NADA DE ESTO ME PERTENECE, LOS PERSONAJES SON DE DISNEY, SOLO ME DIVIERTO ESCRIBIENDO HISTORIAS

Fiction News:

Después de lo que aparentemente fue un siglo, la autora de FanFiction, Nefertari Queen, ha publicado un capítulo nuevo para su fic del fandom Zootopia "Counting Stars", dejando únicamente una nota: "Han sido meses difíciles, muy difíciles, perdonen. No tienen la culpa. Y no quieren mis excusas, así que les dejaré este capítulo deseando con todo corazón que lo disfruten enormemente" nuestros reporteros, ansiosos, quisieron interrogarla, pero ella no aceptó responder preguntas dejándonos con la incógnita ¿cuánto tiempo más demorará el nuevo capítulo? es un misterio. Pero confiamos en que, aunque sea en espacios muy largos, estas actualizaciones se sigan dando.

Reviews:

qdjRaiker: La forma en que describes mis fics es tan hermosa, que me conmovió en lo más hondo, enserio, recibir palabras de ánimo como las tuyas son de las mejores cosas que uno como escritor puede vivir. Como bien te diste cuenta, me esforcé en que el conflicto fuera coherente, y sigo trabajando para desarrollarlo de la mejor forma posible. Espero no demorarme tanto en un futuro.

Hiyori Mei: Me gustaría poder decirte algo más, pero en el PM que te mandé creo que fue suficiente XD disfruta este capítulo.

Hugo MedLob: Jajajaja la música movida es mi vida, ojalá el soundtrack de est fic te siga gustando c;

KH-Giny: ¡Hola Giny! me encantó tu comentario, y vas por muy buen camino en un par de cosas que dedujiste. Sobre la compañía de adopción, la intención original de Nick y de Judy era hacer demanda, pero en ese momento fue cuando Stu falleció y adiós a las motivaciones. Igual, es un tema que se recuperará más adelante c; me emociona muchísimo lo tanto que te gustó Someone to lean on y lo mucho que te gusta este fanfic (Counting Stars también es de mis canciones favoritas) sí, es más oscuro, lamento eso, cuando empecé a escribir este fic yo no estaba pasando por la mejor etapa de mi vida jejeje, no es justificación, pero me proyecté, aún así la trama me parece que se desarrolló muy bien. Espero te siga gustando c;

Lola: ¿Dos capítulos seguidos? Ay mis dedos... intentaré actualizar muy rápido.

JackelIB: Vieras que me gusta mucho el personaje de Melody, y me gustaría desarrollarlo aún más, sobre todo su relación con Nick. Veré si eso se me acomoda más en el otro capítulo.

PinkStar375: De hecho, todo este capítulo es sobre la relación Nick/Judy, disfrutalo c:

Tiina Neko-chan: Wow ¡leíste todo en una noche! qué impresión, me alegra que te atrape tanto la historia y que te emocione mucho. Ojalá sigas disfrutando de este capítulo c;

Guest: Espero que este capítulo también te alegre el día, y tengo mucha curiosidad ¿cuáles son tus teorías?

Guest1: Me impresionó tu comentario, lo sentí muy personal. Solo quisiera agregar que la depresión, aunque es una enfermedad con síntomas claro, es sobrellevada de forma diferente por cada persona. He tenido amigos y familiares con depresión y sus motivos y formas para superarlo siempre son distintos, porque la mente es muy compleja. Lo mismo que las relaciones en pareja. Este fic no pretende ser una guía de cómo actuar con una persona deprimida o dar consejos de pareja, solamente es una exploración hacia unos personajes hecha con mi imaginación y experiencia. Y espero que lo sigas disfrutando.

Darkkness666: ¡Disfruta mucho este capítulo!

Recomendación.-Escuchen la canción mientras leen.


Capítulo 10

El tiempo todo lo cura

I seek to cure what's deep inside

frightened of this thing that I've become

It's gonna take a lot to drag me away from you
There's nothing that a hundred men or more could ever do
I bless the rains down in Africa
Gonna take some time to do the things we never had

Busco curar lo que está profundo en mi interior

Asustado por esta cosa en la que me he convertido

Tomará demasiado para que me aleje de ti

No hay nada que cien hombres o más pudiesen hacer

Bendigo las lluvias que caen en África

Tomará un tiempo hacer lo que nunca hemos hecho

~"Africa" by Toto

.

Zootopia, 27 años antes

Oliver Hamilton, Jefe de Gobierno de Plaza Sahara, estaba internado en cuidados intensivos del hospital como consecuencia de su paro cardíaco. Su delicada situación hacía que los noticieros mantuvieran repetidos reportajes sobre su vida. Todos parecían apreciar a Oliver, un Jefe firme, generoso, que había convertido a Plaza Sahara en un pujante centro empresarial.

Sentado en un escritorio, en la oficina principal de Tigerdream, un tigre trajeado elegantemente miraba esas noticias con recelo.

—No me gusta esto—dijo Jhon Tigerwilde, viendo a la televisión—Si Hamilton muere, el Ayuntamiento central tomaría control de Plaza Sahara, y nunca es bueno que el Ayuntamiento esté en todas partes.

—Eres evidentemente idiota—respondió Iván, haciendo una mueca, estaba sentado en un sillón cerca del escritorio—Se nota por qué tu empresa está al borde del colapso.

—Estaba.

—¡Qué gracioso eres!

Jhon hizo una mueca, pero se contuvo de no decir algo imprudente.

—¿Y por qué piensas que es buena la enfermedad de Hamilton?—preguntó.

—Porqué cuando el poder se desequilibra, es más fácil hacer algunas jugarretas por aquí y por allá—Iván se reclinó en su asiento—Y como tú comprenderás, gracias a tu participación, nuestro negocio crece más y más.

—Nunca comprenderé cómo me deje embaucar por ti.—dijo Jhon en voz baja.

—Simple, todos tenemos un precio ¿no?

El tigre apretó ambos puños, porque Iván tenía la razón. Su incompetencia en los negocios hizo que la empresa generara una espantosa deuda, y sólo gracias a los pagos de esos cocodrilos es que seguía en pie. Pagos que Jhon Tigerwilde jamás se molestó en comprobar de dónde provenían.

—No pongas esa cara, es mejor reconocer lo que es uno a fingir honorabilidad—continuó Iván—En fin, ¿cuánto tiempo llevamos haciendo negocios, eh? ¿un año, más o menos?

—Sí.

—Bien, quiero presentarte a alguien Tigerwilde, alguien muy importante—hizo una señal a sus guardias, quienes abrieron la puerta—Él es Mark, mi compañero.

Jhon Tigerwilde sintió su miedo crecer al doble, y es que Mark era más alto que Iván, más robusto, fuerte, y tenía esa mirada psicótica que suelen tener los criminales del bajo mundo.

—Hola, Tigerwilde—dijo Mark con tono burlón, disfrutando el miedo que le causaba al tigre—¿Cómo se encuentra?

—B-bien…

—Me alegro—Mark se sentó al lado de Iván, los dos cocodrilos intercambiaron sonrisas de satisfacción—Usted ha hecho mucho por nuestro pequeño negocio, así que esperamos hacerle un favor.

—¿U-un favor?

—Sí, como puede ver, no parece quedarle mucho tiempo de vida al Jefe de Plaza Sahara—continuó Iván—Cuando descanse, queremos postularlo como candidato.

—¿A mí? ¡Yo no sé nada de política!

—Y tampoco sabe nada de los negocios.

—Su trabajo será simple—agregó Iván—Sonreirá a las cámaras, atenderá las entrevistas y será digno, muy digno. Ya nosotros veremos qué hacemos con el gobierno.

—¿Quedó claro?—preguntó Mark, asegurándose de que sus colmillos resplandecieran.

Tigerwilde asintió. No podía hacer nada contra esos cocodrilos. Muy tarde se daba cuenta que, por el resto de su vida, solamente sería una marioneta a su servicio.

.

o0o

.

Zootopia, hoy.

En la mañana, el sol matutino se coló entre las cortinas despertando a Judy; eran esos rayos suaves y tibios, típicos del amanecer, Judy parpadeó pensando en dormir un poco más, pero su cuerpo estaba algo entumido, cansado de haber estado en la misma posición muchas horas. La conejita se estiró y se sentó, viendo alrededor, la habitación estaba mayoritariamente a oscuras, excepción de unos cuantos rayos de sol entrando por un hueco entre las cortinas.

Nick estaba profundamente dormido, roncando en voz baja, Judy podía ver su espalda alzarse y descender al ritmo de su respiración, sabiendo que el zorro tenía el sueño muy ligero, se puso de pie y estiró las cortinas hasta que no entró nada de luz, luego salió de la recámara en silencio.

Eran apenas las siete de la mañana, pero Judy no sentía que pudiera dormir ni diez minutos más; ella siempre había sido una persona matutina, en contraste con Nick, que es más nocturno, Judy tenía por costumbre correr en la mañana, hacer laboriosos desayunos, cuidar los jardines y tener todos sus deberes terminados para el mediodía. Esa rutina se rompió, como todo en su vida, con las recientes experiencias negativas, y por ello se sintió muy sorprendida –y gratificante– que su cuerpo parecía regresar a los antiguos hábitos.

Estiró la espalda de nuevo, esbozando una sonrisa, salió al patio con todos los instrumentos de jardinería lista para darle una mano a sus plantas nuevas, estaban mucho mejor cuidadas, pero aún ocupaban algo de abono. Como no tardó mucho en atender el jardín, la conejita se cambió de ropa y se puso los audífonos, saliendo a trotar en dirección al parque.

Perdida en su música, Judy no se percató de las miradas que los vecinos le dirigieron. Todos sabían que los Wilde estaban pasando una etapa muy dura –Judy principalmente– habían pasado meses desde que la veían bien. Y ahí estaba, tarareando en voz baja mientras aceleraba su ritmo en el circuito de la plaza, con unos pocos vecinos sentados en las bancas o cuidando de sus hijos pequeños. El cuchicheo se esparció en toda la colonia y antes del almuerzo se sabía que Judy Wilde había salido a trotar, como antes, y saludó a todo con quien se encontró con una sonrisa amistosa. Eso debía ser una buena señal.

Nick y Judy eran apreciados en su comunidad, tener a dos policías honestos y de buena fama les hacía sentirse más seguros, además, eran seres de buenos sentimientos. Siempre se podía contar conque Judy tendría el mejor remedio de herbolaria de la colonia, o que Nick tendría al mejor contacto para solucionar tal o cual situación. Además, eran una pareja tan linda, siempre tratándose de forma respetuosa y amigable.

Se sintió fuertemente la ausencia de esos dos cuando los problemas de Judy le provocaron depresión, de alguna forma intentaron ayudar, pero no hubo manera de hacerlo. Por más pasteles que les cocinó la señora Gurgen, o más visitas de los señores Porwend, o las interminables llamadas de los señores Orwal y Jasonvel, con el tiempo se fueron percatando de que era una situación muy delicada y personal, en la cual no podían intervenir.

Así fueron pasando los días, las semanas, los meses, extrañaban a sus vecinos, pero no podían intervenir. Los veían desde lejos temerosos y preocupados, Judy se veía cada vez más delgada y Nick más cansado, más ¿cómo ayudarles? No había forma. Y esa mañana, contra todo pronóstico, Judy Wilde estaba trotando, alegre y sonriente, en las primeras horas de la mañana.

No cantaron victoria, se sabía que Judy había tenido recaídas muy fuertes. Pero el sólo hecho de que la conejita saliera a trotar era un gran paso adelante, quizá, los vecinos ahora volverían a ser bien recibidos en la casa de los Wilde. Las señoras Gurgen y Orwal ya tenían largos itinerarios planeados en caso de que Judy aceptara pasar los días con ellas, todo calculado para que no se sintiera sola.

Pero por mientras, los vecinos murmuraron a puertas cerradas mientras Judy regresaba a su casa, enérgica y contenta.

Fue a la cocina y empezó a preparar el desayuno, tenía energía e ingredientes, así que se esmeró cocinando varios de los platillos favoritos de Nick –incluido un pay de moras– exprimió jugo fresco y dejó otras comidas sencillas en tupper para ser recalentada después. Tardó algo más en limpiar la cocina, pero cuando terminó, todo estaba colocado de forma muy bonita, incluso colocó dos pequeñas flores de su jardín en un jarroncito al centro de la mesa. No esperaba que Nick bajara pronto, pero el detalle podía esperarlo un par de horas.

Era media mañana cuando subió los escalones con la intención de darse un baño y, como si de un espectro se tratara, miró la habitación que cruzaba el pasillo. Esa vez, no se intimidó ni fingió que no existía, en vez de eso, caminó hasta allá y empujó la puerta: ahí estaban las paredes recién pintadas y los pocos muebles que alcanzaron a comprar para el bebé que nunca tuvieron.

Sus patas estaban sobre su vientre, por inercia, las movió ahí. Nunca tendría hijos, y aparentemente, tampoco podría adoptarlos. No se lamentó ni se entristeció, por primera vez, reaccionó con indiferencia. Ya no deseaba lamentarse por aquello que no tenía, en vez de eso, quería concentrarse en lo que sí: un maravilloso esposo, el trabajo de sus sueños, una buena familia… tenía bastante que agradecer y poco de lo cual quejarse. Al menos eso fue lo que se dijo, mientras salía del cuarto cerrando cuidadosamente la puerta, deseando no volver.

No había cerrado aún la herida, pero estaba ya más cicatrizada.

Entró a su alcoba con cuidado de no hacer ruido, pero Nick ya estaba despierto. El zorro estaba terminando de abotonarse una camisa, y la miró con sonrisa adormilada.

—Hey, zanahorias. Madrugaste.

—Si, el desayuno te espera abajo, dormilón.

Besó su mejilla y luego abrió los cajones buscando un cambio de ropa.

—¿No bajas?

—Primero me daré un baño.

—Bien, te esperaré.

Nick se sentó en la cama y prendió la televisión, Judy se metió al baño y se dio la relajante ducha con agua caliente que tanto calmaba a su cuerpo. No debió demorarse mucho, porque Nick no se veía impaciente cuando ella salió. Los dos bajaron y comieron bastante tranquilos, casi como antes.

El ambiente que los rodeaba era tranquilo y amigable, sin embargo, Judy sintió que algo faltaba. No estaba segura de qué, y como todo estaba mucho mejor que antes, tampoco mencionó algo al respecto. Ya después pensaría en eso. Prefirió disfrutar de un agradable desayuno con su esposo, conversando de nada, relajados al fin con el sonido de la televisión de fondo.

—¿Tienes planes para hoy?—preguntó Nick de repente, mientras revisaba su celular de manera distraída.

—Sí, Fru-Fru me habló ayer y me convenció de salir hoy en la tarde. Creo que sólo charlaremos.

—Suena muy bien—Nick se puso de pie y empezó a recoger la mesa—Mándale mis saludos.

—¿Y tú? ¿te quedarás aquí viendo Juego de Territorios?

—Creo que sí, va a estrenar la nueva temporada y quiero tener fresca la información para no perderme ningún detalle.

Judy se reclinó en su silla, observando a Nick quien lavaba los platos y limpiaba cuidadosamente la superficie de madera. Eran movimientos naturales, de esos que se hacen por inercia tras muchos años realizándolos, aún así, era una rutina que se sentía ajena.

—Debes contarme más detalles.

—No, tú deberías ver tu propio maratón—dijo en tono burlón.

Judy rio, sí, todo se sentía mucho mejor. Pero algo faltaba.

.

.

.

Cuando Judy llegó al restaurante, Fru-Fru ya estaba ahí, esperándola en una mesa mediana. El establecimiento era bonito y tenía instalaciones para todo tipo de animales, en el caso de ellas, la mesa mediana iba muy bien con la altura de Judy, y encima de esa mesa, fue colocada otra de tamaño muy pequeño donde Fru-Fru podía sentarse cómodamente. Sus guardias estaban distribuidos estratégicamente de forma en que no eran detectados –al menos no de forma sencilla, pero Judy, quien los conocía desde hace mucho, sabía la mayoría de sus técnicas de distribución y protección– para no perder su estilo, Fru-Fru llevaba un hermoso vestido y un peinado elaborado.

—¡Qué linda te ves!—dijo Judy.

—¡Tú también, encanto!—le dijo la musaraña—Te pedí un té helado, en lo que revisabas la carta.

—Gracias.

El mesero le dejó la carta, pero Judy no la observó gran cosa. Tenía más ganas de platicar y de pasar un momento agradable con su vieja amiga. Ordenó un pastel de zanahorias y un té, y escuchó la aguda voz de Fru-Fru ordenar un paté especial y una copa de vino. Ella tenía gustos más refinados, pero era tan sencilla en su forma de ser que eso nunca parecía relevante.

—¿Cómo has estado?—inquirió Judy—No he sabido mucho de ti. Disculpa por eso.

—No hay nada que disculpar, Judy. Entiendo perfectamente—le dedicó una sonrisa amable y sincera—Pero, ya que quieres saber, he andado un poco atareada.

—¿En serio?

—Sí, los bebés están creciendo, y cada vez son más demandantes.

Fru-Fru tenía tres hijos, y una niñera para cada uno de ellos. Pero conforme iba hablando, Judy notó que el cansancio de la musaraña era más mental que físico. Tenía que estar al pendiente de las necesidades de cada uno de sus hijos, aún pequeños, además intentaba impulsar la carrera empresarial de su esposo.

Diego, el marido de Fru-Fru tenía un negocio de transporte, patrocinado y a veces usado por Mr. Big, aún así, se empeñaba mucho en tener un buen crecimiento y una cartera más grande de clientes. La empresa crecía bien, hasta donde Judy sabía, pero no tenía idea de que el esposo de Fru-Fru se estresaba mucho para que así fuera, y que ella lo tenía que ayudar tanto a relajarse como a mantener el ritmo.

La musaraña era una madre dedicada y una esposa comprensiva, pero eso no significaba que no se sintiera cansada y desgastada muchas veces al día. Después de todo, Fru-Fru creció como la hija consentida de Mr. Big, no es que ella quisiera ser caprichosa, es que estaba tan acostumbrada al lujo y era tan ignorante sobre las carencias, que una situación, sencilla para los demás, podía llegar a ser estresante para ella. Últimamente, para mejorar el ánimo, pasaba algunas tardes en la casa de campo de su padre, adorando el silencio y el olor de la naturaleza. Todos los animales sabían que, la mejor forma de reconectarse con uno, era atender el eterno llamado de sus naturalezas.

—Me parece muy bien que te relajes en el campo—dijo Judy—Suena muy agradable.

—Puede que sí, pero a Diego comienza a molestarle.

—¿Por qué?

—Sabe que ocupo descansos, pero él piensa que tomo más descansos de los que debería.—suspiró—Creo que no entiende hasta qué punto me estreso yo también.

—¿Y por qué no lo hablan?

—Claro que lo hemos hablado—continuó la musaraña—Pero a él le gusta relajarse de otra forma. No me quejo, lo disfruto mucho, pero ocupo más espacio para mí de vez en cuando…

Las mejillas de Judy se colorearon cuando escuchó esa oración, y comenzó a sentirse malpensada, hasta que Fru-Fru rio.

—¡Vamos, Judy! ¿a poco no me vas a decir que un buen rato en la cama hace maravillas?

Bueno, sí, pero… Judy no estaba acostumbrada a hablar tan directamente sobre el sexo.

—Sí, solo…

—Perdona si te incomodé.—le dijo Fru-Fru—Es que yo considero que todo este ajetreo solamente tiene una cosa buena, el que Diego tenga más actividad ¿me entiendes?

—Sí.

—Bueno, cambiemos al tema antes de que te dé fiebre. Hace unos días, mi hijo menor…

Fru-Fru siguió hablando de sus hijos, y aunque Judy la escuchaba, una parte de su mente estaba dándole vueltas a la misma pregunta:

¿cuándo fue la última vez que ella y Nick lo hicieron?

—¿Judy? ¿me escuchas?

La conejita miró a la musaraña con rostro confundido, luego sus orejas se encogieron, lo mismo que sus bigotes.

—Perdona, me distraje un poco—respondió—¿De qué me estabas hablando?

—De mis hijos, Judy ¿todo está en orden? Si te sientes mal, podemos vernos otro día y…

—No, no me siento mal—dijo atropelladamente—Es sólo que me quedé pensando un poco. Disculpa.

—¿En qué pensabas?

—Nada—pero sus mejillas se sonrojaron, delatándola. Fru-Fru era astuta, no por nada era hija de un mafioso, así que ladeó una sonrisa y se reclinó en su silla.

—Entiendo—dijo—Supongo que, al ser de otra especie, los juegos con Nick son un poco diferentes ¿verdad?

—Sí, espera, ¿qué?

Fru-Fru rio, el rostro confundido de Judy se tornó más rojo que un tomate.

—¿Qué dijiste?

—Oh, no es lo que yo dije Judy, si no lo que tú me dijiste.—la musaraña respiró profundo para poder hablar mejor—¿Pasa algo entre tú y Nick? Ya sabes, algo en el dormitorio…

—No suelo hablar de esas cosas…

Por su tono de voz avergonzado y sus mejillas enrojecidas, Fru-Fru sabía que decía la verdad. Pero, considerando que Judy llevaba distraída los últimos diez minutos por ese tema, sabía que era algo que necesitaba hablar.

—Para eso estamos las amigas.

—Bien, pero… promete no juzgarme, por favor.

—¡Claro que no!

Judy respiró hondo, y se inclinó hacia Fru-Fru, susurrando lo más despacio posible.

—Llevamos meses sin hacer nada.

La musaraña alzó las cejas y frunció los labios, después, se reacomodó en su asiento, procurando que su expresión fuera totalmente neutral.

—¿De verdad?

—Y lo peor es que ni siquiera me había dado cuenta—continuó Judy—No hasta que mencionaste a Diego.

Oh. Ahora todo tenía más sentido para Fru-Fru.

—¿Más o menos de cuánto estamos hablando?

Judy cerró los ojos un momento, luego sacó su celular para revisar la aplicación sobre su periodo. Aunque ella no podía embarazarse, igualmente llevaba registro para sus chequeos ginecológicos. Mientras más meses para atrás revisaba, más se asustaba.

—6 meses….

—¡¿Tanto?!

Shhh—Judy miró alrededor, temerosa de que alguien los oyera—Sí, tanto…

Fru-Fru hizo cuentas mentales. El padre de Judy llevaba tres meses muerto, y esa era la cantidad que pensaba que Judy le diría. Pero seis meses… eso era el doble.

—Entiendo en parte, Judy querida—intentó hacer que su voz sonara lo más dulce posible—Pero sigo algo desconcertada. Comprendo que las pérdidas que han sufrido tú y Nick no los tuviéramos de humor recientemente pero… eso es de antes.

—Sí, es de antes—Judy frunció el ceño, pensando—Pero no consigo recordar el por qué.

—Y también se me hace extraño que no lo hubieras notado ¿hay algo más entre ustedes?

—No, al menos, no que recuerde—Judy respiraba profundo, y la musaraña podía notar que estaba pensando a mil por hora.

—Es sólo una mala racha, Judy.—le dijo para calmarla.

La conejita asintió, pero en el fondo le seguía dando vueltas al asunto. Presentía que estaba más cerca de ese algo que la llevaba atormentando desde la mañana.

.

.

.

Judy recordaba muy bien el inicio de su relación con Nick. Una vez que el estupor terminó, y que los dos estaban muy seguros del ritmo que estaba tomando su relación, nada los pudo detener. Eran bastante pasionales, y eso le gustaba. Nick siempre decía que ella, como coneja, tenía el fuego en sus venas, y que él sería el zorro dispuesto a satisfacerla todas las veces que quisiera. Pero Nick no era tampoco precisamente tranquilo, como nunca antes había querido a una novia de la forma en que quería a Judy, sentían todas sus experiencias como si fueran nuevas, y eso volvía mucho más seductoras y placenteras sus largas sesiones nocturnas.

Hubo una época en que una simple sonrisa ladeada y una palabra coqueta eran capaces de desatar un torbellino de pasión y placer, pero ahora…

Y ahora Judy entendía que era eso lo que le faltaba. El algo que daba vueltas en su cabeza por fin tenía nombre: pasión. Ciertamente Judy y Nick ahora podían estar conviviendo amenamente y con calma después de tantas semanas tan espantosas, pero no había ni una chispa de fuego en ellos. Esas sonrisas ladeadas, miradas seductoras, roces insinuantes y palabras coquetas se habían esfumado.

Fru-Fru tenía razón en decir que, estando Judy y Nick de luto por la muerte de sus familiares, la lujuria es el último pensamiento en la larga lista de emociones. Pero revisando su aplicación Judy pudo notar que ellos llevaban una temporada larga de abstinencia aún antes de la muerte de Stu Hopps. Y era eso lo que más tenía a Judy pensando.

Terminada la tarde con Fru-Fru, Judy regresó a su auto, pero en vez de conducir directamente a la casa fue a un pequeño pero lindo restaurante en el Distrito Forestal. Recordaba ese lugar con claridad, y también la cita que tuvo ahí con Nick, años antes. Él la había recogido en su apartamento y le llevó unas rosas, que ella dejó en un florero, después la escoltó galantemente hasta el auto y condujo todo el camino sin decirle a donde iban, soltando bromas coquetas en diferentes oraciones. La velada fue maravillosa y, cuando regresaron al apartamento de Judy, tuvieron una noche que se les hizo bastante corta para la intensidad de sus deseos e impulsos.

Esa era una de las citas que Judy recordaba con más cariño, y estando sentada en ese restaurante, lo único que hacía era pensar. Ciertamente ella y Nick tuvieron problemas antes de que Stu Hopps falleciera, relacionados con la agencia de adopción. Primero estuvieron emocionados, pensando que tendrían un bebé, luego…

Luego los sacaron de la lista por ser una pareja inter-especia, y de repente, Judy recordó todo. Situaciones que había olvidado por la depresión que cargó las semanas anteriores, hechos que hicieron mella, pero de los cuales su mente quiso protegerla impidiéndole rememorarlos hasta ahora. A Nick, destrozado y furioso, llorando al pie de las escaleras por el hijo que ya no tendrían. A ella, intentando mantenerse fuerte, aunque sentía la misma impotencia que él. A ellos dos, abrazados en la cama intentando consolarse hasta quedar dormidos.

Algo se había quebrado dentro de ellos aún antes de que Judy cayera en depresión, y ahora, Judy comenzaba a entenderlo mejor. Comprendía la distancia que había surgido en ellos, después de que uno de sus más grandes sueños fuera destrozado. Una sonrisa agridulce adornaba su rostro cuando recordaba esas tardes pintando el cuarto del bebé, revisando en el departamento de bebés las ropas, los zapatos, las fórmulas, los juguetes… todas esas cosas que no tendrían.

O quizá no. Judy había estado devastada cuando supo que no podía tener familia. Durante varios días, después de que el doctor le dijera sobre su esterilidad, posaba su pata sobre su bajo abdomen, como si pudiera sentir la ausencia de vida en ese lugar. Pero eso era ridículo, y ahora era consciente, miles de animales son diagnosticados con esterilidad y ese no es el fin del mundo. Otros mil animales más duran años esperando por adoptar un hijo, y no cesan en su empeño hasta lograrlo.

Ni ella ni Nick fueron nunca del tipo que se rendía fácilmente, sólo que el desgaste emocional los descolocó de manera radical. En casi medio año, ésta era la primera vez que Judy veía de manera objetiva su relación, y las cosas que habían estado viviendo. Por alguna especie de milagro, ella y Nick estaba saliendo de su mala racha.

Porque ahora comprendía, que ella no fue la única en caer y tocar fondo. Si bien su depresión y su ansiedad fueron mucho más agudas, las ojeras que Nick cargó durante semanas demostraron que él tampoco estuvo nada bien. Y ahora, por alguna extraña razón, habían estado teniendo esos pequeños acercamientos.

Una cena un día, ayudarlo en su trabajo una tarde, un desayuno agradable… estaban tanteando el terreno, buscando a ver si conseguían dejar atrás esas pesadas cargas y reencontrarse de nuevo. Judy había estado tan perdida en sus pensamientos que ahora se daba cuenta que su relación estaba igual de perdida. Pero estaban retomando el camino y era eso en lo que ella quería enfocarse.

"¿Y cómo lo harás?" susurró una voz en su mente, dándole un segundo de inseguridad. Lo primero y más importante de todo, sería hablar. Ella y Nick ya no podían seguir comportándose como si nada hubiera pasado, la única forma en que una situación deja de tener poder es cuando la vives y la enfrentas, y eso era lo que tenía que hacer.

.

.

.

—¡Oh, por favor!—gritó Nick, viendo cómo un ejército entero aparecía de repente salvando a la tropa casi destruida del héroe—Eso sí que fue conveniente.

Nick se reclinó en su sillón, comiendo un poco de palomitas mientras veía cómo arrasaban al ejército enemigo gracias a los recién llegados. Bueno, era un poco natural que el héroe ganara, y considerando la forma en que había peleado con tanta pasión, Nick podía admitir que se merecía algo de gloria. En una historia como la de Juego de Territorios, donde la traición y la astucia van primero, era fácil olvidar que el honor era una virtud y no un defecto.

La batalla estaba llegando a su punto final cuando sonó su celular, ni siquiera se fijó en quién estaba marcando, Nick solamente aplanó el botón y puso el altavoz, viendo la televisión.

—Diga.

Nick, encontré algo grueso—reconoció la voz de Melody, y eso de inmediato lo puso en alerta.—Sé que es un día de descanso pero…

—¿Del 1 al 10?

8

Sí, era un número alto.

—Voy para allá.

No es necesario—dijo Melody—No estoy en la comisaría. Mejor llego a tu casa.

—¿Qué tan lejos estás?

A unos 10 minutos.

—Bien, aquí te espero.

Nick suspiró pesadamente, llevándose los dedos al puente de la nariz. Sabía que estaba postergando su análisis del caso, pero de verdad quería tener al menos una tarde libre. Dejó el recipiente con palomitas en la mesa y miró al televisor una última vez: el héroe había conseguido llegar al castillo y estaba dirigiendo la toma del lugar, ganando la batalla.

—Aunque eres un bastardo, tienes suerte, amigo—apagó el televisor y se puso de pie.

Recogió rápidamente el poco desorden que había en la sala, después, puso a calentar agua en la estufa. Para cuando Melody llegó, tenía dos tazas de té y un plato con unas cuantas galletas en la mesa.

—Lamento interrumpir tu sábado de pijamas.—dijo Melody en tono gracioso.

Nick estaba usando un pantalón holgado y una camisa blanca sencilla, la típica ropa que te pones para pasar un día cómodo en la casa.

—Por favor, mi pijama es más sexy—respondió con el mismo tono de humor—Pasa, a ver ¿qué tienes para mí?

Melody sacó de su bolso un legajo color crema y Nick lo agarró intentando esconder una mueca. La primera hoja tenía la foto de Roger Goldman, y también su información personal. Un joven que venía de una familia adinerada, vida tranquila, participación política estable…

—¿Por qué me tienes leyendo este reporte del nuevo candidato a la Jefatura del Distrito Sahara?

—Mire, aquí pone a qué colegio acudió—señaló Melody la información.

—Colegio Superior del Centro, una escuela de niños ricos.

—Sí, y aquí está la lista de sus compañeros de generación.

Melody le dio la vuelta a la hoja y apareció la lista larga de todos los animales que estudiaron con Roger, pero sólo un nombre estaba subrayado en color amarillo: Michael Tigerwilde.

Los ojos de Nick se abrieron como platos, esa era una conexión demasiado sospechosa.

—Y no acaba ahí—continuó Melody—Michael y Roger también fueron compañeros en la Universidad, mire.

Le mostró otro reporte y otra lista de nombres, y nuevamente, aparecía subrayado el nombre de Michael.

—¡Ahora todo tiene más sentido!—Melody sonaba entusiasmada—Roger debe tener algún contacto con Mark y las hienas ¡por eso se lanzó como candidato! Quieren quitar a Sergei Worwmood de en medio para tener el control político del Distrito Sahara.

—Y puede ser que, de alguna manera, Sasha se hubiera enterado de esto.

—El Lic. Pumalez dirigía la comitiva que presentaría la defensa de Sergei, pudo haber encontrado algo que lo liberara y por eso le asesinaron.

—Sí, pero si asesinaron a Pumalez ¿por qué no mataron a todo su equipo?

—Puede ser que ellos no estuvieran enterados.

—Lo único extraño aquí es que Sasha era una pasante. No tiene sentido que ella tuviera información tan crítica del caso.

—A no ser que ella encontrara esa información.

—¿Y qué clase de información puede ser?—Nick seguía leyendo parte del reporte, pero no encontraba nada interesante—Aunque esta pista es muy buena, sin ninguna evidencia siguen siendo sólo suposiciones.

—Lo sé, pero al fin tenemos una causa probable ¡esto es genial! Si seguimos por ésta línea, seguro hallaremos algo.

Nick pudo ver el brillo de emoción en los ojos de Melody, esa era una mirada que él conocía bien y que llevaba mucho tiempo sin experimentar: la del orgullo por el trabajo bien hecho, la de la emoción por la pista que los llevaba a un buen camino. La primera vez que sintió esa emoción fue con Judy, cuando la ayudó en el caso de los aulladores, y desde entonces, se había vuelto adicto.

Adicto a ese pensamiento de satisfacción cuando una pista lo guiaba por un excelente camino, adicto a la sensación de nerviosismo en su estómago cuando buscaban pistas, adicto a esa sensación de plenitud cuando resolvía un caso complicado. Adicto a esas miradas de complicidad, a la forma en que las orejas de Judy se alzaban cuando algo se le estaba ocurriendo y cómo golpeaba el suelo rítmicamente con sus pies cuando intentaba concentrarse.

Siempre, sin importar el tiempo o lo que pasara, sus casos le recordaban a Judy. Esa era la única razón por la que era un detective. Cuando la Ley Marital se aprobó, él hubiera renunciado a la fuerza sin problema para que Judy continuara como policía, a él no le hubiese molestado dedicarse al comercio, al transporte, a cualquier otra cosa –honrada– mientras estuviera con Judy y ella fuera feliz. Gracias a la ayuda de Bogo ahora era detective, y lo que más le gustaba de su trabajo, era la forma en que siempre le hacía recordar a su esposa.

Nick sabía que extrañaba a la Judy de antes, y en ese momento, se dio cuenta que también extrañaba cómo era él antes. Más astuto, relajado, predispuesto a que sucediera lo que fuera, con la actitud de salir siempre adelante.

—El lunes tenemos que poner a John al corriente, redactar un informe y presentárselo a Jones. Estoy seguro de que será suficiente para que nos deje continuar con la investigación más tiempo.

—¿El lunes?—repitió Melody con tono confundido—¡Pero no podemos dejar esto! Al fin hay una pista, hay que seguirla hasta que…

—Yo sé que debemos seguirla, pero escúchame Melody, en este momento podemos hacer poco. Tenemos que trabajar en equipo. Has hecho un enorme avance, pero también mereces un descanso.

—Supongo.

Melody estaba comenzando a obsesionarse con el caso McCallahan, en buena parte, porque era el primer caso en años que los tenía muy confundidos. Nick era su superior, debía obedecerle, pero también podía saltarse unas cuantas reglas de vez en cuando. Ella investigaría por su cuenta, y si todo salía bien, podría llevar aún más información el lunes.

Nick hizo ademán de regresarle el legajo, pero Melody lo rechazó con una sonrisa.

—No, quédeselo por favor—dijo-No le hará mal leer las letras pequeñas. Quizá encuentre algo más.

—Sí, puede ser.

Melody estaba preparando su despedida, cuando notó la taza de té en la mesa de la sala.

—Perdona—repitió—¿Te interrumpí con Judy?

—No, de hecho, esa taza es para ti—Nick se inclinó y recogió la taza, tendiéndosela a su compañera—Judy salió con una amiga ¿galletas?

Agarró una, era de esas galletas medio saladas con queso.

—Hace años no comía de éstas galletas—dijo—No desde que mi abuela falleció. Ella siempre tenía su casa llena de éstas galletas.

—¿De verdad? Bueno, son de las pocas que hay aquí.—Nick comió un par de galletas antes de hablar—Son las favoritas de Judy.

—No me sorprende.

—¿Ah, no?

Melody notó un cambio de humor en Nick, y pensó que quizá se expresó mal.

—Judy siempre me ha parecido del tipo clásico… de esas que le gustan las cosas como antes, bien hechas, quiero decir—la mirada penetrante de Nick no le ayudaba a elegir bien sus palabras—Pero la verdad es que la conozco poco.

—Sí, la conoces muy poco.—aunque Nick lo afirmaba, sonaba un poco hiriente.

—Disculpa si soné ofensiva.

—No, al contrario, discúlpame a mí—Nick bebió de su taza y la dejó sobre la mesa—Estoy algo cansado y malinterpreto mal algunas cosas. Por eso prefiero trabajar estas pistas el lunes.

—Sí, suena mejor.

—Además, todo lo relacionado a Judy siempre me pone… alerta.

Melody sonrió, pero fue una sonrisa triste, que desconcertó a Nick totalmente. Ya habían pasado muchos años desde que le dedicaban ese tipo de sonrisa.

.—Ustedes siempre han sido una linda pareja—dijo.

.—Gracias, supongo.

No era la primera vez que Nick estaba ese halago, pero sí le pareció el más sincero. Melody se mordió los labios con nerviosismo, viendo hacia el suelo, armándose de valor para hablar.

—¿Puedo preguntarle algo?—inquirió.

—Claro—repuso Nick.

—¿Cómo supo que ella era la indicada?

"Vaya pregunta" pensó Nick. El zorro respiró profundo y se sentó en su sillón. No era una pregunta para la cual debiera pensar demasiado, pero sus sentimientos se removieron dentro de su pecho y emergieron de esa forma esporádica que llevaba tiempo sin suceder.

—Porque cuando pensé que ya era todo lo que debía de ser, ella me demostró que podía ser aún más.—Nick no fue consciente de cómo sus ojos parecieron iluminarse, pero Melody sí, y eso la enterneció aún más que sus siguientes palabras—Yo quería ser más, por ella. Despertó cosas en mí que creí desaparecidas. De alguna forma, aún lo hace.

Aunque seguía sonriendo, Nick notó que los ojos de Melody comenzaron a cristalizarse. Estaba triste. Recordó que nunca le había conocido novio, siquiera pretendiente, y supuso que estaba emocionalmente desahuciada.

—Y es lo que tu sentirás cuando encuentres a tu indicado—agregó.

—Sí. Gracias, Jefe.

Nick hizo un mohín.

—¡No me llames así!

Los dos rieron, aligerando el ambiente.

La puerta principal se abrió, haciendo que los dos voltearan. Judy entró con expresión tranquila, pero Nick intuyó algo raro en su esposa.

—¡Hola Judy!—la saludó Melody—¡Encontré una pista más para el caso McCallahan!

—¿Enserio?

—Sí, y es muy gruesa. No pude esperar y se la traje a Nick.

Para ese punto, Melody notó algo incómodo en el entorno. No estaba segura del porqué y además, sabía que no era de su incumbencia. Dejó su taza de té en la mesa de la sala y sonrió.

—Bueno, no les quito más tiempo de su fin de semana.

Judy la escoltó a la puerta, y aunque se despidieron amablemente, la tensión seguía ahí. Una vez que Melody salió de la casa, Judy pareció calmarse un poco. Miró a la sala, donde Nick estaba todavía sentado en el sillón, frente a él las dos tazas de té y un plato con dos galletas de queso. El legajo color crema estaba en el sillón, al lado de Nick, colocado perezosamente sobre el cojín.

Nada inusual parecía haber sucedido ahí, y aún así, Judy se sentía intranquila. Quizá fuera por las cosas en que Fru-Fru la dejó pensando, o tal vez, porque era la primera vez que veía a Nick a solas con otra hembra –una hembra bella e inteligente– y estando en total confianza.

Ella no desconfiaba de Nick, sabía que él nunca la traicionaría de esa forma. Pero después de todo lo vivido, y de todo lo que había pensado, esa intranquilidad seguía manifestándose en su mente.

—¿Cómo te fue?—preguntó Nick—¿Qué noticias tiene la única hija de Mr. Big?

Intentó sonar jocoso, porque Nick detectó algo extraño en Judy. La conejita lo miró, no estaba molesta, pero tampoco se veía alegre. Entró a la sala y se sentó frente a él, en el otro sillón.

—Nick, tenemos que hablar.

Y el mundo pareció desaparecer.

.

.

.

Las tazas de té fueron colocadas en el lavavajillas, lo mismo que el plato ya vacío y sin galletitas. Al centro de la mesa del comedor, estaba una botella de vino abierta y dos copas a medio llenar. Nick estaba ya sentado, esperando a que Judy hiciera lo mismo, ella cerró el refrigerador, y agarró su copa de vino.

—¿De qué quieres hablar?

Judy bebió un sorbo. Raras veces ellos bebían. Pero el ambiente se sentía algo tenso y parecía meritarlo.

—De nosotros.

Las orejas de Nick se encogieron, el zorro bebió dos tragos de vino y se reclinó en la silla, suspirando. Tenía miedo, aunque no lo dijera en voz alta, y Judy podía notarlo.

—¿Podrías ser un poco más específica?

—Nick, sabes bien de lo que estoy hablando.

—Sí, lo sé.

Judy también se sentó, bebió un poco de vino y dejó la copa frente a ella, buscaba las palabras precisas para empezar la conversación, y en ese tiempo Nick le ganó, tomando la palabra.

—Estaba muy harto ¿sabes?—dijo, sintiéndose liberado de por fin decirlo—Todo se había vuelto tan rutinario. Estaba tan fastidiado, que me faltó para…

No quiso continuar.

—¿Para irte?—dijo Judy.

Nick negó con la cabeza, aunque los dos sabían que había algo de verdad.

—Para colapsar—agregó—Pero siempre pensaba ¿qué será de nosotros si yo colapso? Y me obligaba a ser un poco más fuerte, a verlo como algo de un solo día, cada día…

Bebió más vino, y Judy pudo sentir el dolor en sus palabras.

—Hasta que ya no pude más.

—Por la tía Emma ¿verdad?—Nick asintió—En esa ocasión, de verdad quise ser fuerte por ti. No sé si conseguí ayudarte como lo necesitabas, pero hice mi mejor esfuerzo.

—Hiciste más de lo que pensé que harías, Judy. Poder derrumbarme, sin que todo a mi alrededor colapsara, fue sumamente aliviador.

—No fue hasta ese momento en que me di cuenta de la enorme carga que tenías en tus hombros—continuó Judy—Y me sentí bastante culpable por ello.

—Nada de lo que ha pasado fue culpa tuya.

—Te equivocas, sí tengo algo de culpa.

—Judy…

—Los hechos… esos ocurrieron porque así es la vida. Pero mis reacciones fueron espantosas. Pude actuar mejor.

—Estabas destrozada, y con razón.

—¿Y tú no?—inquirió con molestia contenida—Tú también lo sufriste, y aún así te mantuviste a flote… no sé si por mí, o por nosotros. Cualquiera que fuera la razón, es admirable.

Ambos bebieron de sus copas.

—Eres admirable, Nick. Te debo demasiado.

—Sabes que no es cierto. Quizá pude hacer más, ayudarte más… siempre pensé que algo que no hice…

—Mis reacciones no son responsabilidad tuya—la voz de Judy fue muy firme en eso—Lamento lo desconsiderada que fui.

Nick se terminó su copa de vino, asimilando esas palabras. No se había dado cuenta de lo mucho que ocupaba esa disculpa, hasta que Judy la pronunció. Se sirvió otra copa de vino, y rellenó la de Judy.

—Supongo que todos cometemos errores.

—Jamás quise lastimarte ¿lo sabes verdad?—para ese punto, la voz de Judy y se quebró, y un poco de llanto se asomó por sus ojos—Nunca fue mi intención.

—Lo sé.

—Y me hubiera gustado haber reaccionado de otra forma.

—No podemos cambiar el pasado, zanahorias—dijo Nick con una media sonrisa.

—Tienes razón—Judy bebió un sorbo más—Pero sí podemos planear nuestro futuro.

Nick frunció el ceño, podía ver por la expresión de Judy que la mente de su esposa viajaba a mil por hora. No tuvo que esperar mucho antes de que ella volviera a tomar la palabra.

—Teníamos una vida antes de que todo esto pasara—continuó la conejita—Y ahora me pregunto ¿debemos retomar esa misma vida? ¿o debemos construir una nueva?

—¿A qué te refieres con construir una nueva?

Judy se terminó el resto del vino en su copa, con un movimiento apurado y nervioso.

—De alguna forma siento que estamos llegando a una especie de límite—dijo, con el alcohol haciendo efecto en su sistema las palabras sonaban más naturales—No hay ya marcha atrás, supongo. Por eso me pregunto, ¿Qué sigue ahora? Cuando nos casamos teníamos muy claros los objetivos: desarrollarnos en el trabajo, tener una familia, envejecer juntos…. —suspiró—y ahora…

—¿Ya no quieres eso?—la voz de Nick sonaba contenida, intentando ocultar su miedo y dolor.

Las miradas de ambos de cruzaron, y por primera vez en mucho tiempo, notaron que sus sentimientos eran totalmente transparentes. Ellos mismos estaban siendo genuinos.

—No sé qué quieres tú.

Las orejas de Nick se alzaron, y su rostro entero fue de confusión.

—Durante todo este tiempo has sido fuerte y me has apoyado en circunstancias que fueron injustas para ti—continuó Judy—Antes de tomar cualquier decisión, necesito saber ¿tú quieres esto?—señaló a la casa, y después a ella misma—¿Aún quieres un "nosotros"?

Nick observó fijamente a Judy, poniendo total atención a todo su ser. Sus palabras sonaron genuinas, su lenguaje corporal era sincero; ella estaba triste, y nerviosa, pero también estaba convencida de lo que estaba haciendo. Era Judy Hopps, siempre sensible, y sobre todo, dispuesta a hacer cualquier sacrificio por los seres que más amaba.

Y eso era lo único que a Nick le importaba.

—¿Me amas?—preguntó Nick.

Las orejas de Judy cayeron a su espalda, y sus ojos se cristalizaron. Pudo ver el adorable gesto de su nariz removiéndose meneando a sus bigotes.

—Siempre.

—¿Entonces para qué este drama?—Nick bebió más de su vino y esbozó esa sonrisa socarrona que tanto adoraba Judy—Sí, pasamos una mala racha, pero eso no es suficiente para deshacerte de mí, zanahorias.

—¡Yo no quiero deshacerme de ti!

—Bien, porque te costaría muchísimo más de lo que ya hemos vivido—terminó su vino, y se inclinó hacia Judy—Porque yo también te amo, y no me doy por vencido fácilmente. Te consta.

—Sí, me consta.—repuso ella suavemente, algo sonrojada.

Judy sonreía, y eso fue todo lo que Nick necesitó. Se puso de pie y cerró la distancia entre ellos, besándola.

¿cuánto tiempo llevaban sin besarse de esa forma? Ninguno de los dos estaba consciente de eso, y tampoco les importaba. Dejaron que el beso siguiera su curso, sin frenar sus emociones, dejando a sus sentimientos ser libres por esa noche.


Eso fue todo por ahora...

Primeramente ¿qué les pareció la escena del pasado? si ponen atención a todas las escenas del pasado que he puesto, ya podrán hacerse teorías más concretas sobre lo que está ocurriendo en el caso McCallahan. Sobre todo por la pista que encontró Melody, aunque de esa profundizaré aún más en el siguiente capítulo.

Ahora ¿qué tal la plática entre Judy y Nick? son cosas que ellos debieron hablar hace tiempo y me pareció que se desenvolvió de manera natural, al menos, lo hice lo más natural posible. Esto no quiere decir que veremos el final de todo, aún faltan algunos detalles por resolver, pero quisiera saber su opinión sincera sobre la forma en que este capítulo nos está acercando al clímax.

PD.-Pensé mucho qué canción poner para este capítulo, tenía varias opciones pero ninguna me convencía. Al final, "Africa" me pareció que tenía un buen tono, tanto en la letra como en la melancolía de su música. Espero les haya gustado ese efecto.

¡Saludos! Gracias por leer ¡les mando un abrazo desde México!