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DoCo*
-Todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi y a Pony Canyon-
- Escrito sin ánimo de lucro-
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DoCo First
Red Shoe Sunday ~ Akai Kutso no Sunday
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—¿DoCo?- Pregunto Ranma levantando una ceja mientras se estiraba para tomar de las manos de uno de su más viejos amigos un disco de música.
Ryoga puso los ojos en blanco.
—Por dios, de verdad que vives bajo una roca.
Ranma gruño mientras le daba una superficial mirada a la portada del disco, inmediatamente después lo dejó sobre el escritorio con la más total indiferencia.
Ryoga arqueo las cejas.
—¿No les vas a echar una mirada?
— Para qué. Son todas iguales, todas esas niñas parecen clones.
Ryoga rió por lo bajo.
—Bueno disculpa, pero es a lo que me dedico.
Ranma gruñó de nuevo. Sabía perfectamente a lo que Ryoga se dedicaba. No en balde habían sido amigos durante tantos años, desde que ambos tenían 14 años y un ridículo pleito con unos panes a la hora del almuerzo los había enemistado durante cierto tiempo. La verdad que ahora ninguno de los dos recordaba bien de que iba el famoso pleito de los panes. Pero su gusto por las artes marciales los había unido; su carácter competitivo, que los hacia querer superar al otro a cada momento, crearon una curiosa química en ambos chicos y eventualmente se convirtieron en inseparables.
Hubo ocasiones en que esa misma competitividad los distanció, pues Ranma siempre fue mucho mejor que Ryoga en las artes marciales y nunca le pudo ganar en una pelea. Ryoga muchas veces resintió que a su mejor amigo todo parecía dársele un poco más fácil que a él. No solo en el arte del combate, también las chicas parecían caer rendidas a sus pies con solo una mirada de sus ojos azules. Siempre estuvo a su sombra.
Pero Ranma era honesto, leal, un poco burlón, pendenciero y arrogante, sí, pero con todo, la mejor persona que Ryoga había conocido. Por ello siempre estuvieron juntos en las buenas y las malas.
Solo los últimos años se habían distanciado debido a la diferencia de sus carreras profesionales. Ranma nunca dejó las artes marciales, por lo cual se convirtió en un consagrado campeón totalmente invicto. Un referente dentro del medio.
Cuando eran todavía unos adolescentes, Ryoga junto con Ranma, habían participado en cuanto torneo había, llevándose muchas veces el 1-2. Pero cuando tenía dicecinueve por azares del destino le habían ofrecido a Ryoga un puesto de guardaespaldas para un cantante en una empresa discográfica bastante importante en el país. A partir de ahí dejó de participar gradualmente en competiciones. Por el contrario, la carrera de Ranma no hacía más que despegar, ya participaba en torneos internacionales y no había peleador de su país que se pudiera comparar con él.
Y así, una cosa llevó a la otra y, astutamente, Ryoga había escalado los peldaños empresariales en el mundo de la música hasta que ahora, a sus 24 años, ya era un importante productor ejecutivo.
Por su parte, Ranma seguía inmerso en el mundo de las artes marciales. Sus planes de una cadena de dojos eran muy esperados, tanto que en el mundo especializado auguraban serían los más importantes del país en algunos años. Sin embargo, su madre estaba muy enferma y las facturas médicas estaban mermando todos sus ahorros y con ello su sueño de la cadena de dojos. Su padre, Genma Saotome, no era de mucha ayuda. El hombre solo servía para meterlo en problemas y sacarle dinero, por lo que no podía contar con su ayuda.
Por eso se encontraba en ese momento con Ryoga. Él le había propuesto un trabajo con una elevadísima cantidad de ceros en el cheque, pero no le había dado detalles de que se trataba el trabajo. Si conocía bien a Ryoga, y lo hacía, el trabajo tenía relación con ser guardaespaldas de alguien de la industria. No se tenía que ser genio para sumar dos y dos.
Suspiró y decidió picar el anzuelo que le tendía Ryoga, su amigo lo miraba con esos ojos expectantes y traviesos que él bien conocía.
—De acuerdo Ryoga, dime de una maldita vez que te traes entre manos.
Ryoga no contestó de inmediato. Muy pocas veces tenía la oportunidad de tener al gran Ranma Saotome en aquella posición y lo iba a alargar lo más que pudiera, pensó entre divertido y malicioso.
Se dio el lujo de levantarse muy despacio, exasperadamente despacio a opinión de Ranma, y se sentó desenfadadamente en la parte delantera de su escritorio, con la impresionante vista de Tokio a su espalda.
Ranma empezó a tamborilear con los dedos en su silla.
—¿Y bien? —lo apremio apretando los dientes.
—¡ No comas ansias, Ranma! — le dijo con la sonrisa más grande que tenía —Necesito que veas esto —dijo tomando un control remoto y apuntándolo hacia una pantalla de televisión enorme.
Una pegajosa melodía que indudablemente estaba destinada para adolescentes comenzó a salir de las bocinas. Ranma le dedico una mirada asesina a su amigo, pero este solo se limitó a señalarle la pantalla, instándolo a ver aquel video. Ranma frunció el ceño y se arrebujó en la silla sintiéndose muy tonto de ver un video para niñas.
En el salían unas chicas de entre 20 y 23 años a lo mucho, en un escenario marino. Había un bote, el mar, un bíper, un tipo con un traje obscuro y gafas que vigilaba a una de las chicas. La canción hablaba de una cita que casi había salido mal.
Pasado un minuto volvió a ver a Ryoga que veía la televisión con una sonrisa boba en la cara. Ahora fue el turno de Ranma de poner los ojos en blanco y no le quedó más remedio que seguir viendo la pantalla.
Eran cuatro mujeres jóvenes, obviamente todas hermosas, una chica de pelo largo y castaño de dulce voz con un vestido lila. Otra de pelo corto en bob con una voz enérgica y eficaz. Otra chica demasiado exuberante, de un exótico cabello morado y ropas chinas. Y la última, la que más le llamó la atención, una linda chica de pelo corto que al sol sacaba reflejos azules. Tenía unos ojos cafés enormes y demasiado expresivos, una nariz respingada y coqueta boca carnosa en forma de corazón. Su rostro era redondo, pero de pómulos marcados y su piel era blanca y parecía suave y sedosa.
Su cuerpo no era tan exuberante como la de pelo morado, pero por eso mismo era más armonioso. Llevaba un elegante y fresco vestido blanco que se agitaba a la brisa mostrando solo lo suficiente de unas hermosas piernas torneadas y trabajadas. Eso le sorprendió. Por lo regular ese tipo de chicas solo eran delgadas, unas incluso extremadamente delgadas, casi al límite de enfermedad. Pero ella tenía un cuerpo deportivo, delgado, torneado, fibroso, condenadamente sexy y femenino. Una cinta del mismo color del vestido estrechaba una diminuta cintura. El vestido se le pegaba como una segunda piel en algunas partes gracias a la brisa marina, pero era bombacho de holanes, incluso un poco aniñado. Infirió que era la cantante principal del grupo o por lo menos la más popular, pues era la que discretamente salía más tiempo en pantalla aunque en la canción todas cantaran más o menos las mismas estrofas. Toda ella estaba perfectamente diseñada para que hiciera al público masculino querer saber más de ella y del público femenino despertar ese sentimiento de envidia que las hacia querer parecerse a ella.
Y en efecto, por un instante, Ranma quiso saber más de ella, pero eso al mismo tiempo eso le produjo un sentimiento de rechazo instantáneo. Él sabía perfectamente cómo eran ese tipo de chicas: vanidosas, egoístas, solo preocupadas por ellas.
El video terminó, Ranma suspiró de hastío.
—¿Y bien? —preguntó Ryoga, expectante.
— ¿Y bien qué? —se hizo el desentendido. No quería darle el gusto a su amigo.
— ¿Ranma, estas muerto por dentro? ¿Eres gay y no me has dicho nada?
— ¿De qué demonios hablas!
— ¡Esas chicas son las más hermosas que podrás encontrar en este momento en la industria! -Vocifero Ryoga empezando a perder la paciencia.
-—Bah, he conocido mejores. -Ranma volteó la cabeza, desdeñoso. Pero las piernas de la chica del vestido blanco se negaban a abandonar su mente.
— Sigues siendo el mismo —dijo Ryoga suspirando, luego volvió a su lado del escritorio, abrió un cajón y rebuscó en el hasta que sacó un voluminoso folder y se lo aventó al regazo.
Ranma se sorprendió de ver a la misma chica del vestido blanco en la portada, la fotografía estaba sujeta con un clip. Era una foto profesional en blanco y negro, solo su rostro y parte de sus hombros eran visibles; llevaba lo que parecía ser una sencilla blusa negra de cuello de tortuga. Aun así, la foto era espectacular, el fotógrafo había captado la sonrisa de la chica, toda ella se veía tierna, dócil, esa sonrisa parecía decir que iba a cumplir con tus más íntimos deseos. Por un momento Ranma quedó embobado con esa sonrisa. Solo fue una fracción de segundo y se recompuso, la penetrante mirada de Ryoga no perdía detalle.
—¿Esto qué?
— Ella es Akane Tendo —respondió su amigo.
Akane, pensó Ranma bajando de nuevo la vista a la foto. Le pegaba el nombre.
—¿Y?
—Ella es la cantante más popular en estos momentos en todo Japón.
— Pues yo nunca la había visto —dijo Ranma sincero, y un poco sorprendido. Estaba seguro que la recordaría.
—Sí, bueno, eso no me extraña. Te la vives en las montañas entrenando —comentó Ryoga arrellanándose más en su silla de cuero, sin quitarle la mirada de encima.
—Lo dices como si fuera algo malo —respondió subiendo la vista de la fotografía hacia Ryoga.
—Puede ser, no lo sé —Ryoga se encogió de hombros —En fin, eso no importa. Ella es la cantante estrella del grupo DoCo, de hecho, es la miembro más reciente y la más pequeña, tiene 20 años. Y ha sido el descubrimiento más importante de mi carrera.
—¿ Tú la descubriste? —Ranma pudo notar una inflexión de orgullo en la voz de Ryoga y mostró interés en la conversación por primera vez.
—Si —declaró Ryoga, exultante —Escucha esto, te va a encantar —dijo acomodándose en su silla con una sonrisa enorme en su cara.
—Este chico becario, que era el asistente de mi asistente, se llama Hikaru Gosunkugi pero era conocido aquí como Beto Fetiches por todos, no sé por qué y la verdad no es que me interese mucho —comenzó su relato moviendo las manos de un lado hacia otro—, un chico flaco, casi cadavérico, y que tenía pinta de no dormir más de 3 horas al día. La verdad es que no sé cómo parecía tenerse en pie. Mi asistente decía que este chico no era nada popular aquí, que tenía gustos y manías raras, pero como te digo no es algo que me interese mucho, así que mientras hiciera su trabajo bien, a mí no me importa lo que haga en su tiempo libre. ¿Sabes? soy un jefe realmente comprensible.
Ryoga comenzaba a divagar, era algo muy normal en él cuando empezaba a contar algo que le interesaba, como si tuviera un pésimo sentido de orientación para recuperar el hilo original de la historia. Ranma sabía que lo tenía que detener, de otro modo podían estar todo el día ahí y Ryoga acabaría perdido en su propia plática.
Así que hizo lo que mejor sabía hacer: burlarse de su amigo.
—¿Te gusta ese chico? Vaya, que escondido lo tenías —lo interrumpió en medio de una frase. Ryoga parpadeó y lo miró sin entender.
— ¿Qué?
Ranma se acomodó en la silla cruzando las piernas y puso su mejor sonrisa burlona.
—Llevas 5 minutos hablando y solo de ese chico fetiches. ¿Cuándo es la boda? Espero ansioso mi invitación.
Ryoga controló de manera formidable los músculos de su cara y no perdió ni un ápice su papel de importante ejecutivo.
—¿Quieres esperar? Es importante para la historia —Repuso Ryoga moviendo las manos por el escritorio, arreglando papeles que no necesitaban arreglarse.
— Sabes que conmigo no debes de tener secretos —continuó Ranma ignorándolo, se recargó hacia adelante, haciendo un enorme esfuerzo por no estallar a carcajadas —apruebo tu elección, se ve que es un chico bastante peculiar. Justo como tú. Harán buena pareja.
—Un día, Fetiches se encontraba rodeado de al menos diez empleados de la empresa —continuó Ryoga sin hacerle el menor caso a su última puya. Ranma se tuvo que tapar la boca para no soltar la carcajada, la cara de Ryoga tratando de mantener su imagen de respetado ejecutivo era todo un poema.
—¿Y te pusiste celoso?
—¡QUIERES DEJAR DE INTERRUMPIR DE UNA MALDITA VEZ!
Ryoga se había levantado de su silla arremangándose el brazo derecho del carísimo traje.
— Cálmate, Ryoga, cálmate —Le dijo el artista marcial levantando las manos en señal de paz, pero sin dejar de sonreír ni un momento— Ya no te interrumpiré. Puedes seguir.
Ryoga se tomó su tiempo para arreglar los papeles que habían salido volando en su exabrupto. Ranma seguía haciendo enormes esfuerzos para no reír.
—Este chico tenía unas fotos de Akane en su escritorio y todos querían saber quién era ella —dijo Ryoga rápidamente— .Al ver la conmoción me acerqué dispuesto a llamarles la atención pero en ese momento vi esa hermosa fotografía de Akane, ella estaba en un leotardo rosa y se encontraba haciendo un ejercicio de gimnasia. En ese momento ella tenía cerca de 18 años y estaba a punto de salir de la preparatoria. Corrí a todos los que lo rodeaban y traje a la oficina Gosunkugi. Antes de que digas nada, solo quería saber quién era esa chica.
Ranma solo torció el gesto afirmativamente y lo instó a seguir.
—Resulta que Akane y Gosunkugi eran compañeros de clase. Él me contó que Akane era una especie de celebridad en su escuela. Todos querían salir con ella, pero al parecer ella no tenía intenciones de salir con nadie. Y había una especie de concurso que tenían los chicos de esa escuela. Todas las mañanas ellos peleaban contra Akane, quien la venciera en combate iba a poder salir con ella.
—Espera — Ranma descruzó las piernas y se inclinó — ¿Qué?
— Tal como lo oíste. Peleaban con ella.
—Peleaban para ganarle a esa chica y quien le ganara ¿tenía derecho de salir con ella?
Ryoga asintió.
— Debes estar bromeando. ¿Qué tipo de escuela permite eso?
—Pues al parecer la escuela Furinkan es una preparatoria común y corriente de Nerima. Aunque me enteré también que el director es alguien bastante peculiar y…
En ese momento sonó el intercomunicador de Ryoga.
—Señor Hibiki, le recuerdo que su próxima reunión es en 10 min.
—Gracias Mio, enseguida estoy ahí.
Ryoga suspiró.
—Bueno Ranma, como podrás ver soy un hombre extremadamente ocupado. Así que si te interesa el trabajo tendrás que ponerte al tanto tú mismo —le señaló la carpeta que Ranma había vuelto a poner en el escritorio. Se levantó de la silla y comenzó a tomar unos papeles de su escritorio.
— Espera, espera, aún no me has dicho exactamente bien de que es el dichoso trabajo — Ranma se levantó tras él.
—Bueno, de qué más va a ser. Queremos que cuides a Akane Tendo —Ryoga ya cruzaba su despacho hacia la puerta a grandes zancadas.
— Ni de broma —respondió Ranma rápidamente, pues de una u otra forma ya lo venía venir.
Ryoga se detuvo por fin y lo miró, luego suspiró sonoramente. Luego se acercó a él.
—Bueno, bueno —Ryoga puso una mano en el hombro de Ranma y lo miró sonriente— hazte un favor y lee todo el folio y piénsatelo el fin de semana. Si el lunes todavía no quieres saber nada del trabajo lo entenderé. Aunque te figuraras que a una chica que es nuestro activo más importante de este momento y que es deseada por todo el país, queremos y necesitamos proveerle la mejor protección que podamos darle.
—Te puedo fácilmente dar un par de nombres mucho mejores que yo en protección —dijo Ranma frunciendo el entrecejo, miró la fotografía del folder que todavía tenía en la mano y la sonrisa de esa chica Akane lo puso de malas —. Yo soy un artista marcial, no un maldito niñero.
— Lo sé, lo sé —Ryoga abrió la boca como queriendo decir algo más, pero luego la cerró — El dinero no es problema, si lo que te ofrecimos no es suficiente dame unas cifras y veremos qué podemos hacer. Así que piénsatelo, ¿sí?
Dicho esto, Ryoga se despidió de su amigo y salió a su reunión.
Ranma se quedó en la oficina de Ryoga unos minutos más sumido en sus pensamientos.
—Akane Tendo —dijo en voz alta. Tomó la foto y la chica le devolvió la mirada soñadora. Ranma frunció el ceño y gruñó por lo bajo. Se puso el folio bajo el brazo y salió de la oficina.
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—No te esperaba hasta mañana hijo.
—Hola mamá — saludó Ranma a su madre, Nodoka Saotome, dándole un beso en la frente. La mujer se encontraba acostada en su cama de hospital.
El chico se sentó en la silla a un lado de la cama. Su padre, acostado de cualquier manera en el pequeño sofá junto a la diminuta ventana, roncaba ruidosamente. Ranma torció el gesto al verlo.
—Deberías despertarlo. Sus ronquidos se oyen dos pisos abajo.
— Déjalo — le dijo sin darle mucha importancia —¿Que te trae por aquí? Creí que a esta hora tenías una clase.
—Moví mis clases de la mañana a la tarde. Ryoga quería hablar conmigo sobre un trabajo.
—¡Oh, Ryoga! ¿Cómo está ese muchacho? La semana pasada me envió unas flores preciosas.
—¿De verdad? No lo sabía, le hubiera dado las gracias.
—Te lo comenté, pero como últimamente tu mente anda por todas partes menos en ti, supongo que lo olvidaste –Nodoka sonrió como una madre compresiva.
—Disculpa mamá — Ranma le tomó su mano canalizada.
— No te preocupes, se bien por qué estás así todo el tiempo. Me siento mal por ser la causante de tus problemas —dijo la mujer bajando los ojos, avergonzada. Ranma se levantó de la silla intempestivamente y tomó a su madre de los hombros con firmeza, pero al mismo tiempo, lo más dulce que pudo.
—¡No vuelvas a decir eso mamá! Yo hago todo esto por ti, porque puedo y quiero. No hay cosa que no haría por ti. No lo dudes. Los ojos de Nodoka se llenaron de lágrimas, tomó una de las manos de Ranma y la coloco en su mejilla, cerró los ojos y disfrutó de su tacto.
—Muchas gracias hijo. Te amo. Ranma sonrió dulcemente al escucharla, su madre era la única que podía hacerlo sonreír de esa manera.
—Yo también mamá. Estuvieron platicando de otras cosas sin importancia. En algún momento Genma despertó y anuncio que tenía hambre y salió a comer algo. Madre e hijo lo fulminaron con la mirada, pero a él pareció no importarle.
—¡Es un desvergonzado, me da pena decir que soy su hijo! —Declaró Ranma con pasión mirando la puerta por la que su padre había desaparecido.
Nodoka sonrió y en ese momento se fijó en una foto que escapó de la chamarra de su hijo al levantarse para cerrar la puerta tras su padre. La tomó y se llevó una mano a la mejilla al ver a esa hermosa chica.
—¡Ranma, no me habías dicho que ya tienes novia! ¡Es hermosa y muy femenina!
— ¿Qué? — preguntó volteando hacia ella.
—¡Que alegría por fin voy a poder conocer a mis nietos!
Ranma se dio cuenta que su madre sostenía la foto de Akane. Estúpidamente se sintió avergonzado.
—No mamá. Ella no es mi novia —dijo con toda calma -— Solo es el trabajo que Ryoga quiere que acepte.
— ¿Trabajo? —Nodoka frunció el ceño.
— Sí, trabajo — le quitó la fotografía de manos de Nodoka y la guardo en el folder.
— ¿De qué se trata ese "trabajo"?
Ranma suspiró, no tenía ninguna intención de contarle nada a su madre de la propuesta de Ryoga puesto que solo la haría sentirse aún más culpable de su situación económica. Se mostró reticente pero su madre podía ser la persona más tenaz del mundo cuando se lo proponía; no pudo seguir callando más y le contó todo.
—¿Y vas a aceptar?
—Claro que no.
—Mmmm –Nodoka acomodó primorosamente la sábana que cubría sus piernas, ignorando a su hijo. Ranma suspiró.
—¿Qué, mamá?
—Pues, es una chica linda –dijo ella encogiéndose de hombros.
Ranma aventó el folio a la silla donde antes había estado Genma y el se dejó caer de nuevo en su asiento.
—¿Quieres dejar eso? Nunca volvería a mezclarme con una persona así y lo sabes —contestó enfurruñado.
—Hijo, lo de Ukyo pasó cuando tenías dieciocho años, eras joven e impresionable. Ahora eres todo un hombre entre hombres, masculino y varonil como el que más y estoy segura que cualquier chica estaría orgullosa de estar a tu lado.
—Mamá subirme el ego no cambiará las cosas— dijo Ranma repentinamente cansado volteando los ojos al cielo.
—Pues esa es mi opinión —acotó Nodoka, haciendo énfasis con el rostro, Ranma la miró son poder evitar una sonrisa, su mamá era tremendamente cotilla —Es una oportunidad que Ryoga te está brindando amablemente y sería una descortesía decirle que no. Además, esa chica es muy hermosa, no sería para nada una molestia cuidar a alguien así.
Ranma no contestó, solo la miró arrebujado en la silla. A pesar de ser cotilla, su madre a veces podía tener una visión muy simple sobre la vida. Estaba seguro que de aceptar la propuesta de Ryoga esa chica no sería nada fácil de sobrellevar.
—Tengo que irme mamá. Tengo que preparar las clases de la tarde y no he comido nada aún.
Nodoka pareció desilusionarse y se hundió visiblemente en su cama. A Ranma se le rompió el corazón.
—He hablado hace rato con el doctor y dice que de seguir así pronto podrás ir a casa —dijo esas palabras antes de que se diera cuenta, era una mentira y odiaba mentirle a su madre, pero no podía soportar verla así—. Podríamos contratar a una enfermera para que no te falte nada y más temprano que tarde te van a poder dar de alta definitivamente. Nos iríamos a la casa de las montañas para que el aire fresco te haga bien. ¿Qué te parece?
—¡Oh Ranma, eso sería muy bueno! Estoy impaciente de salir de este condenado hospital. Te prometo que haré todo lo que esté a mi alcance para recuperarme muy pronto, ¡pondré mi mejor esfuerzo!
— Claro que sí. Me voy, vendré mañana por la noche a verte después de terminar todas mis clases. Traeré una de esas películas que tanto te gustan y quizás pueda contrabandear un pan al vapor ¿Qué te parece?
— Me consientes demasiado —Nodoka se arrellanó en el ancho pecho de su hijo.
— Nada de eso —la besó en la frente por última vez – .Pronto dejarás por fin este cuarto mamá. Te lo prometo.
Nodoka lo despidió con su sonrisa más enorme.
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Ranma se limpiaba el sudor mientras despedía al último de sus alumnos. Estaba agotado. El haber movido sus clases de la mañana saturó su horario de la tarde y tuvo cuatro clases seguidas. Por más cansado que estuviera, él tenía que poner el ejemplo como sensei y mostrar la más grande fortaleza y eficiencia al hacer los ejercicios. Por lo que literalmente estaba al borde del colapso.
El gimnasio en el que Ranma daba clases dos veces a la semana era de los más grandes del mundo. Una franquicia exitosa desde donde se le viera. Solo los mejores y más preparados instructores eran contratados para dar clases en aquel lugar. Era una construcción enorme llena de los aparatos más modernos dedicados al mundo fitness. Pero Ranma lo renegaba un poco a pesar del prestigio que le acarreaba trabajar en un lugar así. Para él, era una deshonra como artista marcial, pero había que pagar las facturas. Además de que tenía el plus de poder usar los aparatos y maquinas del área de pesas. Aunque para él no había mejor entrenamiento que en la naturaleza. Nada ponía más aprueba la fortaleza que una montaña empinada o un rio salvaje.
A la salida del gimnasio se encontró con Yumiko, la instructora del área de aeróbics y se le pegó al cuerpo. Yumiko solía ser su compañera sexual de vez en cuando. Los dos tenían un común acuerdo de sexo sin compromisos, pero el día tan agotador que había tenido hacía que su lívido de saludable muchacho de veinticuatro años estuviera hasta el fondo de sus prioridades inmediatas.
Con pesar le dijo adiós al escultural cuerpo de la instructora. La chica se fue contoneando las caderas para que viera de lo que se perdía y Ranma suspiró por milésima vez ese día. Al llegar a su casa comió como por cuatro hombres y mientras devoraba el último platón de arroz, su mirada se fijó en el folio que Ryoga le había dado con la información de Akane Tendo.
Todavía masticando el último bocado tomó el sobre y lo abrió en la primera página.
La sonrisa de Akane le dio la bienvenida. Ranma tragó duro.
Puso la fotografía de la chica a un lado cuidadosamente y empezó a leer:
Tendo Akane había nacida en Nerima, Tokio, hace 20 años. Hija de Tendo Soun y Tendo Naoko (fallecida)
Hija única, había sido criada por su padre al morir su madre muy joven. Soun Tendo, siendo un artista marcial, había criado a su hija como luchadora, con la ambición de que se hiciera cargo un día del Dojo. Estuvo comprometida desde muy pequeña con Shinnosuke Furamoto, otro artista marcial. Sin embargo, el compromiso se rompió por causas desconocidas cuando ella tenía 19 años.
Ranma volteó a ver la fotografía de Akane sorprendido de que alguien rompiera su compromiso con semejante beldad. Pero luego lo pensó bien; eso solo reafirmaba su hipótesis de que la chica era una pesada insufrible. El rompimiento había coincidido precisamente cuando Akane entró a DoCo. No era más que otra chiquilla consentida y frívola que pretendía tener a los hombres a su servicio.
Continuó leyendo y a grandes rasgos contenía su historial académico, su extraño paso por la preparatoria con todos los chicos queriendo vencerla para salir con ella. Eso explicaba por qué Ranma había reparado de inmediato en su cuerpo trabajado. Le había sorprendido demasiado que fuera artista marcial. Nunca se lo imaginó. Trató de hacer memoria si ubicaba el nombre de la Escuela Tendo, pero no le sonaba de nada. Le preguntaría después a su padre. El nombre de Shinnosuke le sonaba vagamente de algo, si era artista marcial, lo más seguro es que se hubiera enfrentado a él en algún torneo en los que participó. Esa época había luchado tanto y con tantos que los nombres se le confundían e incluso a unos de ellos ya no los recordaba. Lo más probable es que el ex - prometido de esa chica sea uno de esos tantos artistas marciales que desaparecían cada año.
Terminó de leer la pequeña biografía y solo daba fechas de cuando ella había entrado al grupo y en sustitución de quien: Una de las miembros fundadoras, Kodachi, quien le decían la rosa negra, había renunciado al grupo para seguir como solista. Akane había entrado en su lugar. Él, con su nulo conocimiento sobres grupos juveniles, IDOLS o cosas así no podía dar cara a todos los nombres que manejaba el escrito así que solamente le dio una rápida mirada.
El resto del voluminoso paquete eran fotos de Akane sola o con sus compañeras de grupo en gira, promociones, rueda de prensa y fotografías de estudio. Algo realmente no podía negar. La chica era un regalo para la vista. Sin embargo, en todas esas fotografías algo le llamó la atención, la joven parecía enojada. Él, como artista marcial, se jactaba de poder leer muy bien a la gente y a sus oponentes, en su opinión era uno de los secretos que lo hacían ser tan bueno como era. Era muy útil saber cuándo un oponente se iba desmoralizando o por el contrario cuando atacaba con furia, lo cual nunca era bueno o con demasiada arrogancia, lo que era mucho peor. No podría decir las veces que ganó una pelea solo por leer a su oponente, al adivinar la vuelta que daría o la finta que intuía.
Y ahora con la chica Tendo eso saltaba a la vista, para él Akane era un libro abierto. Sus ojos eran demasiado grandes y dejaban transmitir demasiadas emociones. Estaba seguro que la chica no era consciente de eso, pues la gente a menudo no lo está. De otra manera lo más probable es que se controlaría. Pero gradualmente iba pasando las fotografías esa fiera expresión saltaba como un faro en la noche. Inclusive en las fotografías de estudio donde ella posaba sugerentemente en bikini mostrando esas piernas de infarto y con una sonrisa angelical en el rostro. En el fondo de sus ojos había enojo. Un gran enojo.
Las fotografías estaban ordenadas cronológicamente, de actual a antiguas; se dio cuenta poco después de empezarlas a ver y en cada imagen que pasaba el índice de enojo en aquellos ojos iba disminuyendo. Finalmente llegó a las que reconoció eran las fotografías de las que había hablado Ryoga, que el chico Fetiches había sacado. El cambio era abrumador, en las fotos recientes Akane era una visión para el hombre, toda sensualidad e inocencia. Era la mujer que todo hombre deseaba para sí y el epítome de lo que las mujeres deseaban ser. Sin embargo, en estas fotos Akane era completamente otra. Evidentemente estaban sacadas por un ojo inexperto y tomadas lo que a todas luces era sin el consentimiento de la protagonista, por los ángulos forzados de la cámara, las ramas y follaje que se asomaban o lo borrosas que se veían algunas. La Akane actual, la que Ranma había visto en las fotografías de estudio y aquel video, era la mujer más hermosa que había visto en su vida, pero solo eso. Solo reconocía su hermosura y nada más. Y esta Akane la de las fotografías tomadas por un asqueroso voyeur sin su consentimiento la mostraban tal como era. E indudablemente esta chica, con su belleza salvaje era mucho más preciosa que su contraparte actual.
Por mucho.
Ahora entendía la obsesión que había visto en los ojos de Ryoga al hablar de ella esta mañana.
Llegó a una serie de fotografías donde Akane estaba enfundada en un leotardo rosa, como si fuera una animación la mostraban realizando una complicada pirueta en el caballo de gimnasia. Ranma admiró su fortaleza física. Pero una de las imágenes mostraba que Akane se había dado cuenta que la estaba fotografiando y pudo ver aquella mirada de rabia que estaba en las nuevas fotografías de ella. La siguiente fotografía la mostraba cayendo, indudablemente la habían sacado de concentración. Esa era la última instantánea.
De pronto Ranma no se sintió mejor persona que el voyeur que había sacado esas instantáneas. Sintió que era una enorme falta de respeto ver esas fotografías sacadas sin su consentimiento. Se preguntó qué fue lo que paso después de aquella última foto. Su propia experiencia le decía que Akane había sufrido un grave accidente. Negándose a seguir viendo aquellas fotografías (pues una parte de él si lo deseaba) se obligó a cerrar el folio.
Se estiró y se dio cuenta que pasaban de la 1 de la mañana, había estado cerca de dos horas inmerso en la vida de Akane Tendo casi sin notarlo. Se cepilló los dientes y con un suspiro de complacencia se metió a su cama.
Aunque tenía clase temprano y debía de levantarse a las 6 de la mañana no era capaz de dormir. Su cerebro seguía recapitulando lo acontecido en el día.
Sabía que había algo que Ryoga no le había dicho, se había comportado más nervioso que de costumbre. Esa premura y deseo de pagar lo que sea lo hacían sospechar. Le daba mala espina. Pero por otra parte la promesa que le había hecho a su madre esta tarde sin pensar, la ilusión y alivio que vio en sus ojos, le estaba destrozando desde que abandonó el hospital. No podía echarse para atrás. Ya no quería visitarla más en el hospital, no quería que su madre pasara más tiempo ahí. Lo iba notando, cada vez estaba más delgada y sin fuerzas. Sabía que tenía que hacer algo rápidamente antes de que fuera demasiado tarde. Pero si aceptaba el trabajo de Ryoga sabía, muy en el fondo, que no iba a acabar nada bien para él. Esa chica, fuera lo desagradable que fuera había algo en ella que lo atraía, lo notaba, y él no estaba siendo capaz de poner resistencia. Iba a acabar herido…otra vez.
Dos horas después Ranma por fin dormía con la decisión ya tomada.
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DoCo First
Red Shoe Sunday ~ Akai Kutso no Sunday
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*Aclaraciones*
* Por si todavía le queda la duda a alguien el video que ven Ranma y Rioga es el que le da el título al capítulo.
*El nombre de la mamá de Akane lo tomé del nombre que el fandom le ha dado a la olvidada señora.
*El apellido de Shinnosuke lo tomé del Seiyu del mismo nombre que da voz a Pantimedia Taro, obviamente en japonés.
*No sé si hay otro fic de temática similar, quería echarme un clavado buscando pero después pensé que mejor no. Puede que el plot sea el mismo pero el desarrollo es diferente.
¡Gracias y Feliz año!
S.R