Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Stephanie Meyer y a la Saga Crepúsculo.

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¡HOOOOOOLA DE NUEVO!

¿Hay alguien por aquí?

Espero que sí.

Aquí os dejo el primer capítulo de mi nueva historia. Me ha costado un poco estructurarla y ha sufrido unos cuantos cambios por el camino, pero espero que ahora que creo que la tengo encaminada os guste.

Sin más os dejo con el primer capítulo de A fuego lento.

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TRES AÑOS ANTES

Jacob POV

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-De verdad Bella, toda esta mierda que aguantamos no está pagada. – le mostré a mi amiga, que me miraba con cara extraña, mi enfado.

Estaba acostumbrada, llevábamos un tiempo aguantando los desplantes y la falta de profesionalidad de quién alardeaba de ser el dueño de este restaurante cuando lo que brillaba era su ausencia y no su gestión.

Bella estaba tranquila, supongo que ella ya había explotado enfrentándose al culpable de todo, Mike Newton, pero yo me había quedado con las ganas. Cuando había llegado, él ya no estaba, estaría camino a dónde narices fuera que se metía mientras nosotros dos le manteníamos el negocio a flote. Ese bastardo era el dueño del local, nos pagaba un sueldo lamentable y encima se gastaba todos los beneficios que no se molestaba en sudar. Tenía unas ganas inmensas de poder darle la patada y montar nuestro propio restaurante. Pero no todos teníamos la suerte de ser un niño rico que por cada capricho que tenía podía aventurarse empresarialmente al abismo.

Abrir un restaurante, dónde desde el primer plato hasta el último fuera única y exclusivamente nuestra creación, sin imposiciones estúpidas de por medio, era el sueño de Bella y mío desde hace muchos años. Habíamos estado ahorrando, pero no era fácil comenzar de cero y menos para nosotros dos que no teníamos abales. A los bancos les cuesta confiar en dos chefs que no tienen nada más que la pasión por su trabajo y un puñadito de ahorros como depósito. Incluso en esta época fructífera y dorada de la gastronomía que parecíamos estar viviendo.

Ambos habíamos decidido salir de Forks para formarnos y ganarnos la vida con lo que nos gustaba. Cocinar. No recuerdo mi infancia sin Bella a mi lado. Ya fuera en mi casa de La Push o en la suya en Forks siempre andábamos juntos. Y casi en ninguna de estas ocasiones estábamos muy lejos de la cocina. Era encender un fogón, escuchar el ruido de alguien moverse en esa pequeña estancia llena de vida y nuestros pies corrían automáticamente hacia allí. La abuela Marie y mi padre eran unos grandes cocineros… y, modestia aparte, los habíamos conseguido superar.

-Jake no le des más vueltas… Siempre es la misma historia. –intentó calmar mis nervios. – Yo me ocupo de cocina, tú organiza la sala. Te ayudará a mantener la mente despejada – me animó.

Bella y yo habíamos sido amigos desde que ella nació, creo. No recuerdo haber elegido ser su amigo, simplemente surgió. Papá y Charlie eran inseparables y nosotros también lo fuimos. Teníamos dos opciones. Amarnos u odiarnos. Optamos por la primera. Ni vivíamos en el mismo pueblo, ni habíamos ido a la misma escuela pero, aun así, estoy seguro que nunca conoció a nadie que la comprendiera tanto como yo lo hacía. Mucha gente confundía su independencia por timidez. Sus silencios, causados por el aburrimiento y desinterés, por vergüenza. Pero la realidad es que nadie consiguió llegar al corazón de este pequeño lobo solitario. Una pena, quizás si lo hubieran hecho, hubieran descubierto a la más fiel de las amigas. Si no recuerdo mal solo Ángela Webber y su novio Ben fueron capaces de hurgar algo más que la superficie que Bella enseñaba en ese instituto insulso al que iba…

-¿¡No hay nadie que coja el teléfono?! – pregunté a la más absoluta nada mientras corría para alcanzar antes que colgaran. – Sublime Restaurant ¿En qué le puedo ayudar? – contesté intentando sonar profesional a pesar del enfado que aún tenía.

Era un buen restaurante. Estábamos en la mejor zona de Seattle y la gente lo llenaba cada noche gracias a la exquisita carta y el trato del personal. Sin lugar a dudas vivíamos en una buena época para ser Chef. La mente y las carteras de la gente estaban dispuestas a valorar la calidad y la creatividad. Y Bella y yo lo aprovechábamos para darnos a conocer en este mundillo tan pequeño aunque deba ser de la mano de ese impresentable de jefe que solo se preocupaba por vivir de nuestro trabajo.

-Buenas tardes. Llamaba para hacer una reserva para esta noche. – una voz grave me demandó, urgentemente y con un tono que se acercaba más a una orden que a una petición, desde el otro lado de la línea.

-Deme un segundo que compruebo la agenda – dije por pura cortesía porque sabía que estábamos llenos durante toda la semana y los fines de semana de todo el mes. – Lo siento mucho, está todo completo. ¿Quiere que miremos otro día para poder hacer la reserva? –

-Mire, necesito esa mesa para esta noche. Pagaré más, lo que sea que usted quiera… estoy seguro que me puede conseguir una. Siempre tienen libres. – me dijo ese capullo con voz altiva. Hay gente que se piensa que con un puñado de dólares todo se compra. Bien, supongo que se podrá ir al infierno dónde, seguramente, lo esperaría Mike.

-Lo siento, pero estamos completos. Sin excepciones. – contesté firme en mi postura.

-Déjeme hablar con su superior. Siempre hay excepciones, aunque entiendo que usted no las pueda hacer por su cargo. – volvió a la carga más orgulloso y enfadado que antes.

Imbécil niño rico.

-Lo siento mucho señor…. – me callé a la espera de saber ese nombre que quedaría en mi lista de indeseables hasta el resto de mis días.

-Volturi. Cauis Volturi. – me iluminó como si con esas el mundo se tuviera que rendir a sus pies.

-Verá Señor Volturi, yo soy el responsable de sala y le vuelvo a confirmar que ni hay mesas disponibles ni lugar para excepciones. Gracias por llamar. Inténtelo otro día. – y sin más colgué.

Gilipollas.

Vi a los camareros que se encargarían del servicio hoy y después de darles las instrucciones pertinentes me dirigí a cocinas.

Bella ya estaba con toda la cocina organizada para que todo saliera a la perfección esta noche. Todos los cocineros funcionaban como un reloj suizo preparando los fondos, cortando las materias primas que necesitaríamos… Una delicia. Casi me hacía olvidar al imbécil de la llamada.

-¿Todo bien? – me preguntó Bella con su voz dulce. – Pareces más enfadado que cuando te has marchado hace un rato. ¿No se supone que debería ser al revés? – bromeó ignorando mi enfado y haciéndome sonreír.

-Graciosa – le contesté escuetamente intentando alejar de mi mente los problemas para concentrarme sólo en cocinar.

-Espera… antes de que te pongas a cocinar… deberías echar un vistazo a los horarios de la semana que viene… hay varios camareros que quieren fiesta – paró mi marcha con esa cara de no haber roto un plato que ponía siempre que se quería librar de un problema y que fuera yo quién lo solucionara.

-Algún día me libraré de tu embrujo y no te podrás aprovechar más de mí – le dije sacándole una carcajada, ambos sabíamos que eso no ocurriría jamás.

- La carpeta está en la mesa entre los diarios de hoy, creo – me contestó sin prestarme atención. Estaba ensimismada con el caldo que estaba haciendo.

Fui hasta ese rincón perdido y olvidado que actuaba las veces despacho, las veces de vertedero de hojas de papel que nadie volvería a leer más. Nuestro jefe ausente nunca lo usaba. Bella y yo hacíamos lo que podíamos para mantener el control tanto de cocina, sala como de gestiones con los empleados. A veces me asombraba que las nóminas se continuaran pagando y los proveedores siguieran trayendo la comida. Supongo que entre el gestor y nosotros dos conseguíamos que la maquinaria siguiera funcionando… a saber cuánto duraría sin un buen capitán al mando de todo.

Encontré los diarios y uno llamó mi atención. Era el diario local de la ciudad. Estaba doblado por la página de sociedad. En un gran apartado, con letras grandes y una foto acompañando la noticia, anunciaban el enlace de un tal Edward Cullen y una tal Jessica Stanley. Había gente que nacía con estrella y otros estrellados. Bella y yo con tanto esfuerzo y no conseguíamos poder abrir nuestro propio restaurante, en cambio, otros lo más complicado que tenían que hacer en esta vida era preocuparse de aparecer presentables en una portada de diario.

Imbéciles niños ricos.

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¿Qué os ha parecido?

Sí, así soy yo comenzando un Fic con un Jacob POV jajaja Un capítulo corto e introductorio pero que nos ayuda a ir situando a algunos personajes en el tablero. Los tres primeros capítulos serán un poco más cortos y, poco a poco, ya comenzaran a ser más extensos… Bueno claro, si os interesa seguir leyendo jajaja

PD: Creo que con el título queda claro pero sino lo aclaro aquí. ESTE CAPÍTULO SE SITÚA TRES AÑOS ANTES DE LA TRAMA. A partir del siguiente ya estaremos "en el presente"

Un saludo muy grande.

Nos leemos en el próximo ;)