Luego de unos meses de descanso estoy de regreso con la secuela de arte y música (tal como prometí) y como avise en Facebook, el genero y tono de la historia cambia. La verdad es que me preocupa algo la recepción que tendrá y más aun que la inactividad oxidara mi estilo. Igual por Face ya subí la cantidad de capítulos que serán, la historia ya esta finalizada y me encataria decir que estaré publicando semanal, pero lo cierto es que eso dependerá de mi beta, porque aun esta revisando los capítulos. Así que... si no hay actualización el próximo Lunes sera el que sigue (actualizaciones cada una o dos semanas.

Realmente no tengo mucho más que decir solo que espero que disfruten de este primer capitulo y nos estamos leyendo pronto :D

Ni Love Live! School Idol Project, ni sus personajes me pertenecen...


-1-

–Necesito vacaciones. –murmuró Umi mientras aferraba sus manos al volante de su automóvil.

–Desde el año pasado –mencionó Kotori, mientras veía distraídamente por la ventanilla del copiloto.

–Es probable, pero... sucedieron demasiadas cosas, lo sabes. –la escritora intentó justificarse mientras detenía su vehículo al ver la luz del semáforo en rojo.

–Sé que Honoka-chan y yo iremos de vacaciones contigo; pero también creo que debiste tomar un descanso luego de terminar la recopilación de poemas el año pasado.

–De acuerdo, es verdad. Es sólo que realmente ansiaba escribir esta nueva novela mientras los recuerdos aún estuvieran frescos en nuestras memorias. Sobre todo en la de Nico. –el sonido del claxon del vehículo detrás de ellas sobresaltó a Umi; la luz había cambiado a verde sin percatarse de ello, pisó el acelerador y el coche avanzó lo más rápido que el límite de velocidad permitía.

–Supongo que tienes razón. –habló Kotori luego de una pausa– Nico-chan ya no recuerda tantos detalles de lo ocurrido.

Aquello en realidad era bastante normal.

Había pasado casi un año desde la aprensión de ese psicópata doctor. Le hubiese sorprendido que a esas alturas recordaran todos los hechos tal y como sucedieron. Maki y sus padres habían sido bastante amables al permitirle usar la historia para escribir una novela. Y no esperaba que Nico accediera a contarle su experiencia como rehén. Sabía que aquello resultó traumático para la artista, aunque nunca lo expresó abiertamente a ninguna de sus amigas, cuando hablaba del tema lo hacía como si no hubiese sido gran cosa. Pero Umi se percató –mientras la pelinegra narraba el acontecimiento– de lo mucho que le afectaba recordarlo, por lo que decidió hacer todas las preguntas necesarias en una sóla ocasión, y así no forzar a Nico a revivir esas memorias.

La escritora detuvo el automóvil frente a la casa de su amiga.– ¿Nos vemos mañana?

– Por supuesto. –afirmó Kotori con una sonrisa.

Umi esperó a que la castaña entrara a su hogar y luego se retiró. Mientras conducía vio por el espejo retrovisor la caja que había dejado sobre el asiento trasero, la misma que su editora le entregó por la mañana al término de su reunión. ¿Su contenido? Cartas de sus fans. Volvió su vista al frente mientras calculaba el tiempo que le tomaría leer toda la correspondencia. Las palabras de sus lectores eran importantes para ella; aunque en su mayoría elogiaban su trabajo, también recibía críticas que valía la pena tener en consideración para mejorar. Era algo que tenía en común con Nico, ambas estaban abiertas a la evolución con el fin de mejorar. Había artistas –de todos los ámbitos– que creían firmemente que existe un tope al que se debe llegar; pero al aferrarse a esa idea se estancaban, y su trabajo se volvía una calca de sus obras anteriores. Nico sin duda diría que es como "ver la misma pintura, pero con diferentes colores".

Finalmente llegó a casa, aparcó su coche y debatió consigo misma si debía sacar la caja con cartas o dejarla ahí y echarle un vistazo otro día. Luego de revisar mentalmente su agenda concluyó que tenía tiempo de sobra, tomó la caja y entró a su casa. Fue directamente a la habitación que usaba como oficina, dejó la correspondencia en el suelo junto a su escritorio, y encendió la computadora. Si planeaba ponerse al corriente con los mensajes de sus fans, lo haría también con su correo electrónico y sus redes sociales.

Abrió su explorador y tecleó la dirección de Facebook, ahí sólo tenía su cuenta privada por lo que no le llevo mucho tiempo revisar sus notificaciones. Lo más pesado era Twitter, al entrar encontró que tenía nuevos –cientos de– seguidores y la cantidad de notificaciones le resultó abrumadora, sabía que aquello le tomaría varias horas.

Se levantó de su silla y se dirigió a la cocina a preparar un poco de té, mientras pensaba en que nadie le había advertido que la fama sería tan agobiante. Inevitablemente dejó escapar un suspiro, caminó hacia el refrigerador y buscó ingredientes para un sándwich, aunque no tenía mucho apetito sabía que si no comía algo en ese momento, era probable que ya no lo hiciera ese día, sus hábitos alimenticios se habían vuelto un desastre. Una vez su comida –cena– estuvo lista puso todo en una bandeja y regresó frente a su computadora.

Durante horas estuvo leyendo y respondiendo publicaciones, sólo hizo pequeñas pausas para tomar nota de algunas sugerencias que ya analizaría con calma a su debido tiempo, además de realizar estiramientos para relajar su dolorida espalda. Para cuando terminó, eran pasadas de las 3:00 am.

Antes de ir a dormir checaría su correo electrónico, ese era exclusivamente de uso personal, y los únicos que lo conocían eran su familia, sus amigas y algunas personas de la editorial.

Fue por ello que encontrar entre sus emails, uno de un tal Edogawa Yukio, la desconcertó. Este tenía como asunto "Querida Sonoda Umi-sama". La escritora dudó por largo rato si abrirlo o no. Resultaba obvio que el nombre del remitente era falso, pues se trataba de una fusión de los nombres de dos escritores que ella conocía bien, y la dirección de correo electrónico también era falsa. Una serie de letras y números sin sentido con un " " en el centro y un ".jp" al final, eran lo único que volvía a aquello una dirección de correo. Contenía un archivo adjunto, que Umi temía fuese un virus.

Otra de las cosas que tenía en común con Nico era la curiosidad, no siempre le pasaba, pero por alguna razón, aquello la hacía sentir levemente emocionada. Y eso la impulsó a querer saber "¿Qué?" y "¿Por qué?". Revisó que su antivirus estuviera activado y se dejó llevar por la curiosidad.

El texto era corto –calculó que eran más o menos cien palabras– y sólo tenía una breve explicación que decía:

Querida Sonoda Umi-sama.

Antes que nada, quiero disculparme con usted por este atrevimiento. Usted no me conoce, pero yo sí la conozco, soy uno de sus tantos lectores, que admira y respeta su obra, sobre todo su novela más reciente. Es una historia de misterio y suspenso lograda de manera tan real, creíble y cuya esencia logra capturar al lector, que incluso lo hace sentir parte de la misma, a tal grado, que se ganó mi respeto. Se ha convertido en uno de mis escritores favoritos, y es por eso que me he animado a mandarle este archivo, narrándole algunos casos de los que probablemente ya ha escuchado hablar. Creo que es un tema interesante que podría usar para su próximo libro.

No queriendo alargar más esto, me despido, con la esperanza de que esta información le sea lo suficientemente interesante para que la tenga a consideración.

Atentamente.

Edogawa Yukio.

Releyó un par de veces más el mensaje, y después, aún con un poco de incertidumbre dio doble click sobre el archivo de Word adjunto. Su antivirus no detectó nada anormal en el documento, por lo que procedió a abrirlo.

Durante los siguientes 43 minutos, Umi leyó casos de secuestros que estaban increíblemente bien documentados, el archivo contaba incluso con fotografías y mapas de los lugares donde los cuerpos de las víctimas habían sido encontrados. Lo que más llamó la atención de la escritora, fue que se trataba de niñas y adolescentes. Cuando llegó a un caso que pasó en una zona de la ciudad cercana a donde vivió durante su infancia, se dio cuenta de que por el año en el que sucedió, y la edad de la víctima, ella pudo haber sufrido ese mismo destino. Umi imprimió la información y la guardó en una carpeta. Después estudiaría mejor los casos, pero en ese momento sus párpados ya se estaban cerrando, y sentía que no podría continuar por más tiempo.


Umi observaba a sus amigas conversar, o al menos era lo que parecía. En realidad no podía dejar de pensar en la información que recibió la noche anterior. Mientras más pensaba en Shun Sugisaki –la niña desaparecida cerca de donde vivió en el tiempo que estuvo en la primaria–, más sentía que debía investigar un poco sobre ello.

–¿Puedo? Umi-chan –preguntó Honoka sacándola de sus cavilaciones.

La escritora no respondió, sólo parpadeó confundida al no saber de qué hablaba su amiga peli naranja. – Claro.

–¡Bien! –exclamó emocionada Honoka– Entonces le diré a Tsubasa cuando tu editora te diga que puedes tomar tus vacaciones.

–¿Pasa algo Umi-chan? –Kotori había notado que su querida amiga no estaba en el mundo real al 100%. Temía que su mente ya estuviera creando una nueva historia, que terminaría por cancelar sus vacaciones una vez más.

–No. –respondió Umi al instante. Pero al pensarlo mejor decidió compartir la información que recibió– Bueno, la verdad, pensaba en un antiguo caso de secuestro. ¿Te suena el nombre de Shun Sugisaki?

–Iba en nuestra clase. –comentó Honoka desconcertando a sus amigas– ¿Qué? Me acuerdo porque en una ocasión me cedió su pan en el almuerzo. Era una buena niña.

Umi sonrió. Definitivamente era una buena razón para recordar el nombre de alguien, al menos desde la perspectiva de Honoka.– Espera… ¿Iba en nuestra clase?

La peli naranja asintió– Era agradable y un poco tímida. –sonrió– Casi como tú.

Kotori no pudo evitar reírse ante esa observación.

Umi frunció el ceño, pero decidió no decir nada.

–Ahora que lo pienso, fue durante las vacaciones que ella desapareció. –agregó la castaña– Nuestros padres estuvieron paranoicos una larga temporada.

–¿De verdad? –preguntó Umi. No recordaba muy bien esa época, y aunque la fotografía de la pequeña Sugisaki le parecía familiar, no lograba recordar haber interactuado con ella.

– Sí, fue una época difícil, tus padres no dejaban que fueses a jugar a nuestras casas.

Eso sí lo recordaba, aunque vagamente. Hubo una temporada donde Kotori y Honoka tenían que ir a visitarla si querían jugar con ella.– Bueno, más o menos me acuerdo de eso.

–Como no volvió a desaparecer ningún niño por esas fechas, todo volvió a la normalidad relativamente rápido. Creo que los padres de Sugisaki-san aún esperan encontrarla.

Umi volteó confundida a ver Kotori– ¿De qué hablas? Encontraron su cadáver.

La diseñadora negó con la cabeza– No es así, el caso sigue abierto. Mi mamá se encontró hace unos meses con los señores Sugisaki y eso fue lo que dijeron.

Umi sacó su celular, e hizo una rápida búsqueda en internet sólo para corroborar lo que Kotori acababa de decir, entonces se dio cuenta de que tenía razón. El caso seguía abierto, aunque la policía dudaba que la niña siguiera con vida. ¿Sería posible haberse confundido debido al cansancio? Sin decir nada se levantó de la silla y se dirigió hacia su automóvil, donde tenía la carpeta con las impresiones de los casos. Buscó rápidamente la parte donde se hablaba de su excompañera de escuela. Al llegar a la conclusión del caso vio que en efecto, se anexó un mapa donde supuestamente hallaron el cadáver. La escritora se estremeció ante tal revelación.

– Umi-chan ¿qué sucede? –preguntó Kotori preocupada, Honoka venía detrás de ella.

Umi abrió la boca para responder pero volvió a cerrarla.

¿Debía contarle a sus amigas?

Si sólo se trataba de una broma, lo único que haría sería preocuparlas por nada. Lo primero que debía hacer era investigar todos los casos del archivo con la información pública que existía de aquellos secuestros. Y después de eso, dependiendo de lo que encontrara, pensaría mejor qué hacer.

–Nada, sólo quería consultar la… –hizo una pausa intentando encontrar una buena excusa– la información para mi próxima novela.

–¿Ya estás trabajando en algo nuevo? –el semblante y tono de voz de Honoka era de decepción.

–No, tan sólo es una recopilación que probablemente usaré después. –dejó la carpeta en el asiento del copiloto– Para cuando regresemos de vacaciones.

Por alguna razón Kotori sentía que Umi no estaba siendo del todo sincera, pero no comentó nada, tarde o temprano la escritora le contaría qué le preocupaba. Porque no, no lo había pasado por alto. Su querida Umi-chan se sentía intranquila.

–Debo irme, tengo demasiadas cartas que leer.

–¿Correspondencia de tus fans? –cuestionó Honoka.

–Sí. –subió a su auto– Me pondré en contacto con ustedes cuando me digan cuánto tiempo libre tendré para nuestro viaje.

La peli naranja asintió con la cabeza, mientras Kotori se limitó a hacer un gesto de despedida con su mano, entonces supo que la modista se había percatado de que algo no andaba bien. En cuanto supiera lo que estaba sucediendo sería a la primera en llamar para contarle.

Pero por el momento, lo mejor era tratar sola con ese extraño asunto.

Arrancó su vehículo y se fue directo a casa.