-Este fic es una precuela de mi historia "El Sentir de Un Uchiha" centrada en Sasuke, Sakura y Sarada. Ni los personajes ni la historia me pertenecen en lo absoluto sino que son de la completa autoria de Masashi Kishimoto más la narración,historia y pasados de los personajes (Fugaku, Mikoto, Itachi y Sasuke) son de mi absoluta responsabilidad para la dramatización, sentido y cronologización de la historia :3


A lo largo de la historia de Konoha como tal, de una u otra forma, siempre se había buscado el modo con que sepultar a los Uchiha o mantenerlos al margen mediante un muro de cristal, valorizando en demasía sus habilidades como Shinobis por encima del promedio y quizás categorizándolo como el mayor de los Clanes que pudieran existir con motivo de sus dones insuperables y su incomparable Dojutsu y Kekkei Genkai. Pero y si bien esto era valorado, igualmente se consideraba una especie de arma de doble filo, haciendo que algunos vieran a los Uchiha como si fueran monstruos que debían mantenerse sujetos con una correa, como si—por el simple hecho de tener el Sharingan—necesariamente tuvieran que destruir todo a su paso por su ambición, por una avaricia que simplemente no era comprendida, pero que no era necesariamente mala. ¿La razón de todo esto? El miedo; cuando las personas sentían miedo por algo en particular, algo que no eran capaces de comprender, se defendían de ello, no se molestaban en buscar más opciones o siquiera pensaban en la posibilidad de entender aquello que les resultaba incomprensible, solo se defendían de ello y en ocasiones el mejor modo de hacerlo no era sino con brutalidad.

Desde siempre el Clan Uchiha había sido considerado uno de los dos clanes más poderosos del mundo Shinobi debido a su poderoso Sharingan, junto con el Clan Senju que actualmente cobraba un protagonismo omniscientemente y casi nimio otorgándoles un estatus ambivalente y casi invencible que habían comenzado a ganarse durante la Era de Guerra entre Clanes, ganándose el apodo de "el Clan de la Guerra" debido a sus grandes habilidades en todos los tipos de combates había y por haber, obteniendo una gran fama por su poderoso chakra y Dojutsu, contando inclusive con usuarios del Mangekyo Sharingan como lo había sido el infame Madara Uchiha cuyo nombre había imperado por largo tiempo como aquel que había producido una especie de sinapsis o comunicación del Clan con la aldea, haciendo alarde de un poder que se había mantenido—en cierto grado—en el tiempo. La creación Policía Militar de Konoha, de la que los Uchiha estaban encargados, había sido un falso símbolo de confianza que solo los había mantenido fuera del gobierno de Konoha, ese había sido el fin por el que el Segundo Hokage había orquestado su concepción y funcionamiento como tal, suprimiendo al Clan bajo la autoridad de los Senju, algo que en su tiempo se había tolerado. Pero esta nociva influencia había llegado a su punto de ebullición luego del Ataque del Zorro de Nueve Colas, cuando los altos cargos de Konoha hubieron comenzado a sospechar de los Uchiha como culpables de tal suceso ya que con el Sharingan eran los únicos individuos capaces de controlar al Kyubi, y por esa misma razón se habían visto forzados o resignados a trasladarse a un rincón en las afueras de la aldea para así ser secretamente vigilados. Inevitablemente y por años, más y más muestras de ninguneo habían provocado que los Uchihas se determinaran a planear un golpe de estado que acabara con el gobierno de la aldea, pero todo había terminado en una noche, una noche en que el hijo del líder del Clan, Itachi Uchiha, que desde hace tiempo había actuado como un como doble agente, informando al Tercer Hokage sobre los planes del Clan, había cumplido con la sentencia—decidida por los consejeros del Hokage—de aniquilar a todos los miembros de su Clan.

Hacía solo días atrás todo había parecido perfecto, quizás demasiado, pero nadie hubiera podido concebir que el—catalogado—heredero al liderazgo el Clan, el primogénito, fuera quien ejecutara una masacre semejante contra su propia gente, e Itachi aún no podía aceptar en su consciencia tal cosa, pero era eso o al guerra civil y eso ultimo era algo que nunca podría perdonarse, colisionaba por completo con sus ideales pacifistas así como esta masacre que había hecho que manchase sus manos con la sangre de aquellos a quienes había podido considerar amigos, hermanos…y contra su propia familia, pero algo aliviaba su dolor; no había tenido que ejecutar la misma sentencia contra su hermano menor. Sasuke apenas y tenía siete años, él podía ser diferente, podía actuar y vivir según su propio juicio y no dependiendo de los casi claustrofóbicos pensamientos ideológicos que sostenía el Clan al que ambos—ya fueran que en algún momento se avergonzaran por ello o no—pertenecían y pertenecerían siempre, pero y si bien Itachi pensaba esto, también sentía miedo; que fácil resultaría para su hermano odiarlo, lo cual de momento resultaría la opción más plausible y en cierto modo Itachi deseaba que sucediera, si cobraba su vida como trofeo…la vergonzosa y pasada existencia de los Uchiha terminaría con él, Sasuke podría encargarse de que la siguiente generación iniciara desde cero.

Me siento como una basura, pensó el Uchiha sobre sí mismo. De una u otra forma, quizás, el futuro fuera mejor de lo que había sido hasta entonces, solo en ello podía creer, esa era su única esperanza. No podía arrepentirse, no había crecido teniendo tal posibilidad en su mente, ni como AMBU ni como Uchiha, solo conocía una dirección y esa era hacia adelante, cargaría con semejante peso y culpa hasta el último día de su vida, hasta su propio final. Ya todo estaba hecho y retractarse era algo imposible, sus agonizantes padres; tumbados sobre el suelo frente a él, eran la mayor prueba de ello, había llegado demasiado lejos y no podía retractarse…

Tumbado a medias sobre su esposa, Fugaku levanto su agonizante mirada hacia su hijo mayor, rogándole que cumpliera su promesa de proteger a Sasuke que—confiaba—pudiera ser diferente, que pudiera forjar un futuro distinto al que quizás en sus inicios hubiera sido concebido a seguir, deseaba que su hijo pudiera formar su propio camino y no cometiera los errores que otros habían cometido antes de él, más eso solo el mismo tiempo y sus decisiones lo dirían, debía confiar en ello. Pero si bien esto fue lo que Fugaku le transmitió a su primogénito, con la mirada, también le pidió que volteara, no quería que los recordase de ese modo, ni a él ni a Mikoto que parecía más próxima a la muerte que él en ese instante. Accediendo, Itachi les dio la espalda a sus padres, secando las lágrimas que se habían deslizado por sus mejillas, no podía permitirse ningún tipo de debilidad en un momento así, Sasuke cruzaría esa puerta de un momento a otro y entonces ya no habría vuelta atrás, nunca había existido esa opción, debía recordarlo.

Viendo como su vida llegaba a su fin, ahora Fugaku podía ver con cierta nostalgia su pasado y todo cuanto había hecho, no pudiendo categorizar sus aspectos positiva o negativamente sino como una simple cronología de hechos, algunos de importancia nimia y otros—como lo eran la presencia de su esposa—como algo imperdible e inolvidable. Bajo los estándares tradicionalistas; los líderes del Clan Uchiha acostumbraban a casarse con una mujer de porte y prestancia que tuviera un talento innato, más que belleza y más que intelecto, también con logros tras de sí, y si bien Mikoto siempre había contado con todas estas cualidades y más, de sobra, Fugaku nunca había reparado en ello al amarla, solo lo había hecho porque inefablemente siempre había sido la única en su vida y corazón, nunca nadie más había tenido opción a alcanzar ese lugar, solo ella. Por largo tiempo, en el pasado, su único interés había sido el prestigio y las expectativas a cumplir y que-en su día—se habían esperado tanto de él como futuro líder del clan mientras su padre aun había vivido y sabía que había cumplido perfectamente con su deber, pero estaba convencido de que nunca hubiera podido hacerlo del modo en que lo había hecho si Mikoto no hubiera estado a su lado, muchos podrían subestimar a esa mujer, pero Mikoto era alguien infaltable, ella había hecho que fuera quien era. Aspecto dulce y afable, rompiendo con los márgenes serios, austracistas e indiferentes que imperaban en el clan, de piel blanca como el marfil, dulces y a la vez profundos ojos negros, y largo cabello oscuro con incomparables reflejos azulados; esa era Mikoto que increíblemente y desde su más tierna edad había cobrado protagonismo, tal vez porque ambos habían estado destinados a un matrimonio acordado por los tan valorados antecedentes genéticos, pero de una u otra forma se habían amado y no con motivo de las imposiciones que habían recaído sobre ambos sino porque parecían haber estado destinados a ello. Ella había sido su luz, quizás Fugaku pudiera arrepentirse de muchas cosas en su vida, pero no de amarla.

-Mikoto….- murmuro Fugaku, observando el rostro de su esposa y sintiendo igualmente próxima su propia muerte.

La herida infringida por su hijo era letal, lo sabía, era más que obvio, pero extrañamente no sentía un dolor tan grande como el que hubiera podido llegar a imaginar, sabía que moriría, lo sentía por el modo en que sus respiración se volvía más y más errática, casi oyendo retumbar contra su oídos los latidos de su corazón, pero ningún malestar corpóreo le impidió levantar ligeramente la cabeza, centrando sus últimas fuerzas en observar a su esposo. Entrelazando una última vez su mirada con la de su esposo, Mikoto se resignó, temblando ligeramente al casi sentir como algo palpable el umbral que finalizaría con su existencia. No sabía si su vida había sido más menos dichosa de lo que otros creerían que había sido. Había vivido momentos felices y tristes como cualquiera, más se sentía realizada porque había amado con todo su corazón a su esposo siendo plenamente correspondida y había tenido dos hijos; Itachi el primogénito que había otorgado al Clan y su Sasuke, su hijo más querido a quien le deseaba con todas sus fuerzas un futuro mejor, un futuro que tuviera más felicidad que el propio. A lo largo de su vida, Mikoto había estado férreamente convencida que algo así jamás le sucedería a ella, por todos los medios había intentado que su lealtad por su gente, sus ideales y su clan; no nublaran su juicio ni empañaran su justicia y sentido del deber que tenía como Shinobi y Jonin que había sido, pero en ocasiones era imposible nadar contra la corriente de aquella oscuridad que su propia sangre le imponía. El Clan Uchiha ciertamente era el clan que más amor podía llegar a sentir, casi obsesionándose con ello cuando se conocía este sentir, pero fuera como fuera, este sentimiento de origen puro inevitablemente desembocaba en la total destrucción cuando se perdía…y el miedo de todos los Uchiha de ser erradicados del mapa solo por considerar que las limitaciones impuestas por los consejeros del Tercer Hokage eran una especie de prisión de oro…había acabado por ser su sentencia de muerte. ¿Odio? Tal vez lo habían sentido, pero, ¿Cómo no hacerlo? Era como si algo siempre los hubiera llevado en esa dirección, o había podido evitarse o cambiarse. Entrecerrando los ojos, sintiendo lejana del plano material y viendo el dolor sentido ya como algo lejano, Mikoto se entregó a lo que sea que tuviera que suceder, claro que no deseaba morir, Sasuke aún era muy pequeño y hubiera deseado poder estar junto a él y pulir ciertos aspectos negativos de él, pero no podría, solo anhelaba sinceramente que en el futuro pudiera ser feliz, ese siempre había sido su mayor sueño para sus hijos, pero no podría ver ese día…

Esa era su mayor tristeza mientras se entregaba a la muerte a la par con su esposo.

Todos conocen esta historia; el clan masacrado por su hambre de poder, pero el poder que ansiábamos con desesperación no se pensaba obtener por un fin egoísta, lo necesitábamos para garantizar seguridad y no solo para el Clan entero, también para las mujeres y los niños…todo lo que pudo ser desapareció para siempre en una sola noche. Pero desde luego que mi intención no es aburrirlos, y ya que todos conocemos esta historia, ¿les parece si regresamos al principio? Cuando todo esto ni siquiera había podido imaginarse…


25 años antes

Como sucedía en cada periodo de paz, los civiles de la aldea podían disfrutar de un sinfín de oportunidades, todo parecía perfecto en su simpleza. Luego de la muerte del Segundo Hokage, Tobirama Senju, y el ascenso de Hiruzen Sarutobi como Tercer Hokage, todos pensaban que la aldea habría de sumirse en una época de paz y prosperidad indeleble. Quizás Konoha fuera la aldea más pacifica hasta la fecha, habiendo superando una guerra desde la cual incluso antes habían perdido a su primer Hokage, Hashirama Senju, sucedido por su hermano Tobirama como Segundo Hokage y que también había muerto solo que durante la guerra y asesinado por ninjas de Kumogakure, pero eso no había impedido que antes de su muerte Hiruzen Sarutobi fuera nombrado como su sucesor y actual tercer Hokage. En la actualidad existían tensiones con Amegakure, tensiones que—se temía—acabaran en una guerra, pero era demasiado pronto como para creerlo con certeza, por lo que nadie decía nada para no estropear la amena imagen que conocían o llamaban realidad, todos intentaban disfrutar de la paz que esperaban fuera duradera. La Gran Guerra Mundial Shinobi había terminado hace años y actualmente la aldea era regida no solo por el Tercer Hokage sino también por sus consejeros; Danzo Shimura, Koharu Utatane y Hamura Mitokado, así como por la unificación que conformaban los líderes y representantes de cada uno de los clanes de importancia que habitaban la aldea, siendo uno de ellos el Clan Uchiha, que de una u otra forma—lo quisieran o no—siempre parecía atraer toda la atención sobre sí mismo, y no por nada es que actualmente era el clan de influencia predominante ya que los Senju dejaban de cobrar protagonismo como lo había hecho en el pasado.

Las calles no estaban tan abarrotadas como de costumbre y el motivo quizá fuera que a esa hora del día la mayoría de los niños estaban en casa puesto que ciertos alumnos de la academia se habían graduado y actualmente se preparaban para rendir el examen Chunin, pero Mikoto Uchiha—de diez años—no tenía pensado quedarse en casa como quizás harían algunos de los niños de su edad, habiéndose escapado del cuidado de la nueva niñera que su madre había contratado. Eshima Uchiha había enviudado siendo relativamente joven teniendo en cuenta que su esposo había sido uno de los mayores exponentes guerreros que la aldea hubiera tenido, pero lejos de esclavizarse a si misma como un ama de casa luego de enviudar, Eshima había mantenido su rango como Jonin y continuaba trabajando, teniendo que encargar el cuidado de su única hija a una amiga de confianza que actuaba como su niñera, pero Mikoto si bien entendía esto estaba totalmente en desacuerdo con su madre. Quería entrenar, más no tenía permitido hacerlo lejos de la vigilancia de su madre, así que escaparse le parecía mucho mejor. Usando un sencillo vestido negro de mangas largas con el emblema de los Uchiha estampado en ambos brazos—bajo la altura de los hombros—y en la espalda, siendo este último ocultado por su largo cabello oscuro con reflejos azulados, la Uchiha recorría la aldea a trote, sonriéndole a cualquier conocido que la viera. El Clan Uchiha había roto con una de sus tradiciones más austracistas desde hace años; podían mezclarse con civiles y mantener un determinado de amistad con ellos como harían con cualquier persona, pero la regla de limitación sanguínea solo se imponía al líder del Clan y en cuanto a matrimonio se refería, algo que Mikoto valoraba porque tenía muchos amigos en distintos clanes, todos menores que ella porque extrañamente nacía de su ser guardar cierto aire maternal para con quienes le importaban, eso y que la mayoría de los miembros de su propio Clan eran adolescentes en su mayoría y no tenía un trato tan próximo con ellos como hacía con otros en ese sentido, pero su sangre la llamaba y eso era obvio.

-Hola, Mikoto.

-Hola- saludo la Uchiha, alegre y sin detener su trote o intento de huida.

Por supuesto, se preguntaran quien soy y porque narro esto, bien, me presentare, así es, soy la tierna niñita que corre con una sonrisa en el rostro, mi nombre es Mikoto Uchiha, tengo diez años y soy la mejor de mi clase en la academia. Adelante, felicítenme...

Ciertamente podía considerarse incluso arrogante por haber tenido las mejores calificaciones de su clase y haber sido la única de su salón en graduarse y estar preparándose actualmente para los exámenes Chunin con solo diez años, casi once, pero no era algo tan asombroso. Era hija única y no teniendo demasiado en que reparar, además de contar sobre si con un peso invisible de presiones y expectativas por ser hija de un prodigio y una Jonin muy respetada, Mikoto inevitablemente había postergado su sentir infantil, concentrándose por completo en graduarse y lo más pronto posible, más nada de eso la hacía portar su banda ninja aun, pero se prometía comenzar a hacerlo cuando fuera Chunin, porque tenía esa meta en mente y la conseguiría. Ya había cumplido con misiones como le correspondía hacer junto a su equipo, pero tanto ella como sus compañeros habían aceptado la solicitud para participar de los próximos exámenes y, al menos en conocimiento y necesariamente en taijutsu, ninjutsu y demás…estaba preparada, y aun cuando otros miembros de su clan ya lo tuvieran, no aspiraba a obtener el Sharingan, aun, creía que era demasiado pronto y su madre, al menos, pensaba igual ¿Era demasiado joven? Ciertamente, apenas una niña, pero era común para la época que las ceremonias de graduación se apresuraran, Konoha ya había sobrellevado una guerra y en el peor de los casos—por los rumores—es que se estaba preparando para librar otra, contando con Shinobis capacitados, ya fueran hombres o mujeres por igual. Pero, como siempre su plan de huida se veía interrumpido por lady Asa, la amiga de su madre y que finalmente hubo dado con ella, más imposibilidad de seguirle el paso con lo veloz que era la Uchiha.

-¡Mikoto!- llamo Asa, su niñera. -¡Mikoto!, ¡Regresa!

Claro que este llamado de atención no hubo dado el resultado planeado, en lo absoluto, de hecho y sin titubeo alguno es que Mikoto se apresuró, corriendo lo más rápido posible y valiéndose de su agilidad para quedar fuera del alcance de lady Asa, teniendo muy en claro la dirección en que pensaba dirigirse…


La Policía Militar de Konoha consistía en una fuerza conformada únicamente por miembros del Clan Uchiha, ensalzando aún más la autoridad que ya habían comenzado a ganarse desde una época tan remota como lo había sido el tiempo de la Guerra entre Clanes, aunque la misma organización como tal guardaba un secreto; el Segundo Hokage Tobirama Senju, ciertamente había orquestado su creación como un símbolo de confianza y fe hacia el Clan dando carta blanca y dejando en el pasado la enemistad que había dividido a los dos grandes clanes, los Senju y los Uchiha, utilizando incluso el símbolo característico de los Uchiha como emblema de la organización. Si, estos ideales eran muy hermosos y pacíficos de analizar pero así como eran importantes…eran una mera farsa, la importancia del Clan Uchiha y su autoridad siendo empleadas en la Policía Militar eran un método de distracción para que los miembros del clan no participaran en el gobierno de Konoha, algo que los consejeros del Hokage temían, considerando a los Uchiha como poco menos que monstruos ambiciosos y corruptos, ávidos de poder e influencia.

Aunque el motivo tras esta organización comenzaba hacerse evidente para algunos miembros del Clan, nadie quería decir nada al respecto, no consideraban que el momento fuera apropiado y lord Fujitama—el líder del Clan—pensaba igual, considerando más pertinente que se perfeccionaran las habilidades de cada uno de los miembros del Clan hasta volverlos a todos la fuerza beligerante que protegiera—en cierto modo—a Konoha si se desataba una guerra, lo cual era el temor de la población, sobre todo teniendo en cuenta la reputación que el Clan Uchiha había llevado sobre si desde los albores de su existencia y nadie soñaba siquiera con defraudar tal legado para con sus antepasados. Como un punto de reunión en concentro, si así podía calificarse, el Clan Uchiha no solo cumplía la esperada función que deberían ejercer en el cuartel sino que además de entrenar a los nuevos reclutas compartían el campo de entrenamiento con que contaban con sus cercanos y miembros de su mismo Clan, todos siendo supervisados por los dos hijos de lord Fujitama; Teyaki de veintiuno y Fugaku de quince. Habitualmente el peso de la herencia del linaje del Clan acostumbraba a recaer inevitablemente sobre el primogénito de la familia porque era una regla casi natural pero en este caso el heredero y activo sucesor no era Teyaki que se había negado a ello desde el primer día sino su hermano Fugaku, mucho más preparado y dispuesto a hacerse cargo del Clan entero cuando llegase su momento, siendo co-capitán de la policía Militar y la segunda autoridad más importante del Clan tras su padre e incluso por sobre su hermano mayor que casi era su subordinado. Arquería, agilidad, Ninjutsu, Genjutsu, Taijutsu…cada aspecto a emplear en una batalla, enfrentamiento o campo de batalla cualquiera era pulido con esmero por cada uno de los presentes y que se entrenaban con corazón y alma, Fugaku se encargaba de ello junto a su hermano Teyaki, ambos analizando críticamente a cada uno, algunos eran cercanos amigos suyos, otros simples congéneres o subordinados, pero todos formaban parte del mismo Clan y eso era suficiente como para que nadie pasara sin pena ni gloria en cuanto a atención se refería.

-Se ven muy bien- elogio Fugaku.

-Pues gracias- se jacto Teyaki, fingiendo arrogancia.

-¿Qué tal él?- señalo.

-Es muy bueno- contesto su hermano, confiando en el progreso que tenían los reclutas.

-Vigílalo- indico Fugaku, creyendo en las palabras de su hermano mayor.

-Lo haré- accedió Teyaki. -Hiro- llamo.

El individuo tan valorado en cuestión formaba parte de la policía militar y de hecho su aspecto alto, corpulento y fornido retrataba su fortaleza física, siendo un objetivo a quien los nuevos reclutas deba intentar derribar sin éxitos concluyentes o satisfactorios, siendo golpeados y derribados como una señal de aliento para esforzarse aún más de lo que ya lo hacían hasta entonces, después de todo no había mejor forma de entrenar que con sus propios congéneres que estaba igualmente entrenados en cuanto a nivel de habilidad se refería, algunos poseían el Sharingan y otros no, esto creaba un margen de perfeccionamiento para intentar alcanzarse entre sí, una competitividad muy marcada pero ciertamente sana. Ocultándose mediante el entorno silvestre que rodeaba el basto campo de entrenamiento, Mikoto sonreía de oreja a oreja, fascinada al ver entrenar a los suyos con ese grado de dedicación, vigor y pasión; no aspiraba a ser parte de la Policía Militar como su madre o como lo había sido su padre, pero le encantaba la idea de poder entrenar con semejante potencia, anhelo y talento algún día, quizá sonara obvio pero la fortaleza física que conseguía un Chunin o un Jonin marcaba su trayectoria en el futuro y su propio grado de utilidad, y eso precisamente era lo que la hacía ser aún más perseverante, estando dispuesta a llegar lejos, no tenía miedo alguno, pero sabía que en ocasiones era preciso ser cauta, su juventud no le quitaba visión del entorno y su inocente conciencia le permitía ver con justicia a un mundo que quizás se estuviera corrompiendo. Una sonrisa ligeramente nerviosa apareció en su rostro, intentando ocultarse con la flora a su alrededor en cuanto Fugaku reparo inevitablemente en ella como quizás no hicieran el resto de los presentes, negando reprobatoriamente ante su presencia pero sin pensar en delatarla.

-¡Mikoto!

El inconfundible grito de lady Asa la hubo sacado por completo de su fantasía heroica, sobresaltándola y haciendo ver ante algunos de los presentes que estaban tomando un descanso y que sonrieron ante su presencia, algo muy habitual en la sesiones de entrenamiento, cada vez que huía del cuidado de su niñera—desde hace años—es que se escapaba para verlos entrenar, todos ahí la conocían y apreciaban, más no planeaban ocultar que estaba desobedeciendo a su madre. Sin dudarlo ni por un segundo, Mikoto salió huyendo nuevamente y lo más pronto que le fue posible de lady Asa, siendo atentamente observada por Fugaku que suspiro sonoramente para sí, volteando a ver a su hermano al saberse observado, viendo Teyaki indicarle que la siguiera y vigilara que no se hiciera daño con lo impulsiva que era. Mikoto podía ser Genin y próxima a convertirse en Chunin, nadie dudaba de sus capacidades, pero no dejaba de ser una niña de diez años que bien podía hacerse daño, eso y que ambos estaban secretamente comprometidos. Cuando había tenido edad para entenderlo—a los doce años—Fugaku había sido informado de que inevitablemente y ya fuera que lo quisiera o no debería casarse con ella, era un asunto centrado en la consanguineidad del Clan y su futuro deber como líder, algún día, no podía oponerse sin importar que viera a Mikoto como la niña que era—siendo además ajena a tal compromiso—y no como su futura esposa, algún día. Su padre le había dado un margen; debía encontrar a otra candidata igualmente idónea o de lo contrario solo aceptar el compromiso, algo difícil de hacer teniendo en cuenta que Mikoto era pariente lejana del mismísimo Madara Uchiha, en su día líder del Clan.

Bufando e ignorando sus propios pensamientos, Fugaku siguió a Mikoto de forma inmediata.


Corría apresuradamente sin saber adónde exactamente, pero no deseando ser atrapada y regresada forzosamente a casa. No necesitaba una niñera, ya era casi cumplía once años, pero su madre insistía en ello, considerando que dejar sola a su pequeña hija bien podía ser catalogado como riesgo por lo inquieta que era Mikoto, así como por su carácter difícil que igualmente no la hacía presa fácil para ningún tipo de niñera, incluyendo a lady Asa que ejercía como tal únicamente por su amistad con su madre. Apenas y fijándose por donde iba, Mikoto reparo tardíamente ne el fin del camino ante ella, al borde de una peligrosa caída libre que la hizo cerrar fuertemente los ojos…aguardando en la oscuridad al impacto de su caída, Mikoto abrió lentamente los ojos en cuanto se hubo percatado que nada sucedía, alzo la mirada viendo su muñeca siendo sujetada por alguien, y alzando un poco más la mirada se encontró con Fugaku que arqueo una ceja al verla actuar tan impulsivamente, sin reparar en nada. Claramente aquella no era la forma en que una Genin debería comportarse, pero él podía dejarlo pasar porque la consideraba una niña, más otros no lo harían ni tomarían su actuar con tanta ligereza. Sujetándole la otra muñeca y alejándola del borde de aquella cornisa que ella ciertamente no había visto al huir de ese modo, Fugaku la dejo perfecta y seguramente sobre el suelo, negando únicamente y no considerándose la persona idónea para regañarla o decirle que estaba bien y que estaba mal.

-Hola, Fugaku- sonrió Mikoto con su habitual aspecto angelical, más sabiendo que él no reaccionaria igual que la mayoría de las personas ante ese gesto, -¿Cómo estas hoy?- pregunto, intentando desviar el tema que él seguramente aludiría.

-¿Cuántas veces tendremos que pasar por esto?- reitero Fugaku, ya perdiendo la cuenta de todos los intentos de rescate que había hecho por ella hasta la fecha.

Ciertamente estaban secretamente comprometidos y Mikoto aún era demasiado joven como para saberlo, pero sus padres habían hecho que desde siempre fueran cercanos entre si pese a la diferencia de edad, a tal punto en que entre ambos se había creado una amistad con el pasar del tiempo, pero más que una amistad, Fugaku veía a Mikoto como la hermana menor que nunca había tenido, no podía verla de otra forma porque mientras que él era un adolescente ella ni siquiera estaba comenzando a salir de la infancia y quizás nunca dejara de verla de este modo, contrario al interés consanguíneo y político que su padre Fujitama veía del futuro matrimonio orquestado para ambos, pero Fugaku no podía deshacer el compromiso, o al menos no de momento. Siempre habían sido cercanos entre si y Mikoto nunca había necesitado dirigirse formalmente ni a él ni a Teyaki pese a que socialmente cobraran una importancia significativa en cuanto a la jerarquía del Clan se refería, viéndolos a ambos, en ocasiones, como si fueran sus hermanos mayores. Lo recordaba bien, había conocido a Fugaku cuando ella había tenido cinco años y el diez, entonces ninguno habían entendido el porqué de conocerse pero Mikoto lo había averiguado con el tiempo, la razón estaba oculta en su linaje y en lo que generaba importancia para el Clan, después de todo ser parcialmente un familiar lejano de un Shinobi legendario como Madara Uchiha siempre generaba polémica sin importar que fueran pocos quienes lo supieran y que lo tomaban muy positivamente, ya creyendo que solo por este antecedente genético ella habría de ser un prodigio y quería serlo, solo que tal vez no en la medida que todos esperaban que lo fuera.

-Hasta que te aburras de mí- contesto ella, encogiéndose de hombros con simpleza.

-¿No te parece que ya lo hago?- inquirió el Uchiha sin perder su habitual estoicismo.

-Me quieres mucho como para ignorarme- rió Mikoto, aunque sin llegar a suponer si esto era del todo cierto o no.

-Espero que estas conversaciones te ayuden en el examen Chunin.

Reconociendo inmediatamente ese tono, ambos se giraron y bajaron la cabeza con respeto ante dicha voz casi carente de sentimientos y que conseguía causar igual grado de intimidación que su propia presencia, ahí frente a ellos y a solo un par de pasos se encontraba Fujitama Uchiha, el indiscutible líder del Clan y Capitán de la Policía Militar, un hombre que durante la Gran Guerra Shinobi había conquistado a decenas de enemigos como trofeos, demostrando su lealtad al sistema de aldeas y colaborando—casi forzosamente—en la creación de la Policía Militar como tal. Todo en aquel hombre evocaba respeto, tanto su reputación como su aspecto frió e indiferente, estoico y gallardo, casi invencible y a quien Mikoto siempre había visto con respeto, como una especie de padre para ella ante la ausencia del propio, la imagen que siempre se debía tener del líder de un Clan como lo era el de los Uchiha. Pero contrario a ella, Fugaku siempre había visto a su padre como un hombre frió y que consideraba que el deber y lealtad para con el Clan estaba por encima de todo, algo relativamente positivo pero que había hecho que desde siempre se creara un margen entre él y sus hijos. Fugaku apenas y recordaba a su madre, había muerto cuando él apenas y había tenido dos años y Teyaki ocho, y al no tener más parientes, en ese sentido, Teyaki y él siempre habían crecido con el concepto de que uno de los dos debía ser el líder del Clan y dedicarse únicamente a ello, cumpliendo cada expectativa que se tuviera sin pensar en nada más que en ser leales a su Clan y a los ideales imperantes desde tiempos remotos. Teyaki se había dado por vencido, nunca había querido lidiar con la presión, claro, formaba parte de la Policía Militar pero su ideal de vida no iba por ese camino, solo lo hacía por cumplir pese a su innegable talento, pero Fugaku por otro lado había tenido que aceptar ese peso y ya, no había otra opción, más ni aun así es que él y su padre habían conseguido ser cercanos más allá del vínculo que compartían como padre e hijo, siempre había existido un margen infranqueable y siempre lo habría pero él y Teyaki eran la única familia que tenía, eso lo tenía muy claro.

-Padre- saludo Fugaku escasamente.

-Lord Fujitama- Mikoto bajo la cabeza antes de aproximarse a él como se lo hubo indicado, -eso intento, estoy entrenando mucho- garantizo con total sinceridad.

Tenía grandes esperanzas en aquella niña, Naori Uchiha—su abuela—había sido una de las pocas mujeres en la historia del Clan en ser toda una proeza en batalla y la única mujer conocida que fuera usuaria del Mangekyo Sharingan, claro que no había podido ejercer formalmente como líder del Clan pero había cobrado igual o más importancia como comandante y estratega habilidosa, había puesto a hombres considerados invencibles de rodillas y tomado territorios con su sola inteligencia y conocimiento de jutsus que actualmente eran infaltables para el Clan. Como su única descendiente directa, no se esperaba menos de Mikoto a pesar de que su deber como esposa del líder del Clan—algún día—no fuera otro que ser una ama de casa y una buena esposa en todos los sentidos que conllevaba tal labor, pero para poder alcanzar tal estatus era necesario tener prestigio, y Mikoto llegaría lejos, estaba seguro de ello. Había conocido a Itachi Uchiha, el padre de esa niña y difunto esposo de lady Eshima, ambos habían combatido espalda con espalda en la Gran Guerra Shinobi junto con Kagami Uchiha, había sido un guerrero indomable cual dragón pero que tristemente no había vivido lo suficiente para ver a su hija alcanzar el reconocimiento que merecía, por ello además es que Fujitama siempre había protegido a Mikoto y a lady Eshima, como una especie de deuda personal para con su mejor amigo. Mikoto no era el tipo de mujer tradicional que se esperara para ser la esposa del líder del Clan; voluble, temperamental, infantil e impulsiva, tenía muchos defectos que no coincidían en lo absoluto con el canon del Clan, pero eso era lo mejor en ella. Los tiempos estaban cambiando y en ocasiones una mujer tan participativa en la vida cotidiana, tan sentimental y tan inocente podía resultar un mejor pilar para un hombre con autoridad que una mujer callada, diligente y sumisa, por ello es que—pasara lo que pasara—Fujitama siempre consideraría que Mikoto era perfecta para tal albor, cumpliría con su deber como sus predecesores lo habían hecho antes que ella, no había ninguna duda.

-Desciendes de la rama de los líderes, no olvides lo que se espera de ti- recordó Fujitama.

-No, señor- asintió Mikoto, desapareciendo la sonrisa de su rostro y contestando únicamente por deber.

Los herederos al liderazgo del Clan, desde siempre, acostumbraban a casarse a una edad temprana, aún más en tiempos de guerra donde la misma supervivencia era algo cuestionable; Izuna Uchiha, el hermano menor de Madara, había tenido veinticuatro años al momento de su muerte y su dedicación y victorias en el campo de batalla no habían impedido que se casara en secreto con una mujer de su propio Clan—como era la costumbre en aquel entonces—; Miso Uchiha y habían tenido una hija junto, una hija; Naori Uchiha que por ser mujer no había sido capaz de liderar al Clan bajo la diferencia política de género en aquel entonces, teniendo que pasara esta responsabilidad a otro miembro del Clan, Naka Uchiha, el padre de lord Fujitama. Naori había sido la abuela de Mikoto, así que por sus venas transitaba la sangre de los originales líderes del Clan como había sucedido con su padre y actualmente en temas políticos o matrimoniales su sangre era vista como una especie e trofeo y ella lo comprendía, pertenecer al Clan Uchiha en ocasiones significaba dar incluso más de lo que se podía llegar a recibir…en vida. Claro que Mikoto aún era demasiado joven como para saber o entender que el interés o presión sobre ella era debido a un compromiso arreglado a espaldas de ella,, viendo únicamente las expectativas como un medio d superación propia y nada más, y debía cumplirlas, ese era su deber dentro del Clan y tenía muy en alta estima cumplir con todo eso y demostrar su lealtad, justo como lo había hecho su padre antes de ella. Tal vez fuera la tensión del deber lo que hizo más oportuna la llegada de lady Eshima que hubo recobrado el aliento luego de haberse enterado de la huida de su hija.

-Lady Eshima- saludo Fugaku.

-Fugaku- sonrió ella amablemente antes de desviar su atención a su hija, tomándole la mano. -Mikoto, regresemos a casa- indico, apegando a su hija contra sí y despidiéndose tanto de lord Fujitama como de Fugaku con la mirada, -harás que renuncie otra niñera- regaño, riendo más bien al decir esto.

-No necesito niñeras- protesto Mikoto, como siempre.

-¿Eres madre?- refuto Eshima, más sabiendo la respuesta. Mikoto negó obviamente porque aún era muy joven como para serlo. -Hasta que no lo seas las normas las impongo yo- determino, no permitiendo protesta alguna, desde luego.

-Está bien, mamá- refunfuño Mikoto.

Por ahora acataría las órdenes…por ahora.


PD: saludos para todos y feliz año nuevo :3 había prometido iniciar fics nuevos y lo cumplí tanto con "Cazadores de Sombras" como con este fic "El Clan Uchiha", esperando que este sea igualmente de su agrado, advirtiéndoles que alternare protagonismos; primero se centrara en Fugaku y Mikoto, luego en Itachi e Izumi y finalmente en Sasuke y Sakura, cubriendo todo el tiempo que no represente en "El Sentir de un Uchiha", antes de la partida de Sasuke. Nunca se esclareció como es que Mikoto y Fugaku se conocieron ni nada de como fue su vida,así que considere oportuno iniciar la historia con ellos,enmarcando las costumbres que quizás tendría el Clan Uchiha, así como remarcando las edades de cada personaje. Los personajes de Minato Namikaze, Kushina Uzumaki, Hizashi y Hiashi Hyuga, Mebuki y Kizashi Haruno, Choza Akimichi, Shikaku y Yoshino Nara e Inoichi Yamanaka junto con otros más comenzaran a aparecer en el futuro :3 El próximo capitulo tendrá por titulo "Amores", por lo cual dejo la trama a su imaginación :3 para aquellos que sigan otros de mis fics, este fin de semana actualizare "El Siglo Magnifico: La Sultana Sakura", el próximo "La Bella & La Bestía", el siguiente "El Emperador Sasuke" y "El Conjuro-Naruto Style" para finalmente actualizar "El Sentir de un Uchiha", porque durante las semanas de Enero iniciare los fic "Operación Valquiria", "El Siglo Magnfico: Mito, Mei & Mikoto" y "Lady Haruno: Flor de Cerezo" (basado en el manga y anime Lady Oscar o Versailles no Bara) :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3