Capítulo 13.

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Sufrimiento doble.

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Aproximadamente a cuatro metros de distancia, el espacio que separaba la entrada y la barra de la cocina. Kurokawa y Tomoe se quedaron mirando el uno al otro. Se volvían a ver por primera vez desde aquella noche que Tomoe salió huyendo de casa y abandonándolo en San francisco. Tenía de frente al hombre que tanto quería y sin explicación alguna había dejado. Kurokawa lo observaba en total silencio, como petrificado, viendo su dulce rostro aun radiante de juventud, pero con una indudable ansiedad y confusión.

Las emociones de ambos se sacudían en el interior, ninguno decía nada, no se movían. Habían escuchado que la mayoría de las parejas se separan por un motivo u otro, casi siempre uno madura más que el otro, Tomoe recientemente había comenzado a hacerlo, lo malo es que, en esos cambios internos, la persona puede perder interés por el otro o cambiar de sentimientos cuando comienza a aspirar a otras cosas o encuentra a alguien más. Aunque Kurowaka era maduro y el cabello alrededor de sus sienes comenzaba a platear, Tomoe sospechaba que eso ultimo le sucedía a su esposo, que estaba interesado en otra persona.

Contrario a Kurokawa a él nunca le había sucedido eso, si se encontraban actualmente separados era por las sospechas acerca de su esposo, pero Tomoe sabía que el amor entre ambos aún era intenso, al menos de parte de él. Nunca se habían ofendido mutuamente o distanciado por días o semanas como en esta ocasión y de repente todo parecía derrumbarse entre ellos

- ¿Cómo lograste localizarme? -

Kurokawa se sobresaltó al escuchar finalmente su voz y la pregunta. Se había perdido un instante viendo las fotografías en las paredes al igual que Isogai días atrás. Ni siquiera estaba enterado como la mayoría en la familia del divorcio de su cuñado, y se admiraba con el hecho de que su cuñado había formado una familia tan bella. No era que pensara que Souichi fuera incapaz de hacerlo, al final de cuentas el hombre era guapo, pero la naturaleza de su carácter lo hace difícil de tratar.

- Seguí las indicaciones de Kanako e Isogai -

- Ya veo, será mejor que nos sentemos si vamos a hablar -

- Esperaba que fuéramos a algún café… ¿No esta Souichi kun aquí? -

Pregunto mirando por todo el departamento, como si esperara que en cualquier momento su endemoniado cuñado le saltara encima.

- Esta aquí, pero en cuanto escucho que eras tú se fue a su habitación. No te preocupes, el no interferirá a menos que yo se lo pida -

- Ya veo…quiero que regresemos a casa. Juntos -

- No sé si quiera hacerlo ¿Sabes? Tengo muchas preguntas y necesito que las respondas antes de tomar alguna decisión -

- Tomi kun ni siquiera sé porque te marchaste, llegue a casa y ya no estabas. Sé que revisaste mi laptop y no me molesta que lo hayas hecho, pero ¿Que viste que te incomodo tanto? -

Tomoe abrió sus ojos haciéndolos lucir más redondos, recordó las líneas y las conversaciones borradas, pero teniendo a Kurokawa frente a él, ahora se preguntaba si fue un idiota al salir sin preguntar primero o pedir que le explicara las cosas. La conversación de Isogai también lo hizo salir de su confusión al pensar que actuó de manera precipitada al casarse con ese hombre ante él, en la mirada de Mitsugu lo único que podía ver era amor y confusión.

Comenzó a explicarle todo, lo que leyó en su dispositivo y lo muy lejos que su mente había llegado en sus conclusiones. Kurokawa en un momento no sabía si soltar una carcajada, quería hacerlo, pero logro mantenerse serio. Conociendo bastante a su esposo, sabía que lo enfadaría si se reía ante sus evidentes celos, porque eso era lo que sucedía. Tomoe moría de celos y saberlo lo hacía feliz, por cruel que pudiera parecer.

- Estas en lo cierto, borre varios mensajes. No quería que los vieras -

Sorprendido Tomoe frunció el ceño y casi se levanta para no escuchar más a ese sin vergüenza. Kurokawa continuo bastante divertido.

- Quería sorprenderte…aunque no de esa forma. Últimamente ambos pasábamos mucho más tiempo en el trabajo que juntos y pensé que, unas merecidas vacaciones nos caerían bien. Ahorre por meses para viajar y venir aquí para reunirnos con la familia y visitar algunos lugares más -

Tomoe lo pensó un poco, dudando si esa explicación era verdadera. Se odio por eso, siempre había confiado en Kurokawa y dudar de él ahora le parecía imperdonable. Kurokawa noto algo de eso, vio que él hombrecito frente a él tenía muchas dudas. Pero él podía tranquilizarlo si le mostraba que lo que decía era cierto.

- De hecho, tengo los boletos que reserve en esos días y el pago de unos sitios que quería que visitáramos. Todo está registrado en el sitio web donde realice las compras -

Su esposo le daba la opción de comprobar sus palabras, poder ver las fechas y horas que visito esos sitios en la red. Pero él no pensaba hacer eso, lo único que haría sería demostrar su falta de fe en su esposo y en el amor que le tenía. Por ello, dijo lo que sentía y pensaba con sinceridad.

- Pero debiste consultarlo conmigo! Ambos podíamos haber ahorrado más rápido y no habría existido este mal entendido. Tus acciones me hicieron dudar -

- No haría una cosa que te dañara Tomi, aún recuerdo como me sentí cuando Rick no se apartaba de tu lado. Además, te pedí que nos casáramos porque eres la persona con la que quiero pasar mi vida, con nadie más -

- Kurokawa san...

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Abrazados tras las barras de acero en el mirador de la Torre de Tokio, contemplando los colores de las luces de la ciudad, Kurokawa hablaba a oídos de Tomoe.

- Desde aquí se pueden ver todas las luces de la ciudad, siempre ha sido hermosa. Por supuesto que no se puede comprar al firmamento que se ve desde los telescopios que hay en la Nasa -

Tomoe escucho aquellas palabras encontrando cierta nostalgia en la voz de su esposo. Para el hombre que lo rodeaba protectoramente con sus brazos, había sido un gran sacrificio dejar todo atrás en esta Ciudad: Su madre, su trabajo y su mejor amigo.

¿Lo extrañas mucho amor? -

- El que? -

- Vivir aquí, ¿Japón, tu ciudad, tu madre, el trabajo…todo? -

- Bueno, te mentiría si dijera que no lo hago, pero no me arrepiento de irme contigo a San francisco. Ahora tenemos una vida en un país que, aunque no es nuestro, nos ha dado una buena acogida -

- Promete una cosa Kurokawa -

Kurokawa lo miro esperando escuchar que le solicitaría Tomoe.

- Que regresaremos aquí y envejeceremos juntos. Podremos sentarnos en la terraza de una hermosa casa que compraremos cerca del mar y mirar las estrellas y lo infinito del espacio con un telescopio y beber champán mientras me abrazas como lo haces ahora -

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Souichi tecleaba hábilmente en su laptop, tenía alrededor de su escritorio cuatro tazas vacías de café y el cenicero con algunos cigarrillos a medio terminar. Buscaba en su correo electrónico los últimos datos del proyecto en el que trabajaba y que Innue le había enviado para ponerse al día. Tal vez se debía a la hora, o quizás al simple hecho de que no podía concentrarse, pero decidió guardar el archivo y apagar el dispositivo.

Cuando salió a la sala mantuvo una breve conversación con su hermano, el tema principal: Kurokawa. Cuando sonó el timbre, ambos se miraron comprendiendo que el hombre que Tomoe esperaba había llegado.

- Estaré en mi habitación por si necesitas cualquier cosa -

- Gracias Nissan, perdona las molestias -

Souichi yacía echado sobre su estrecha cama, con las manos detrás de la cabeza y su cuerpo únicamente cubierto por una delgada sábana. Se había tendido allí tras caminar casi una hora alrededor de su habitación conteniéndose de salir y gritarle unas cuantas verdades a su cuñado. Desde que escucho a Kurokawa entrar en su departamento, había querido hacerlo, pero en el momento que decidió no interferir se encerró, no hizo movimiento alguno para incorporarse y confrontar a su cuñado. Había aceptado a regañadientes mantenerse al margen de todo el asunto. Hacía mucho que se había resignado a que su hermano se mantuviera casado con ese hombre y ahora que las cosas no parecían marchar bien entre ellos, se sentía incapaz de emitir un juicio. Su hermano menor llevaba poco más de siete años casado, lo que cualquiera hubiera pensado que resultaría, si no imposible, si muy difícil.

El mismo se casó con una bella mujer, buena esposa, buena madre y exitosa en el trabajo, lo que cualquier hombre buscaría para formar un hogar y una familia. Sin embargo, todo eso no fue suficiente para tener un matrimonio estable y duradero. Al menos no lo fue para él.

A pesar que debería encontrarse en su trabajo, no había nada inmediato que necesitara ver. Tampoco deseaba dejar solo a su hermano y su padre le hizo prometer que iría a la que fue su casa a permanecer el fin de semana con él, Ayane e Ichi. Ya podía imaginarse que intensiones tenía el hombre mayor y hasta cierto punto se sentía tentado a ceder a sus peticiones después de todo, ya no tenía esperanzas de ver más a Tetsuhiro y tampoco era como si él buscara tener una nueva relación.

Se dijo que lo mejor que podía hacer era descansar ese día. Hizo caso omiso a los mensajes de sus amigos que lo apremiaban a regresar. En el último mensaje, Innue insistía en hablar con él.

Ella siempre había sido la persona con la que podía hablar, la que entendía la amargura de él bajo su apariencia superficial. Innue insistía en estar cerca de él más que nadie entre sus conocidos y nunca intento reprenderlo por su modo de vida. Souichi en ocasiones sentía que ella lo conocía más que Ayane, como si pudiera saber por qué hacia las cosas que hacía.

Era consciente de los sentimientos que Innue tenía por él, en algún momento la mujer se lo dijo de forma directa después de dos años de terminar con su matrimonio, Souichi no la rechazo de forma tajante, pero si le hizo saber que no estaba listo para mantener una nueva relación. Involucrarse con ella de manera sexual tampoco le parecía una buena decisión, su amistad se arruinaría con el tiempo y no quería eso.

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Llevaba varios minutos en aquel estado de desconcierto total. Llorando como un niño que ha perdido algo muy valioso.

Poco a poco su llanto ahogado fue decreciendo y finalmente pudo recuperar la respiración normal, no tenía idea de a donde se había metido su hermano, se suponía que debería estar al lado de su padre mientras Masaki san y él se recuperaban de las guardias pasadas. Le molesto aquel descuido, además necesitaba que Kunihiro ocupara su puesto como el hermano mayor, en las condiciones en que Tetsuhiro se encontraba no podía pensar con claridad para hacer trámites y papeleos.

Los sucesos de los días pasados se mezclaban con su realidad presente ¿Que se suponía que debía hacer a continuación? Su único deseo ahora era irse lejos y beber un trago, pero hacer algo tan irresponsable sería incorrecto y muy frívolo. La desolación que sentía en ese momento nadie en su casa la apaciguaría, ni siquiera Masaki que trataba de darle consuelo.

A pesar de ser capaz de dirigir una prestigiosa compañía, en esos momentos confiaba en que algo como lo que sucedía lo manejaría y controlaría mejor Kunihiro. Encima de todo, se sentía mal físicamente, tenía náuseas, la cabeza le daba vueltas. El corazón le latía con fuerza, lo sentía empujando furioso contra su pecho, tenía sed, la garganta reseca y de repente pensó: Necesito tomar un trago o simplemente me volveré loco.

Kunihiro llego corriendo por el pasillo de entrada y se detuvo frente a ellos calmando la respiración. Masaki se puso de pie enseguida, pero Tetsuhiro permaneció sentado frotándose las sienes que punzaban añadiendo dolor a su martirio y decidiendo si quedarse o salir corriendo. Kunihiro respirando más pausadamente, finalmente hablo.

- Solamente salí a comer algo rápido y cuando regrese me informaron de que mi padre murió durante mi ausencia ¡Soy un idiota! No debí dejarlo solo ni un minuto -

Durante unos instantes Kunihiro se sintió lleno de ira contra el mismo, contra la muerte por llegar cuando él había salido escasos minutos y por la impotencia de saber que aun si hubiese estado en la habitación, no podría haber hecho nada. Había estado al lado de su padre durante todo el día, y por poco tiempo que salió …qué ironía.

- No podías saberlo, nadie podía, deja de culparte y dañarte más -

Le dijo Masaki esperando que Tetsuhiro confirmara sus palabras, pero cuando se giró a verlo mientras Kunihiro mantenía su cabeza sobre su hombro, vio que este ya no se encontraba sentado ahí. Frunció el ceño suponiendo varias cosas a la vez.

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Cuando llamaron a algún familiar, le toco a Kunihiro ir acompañado de Masaki. Tenía que subir y recibir la billetera que le entregaron, esta estaba metida en una bolsa de plástico junto con algunas monedas sueltas y las llaves de su casa. Kunihiro rompió en llanto apretando la bolsa contra su pecho. Masaki lo abrazo y consoló tranquilizándolo con sus palabras.

Cuando regresaron a la sala, buscaron con la mirada a Tetsuhiro, que no se veía en ninguna parte. Decidieron sentarse a esperar que regresara mientras sacaban la billetera, estaba desgastada y se sentía repleta. Recordó como su madre siempre regañaba a su padre por su terquedad de llevar consigo tanto efectivo y aunque tenía tarjetas bancarias, nunca fue capaz de acostumbrarse a pagar con ellas cuando salía. El hombre no era alguien que se acostumbrara a los cambios y menos a la modernidad y la mentalidad abierta.

Kunihiro se sorprendió al ver que, en un compartimento de la cartera de cuero, llevaba las fotografías de su madre, Tetsuhiro y él mismo. Nunca se imaginó que el hombre mayor las llevase consigo a todos lados. Se enfureció con su hermano menor por no estar ahí y poder mostrarle que su padre lo amaba.

Tetsuhiro afuera del hospital tenía ganas de azotar su celular, no marcaba cobertura y quería marcarle a su abuela. Repasaba mentalmente una y otra vez sus últimas horas. Simplemente le era imposible mantenerse en ese estado de angustia. La opresión que sentía bien podía compararla a alambres de púas clavándose dolorosamente en todo su ser.

El cielo oscuro cubría todo a su alrededor, batallaba con sus pensamientos, había visto nuevamente al hombre que había amado más que a nadie y no se movió, no fue tras él. Se limitó a dejar que se fuera por segunda vez. Una parte de él llego a creer estúpidamente que Souichi recuperaría la sensatez y volvería hacia él dispuesto a aceptar cualquier condición que le impusiera con tal de que lo amara. Tetsuhiro aun pensaba inocente que cualquier cosa era posible después de aquella maravillosa noche. Sin embargo, aquello no sucedió, el amor de su vida se había ido una vez más y cuando suceden dos cosas terribles en un mismo día y como hombre siente que está tocando fondo se las arreglaría para hundirse aún más, para lastimarse el mismo, como solo pueden hacer los hombres desesperados. Ponerse a beber y tratar de ahogar sus penas le pareció la mejor manera de conseguirlo.

Sentado con la cabeza sostenida sobre el volante, miro por segunda vez el juego de llaves colgando, todavía pensando con dudas si quería ir a ese lugar, cuando bien sabía que ya había decidido. Miro como todas se balanceaban de un lado a otro en el interruptor, observo una en especial, una que había mantenido con él los pasados años y siempre llevaba en su llavero. Podría ser que aún sirviese para abrir la puerta, la cerradura debería estar atascada con oxido, pero esa llave era el único recuerdo de su antigua vida que se había permitido conservar. Un simple pedazo de metal que servía para abrir parte de su pasado. La tocó y pensó en la última vez que la había usado. Quería huir ahí y al mismo tiempo rehuía a la idea.

Condujo a alta velocidad por más de hora y media batiendo récord. En momentos se perdía tanto en sus pensamientos, que raramente pestañeaba ante el camino desierto.

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Hiroto observó preocupado a Tetsuhiro cuando lo vio entrar en el Adam site. Ese hombre pelirrojo que siempre estaba listo para bromear y sacarle las cargas pesadas a los clientes lo miro con preocupación ¿Que se suponía que hacía en Nagoya?

- ¡Que tal Ángel? ¿Estás bien? -

Le preguntó amigablemente y tratando de verle bien el rostro que mantenía gacho. Siempre le fue fácil ver a través de su amigo, pero hoy no sabía que reflejaba con certeza aquella expresión y la mirada en sus ojos.

- Necesito una copa en mi mano Hiroto -

Hiroto puso en marcha su cuerpo de inmediato, preparo algo parecido a lo que las damas beben, un coctel ligero. Presentía que esta noche seria larga y no quería que su amigo se intoxicara al beber de prisa. Morinaga torció la boca al ver el extraño color de la bebida y el adorno ridículo en el borde del vaso.

- Aquí, ahora dime ¿Que sucede? -

Tetsuhiro se dispuso a abrir la boca para soltar una gran ristra de dolor sobre su padre muerto, su eterna mala suerte en el amor y como salió huyendo del hospital ante lo insoportable de la situación. Lo raro era que siempre hacia eso de huir únicamente en situaciones personales, al trabajo nunca le dio la vuelta y era capaz de resolver hasta las peores situaciones.

Estuvo a punto de soltarlo todo ante Hiroto, pero se calló tal vez esperando que el alcohol hiciera su trabajo.

- Hiroto dame un whisky doble, esa bebida estaba demasiado rebajada -

- Esa no es la mejor formar de lidiar con la decepción o los problemas amigo -

- Tengo éxito en otras áreas -

Dijo minimizando la situación. Pero Hiroto no se tragaba fácilmente aquello, estaba demasiado acostumbrado a las falsas peroratas de sus clientes.

- Sé que no vienes a hablar de tus éxitos, Angelito -

Tetsuhiro finalmente obtuvo su whisky y después de acomodarse bien en un mejor taburete frente a la barra, le contó a su fiel oyente todo lo sucedido. Hiroto lo escucho en silencio dándole sus sinceras condolencias por la pérdida de su padre. Posteriormente continuaron hablando de Souichi: Su breve permanencia en Fukuoka, la llegada de Ayane y su partida sin verse la cara.

- Deberías sentir pena por ella -

Hiroto se refería a Ayane. Morinaga miro confundido a su amigo ¿De qué lado se supone que estaba?

- ¿Por qué iba a sentir pena por ella? -

- Porque sabes lo que es amar a Souichi, y perderlo, es natural que no quiera rendirse. Que desee recuperar su familia -

- Entiendo a lo que te refieres. Pero a diferencia de esa mujer, él nunca se comprometió conmigo como lo hizo con ella. Finalmente comprendo que uno no puede perder lo que nunca ha tenido. Entonces ¿Cómo recuperarlo? -

- Puede que sí, que nunca te dio esa seguridad de pertenencia y permanencia. Pero de una cosa estoy seguro, eras más feliz con él que sin él. Desde que te conozco saliste con varios tipos de este bar que solo te ponían cachondo y no puedo negar que hay tipos que apetecen, que son guapos y divertidos. Pero luego están los otros, de una categoría muy distinta, inalcanzables en ocasiones y en tu caso, uno solo te hace pensar en la eternidad junto a él. Souichi es eso para ti ¿no? -

- Veo que te has puesto de su lado...Si te digo que si ¿Me dejaras beber en paz? -

Hiroto estaba por desmentirlo, obviamente estaba del lado de su amigo. A Morinaga no le había hecho gracia nada de lo dicho por su amigo. Pero comenzó a sonar el celular de Tetsuhiro, este lo saco de su chaqueta y miro el contacto durante unos segundos. Se lo pensó un poco, sin embargo, decidió responder pese al ruido en el bar.

- Abuela? -

- Tetsuhiro! ¿Estás bien hijo? -

- Sí, estoy bien…perdóname por no estar en casa -

- Querido quiero que vengas aquí, no debes estar solo -

- Llegare para el funeral -

- El funeral? Eso es en dos días, tienes que estar aquí, a lado de tu madre y a lado mío -

- Es demasiado para mí, por favor perdóname -

- No tengo nada que perdonarte, sé que para ti es más difícil, sin embargo, te necesito cerca de mí. Dime al menos ¿Dónde estás? -

- Eh? En Nagoya -

- Te quedaras en algún hotel? -

- No, no me quedare en un hotel…iré a mi antiguo departamento -

- En el que vivías con ese hombre que amabas -

- Si a ese mismo, pensare un poco y volveré a tiempo -

- No bebas, no como lo hiciste cuando tu relación termino -

- No, abuela, no beberé hasta perderme -

Una cosa era decirlo y otra muy distinta hacerlo, después de sacar parte de su frustración con Hiroto, Morinaga estaba casi noqueado, recostó la cabeza de lado sobre la barra y sentía que se le cerraban los ojos. Lo bueno es que el reloj indicaba la cercana salida de Hiroto y podría llevarlo a su departamento. Lo haría a pesar de la terquedad de su embriagado amigo.

Hiroto tuvo que ahuyentar a varios tipos que, al verlo perdido en alcohol, querían sacarlo de ahí. Le revoloteaban como moscas al rededor y no era para menos, Tetsuhiro con su corpulento cuerpo y alta estatura llamaba la atención. Añadido a eso, la ropa que vestía sin duda era de marca y destacaba su personalidad y virilidad.

Hiroto tuvo que meter a Morinaga en el auto con la ayuda de su compañero. Pero al mirarlo de reojo mientras conducía, dudo que pudiera bajarlo el solo.

- Ya está, llegamos Ángel ¡Despierta! -

Hiroto se estaciono frente al complejo de edificios, tuvo que bajarse a preguntar si podía aparcar el auto en el estacionamiento de los inquilinos. En un principio el encargado se negó, pero cuando le explico que Tetsuhiro era el dueño de uno de los departamentos del tercer piso, le abrieron las rejas para acomodarlo en uno de los lugares.

Tetsuhiro traía el estómago revuelto y no fue capaz de contener lo que había bebido de mas, en cuanto abrió la puerta del copiloto, inclino la cabeza y cubrió el asfalto con el contenido de su estómago. Su amigo de inmediato cogió algunos pañuelos y bajo a auxiliarlo.

- Te dije que bebieras más despacio! ¿Puedes caminar tu solo? -

- Todo bien Hiroto -

Dijo arrastrando las palabras y recostándose nuevamente en el asiento, acomodándose para dormir dentro del auto. Hiroto frunció el ceño y puso los ojos en blanco.

- Como si no tuviera suficiente batallando con los borrachos en el bar, pero eres mi amigo. Aquí vamos -

Lo jalo y casi rebota dentro del auto ante el peso del hombre.

- Cielos! Pesas como hierro -

Con mucho esfuerzo y varios tropiezos lograron llegar al tercer piso. Tetsuhiro mas mareado por el aire que le llego de golpe, dejo que Hiroto revisara sus bolsillos y sacara las llaves. Entro sin quitarse los zapatos, a pesar de que sabía que el sitio estaba limpio. Durante todo ese tiempo había pagado por que le dieran mantenimiento y limpiaran una vez a la semana.

Para él ese sitio no era ninguna inversión económica, al contrario, únicamente le ocasionaba gastos. Lo había adquirido por que en ese departamento había vivido los peores y mejores momentos de su vida y tercamente se negaba a perderlo junto con todos sus recuerdos ya fueran malos o buenos. Sin embargo, en esos momentos que entro y encendió la luz, pensó en lo estúpido que fue al regresar ahí. No tenía deseos de pasar de nuevo por aquellas turbulentas y mortificantes emociones, era como verter sal a sus heridas sin cicatrizar. Había sentido tanto dolor y placer en ese sitio y al terminar su relación quería mantenerlo.

Morinaga miraba todo en el departamento con los ojos desenfocados, le resultaba tan doloroso pensar que alguien más había vivido la vida que él pudo haber tenido al lado de Souichi. Y era aún más extraño que aun sufría por eso, y más si analizaba que lo experimentado con Souichi en vez de ser un amor eufórico, era doloroso, demasiado doloroso. Hiroto le hizo saltar al escucharlo gritar desde la puerta, avisándole que saldría un momento.

Hiroto regreso del convini con algunas bebidas gaseosas y varios six de cervezas. Pensaba ayudar a su amigo a bajar la ingesta de alcohol gradualmente para que la resaca no fuera mortal el día siguiente.

Aquí una cerveza Angelito -

- Cerveza? ¡Necesito un whisky Hiroto! -

Hiroto salió nuevamente jurando y maldiciendo por el comportamiento infantil de Morinaga, llevaría una botella de whisky y vodka que él prefería tomar. Arrojaría unas cuantas botanas en el carrito y algo para comer. Al menos su salida no fue en vano, el chico que lo atendió en la caja le pareció muy mono y aparentemente era de su bando. Salió sonriente guardando el número de celular de su nuevo conocido.

Bebieron prácticamente hasta quedar inconscientes. Hiroto se quedó con la cabeza recostada sobre la mesa y Morinaga tumbado en el sofá donde había pasado horas con senpai viéndolo trabajar y haciendo gestos constantemente, siempre disfrutando de la presencia del hermoso hombre que vivió con él.

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A las seis de la mañana, entre sueños escucho el timbre de su celular, había esperado hasta que Tomoe lo llamara para sacar de su departamento a golpes al odioso de su cuñado. Pero aquello no sucedió, Tomoe lo llamo únicamente para informarle de que saldría a comer con su esposo y que no lo esperara. Souichi no quería imaginarse que harían al alojarse esa noche en un hotel. Aunque era bastante obvio. Se alegró por su hermano ya no era el torpe que siempre necesito que cuidaran de él, se comportó de una manera madura al zanjar los problemas tan rápidamente. Souichi deseaba poder hacer su orgullo de lado y solucionar todo sin sacar ese terrible carácter que tanto lo caracterizaba. Quizás así, algún día podría hacer las paces con Morinaga y tal vez….

Alcanzo su celular sin querer levantarse de la cama, descubrió que ni siquiera se quitó la ropa de vestir, además, se había saltado la cena y ahora lo único que quería era desayunar. El número que vio en la pantalla era desconocido, sin embargo, se aventuró a responder, suponiendo que pudiera tratarse de Tomoe que dejo sus cosas en la habitación y necesitaba algo.

Escucho un saludo matutino y que preguntaban por él cuando puso el celular en su oreja. Lo extraño es que pensó que reconocía aquella voz.

Sí, soy yo...que se le ofrece? -

- Gracias al cielo que lo localizo! Soy Morinaga Miwako la abuela de Tetsuhiro -

Souichi busco su chaqueta y se aseguró de llevar su cartera y llaves. Escuchar a la anciana suplicarle entre sollozos que fuera a buscar a su nieto y se asegurara de que este estaba bien, le había hecho olvidarse del desayuno y el hambre. Únicamente se cambió la camisa que estaba completamente arrugada.

- El salió desesperado después de escuchar que su padre falleció y cuando me entere le llame, pero, estaba tan turbado. Me preocupa que le suceda algo malo -

Había sentido un palpito agresivo y constante cuando escucho eso. Y no sentía la confianza suficiente para pensar que su presencia ayudara en algo a Morinaga, al contrario, posiblemente se daría el efecto opuesto.

- Usted es el único que puede tranquilizarlo y ayudarle a pasar por este duro golpe, no lo molestaría si no creyera eso -

Dudo que eso fuera cierto, más bien pensó que su presencia serviría para que Morinaga arrojara sobre él todas sus frustraciones y definitivamente no estaba listo para lidiar más con eso.

- Me avergüenza llamarlo cuando recientemente regreso a su hogar, pero le aseguro que, no se lo pediría si pensara que usted no se preocupa por él, se conocen de hace muchos años y antes que todo han sido amigos. Por favor, no lo deje solo -

¿Qué sabía exactamente esa mujer? Se preguntó Souichi al escucharla decir "antes que todo han sido amigos" ¿Podría estar enterada que habían sido amantes?

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Cerca de las ocho de la mañana Souichi finalmente salía de la estación, le tomo casi dos horas llegar y soportar la ultima hora con el tren lleno. A esas horas los vagones se llenaron de estudiantes y gente que se dirigía al trabajo. Ni siquiera se molestó de los ruidosos que eran los adolescentes y los frecuentes empujones que la multitud ocasionaba.

Recorrió las calles mirando el paisaje conocido. Esta era su ciudad natal y había vivido veinticuatro años tranquilamente, hasta que Morinaga le robo la paz por completo y sin desearlo había aceptado rentar juntos ese departamento después del incendio que consumió su casa.

Una señora mayor se aventuró a saludarlo después de mirarlo un poco, lo había reconocido. Souichi era respetuoso con las personas mayores y charlo unos minutos con ella. Después continuo su camino mirando que el tendero que atendía el conbini de la esquina continuaba siendo el mismo hombre que años atrás le pregunto si buscaba a alguien. Volvió su rostro al frente, en un esfuerzo por no continuar con esa línea de pensamientos deprimentes.

Por fin llego, lo primero que vio y le puso nervioso, fue el auto de Morinaga aparcado dentro del estacionamiento. Suspirando pesadamente subió los peldaños y levantó el rostro clavando la vista en su antiguo departamento. Dio tres golpes a la puerta y espero mirando a su al rededor, como si buscara ver a algún antiguo vecino que acostumbraba salir a esas horas de los departamentos contiguos. No había nadie en los pasillos y al parecer tampoco en el departamento porque no abrían la puerta, por lo que volvió a tocar, esta vez escucho un poco de ruido detrás de esta y abrieron.

Expulso el aire que había contenido con la expectativa de que nada bueno podría esperar de este encuentro. El tirano que causo temor y puso al límite el sistema nervioso de muchos estudiantes, en esos momentos fue consciente de como esto lo afectaba. Sus manos sudaban y temblaban ligeramente, estaba nervioso de ver nuevamente a Tetsuhiro.

Cerro los ojos unos segundos, en un intento de regular su respiración. Estaba seguro de que al abrirlos se toparía cara a cara con Morinaga. Pero no sucedió así, cuando miro al frente, un hombre con el cabello rojizo decolorado que a la luz del sol parecía rosa encendido, apareció ante él mirándolo recorriendo con su mirada todo su rostro y posteriormente su cuerpo. El tipo se enderezo tratando de parecer más alto y poso su mano en la puerta cerrándole el paso.

- ¿Quién eres? Y ¿Qué quieres? –

Fue lo primero que salió de su boca, y lo dicho fue pronunciado bruscamente. El hombre frente a él estaba medio desnudo con una toalla sobre su cuello.

– Soy…

– ¿Quién es? –

Se escuchó en el fondo del departamento la voz de Morinaga.

- Una visita mi vida, yo me encargo -

Dijo Hiroto queriendo ver la reacción de Souichi al llamar así a Tetsuhiro. El rubio le dio una mirada de asco y le frunció el ceño. Volvió a escuchar a Morinaga y vio su silueta que se acercaba.

- Una visita a esta hora y aquí? -

Pregunto curioso y confundido, no hay nadie que conozca su paradero o que el departamento este habitado. Concluyo acercándose a la puerta.

- Hola Morinaga ¿Puedo entrar? -

Morinaga lo miraba como si se tratara de una aparición o quizá aún no dejaba de estar borracho. Souichi no espero una respuesta paso junto a Hiroto y Morinaga, como si entrar a aquel departamento fuera algo natural. Eso saco a Tetsuhiro de su ensimismamiento, junto con un breve roce en su brazo. Mirando su brazo y sintiendo aun el contacto, entendió que no se trataba de su borrachera, ni de ninguna aparición, era Souichi en carne y hueso y le hizo hervir la sangre, aunque la mayor parte de él se agito de emoción.

Hiroto ya se había vestido aprovechando la situación y se detuvo a lado de su amigo abrazándolo y sonriendo. Pero antes de irse, jalo a Morinaga del cuello como si lo acercara para besarlo y le susurro algo en el oído, mirando como Souichi lanzaba fuego por los ojos.

- Tu hombre de verdad le corta la respiración a cualquiera, es una lástima que te ponga de tan mal humor y te comportes como una bestia. Por cierto, está sentado en el sofá y no deja de mirarnos, pero ahora que, noto que lo vi, está viendo todo el departamento. Sin duda debe recordar todo lo que le hiciste aquí pillín... Me voy...otro regalito -

Estaba muy agitado, sabía que si Souichi permanecía ahí podría ser incomodo, pero también deseaba obtener respuestas a algunas preguntas. Apretó los puños en un intento de dominarse, la indignación y furia querían brotar a borbotones por su boca.

- Al final te dignas a darme la cara? ¿Una simple nota piensas... piensas que es suficiente para aclarar lo que sucedió? Tenías tanta prisa por salir y encontrarte ¿con quién? ¿Esa mujer que tienes de colega? ¿O tu ex esposa? -

Se mordió la lengua ante su impulsividad, hizo demasiadas preguntas quedando expuesto. Souichi no era tonto y notaria que estaba muy celoso y molesto por su partida.

Al menos yo no me paso la vida revolcándome con quien se me ponga en frente. Y mucho menos me acostaría con alguien que tiene el cabello de ese tono…rosa -

En un principio Morinaga hubiera reído ante esa respuesta, pero recordar que continuaba sin saber cuáles eran realmente los gustos de Souichi, lo hizo retener la risa, los hombres por supuesto no lo eran. Ahora lo que le interesaba era confirmar es si aquel tono que Souichi uso, escondía algún indicio de celos.

- ¿Quién tiene el pelo pintado de rosa? -

- Que? Tu amante, el que acaba de llamarte mi vida -

Morinaga se reservó el dato de que era solo su viejo amigo del bar, no le resultaba raro que Souichi no lo recordara, a pesar de que lo conoció en su viejo departamento varios años atrás.

- Tal vez tenga el cabello rosa, pero sabe escucharme y siempre está dispuesto a acompañarme, pero no viniste a hablar de mis amantes -

Ahora lo que le interesaba era saber cómo Souichi sabía dónde estaba y porque lo fue a buscar.

- En realidad no... Yo

- Porque estás aquí? -

Se recargo sobre la barra de la cocina y cruzó los brazos sobre el pecho y esperó a que Souichi hablara. El rubio se levantó y metió las manos en los bolsillos de su pantalón. Comenzó a pasearse como fascinado pasando la mirada por todo el lugar, claramente dudando que responder.

Morinaga entrecerró los ojos, con una mezcla de curiosidad y desconcierto. Como vio que Souichi no hablaría a menos de que lo presionara el continuo.

- Te escucho -

Souichi había visto su insistente mirada, aunque en un principio él se había resistido a verlo a los ojos, pero esa débil resistencia se había venido abajo.

- No tienes una bebida? -

- No hay café si es lo que querías, como puedes ver, el lugar no está habilitado para vivir. Únicamente tengo whisky o vodka, escoge -

- Vodka está bien -

Sabía que no estaba bien, tenía el estómago vació. Y últimamente las mal pasadas que se daba desde que cursaba el postgrado en la universidad le estaban cobrando una alta factura. Agregado a todo lo sucedido desde que Morinaga decidió aparecer para trastornarle la vida de nuevo.

Morinaga camino a la cocina y sintió que aún tenía un poco de mareo, se tambaleo ligeramente. Puso vodka en un vaso y whisky en otro, regreso a la sala y los dejo sobre la mesa de estar.

- No tengo hielos, los de anoche se derritieron -

Souichi asintió, bebió un trago y miro alrededor. Esta vez dijo lo que pensaba.

- Me parece extraño verte aquí, en este departamento después de años -

- ¿Qué demonios quieres exactamente Souichi? ¿Qué te diga que lo compre porque no podía dejar todo atrás? ¿Que regrese en varias ocasiones solo para recordar y lastimarme más? ¿Quieres que te cuente como me sentí al descubrir que todos los hombres que arrastraba a la cama eran rubios como tú, tenían ojos miel como tú y que por eso me acostaba con ellos? ¿Qué inconscientemente, era a ti al que besaba y quien hacía el amor? -

- Eso es simplemente repugnante -

Dijo Souichi con los ojos muy abiertos dejando en la orilla de la mesa el vaso. De pronto sintió como Morinaga apretaba sus hombros agitándolo. Ni siquiera noto en que momento voló frente a él.

- ¿Eso es lo que yo sentí, entiendes? -

Se refería al asco y arrepentimiento que sentía después de terminar de copular con extraños, podían tener alguna característica de Souichi, pero no eran él. A él lo amaba, siempre lo había amado. Y lo deseaba tanto, casi tanto como deseaba que él sintiera lo mismo ¿Cuantas veces lo soñó tomando la iniciativa? ¿Cuantas ocasiones imploro por que fuera amoroso y complaciente? Pero como podría esperar eso si Souichi era el capitán en la relación y el un simple barco que viajaba donde el rubio ordenara.

- Ahora te toca a ti Souichi -

- ¿Qué quieres decir? -

Pregunto Souichi aun sin poder entender lo que le decía Morinaga.

- Tu respondiste a mis besos y a mis caricias cuando estuviste en mi cama hace apenas dos días ¿Que sentiste? -

Souichi respiro profundo, de repente sintió que el aire le faltaba.

- Fue algo que tu iniciaste. Fue...

- ¡No me mientas! Gozamos el uno del otro hasta un punto increíble. Fue incluso mejor que años atrás ¡Lo sabes! -

Souichi mantuvo silencio y Morinaga quería presionarlo aún más, Sin embargo, aquello había sido demasiado para él. Había estallado, Morinaga sintió que se le doblaban las rodillas, tuvo que sostenerse de la pared para no caer.

- ¿Qué sucede? ¿Estás enfermo? -

- Vete Souichi, no vas a responder como nunca lo hiciste cuando preguntaba sobre lo que sentías por mí y no quiero …me voy a la cama -

- Estás por desmayarte! -

Grito Souichi y corrió detrás de él al verlo tambalearse y aferrarse a los muebles, cuando le agarro el brazo Morinaga bruscamente lo rechazo, pero ese simple toque le hizo al rubio comprender que el otro tenía fiebre.

- Estas enfermo, tienes fiebre y apestas a alcohol -

Morinaga definitivamente no quería que lo viera así, por lo que volvió a repetir:

- Dije que te vayas! -

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En la residencia de la familia Morinaga, Fukuoka exactamente, las cosas no marchaban mejor. Miwako Morinaga y su nuera se mantenían sentadas en un sillón de dos plazas en la sala, ambas llorando desconsoladamente. Kunihiro y Masaki estaban sentados frente a ellas, hablando en silencio.

- Sé lo mucho que te incomodan estas cosas Masaki, entenderé si quieres irte -

- En realidad las odio, he presenciado tantos funerales en mi vida, únicamente me quedan unos cuantos primos y mis padres. Pero ya sabes que con ellos no puedo contar -

En ese momento de su conversación, Kunihiro alcanzo a escuchar a su abuela decir algo acerca de Tetsuhiro e inmediatamente estallo enojado.

- Es un irresponsable abuela! No sé cómo aun en estas circunstancias lo defiendes. Debería estar aquí y ni siquiera a llamado para decir nada -

Masaki trato de que se sentara nuevamente y mantuviera la calma, pero el hombre estaba lleno de ira.

- Debes tratar de entenderlo, no puedes juzgarlo a la ligera, además en este momento no está lidiando únicamente con la muerte de mi hijo -

- Es verdad Kunihiro, Tetsuhiro ha hecho lo posible por estar aquí y apoyar, no puedes decir que es irresponsable. Estoy seguro de que el llegara para despedirse de tu padre -

- ¿Que puede ser tan importante? Su deber es estar aquí, es lo último que hará para honrar a nuestro padre -

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Como siempre, pueden comentar que les pareció.

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Saludos!

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