Notas de la autora.

¡Hola! Este capítulo ha salido definitivamente más pronto jeje, es que la cuarentena en casa me ha puesto más creativa y me ha dado el tiempo de continuar más rápido esta historia.

Muchas gracias por todos los comentarios que recibí en el último capítulo, de verdad, gracias por apreciar este trabajo n.n, sus comentarios siempre me motivan mucho.

Cuídense del coronavirus y manténgase leyendo en sus casitas :)

¡Otra noticia, es que he creado un instagram dedicado al fanfic! Síganme para ver ilustraciones y dibujos inspirados en este fic, además de poder ver los avances y tener más contacto :)

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(no puedo pegar links en esta página u.u)


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Naruto recibió la primera carta de Sasuke, alrededor de dos meses después de su ingreso a la Ceniza. El Uchiha se aseguró de inspeccionar cada rincón de la aldea, de forma de evitar que el halcón que enviaba fuera detectado por los rebeldes o por la milicia de la aldea Benigna. Además de seleccionar el lugar de la aldea desde donde lo liberaría para que emprendieran el largo viaje a Konoha.

El ave se encontraba amaestrada y era capaz de recorrer diferentes rutas alternativas para llegar a Konoha y pasar desapercibida como cualquier ave corriente.

Los mensajes eran cifrados con una codificación especial, la cual solo podía ser traducida por la central de inteligencia de Konoha y requería, además, de un sello de liberación especial. La codificación fue creada por Sasuke desde los tiempos en que viajaba tras la pista del clan Otsutsuki, y él podía traducirlo directamente con el uso de su rinnegan. De no ser abierto por el sello especial, Sasuke podía ser alertado y dar cuenta que el mensajero había sido capturado por algún intruso. En esos casos el mensaje se autodestruiría.

El día en que el mensaje finalmente llegó a las atareadas manos de Naruto, le trajo una tranquilidad que no tenía en meses. Constantemente pensaba en sus amigos. En las noches, cuando finalmente recostaba su cabeza en la almohada y tenía un breve espacio para pensar en sí mismo, pensaba más bien en Sasuke y Sakura. Creía que las cosas podrían ir para mejor de ahora en adelante, o eso quería pensar. Sasuke no detallaba sobre cómo lo habrían logrado, tampoco debía hacerlo, pero tenía una curiosidad tremenda.

Y de pronto, como se desenvuelven los pensamientos durante la noche, y como muchas veces orillan a pensamientos lejanos y profundos, Naruto pensó en Sakura. Era una situación rara, pues su sobrecargada labor de hokage rara vez le dejaba tiempo para reflexionar sobre las personas de su vida. Su esposa y sus hijos siempre llenaban todos los espacios de sus preocupaciones, además de los referidos a la aldea. Sin embargo, pensar en Sakura le provocaba algo que no podía diferenciar con claridad. Él sin duda había sentido aquella extraña sensación, y si se esforzaba en recordarla, podría decir que había pasado años conviviendo con aquel apesadumbrado y sombrío sentir. Intentaba recordar al mismo tiempo, aquella lejana escena que le marcó desde entonces, la cual podía describir como si aún se desarrollara frente a sus ojos. Una escena agridulce...sí, tal vez esa era la descripción que buscaba.

Era la época en que estaba recientemente comenzando "algo" con Hinata. Tenía alrededor de 20 años más o menos. Fue también la época en que Sasuke regresó por primera vez a la aldea desde su partida tras la cuarta guerra. Se sentía confundido y algo presionado por diversas cosas; se estaba tomando en serio su carrera para Hokage, estudiaba arduamente, seguía realizando misiones y trabajando. Las misiones como siempre, las llevaba a cabo con el equipo 7 reformado con Sai, el cual obviamente, incluía a la pelirrosa.

Por algún tiempo, él también llegó a pensar que el Uchiha jamás volvería, lo cual parecía un pesar para su amiga, aunque misteriosamente, para él, fue más bien algo esperanzador. Una posible oportunidad se abría, aunque era consciente del autoengaño.

Sakura no le amaba.

Lo sabía, pero nada parecía quedarle claro hasta aquella fatídica noche. Sasuke ya llevaba unas cuantas semanas desde su llegada. Caminaba a su casa luego de una extenuante misión. Las calles residenciales de Konoha yacían en silencio apuntando hacia la madrugada y los viejos postes de luz alumbraban débilmente el camino. Doblando una esquina divisó, a lo lejos, algo en la penumbra. Dos personas estaban estrechamente unidas; una pareja.

A pesar de la distancia y la oscuridad, Naruto logra divisar una particular cabellera rosa.

Sakura.

Hasta aquella vez, nunca le había parecido tan delgada y angosta la cintura de la pelirrosa, hasta que la vió rodeada por el brazo de su amigo, o mejor decir, su mejor amigo.

Esa extraña visión, le hizo detenerse por unos minutos, se ocultó tras el muro de una de las casas del camino. Esa misma escena le resonó tan familiar, y le llevó a aquella remota tarde en el hospital, cuando la abuela Tsunade, que en ese entonces estaba recién de vuelta en la aldea, puso su mano sobre la frente de su amigo, mientras éste recuperaba lentamente la conciencia; y como los delgados y juveniles brazos de Sakura, se lanzaron sobre un débil Sasuke. Él observó la escena a la distancia, mientras sentía crecer un abismo entre sus sentimientos y el abrazo de esos dos.

Para ese entonces y con veinte años encima, las cosas parecían haber cambiado, aunque el trasfondo seguía siendo muy similar al de aquellos infantiles tiempos. Allí estaba Sasuke, rodeando a su amiga por la cintura. La cercanía era irreparable y ella le abrazaba por el cuello (al igual que aquella vez), la diferencia de altura era notable, ¿en qué momento se había vuelto tan alto?, ella se veía frágil y delicada aferrada al cuerpo de él. Las figuras se acoplaban en la oscuridad y de pronto un beso...intenso, desesperado, lleno de deseo.

Ya no había vuelta atrás.

Nunca notó cómo todo comenzó, no obstante, ahí estaban. Quería saber cada detalle, pero la complicidad de ambos le hacía retroceder. Sasuke había regresado con mayor madurez y con otra perspectiva de la vida. Le parecía tonto pensar que el Uchiha nunca se interesaría por la pelirrosa. De alguna forma, y pensando en retrospectiva, ellos siempre habían tenido una extraña conexión.

Luego de un tiempo, en que ambos mantuvieron su relación de forma discreta en la aldea, Sasuke partió nuevamente, aunque en esta ocasión, se llevó a Sakura con él. Recién ahí comenzó el lento viaje de aceptar que esa batalla definitivamente, la había perdido contra el Uchiha.

Por mucho tiempo, Naruto rebobinó una y otra vez, aquella ocasión durante la misión de rescate de Hanabi, cuando Toneri había secuestrado a Hinata y él había resultado gravemente herido. Sakura curó sus heridas al punto de desmayar, y ambos se quedaron a solas por un momento a la luz de una vela.

──¿Recuerdas hace un tiempo, cuando dijiste que me amabas?...

La pregunta de Sakura lo tomó tan desprevenido, que él solo la miró sorprendido. Naruto pensó que el cansancio la había afectado de sobremanera. Ninguna respuesta salía de sus labios.

Ella miraba hacia arriba, concentrada en sus recuerdos seguramente. Su voz era suave.

──Pero… ¿no fue eso porque yo amaba a Sasuke-kun? …No querías perder contra él, de seguro...

Naruto bajó la mirada. En su mente resonaba una voz, respondiendo internamente.

*No tenía nada que ver con Sasuke…*

Por un momento, pensó en aclarar las cosas y decirle la verdad, pero su mente estaba confusa.

──Es real esta vez... ¿verdad?... ──preguntó ella, asumiendo sus sentimientos por Hinata.

*No lo sé…*

──Hinata...es una gran persona...

*Definitivamente...*

──Cuando una chica se enamora de verdad...sus sentimientos no cambian fácilmente...no pueden cambiar...entiendo muy bien cómo se siente… ──sentenció ella, apretándose el pecho.

Naruto solo la miró en silencio. Sus ojos reflejaban melancolía y al mismo tiempo esperanza cuando hablaba de sus sentimientos. Sabía con certeza quién habitaba sus pensamientos tras esas palabras. Pensaba constantemente en aquella rara ocasión y cómo hubiera sido, si él, torpemente le hubiera confesado todo. Sakura seguramente lo habría rechazado, y no solo eso, su sólida amistad podría haberse derrumbado.

Incluso si repasaba nuevamente su historia, desde aquella sórdida ocasión en que Sakura intentó manipularlo confesándole que estaba enamorada de él para que renunciara a Sasuke, que era algo incómodo para ambos hablar de temas amorosos. ¿Le habrá contado Sakura ese curioso evento al Uchiha? ¿Habrá sonreído Sasuke al saber la dolorosa verdad?

Había muchas cosas que dolían… que dolieron, porque ya todos esos recuerdos se sentían en la actualidad tan lejanos.

Sin embargo, esa misma experiencia le enseñó algo valioso a Naruto: el mutismo, porque ese silencio en relación a su sentir, lo guardaría para siempre.

Con el paso del tiempo, y tras "sanar" en cierta medida, conoció mejor a Hinata y le pareció que podía llevar una buena y sana vida con ella. Era amable, bondadosa, le escuchaba y comprendía, y más importante: le amaba sinceramente. Él también se dió cuenta de que era inmensamente atractiva y que el sexo era también bueno.

Se casó y con ello, vino su primer hijo. La esperanza volvía a crecer. Estaba llevando su vida de buena forma, cada vez más cerca de su sueño, amaba a Hinata y a su nueva familia.

Y con la esperanza en ascenso, tras algunos años, ella nuevamente volvió a aparecer, ahora con una niña en los brazos. Una hija de ella y Sasuke.

El día que ella regresó, era una tarde hacia fines de abril. Atardecía y así como siempre hacia Sasuke, ella también regresaba junto a él sin previo aviso. Les recibió con cariño y nostalgia, aunque con esa molestia nuevamente removiéndole el corazón.

No podía evitar pensar en todo lo que había pasado entre ellos durante dicho viaje. Intentaba buscar en la mirada indiferente de Sasuke, observaba obsesivamente sus manos y la comisura de su boca, en busca de alguna señal de su vínculo sexual. Naruto podría jurar que Sakura había perdido su virginidad con el Uchiha y ese pensamiento lo erizaba con una sensación similar a los celos.

No era capaz de entenderse a sí mismo. Luego de estar a punto de alcanzar la felicidad, de pronto todo parecía caer a pedazos en su interior. ¿Cómo no era posible conformarse y valorar lo que había conseguido, a quienes le rodeaban y amaban?

Sakura era feliz. Tenía un vínculo más profundo con Sasuke, y era de notar. Él lo notaba.

Ahora siempre estaban juntos y se dedicaban miradas. Cuidaban de su pequeña Sarada, a quien cada día adoraban más.

Definitivamente, Sakura era muy feliz. Su rostro brillaba. Sus mejores momentos seguramente los vivió durante aquel breve tiempo. Porque en efecto, fue bastante breve hasta cuando Sasuke tuvo que dejarlas a ambas por esa misión. Doce largos años en que Naruto observó como Sakura sufría en silencio, aunque su luz se fortalecía día a día, y él no lo entendía.

Durante aquel largo periodo, mucho más adulto, convertido en Hokage y ya con su segunda hija presente, fue olvidando. Boruto crecía fuerte y sano, Hinata seguía siendo la mujer dulce con la que se casó y su nueva hija era algo que no podía describir. La felicidad y la esperanza crecían nuevamente y ya no veía a Sakura con frecuencia. Ambos trabajaban arduamente en sus áreas. Con los años, sus preocupaciones y labores, pronto fue olvidando. Sasuke finalmente regresó con su familia y él no podía sentirse más feliz por ellos.

Pasaron alrededor de dos años, hasta que el problema con el sur finalmente alcanzó a Konoha, y nuevamente la tuvo enfrente... tan vulnerable. Ella volvía a sufrir.

Cuando Sakura descubrió la misión aquella noche en su oficina y la vio quebrarse frente a él, sintió que muchas de sus emociones enterradas por años, volvían a emerger de golpe.

Recordaba aquel último dulce tacto con Sakura. El roce de aquel improvisado abrazo que muchas veces había fantaseado en el pasado: sentir sus manos envolverle a él, así como la había visto hacer con Sasuke. Y de pronto, la oscura presencia del Uchiha tras la puerta, como si oliera las manos intrusas en su territorio. No quiso retroceder y así, aquella dulce y culposa sensación se quedó en su cuerpo y manos.

Ahora era él quién la alejaba, enviándola a aquella misión, a pesar de la negativa de Sasuke.

Era para mejor. No solo por Sasuke o la misión, sino también por su paz mental.

Muchas veces llegaba a pensar que no volvería a ser feliz. Porque así parecía cada día que pasaba. Temía estar equivocado, que ambos fracasaran y que algo le sucediera a Sakura. Que ella jamás pudiera regresar.

No era feliz. Nunca lo sería con ese vaivén constante de confusión e incertidumbre.

Y así, nuevamente, la misión volvía a ser el centro de sus preocupaciones. La carta de Sasuke, que aún yacía sobre su escritorio, se autodestruía...quemándose por completo, así como también sus últimas breves palabras...

"...Es a él a quien logramos conocer. Lo hemos logrado".

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Parte II

Capítulo 6: "Juegos de apariencias".

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Habían pasado dos meses desde que habían llegado a la Aldea de las Cenizas. Sakura había comenzado a trabajar en el área de salud, por orden de Shinta, el médico de la zona sur, quien, tras descubrir su habilidad oculta, decidió que era de primera orden que trabajara en la atención de pacientes, y además que asistiera a la escuela de enfermería para perfeccionar sus conocimientos y estudiar en específico todos los avances en la investigación de la peste que afectaba a la zona.

Sakura descubrió lo ocupada que era la vida del joven médico. Entre sus múltiples tareas, contaba los turnos que cubría en el Centro de Salud, atendiendo pacientes; las reuniones del sector de salud que dirigía en conjunto con los enfermeros; las reuniones de planes de salud en las que participaba con la comisión política, en donde se analizaban las condiciones sanitarias de las distintas aldeas del sur, y cómo se distribuían los enfermeros, las condiciones para recibir a todas las personas que llegaban a la Ceniza día a día, como también las medidas para evitar aumentar la curva de contagiados en la zona.

Además, trabajaba activamente en los laboratorios, con la finalidad de elaborar, experimentar y perfeccionar la vacuna para la peste. Se dedicaba a la investigación constante de la enfermedad, con la finalidad de comprender y estudiar los cambios y mutaciones que esta podría ir experimentando en su curso de desarrollo.

Shinta también participaba en la formación de los futuros enfermeros, dictando algunas clases, como también elaborando los programas y planes de estudios de la escuela de enfermería. Bajo su cargo, tenía algunos aprendices a médico, los cuales habían comenzado desde la escuela de enfermería. Eran cinco y entre ellos estaba su prima Haru. Desde hacía unas pocas semanas, Sakura, dadas sus habilidades, también se había convertido en aprendiz de medicina.

Sakura notaba que, a pesar de todas las falencias en cuanto a recursos, espacios e infraestructura, el sistema de salud, en cuya elaboración Shinta había participado activamente, no había colapsado hasta el momento. Todo había mantenido, lo que se podía decir, un equilibrio. Aunque aún faltaba mucho por hacer y mejorar. Pero lo que más le sorprendía, era que, a pesar de ser una zona abatida por el conflicto, la pobreza y la enfermedad, había logrado salir adelante.

Pensaba que realmente Shinta había trabajado arduamente para llegar a ese punto de desarrollo con tan poco.

Lo que siempre escuchaba de los aldeanos que atendía, era que Shinta siempre había estado trabajando en esa área, y que desde muy joven había asumido grandes responsabilidades con la aldea...que así fue como lo formaron. Por momentos, Sakura pensaba que tenían mucho en común, a diferencia que Shinta tuvo que enfrentar diversas adversidades al tiempo que aprendía. Ella había tenido un duro entrenamiento y había enfrentado una guerra, sin embargo, hacía muchos años que gozaban de paz en Konoha, mientras que el sur, de forma paralela, se enfrentaba a diferentes dificultades y tragedias.

Pronto se dio cuenta, que, para avanzar en la misión, tendría que llegar a trabajar codo a codo con Shinta, quien se encontraba bien posicionado en la aldea, y tenía incidencia las materias políticas relacionadas a la salud. No obstante, tendría que trabajar duro. Sasuke estaba de acuerdo con ese juicio.

Sumando sus conocimientos en el área de medicina y ninjutsu, tendría la posibilidad de ascender y llegar a un puesto de dirección y codearse con la comisión política de la Ceniza. Las posibilidades parecían infinitas, pero el trabajo para llegar a ello, sería arduo.

Así rellenaba Sakura su diario de registro. Sentada en la angosta cama de aquel precario cuarto que habían recibido de la comisión de la aldea, escribía día a día, toda la información y las percepciones que recogía, como también los análisis de las personas con las cuales se rodeaba. Durante todo ese tiempo, se había dedicado a observar minuciosamente a Shinta y sus coordinadores.

Mientras Sasuke dormía profundamente luego de volver del trabajo, ella tras terminar sus turnos en el Centro, se entregaba de lleno a su diario.

El tiempo pasaba rápidamente, o así lo percibía Sakura. Los dos primeros meses fueron enteramente dedicados a insertarse en sus trabajos. Sasuke, salía todos los días, de madrugada a su jornada como constructor, viajando a diferentes puntos de la aldea. Mientras ella, debía asistir todos los días desde la madrugada, hasta tarde por las noches a cumplir sus turnos en el Centro de Salud de la aldea. Desde la residencia que compartía con Sasuke, hasta el centro, debía recorrer casi toda la aldea a pie, ya que esta no contaba con medios de transporte debido a la peste. En general, el Centro se encontraba lejos del corazón de la aldea, aislado casi a las afueras de esta, para evitar más contagios.

Notó que Shinta no asistía todos los días, debido a su apretada agenda, pero todos los enfermeros y enfermeras hacían su trabajo de forma organizada y ordenada. Haru, tenía el cargo de dirección del centro junto a Shinta, y dictaba las órdenes junto a los coordinadores de los distintos sectores del centro: Kenji, Dai, Rumi y Miki, quienes eran además los otros aprendices de Shinta, todos aspirantes a médicos.

Haru, era muy joven, tenía 25 años, aunque tenía una apariencia que la hacía parecer mucho mayor. Era determinada, muy seria, aunque no por ello perdía calidez. En ese sentido era muy parecida a Shinta. Físicamente eran también muy similares, tenía el cabello negro y siempre tomado, su rostro era pálido y sus ojos eran oscuros y amables. Era muy delgada y podría decir que nunca la había visto con otra vestimenta que no fuera la del servicio de enfermería. Era muy enfocada en su trabajo y rara vez, tocaba otros temas que no fueran los referidos a lo laboral. Tenía el cargo de dirección del centro y en realidad, era quien tomaba las decisiones con respecto a casi todo y solo en algunas materias lo hacía junto a Shinta. Tenía todas las cualidades de un buen líder, y a los ojos de todos, tenía un futuro brillante. Era abnegada y jamás descansaba. Después de Shinta, parecía ser la segunda persona mejor posicionada en el área. Era además la coordinadora a cargo de los grupos con mayor compromiso vital en el centro, el A y el B, quienes eran en su mayoría los pacientes que padecían de la peste.

Sakura se relacionaba mucho más con ella que con el mismo Shinta, quien tenía turnos muy definidos, donde se encargaba de los casos más graves.

Los otros coordinadores, eran también personajes muy particulares.

Estaba Kenji, quien era aún más joven que Haru, tenía apenas 23 años. Era muy serio y muy callado, como también muy dedicado y metódico en el trabajo. Se decía que era muy estudioso, y que su posición se justificada con sus altas calificaciones tanto en lo teórico como en lo práctico en la escuela. Su cuerpo era delgado y su rostro similar al de un niño. Era también muy ojeroso, muy pálido y de ojos muy grandes y grises, tenía el cabello oscuro y perfectamente cortado. Todos decían que estaba enamorado de Haru desde siempre, aunque nunca ocurrió nada entre ambos. Estaba a cargo del grupo D, que eran los pacientes con menor compromiso vital en el Centro de Salud.

Estaba también Dai, quien es la persona más simpática dentro del equipo. Se mostraba siempre muy cálido y cercano. Fue el primero que se acercó a Sakura en su primer día. Era curioso, amable y muy hablador. En cierta medida, le recordaba a Naruto. Además de ser risueño y bromista, tenía una relación cercana con todos y gozaba de mucha popularidad. Se decía que era el aprendiz favorito de Shinta, aunque se cree que es por la afinidad de carácter entre ambos, quienes no paraban de golpearse y lanzarse bromas cuando estaban juntos. Haru solía reprenderlos a ambos. Tenía 28 años, era altísimo, su piel era morena y su cabellos y ojos eran de un castaño claro. Era un gran deportista, y en los tiempos de más estabilidad, participaba en todos los campeonatos deportivos, con gran éxito. Si bien era alto, también era muy desarrollado muscularmente, lo que componía en parte su atractivo físico, porque no era solo popular en términos generales, sino que también con las chicas. Él estaba a cargo del grup en conjunto con Haru y Shinta.

Estaba Rumi, quien era la mayor del equipo. A juicio de Sakura tenía 40 o más. Era como una madre para el equipo, además de ser la más experimentada en el área. Era comprensiva con todos y muy amable. Tenía una historia bastante particular, ya que se decía que huyó de su primer matrimonio con un amante, y que este falleció por el primer brote de la peste. Nunca más volvió a emparejarse, a pesar de que era muy joven cuando esto sucedió. Decían que siempre quiso ser madre, pero el fallecimiento de su pareja no le dió más propósitos, e incluso se rumoreaba que estuvo sumida en el alcoholismo por años y que un viejo médico de la aldea, la sacó de ese estado y la obligó a asistir a la escuela de enfermería. Después pasó a interesarse por la medicina y desde ese punto, pasó a ser aprendiz de Shinta. Tenía el cabello corto hasta el cuello y siempre cuidadosamente peinado. Tenía los ojos oscuros, era de estatura muy baja y sus arrugas le daban un aire de simpatía. Adoraba a Shinta y siempre lo reprendía por descansar tan poco. Ella estaba a cargo del grupo C, que integraba el área de pediatría.

Por último, estaba Miki, quién era muy competitiva. Tenía 24, era joven y atractiva. También había sido una estudiante destacada en la escuela, aunque conflictiva en momentos. Se rumoreaba que estaba profundamente enamorada de Shinta, y que estando este presente, no se le despegaba. Era amistosa, pero al mismo tiempo desafiante. Era capaz de desafiar a Shinta, aunque no así a Haru, con quien no siempre tenía un buen trato. Todos decían que, en el fondo, se querían.

Fue ella, con quien Sakura tuvo más dificultades para acercarse, debido al carácter fuerte y confrontacional de esta. Tenía el cabello muy corto, algo rojizo y graciosamente desordenado. Sus ojos eran muy claros y penetrantes, de un color ámbar. Era de estatura baja, y de proporciones equilibradas, tenía un rostro muy llamativo y de delicadas facciones, que se contradecían con su expresión desafiante y burlesca.

Se decía que cada cierto tiempo, mantenía una relación secreta con Dai, aunque no se podría decir que era un noviazgo.

Ella estaba a cargo del grupo D en conjunto con Kenji, a quien siempre lograba irritar con su charlatanería, y también del grupo C, que además de Pediatría, también se encargaba de la recepción de los pacientes en la llegada a la aldea, en conjunto con Rumi.

Sakura había logrado compenetrarse con todos, ya que en general el equipo de coordinación era como una familia. Shinta había asignado a Sakura para trabajar equilibradamente en los diferentes grupos, con el fin de que pudiera aportar con el ninjutsu médico cuando fuera requerido. Y lógicamente, era mucho más solicitada en los grupos A y B, así que con quienes compartía la mayor parte del tiempo, era con Haru y Dai.

De las escasas ocasiones en que le había podido observar, para Sakura, Shinta era amable y accesible, con un buen sentido del humor. Si bien, tenía un cargo importante, a veces le costaba mantenerse serio. No obstante, en las situaciones difíciles mantenía una claridad admirable. Trabajaba infinitamente y siempre estaba en movimiento. A pesar de todo aquello, se veía saludable y de buen humor. Era cálido, y la gente lo apreciaba. Sin embargo, había observado, que al igual que los otros coordinadores, a sus 32 años, lucía siempre cansado.

Era difícil, a juicio de Sakura, observar cómo era realmente cuando siempre estaba tan inquieto y concentrado en su trabajo, como también era algo dificultoso acercarse a él mientras todos se mantenían tan ocupados, incluyéndola a ella, que había tomado un trabajo similar al que había dejado en Konoha.

Comprendía a Shinta, dado que, como exdirectora del hospital de Konoha, también había asumido múltiples compromisos, sin embargo, el trabajo en el centro de salud de la Ceniza era abrumador. Las condiciones laborales y los recursos eran menores, mientras que los pacientes era muchos más en cuanto a número y doblemente complicados por la peste. En consecuencia, todo el trabajo se dificultaba y se volvía doblemente absorbente. Sakura tuvo que adaptarse a un ritmo de trabajo que podía enloquecer a cualquiera, con turnos larguísimos y abrumadores, y prácticamente sin días libres. Todos podían tomarse un día libre cada dos semanas, mientras no hubiera casos graves que atender en los diferentes sectores, los cuales eran asumidos por el resto de personal de enfermería.

Sakura ya era capaz de darse cuenta que para cumplir su misión, debía trabajar y escalar rápidamente para lograr tomar un puesto de relevancia en la aldea. Era como empezar de cero nuevamente.

Durante aquella última semana, Shinta estuvo presente y aumentó las horas de sus turnos, debido al aumento de pacientes graves. Sakura estuvo trabajando arduamente junto a él.

A pesar de la gravedad del asunto, la tranquilidad de Shinta lograba estabilizar sus niveles de estrés. Hacia el final de la semana, todos los pacientes graves habían logrado estabilizarse, luego de casi tres semanas cumpliendo turnos exorbitantes. Ese día libre cada dos semanas no siempre estaba disponible para los coordinadores del equipo A y B. Sakura había trabajado incansablemente junto a ellos.

Luego de una larga jornada, habían logrado estabilizar la situación de diversos pacientes. Era tarde, y algunos enfermeros estaban tomando una colación, para retomar sus turnos de la noche. Sakura se sentía agotada para esa hora, intentó comer algo, pero realmente se le había acabado hasta el apetito. Shinta conversaba animadamente con Dai, mientras aprovechaban aquel breve tiempo para tragar algún alimento. Haru firmaba unos documentos. Para esas horas, la mayoría de los pacientes ya se preparaba para dormir, y el turno de la noche se alistaba para pasar la noche asistiendo las posibles emergencias. Al parecer sería una noche tranquila, luego de semanas.

Sakura se apoyó en una silla, y sintió que la vista se le nublaba. De pronto, el cansancio le venció las piernas y se desplomó en el suelo. De un momento a otro, todo se volvió oscuridad. Escuchó algunas voces sorprendidas sin comprender su contenido y de pronto... el silencio.

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Despertó tendida en un futón, a la luz de una vela en un cuarto desconocido. Observó con una sensación de pesadez a su alrededor y solo vió un cuarto vacío, con una sola silla al lado del futón en el que se hallaba recostada. A través de la puerta corrida, notó que era una casa tradicional, y al parecer muy antigua. Percibía un sonido constante y acompasado proveniente de afuera, lo que identificó como lluvia. Aunque de repente, un ruido proveniente del pasillo, comenzó a acercarse.

Por la puerta entró Shinta con una bandeja de té. Al verla despierta le regaló una sonrisa comprensiva. Sakura miraba hacia todos lados, confundida.

──Te has desmayado… ──le dijo él, sonriendo levemente. ──el trabajo te ha pasado la cuenta…

Sakura intentó incorporarse para recibir el vaso de té humeante que Shinta le alcanzaba con una mano.

──¿Dónde estoy? ──preguntó ella, con algo de somnolencia.

──En mi casa...Haru te ha estado cuidando...pero también estaba muy cansada y se fue a dormir… ──dijo él con simpleza. ──teníamos que terminar nuestro turno, y te hemos traído acá...puedes pasar la noche...no hay problema, hay cuartos suficientes.

Sakura dejó el té a un lado del futón y volvió a recostarse, estaba algo mareada. Por un momento miró a Shinta, y vió que este vestía de forma sencilla, un pantalón gris y un chaleco negro de cuello alto. Nunca lo había visto con vestimentas casuales. Se veía apacible.

El médico se sentó en la silla cerca del futón.

──¿Qué hora es? ──preguntó Sakura restregándose la cara.

──Debe ser medianoche… ──respondió él, pensativo.

──¿Cómo puedes trabajar tantas horas continuas sin desmayar? ──dijo Sakura con sorna. Ni siquiera en el hospital de Konoha ella cumplía con tantas horas continuas.

──Es la costumbre… ──dijo él sonriendo. ──pensé que serías más fuerte ──rió, burlándose de ella.

Sakura sonrió.

──Me acostumbraré… ──dijo, mientras hacía un esfuerzo por levantarse.

──¿Qué haces? ──la cuestionó él ──debes descansar... ──dijo poniéndose de pie para detenerla.

──Ya he dormido lo suficiente...debo ir a ver a Sasuke...no quiero que se preocupe por mí. ──dijo ella, mientras intentaba caminar.

──Tranquila...ya he avisado a Sasuke… ──dijo Shinta, tomándole suavemente el brazo. Ella le vió sorprendida. ──Él viene para acá... quiere verte. Pasará después de terminar su trabajo.

Sakura se detuvo.

──Ven...termina tu té. ──dijo Shinta, mientras hacía que se sentara nuevamente en el futón. ──He oído que han tenido problemas para encontrar un lugar donde quedarse. ──dijo él, buscando distraerla.

──¿Acaso Sasuke te lo ha dicho? ──murmuró ella algo dudosa.

──Sí. ──respondió él, rascándose la cabeza. ──es por ello que quiero invitarles a vivir a mi casa...tenemos el espacio suficiente para recibirles. Tengo entendido además que su residencia queda lejos del centro de atención, por lo que te costaría mucho atender si tienes que viajar tanto para llegar. Además, en las noches es primordial que me ayudes con el ninjutsu médico en las urgencias... además, con mi prima nos sentiríamos más acompañados.

Sakura lo miró sorprendida.

El joven doctor, tenía una mirada amable y sincera. Seguramente Sasuke aceptaría, para estar más cerca de él y poder observarlo con más facilidad.

Sakura asintió con una pequeña sonrisa.

──Gracias por todo… ──dijo haciendo una pequeña inclinación.

El fuego parpadeaba iluminando tenuemente la habitación. Por primera vez, desde que habían llegado al sur, no sentía frío. Era una residencia muy cálida, y la amabilidad de Shinta y su prima, la hacían mucho más. Ella se había quedado en silencio, solo sintiendo el calor del ambiente, y la agradable sensación del té, humeando desde la taza en sus manos.

De pronto, una pregunta la sacó de lleno, de su cómodo letargo.

── ¿Cómo aprendiste ninjutsu médico?

Sakura le miró al instante. Él la miraba fijamente, como analizándola. Una mueca de curiosidad adornaba sus expresiones. Fue esta la primera vez que daría uso a su manto, como también la primera vez que podían conversar a solas.

Para Sakura, una oportunidad perfecta.

──Antiguamente mi familia lo practicaba, y lo traspasaba de generación en generación. Yo en particular lo aprendí de mi padre, hace ya muchos años, cuando era una niña.

──Ya veo, algo similar ocurrió en mi caso. En mi familia también se practicaba...pero de eso también hace muchos años. En esta zona del país es muy poco común manejar cualquier tipo de ninjutsu…

──¿Cuándo comenzaste a usarlo de forma pública? ──preguntó Sakura.

El médico la observó por unos instantes.

──Bueno, como ya sabrás, utilizar cualquier tipo de ninjutsu es muy mal visto en el sur, dada su vinculación con los ninjas. Sin embargo, yo no tenía ningún tipo de vínculo con el mundo shinobi. Crecí en esta zona, ocultando esta habilidad... ──respondió Shinta, mientras observaba por un momento la palma de sus manos. ──pero... desde el día en que comenzó esta guerra, no podía soportarlo… ──apretó sus manos── y...al igual que tú...me atreví a confesarlo ante mi maestro de aquel entonces….

──¿Tu maestro?

-──Si...quien me enseñó todo lo relativo a la medicina y más…

──¿Y qué ocurrió con él?

──Bueno, el brote de la peste en sus inicios fue muy agresivo y...digamos que él ya era una persona de bastante edad...al comenzar a atender a los enfermos se contagió. No pudo por mucho tiempo...y falleció.

──Lo siento mucho…

──Era un tipo con agallas...y de muy mal humor, siempre. Pero muy certero como médico.

Sakura lo miraba con cierto aire de melancolía.

──¿Y en esa época, era él también el único médico en la ceniza?

──Pues no la verdad, el maestro tenía también otros aprendices, todos muy capaces. Además, que, en esos tiempos, venían muchos médicos de Konoha a asistir a la Ceniza.

──¿Y dónde están esos aprendices ahora?

──Pues...con el estallido de la guerra en la frontera, algunos fueron a trabajar al frente atendiendo a los soldados… donde no lograron sobrevivir por mucho, debido a que en los inicios del conflicto, teníamos muchas bajas. Otros se quedaron a combatir la peste y perecieron intentando darle cura, al igual que el maestro... y en cuanto al resto… simplemente escaparon a tiempo cuando comenzó el conflicto. Muchos de ellos, eran mis amigos.

──Lo siento por hacer tantas preguntas… ──se disculpó Sakura al ver el semblante triste de Shinta.

──Tranquila…han pasado tantos años de todo aquello… ──dijo él con simpleza.

──Pero...y tú ¿qué hacías en esa época?

Shinta desvió la mirada hacia Sakura.

──¿Te refieres a porqué no morí como el resto?

──¡No!, ¡no es eso! ──dijo Sakura sacudiendo las manos y la cabeza, en forma de negación.

Él la observó durante un momento, y estalló en risas. Sakura lo miró sorprendida por aquella reacción.

──Pues…

El ruido de la puerta corriéndose, interrumpió el relato de Shinta. Era Haru.

──Shinta...ha llegado alguien buscando a Sakura… ──dijo algo extrañada por la repentina visita.

──Debe ser Sasuke… ──dijo Shinta, levantándose.

Sakura intentó ponerse de pie nuevamente.

──Tú no te muevas ──le dijo el médico con una sonrisa. ──yo le traeré.

Obedeciendo al médico, se reacomodó resignada en el futón.

Tras unos minutos, que a Sakura le parecieron curiosamente interminables, Sasuke apareció solo en la habitación.

──¿Cómo estás? ──le preguntó mientras se arrodillaba junto a ella.

──Me siento mejor ahora… ──respondió ella en un hilo de voz.

──Ya veo…

Sakura lo observaba, su cabello estaba algo humedecido por la lluvia. Y sus ojos se veían algo cansados.

──¿Dónde estabas? ──preguntó Sakura tras apreciarle por un momento. ──Es muy tarde...

──Estaba en el trabajo… ──dijo él con simpleza. ──tenía un turno nocturno, y han detenido todo por la lluvia…

Ella solo le veía con inquietud, y notó que el Uchiha tenía las manos heridas. Automáticamente, tomó una de sus manos y la observó con detención.

──¿Qué haces? ──susurró él ──debes guardar energías… ──su voz sonaba aterciopelada cuando susurraba.

──¿Qué te ocurrió? ──le preguntó ella con preocupación.

──Seguramente me he herido cargando algunas cosas…

Ella puso su mano sobre las de él. Estaban frías. El Uchiha sintió un aura cálida cubrirle las manos. Una sensación de bienestar y calor. Sakura curaba sus manos en silencio, mientras le observaba. Sasuke se veía pálido por el frío.

──Shinta me ha dicho lo de su oferta… ──dijo él de pronto.

Sakura le miró a los ojos, asintiendo. El Uchiha la miraba fijamente, como si quisiera decirle algo.

Al día siguiente se mudaron a la residencia de Shinta. Ahora que podía recorrer la casa, notó que era bastante amplia. Shinta vivía allí solo con su prima. Era una residencia muy al estilo tradicional, con piso de madera en los salones grandes, y con tatami en las habitaciones. Tenía un baño único, amplio y con un ofuro.

En el segundo piso, había dos habitaciones desocupadas, con espacio suficiente para acomodarse. Shinta y Haru, tenían cada uno su habitación en el primer piso.

La cocina, era también espaciosa, y tenía una estufa grande que servía también como cocina. Esta también tenía una salida a un pequeño jardín, el cual mantenían ambos en sus tiempos libres.

La entrada de la casa era acogedora. Sakura la recorría, observando los escasos muebles que adornaban el vestíbulo. En uno de ellos, reposaba una fotografía. La tomó y vió que era una foto grupal y a juzgar por la apariencia, parecía ser reciente. En ella figuraban todos los coordinadores, y parecían muy felices. Para Sakura, la fotografía sorprendentemente reflejaba muy bien sus personalidades. Dai estaba al medio, riendo y abrazando a todos. A su izquierda estaba Shinta, mirándolo con una sonrisa. A su derecha, Haru los mira a ambos con una sonrisa piadosa. Al lado de Haru, Rumi la toma cariñosamente del brazo con una sonrisa amable. Mientras que al lado de Shinta, Miki lo abraza, rodeándole la cintura, y Kenji, a su lado, mira a la cámara con una mirada perdida, manteniendo un poco la distancia con respecto al grupo.

Sakura mira por unos instantes más la foto, analizándola en silencio. Parecían personas felices y sencillas.

La residencia estaba ubicada a unas pocas cuadras del Centro de Salud, y estaba casi a la entrada de un bosque, donde Shinta en sus días libres iba a explorar hierbas y plantas. En la misma casa tenía una especie de laboratorio/invernadero, donde exploraba y estudiaba las propiedades de algunas hierbas.

A pesar del difícil trabajo de ambos, en la casa se respiraba un ambiente de calma.

Sin embargo, desde su mudanza, lo más raro para Sakura, era la relación entre Sasuke y Shinta. Por algún motivo, sentía una extraña sensación al verlos interactuar. No solo ella estaba haciendo un esfuerzo por representar un papel, sino que también Sasuke. Sin embargo, podría admitir, que la mirada del Uchiha, aunque difícil de leer, parecía reflejar una extraña tensión hacia Shinta. Sin embargo, no estaba del todo segura de que fuera así, era solo que ella, quien conocía en mayor medida a Sasuke, podía suponer algunas cosas.

Por su parte, el joven médico se mostraba afable y cercano.

Ambos se conocieron cuando Sasuke la fue buscar tras uno de sus turnos, una noche pacífica.

Shinta y Sakura salieron por un rato, en el break de colación antes del turno de la noche. Shinta sacó un cigarrillo, mientras se quedaba en la entrada. Sakura se despedía cuando de pronto el Uchiha apareció entre la luz de los faroles.

──Alguien viene… ──dijo Shinta botando el humo del cigarrillo.

Sakura miró con atención a la dirección en que el médico mantenía la vista, hasta que reconoció al desconocido. Sonrió. Ver a Sasuke le había causado una alegría espontánea, que no pasó desapercibida para el médico.

Ella se acercó en dirección al Uchiha. Y murmuraron algo que Shinta no llegó a entender y ambos caminaron hacia su dirección.

Por primera vez, Sasuke tuvo la oportunidad de ver al médico de cerca. Sakura los presentó solo de nombre.

Shinta lo observaba fijamente. Se saludaron con aparente amabilidad, aunque analizándose mutuamente. Desde ese entonces, Sakura había notado esa rara sensación cuando estaba con ambos. Esa reacción era esperable de parte de Sasuke, conociendo el contexto, pero Shinta, a pesar de lo amable que se había mostrado, parecía escrutar al Uchiha, o esa es la sensación que había tenido en el momento.

La verdad, era que toda esa presentación también había sido planificada. Sasuke quería conocerlo y observarlo de cerca. La agudeza de Sasuke no tenía límites, y desde aquel entonces le dijo a Sakura que fuera cuidadosa con Shinta. Ella no le había tomado el peso a su aseveración, hasta ahora que convivía con él y que había logrado tener más oportunidades para conocerlo mejor.

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Se podría considerar que luego de dos meses, habían logrado un primer avance, que era poder residir en el mismo lugar que Shinta y Haru, quienes gozaban de posiciones estratégicas dentro la aldea.

Sasuke se había esmerado en encontrar un lugar, para poder llevar a cabo sus reuniones, en las cuales podrían discutir abiertamente los asuntos de la misión.

Con los horarios ajustados, Sakura solo podía asistir su único día libre, y Sasuke ocupaba un pequeño horario de colación antes de los turnos nocturnos en su trabajo. Por ende, se reunían en las noches, mientras Shinta y Haru se encontraban realizando sus turnos en el centro, aprovechando, además, que los días libres no coincidían para los coordinadores de sectores.

Se reunían de forma breve en el jardín y discutían algunos planes. Sakura le pasaba los borradores de sus reportes, para que Sasuke tuviera más detalles, y luego este se iba a su trabajo.

El Uchiha prácticamente no tenía días libres, y a veces también cumplía turnos nocturnos. Por ende, casi no pasaban tiempo juntos, y mucho menos desde que se habían mudado a la residencia.

Sakura pudo acceder a su primer día libre, casi al cumplir dos meses trabajando y lo dedicó enteramente, a escribir sus reportes. De pronto notó que había anochecido. Esa noche, Sasuke llegó tarde y escuchó cuando subió las escaleras y se encerró en su cuarto. De seguro se fue a dormir de inmediato. Unas horas después, sintió que alguien más había llegado a la residencia, pero no pudo distinguir si era Haru o Shinta.

Tras haber terminado sus escritos, se acostó, pero al cabo de un rato, seguía mirando el techo. Esa noche definitivamente no podía conciliar el sueño. Los turnos nocturnos habían arruinado sus hábitos.

Se levantó y comenzó a rondar por la gran casa. Las luces estaban apagadas, pero la luz de afuera iluminaba todos los alrededores, dando una buena visión.

Pensó que Sasuke debía estar durmiendo a esas horas de la madrugada, agotado por el trabajo que tenía que hacer. Bajó las escaleras, en dirección a la cocina. Tal vez, una taza de leche le devolvería el sueño, sin embargo, notó que las luces de la cocina estaban encendidas.

Al acercarse, noto que Shinta estaba en la mesa, revisando unos papeles.

──¿No puedes dormir? ──dijo el médico al notarla asomarse por la puerta.

──¿Sigues trabajando aún? ──le contrapreguntó Sakura.

──No puedo dormir... ──respondió con simpleza.

De pronto, él se puso de pie.

──Te prepararé algo. Toma asiento….

Sakura sin decir más, obedeció la instrucción.

Shinta, se movía de allá para acá, preparando algo. Hasta que extendió un tazón frente a Sakura.

──¿Leche?

──Si, Leche con melatonina...te ayudará a dormir…

──¿Tomarás también?

──Ya he tomado, aunque con el tiempo he desarrollado una resistencia a la melatonina…

──¿Tienes problemas de sueño?

──Si, hace mucho tiempo que no he tenido un sueño regular…creo que sabes por qué. ── respondió Shinta con una media sonrisa.

──Aun no entiendo como tienes las energías para trabajar…

──Es la costumbre…

Tras un rato, Shinta volvió a sus papeles, mientras Sakura, bebiendo de su humeante tazón, le observaba en silencio.

──¿En qué estás trabajando?

──Estamos analizando la vacuna en el laboratorio...queremos aumentar el porcentaje de efectividad…

──Ya veo…

Sakura vió en ese breve momento, una nueva oportunidad.

──Con lo que conversamos hace unos días...hay algo que me provocó muchas dudas...y que quisiera preguntarte…

Shinta detuvo su actividad y la observó por un momento.

──Mira...puedes preguntarme si yo también puedo preguntarte sobre algo… ──dijo él por toda respuesta.

Sakura le miró sorprendida. Sus ojos se veían astutos. Era un tipo agudo, aunque esta faceta parecía ocultarse tras su carácter amable.

──Está bien…adelante. ──cedió ella, curiosa también.

──Comienza tú… ──dijo él, como retándola.

──Bien...como me contabas el otro día...muchos de tus cercanos...colegas médicos desfallecieron ante la peste… ¿Que hacías en el momento? ¿Te contagiaste con la peste, al igual que los otros médicos, en algún momento?

Shinta la miró anonadado. No pensaba que ella iba a recordar con tanto detalle la despreocupada conversación de hace unos días.

──Bien… ──dijo él bajando la mirada. ──en aquella época yo no estaba ejerciendo...es decir, hace alrededor de siete años...ya era médico, pero en ese preciso momento de brote...yo no estaba trabajando en la zona. Mi maestro me lo prohibió rotundamente. Era muy joven en ese entonces, y me costaba entenderlo. Yo comencé a tratar la peste, luego de haber sido vacunado un par de veces, con la solución creada por maestro y su equipo, lo cual me protegió en el ejercicio.

──Ya veo, es por eso que pudiste sobrevivir…

──Si…. ──dijo él bajando la mirada. ──ahora es mi turno… -dijo cambiando el tema.

Ella desvió la mirada hacia él. Sin sospechar que tipo de duda podría tener el médico hacia ella.

──¿Qué relación tienes con Sasuke?

Sakura le miró mucho más desconcertada.

──Lo siento por mi pregunta… ──dijo él, sonrojándose un poco. ──solo lo hago por curiosidad...

Sakura seguía un poco anonadada y algo confundida por la pregunta. Especialmente, a ella también le causaba curiosidad el interés de Shinta por ese tema, sin embargo, sabiendo que era un tipo agudo, la razón no podía ser simplemente superficial.

Bajó la mirada. Tenía muy claro todo lo que tenía que decir con respecto a ella y Sasuke.

──Nos conocemos desde niños… ──respondió de forma vaga. ──somos algo así como hermanos. ──dijo ella, sonriendo con algo de melancolía.

──Ya veo… ──dijo Shinta, mirando el té entre sus manos. ──es por ello que él se preocupa tanto por ti.

Sakura bajó la mirada, asintiendo.

──¿Por qué la pregunta? ──se atrevió a preguntar ella.

──Creo que nunca supe cuál era el parentesco entre ustedes, entonces te lo pregunté. ── respondió él con simpleza mientras seguía anotando cosas en sus papeles.

Ella pensó por un momento que la respuesta la había convencido, pero comenzó a pensar que, en realidad, Shinta era un hueso duro de roer, y que debería tener más cuidado. Aunque al mismo tiempo, era capaz de transmitir calma y que, en realidad, no había segundas intenciones tras sus curiosas preguntas.

Viviendo en su casa, ahora tenía la oportunidad de observarlo desde otra perspectiva. Más humana, se podría decir. A pesar de ser amable y alegre, a ratos se veía ensimismado mientras realizaba otras actividades. A Sakura le causaba curiosidad su historia, a partir de los trozos sueltos que le había contado durante ese poco tiempo. Deseaba unir todos los pedazos y saber más a fondo cómo fue que llegó a su posición, quién fue ese maestro que mencionó y la relación que tenía con sus colegas y amigos ya fallecidos.

Ahora que podía verle más de cerca, solo más misterios se abrían. Aunque también estaba la otra cara de la moneda. Él también desearía conocer más de ella, y con su agudeza, tendría que ser mucho más cuidadosa y elaborar mucho más su historia. Se les había dado, de forma repentina, la oportunidad de vivir en la misma casa, aunque con el doble filo, de mostrarse aún más cautelosos.


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Sasuke se levantaba todos los días antes del amanecer. Debía caminar hasta el lugar donde correspondiera levantar una nueva construcción, sin importar que tan lejos fuera. Se reunía con el resto de los obreros en algún punto fijo de la aldea.

Ese día, había sido de duro trabajo, el cansancio le tensionaba los músculos, mientras que el frío le comenzaba a causar dolor en las heridas que se había hecho durante la jornada. Había arreglado sus cosas, y se dirigía rumbo a la residencia.

En el camino, notó un montón de gente apiñada en una plaza. Un hombre estaba parado al medio del círculo que le rodeaba. Sasuke se acercó y notó que el hombre gritaba algunas palabras, pero con el murmullo de las personas, era difícil comprender lo que decía. Al acercarse, tuvo una mejor panorámica de la situación, y pudo notar que el hombre estaba empapado.

Sasuke no quiso pensar lo peor, pero su mente antecedió algunos de los sucesos, aunque no comprendía el porqué.

El segundo en que el Uchiha cavilaba, solo vió una pequeña luz chispear en las manos de aquel hombre, y lo supo. Aunque un grito ensordecedor le retumbó en los oídos, enmudeciendo a todos los testigos.

¡Shireen...te hablo a ti! … ¡Eres culpable!

¡Devuélvanme a mi familia!

Gritó con todas las fuerzas que sus pulmones pudieron darle, antes que la llamarada y el fuego lo envolvieran de forma inmediata.

Sasuke no podía del asombro ante lo que estaba viendo, y lo que había oído, y si es que sus oídos no lo habían engañado.

Las personas comenzaron a escapar de la situación, mientras el hombre giraba con el cuerpo en llamas, mientras unos gritos desgarradores se esparcían por toda la plaza.

Por un momento, Sasuke, quien se había quedado paralizado ante la escena, lo observó directo a los ojos, y los ojos del hombre hervían, y se derretían, pero se mantenían serenos.

Pronto cayó desmayado y aun ardiendo, cuando llegaron algunos soldados a lanzarle agua y a ponerle mantas encima, intentando amainar las violentas llamas. Otros soldados, comenzaron a echar a quienes se quedaron viendo la escena. Uno de ellos, empujó a Sasuke para que se fuera.

Tras unos minutos tortuosamente interminables, las llamas se apagaron, dejando un cuerpo humeante y calcinado, a la orilla de la calle. Los soldados sacaron el cuerpo del hombre con rapidez, y lo echaron sobre un carro, donde se lo llevaron. Sasuke se preguntó hacia dónde, pues era obvio que el hombre ya estaba muerto.

Todos se dispersaron, pero Sasuke sentía un sudor frío en todo el cuerpo, más que por lo visto, por aquellas sórdidas últimas palabras que habían salido de la boca de aquel hombre.

Shireen.

Ese extraño nombre, volvía a aparecer.

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Notas finales.

Ahora que estamos en tiempos de cuarentena y aislamiento social, he tenido un poco más de tiempo para continuar esta historia. Tal vez haya un próximo capítulo pronto.

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Trataré de subir cositas seguido, y también para tener una comunicación más cercana con las y los lectores de este fanfic :)

Cuídense mucho :3