Ok, ayer releía el manga de Shingeki No Kyoji cuando la película de Los Juegos del Hambre comenzó en la TV y bueno, en mi mente resultó esta que no es la idea más original (lo reconozco) pero que no ha querido dejarme en paz.
Obviamente modifiqué algunos detalles de ambos universos para poder desarrollar favorablemente la historia pero lo he escrito con cariño así que no dejen de decirme que les parece.
P.D. ¡Feliz año nuevo a todos!
Resumen: En los septuagésimos cuartos juegos del hambre Eren se ofrece como tributo del distrito 12 en lugar de Armin, sin embargo, para ganar no sólo deberá enfrentar a titanes que podrían aniquilarlo con un movimiento de muñeca, sino también a Levi "el bandido más fuerte de la humanidad".
Para redimirse de la rebelión contra el capitolio sucedida 74 años atrás cada distrito había sido obligado a entregar como tributos a una joven y una chica para la celebración de los Juegos de Trost que se llevaban a cabo una vez al año y, para seleccionar a estos tributos los requisitos eran obscenamente simples:
1.- Tener entre 13 y 30 años de edad.
2.- Sin discapacidades físicas o intelectuales obvias (como si alguien que las tuviera fuera lo suficientemente fuerte para alcanzar la edad antes mencionada).
3.- Que su nombre sea seleccionado mediante un sorteo al azar o ser el primero entre todos los candidatos del distrito en ofrecerse como voluntario.
Y, si un número cuatro se añadiese a esta lista, este sólo citaría "ser un psicópata de sangre fría o tener un deseo vehemente y desesperado de morir".
En un mundo cruel la vida que llevabas se definía desde el momento mismo del nacimiento:
Nacer al interior del capitolio significaba comodidad, riqueza, desahogo y todo el tiempo del mundo para gastarlo.
Pero, los que como Eren, Armin y Mikasa nacían fuera del cobijo del capitolio aprendían a golpes y desde pequeños que les esperaba una vida de trabajo duro y privaciones. Una vida en la infancia transcurriría entre hambres, miradas déspotas y decepciones, para cortarse abruptamente a los trece años y a partir de ahí cada año y por diecisiete años seguidos tendrían que agachar la cabeza a la llegada de la policía militar, formarse unos junto a otros por rango de edad y después – mientras una persona de lo más extravagante se paraba sobre el escenario y presentaba un video que glorificaba el asesinato y las privaciones – rogar a quien sea que los escuchara en el cielo por no convertirse en el tributo elegido para representar a su distrito.
Esa verdad el capitolio ni siquiera se molestaba en ocultarla: aquel que fuese elegido para los Juegos de Trost se vería obligado a recordar el miedo de enfrentar a los titanes… enfrentar a aquellos que habían encerrado a la humanidad en esas jaulas que se llamaban muros.