo ría un poco y será liberado —, le respondió campante —. Por cierto —, de entre sus ropas saco una rara vasija —. No puedo dejar que traten de huir, ustedes deben pagar por sus crímenes.
Abrió la vasija y los dos Yokais fueron absorbidos al interior de esta y solo hasta que eso ocurrió, el Legislador la cerró.
—Yo también tengo estos trucos —, dijo con una enorme sonrisa.
Abeno solo negó, para después acercarse y ver con sus propios ojos que Ashiya estuviera bien.
—Tranquilo Itsuki-kun, él solo está cansado, normal si paso un rato bajo los efectos de esa maldición, la pregunta más sensata es, ¿estará bien el otro Hanae-kun?
Abeno lo miro desconcertado. Era verdad, se suponía que el Ashiya del futuro estaba bajo los efectos de esa maldición y lo peor, estaba embarazado.
Miro hacia el cielo, rogando por el futuro que algún día sería suyo y de Ashiya.
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— ¡Hanae! —, Itsuki estaba sumamente preocupado por su esposo.
De un momento a otro, el peli azul abrió los ojos y se irguió a tomar con fuerza su vientre, mientras pegaba un grito de dolor y miraba a su esposo con odio.
— ¿Hanae?...
—El bebé —, susurró el doncel.
— ¿Qué tiene el bebé? —, le pregunto alarmado.
Hanae vio entre sus piernas y se retiró la sábana que impedía que su esposo viera lo que le aterraba en esos momentos. Itsuki vio ese lugar, dándose cuenta de que estaba mojado.
—Ya viene —, le dijo Hanae ya más calmado.
—El rubio lo miro con pánico —. Pero aún le falta un mes.
El peli azul tomo el brazo de su esposo con una fuera descomunal y lo miro con odio al sentir una repentina contracción.
— ¡Pues ya quiere nacer! —, le dijo lo obvio.
El rubio asintió con algo de miedo al ver aquella faceta en su esposo. Por lo general Hanae era un amor con todo el mundo, especialmente con él o la Pelusa, pero bien le había advertido su suegra que eso cambiaría a la hora del parto.
Tomo en brazos a su esposo y lo llevo hasta su auto. Después de todo, habían ahorrado lo suficiente por un tiempo para comprarlo cuando decidieran convertirse en padres.
De manera rápida regreso por la maleta del bebé y la de su esposo.
— ¡Maldito Itsuki!...ni creas que habrá otro —, le dijo furioso.
—El rubio sonrió burlesco —. Lo siento cariño, porque te dije que contigo a mi lado, tendríamos mínimo cinco hijos.
Sin recibir respuesta, decidió comenzar a manejar antes de que su esposo decidiera ponerlo en su lugar por aquella broma de muy mal gusto.
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Al llegar al hospital, se llevaron a Hanae para hacer la cesaría, mientras Itsuki llenaba los datos de su esposo y después llamaría a su suegra para avisarle.
Fue cuestión de varias horas. Horas que fueron eternas para el rubio, el cual ya se había tomado como doce vasos de café, agradeciendo a que su suegra estuviera allí para calmarlo aunque sea un poco.
Ambos fueron hacía el doctor, cuando lo vieron a lo lejos, no importando tener la mirada de los curiosos encima suyo.
— ¿Cómo están mi esposo e hijo? —, preguntó preocupado el rubio.
—El doctor sonrió —. Ambos se encuentran estables —, respondió —. El bebé está más que saludable y creo que usted se volverá muy protector, porque al igual que la madre, el bebé es un doncel —, le dijo divertido —. Ambos están en la habitación doce.
Tanto el rubio, como su suegra, asintieron y agradecieron para después continuar su camino al lugar donde Hanae y el bebé estaban.
— ¿Cómo estas amor? —, el rubio se acercó ansioso a su esposo, el cual tenía en sus brazos al tierno bebé.
—Bien, al igual que este bribón —, respondió con una sonrisa cansada —. Hola mamá.
La señora Ashiya se acercó a su hijo y nieto, no pudiendo borrar la enorme sonrisa al ver que su primer nieto se parecía a su hijo y a ella.
El bebé había nacido sano y fuerte, a pesar de lo que Hanae había pasado horas atrás. De buen peso y medida. Y unos muy buenos pulmones. Lo curioso era que a pesar de tener los ojos y cabellos azules, junto con la piel blanca de su madre, aquel ceño fruncido era el toque de su padre.
— ¿Y cómo se llamara este pequeño príncipe? —, la mujer miro enternecida a su nieto.
—No lo he pensado —, confeso Hanae algo apenado.
—Hikari.
Ambos peli azules miraron al rubio con algo de duda, mientras el pequeño amenazaba con comenzar a llorar.
— ¿Y eso? —, preguntó Hanae.
—Itsuki sonrió enternecido, mientras le daba a su hijo su dedo índice —. Porque no solo se parece y tiene la misma condición que mi luz, también porque es el lazo que me une a ti —, le dijo sincero.
—Hanae se sonrojo —. Itsuki...eso fue muy tierno —, le dijo apenado.
La señora Ashiya sonrió, mientras se disponía a salir y dejarle a esos dos tortolos un tiempo a solas. Sin duda estaba feliz, porque su hijo había encontrado a alguien que lo amaba y estaba dispuesto a todo por él.
—A todo esto, ¿cómo estarán nuestras versiones pasadas? —, preguntó el peli azul.
—Seguro ya se estarán besuqueando —, respondió como si nada el rubio.
—Hanae lo miro mal —. Sabes que eso no es cierto, a ambos nos tomó un tiempo hacer cosas acarameladas.
Itsuki solo comenzó a reír, mientras tomaba en sus brazos a su pequeño hijo, el cual soltaba leves gemiditos porque lo separaron de su papi.
—A lo mejor, mi yo del pasado ya se le está declarando a su Hanae. Después de todo, yo te amé desde el primer momento que te vi con tu cara de tonto.
—Itsuki malo —, Hanae se cruzó de brazos —. ¿Y crees que terminen juntos como nosotros? —, le preguntó preocupado.
—El rubio se sentó a su lado y entrelazo su mano con la de su esposo —. Te diría que sí, pero eso es algo que el tiempo lo dirá —, le confeso —. Pero de algo estoy seguro, de ustedes no me van a separar —, le dijo con seguridad.
—Hanae lo abrazo con fuerza —. Te amo —, murmuró sonrojado.
—Itsuki sonrió sincero —. Yo igual te amo —, dijo, mientras abrazaba a sus dos tesoros.
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Abeno se dedicaba a velar con detenimiento el sueño de Ashiya. Y por lo que se veía, el peli azul solo estaba completamente agotado, así que no se le tuvo que aplicar ningún tipo de medicamento.
Decidió que lo mejor era llevarlo al mundo humano, así que con el chico en su espalda, agradeció y se despidió de los que lo ayudaron y se fue con los que llego. De eso ya habían pasado varias horas y Yahiko ya se había ido a casa de Senko. Obvio, como el chico no daba indicios de querer despertar, decidió llevarlo a casa, asumiendo la responsabilidad con la señora Ashiya, quien estaba más que encantada al conocerlo.
Y allí estaba ahora, esperando a que el chico despierte para poder expresarle sus sentimientos.
— ¿Abeno-san? —, Ashiya comenzó a despertar y se extrañó al ver a su rubio jefe frente a él —. ¿Cómo me liberé? —, preguntó ya más despierto.
—Una muy larga historia, pero dime, ¿cómo te sientes? —, preguntó preocupado.
—Bien. Lo último que recuerdo es que tenía mucho dolor en todo mi cuerpo, especialmente en el vientre —, le dijo temeroso —. ¿Qué ocurrió con esos malvados?
—El Legislador en persona los escolto a prisión, así que ya no volveran a hacerte daño —, respondió, mientras situaba su mano en la del peli azul.
—Ashiya lo miro sorprendido, mientras sentía su corazón latir con fuerza —. ¿Qué le ocurre, Abeno-san? —, le pregunto azorado.
El rubio lo miro decidido. Ya no había vuelta atrás, era hora de enfrentar la realidad y ser sincero con aquellos sentimientos nada acordes entre un jefe y su empleado.
—Ashiya, sabes que a veces no te tomo en serio y que en su mayoría del tiempo me importan más los Yokais que los humanos —, comenzó a hablar —. Pero al verte en peligro y creer que te perdería, me di cuenta de algo y eso fue que al igual que tú, yo soy humano —, se encargó de mirarlo a la cara —. Y como un humano siempre cometerá errores de los que tarde o temprano se arrepiente —, miro al chico con ternura —. Yo no quiero hacer eso y por ello te digo con completa sinceridad. Creo que te amo.
El peli azul lo miro sorprendido, mientras sus mejillas se tornaban rojizas. Él ya sabía sobre sus propios sentimientos hacía el rubio, más no decía nada al no creerse correspondido, pero allí estaba el dueño de su amor, diciéndole que lo amaba.
— ¿De verdad? —, le pregunto nervioso y sin creerle por completo.
—Nunca he hablado más en serio —, Abeno lo miro con seriedad, mientras esperaba una respuesta positiva a sus sentimientos.
—Ashiya comenzó a analizar aquella dorada mirada en busca de una sola mentira y termino sonrojándose hasta las orejas cuando verifico que el rubio no le mentía —. Creo... Creo que yo también lo hago —, le susurro azorado.
El rubio parpadeo dos veces con una expresión de asombro, para después sonreír como nunca lo había hecho en tantos años.
—Ashiya lo miro apenado —. ¿Y ahora?, ¿qué hacemos? —, preguntó nervioso.
—Abeno se acercó a ese peli azul y lo abrazo hasta tenerlo pegado a su persona. Lo miro con seriedad y con una de sus manos en la barbilla del chico lo obligo a mirarlo como es debido. —Primero que nada, soy muy celoso y posesivo, especialmente si se trata de ti mocoso —, comenzó a hablar, recordando a su versión futura —. Y respondiendo a tus preguntas, primero que nada, tu y yo seremos pareja —, le dijo como si fuera lo más obvio.
—El peli azul lo miro mal, no solo por la ultima respuesta, sino que también porque le dijo mocoso —. No me gusta que me digas mocoso —, se cruzó de brazos —. Y tampoco podemos ser pareja, porque no me lo pediste —, con esas palabras ya ni lo miro.
—El rubio frunció el ceño por esas palabras —. ¿Y por qué debo pedirlo yo?, tú también podrías pedírmelo mocoso.
Y aquel cursi momento se esfumo por el aire, debido a que ninguno de esos jóvenes daría su brazo a torcer. Lo que no sabían, era que así fue como sus versiones futuras habían iniciado su larga travesía para llegar a donde estaban ahora.
¿Qué si terminarían juntos?, eso no se sabe con certeza, aun cuando ambos se querían, eso era algo que el tiempo lo dirá.
—Así que el tiempo lo dirá —, murmuró el rubio.
—Ashiya lo miro con duda —. ¿A qué te refieres?, no hace mucho peleábamos y ahora dices cosas raras.
—Abeno lo miro con burla —. Me refiero a que Abeno Hanae suena mucho mejor que Ashiya Hanae, ¿o no? —, le dijo burlesco.
—Ashiya se sonrojo a más no poder —. ¡Abeno-san!
El peli azul solo comenzó a decir toda clase de tonterías, debido a la pena que estaba sintiendo en esos momentos, pero se calló al ser besado por aquel rubio que lo estaba volviendo loco. Ese beso, era solo el principio de aquel, "el tiempo lo dirá".
FINɞ
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NOTAS: Un dato curioso y que nadie menciono. Yahiko en el manga no puede ser exorcizado, ni regresar al inframundo por una serie de sucesos ocurridos, no digo más para no spoliarlos tanto xD
Y eso fue todo, espero leerles en "¡Me Enamoró!", la cual muy pronto verá la luz ;)
En fin, nos seguimos leyendo
Chau chau (*_-)/