Buenas tardes, lamento mucho la tardanza, espero que disfruten de este capítulo n_n

Muchas gracias para los que siguen esta historia, como también a los que comentan, por eso mismo, lamento el tardar en actualizar, espero que este capítulo lo compense.

Nota 1: Los personajes de KSB no me pertenecen, ellos son propiedad de Hinako sensei.

Nota 2: En este capitulo habrá Morinaga x Souichi y Souichi x Morinaga, están avisados.

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Capítulo 5: Culpas.

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Era un nuevo día, la luz solar se filtraba en la habitación donde un joven alfa de cabellos largos descansaba, este comenzaba a mostrar señales de querer despertar, pero era tanta su flojera que sólo cambió de posición en la cama. Quería descansar un poco más y es que estaba muy a gusto en su futon oliendo el rico aroma a vainilla que tenía su almohada a la cual abrazaba, además que el palpitar que escuchaba funcionaba como canción de cuna.

Todo era perfecto, quería seguir disfrutando de su descanso un poco más.

Estaba a punto de quedarse dormido nuevamente hasta que sus neuronas comenzaron a trabajar y le hicieron darse cuenta de algo. ¿Desde cuando las almohadas tenían pulso?

Ante ese hecho, decidió abrir sus ojos a regañadientes, poco a poco su vista fue adaptándose a la luz y pudo verificar que era lo que estaba sucediendo. Lo que había estado abrazando con tanta posesividad todo el tiempo no era su almohada, sino una persona, su respiración se comenzó a alterar al ver que era nada mas y nada menos que Morinaga. Eso le dejó en shock, trató de calmarse, pero esto no le duró mucho al percatarse que el alfa de cabellos azulados se encontraba medio desnudo y, para rematar, él también lo estaba.

Dos alfas semidesnudos, juntos, en la misma cama…

No era un escenario que hubiese esperado.

—¡AAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHH!

Fue el grito que todos los huéspedes del Onsen escucharon para recibir el nuevo día.

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—Ya te dije que no te hecho nada, alfa— repetía por quinta vez, Morinaga, al alfa de cabellos rubios platinados con el había despertado esa mañana.—. No me mires de esa manera, te advertí que no te embriagaras, pero preferiste ignorarme.— suspiró al escuchar el gruñido de disconformidad de Souichi—. Estas son las consecuencias de tus excesos.— le reprendió.

Ambos alfas se encontraban sentados frente a frente, después del grito de Souichi, este prácticamente botó al intruso del futon de una patada y gritarle que se fuera de su habitación, para después caer en la cuenta que el verdadero intruso era nada mas ni nada menos que él mismo. Le exigió explicaciones mientras trataba de cubrir su torso, buscar sus lentes y no mirar mas de la cuenta al alfa de cabellos azulados, pues este seguía con el pecho descubierto dejando a la vista sus tetillas sin ninguna vergüenza, lo que le hacia sonrojar.

Morinaga, ignorando completamente su vergüenza, le explicó lo sucedido, aun así, Souichi no se sentía conforme.

—¡Pudiste haberme dejado en mi habitación! — se quejaba Souichi, este todavía no podía creer que no hubiese pasado nada entre los dos dada la situación de como habían despertado, incluso sus aromas se habían mezclado, algo muy sospechoso—. Sin embargo, ¡preferiste llevarme a tu cuarto!, ¡ponerme en el mismo futon y medio desvestirme…!

No pudo continuar con sus quejas porque sus labios fueron sellados por los de Morinaga quien profundizó el beso al no sentirse rechazado. Se estuvieron besando por varios minutos hasta que sus pulmones les comenzaron a exigir aire.

—Te sientes mejor, alfa— habló con voz ronca, la misma que hacía adormecer al alfa que había besado, pues sabía el efecto que tenía sobre él.

—Morinaga...

El nombrado sonrió al ver el sonrojo de Souichi, con sus dedos delineo los labios levemente hinchados por el beso que se habían dado. Le encantaba avergonzar al alfa de cabellos claros, tanto así que se dijo que todavía era temprano para tomar un baño.

La mirada lasciva que proyectó hizo que Souichi se pusiera alerta, sabía que algo planeaba. No se equivocó.

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—Espero que Souichi-kun esté aprovechando la oportunidad que le di— habló Isogai mientras tomaba un poco de sake en el salón principal del Onsen.

—Todavía no entiendo como es que permití que me arrastraran a esto— se quejaba James quien desde un comienzo no quería aceptar los planes del astuto alfa del clan Tatsumi— Eres un manipulador, Isogai-chan— le gruñó levemente.

—Eso suena cruel, por cierto, deja el chan, no soy un niño.

—Isogai-chan, Isogai-chan, Isogai-chan…

Al nombrado le dio un tic en el ojo izquierdo de tanto escuchar su nombre de esa manera tan infantil y burlona que James usaba, se pensaba quejar seriamente con él, pero una mano en su hombro lo detuvo.

—Es inútil que le hagas cambiar de opinión, muchas veces le amenacé y ni aun así dejó de llamarme Junya-chan.— explicó mientras veía a Isogai para después posar su mirada en James quien seguía bebiendo sake como si fuera solo agua.—. Es desesperante, pero te terminas acostumbrando a su forma de ser.

Isogai decidió hacerle caso y seguir disfrutando de su muy surtido desayuno mientras dialogaban, estaba feliz de que Masaki le apoyara en el plan a pesar que este estuvo renuente en un principio de dejar a Souichi a solas con Morinaga.

—Me alegro contar con su apoyo, hacer de casamentero es complicado cuando se trata de Souichi-kun.

—Espero estar haciendo lo correcto, Tetsuhiro es en ocasiones impredecible— respondió Masaki mientras miraba su té, se había negado a beber sake tan temprano.

—Confía en tu buen amigo Isogai, ya verás que pronto tendremos a ese par comiéndose a besos.— le sonrió antes de hacer un brindis por la felicidad de Souichi y Morinaga.

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El sonido de un gemido fue amortiguado por la almohada, pero aun así no dejaba de ser vergonzoso para cierto alfa del clan Tatsumi que se quejaba internamente por permitir al otro alfa le penetrara con los dedos.

—Estás tan apretado, nunca te has tocado por atrás, ¿verdad? — preguntaba Morinaga sacando los tres dedos del ano de Souichi, este soltó un vergonzoso gemido al sentir su interior vacío. Ya se había acostumbrado a la invasión y a la sensación que los dedos le proporcionaban.

—¡Nunca haría algo como eso! — se quejó Souichi entre jadeos. Le costaba respirar, además que la posición en la que se encontraba era sumamente humillante para él como alfa que era—. ¡Soy un alfa, maldita sea! — exclamó frustrado, pero a pesar de sus palabras, no se movió de su posición.

Seguía pareciendo un omega en celo esperando ser anudado y preñado, teniendo el trasero completamente levantado.

—Lo sé, pero incluso los alfas tienen curiosidad o morbo por saber que se siente al ser sometidos—explicó, para después girar el cuerpo de Souichi y poder ver directamente su rostro sonrojado—Aunque la gran mayoría lo niega porque contradice la naturaleza dominante que un alfa debe poseer.— susurró colocándose encima de Souichi, dejándolo imposibilitado de escapar—. ¿O me equivoco, alfa?— aunque Morinaga sabía que el alfa que tenía acorralado no pensaba huir, pues podía oler el deseo en su aroma.

Souichi no sabía que responder o mejor dicho, no podía hacerlo, y es que la cercanía de Morinaga, el sentir su respiración, oler su perfume, no le dejaban concentrarse. Tanto así que sus brazos inconscientemente rodearon el cuello de Morinaga, haciendo que la distancia se redujera por completo.

Robándole un beso en el proceso.

El beso tomó por sorpresa a Morinaga, pero este rápidamente tomó el control de la situación al profundizarlo, mientras una de sus manos se dirigió al erecto miembro de Tatsumi para comenzar a masturbarlo, acción que encendió la libido del alfa interno de Souichi sin ninguna pena.

Un gemido tras otro comenzó a salir de los labios del alfa de cabellos claros, este no podía callarlos. El sentir la mano ajena atender su hombría, sus tetillas quedarse rojas y erectas a causa de las succiones de la boca ajena, el cosquilleo en su vientre cada vez que era penetrado por los dedos del alfa para después ser estos remplazados por un erecto miembro, eran sensaciones que solo había experimentado con Morinaga, el cual no le daba tregua ni dejaba de atender ningún lugar de su cuerpo expuesto.

Estaba apareándose con un alfa, estaba dejando que Morinaga lo sometiera, ante ese pensamiento quiso tomar el control de la situación por un segundo, pero una fuerte embestida hizo que arqueara su espalda, gritara el nombre del culpable en el proceso y olvidara el deseo de tener el control.

Estaba cerca, lo sentía cerca.

Instintivamente rodeó con sus piernas las caderas de su amante y con sus brazos se aferró a su espalda, mientras buscaba acallar sus gemidos mordiendo el hombro del alfa o besando sus labios mientras arañaba la ancha espalda, una gran prueba de su encuentro pasional. Ninguna de estas acciones incomodó a Tetsuhiro, todo lo contrario, le excitó más.

—Ya falta poco, alfa— susurró entre jadeos, acto que erizó todos los vellos de la piel de Souichi.—. Te gusta como te penetro, ¿verdad?— sonrió de manera pícara sin dejar de penetrarlo.—. Me encanta como me succionas... tan apretado, tan húmedo...

—¡Ahhhhh! ¡Cállate! Aagghh! Detente… Ya no puedo… mas...

—A pesar de tus palabras, no dejas de aferrarte a mí, ¿en serio quieres que me detenga? —preguntó justo dando una estocada que hizo que Souichi gimiera con fuerza, causando que liberara más feromonas alfa que le ordenaban que siguiera tocando ese punto especial en su interior— Tu alfa interno es más honesto, Souichi.— siguió con las embestidas levantando las piernas de Souichi hasta sus hombros, quería llegar a lo mas profundo de su ser.

—¡Aaagghhh! ¡Mori…naga! ¡Mmhh!— Souichi no dejaba de gemir, por mas que intentaba acallar su voz, el placer que le producía las fuertes y certeras estocadas le hacían imposible detener el éxtasis que sentía, además que escuchar su nombre de los labios de Morinaga con esa voz ronca hizo que una corriente pasara por su espalda y la sensación del orgasmo cada vez mas cerca.

Estaba disfrutando ser consentido por ese alfa, pensó Souichi. Si hubiese nacido omega, ¿lo habría disfrutado igual?, se cuestionó antes de llegar al orgasmo y desmayarse en el proceso.

Había sido demasiada acción para él.

Tetsuhiro salió del interior del alfa apenas llegó a su propio clímax, alejándose del cuerpo de Souichi como si quemara, tratando de regular su respiración y su corazón el cual no dejaba de latir con rapidez mientras lo miraba con algo de culpa, sus propias emociones estaban hechas un lio.

Miró atentamente al causante de su inquietud, el cual no mostraba señales de despertar pronto, reflejando en su apariencia durmiente, una vulnerabilidad que rara vez un alfa dejaba ver. No pudo evitar tocar su rostro y darle un beso en la frente.

Era consciente de lo que había hecho. Se había apareado con un alfa que estaba comprometido, se regañó Morinaga.

Sus ojos comenzaron a arder, pero ninguna lágrima se deslizó por sus mejillas.

Había tomado una decisión.

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Sentía la garganta y el cuerpo cansado, trató de recordar en donde se encontraba mientras buscaba sus lentes los cuales se encontraban al lado del futon, una vez que se los puso, trató de ponerse de pie, pero un dolor hizo que se cayera de inmediato, fue entonces que recordó lo sucedido antes de que se desmayara.

Iba matar a ese alfa de cabellos azulados.

—¡MORINAGA!— gritó con toda su indignación al desgraciado causante de su dolor de caderas, pensaba golpearlo apenas lo viera, pero su ira se transformó en susto por la rapidez de la respuesta.

—¿Sí?— respondió con dudas Morinaga, quien se había encontrado en la habitación de al lado preparando algunas cosas que ayudarían al alfa que ahora le miraba feo y con un sonrojo en todo su rostro. No estaba seguro si era por la ira o por recordar cosas indebidas.—. ¿Cómo te encuentras? — preguntó al notar la debilidad en la piernas de Souichi quien seguía intentando pararse; preocupado, decidió ir a ayudarlo, pero un gruñido fue lo que recibió como respuesta.

Era claro que Souichi se sentía abochornado por lo que habían hecho. Aun así, Morinaga trataba de ayudarle a ponerse de pie, pero el gruñón alfa seguía rehusándose, a causa de eso, terminó cayendo nuevamente en el futon.

Souichi maldijo internamente, sus piernas no le dejaban de temblar, además con el dolor en su parte baja cada vez que, hacia un intento por caminar, lograban que se frustrara y se avergonzara aun más.

—No seas terco y déjame ayudarte— demandó Morinaga, estaba tratando de ser paciente con Tatsumi, al principio, pero ante la terquedad del alfa y los gruñidos de este, su paciencia se estaba agotando.— Es normal que te sientas débil, con el tiempo te acostumbraras…

—¡Cállate!— le gritó para después nuevamente ponerse de pie, esta vez sus piernas parecían cooperar.—. ¡Esto es tu culpa!— susurró con vergüenza disfrazada de molestia, quería golpear a Morinaga por dejarle en ese estado.

—No me culpes por algo que también deseabas obtener— le respondió Morinaga pasando a su lado y deteniéndose a su espalda, este accionar hizo que Souichi perdiera el equilibrio al tratar de girarse, pero no sintió el impacto de la caída gracias a que Morinaga le sujetó de la cintura—. Pero si tanto te molesta, la próxima vez seré yo quien reciba— susurró al alfa que tenía a unos centímetros de su rostro, sus respiraciones estaban chocando.

—¿Cómo puedes proponerme eso? ¿Te das cuenta de lo que estás diciendo?— Souichi se alejó a duras penas del agarre de Morinaga, tenía miedo de su tacto, del calor que le provocaba—. ¿No te molesta el ser sometido?

—Podría recibir y tener el control al mismo tiempo, no me veo a mí mismo siendo sometido— susurró Morinaga más para sí mismo que para el sorprendido alfa que tenía al frente y que le había escuchado perfectamente—. Pero si no te interesa, solo ignora lo que dije.— respondió antes de soltarle y darse la vuelta para entrar a la habitación contigua en la cual se encontraba preparado una gran tina para que pudiera asearse.—. Será mejor que limpies tu cuerpo antes de salir a tomar un baño en las fuentes termales— habló mientras señalaba las machas de semen que había en el abdomen de Souichi, además del fluido que había comenzado a deslizarse por sus muslos.—. Te ayudaré asearte.

Souichi se negó, pero poco pudo hacer ya que su cuerpo todavía no le respondía como quería, prácticamente, Morinaga ignoró sus quejas y a rastras lo llevó a la habitación, le quitó el yukata blanco mal puesto que llevaba, y sin ningún aviso, lo metió al agua. El alfa de cabellos claros se quejó y maldijo al principio, pero después se relajó al sentir el agua tibia en la gran tina de madera. Sus adoloridos músculos se lo agradecían.

Ya un poco más relajado, notó como sus cabellos ya húmedos eran lavados de manera delicada, el líquido que estaba usando para lavarle olía muy bien. Morinaga parecía tomarse muy en serio su higiene, pues una vez que terminó con su cabello, siguió su rostro, le gruñó con vergüenza, pero Morinaga le calló con solo llamarle alfa, con ese tono que le hacia desearlo en su interior nuevamente. Trató de no liberar sus feromonas al tenerlo tan cerca, no quería que oliera su necesidad por aparearse.

No era un pervertido, se gritaba internamente.

"¡Maldición, Souichi, concéntrate!, ese pervertido ya te folló, ¡no lo permitas una segunda vez!"

Morinaga siguió con el aseo ignorando completamente su malestar. Souichi lo detestaba, porque sabía que lo estaba haciendo a propósito, pero aun así no le dijo nada, ya después se vengaría. Se encargó de tallar la espalda, hombros, pecho, se entretuvo en las tetillas hasta dejarlas erectas y muy necesitadas, le gruñó para que se detuviera, aunque después se arrepintió de eso, Morinaga no pareció enojarse, al contrario, sonrió divertido, se estaba burlando de él, eso lo tenía claro. Cuando vio sus manos dirigirse a lavar sus muslos, quiso evitarlo, pues sospechaba que le rozaría su miembro a propósito y ya se estaba comenzando a cansar de sus juegos, pero bastó escuchar un gruñido de Morinaga para quedarse quieto.

No entendía que le estaba sucediendo. ¡¿Desde cuando le era tan obediente?!

—Piensas demasiado— susurró Morinaga quien seguía masajeando con un trapo los muslos de Souichi casi rozando su entrepierna para incomodidad de este.—. Puedo escuchar tus pensamientos con solo verte.— susurró después de terminar de usar el trapo, abandonarlo a un lado de la tina, para después sumergir su mano en el agua y meter sus dedos en el ano de Souichi.

El alfa de cabellos rubio platinados dio un respingo al verse invadido, pero no alejó esa mano intrusa a pesar que tomó el brazo de Morinaga como queriendo detener su pervertido accionar, su alfa interno estaba disfrutando del tacto para su maldita vergüenza, tanto así que abrió más sus piernas para darle más acceso y su miembro no tardó en ponerse duro como una clara prueba de lo mucho que disfrutaba de la invasión.

No se tocó a pesar del deseo por masturbarse y dejó que Morinaga lo llevara al orgasmo con sólo sus dedos penetrándole.

—Eres un alfa con mucha frustración sexual acumulada— mencionó Morinaga limpiando los restos de semen para después sacar al alfa de la tina y para dedicarse a secarlo. Souichi estaba todavía recuperándose de su orgasmo y por tanto se dejaba hacer, según él.—. Deberías buscar una manera de calmar tus calores— decía mientras le secaba el cabello.—Te excitas con mucha rapidez...

—¡No me digas lo que puedo o no puedo hacer! — se quejó Souichi ya habiendo recuperado su humor habitual, esto debido en parte porque Morinaga ya había terminado con el aseo, y por tanto, con su vergüenza —. ¡No eres mi jefe!— le gritó poniéndose de pie y tomando el yukata de franjas que estaba a su lado para poder vestirse.

Morinaga había traído ese cambio de ropa.

—No lo soy, pero pronto usted lo será y cuando eso pase tendrás que hacerle frente a las personas que no compartan sus ideales sin volverte un tirano en el proceso— susurró más para sí mismo, fue tan bajo que Souichi no logró entenderlo del todo— Eres un alfa muy amable a pesar de tu exterior rudo, la omega con la que se casará será muy afortunada.— dijo mostrando un sonrisa que ha Souichi le pareció ensayada, había aprendido de a pocos a notar las diferentes sonrisas que Morinaga mostraba en su día a día.

Además que no le había gustado que tratase de "usted", pues sentía que le estaba poniendo una barrera.

—¡No me voy casar!

—Eso no fue lo que escuché, anoche.

Souichi no supo que responder ante esa afirmación, él no recordaba haberle contado sobre su maldito compromiso, pero supuso que pudo haber hablado demás en su borrachera. Se maldijo nuevamente.

Un silencio incómodo se formó, mientras Souichi se terminaba de vestir, buscaba una forma de arreglar lo sucedido, no entendía por qué tenía que darle explicaciones sobre su compromiso no deseado. Apenas si se conocían y sin embargo no quería que Morinaga pensara mal de él.

Que creyera que se iba casar, era algo que no deseaba.

—Será mejor que tomemos un baño en las aguas termales, le ayudaran con mejor resultado al malestar de su cuerpo— habló de repente Morinaga como si estuviera buscando quitar esa horrible incomodidad que les rodeaba y claramente cambiar de tema de conversación— Le pediré a Saki que no los prepare.

—¡Ni creas que me voy a bañar contigo!— se quejó nuevamente Souichi, aunque no necesariamente por la propuesta.

—En eso estoy de acuerdo. — sentenció Morinaga, dejando callado a Souichi quien había esperado una respuesta atrevida ante su negativa, pero se equivocó.

Se sintió extrañamente decepcionado.

Al final ambos jóvenes fueron guiados, minutos más tarde, por un par de betas, a diferentes lugares en donde se asearon, Souichi ya había tenido la oportunidad de tomar un baño relajante en las termas de ese lugar la noche anterior, había pedido uno privado porque no deseaba que lo incomodaran los otros huéspedes del lugar, pero también había deseado tener un poco de la compañía de Morinaga, todavía quería preguntarle muchas cosas.

Recordaba haber estado embriagándose poco después de la llegada de Isogai quien se unió a la fiesta de tragos del alfa extranjero llamado James, se había negado inicialmente ser participe de su amistosa reunión, pero al escuchar ser llamado cobarde, se enfadó y se unió. Poco después de ese suceso, su mente estaba en blanco, solo el despertar abrazado a Morinaga es lo siguiente que le viene a la mente.

Morinaga no le había querido dar detalles al respecto y lo que fue peor es que vio como levemente sus mejillas se sonrojaban mientras le respondía. ¿Qué había pasado exactamente?

—Seguro el idiota de James o el imbécil de Isogai podrán explicarme lo sucedido.

El aseo fue rápido, no había necesidad de tomar ese baño en las aguas termales en realidad. Morinaga le había tratado bien en su limpieza, a pesar de los atrevidos movimientos, habían relajado sus agotados músculos con sus masajes suaves, pero firmes, además que su aroma lo adormecía más que los inciensos que estaban en la habitación. Había tenido tantos deseos de esconder su nariz en su cuello para poder llenar sus pulmones con su aroma.

Tan exquisito.

Tan adictivo.

Quería marcarlo para hacerlo suyo.

Alejó sus pecaminosos pensamientos de su mente perturbada. No estaba bien que viera a Morinaga de esa manera, con tanto deseo a un alfa de quien no sabía casi nada.

Fue mientras se terminaba de vestir que recordó no haber visto a ninguno de los dos desde que se levantó, ni siquiera Masaki había hecho acto de presencia considerando que se pegaba como una sombra a Morinaga.

Le preguntó a una ayudante beta que pasaba por los pasillos por la ubicación de Isogai, Masaki y James.

—Ellos se encuentran desayunando en la habitación principal.

Souichi no preguntó más, sabía donde quedaba, pues ese era el lugar donde había sido la fiesta de copas.

—Nunca más me vuelvo a embriagar con esos dos lunáticos.

Lo poco que sabía de esa habitación es que había sido creada para recibir invitados especiales, en su mayoría, líderes de grandes clanes, pero a James le dieron permiso de usarla para su competencia de tragos, así que no creía que esa habitación fuera la gran cosa en realidad.

—Souichi-kun, por fin te apareciste, por un momento creí que tendría que buscarte en la habitación de Morinaga-kun.— fue la respuesta que recibió Souichi por parte de Isogai apenas deslizó la puerta de la habitación principal.—. ¿Y que tal tu noche? ¿Te divertiste? — preguntó burlón haciendo un gesto subjetivo con los ojos, algo que hizo rabiar a Souichi.

—Maldito Isogai ¡¿Acaso fue tu idea que terminara en la habitación de Morinaga?! ¡¿EH?!— gruñó mientras sus feromonas eran liberadas a diestra y siniestra, era claro que estaba enojado.

Le llamó la atención que Masaki no se encontrara en el lugar, pero tenía al otro par de idiotas para interrogar, se conformaría con ellos por el momento.

—Claro que no, Souichi-kun, aunque no lo creas, esta vez no tuve nada que ver.— se defendió claramente mintiendo en sus palabras, pues había sido en gran parte su plan para que su amigo dejara de verse como un amargado solterón. Ignorando las fuertes feromonas, estaba bastante acostumbrado a su mal humor que el olor a vinagre no le afectaba para nada.

—Entonces, ¡¿quién?!— gritó mostrando un aura oscura alrededor suyo, una clara señal de que estaba llegando al límite de su paciencia.

Isogai se preocupó internamente, pero solo un poco. Si bien la idea era que Souichi y Morinaga pasaran una noche juntos, muchas cosas no salieron como había planeado. Él nunca habría pensado que su gruñón amigo terminaría siendo cargado como princesa por el otro alfa. Souichi no le creería si le dijera que prácticamente se lanzó a los brazos de Morinaga sacando a relucir el alfa posesivo y territorial que era.

¡Lo mataría de la vergüenza!

Sabía que Souichi estaba frustrado sexualmente hablando, pero no esperaba que fuera tanta la frustración como para hacer tan bochornoso espectáculo. El alcohol que le proporcionó el Onsen, uno bastante fuerte, había cumplido su función, embriagarlo, mas Morinaga no tomó ningún trago, estaba bastante lúcido y la idea era que ambos estuviesen pasados de copas para que se fueran a aparear.

Sabía, por James, que Morinaga prefería un compañero lúcido que uno borracho. Así que Morinaga no tocaría a Souichi y solo lo mandaría a dormir y adiós plan de que ambos se conocieran un poco más, físicamente hablando.

Ese par de idiotas necesitaban un buen empujón. Pero a pesar de los inconvenientes, pudo notar en Souichi ciertas diferencias, así que supuso que el plan no fracasó por completo, solo tendría que preguntarle y evitar que lo maten en el intento.

—Taichirou-chan no tiene la culpa de que hayas terminado en la cama equivocada— interrumpió burlonamente James quien hasta hace poco disfrutaba de su desayuno mientras escuchaba las quejas de Souichi y las exageraciones de Isogai.— Te pusiste tan pesado anoche que no nos quedó de otra que dejar a Tetsuhiro hacerse cargo de ti.

—Será mejor que no diga más, Allen-san— intervino Isogai al percatarse que James estaba mas que dispuesto a contarle a Souichi sobre su bochornoso espectáculo, eso terminaría muy mal, pensó.—. Es suficiente— le dio una mirada de advertencia que no pasó desapercibida por el alfa rubio platinado.

—¡¿Qué es lo que ocultan?!— preguntó bastante irritado al darse cuenta de las miradas cómplices que Isogai y James intercambiaran.—. ¡Hablen de una puta vez si no quieren que los muelas golpes!

—¡Ya fue suficiente! — gritó Masaki apenas entró a la habitación, llamando la atención de los presentes, le bastó con mirar a James para tener una idea de la razón del escándalo ocasionado—. ¿Tan temprano y ya estas peleando, Tatsumi-san? — le preguntó a modo de queja—. Pronto asumirás tu cargo de líder de tu clan, no puedes ser tan impulsivo todo el tiempo.

—No te metas en donde no te llamen, Masaki— se quejó—. Esto es algo que resolveré a mi manera, no necesito que me des clases de liderazgo, ¡¿entendido?!— le gruñó—. Metete en tus propios asuntos.

Masaki no le respondió, sin embargo, no pudo evitar gruñirle al alfa del clan Tatsumi quien no se intimidó, al contrario, le gruñó como clara señal de que no le provocara. Los dos mirándose retadoramente llenando con sus feromonas la habitación, parecían esperar el momento adecuado para lanzarse a la yugular del otro.

Así fue como Morinaga los encontró, viendo como ambos alfas estaban en un concurso de miradas buscando intimidar al contrario, esto no fue del agrado de pelo azul quien pidió explicaciones a James y a Isogai, ambos le contaron lo sucedido.

Morinaga Tetsuhiro gruñó llamando la atención de Souichi y Junya, ambos no se habían percatado de su presencia hasta ese momento.

Junya apenas miró a su amigo, se avergonzó por haber caído en la provocación de Souichi, mientras que este último se sonrojó al oler el perfume de Morinaga y más aun verle vestido con un kimono azul neutro.

Seguro Saki tuvo que ver con el cambio de vestuario.

—Ya te había contado lo que sucedió anoche, alfa— le habló a Souichi sin ningún tono en su voz que demuestre enojo o regaño, mas bien tenía un tinte curioso. —. Acaso, ¿no me crees?

—Lo que me dijiste fue muy vago, Morinaga, no entraste en detalles y es eso lo que quiero saber.— respondió de inmediato, quería recordar lo sucedido, pero por mas que trataba, su cabeza estaba en blanco.—. Quiero respuestas y las quiero ahora— fue firme en su petición y se negaba dar marcha atrás.

Isogai estaba por intervenir, pero la mirada severa de Morinaga le hizo detenerse, no sabía por qué, pero le daba la impresión de que estaba enojado con él. No recordaba haberle molestado, después se lo preguntaría.

Morinaga dio un largo suspiro e invitó a todos, excepto a James quien era el único quien no había dejado de lado su abundante desayuno, a sentarse alrededor de la gran mesa que se encontraba en el centro del salón.

Souichi pensaba declinar la comida y pedir respuestas primero, pero el sonido de su estomago exigiendo alimento, le detuvo.

El ambiente tenso disminuyó un poco, y mientras probaban la especialidad del Onsen, Morinaga comenzó con el relato sin ningún filtro para vergüenza de Souichi quien le había amenazado antes de no ahorrarse los detalles.

Se arrepintió por eso.

—Después de que James te llamó cobarde por no querer aceptar tomar con él, te enojaste y cambiaste rápidamente de decisión, arrastrando también a Isogai-san y a Masaki-san al juego, yo decliné, presentía que las cosas se podían salir de control, pero tenía curiosidad por verlos hacer el ridículo.— dijo mientras veía fijamente a Souichi— No me equivoqué, pues ya habías tomado varias copas de sake antes de jugar, y estabas más hablador de lo normal. Con el desafío, te volviste algo insoportable por así decirlo, pues no dejabas de quejarte de muchas cosas sin importancia, como el hecho de que mi cabello está demasiado largo y que debía cortarlo o que James parece un viejo por su cabello platinado— suspiró

—No parece, es un viejo— se quejó Souichi mirando de manera severa a Morinaga mientras buscaba ocultar un poco su vergüenza.

Ya le había advertido su hermana Kanako que no bebiera en exceso porque terminaba diciendo tontería y media, incluso Isogai le había dicho algo similar, pero no les había creído, pues pensó que solo le estaban molestando y exagerando las cosas. Ahora entendía que no era así.

—El punto es que, en tu embriagues, te aferraste al brazo a Tetsuhiro y comenzaste a marcarlo con tus feromonas— intervino James tratando de enojar al rubio platinado quien hace pocos segundos le había llamado viejo.— tratamos de separarte de él, pero te rehusaste a soltarlo, no dejabas de gritar que querías aparearte con él, que lo que tenían ya no era suficiente.

Tatsumi se avergonzó por eso.

—¡Eso es mentira! ¡Mientes!— gritó Souichi sudando de miedo, pues temía haber hecho realmente el ridículo.

La sonrisa malévola de James no auguraba nada bueno, y sin pena no dejó de contar las bochornosas palabras que dijo Souichi en su embriaguez.

—Decías que Tetsuhiro sería tuyo, que no lo compartirías, que lo marcarias, que lo preñarías y te daría muchos cachorros.

Souichi miró avergonzado a los otros alfas, esperando que desmintieran lo dicho por James, pero para su desgracia, solo bastó ver el leve sonrojo en ellos para saber que era cierto. Quería que se lo tragara la tierra.

Pero James seguía en su parloteo e importándole nada el rostro asustado de Souichi.

—Que, aunque fuesen alfas, buscarías alguna manera de tener descendencia, que querías como mínimo unos quince cachorros y que estos se parecieran a Tetsuhiro para poder presumirlos— hizo una pausa al ver que Souichi estaba sudando frío, sabía que estaba avergonzadísimo con su palabrería. Quería torturarlo un poco más, pero bastó ver las miradas de muerte de Morinaga, Masaki e Isogai para que se callara y ya no siguiera con la burla.

Ellos le quitaban la diversión a su vida, se quejó, internamente, James.

—Dijiste muchas tonterías, Souichi-kun, por eso no queríamos, a excepción de James, contarte lo sucedido.— habló Isogai buscando que el enojo de su amigo no salga a flote y terminara armando una pelea.—. Nunca antes te había visto tan ebrio, fue una gran sorpresa verte tan conversador.

—¿Qué sucedió después? ¿Cómo terminé en la habitación de Morinaga?—preguntó Souichi aferrándose al poco orgullo que le quedaba, no pensaba dejarse pisotear por ese loco alfa extranjero.

—Durante tu palabrería, no dejaste en ningún momento a Tetsuhiro, así que cuando quisimos separarte de él, nos amenazaste con cortarnos en pedazos— explicó Masaki interrumpiendo lo que Isogai pensaba responder—. Tetsuhiro decidió llevarte a su habitación, dijo que se encargaría de ti.

Souichi ya no hizo más preguntas a pesar de todas las dudas que tenía, sospechaba lo que pudo haber pasado con solo recordar como había despertado esa mañana.

En todo momento mientras degustaba de sus alimentos, Morinaga le miraba de manera profunda que hacia que se sintiera intimidado, no le gustaba sentirse así, por eso muchas veces le gruñó para que dejara de verlo de esa manera, aun así, Morinaga no se inmutó y siguió incomodándolo.

Esa mirada no le decía nada y al mismo tiempo sentía que le decía mucho. Algo profundo que a Morinaga le costaba decir.

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—¿Fue mientras estaba borracho que te mencioné sobre mi compromiso?— preguntó Souichi a un callado Morinaga.

Ambos se encontraban en el bosque propiedad del clan Tatsumi. Buscaban algo de privacidad.

—En parte, siento que esa fue la razón por la que te emborrachaste inicialmente.— respondió Morinaga sin mirar en ningún momento a Souichi, este se había dado cuenta que desde que salieron del Onsen, el otro alfa había comenzado a evitarlo y eso no le gustaba.

—Eso no es asunto tuyo— respondió enojado. Todavía le molestaba la decisión de su padre de comprometerlo.

—Lo sé…

Morinaga no sabía qué respuesta darle, se sentía enojado consigo mismo por no poder ayudarle a subirle el ánimo, además que una parte de él también se sentía celoso de la omega con quién Souichi se casaría.

Se formó un silencio bastante incómodo, ambos espadachines tenían tanto por decir, pero no la valentía para expresarlo en palabras, la angustia y la frustración eran palpables.

—Aunque detestes la idea, no puedes negarte a las decisiones de dos lideres de clan.

—Claro que puedo, si digo que no me voy a casar, ¡es porque no lo haré!— se enojó por las palabras de Morinaga, ya se encontraba furioso con el compromiso no deseado—. Les demostraré a mi padre y todos esos anticuados lideres que no necesito de un matrimonio arreglado para ser considerado el mejor.

—Eso sería algo que me encantaría ver— a pesar del tono burlón en su voz, Morinaga era sincero con sus palabras, a él tampoco le gustaba muchas de esos estereotipos que tenían los viejos lideres de cómo debían ser un alfa en jefe.

—Lo digo en serio, Morinaga, así que deja de burlarte. —a pesar de su voz molesta, se sentía extrañamente sofocado. Desde que antes de salir del Onsen había estado batallado con su alfa interno.

Nunca pensó que aparearse con Morinaga lo volvería una especie de adicto. Algo malo le estaba pasando a su cuerpo, pues el aroma a vainilla del alfa que tenía a su lado le estaba afectando más de la cuenta.

Incluso le dio la impresión de que era más dulce que antes.

—Estás en celo— soltó sin ningún tacto lo que pensaba al ver las reacciones de Souichi hacia su persona, además del fuerte aroma que había comenzado a expulsar.—. No has tomado tus supresores.

—¡¿Qué tonterías estás diciendo?!— preguntó completamente ofendido mientras se ponía de pie con cierta dificultad, su cuerpo había comenzado a sentirse caliente, eso le alarmó—. Yo no puedo estar en celo, ¡aun falta varios meses para eso!— susurró con miedo mientras buscaba calmar su respiración y a poner distancia del cuerpo de Morinaga.

Su celo no podía haberse adelantado, eso era imposible, pensaba con angustia, Souichi, buscaba distraerse mirando el bosque, pero sin quererlo su mirada se dirigía cada cierto tiempo a Morinaga. Más precisamente, a su cuello.

Su cercanía le estaba afectando más de lo debido.

Morinaga no dijo nada, pero decidió ponerse de pie y arrastrar a Souichi a un lugar que serviría muy bien para sus propósitos.

Debido a lo repentino del accionar, Souichi tardó en reaccionar. Trató inútilmente de soltarse del fuerte agarre que tenía Morinaga en su muñeca derecha, pero por mas que le gritara que se detuviera, sin importar cuantas maldiciones le lanzara, Morinaga no se detuvo.

Sabía que el hombre que lo arrastraba como si un muñeco se tratara tenía bastante fuerza, pero también sospechaba que a causa del celo que estaba experimentando, su cuerpo no colaboraba como debería.

Sus propias feromonas le exigían a Morinaga que le atendiera, que estaba más que listo para entregarse a él. Con suma vergüenza sintió como su miembro comenzaba a humedecer sus ropas y sus piernas estaban comenzando a fallarles.

Este no era un celo normal, se quejó internamente.

Los alfas se volvían salvajes cuando entraban en celo, pero este se volvía más llevadero si se apareaba constantemente. Una vida sexual activa fuera del celo hacia que no enloquecieran.

Existían las medicinas supresoras, pero muy pocos alfas las usaban porque temían verse débiles al depender de un medicamento usado mayormente en omegas, además que odiaban el efecto secundario de dichos medicamentos. Todavía faltaban perfeccionarlos.

Perdido en sus divagaciones, no se percató que ya habían dejado el bosque de su familia y que habían entrado al pueblo de mala muerte lleno de burdeles, donde Morinaga pidió una habitación en una edificación donde las omegas del lugar parecían más que gustosas por saciarlo y bajarle la calentura.

—¡¿Qué hacemos en este lugar?!— preguntó preocupado, notando que su cuerpo ya no le obedecía porque se dejó arrastrar con mucha facilidad en el cuarto, dejó que Morinaga lo tirara en el futon y comenzara a desnudarlo— No quiero aparearme con ninguna omega— gimió cuando sintió su miembro ser apretado con algo de fuerza.

Las pupilas de Morinaga se encontraban dilatadas.

—Lo sé, yo me encargaré de cuidarte— susurró mientras seguía masturbándole— considera esto como mi regalo de despedida.— dijo ignorando la mirada dolida de Souichi.

—¡Eres un pervertido! ¡Un aprovechado! ¡Esto es lo que querías de mí desde un inicio!— a pesar de sus palabras llenas de decepción, su cuerpo seguía cooperando a los toques de Morinaga. Estaba atento a cada uno de sus movimientos.—. ¡No necesito ningún regalo tuyo!— logró articular antes de soltar un vergonzoso gemido.—. No… toques ahí…

Pero Morinaga no le hizo caso, como la vez anterior, comenzó a tocar el interior del alfa Tatsumi, realmente le llamaba mucho la atención lo mucho que parecía disfrutar ser dominado, con el carácter que poseía, había creído que era más del tipo dominante. Eso lo hacía más atractivo.

—¿Siempre eres así en tus celos?— preguntó mientras levantaba ambas piernas para dejar completamente expuesta la entrada dilatada de Souichi— Tan deseoso porque te tomen…

—¡Claro que no! ¡Agghh!— gimió con fuerza al sentir el miembro de Morinaga en su interior, todavía se sentía raro el tenerlo dentro—. No te muevas… duele… mhh…

—Avísame, quiero que disfrutes este último encuentro…

Souichi sabía que Morinaga se estaba controlando, podía ver en su mirada el deseo de arremeterlo y no darle ningún tipo de descanso. Morinaga era un alfa demasiado lascivo e insaciable, pensó.

Morinaga comenzó a mover sus caderas y hacer las penetraciones apenas Souichi le dio una señal.

Souichi no pudo evitar ocultar su rostro con con sus brazos ante la oleada de placer que, experimentada con cada embestida, además que el estar en celo hacia que su cuerpo estuviera mucho más sensible de lo normal. Estaba tan caliente y necesitado de atenciones que podría llegar a ser capaz de rogarle que lo marcara.

Se sentía patético.

No quería que el otro alfa viera lo mucho que estaba disfrutando pasar su celo con él. Lo dependiente que se estaba volviendo hacia su persona.

No quería que se fuera. Por más que buscaba alguna excusa para impedir la inminente separación, Morinaga no le daba la respuesta que quería escuchar. Odiaba sentirse vulnerable y se avergonzaba aun mas que el culpable de su sentir fuera otro alfa.

—¡Aghh! ¡Aaahh! Mori…naga Aahh Mmmhh Ahh ¡Aaahh!

Cada embestida era con fuerza, gemidos obscenos invadían toda la habitación, feromonas y un fuerte aroma a sexo era lo que los rodeaba. Morinaga no dudaba en darle placer a Souichi en ningún momento, sabía lo que era esos choques de calor, así que no le importaba ayudarle, además que satisfacía su propio deseo oculto de reclamarlo una última vez antes de marcharse a su aldea.

El ver como Souichi, un alfa de carácter difícil, llegaba al orgasmo con tanta facilidad, le causaba morbo. Al mismo tiempo, ser testigo de que este le exigiera más, le llenaba de excitación.

Despertando su propia lujuria, colocó a Souichi en cuatro y comenzó a prepararlo con su lengua.

—No… toques… ahí ¡Aahh!— gimió Souichi ocultando su rostro en el futon, lágrimas de placer y de vergüenza se deslizaban por sus mejillas. Sus piernas temblaban y a duras penas lograba tener sus caderas levantadas.

Lo peor es que quería más, quería todo lo que Morinaga estuviera dispuesto a ofrecerle.

Nunca imaginó que en sus veintiséis años de vida se encontraría follando con un alfa, peor aun, siendo el receptor. Morinaga no le estaba dando ninguna tregua y su alfa interno parecía estar conforme con eso.

—No te avergüences, esto es algo que internamente estabas deseando…

—¡No digas estupideces, Morinaga!

Pero el nombrado ignoró las quejas de su ahora amante y siguió con lo suyo, esta vez usando los dedos para dilatar la entrada del alfa la cual estaba bastante lubricada.

—Aun no he llegado al orgasmo, en cambio… Tú…

—¡Cállate, no lo digas! Ahhh!—Gimió con fuerza cuando sintió el miembro de Morinaga penetrarle sin ningún aviso—. Mgh ¡Imbécil! Agghh!—a pesar del insulto, ocultó su rostro con vergüenza, el gran sonrojo en su cara como en sus orejas delataba lo mucho que había disfrutado de esa penetración.

—Te gusta más cuando hay un poco de dolor— Morinaga susurró tratando de controlar su propia excitación, el interior de Souichi era bastante estrecho— Te gusta que te embista con rudeza…— sonrió con lascivia mientras comenzaba a mover sus caderas.

Souichi gruñó ante las afirmaciones que soltaba Morinaga, sabia que le estaba provocando, aunque tratara de negarse sabía que llevaba las de perder debido a la bochornosa situación y posición en la que encontraba.

Llegó nuevamente al orgasmo con tan solo unas cuantas embestidas más, el celo hacia que su aguante fuera tan poco, su orgullo de alfa estaba mas que pisoteado.

Pudo sentir como Morinaga salía de su interior sin señales de haber llegado a su propio clímax. Pensaba quejarse, le parecía inverosímil que pudiera tener tal resistencia, pero se detuvo al pensar en el efecto que eso causaría.

Si llegara a eyacular en su interior, un nudo se formaría.

Ambos eran alfas y uno de los dos en celo, por tanto, uno terminaría anudando al otro inevitablemente, una acción normal en una pareja alfa-omega, pero que entre alfas podría terminar en un completo y total desastre si no se hacia con el debido cuidado.

Se preguntó si Morinaga lo anudaría, tenía cierto temor ante el hecho de salir herido y hasta posiblemente traumado por las posibles lesiones. Morinaga era cuidadoso, tenía el presentimiento que no le había anudado cuando tuvieron sexo en el Onsen, pero ahora podría no querer guardarse nada.

Toda la habitación estaba llena de feromonas, suficientes para hacer perder el control de un alfa de clase alta.

—El nudo entre alfas es algo peligroso, debe haber cierto nivel de confianza para no terminar herido después del anudamiento. — explicaba Morinaga mientras acariciaba los muslos de Souichi. —. Un buen control de las emociones. — dijo mirando el rostro sorprendido del alfa— Estabas pensando en voz alta.

Souichi se sonrojó ante las palabras de Morinaga, culpó a su celo por sus acciones vergonzosas.

—¿Quieres que te anude? — preguntó girando el cuerpo de Souichi para poder verle directamente la cara nuevamente—. Tu cuerpo podría no soportarlo, eres demasiado delicado en esta zona— respondió antes de escuchar la respuesta del otro hombre mientras con sus dedos rozaban la rosada y húmeda entrada del alfa.—. Saldrías bastante lastimado

—¡Deja de jugar conmigo! — gritó, le molestaba que el otro se hiciera una idea de lo que sentía, que pusiera palabras en su boca, que diera por sentado sus conjeturas.—. ¡Odio que creas que puedes leerme como un libro abierto! ¡No soy alguien con quien puedes jugar!

Completamente insultado, Souichi trató de ponerse de pie y alejarse del tacto de Morinaga, pero le era tan difícil con los calambres que le atacaban, además del calor en su vientre y en su parte baja, quería seguir apareándose.

—No he tratado en ningún momento de burlarme de ti.

—¡No digas mentiras! ¡Claro que lo has hecho! ¡Desde un inicio siempre lo has hecho!— le gritó recordando como la primera vez que se vieron, Morinaga no dudó en tocarlo y hacerle sentir raro. Confundiendo enormemente a su alfa interno y obligándolo a buscar su paradero.—. Tocándome, besándome, ¡seduciendo a mi alfa interno como si yo fuera un omega!— renegó, ahora que se encontraba en celo, sus defensas habían caído, la mayor parte de su orgullo no estaban presente. Estaba completamente al merced del alfa de cabellos azulados.—. Eres un maldito bastardo, un aprovechado, un pervertido, ¡un mentiroso!

Souichi se quejaba, de su boca salían interminables insultos, pero solo deseaba que lo callara con un beso. Buscaba golpearle, hacerle ver quien era el que mandaba, pero al mismo quería aferrarse a él para que no se marchara. Para que no lo abandonara.

¿Por qué tenía que irse?

¿Por qué usaba excusas para alejarse de él?

¿Cuál era la verdadera razón, el verdadero motivo para que se negara a volver?

¿Qué era eso a que tanto le temía Morinaga?

—Si te sientes tan humillado, toma mi cuerpo y haz lo que quieras con él— fue la respuesta mecánica que Morinaga dio a un estupefacto Souichi quien nunca esperó ese tipo de respuesta tan cortante—. Como mencionas, me aproveché de ti, creo que es justo que reciba un castigo de tu parte.

Sin esperar respuesta, Morinaga comenzó a desnudarse, dejando su piel expuesta al alfa Tatsumi cuya mirada se volvió sombría. Estaba provocando a un alfa en celo. Estaba despertando a un depredador.

—Puedo notar que te gusta más ser sometido, pero un alfa es dominante por naturaleza y a ti solo te falta experiencia para que puedas someter a otros en la cama, tómalo como un regalo de despedida, que en mí hagas lo que no podrás hacer con tu futura omega y lo quieras hacer con ella.

Apenas terminó de hablar, Morinaga sintió su espalda ser golpeada con el piso, una breve señal de sorpresa se mostró en su rostro, pero que al segundo siguiente se volvió fría mientras sentía como Souichi se posicionaba entre sus piernas y las levantada todo lo que podía.

—¡¿Es esto lo que quieres?!— exclamó Souichi sin dejar en ningún momento ver a los ojos verdes del otro alfa—. Tanto deseas que te humille, ¡tan poco respeto te tienes!

Un extraño brillo en los ojos de Morinaga y la cantidad indiscriminada de feromonas que soltaba, le hicieron estremecer. Algo en sus palabras le habían perturbado.

—¡Solo fóllame y calma tu maldito calor, alfa!— se enojó Morinaga—. No creas que no me he dado cuenta del deseo que tienes por marcarme— le señaló—. ¡No eres el primero ni el último que buscará saciarse con mi cuerpo!

—¡Eres un imbécil! — gritó antes de penetrar sin ninguna delicadeza a Morinaga.—. ¡Un estúpido!—gritaba sin dejar de embestirle, estaba enojado, su alfa interno se había llenado de rabia por las crueles palabras de Morinaga, mas aun por imaginarse a otros tocando lo que ya consideraba suyo.

A pesar de la rudeza en sus movimientos, Morinaga no se quejó, ahogaba sus gemidos mordiéndose los labios causando que una línea de sangre se mostrara.

Ese accionar molestó aun más a Souichi. Él no quería lastimarlo, pero por mas que trataba de detenerse, su alfa interno le desobedecía, dando como resultado, embestidas más rudas.

—¡¿Por qué buscas que te lastime?!— preguntó antes de dar una estocada mortal que hizo que el otro alfa arqueara su espalda y inevitablemente soltara un fuerte gemido.—. ¡Tú me provocaste, querías que te dominara! ¡¿No eras tú quien me decía que no te veías a ti mismo siendo sometido?!—siguió interrogando buscando aniquilar sus propios gemidos. No dudó en abrir más las piernas de otro alfa y seguir embistiendo a pesar que realmente quería detenerse.

Morinaga se negó a responder en todo momento, se dejó hacer sin poner resistencia, no había ira en su mirada, tampoco miedo o decepción, no mostraba nada mas que la lujuria que le estaban obligando a sentir.

Souichi no quería seguir en esa situación, pero sus hormonas se encontraban alteradas por la ira y el celo mismo, la rabia le dominaba mas de lo quería. Su alfa interno solo buscaba una cosa, aparearse. Por eso siguió con sus movimientos hasta que llegó al orgasmo junto a Morinaga quien terminó extrañamente vulnerable en ese momento. Ahora un poco mas calmado, la culpa le comenzó a carcomer, por dejarse manipular por el otro alfa.

—No te muevas tanto…— Morinaga susurró entre jadeos, su voz sacó a Souichi de sus tristes pensamientos—. O me terminarás desgarrando…

Ante esa última oración, Souichi recién se percató del nudo que se había formado. Había anudado a un alfa y temió lo peor. ¿Le habría herido? ¿Le odiaría?

Su cuerpo comenzó a temblar por miedo.

—No me haz lastimado, alfa— respondió Morinaga mirando directamente a los ojos miel que parecían brillar para un posible llanto—. Esto es algo que yo quise, no te culpes por esto. —hablo con un tono suave de voz, como si estuviera buscando consolarle.

—Yo no quería esto, no así…— susurró ocultando sus ojos con sus cabellos, tratando de evitar la mirada del alfa.

—Lo sé— respondió sin sonar molesto, había un toque de tristeza en su voz que Souichi captó de inmediato.

—Entonces… ¿por qué?...— preguntó con la voz entrecortada, tratando con todas sus fuerzas no quebrarse.

—Un capricho…. algo para poder recordarte…— susurró mientras levantaba una mano y tocaba la mejilla húmeda del alfa que le había anudado—. Soy egoísta, lo siento… no tienes por qué perdonarme.

Una lágrima tras otra comenzó a deslizarse en el rostro de Morinaga, lágrimas que no eran suyas, sino del alfa de cabellos claros que comenzaba reprocharle por lo que había hecho, a insultar por dejarse dominar por el instinto y a maldecir porque su último encuentro terminaría de esa manera.

Morinaga solo se dedicó a escuchar teniendo al alfa de cabellos claros en su pecho, todavía anudado a él, completamente incómodo con la posición, sin quejarse en ningún momento. Sería la ultima vez juntos.

Souichi lloró amargamente hasta quedarse dormido, sabiendo que no vería a Morinaga cuando se despertara.

Quería odiarlo, pero algo le decía que nunca lo haría.

.

.

El ambiente sombrío que rodeaba a Morinaga solo hacía preocupar más a James y a Masaki, sabía que querían que les contara lo sucedido con Souichi. No los culpaba, solo bastaba con verle para saber que las cosas se habían salido de control.

La imagen de Souichi dormido con leves rastros de haber llorado era lo último que vio antes de salir de la habitación donde habían intimado. Se había encargado de asearlo y vestirlo antes de que llegara Isogai y este se lo llevara a casa.

—Tetsuhiro-kun—Habló James llamando la atención del nombrado, le preocupaba lo impulsivo que podía llegar a ser su amigo. —. Te apareaste con Souichi-chan— no era una pregunta, pero aun así Morinaga asintió. —. Dejaste que te dominara.— afirmó con preocupación sabiendo la respuesta de su amigo.

—Fui egoísta— dio la respuesta que James temía—. Me disculpé con él, le hice llorar.

—No te arrepientes de lo que has hecho— habló Masaki viendo con tristeza a Morinaga y preocupándose por Souichi, del cual sabían, por parte de Isogai, se había encerrado en su habitación.

Morinaga se mantuvo callado, pero su silencio fue suficiente respuesta para que Masaki suspirara y James lamentara tanto lo sucedido.

—¿Que harás con el cachorro?

Morinaga detuvo sus pasos, giró su cuerpo mirando fijamente al causante de esa pregunta. Masaki no se intimidó en ningún momento ante la fría mirada de su amigo, sabía que le había ofendido con el cuestionamiento.

—Lo tendré, con algo de suerte puede que sea omega, pero si nace alfa tampoco lo negaré, se trataría de mi cachorro después de todo.

—Tuyo y de Souichi-chan.— intervino James—. Tarde o temprano se enterará, Tetsuhiro-kun, de que eres un omega y que te ha preñado.

Morinaga lo sabía, pero aun así no tenía ninguna intención de que esa verdad fuera descubierta. Se haría cargo del cachorro, lo educaría como un miembro del clan Morinaga, le enseñaría sus reglas, sus costumbres, sus creencias y nunca le contaría sobre su padre alfa, sentía que era mejor así.

La promesa ya llevaba años rota después de todo.

Morinaga asintió y siguió caminando rumbo a su aldea, los otros alfas le siguieron el paso en silencio, se habían dado cuenta que su amigo no les hablaría en todo lo que duraría el viaje.

Los omegas eran criaturas extrañas, más aun el ser tenía delante, pensaba James con frustración mientras observaba como Morinaga en ocasiones acariciaba su vientre plano como asegurándose de la vida que llevaba en su interior.

Normalmente los omegas de clase unos tenían temporadas de celo que duraban una semana entera, un verdadero martirio que los dejaba completamente vulnerables para ser violentados, pero a los omegas de la familia Morinaga solo les duraban tres días como máximo a pesar de ser también omegas de clase alta, era como si sus cuerpos se hubieran adaptado, conscientes de que como guerreros que eran, no podían permitirse ser vulnerables por tanto tiempo.

Ellos no esperaban tener un alfa para que los cuidara. Habían tomado el rol dominante en su clan porque no tuvieron otra opción.

Los pocos omegas varones que quedaban se encontraban en el clan Morinaga, escondidos de los ojos de los grandes clanes para evitar su exterminio, aun así, Morinaga Tetsuhiro, un omega de clase uno, salía cada cierto tiempo a buscar información o a recoger medicamentos, sin temor a que descubrieran su verdadera naturaleza.

Incluso cuando se encontraba en celo, como ahora.

James Allen frunció el ceño en desaprobación al ver a su amigo casi oliendo como beta, sabía que la causa eran las lociones para cubrir su aroma omega, ahora que se encontraba gestando, no tenía permitido tomar esas drogas supresoras.

Había pasado años desde que Morinaga aceptaba experimentar su celo nuevamente, mas aun en compañía de un alfa el cual había sido afectado e inducido a un falso celo.

Souichi no tenía idea de que el causante de su malestar había sido la cercanía de Morinaga a causa del celo de este último, y que del apareamiento había logrado preñarle.

Tetsuhiro caminaba en silencio, a pesar de su mirada serena, su mente en realidad estaba hecha un caos, se había aprovechado del alfa para poder preñarse, aunque eso era algo "normal" en su clan, él realmente no quería hacerle eso a Souichi, no a un alfa por el que tenía demasiado afecto, pero después cayó en cuenta de que tal vez sea por ese sentimiento que terminó tomando una impulsiva decisión, el llevarse algo de él.

Una decisión bastante egoísta, un sentimiento egoísta de su parte.

Tocó nuevamente su vientre plano, sabía que estaba llevando un cachorro de Souichi, el cambio en su propio aroma se lo dio justo antes de abandonarlo en el burdel, un momento que le hizo dudar y que el deseo de quedarse lo torturara por varios minutos. Tal vez una advertencia de que se arrepentiría de dejarlo, pero aun así decidió ignorar su propio malestar.

Los omegas normalmente descubrían su embarazo a la semana del coito, pero él y su hermano mayor lo sabían a las horas de la unión.

Era poca la descendencia directa del apellido Morinaga la que había sobrevivido al exterminio, la gran mayoría que componía su clan eran personas que no tenían un lugar a donde ir, que habían perdido todo durante las guerrillas, gente que habían rescatado y que buscaban comenzar de nuevo.

Una nueva oportunidad.

—¿Por qué te detienes, James? — preguntó Masaki al ver que el otro alfa no parecía tener intenciones de seguir caminando.

—Pienso quedarme un tiempo en los alrededores del Onsen, seguiré investigando y de paso vigilaré a ese niño.—respondió James mirando seriamente a Morinaga—. Sé que no me lo pedirás, así que…

—No hay necesidad de hacer eso.

—Tengo cierta obligación con él, Tetsuhiro-kun, aunque me gusta molestarlo y su carácter me parezca exasperante, me preocupa ese niño.

—Haz lo creas necesario. — susurró, sabiendo que no le haría cambiar de opinión, antes de seguir su camino, Masaki se despidió de James en silencio y se colocó al lado de Tetsuhiro.

James se quedó unos minutos observando las siluetas de Masaki y Tetsuhiro hasta que desparecieron de su campo visual. Dio un giro y se fue rumbo al Onsen, tenía pensado quedarse unos meses en ese lugar antes de regresar a la aldea, sentía que vigilar a Tatsumi Souichi era prioridad, no había mentido al decir que le preocupaba la salud del alfa, pero también era porque quería quitarle un peso encima a Tetsuhiro, este se seguía culpando, aunque no lo mostrara en sus facciones.

Extrañaba tanto al pequeño omega que conoció hace años, el actual Tetsuhiro era solo una sombra de aquel infante que antes estaba lleno de risas. Un cascarón vacío la mayor parte del tiempo, lleno de inseguridades.

Pero recordó que con Souichi sacó un poco ese lado juguetón que no había visto con otros alfas, además pudo ver cierto anhelo en su mirada cuando le vio combatir contra Masaki. Claramente disfrutando la contienda.

Para alguien que más de una vez dijo odiar las espadas, la dedicación y el brillo en su mirada cuando entrenaba parecían contradecir dichas palabras.

Sabía que, aunque al principio no estuvo de acuerdo de emparejar a Souichi con Morinaga, ahora sentía que debería darles la oportunidad de conocerse correctamente. Necesitaría hablar con Isogai primero, omitiría sobre la condición de Tetsuhiro hasta estar completamente seguro de los sentimientos de Souichi.

Si seguiría interesado en ver a Morinaga después de lo que hicieron.

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No quería seguir comiendo más errores, pero era consciente de que al huir ya estaba cometiendo otro error.

Deseaba con todo su corazón que Souichi lograra ser feliz, que su reencuentro y la abrupta despedida no afectaran al fuerte alfa que había conocido.

Aquel que, bajo un árbol de manzano, le pidió que se convirtiera en su compañero de vida.

"Adiós, Souichi, lamento haber roto la promesa"

Fue el último pensamiento que tuvo Morinaga antes de colocar nuevamente su mascara inexpresiva.

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Espero que les haya gustado el capítulo y lamento los errores que se me pueden haber pasado por alto.

Gracias por leer.

Atte: Mari-chan