Los Personajes de Naruto NO me pertenecen, son propiedad de Kishimoto.
Casa de los Uchiha 3:20 Pm
Sakura se encontraba en su casa, trabajando como de costumbre, sólo que en esta ocasión se enfocaba en un nuevo jutsu curativo. Llevaba bastante tiempo desarrollándolo y una corazonada le decía que hoy sería el día en que por fin estaría terminado.
–Mamá… – llamó Sarada, logrando obtener su atención enseguida.
–¿Qué sucede, cariño? – le preguntó, tan amorosa como siempre.
–Saldré a entrenar con papá, ¿por qué no vienes con nosotros? – dijo la pequeña, con ojitos de cordero a medio morir.
–Sarada… – Ahí estaba de nuevo ese tono de voz que reconocía perfectamente, era el que usaba cuando le preguntaba por su padre. –, No podré acompañarlos por esta ocasión, perdóname. – finalizó, mientras los ánimos de la princesa Uchiha decaían.
–Despejarte no te caería mal de vez en cuando. – comentó Sasuke, apareciendo repentinamente detrás de su pequeña.
–Sasuke-kun… – dijo la peli rosa sorprendida, pues no se esperaba que su esposo le dijera tal cosa. – Lo sé, pero… – decía, hasta que notó la mirada triste de su hija. – Bueno, adelántense y en cuanto termine esto, iré con ustedes. ¿De acuerdo?
Sarada miró a su madre fijamente a los ojos, y ella le sonrió con ternura, calmando las dudas que había en su interior. – Sí. – asintió la pequeña, sonriendo felizmente.
–Entonces nos vamos – dijo Sasuke, dando media vuelta y caminando solo unos cuantos pasos. – No tardes. – dicho esto, tanto padre cómo hija salieron rumbo al lugar de entrenamiento.
–Debo apresurarme – pensó, retomando sus labores.
Minutos después, en algún lugar de la aldea…
–Bien, Sarada, muéstrame lo que has aprendido hasta ahora – decía el Uchiha, mientras la pequeña le observaba atenta. – Quiero que aciertes a todos esos blancos con los shuriken. – dijo, señalando varios objetivos colocados en los árboles.
–¡Sí, papá! – exclamó entusiasmada, después se preparó para comenzar con su entrenamiento.
Hubo total silencio y la chica cerró los ojos concentrándose lo mejor posible, el viento sopló fuerte, jugando con el fleco que caía por su rostro, repentinamente abrió los ojos y varios shuriken aparecieron entre sus dedos, seguidamente los lanzó con suma habilidad hacia los blancos marcados, acertando en la mayoría de estos.
–Bien hecho. – le felicitó Sasuke, haciendo que ella sonriera alegremente. – Ahora… – continuó. – Para los siguientes tendrás que darle un efecto de curva para que puedas acertar. Hazlo de esta forma. – dijo, lanzando dos shuriken, haciendo que chocaran a una cierta distancia, logrando darle el efecto deseado para acertar al blanco.
–Vaya… – atinó a decir Sarada, sorprendida por lo fácil que lo hacía ver su padre.
–Inténtalo. – le animó.
Ella miró aquel objetivo frente a ella y por unos segundos dudó lograrlo, más apartó esos pensamientos y optó por intentarlo. Trató por primera vez, y cómo era de esperarse falló. Sin embargo, siguió intentándolo una y otra vez, decidida a dominar la técnica que le había mostrado su padre.
Después de varios intentos, parecía que por fin acertaría en uno de ellos, hasta que repentinamente, otro shuriken interrumpió la trayectoria de este.
–¿Qué? – exclamó Sarada.
–Hmp, igual de problemático que tu padre, Boruto – dijo Sasuke, mientras el susodicho aparecía frente a ellos.
–¡Boruto!, ¿qué crees que haces aquí? – preguntó la princesa Uchiha, visiblemente molesta.
–La respuesta es obvia – respondió el Uzumaki, sonriendo ampliamente. –, ¡He venido a entrenar con mi maestro también! – exclamó, señalando al portador del Rinnegan.
–No seas mal educado, Boruto. Por lo menos saluda.
–¡Papá! – exclamó el pequeño rubio, sorprendido y a la vez enojado.
–¡Séptimo! – gritó la pequeña Uchiha, caminando hacia él con un brillo especial en su mirada.
–Dobe. – se limitó a decir Sasuke como saludo.
–Hola, Sarada, veo que has progresado mucho gracias al entrenamiento de tu padre. – le dijo, revolviendo sus cabellos mientras ella lo miraba embobada.
Boruto no pasó esto por alto y por alguna razón se sintió molesto. – ¿Qué demonios haces aquí? – preguntó el heredero Uzumaki, con toda la intención de iniciar una pelea con su padre.
–El trabajo de hoy no es tan pesado, así que le pedí a Shikamaru que me cubriera un tiempo, tú madre me dijo que estarías entrenando con Sasuke y quise venir a verte. – respondió, logrando calmar ligeramente la ira del chico.
–Como sea… – dijo el mini Uzumaki, dándole la espalda.
–Oye, no seas tan irrespetuoso con el séptimo, baka – le reprochó Sarada, haciendo que el rubio la encarara.
-¿A quién llamas baka, cuatro ojos?- se defendió, provocando la ira de la princesa Uchiha.
–¿Quieres que te patee el trasero, dobe? – desafió, apretando los puños con fuerza.
Por su parte, ambos adultos sólo se limitaban a ver la discusión de sus hijos.
– ¿Esto no te trae recuerdos, teme? – preguntó Naruto, colocándose junto a Sasuke.
–Hmp, incluso ahora sigues siendo una molestia. – respondió, sonriendo ligeramente.
– Sí, yo también te quiero. – dijo el Séptimo, riendo de la misma forma.
Repentinamente Sarada le propinó un buen puñetazo en la cara a Boruto, iniciando con ello otra más de su larga lista de peleas. Por supuesto el chico no se iba a quedar impasible y utilizó su jutsu de clones para contraatacar.
Mientras tanto en la casa de los Uchiha…
–¡Por fin lo logré! – exclamó Sakura alegremente, después de mucho trabajo por fin su nuevo jutsu estaba listo.
Rápidamente observó el reloj en la pared marcando las 4:30 de la tarde.
– Perfecto, aún puedo alcanzarlos para por lo menos dar un paseo. – se dijo a sí misma, aunque también pensó que tal vez tendrían hambre y preparó unas bolas de arroz.
Justo cuando todo estaba listo y sólo debía salir de casa, algo se lo impidió, y ese algo era la curiosidad.
– No debería hacer esto, pero… ¡qué diablos, será rápido! – exclamó, dejando la canasta de comida sobre la mesa.
De vuelta en el lugar de entrenamiento 5:45 PM…
–Maldición, teme, me estás lastimando. – se quejaba Naruto, cerrando los ojos por el dolor.
–¡Cállate!, lo estoy haciendo despacio. – replicó el Uchiha.
–¡Estoy sangrando, maldición! – insistió el séptimo.
–Es la primera vez en mucho tiempo, sólo aguántate. – dijo Sasuke, comenzando a perder la paciencia.
– ¡No, Sácalo de una vez! – Pidió el Uzumaki, siendo más una súplica que una orden.
–¡Está bien! Maldita sea, ¡sólo quédate quieto! – dijo con molestia el portador del rinnegan.
–¡SÁCALO YA!- – gritó Naruto, golpeando el suelo por el dolor.
–Ya, sólo falta la punta, cálmate, usuratonkachi.
Naruto gritó fuertemente tras ser liberado de su tormento.
–Hmp, tanto escándalo por un par de shurikens en tu trasero, dobe. – dijo el Uchiha, ante la mirada tipo "WTF" de Boruto y Sarada.
–Papá sí que es un llorón – pensó el rubio, con marcas de golpes por todo el rostro al igual que Sarada.
–Esto fue un poco… extraño – pensaba la Uchiha, aun en estado de shock por lo que acababa de presenciar.
Sasuke observó que la noche comenzaba a caer, por lo que había llegado el momento de regresar a casa.
– Sarada, es hora de irnos, continuaremos mañana. – dijo, sacando a la chica de su trance.
–Eh… Sí – atinó a responder. – Hasta luego, séptimo. – se despidió, ignorando por completo a Boruto.
–Es algo tarde, nosotros también debemos irnos, Boruto. – dijo, colocando su mano sobre el hombro de su hijo. – Nos veremos en otra ocasión, Sasuke, que les vaya bien. – se despidió, mientras el pequeño Uzumaki le lanzaba miradas asesinas a Sarada por haberlo ignorado.
–Sí… – respondió Sasuke, partiendo a casa junto con la chica.
–Juro que esto no se quedará así – pensó el chico Uzumaki, comenzando a idear un plan para vengarse.
Eran las seis de la tarde, cuando por fin regresaron a su hogar.
–¡Mamá, ya estamos en casa! – anunció Sarada, entrando junto con su padre, más la casa estaba en total silencio.
La pequeña buscó a su madre por la sala y la cocina pero fue inútil, no la pudo encontrar. Lo único que había era una canasta de comida sobre la mesa.
–¿En dónde puede estar? – se preguntó la Uchiha con preocupación. Sin embargo, Sasuke sabía que Sakura se encontraba en la casa, aunque no sabía por qué se estaba escondiendo.
Sin decir ni una sola palabra, él se dirigió a la habitación que compartía con su esposa, pues podía percibir que ahí era donde se encontraba.
– Me pregunto si esta es otra de sus sorpre… – sus pensamientos fueron interrumpidos al ver la ropa de la Haruno, tirada en el suelo a unos metros de la puerta de su habitación.
Cómo si presintiera algo malo, corrió rápidamente a la habitación y abrió la puerta. Enseguida pudo ver que ahí estaba ella, aunque cubierta por las sábanas de su cama.
– Sakura, ¿qué estás haciendo? – le preguntó, más ella se alarmó y se tapó con más insistencia.
Sasuke se acercó a la cama, tomó la sábana y se la quitó de encima. – ¿Por qué estas actuando tan extra…– decía, hasta verla y comprender la razón por la que se ocultaba.
– ¿Sakura? – preguntó completamente sorprendido, al ver que ella había vuelto a ser una niña, como cuando recién se había formado el equipo 7.
–Sasuke-kun…– atinó a decir la peli rosa, completamente sonrojada.