-Y eso es todo.

-Y esa es la razón por la que yo juego futbol y tu estas en el equipo de física.

Ese día, nuevamente Rebecca ayudo a Yugi con su tarea. Era la chica genio de la preparatoria. Donde todos tenían 17, ella recién cumplía los 15 años. Para el tricolor, era una bendición ser su amigo.

Hasta cierto punto.

-Te llevo a casa- ofreció el chico.

Había decidido algún tiempo atrás que era momento de avanzar. Decirle a Rebecca lo que sentía por ella y así saber si sus sentimientos eran correspondidos, o ella solo lo veía como un amigo, cosa que temía realmente; y no podía hacer su confesión allí, en su habitación, porque abajo estaban Yami, Tea, Joey y Mai, y si era rechazado no los quería como espectadores.

-No debes molestarte- ella le sonrió, recogiendo sus cosas- puedo llamar a mi abuelo para que venga a buscarme.

-No hay necesidad de molestarlo- insistió, sabía que si esperaba otro día ya no podría hacerlo- vamos, déjame llevarte.

La rubia termino por aceptar el ofrecimiento, cosa que lo hizo muy feliz. Tomo la mochila de la muchacha, se la colgó del hombro y salió de la habitación seguido por ella.

En la sala se encontraron con las luces apagadas, solo la parpadeante iluminación que les daba el televisor les permitió ver el camino escaleras abajo, y luego a Tea, de espaldas a ellos, viendo la película romántica que estaban dando; Yami, junto a ella y Joey y Mai en el otro sofá, estaban dormidos.

En cuanto se anunció el fin de la película, Mai se despertó.

-¡Te dije que el moría al final!- exclamo al ver las lágrimas en el rostro de la castaña.

-¡Eso!- dijeron los dos chicos, despertando de golpe, medio atontados.

-Hermano ¿Me prestas tu auto?

Yami lo miro. Yugi se veía nervioso, al menos para él, quien lo conocía perfectamente. Vio a Rebecca junto a el, supuso que quería llevarla a su casa. Si era así, y estaba nervioso, tenía pensado hacer algo.

A Yami le encantaba su auto, pero todo con tal de que su hermano saliera de sus dudas de una vez.

-Ve con cuidado- dijo, lanzando las llaves que su hermano fácilmente atrapo.

-Gracias.

Los dos chicos se fueron. Otra vez solos, los cuatro se miraron entre sí. Tea era quien estaba más contenta.

-Qué bueno que se haya decidido- dijo, emocionada.

-Ahora tendremos que vigilarlos, en sus sesiones de estudio, solos en esa habitación.

-Yugi no es como tú, Wheeler- regaño Mai- él es un caballero.

-¿Entonces yo…?

-No quieres saber la respuesta.

Los dejaron discutir. Yami y Tea tenían sus pensamientos en otro lugar.

-¿Crees que lo haga?- susurro la castaña a su novio.

-Eso espero- la rodeo con un brazo y le dio un beso en la sien. Para interrumpir a la otra pareja en su disputa, exclamo- ahora veremos el maratón de Aro.

-¡Sí!- gritaron los rubios.

-No- gimió Tea.

Odiaba las películas de terror.

No pudo.

No-pudo.

¿Cómo es que no pudo?

Bueno, fácil: el abuelo de Rebecca salió de la casa e interrumpió.

Si, Yugi se estaba tardando en soltar la sopa, pero es que estaba nervioso ¡Le iba a confesar sus sentimientos, Por Dios Santo!

Estuvieron cerca de 20 minutos estacionados frente a la casa de ella, por eso no culpaba a Arthur de salir a ver qué pasaba. Era sospechoso que Rebecca y el estuvieran solos en un auto estacionado tanto tiempo.

Sin embargo, si no fuera sido tan miedoso y solo lo fuera dicho…

Na ¿a quién quería engañar? No tenía el suficiente valor para decírselo.

-¿Cómo que aún no?- exclamaron Yami y Joey, llamando así la atención de Tea, Tristan, Mai, Bakura y Duke, además de los demás presentes en la concha de futbol y sus alrededores.

Yugi les explico la situación, dos veces, porque a mitad del cuento se unieron el resto de sus amigos. Eran seres muy curiosos (por no decirles de otra manera). Al finalizar, su hermano y su mejor amigo negaban con la cabeza, un poco decepcionados.

-No era tan difícil.

-Lo dice el sujeto que mando sus sentimientos por medio de una nota a través de toda la preparatoria porque no se atrevía a mirarme a los ojos- dijo Mai, pinchando a su novio. Los demás rieron.

-No quiero que ninguno se meta en esto- Tea se paró en medio del grupo. Era la única que no se había acercado a oír el cuento del tricolor, pues ella ya lo sabía- lo único que harán es complicar todo ¿de acuerdo? - ni su novio se atrevió a objetar. Miro a Yugi- sé que puedes con esto, Yugi. Solo ten un poquito de fe en ti mismo ¿sí? Estoy segura de que Rebecca no te rechazara.

O si no… pensaron los demás al mismo tiempo, imaginando las escenas destructivas que Mamá Gallina haría si la pequeña rubia hería a Yugi.

Sera divertido pensaron cierto par de rubios, demostrando ser tal para cual.

Ninguno era precisamente obediente, ni siquiera a Tea. Por lo que ellos decidieron intervenir en favor de Yugi. No podían dejarlo solo en esto; además sería divertido estar en la historia que les contarían a sus sobrinos de como su padre se había declarado a su madre.

Si, posiblemente Joey exageraría un poquito. Solo para hacer la cosa un poquito más interesante.

¿Los niños les creerían si incluían saltos en parapente, un par de animales peligrosos y que rompieron un par de ventanas de la casa de Yugi, en el proceso de declaración?

-¿Romper ventanas?- dudo Tristan- ¿Por qué habríamos de romper ventanas?

-Lo sé ¿verdad? No sería creíble- Joey tacho eso de la lista de exageraciones que estaba haciendo.

Los demás los miraron con gotitas en la frente ¿Eso era lo que ellos consideraban irreal?