Os traigo un fanfic de KuroFye basado en el medio año que estuvieron ambos en el País de Yama a esperas de que llegaran Xiaolang y Sakura. Aún no sé cómo de largo será, pero espero que os guste :)

Recordaros que los personajes de este fanfic no me pertenecen, son propiedad de CLAMP.

Prólogo

Lo despertó el sonido de las carcajadas y los gritos que las acompañaban. Fye frunció el ceño al sentir los acusadores rayos de sol y se giró en la cama, en un vano intento de dar la espalda a la cegadora luz. Necesitaba dormir un poco más. Solo un poco.

De pronto su cuerpo chocó contra una mole de mármol que lo terminó de despabilar. Kurogane, su compañero de viaje, dormía profundamente a su lado, con el rostro ligeramente vuelto hacia él. Los largos mechones del flequillo le caían desordenados sobre los párpados debido a la ausencia de su habitual cinta. Fye sonrió de medio lado y alzó un brazo para retirarle el pelo pero se detuvo en mitad de la acción y dejó caer la mano sobre el colchón. Crispó los dedos en un puño y maldijo en voz baja mientras luchaba contra sus propios impulsos.

No se reconocía. Siempre había sido capaz de mantener la calma en todo momento; de esconder sus emociones y sentimientos bajo una capa de hielo y sonrisa. Sin embargo, desde que había emprendido aquel viaje algo había cambiado dentro de Fye y la escarcha que rodeaba su corazón parecía derretirse gradualmente gracias a Sakura, Syaoran, Mokona… Y Kurogane.

Sentía que entre ambos debían cuidar de Syaoran y Sakura y eso solo había hecho que su extraña amistad se solidificara un poco más, aunque Kurogane siempre respondía y se comportaba de forma hosca y algo bruta. Simple fachada.

Emitió un imperceptible suspiro y salió de la cama con movimientos perezosos, en busca de un kimono que usaba como bata.

Pese a llevar ya varios meses viviendo en el País de Yama aún no se acostumbraba a compartir habitación con Kurogane. No era debido al hecho de que le molestara hacerlo, sino a la extraña sensación de intimidad que parecía haber entre ambos a causa de la incapacidad para comunicarse ante la faltaba de Mokona, ya que sin ella era imposible hablar el mismo idioma.

—En realidad, esto tiene su punto de diversión —murmuró para sí mismo, casi esbozando una media sonrisa.

Sacudió la cabeza y sin mirar a su compañero salió de la estancia en completo silencio, sin llegar a ser consciente de que unos irises color escarlata lo seguían hasta que salió por la puerta.