Disclaimer: MLB es una obra de arte que le pertenece a Thomas Astruc y así.
BONUS:
Después de una larga, tortuosa y decepcionante noche, Adrien se encontraba preparado para comenzar el día, aunque su cabello enmarañado y las bolsas debajo de sus ojos demostraran lo contrario. Quién diría que Ladybug podía ser tan despiadada.
A pesar de todo se sacudió el tema y se propuso concentrar su atención en la clase de química… o al menos eso pensó por un segundo completo, pues ahora no podía mirar otra cosa que no fuera el pequeño sobre moteado que yacía inquietantemente sobre su escritorio.
Miró hacia ambos lados sólo para confirmar que era la única persona en el aula, vacilando antes de tomar el sobre, y aún más antes de abrirlo. Podía provenir de cualquiera, pero en el fondo sabía de quién se trataba. Así que, tras una profunda inhalación (y un mini infarto), lo abrió tan cuidadosamente como sus manos temblorosas se lo permitieron y extrajo su contenido.
"Como te dije, Gatito, estoy más cerca de lo que imaginas.
Ambos sabemos que es injusto que yo conozca tu identidad, por eso creo que es tiempo de que conozcas la mía, pero tienes que averiguarlo por ti mismo.
Tuya por siempre,
Ladybug
(P.D. Deberías de mirar hacia atrás más seguido)
Tan pronto terminó de leer, Adrien olvidó cómo respirar ¿Acaso había leído correctamente? ¿Su Lady quería revelarle su identidad? Bueno, en realidad él tenía que buscarla, pero ese detalle era insignificante.
Los murmullos de Rose y Juleka, y otros de sus compañeros que comenzaban a entrar al salón, lo sacaron de su catatónico estado, y rápidamente guardó el pedazo de papel en el bolsillo trasero de su pantalón.
A medida que avanzaba la clase la ansiedad del rubio crecía, podía observar que la boca de madmoiselle Bustier se movía, pero no lograba registrar ninguna de las palabras; y de repente se preguntó qué había querido decir Ladybug con "mirar atrás más seguido" ¿acaso era una metáfora para referirse al pasado? Pero sus pensamientos se vieron interrumpidos por un leve empujón en el hombro, seguido de un pedazo de papel que aterrizó en su escritorio y en el que se leían las palabras "Gracias por ayudarme con la tarea de física".
El muchacho giró su cuerpo para encontrarse con un par de ojos azules (¿siempre habían sido tan azules?) y no pudo evitar sonreír de vuelta y murmurar un suave "de nada".
La única reacción de Marinette fue estrellar la palma de su mano sobre su cara (más tarde Alya le preguntaría al respecto).
Más tarde ese mismo día, en la clase de química, Adrien encontró una caja sobre su escritorio. Esta vez no dudó ni un segundo en abrirla. Removió el listón decorativo junto con la tapadera de cartón y en el interior encontró un macaron de fresa, "mi favorito" pensó, una sonrisa involuntaria dibujándose en sus labios, pero aun así confundido por el extraño detalle, hasta que un segundo vistazo le reveló que ese no era el único contenido.
Extrajo un pequeño pedazo de papel que desenrolló al instante:
"Puedo ver que eres tan atractivo como despistado, Chaton. Supongo que no estás tan ansioso por saber quién soy como dices.
Te estoy esperando,
Ladybug
(P.D. La gente piensa que soy una excelente repostera)"
La mente de Adrien se quedó en blanco, el contenido de la carta le indicaba que Ladybug podía observarlo.
Ladybug podía observarlo, se repitió.
Ladybug estaba en la escuela.
En algún lado.
Y podía verlo.
Con ese último pensamiento se esfumaron el resto de sus esperanzas de prestar atención a la clase, a pesar de los incesantes regaños de madam Mendeleiev, pues ahora no podía evitar estar hiper alerta del color rojo. Ni siquiera se percató cuando la clase terminó, hasta que un preocupado Nino (y su estúpida gorra roja) lo arrastró fuera del salón.
"Ladybug está aquí" pensó mientras sus ojos escaneaban el patio de la escuela, buscando inútilmente entre los estudiantes "¿conozco a alguien que prepare buenos postres?".
– ¿Adrien? – la voz consternada de Alya de alguna manera llegó a sus oídos – ¿Estás bien?
– ¿Qué? – murmuró más para sí mismo que para la morena.
– Sí, viejo, has actuado muy extraño todo el día – escuchó a su mejor amigo – Ni siquiera has probado los éclairs que Marinette preparó.
El rubio desvió la mirada para observar a la aludida y la caja con las iniciales de la panadería de sus padres al lado de ella. Gustosamente tomó uno de los panecillos y lo devoró deleitado. No tenía hambre, no con el enorme nudo que se le había formado en el estómago (cortesía de Ladybug), pero cómo resistirse a semejante manjar que, por supuesto, tenía restringido en su dieta de modelo.
Cuando le agradeció por el postre, ella simplemente rodó los ojos.
El resto del día fue prácticamente intolerable para Adrien, la paranoia de ser observado incrementando su estado de alteración cada vez que encontraba una nueva nota.
En Historia aprendió que su color favorito era el rosado y en Álgebra descubrió que la puntualidad no era su fuerte; otro sobre moteado en Biología le enseñó que su sueño era convertirse en diseñadora de modas cuando creciera. E incluso un sobre rosado que descubrió en su mochila (después de atrapar a Marinette antes de que ésta cayera por las escaleras) le reveló que su torpeza era legendaria.
Cada una de las pistas lo acercaban más a la identidad de la chica de sus sueños -lo tenía en la punta de la lengua- y aun así no lograba ponerle un nombre. Desesperado, repiqueteaba los dedos sobre la superficie del escritorio y mordía la goma de su lápiz, mirando en todas las direcciones posibles, y por supuesto que esto no pasó desapercibido por cierta azabache que le miraba con suma satisfacción desde su asiento. Eso era lo que se merecía por todas sus horribles bromas y juegos de palabras.
No fue hasta el fin del entrenamiento de esgrima (en el que recibió varios toques que seguro dejarían un moretón) que encontró en el interior de su casillero un sobre similar al del día anterior. Agotado por todo el ajetreo, removió con cuidado el sello en forma de corazón y leyó para sí mismo:
"¿Cansado, Gatito?
Comienzo a creer que no adivinarías quién soy aunque te escribiera mi nombre.
Como última pista, búscame en la fuente principal de los Campos Elíseos
No tardes,
MDC"
Si eso significaba lo que él creía que significaba, estaba a punto de conocer a su Lady, por lo que no demoró más en ir al punto de encuentro que ella había especificado.
Cuando llegó su corazón se aceleró y sintió que las piernas le fallarían en cualquier momento, pero para su sorpresa encontró a Marinette sentada en el borde de la fuente, con su libreta de dibujo apoyada sobre las rodillas. Ella desvió la mirada de su cuaderno y lo recibió con una sonrisa y lo invitó a sentarse a su lado.
– ¿Te importa si te hago compañía en lo que espero a una amiga? – preguntó casualmente, obteniendo una mirada de total incredulidad por parte de la chica, que no sabía si marcharse y dejarlo ahí esperando toda la noche, o tomar su hermosa cabellera y azotarlo contra el piso.
Eso era el colmo, pero antes de que su arranque de indignación se hiciera más evidente, una pequeña criatura negra salió del bolso del rubio y voló hasta quedar al nivel de su rostro.
– ¿Acaso estás ciego? ¡Es ella, pedazo de adolescente inepto! – Adrien tomó al kwami entre sus manos e intentó ocultarlo de la vista de Marinette, rezando a las fuerzas divinas que ésta creyera cualquier excusa que pudiese inventar… pero ella se echó a reír… y luego pensó en las palabras de Plagg.
– Un momento… – dijo boquiabierto, contemplando a la pelinegra y repasando en su mente todas las pistas que fue reuniendo a lo largo de la mañana.
Una a una comenzaron a tener sentido y, por enésima vez en el día, su cerebro dejó de funcionar.
– ¿Entonces tú…
Por último, rebuscó en sus bolsillos hasta sacar una de las notas de Ladybug y el pedazo de papel que Marinette le había lanzado para agradecerle. Y, en efecto, se trataba de la misma caligrafía impecable en ambas notas.
Luego miró a Marinette.
Luego a las notas.
Y luego a Marinette.
Y luego todo tuvo sentido.
– Ughhh – exclamó el muchacho cuando terminó de asimilar toda la información – ¡Soy un idiota!
– Si sirve de algo, yo también me sorprendí bastante al inicio – mencionó Marinette encogiéndose de hombros – Comenzaba a creer que nunca adivinarías, por eso preparé una pista un poquito más… "directa".
Le entregó un sobre que el rubio aceptó curioso, siempre dispuesto a conocer más sobre la heroína.
– "Yo soy Ladybug" – leyó en voz alta el chico, falsamente aborrecido por el sentido del humor de la pelinegra – Ja-ja, muy graciosa – dijo sarcásticamente.
Escuchó el dulce sonido que era la risa de Ladybug provenir de la boca de Marinette, y de repente sintió que la toda la locura del día había valido la pena.
– Entonces, Bugaboo – sugirió el muchacho – ¿De verdad piensas que mis proporciones son divinas y que soy totalmente inalcanzable?
Marinette paró de reír, sintiendo el rubor subir por sus mejillas y extenderse hasta la punta de sus orejas, olvidando que accidentalmente le había revelado sus sentimientos más íntimos el día anterior.
Quién diría que eso de tener identidades secretas les traería tantos momentos humillantes.
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Escondidos en lo alto de la fuente, los kwamis de ambos chicos observaban toda la escena.
– Son un par de tarados – expresó el semi-dios de la destrucción.
– Sip, sí lo son – admitió Tikki, observando de lejos a los jóvenes héroes riendo y tomados de la mano, y no pudo evitar sonreír – Pero son nuestros tarados.
- FIN -
Aghhh no sé qué tan buena idea haya sido agregar este cap, porque me gustaba más que tuviera un final frustrante, pero por otro lado quería darle una conclusión. Ya me dirán ustedes.