CAPTURA
Yuri Plisetsky
El adolescente corría con todas sus fuerzas. Su cuerpo pequeño le ayudaba a colarse entre los estrechos espacios creados por la chatarra acumulada en el transcurso de casi doce años de abandono. Le había servido de refugio en más de una ocasión y ahora, mientras aquel grupo de adultos le seguían con dificultad, volvió a agradecer que estuviera ahí.
—¡Tranquilízate! No vamos a dañarte, solo déjanos hablar contigo, es todo lo que pedimos —gritó uno de los hombres, jadeando entre palabras debido al esfuerzo.
¡Sí, claro! Solo un idiota se creería eso. Aquellos no eran simples empleados de gobierno. Eran Catchers. Como si no pudiera ver que llevaban sus armas en mano. No pensarían dos veces para aturdirlo con esas cosas y llevárselo a Dios sabía dónde. No… tenía que llegar con su abuelo, tenía que llevarle el material de curación que con tanto trabajo había logrado encontrar o su herida se infectaría…
—¿Viste donde se metió?
—No, pero estoy seguro que sigue aquí.
—Demonios, se suponía que sería un caso fácil. Quiero ir a casa, quiero estar ahí para el nacimiento de mi hijo.
Escuchaba a aquellos hombres hablar desde su escondite. Intentaba seguir en movimiento, avanzando en cuclillas, casi completamente pegado al suelo para no ser visto. No ayudaba demasiado que su cabello rubio brillara ante la traicionera luz del sol.
¿Por qué rayos no podían solo irse? ¿Por qué estaban empeñados en atraparle?
—¡Vamos, sal de una vez! —soltó uno de los hombres, pateando una lata contra el coche volcado tras el cual se ocultaba.
Imposible, ¿le había visto? Cual bestia salvaje huyó al sentirse acorralado. Saltó por encima del coche y tomó impulso para pasar sobre la cabeza del hombre más cercano. Sus piernas se doblaron ante el peso de su caída, pero estuvo en pie en segundos y rompió en carrera nuevamente.
—¿Qué mierda? ¿Tiene resortes por piernas o qué? —escuchó decir a uno de los Catchers. Su voz volvía a ser jadeante, le seguían de nuevo.
Salió de aquel lote baldío que servía como chatarrero y corrió por la calle. No podía ir con su abuelo cuando le perseguían, no podía delatar la locación de su refugio… Su abuelo. Tanteó sus bolsillos con las manos, intensamente alarmado al notar que la bolsita con vendas no estaba ahí.
¿Lo dejó caer? ¿Dónde? Se detuvo en seco, girando para peinar la carretera con la mirada en búsqueda del paquetito. No estaba… ¿lo había tirado en el chatarrero? ¿Podría regresar? Había logrado dejar a los hombres atrás por un buen margen, pero sus momentos de vacilación fueron suficiente para que, nuevamente, le pisaran los talones.
No, no podía regresar. Retomó la huída, girando súbitamente en una callejuela en intento de dejar atrás a los Catchers… y en cambio se dio de lleno contra uno. El golpe le hizo rebotar y caer al suelo, justo a los pies de un hombre alto que le miraba con sorpresa. Detrás de él, otros dos hombres sostenían a dos chicos más.
—Nolan… —dijo uno de los Catchers que le perseguía, reconociendo al hombre del segundo grupo. Había saltado de la sartén para caer al fuego.
—Veo que tu presa se te ha escapado, Bently —respondió el aludido, arrastrando las palabras —. Bueno, no hay de qué preocuparse, ya lo llevaremos nosotros. Alexei.
Antes de que el rubio pudiera reaccionar, otro hombre se acercó a él y disparó su arma. Una corriente eléctrica recorrió su cuerpo y le paralizó. Un par de lágrimas escaparon cuando, justo antes de perder el conocimiento, cayó en cuenta que no podría regresar con su abuelo. No podría llevarle los medicamentos que necesitaba.
—Perdón… abuelo
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Viktor Nikiforov
El ruso observaba con desdén a su guardia. Incluso en aquella situación, rodeado y completamente vencido, no había manera en que el ojiazul bajase la mirada.
—No hay razón por la cual estar tan molesto. Hey, no es tan malo. La I.G.A. en serio nos protege —dijo el hombre, incómodo. Si las miradas pudiesen matar, estaría ya bien muerto.
No obtuvo respuesta. El ruso no apartó la mirada. No había mucho que ver. Estaba en un avión, dejando su amado San Petersburgo atrás, junto a un par de personas que habían sido capturadas también, durante aquella redada. Sus captores pretendían ser buenos tipos. Les ofrecían comida y bebida e incluso intentaban entablar conversación. Como si no acabaran de secuestrarlos…
El mundo entero se había ido a la mierda y aquellos hombres creían que les hacían un favor al capturarlos para llevarles a las garras de I.G.A. que con promesas de un hogar y comodidades había apresado a tantos al inicio de todo aquello.
Siendo sincero, ni siquiera podía recordar claramente la razón por la cual se oponía tanto a IGA. Sus padres, al igual que gran parte de la población rusa, se habían negado a someterse a aquel nuevo gobierno soberano. Eso había sido cuando él tenía quince años.
—¿De verdad no deseas comer? —le cuestionó su guardia. ¿Qué rayos pretendía? Actuaba como si no le hubiese disparado un arma aturdidora hacía apenas unas horas antes.
Finalmente desvió la vista, asqueado por aquellas personas. Era más que obvio que les habían lavado el cerebro de alguna forma. ¿De qué otra manera podía explicar su forma de actuar?
Miró de reojo a los otros que habían sido capturados con él. Algunos lloraban, otros como él se conformaban con mirar con odio a sus captores y otros, como un pequeño muchacho rubio, habían dado demasiado problema como para mantenerlos despiertos.
Observó al chico con algo de pena. No podía tener más de dieciséis años. Incluso en sedación, su rostro delataba la poca paz que sentía. O quizá solo estaba reflejando sus propias emociones en el menor.
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Yuri Katsuki
"No hay nada que temer, Yuuri… ve con ellos, te llevarán a un lugar seguro. Mamá se encontrará contigo allá muy pronto" había dicho su madre, desde su cama. Su rostro antes rollizo estaba delgado e increíblemente pálido y su voz tenía una debilidad alarmante, pero la mano con que acarició la cabeza de su hijo se mantenía firme. Fue eso lo que le había convencido de que mamá decía la verdad. Fue eso lo que le había hecho tomar la mano de una persona desconocida e irse con ellos.
Y, sin embargo, al abordar el avión junto a un montón de japoneses más, había roto en llanto pues sabía perfectamente bien que jamás volvería a ver a su familia de nuevo.
Abrió los ojos de repente, despertando de aquel sueño que revivía casi cada noche desde su llegada a la PRP. Había tenido solo doce años entonces pero todavía seguía llorando al despertar.
—¿Qué sucede, Yuuri? ¿Otro mal sueño? —preguntó su compañero de habitación y mejor amigo en aquel descabellado mundo. Pichit le escuchaba despertar de aquella manera casi a diario.
—Un… esta vez fue mamá —respondió, enjugándose las lágrimas. Era la escena menos traumática de aquellos tiempos, pero también la más triste.
Antes de que los chicos pudiesen hablar, la puerta de su habitación se abrió para dar entrada a una de sus enfermeras. Era rutina, la verdad. Ambos estaban bien acostumbrados a las constantes pruebas a las que eran sometidos. No se quejaban. Otros lo tenían peor.
—Hoy necesito un poco de su sangre. Por favor, súbanse las mangas. Terminaré en unos segundos —dijo la mujer, sonriéndoles.
Hicieron como se les pedía y la vieron marcharse, cerrando la puerta detrás.
—Yuuri, ¿qué crees que harán con nosotros cuando hayan terminado las pruebas? —Pichit preguntó, poniendo en palabras los pensamientos que perseguían a Yuuri desde hacía un buen tiempo.
Y es que, al haber llegado ahí respectivamente jóvenes, cuando el programa recién comenzaba, ambos habían sido elegidos como sujetos de prueba. El suero se les administró junto a un montón de personas más que, uno a uno, fueron desapareciendo de las instalaciones. Aún quedaban varios, claro, pero muchos de ellos ya no estaban.
—Ubicarnos, quizá… Se dice que muchos de los omega han sido ubicados con parejas ya. Tanto tú como yo hemos pasado por varios periodos de celo y las pruebas que nos hacen cada vez son más escasas… quizá nos ubiquen pronto… —suspiró. Pensaba en voz alta, solamente. Ninguno tenía ni idea de qué sería luego de salir de los laboratorios de investigación, pero solo podían soñar.
Tal vez, solo tal vez, corriera con buena suerte y le asignaran una pareja de la cual pudiese enamorarse. Podrían formar una familia y vivir felices dentro de alguno de los distritos de la PRP.
—Espero que me asignen un esposo guapo —bromeó Pichit, intentando aligerar el ambiente. Aunque quien sabe, quizá lo decía en serio. De cualquier forma, Yuuri rompió en carcajadas junto a su amigo.
Notas:
*IGA (International Government Alliance): Es la organización que gobierna "BASE". Básicamente una dictadura, su meta definitiva es salvar a la humanidad de la extinción. Son el perfecto ejemplo de la frase "El fin justifica los medios".
*PRP (Protection and Repopulation Program): El "programa de protección y repoblación" es la mente maestra detrás del Omega serum. Han conducido experimentos por los últimos 12 años y han desarrollado "BASE" al punto en que está ahora.
BASE: Es la única nación reconocida por la IGA. Ocupa el territorio que antes era Norteamérica. Todo territorio externo a BASE es considerado fuera de límites para la humanidad. Si un humano no registrado por la PRP es encontrado fuera de BASE será inmediatamente capturado y "puesto a salvo" en las instalaciones de investigación.