Los movimientos ágiles y seguros eran acompañados por la danza armoniosa de cabellos castaños, los cuales cubrían un blanco rostro, dejando asomar tímidamente un par de desafiantes ojos, lilas cual lavanda francesa. Firmes manos sostenían una espada, a la espera de cualquier movimiento.

-Has mejorado tu velocidad- declaró un hombre de cabellos dorados. Su mirada parecía severa, su rostro no demostraba emoción alguna-Pero, puedes hacerlo mejor-El hombre dejó escapar un suspiro, relajando cada músculo de su cuerpo y a la vez revelando una sonrisa que suavizó drásticamente la expresión de su rostro-Esas dudando al momento de usar la espada. Ese segundo de duda te podría costar la vida en el campo de batalla, Nozomi.

-Lo sé, lo lamento Kane-sensei. Es que mi Padre me ha solicitado hablar con él después del entrenamiento. Dijo que era urgente, algo relacionado con el futuro del clan. Espero que no este decepcionado.

-Lo dudo. Tiene suerte de que seas su hija.

-El siempre está ocupado. Es como si yo no existiera. Sólo hablamos sobre mi entrenamiento, el clan, esta guerra. Jamás me ha dicho que se siente orgulloso de mi-Nozomi guardó la espada suspirando. Observó el enorme río con ojos melancólicos, como si quisiera que sus preocupaciones fueran arrastradas por la corriente.-Será mejor que vaya. Gracias por todo, Kane-sensei.

-Buena suerte.

Nozomi caminó sin prisa por el bosque, hasta encontrarse con los enormes muros de piedra que protegían las tierras del antiguo y reconocido clan Furukawa, el cual había decidido permanecer en una posición neutral, dedicado a proteger a los pueblos de los daños que la guerra entre clanes traía. Habían tardado años en recuperar tierras, para finalmente crear un perímetro cuyas fronteras estaban marcadas por dos grandes ríos, el cual defendían de todo aquel que quisiera llevar a cabo un enfrentamiento perturbando la pequeña zona de paz.

Desde sus inicios el clan se dedicó a estudiar y descubrir los secretos del mundo, siendo de ese modo, poseedores de antiguos pergaminos heredados, los cuales contienen un sin fin de información y conocimientos anhelados por muchos. Incluso, fueron víctimas de varios ataques cuyo objetivo era robar dichos escritos.

Conocen profundamente los misterios del chakra. Sus ojos, usualmente morados o azules, les permite no solo verlo, sino también reconocer formas, colores y ,además, percibir rastros de chakra dejados hace años, permitiéndoles recrear escenas de combates, siendo de ese modo, excelentes rastreadores. Además, algunos miembros son capaces de moldear su chakra dándole forma de espada, kunai,lanzas, entre otros. Aunque en general, prefieren mezclar el chakra con armas fabricadas para darles mayor filo, fuerza e incluso alcance.

Se sabe también que su habilidad ocular (Shinjitsu no me) les permite adquirir mayor fuerza y velocidad. Pero sus ojos son temidos por otorgarles la capacidad producir pequeñas alteraciones del espacio-tiempo, como por ejemplo, desplazarse unos metros de un lugar a otro instantáneamente. La distancia mayor registrada es de 5 metros. La desventaja de dicho Dōjutsu es el gran desgaste físico, acortando severamente el tiempo de batalla.

Nozomi aun era incapaz de utilizar sus ojos al máximo, pero aquello no le molestaba, pues ella no quería apoyarse en ellos, prefería el uso de armas combinadas con su chakra, o bien, aprovechar el poder con el que había nacido, aunque su padre le había ordenado usarlo solo en caso de última necesidad. Ella recordaba la satisfacción en el rostro de su padre cuando hace unos meses se enteró de que ella había comenzado a ver colores rodeando a las personas, ya que ello significaba que sus poderes finalmente estaban despertando. Al principio sintió temor e incomodidad, pues no podía dejar de ver los colores danzantes en toda criatura viva. Algunos eran brillantes y cálidos. Otros, turbios y amenazantes. Fue un alivio cuando aprendió a controlar la habilidad, permitiendole "desactivarla".

Nozomi se encontraba frente a la puerta que la separaba de su padre. Había alguien con él en la habitación, no era correcto interrumpir.

-Pueden decir lo que quieran. Sus amenazas no me van a hacer cambiar de opinión-Dijo una voz firme. Nozomi la reconoció inmediatamente como la de su padre. Parecía molesto.

-Pero señor, hay que considerar que…

-Nada. No es primera vez que nos amenaza un clan para forzarnos a participar en la guerra. Tampoco será la última. Nosotros no vamos a unirnos ni al clan Uchiha, ni al clan Senju, ni ningún otro clan. Serán mi problema si es que cruzan la frontera, o si perturban algún pequeño pueblo cercano a ella. ¿Entendido?

-Si, Hitoshi-sama.

-Entonces, puede retirarse. Aproveche de decirle a mi hija que entre.

La puerta se abrió frente a sus ojos. El hombre con el que hablaba su padre le dedicó una reverencia y luego con su mano, le indicó que entrara. Nozomi le dedicó una pequeña sonrisa, para luego entrar a la amplia habitación. Apenas percibió la puerta cerrándose a sus espaldas. Con paso firme, se posicionó frente a su padre, cuyos ojos observaban todo movimiento realizado por ella. Nozomi recordaba a su padre antes de la muerte de su madre. Era un hombre alegre, menos severo, lleno de esperanzas para el futuro. Solía contarle historias antes de dormir, hablaba de paz, y no perdía la oportunidad de hacer alguna broma.

Hitoshi era conciente de su cambio de carácter. Sabía no era solo por el dolor de la pérdida. Ahora su espíritu temía por la vida Nozomi, su única hija. Debía asegurarse de que fuera fuerte, desconfiada, conciente de la realidad cruda, y para lograr eso, no debía inundar su cabeza de falsas esperanzas y fantasías. Varías veces había querido abrazarla, sostenerla en sus brazos y decirle que todo estaba bien. Pero debía reprimirse, debía formar en ella un carácter duro e independiente. Nada de aquellos momentos sacrificados se comparaban con lo que tendría que hacer ahora.

-Nozomi, como ya sabes, este mundo se encuentra en constante conflicto, lo que produce decisiones y hechos que no son correctos, injustos, antinaturales, como lo son el temor eterno, la muerte temprana especialmente en niños, y los riesgos a los que diariamente estamos sometidos. Tampoco es correcto que no puedas tener una infancia rodeada de juegos y amigos. En vez de eso, tienes entrenamiento y maestros. Pero nada lograremos con lamentarnos. Como bien es sabido, todos los miembros del clan comienzan a participar en misiones desde los 11 años de edad, que seas mi hija no será una excepción. Han pasado meses desde que cumpliste esta edad, por lo tanto ya es tiempo de que salgas al mundo real y comiences a formar parte de tu papel como miembro del clan.

-Padre, Kane-sensei me había hablado de esto, me siento preparada. He entrenado como nadie, he estudiado como si mi vida dependiera de ello. Cada día he luchado contra mi misma para superarme, y…

-Yo se que tienes miedo Nozomi. No tienes que ocultar tu temor.

-Pero, un Shinobi, no… no-La voz de Nozomi temblaba mientras intentaba contener sus lágrimas. Estaba aterrada ante la idea de salir sola al mundo, de sentirse vulnerable, de morir. Pero no quería ser una decepción. Debía ser fuerte, por el clan, por su padre, por ella, y sobretodo, para sobrevivir. Mordió sus labios con fuerza, sin darle importancia al sabor metálico de su sangre. De pronto, una cálida mano se posó en su cabeza. Sorprendida, alzó la mirada para encontrarse con los ojos bondadosos y no severos de su padre mientras que sus mejillas eran acariciadas por sus largos y castaños cabellos, iguales a los suyos.

-Que buena niña eres. Estoy seguro que estarás bien. Tu madre estaría tan orgullosa.

Nozomi sonrió tímidamente, aun confundida por la muestra de cariño de su padre. Ella quería ser la mejor ninja para que finalmente la reconociera, se volteara a verla, para que le volviera a sonreir. ¿Lo había logrado?. Sintió el impulso de abrazarlo, pero antes de poder dar la orden a sus brazos, la expresión de su padre volvió a ser severa. Si, su madre estaría orgullosa, siempre lo estuvo, siempre se lo dijo. Pero cada día creía menos probable escuchar dichas palabras de su padre.

-Ahora, debes saber que no te he llamado solo para que inicies tu rol como miembro del clan. Es hora de que le tomes el peso a tu rol como mi hija y sucesora.

-¿Cómo sucesora?

-¿Has notado que nuestro clan no es especialmente grande?-Ella asintió- Verás,tiene una desventaja. Nuestras habilidades solo son heredadas por la línea materna.

-¿Línea materna?

-Te dare un ejemplo. Imagina que una mujer del clan tiene un hijo y una hija. Ambos tienen nuestras habilidades. La hija, al casarse ya sea con un hombre del clan o externo, tendrá descendencia que heredará nuestros ojos. ¿Comprendes hasta ahí?

-Si.

-Ahora, si el hijo se casa con una mujer que no tiene nuestras habilidades,externa al clan, su descendencia no tendrá nuestros ojos ni habilidades, pero, si un hijo sin habilidades se casa con una mujer del clan, podría tener descendencia con nuestros ojos. Lo mismo ocurriría con la hija sin habilidades. Tendría que casarse y tener hijos con un hombre miembro del clan. Pero no podemos permitir que los matrimonios se den exclusivamente entre nuestros miembros. Por ello, siempre ha sido muy importante que la cabeza del clan tenga una hija que pueda asegurar nuestra supervivencia. Siempre se le han dado gran importancia y seriedad a los matrimonios de los integrantes femeninos. Pero tu matrimonio, lo es aún más.

-¿Me vas a obligar a casarme?-exclamó levantándose del suelo- ¡No lo puedo tolerar padre! tengo solo 10 años. Si me obligas, voy a escapar y jamás volverás a saber de mi.

-¡Por supuesto que no vas a casarte ahora! USA TU CABEZOTA.

-PERO CÓMO QUIERES QUE NO PIENSE ESO DESPUES DE LO QUE ME DIJISTE?

-PARA QUE ENTIENDAS DESDE AHORA QUE NO PUEDES CASARTE CON UN DEBILUCHO!

-NO NECESITO DE UN ESPOSO QUE ME PROTEJA! YO SOY FUERTE Y CADA VEZ LO SERE MAS!...tampoco es que…-Su rostro se sentía caliente, sabía que estaba cubierto de rubor- tampoco es como si…

-Que?...

-QUE TAMPOCO ES COMO SI YO PENSARA EN CASARME, MENOS CON UN DEBILUCHO. Seria un fastidio….¡Si los hombres son como tu, entonces todos son un fastidio! Jamás voy a casarme.

-Hija, se que el día de hoy, todo lo que te interesa es ser fuerte, entrenar, cantar, la naturaleza, escuchar el río,la música, apreciar tu alrededor. Pero existe la posibilidad, por más extraño que te parezca, de que algún día te enamores, pero lamentablemente, antes de tomar la decisión de pasar el resto de tu vida con esa persona, tendrás que pensar primero en el futuro de nuestro clan. ¿Crees que puedes prometer eso?

-¿Es decir, que no estoy obligada a casarme?

-No, pero espero que aquello nunca ocurra.

-Esta bien, padre. Prometo que si….eso pasara, velaré por el bienestar del clan.

-Es un alivio. Entonces ya es tiempo de que te asigne una misión. Han llegado informes que reportan movimientos extraños en la zona sur de la frontera. Grandes cantidades de chakra han sido detectadas. Se sospecha que dos grandes clanes se están enfrentado, y a la vez aproximando peligrosamente a nuestra frontera. Necesito que te dirijas a la zona, investigues y reconozcas la situación. Evita cualquier enfrentamiento. No deben saber que los estamos vigilando. Es de suma importancia que reconozcas de quien se trata.

-Si, señor.

-Buena suerte.

Nozomi se dirigió rápidamente a su cuarto tras despedirse de su padre. Debía partir inmediatamente. Su corazón latía con rapidez. Había salido antes a misiones, pero siempre acompañada y en segundo plano. Se había enfrentado en ellas a ladrones, asesinos a sueldo, secuestradores. También ya había matado, aunque no lograba acostumbrarse a ello, cada vez se le hacía menos difícil hacerlo, lo que le preocupaba más. Antes evitaba mirarlos a los ojos, pero grande fue su sorpresa la primera vez que no apartó la mirada y pudo contemplar como el brillo se iba de los ojos a algún lugar tal vez mejor. Pese a su experiencia, aún así sentía miedo. Nunca había ido tan lejos y nunca había sentido tan real la posibilidad de enfrentarse a un ninja de alto nivel, otra vez. Su mano se dirigió automáticamente a su clavícula derecha para tocar una blanca cicatriz, rastro de la espada que asesinó a su madre y que casi la mata a ella también. En el fondo deseaba encontrarse con ese ninja y vengarse por todo el daño que le había causado, pero su maestro le había enseñado de lo peligroso que era ese sentimiento, el mismo que impedía que la guerra terminara. Nozomi no quería eso. Su deseo, su sueño de paz era mayor al de la venganza. Si para lograrla debía perdonar y soltar el pasado, entonces lo haría por más difícil y doloroso que pudiera serlo. Pero ahora estaba sola. Su padre ya no creía en ese futuro. Había enterrado esa esperanza en un abismo sin fin. De pronto vinieron a su mente las palabras que su madre había dejado grabadas en ella antes de fallecer.

-¨Nozomi, mi pequeña, resiste."

-"Ma….má, tengo frío y miedo."

-"No te preocupes, vas a vivir, eres la esperanza del futuro...debes prometerme no perder la fe, cree en ese mundo Nozomi, no pierdas ...la fe. Yo se que puede ser real...No...no permitas que las dificultades opaquen tu luz, siempre va a haber sobra donde brille el sol Nozomi, pero no por eso debes pensar que brilla menos. Algún día habrá una luz tan fuerte que no proyectara sombra. Prometemelo Nozomi, prometemelo."

-"Lo prometo"

-Lo prometo madre. No importa si tengo que hacerlo sola-Se dijo para sí mientras trenzaba su cabello- Haré de ese sueño, una verdad.

A lo lejos dos jóvenes reían a la orilla de un río, despreocupados, como si hubieran creado un muro que los alejaba y protegía de la realidad.

-No, no sería un buen líder, no me gusta que me sigan.

-No seas ridículo Madara.

-El ridículo eres tu, Hashirama.

-Quizás tienes razón.

-No es para que te deprimas…

-¿Crees que… crees que hay mas personas como nosotros?

-Quien sabe.