Adrien siempre había odiado estar encerrado. Odiaba la oscuridad, los pulmones se le comprimían cada vez que veía las ventanas de su habitación cerradas y la puerta, a su espalda, custodiada por Gorila. Sin embargo, cuando se dio cuenta de que Marinette no salía de aquel agujero claustrofóbico, no se lo pensó dos veces. Apenas quedaba sitio para la mitad de su cuerpo. Las piernas de Marinette se habían encogido hasta toparse con su pecho y el yo-yo había caído en un punto cercano a su cabeza. Era una suerte que el agujero no se estuviera encharcando, sino que el agua surgiera de él como una cascada. Adrien se tragó todos sus miedos, se quitó el anillo y se deshizo de sus pendientes. De inmediato, toda la magia desapareció, incluido el yo-yo; salvo el lucky charm, que aún no había cumplido toda su misión.
La cabeza de Adrien funcionó a una velocidad vertiginosa. Se plantó los pendientes como buenamente pudo e invocó a Tikki tal y como había escuchado a hacerlo a Marinette. Sin embargo, conseguir que ella reaccionara para invocar a Plagg fue lo más complicado. El subconsciente le ayudó y solo así se pudo escuchar la petición de Marinette, con un hilo de voz que a Adrien le sonó campanas de gloria.
Todo aquello sucedió en apenas minuto y medio, aunque a él se le hubieran antojado horas. Por eso, cuando aterrizó con Marinette en brazos en su terraza, sintió que le fallaban las piernas y tuvo que apoyarse sobre la barandilla para no caer de bruces. Marinette, que aún no se había recuperado del todo del sobreesfuerzo dentro del árbol, le sostuvo como pudo.
―Plagg, garras fuera―murmuró ella.
La luz verde del poder de la destrucción la envolvió, despojándola del traje y dejándola desnuda. Adrien, al verla, se puso en pie de inmediato y la empujó hacia su habitación, cubriéndola.
―Pero, ¿qué haces?―masculló Adrien entre dientes, abriendo la trampilla y metiendo a Marinette por el hueco, agobiado― ¡Te van a ver!
Marinette se mordió el labio inferior.
―Vale, no ha sido muy inteligente por mi parte…―admitió en voz baja.
Adrien le lanzó una mirada de circunstancias. Entró tras ella, cerró la trampilla y se dejó caer sobre la cama, todavía deshecha, un recuerdo latente de lo que había ocurrido el día anterior. ¿Cómo era posible que aún fuera sábado, que el día anterior hubiesen ido al cine y que hacía casi una semana que le había revelado su identidad? Parecía que hubiesen pasado meses.
―Tikki, puntos fuera―suspiró Adrien, cansado.
Al igual que ocurrió con el traje de Chat Noir, el de Ladybug desapareció. Tikki se reunió con Plagg en un rincón de la habitación. Ambos kwamis estaban exhaustos, pero sabían (sobre todo, Tikki) que necesitaban dejarles a sus portadores su espacio y su tiempo. Ahora que el peligro había desaparecido y que no había otra cosa sobre la que hablar, pudieron mirarse fijamente a los ojos.
Marinette notaba su corazón latir con prisa. Estaba desnuda, pero no le importaba. Adrien había visto todo de ella, por dentro y por fuera. Y a él no parecía incomodarle estar también sin demasiada ropa. Ninguno hablaba, ambos esperaban a que el otro dijera algo. Y así podrían haberse llevado años si Adrien no hubiese cerrado los ojos y le hubiese tendido la mano. Marinette, que se había sentado con las rodillas a la altura de la barbilla, dudó. Sin embargo, al ver que Adrien no apartaba su mano extendida, la aceptó con timidez. Él tiró de ella hasta conseguir que se tumbara a su lado y, para convencerla de que quería hablar en serio, la tapó con las sábanas y la colcha. Era su manera de decirle que tenía su propio espacio, pero que quería sentirla cerca. De hecho, no soportaba no tocarla. No después de haber estado a punto de perderla.
―Gracias por salvarme―musitó Marinette, tirando de las sábanas hacia arriba para cubrirse la boca y dejar solo al descubierto sus ojos y su nariz.
Adrien la observó. Se puso un brazo por debajo de la cabeza y se quedó mirándola en silencio. No entendía aún cómo no había reconocido aquellos ojos bajo la máscara. Sería porque estaba cegado por los poderes de Ladybug como para darse cuenta de aquel detalle, se dijo. O incluso el pelo, la forma de la boca, las líneas de los pómulos y de la barbilla, la finura de sus dedos, la pequeñez de sus manos, la sinuosa curva de sus caderas… Había sido tan obvio que se sentía estúpido.
―Sé que…―continuó ella, carraspeando― estarás decepcionado y todo eso, pero te juro que…
―Espera―la interrumpió, alzando la mano que tenía libre y frunciendo el ceño, al tiempo que se giraba para quedar de cara a ella―, ¿decepcionado?―repitió, incrédulo― ¿Por qué iba a estar decepcionado?
Marinette respiró hondo.
―Porque yo soy Ladybug.
―Dios, Marinette―suspiró Adrien, sonriendo y llevándose la mano a la frente para apartarse el pelo, despeinándose aún más y pareciendo más Chat que nunca al mirarla de nuevo―. No estoy decepcionado por ti, estoy decepcionado por mí mismo. ¿Cómo no pude darme cuenta antes de que mi sueño se hizo realidad al conocerte?
Marinette quiso responder, pero las palabras de Adrien la habían dejado sin habla.
―Esto…
Adrien amplió la sonrisa. Bajó la mano para poder acariciarle la cara a Marinette. Era tan suave que se le erizó el vello de los brazos.
―¿Lo ves?―se señaló a sí mismo con los ojos― Llevas provocándome esto más de dos años. ¿Y tú crees que estoy decepcionado porque seas tú? Dios, Marinette, no podría estar más feliz―le acunó el rostro con dulzura y se acercó a ella para poder darle un beso en la frente―. Ahora todo tiene sentido para mí.
―Pero―musitó Marinette, con el corazón latiéndole a mil por hora y las manos sudando bajo la ropa de la cama―, tú no me viste de esa forma al principio… Tú no te fijaste en mí.
―Lo habría hecho―le aseguró Adrien con cariño―. Si Ladybug no existiera, si tu alter ego no estuviera, habría intentado hacerte feliz muchísimo antes. No habría sido tan estúpido―Adrien negó con la cabeza y se pegó por completo a Marinette, envolviéndola en un cálido abrazo que hizo que ella dejara reposar el rostro sobre su pecho desnudo―. Si hubiese prestado más atención, habría visto que nunca dejaste de ser Ladybug. No importa que me digas que eres torpe o algo así, es mentira. Eres Ladybug con y sin el traje, aunque no te das ni cuenta. Alya debe de estar más ciega que yo, pasa más tiempo contigo de lo que nadie lo hace―rio Adrien por lo bajo.
―Ya―asintió Marinette, dibujando una pequeña sonrisa―. Si llega a enterarse alguna vez, se desmaya.
―Está cerca de ser una detective privada.
―Tú lo has dicho: cerca.
Ambos se echaron a reír sobre el otro. Fue entonces cuando Marinette se sintió lo suficientemente segura como para dejar a un lado las sábanas y devolverle el abrazo a Adrien. Él respiró hondo, disfrutando del calor y la electricidad de los brazos de Marinette rodeándole la cintura. Se recreó en la sensación de sus manos acariciándole la espalda de manera distraída, sin darse cuenta de que estaba haciendo que el pecho de Adrien amenazara con estallarle.
―Antes―dijo entonces Marinette, rompiendo el cómodo silencio que se había instalado entre ambos―, has dicho que se había cumplido tu sueño. ¿Cuál era?
Adrien suspiró, hundiendo la nariz en el pelo de Marinette.
―Que alguien me quisiera por ser quien soy. El de verdad, el Adrien auténtico.
Marinette frunció el ceño, sorprendida.
―¿Qué?―inquirió Adrien, divertido, al notar la tensión que se había instalado en los hombros de la chica― ¿Esperabas otra respuesta?
―Sí―admitió ella―, lo cierto es que sí.
Adrien sonrió aún más. Marinette no dejaba de sorprenderle. Se separó un poco de ella y le puso el pelo de tal manera que le dejara ver su cara por completo. Ella le devolvió la mirada, interrogante.
―Tú has sido la única que ha visto a través de mi máscara―murmuró Adrien, con tal dulzura en la voz que Marinette creyó que se derretía―. Creo que es motivo suficiente para estar enamorado de ti, aunque solo sea para empezar. Solo quiero que confíes en mí, que me creas cuando te digo que te quiero. Yo… soy lo que ves. Si me quieres como tal, soy todo tuyo.
―¿Para… siempre?―dijo Marinette, temblorosa.
―Para siempre―asintió Adrien.
Si había alguien en el mundo más feliz que Marinette en esos instantes, era porque no había escuchado su corazón ni había oído sus pensamientos. Ella solo pudo besarle, dejando que las lágrimas de felicidad agolpadas en el azul de sus ojos inundara de calidez el pecho de Adrien. Él correspondió el beso. Le daría todos los que le pidiera. Ni él ni ella tenían mentalmente la edad que aparentaban. Ambos habían crecido en el dolor, la adversidad y la sensación de no ser aceptados completamente. Juntos se habían ayudado y habían hecho que el otro confiara más en sí mismo.
Y ahora, por fin, tras haberse dejado ver por completo, el universo parecía estar en su sitio. Tal vez no hubiesen vencido a Hawk Moth, pero no importaba. Se tenían el uno al otro, podrían ganar cualquier batalla. Se protegerían, se mantendrían a salvo, aunque solo fuera por mantener vivo al otro. Adrien había descubierto lo que era la libertad y Marinette había dejado que él encerrara todos sus miedos en un cajón y los desterrara a un rincón recóndito de su mente. Ninguno sabía cuál era su futuro pero, al menos, sus secretos ya habían sido revelados.
FIN
Bueno, mis queridxs lectorxs, aquí acaba esta pequeña historia. Sin embargo, os traigo la primicia de que TENGO PREPARADO un one-shot sobre nuestros queridos personajes y que MUY PRONTO lo publicaré. Aún le estoy haciendo algunos retoques, pero espero tenerlo listo cuanto antes.
Muchísimas gracias por haberme acompañado este breve relato. No quería que tuviera más capítulos y me he reservado algunas cosillas para el one-shot que, os prometo, os encantará (esa es mi intención, al menos, jejeje).
Un beso para todxs. ¡Nos leemos MUY PRONTO!