Warning: Capítulo con contenido sexual muy, muy suavecito, por lo cual no consideré necesario el cambiar la clasificación dada previamente a este fanfic.
Cinco.
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―Sólo serán unas pocas horas. ―se repetía Kagura una y otra vez. Aquel espacio era muy reducido, por lo que irrevocablemente, adoptara la posición que adoptara, terminaría tocando a Sougo de alguna manera.
―Deja de decir eso que me estás mareando, China. ―respondió Okita, después de haberla escuchado decir esa oración como si fuese un mantra por lo menos unas 100 veces durante la última hora.
―Me importa una mierda lo que te esté pasando. ―ella dijo, haciendo que su mano derecha funcionase como abanico, pues a pesar de que estaban en invierno, aquel sitio se sentía tan caluroso.
―No, China, en serio; me estoy mareando, así que deja de hacer eso.
Kagura entonces abrió los ojos―los cuales había cerrado para intentar dormir―y, cuando se acostumbró a la oscuridad, se acercó al Sádico. ―Oye, no te atrevas a morir aquí conmigo. ―no recibió respuesta. ―Sádico. ―sin respuesta, así que lo sacudió. ―¡Sádico!
―¿Qué quieres? ―le preguntó sin ganas. ―¿No que te importaba una mierda lo que me pasa? quítate de encima.
Apretando los puños, lo miró con enojo. A pesar de la oscuridad, sus ojos azules cual zafiros brillaban intensamente. ―¡¿Por qué tienes que ser tan cabeza dura?! ¡Yo sólo intentaba ayudarte!
―¿Ayudarme de qué forma? ―la miró, como si quisiese escudriñar su alma. ―Además, no te pedí que lo hicieras. ―cuando no vio señales de movimiento por parte de ella, volvió a hablar. ―Bueno, ¿vas a dejar que pueda respirar o no? contigo arrimándote no logro obtener suficiente oxígeno.
―Voy a dejar que seas un cadáver. ―viró los ojos. ―Además, ¡¿ves algún lugar a donde pueda moverme?!
―China idiota.
―Creo que podrías hablar sin tu usual nivel de sarcasmo. ―cuando la escuchó decir aquello, le sorprendió saber que ella supiera siquiera que era eso o cuando él lo utilizaba.
―Sólo si tú puedes preguntas las cosas sin tu usual nivel de estupidez.
―Zoquete.
―Tarada.
―Sádico estúpido.
―China repugnante.
―¡Imbécil cara de niña!
Él chasqueó la lengua. Si le devolvía el insulto, ella atacaría con algo peor, y así estarían hasta el fin de los tiempos. Si algo caracterizaba a Kagura era que a ella siempre le gustaba tener la última palabra. Y no le gustaba perder, sea una pelea verbal―como aquella―o física.
―Ya cállate. ―pidió.
―Oblígame. ―demandó la chica, sacando la lengua con gesto burlesco. Y, nuevamente, a pesar de la oscuridad, cada gesto o cada cosa que hiciesen lo podían ver.
―Guarda esa cosa antes de que haga algo con ella. ―pronunció amenazante, con voz profunda.
Desde hacía rato que su cuerpo estaba en un estado de ebullición; demasiado consiente de la chica con quien estaba encerrado. Trató de ignorarla, pero Kagura era difícil de ignorar. No sólo porque repitió la misma frase una y otra vez, sino también porque movía las piernas, abriéndolas y cerrándolas todo el tiempo, logrando que Sougo imaginase cosas indebidas con la China. Y luego, ella va y se planta delante de él, para luego mostrarle ese musculo rosa que se le antojaba morder.
La de cabello bermellón frunció el ceño. Tal vez el Sádico sacaba una navaja―tanta junta con Kamui podría haberle pegado algún habito―y le tajaba la lengua de una sola. Sin embargo, su parte impulsiva decidió plantarle cara, ignorando adrede la línea fronteriza y muy delgada que rozaba la paciencia de Okita. Lo más prudente sería mantenerse al margen, pero una voz en su cabeza le hizo notar lo increíblemente atractivo que se veía en ese momento, con aquella mirada odiosa, y lo mucho que sus ojos rojizos brillaban.
¿Atractivo? ¿Desde cuándo ella pensaba eso? A pesar de estar avergonzada interiormente por lo que pensaba, no desvió la mirada.
Sougo se relamió los labios al sentir la imperiosa necesidad de pasar su lengua por la piel de la chica. ¿A qué sabría? mierda, la racionalidad se le estaba yendo de las manos. No podía dejar de notar lo absurdamente deliciosa que se veía Kagura cuando estaba enojada.
―Hazlo. ―le retó entonces Kagura.
Sabía lo que iba a pasar. Lo supo en cuanto se quedaron en silencio mirándose; estudiándose mutuamente. Eran aquellos ojos azules―y cabía anotar que sólo los de ella―destilando dinamita y esa fuerza de espíritu y mal carácter lo que lo instaba siempre a dar un paso hacia ella; cayendo en la provocación.
Como ahora.
Movido únicamente por su instinto que se había independizado de su voluntad, se acercó un poco más a ella, tomándola de las mejillas y levantándola del suelo la empotró sin mucho tacto sobre la fría pared de aquel cuarto de utensilios, formando un golpe seco. Ahora mismo estaba convencido de que era capaz de hacerle mucho más que eso si ella no le golpeaba ahora o algo. Un sádico en el límite era capaz de todo, y su sadismo ahora rozaba con el límite.
La cosa fue, que ella no le apartó. Seguía mirándolo con aquellos ojos brillantes y esa sonrisa sardónica, la cual borraría en ese instante.
Guiado nuevamente por su instinto, se inclinó hacia ella y mordió con fuerza su labio inferior.
Kagura ni siquiera fue capaz de aullar de dolor. El aliento caliente y agitado le absorbía los pocos suspiros que aún conservaba, erizándole hasta el último vello de la nuca. Su corazón comenzó a latir salvajemente, hasta el punto de sentirlo por todos los rincones de su cuerpo. Cuando el castaño se separó de ella, solo fue capaz de tragar saliva haciendo un ruido extraño. Aun así, ella comenzó a moverse para que él la dejara libre.
Con el fin de que ella se quedara quieta, tomó sus muñecas con su mano derecha y las posicionó por encima de la cabeza bermellón. Después levantó su rodilla izquierda, la colocó entre sus piernas e ignorando los gritos de protesta la levantó fácilmente para que pudiesen verse cara a cara. Casi sonrió al ver un poquito de horror en el iris azul contrario, a pesar de que la expresión que ella tenía no la delataba.
―Y es por esto, China, que no debes retarme. ―le sostuvo la mirada a la muchacha que yacía entre la pared y su cuerpo, con los labios hinchados y ensangrentados. ―Tú misma dices que soy un sádico, y como tal, debo demostrar mi dominancia. Y estoy completamente seguro de que tú no quieres eso.
Contrario a la intención intimidante de aquellas palabras, Kagura no se atemorizó. Impredecible e inconsciente como era, lo recorrió con la mirada y una parte muy, muy pero muy escondida y lujuriosa de ella, halló atractiva aquella idea. El Sádico demostrando su dominancia….
Tragó saliva y se sonrojó al sentir un calor envolverle el vientre y un hormigueo viajar por sus extremidades.
Sougo, por su parte, no pudo apartar la vista de la gota escarlata que bajaba por la barbilla de China. ¿Por qué la imagen se le antojaba tan fascinante? perplejo por sus pensamientos, intentó descifrar el enigma sobre como Kagura Yato terminó convirtiéndose en la musa de sus deseos más lascivos y profundos.
Porque eso era lo que sentía en ese momento: Deseo. Del más viril y primitivo. Pero, aun así, tenía sentimientos por ella.
Ahora, golpe bajo a su ego y autoestima: era la hermana de Kamui; una mocosa dos años menor que él.
Pero, debía darle crédito. A pesar de sólo tener 16 años, era hermosa. Tenía ese tipo de belleza que vislumbraba a cualquiera que la viese; ejemplo vivo de ello: él.
Así que―seguro por el instinto otra vez―se encontró besándola.
Kagura quería apartarlo―de verdad, ella quería―y preguntarle por qué demonios era que la estaba besando―que ahora que lo pensaba, era la primera vez que un chico la besaba―así como así, pero su cerebro se había desconectado del mundo hacía mucho tiempo, por lo que simplemente se quedó ahí, quieta, mientras él pasaba su mano libre, dentro de su falda, acariciando su muslo. Ese hecho la trajo de vuelta, y como era de esperarse, ella luchó contra su agarre al darse cuenta del rumbo que las cosas estaban tomando.
El castaño ya no estaba seguro si era por su naturaleza sádica que intentaba someterla implacablemente, o era porque no apreciaba la idea de que ella se separara del beso. El caso fue, que él profundizó aquel contacto entre ellos, jugueteando con su lengua―saboreando la sangre que allí estaba―sobre los labios de ella. En el momento en que ella contuvo el aliento y abrió ligeramente la boca, aprovechó para adentrar su lengua y embriagarse de ella.
La fuerza de voluntad de Kagura cayó en pico Cuando sintió que Sougo lentamente frotaba su rodilla contra su zona íntima, ganando así un jadeo por parte de ella. Cuando se apartó de ella para recuperar el aliento, Kagura habló con voz temblorosa y entrecortada.
―S-suéltame. Esto no me e-está gustando.
―Que mentirosa. ―le dijo, con la voz ronca. ―Si estás completamente húmeda aquí abajo. Siento mi pantalón empapado. ―y para demostrar su punto, él volvió a mover la rodilla en ese lugar de atrás hacia adelante.
Kagura se sonrojó tanto por la declaración de Okita, como por el gemido que sin permiso se escapó de su garganta.
―S-Sádico, ¿p-por lo menos p-puedes soltar mis muñecas? E-es algo incómodo. ―él hizo lo que ella demandó, dejando que sus manos descansaran sobre sus hombros para el apoyo.
Bueno, ella perdería la virginidad ese día, por lo visto. Y con un sádico de S mayúscula, para colmo. Vale, siendo brutalmente honesta, no le molestaba tanto el hecho como en un principio. Tal vez porque pensó que a nadie más le permitiría tan íntimo contacto; sólo a él. Ya, que pasara lo que tuviese que pasar, le valía mierda ahora.
Envolviendo los brazos alrededor del cuello del muchacho, cerró el espacio entre ellos, besándolo. Aunque de manera inexperta, intentó imitar lo que él había hecho antes para profundizar el beso. Le horrorizaba que su corazón latiera tan rápido en ese momento, y tenía miedo de que el idiota ese pudiese escucharlo y burlarse de ella por tal reacción para con él. Para su crédito, lo que ella estaba experimentando no era nada comparado con la reacción de él, pues cuando sintió su parte inferior del cuerpo deslizarse hacia abajo contra él, jadeó sorprendida contra sus labios al sentir algo bastante duro entre sus piernas.
Habían muchos sitios bonitos y memorables para perder la virginidad con el chico que le gustaba―¿le gustaba? ¿Desde cuándo?―pero al parecer, ellos lo harían allí; en ese cuarto de utensilios. Kagura no era especialmente romántica―sabía que Sougo tampoco―pero para ese tipo de situación, ella había esperado al menos una cama.
Okita no perdió el tiempo en comenzar a besar su cuello mientras colaba su mano derecha por debajo de la blusa de Kagura. Ella, a su vez, le lamió la oreja, haciéndolo estremecer por el gesto. Se sintió orgullosa ante la idea de haberle hecho temblar. Moviendo su mano izquierda desde su cadera hasta donde estaba su abdomen, ella jadeó cuando él deslizó su mano debajo de sus bragas―rojas, para colmo―y, al apartarlas un poco, comenzó a acariciarla en ese lugar que estaba ardiendo por ser tocado desde que sintió su erección entre sus muslos. Aferrándose a su cintura―con las piernas temblorosas―gimió con todas las ganas cuando sintió que un dedo se deslizaba en su interior, y continuó gimiendo a medida que Sougo aumentaba el vaivén de sus―ahora dos―dedos.
Y, después de unos cinco minutos haciendo eso, el castaño la despojó de la ropa interior hasta la mitad de su muslo y se desabrochó el pantalón. Kagura cerró los ojos con fuerza, pues sabía lo que venía.
Adiós virginidad.
―¡Kagura! ―la voz gruesa de ese hombre fue suficiente para que ambos despertaran de el estado de lujuria en el que se encontraban. ―¿A dónde demonios te fuiste?
Sougo la soltó―no antes de besarla por última vez en los labios mientras lo hacía―, abrochándose de nuevo el pantalón y Kagura―a pesar del temblor de sus piernas―se puso la ropa interior a donde pertenecía, acomodándose la falda y la blusa al tiempo.
Si tenía que decir la verdad, al castaño le molestó un poco la interrupción del vago tutor de Kagura, pero silenciosamente le agradeció por ello. Estuvo a punto de tener relaciones sexuales con China, y aunque él quería, hacerlo en ese cuarto que lo estaba sofocando no era especialmente la idea.
―¡Gin-chan, estoy aquí! ―gritó entonces la bermellón una vez se calmó.
Gintoki abrió la puerta que estaba con seguro desde afuera y se encontró con una escena bastante sospechosa. Kagura estaba respirando agitadamente y tenía un leve tinte rosa en las mejillas y, aunque Okita parecía normal, sudaba a mares y la tela del pantalón en su rodilla izquierda parecía estar mojada. El hombre arrugó la nariz, él no era idiota. Él también fue joven y vaya que si hizo cosas. Por esa razón, era que prefería que el niñato ese pasara más tiempo con Kamui que con Kagura. Porque con Kamui era simplemente pelea; demostrar quién es más fuerte. Pero con Kagura…con ella aparecía la dominancia y con ello los sentimientos.
―¿Qué haces aquí? ―preguntó finalmente. ―Y con él.
―¡Soyo-chan nos encerró por el incidente de la máquina de nieve!
Bueno, aunque a Gintoki le doliesen las entrañas, tenía que admitir una cosa: si el pequeño renacuajo hubiese hecho algo que a Kagura le molestara, ella se lo hubiera dicho. Pero no, simplemente se quedó cayada y le dio ese excusa del encierro, a pesar de que evidentemente había pasado algo entre ellos.
―Bien, vamos a casa. ―le dijo finalmente, rascándose la cabeza con pereza. Una vez la chica tomó la delantera, agarró a Sougo del hombro un poco―demasiado―fuerte. ―Si alguna vez ella llora por tu culpa, voy a contar cuantas lágrimas le hayas hecho derramar porque igual cantidad de dientes te voy a sacar a punta de golpes. ―y lo soltó, encaminándose tras Kagura, alzándole la mano a Sougo en son de despedida. ―Adiosito, Souichiro-kun.
―Es Sougo, Sensei. ―le dijo, más sabía que no le habían escuchado. Con una amenaza de desfiguración a su rostro, también se fue a casa, pensando en que la China debía gustarle bastante como para atreverse a desechar las palabras de Gintoki como si no hubiesen sido nada.
Cuando Kagura estuvo en la comodidad de su cuarto, no pudo evitar ver hacia la ventana. Allí estaba él, recostado en su cama, pues había acabado de entrar también. Una vez el zafiro se encontró con el rubí, sonrieron, como si fueran cómplices de un delito. Buscando algo para escribir, Okita levantó la primera nota.
"Sabía que me amabas".
Kagura rodó los ojos y escribió en la hoja. "Y yo que pensaba que tú eras gay".
"Maldita China", se podía leer. Luego Sougo escribió otra cosa. "Me debes una por lo de matemática".
Ella frunció el ceño. "Pero tú no sabes si las respuestas son la correctas".
"Están correctas, China. Pasarás ese examen". Kagura fue feliz al saber aquello, pero no quería pensar en el precio que esa "ayuda" valía.
"Está bien, ¿qué quieres?", le escribió.
"Fácil. Sé mi novia". Sougo sonrió al verla sonrojarse, y luego escribir una respuesta en una hoja con la mano temblorosa.
"Tienes suerte de que no me guste deberle nada a nadie". Eso era un sí, por lo que podía leer entre líneas.
Desde su habitación, Kamui resopló por lo tontos y cursis que estaban siendo en ese momento. Si bien sabía que aquello sucedería eventualmente, no le hacía nada de gracia el saber que su hermana ahora era la novia del Policía. Pero bien dicen que las chicas buscaban una pareja que se asemejara a la actitud de los hombres con quienes conviven. Levantó la vista una vez más para leer lo que Okita había escrito en la hoja y, de ser posible, reírse.
"Entonces llevo los condones".
Rompió el lápiz que estaba en su mano. Eso no le hacía ni puta gracia. Yendo hacia el cuarto de su hermana, juró que mataría a Okita Sougo la próxima vez que lo viese.
Yo les dije que les traería el último capítulo antes del viernes, y aquí estoy. Me siento bien por cumplir mi palabra :3 ¡Un hurra por mí!
¡Hurra!
Bueno, además también lo publiqué rápido porque debo estudiar para un parcial de Patología, el cual espero que no me vaya a meter un violada horrible :'c deberían preguntarme sobre la vida amorosa y sexual de mis ships favoritas; seguro ahí si me sacaría la mejor nota que haya xD
Vale, tal vez no haya sido la cosa más hard xD pero me dije: "Oye, que Kagura sólo tiene 16 años en este fanfic, no puedes desvirgarla así como así". Al final, decidí hacer sólo un lime, porque tampoco quería cambiar la clasificación de esta historia. Y, como seguro me dirán: "¿Para qué calientas la comida si al final no la vas a probar?", como compensación (y esto lo haré más por mí que por ustedes, jaja), escribiré otra cosa con M mayúscula xD ¿qué? hace rato acepté que estoy mal sana de la mente.
Ahora, le tomé especial aprecio a este escrito porque es el primero que publico con más de un capítulo y lo termino, por lo que para celebrarlo iré a comer mucho :3 Espero que esta historia les haya gustado a todos los que se pasaron a leerla y muchas gracias por el apoyo y los comentarios tan lindos que me han dejado *inserten corazón*.
¡Hasta una próxima ocasión!