DISCLAIMER: Yuri on Ice no me pertenece.


Al igual que para los otros niños con la fortuna de nacer en el Capitolio, la vida para Phichit Chulanont era tranquila, libre de preocupaciones y donde recibía a manos llenas. Nunca conoció el hambre verdadera, esa que quema las entrañas e incapacita la mente y el cuerpo de concentrarse en otra cosa que no sea ese vacío. El miedo de pararse junto a otros chicos durante la cosecha y rezar porque ni su nombre o el de sus seres queridos fuera seleccionado, aún si eso significaba condenar a otro inocente… le era completamente ajeno.

Su existencia era pacífica, muy diferente a la de aquellas almas desafortunadas de los distritos, aunque eso no tenía manera de saberlo entonces.

Con motivo de los próximos Juegos del Hambre, un joven Phichit, de once años, participaba en una discusión en su salón de clases, encabezada por su maestra, acerca de la finalidad de los mismos.

-Son un castigo por los crímenes que los distritos cometieron contra el Capitolio. Es una forma de hacerlos pagar por su estúpida… -la profesora carraspeó- Por su rebelión-rectificó el jovencito, cuyo cabello peinado en punta lo hacía verse más alto e imponente de lo que realmente era.

La maestra, una mujer con marcos tatuados en torno a los ojos, emulando unos lentes y piel de tono violeta, asiente complacida. El resto de los alumnos aplauden para demostrar su aprobación por lo dicho por su compañero. Phichit frunce el ceño y alza la mano.

-Yo no estoy de acuerdo.

La algarabía cesó y a pesar de que todas las miradas se clavaron en él, Phichit se mantuvo firme.

-¿Podría explicarnos por qué, señor Chulanont?-pide la profesora con prudencia. Phichit se pone de pie.

-Es cierto, puede ser que los Juegos iniciaran como un castigo, pero… creo que han avanzado a ser mucho más que eso-pronunció confiado y la maestra le indicó con un ademán que continuara- Son motivo de unión y celebración. Para los tributos, representar a sus distritos es el máximo honor y nosotros a cambio reconocemos y celebramos su sacrificio. Hemos tenido éxito al convertir una tragedia, como lo fue la rebelión en los Días Obscuros, en algo bueno para todos.

Se permite echar un vistazo a su alrededor antes de tomar asiento, muy satisfecho por su contribución.

-¡Bravo!-aplaude la maestra, conmovida, y hasta se limpia una lágrima-¡Excelente, muy bien! Es un bellísimo punto de vista, señor Chulanont. En verdad, tiene toda la razón.

Phichit sonríe sin ocultar su orgullo, aunque no por ello pasa por alto la expresión irritada del chico que habló antes que él, e igualmente, es capaz de notar que otro de sus compañeros, un jovencito de cabello negro con un lunar bajo su ojo izquierdo, alza la mano.

-¿Podría contarnos sobre los Sinsajos?-cuestiona, antes de que la maestra le dé la palabra, haciéndose oír por encima de los murmullos y los cuchicheos del resto de la clase.

La mujer parpadea confundida, como si no hubiera comprendido la pregunta. Phichit alterna entre verla a ella y a su compañero, Cao Bin.

-Por supuesto, los sinsajos son aves cantoras con la capacidad de repetir todo tipo de melodías. Son poco comunes aquí, ya que suelen habitar en los bosques.

Cao Bin luce poco satisfecho, pero parece intuir que es la única respuesta que obtendrá, así que agradece cortésmente y guarda silencio. Para bien o para mal, una melodía en los altavoces indica que el fin de la jornada escolar ha llegado y al despedirse, la maestra les recuerda que vean la Cosecha, celebrada al día siguiente, para poder discutirla durante la lección correspondiente. Phichit se apresura a guardar sus cosas, ansioso por regresar a su casa para presenciar tan especial ocasión con su familia, pero no bien da unos cuantos pasos fuera del salón y alguien lo detiene.

-¡Chulanont!

Justo como se esperaba, es interceptado. Tal vez, tendría que sentirse nervioso, pero en lugar de eso, esboza su sonrisa más ancha, a sabiendas que irritará al bravucón de turno.

-¿Cómo estás, Ogi? El debate de hoy estuvo interesante, ¿a que sí?

Ougal, "Ogi" para sus (escasos) amigos, era el típico chiquillo presumido que se consideraba superior al resto por méritos ajenos, específicamente, gracias al empleo de su padre, uno de tantos funcionarios del gobierno. A Phichit le desagradaba su actitud altanera y no dudaba en hacerle frente, ansioso por bajarle los humos.

-Sólo porque compraste a todos con esa cursilería barata-le ladró, evidenciando que la causa de su enojo, era que Phichit lo superó en clase-Si tanto te gustan esos criminales de los distritos, deberías irte a vivir con ellos. Apuesto a que tus ratas y tú serían bien recibidos.

Resistió las ganas de corregirlo (no eran ratas, sino hamsters), y de bostezar por lo predecible de los insultos. Lo siguiente era que tratara de agredirlo físicamente.

-Te crees mucho…-continuó, sujetándolo por el cuello de la camisa, lo que Phichit ya se esperaba-Sólo porque tu madre es una estilista mediocre.

Podía pasarle muchas cosas, pero que se metiera con su familia jamás y especialmente con su madre, quien desde su punto de vista era la persona más talentosa y creativa en todo el mundo. Afortunadamente, alguien intervino.

-Si yo fuera tú, lo soltaría.

Cao Bin se acercaba hacia ellos caminando con calma. Ougal se giró para verlo sin liberar a Phichit.

-¿O si no qué?-contraatacó-¿Vas a golpearme? ¿Vienes a defender al "rey de las ratas"?

Y no bien profirió el insulto, dejó ir a Phichit de golpe y soltó un chillido, sacudiendo la mano.

-¡Me mordió! ¡Una de tus ratas me mordió!

-Por eso-replicó Cao, intercambiando una mirada cómplice con Phichit.

El indignado y enojado chiquillo les lanzó una última amenaza antes de salir corriendo.

-Si yo fuera tú, la escondería-sugirió Cao Bin, sacando un estuche de lápices de su mochila para que Phichit depositara a su mascota, una hámster de pelaje obscuro-No lo dejará pasar, seguro te acusará.

-Saldría perdiendo. Somos dos contra uno.

-Igual tendrías que dejar de traerlos a la escuela.

Phichit acarició a su mascota y le dejó una semilla de girasol para que se entretuviera antes de que Cao le guardara a Kat, el hámster elegido para acompañarlo del día, por si algún maestro atendía a los reclamos de Ogi y en efecto, lo inspeccionaba.

-Se aburren mucho en casa. Mis padres están en la boutique y mis hermanos en la escuela-se lamentó-Pero ya lo verás, voy a idear una manera para llevar a todos mis hamsters conmigo siempre.

Ambos recorrieron en silencio los relativamente vacíos pasillos de la escuela sin que los detuvieran y una vez que se encontraron fuera y lejos de fisgones y chismosos, Cao le devolvió a Kat.

-¿Qué era eso que preguntaste en clase?-recordó Phichit-¿Sobre las aves?

-Sinsajos, pero no las aves.

Phichit se fijó en el reloj de pared junto a un retrato del presidente Yakov Feltsman. Todavía tenía un par de minutos antes de que tuviera que regresar a casa.

-¿Es que hay de otro tipo?

Mientras que Phichit sobresalía y se llevaba bien con todos por su actitud amable y su naturaleza alegre, Cao Bin era más bien serio y reservado, hasta que se dejaba llevar por su curiosidad natural y se deshacía a preguntas. A muchos les incomodaba, pero no a Phichit. En general, le venía bien; Cao preguntaba y le permitía explayarse todo lo que quisiera sin interrumpir. A Phichit le gustaba hablar y Cao Bin era bueno escuchando, por lo que convivir les resultaba sencillo.

-Ya sabes que mi padre es reportero-comenzó Cao y Phichit asintió-Se suponía que iba a escribir una reseña del anterior presidente con motivo de los Juegos. Ayer entré a su oficina, vi sus notas y la frase "los Sinsajos" se repetía mucho, así que supuse que era importante; pero por más que investigué, toda la información era sobre pájaros.

Phichit dedica unos instantes a reflexionar sobre los conocimientos que posee respecto al tema. Boris Feodorov, el anterior presidente, y toda su familia, además de otros ciudadanos inocentes del Capitolio, perecieron trágicamente en un atentado orquestado por un grupo de radicales de los distritos. A raíz de eso, la noción de que aún no se había aprendido su lección y los Juegos del Hambre seguían siendo necesarios se reforzó. Los Feodorov eran tenidos cómo mártires y adoptaron un matiz de misterio. Rumores citaban que el anterior presidente, cansado de las presiones de su cargo, planeó el atentado él mismo para escapar y asumir una identidad nueva; otros apuntaban a que algún miembro de su familia había sobrevivido y los altos mandos lo mantenían oculto, temerosos de que los inconformes intentaran terminar el trabajo y ocasionaran más caos; y por último, otros, los más improbables, señalaban a Feltsman como el verdadero responsable de la tragedia. Phichit se rehusaba a creerlo porque… ¿qué motivos podrían haberle llevado al actual presidente a asesinar no sólo a su predecesor, sino a otros inocentes? El presidente Yakov Feltsman era un líder justo y sabio, de ninguna manera habría cometido un crimen tan atroz.

-Pensé que la profesora sabría algo, pero…-negó con la cabeza-Y los libros tampoco lo mencionan.

-Sé que lo averiguarás-anunció con total convicción, para darle ánimos-Apuesto que si resulta ser interesante, pudiera ser que hasta te dejaran publicarlo en el periódico de la escuela.

Cao se sonrojó ligeramente y le dedicó sincera sonrisa. Las campanadas del reloj le indicaron a Phichit que ya debía marcharse.

-No veremos luego-se despidió de su amigo, estrechando su mano-Si descubres algo nuevo, tienes que contarme.

-Así lo haré.

No tenían manera de saberlo, pero esa sería la última vez que se verían.

Era frecuente qué, con motivo de los Juegos, las clases se suspendieran o bien que algunos niños no acudieran para disfrutar del evento en compañía de sus familias; por lo que al principio, Phichit no encontró sospechosa la ausencia de su compañero, sin embargo, cuando concluyeron los Juegos y Cao Bin no apareció, comenzó a preocuparse.

-Su padre fue ascendido, es el encargado de recabar noticias de los distritos-le explicó la profesora cuando la cuestionó-Recibimos el comunicado del periódico hace unos días. Estábamos ideando cómo decírselos.

-Pero... ¿entonces ya no va a regresar?

-Ay, querido…-pronunció en tono compasivo, poniéndole una mano en el hombro-A partir de ahora, el padre de Cao tendrá que viajar mucho y naturalmente, querría que su familia lo acompañara, para que se mantengan unidos. ¡Aunque estoy segura que te escribirá apenas se estabilicen las cosas!

Por un tiempo, Phichit se aferró a la esperanza de que tarde o temprano recibiría alguna carta de su amigo, pero conforme los meses pasaron, tuvo que resignarse. Cao Bin se había olvidado de él.


-¡No es justo! ¿Por qué él si puede ir y yo no?

Phichit, ya de doce años, le dirigió a su hermanita una sonrisa burlona y alargó una mano para pellizcarle una mejilla.

-Porque yo soy el mayor.

-¡Papá!-exclamó la chiquilla, apartándolo con lo que pretendía ser un fuerte empujón pero que apenas y movió a Phichit.

-Ya hablamos de esto, Phloi-intervino Somsak Chulanont, por enésima vez-Tu madre y Phichit irán al Distrito Uno a recoger los nuevos accesorios, y Prayut y tú deben quedarse para ayudarme con la tienda, en un par de años ustedes podrán…

-¿Eh? Pero si yo no quiero ir…

-¡Prayut!-lo reprendió su hermana, enfadada de que no le siguiera la corriente.

Phloi y Prayut, gemelos de ocho años, eran los hermanos menores de Phichit, y en serio los adoraba… la mayoría del tiempo, pero en otras ocasiones sentía el deseo de ahorcarlos. Por ejemplo, en ese mismo instante. ¡Estaban retrasando su primer viaje al Distrito Uno!

Phichit siempre había soñado con recorrer los distritos, al igual que lo hacía su amigo Cao Bin, del que hacía un año no recibía noticias. Pocos habitantes del Capitolio viajaban fuera, muchos porque lo consideraban innecesario y los que lo hacían, era principalmente por negocios, como en el caso de su familia. Phichit, por otro lado, deseaba explorar y conocer, hablar con la gente. ¿De verdad todos los del Distrito 4 sabían nadar? ¿O era cierto que los del 7 podían comunicarse con los árboles? De cualquier manera, sus ansias por viajar tendrían que esperar. Por lo pronto, se conformaba con acompañar a su madre al Distrito 1 y apenas podía contener la emoción.

No bien abordan el tren, salta sobre los asientos y pega la nariz a la ventana, atento hasta del detalle más insignificante. Wattana, su madre, se sienta a su lado y lo contempla, enternecida.

-No está mal para ser tu primer viaje.

-¡Es genial!-exclama Phichit, aunque su entusiasmo se borra en cuanto una duda cruza su mente-¿Por qué nosotros podemos ir a los distritos, pero ellos no pueden ir al Capitolio?

Wattana echa un rápido vistazo a su alrededor. En el amplio y lujoso vagón se encuentran prácticamente solos. Tres mujeres charlan y ríen mientras toman el té, y en un asiento más allá, un hombre duerme en su puesto en tanto que otro lee un libro.

-A lo largo de los años, han ocurrido cosas que han hecho que muchas personas sientan que los originarios de los distritos no son de fiar-le explica a su hijo en voz baja-Por lo que no son dignos de entrar a Capitolio, es mejor que se queden donde están.

-¿Y los tributos? Ellos no son malos.

-Ah, con ellos es diferente-rectifica Wattana-Los tributos son nuestros invitados de honor, por eso se les permite el acceso. A cambio de participar en los Juegos del Hambre, pueden vivir rodeados del lujo por unos días. En muchos casos, les sirve de motivación, ya que de ganar, su vida será así.

Phichit trataba de asimilar cuanto podía de aquella información. ¿En verdad era tan diferente el Capitolio a los distritos? En los libros de la escuela apenas y se mencionaban detalles, a lo mucho algunas nociones de geografía y acerca de sus industrias.

"Y de hecho… es lo mismo con el anterior presidente"

A raíz de la partida de Cao Bin, quiso investigar por su cuenta, topándose con que los libros de texto y de la biblioteca se centraban más bien en describir su muerte en lugar de su obra como político y por supuesto, los "Sinsajos" no aparecían en ninguna parte.

Sin darse cuenta, había obtenido las primeras piezas del rompecabezas.


Al llegar al local donde recogerían los accesorios, su madre se entretuvo conversando con los dueños, examinando que las piezas cumplieran con las especificaciones solicitadas y planeando un próximo pedido, y Phichit aprovechó para explorar. Desde siempre vio esos objetos en la boutique de su familia, así que conocer el sitio donde se elaboraban le resultaba muy interesante.

Sus pasos lo llevaron a la parte trasera, al taller. Luchó por resistir el impulso de tocar cuanta cosa veía, si bien al final no pudo contenerse y recogió algo que brillaba del suelo. Era una sencilla pulsera a base de cuentas que iban desde el morado al amarillo, acomodadas de modo que creaban un efecto de degradado. Instintivamente, se la colocó en la muñeca para admirarla.

-Robar está castigado con la muerte.

Se giró para descubrir a un niño que seguramente era de su edad, de cabello obscuro y mirada severa. Lejos de sentirse intimidado, Phichit esbozó una sonrisa.

-Lo siento, no iba a robarla, sólo quería verla-explicó, sacándosela y ofreciéndosela para que la tomara-Es un muy buen trabajo, me encanta la forma en que los colores están acomodados. Son diferentes, pero se ven como si integraran una misma paleta.

Quizás fuera un efecto de la luz, pero casi podría jurar que las mejillas del otro se pintaron de rojo. Luego, el desconocido echó un vistazo a su alrededor y se guardó la pulsera en el bolsillo a toda prisa.

-Robar se castiga con la muerte-repitió Phichit, bromeando y el otro lo contempló arqueando las cejas.

-No es robar si recuperas algo que ya es tuyo.

Claro, ahí se dedican a la fabricación de accesorios. De pronto, tiene una súbita revelación.

-¿Tú la hiciste?

El jovencito le lanza una mirada de advertencia, indicándole que no se atreva a preguntar más. A Phichit le resulta extraño su comportamiento tan cortante, pero ni así se deja amedrentar.

-Soy Phichit Chulanont. Mi familia tiene una boutique en el Capitolio, mi madre y yo vinimos a…

-Sé quién eres-lo interrumpe-Ustedes venden los accesorios que mi familia hace.

-Sí, es correcto-asiente Phichit, dando otro tentativo paso-¿Me vas a decir cuál es tu nombre?

-Seung Gil.

Ambos alzaron la vista y Phichit percibió que el otro chico, Seung Gil, se tensó no bien escuchó que lo llamaban. Una mujer de cabello negro recogido en una trenza avanzó directo hacia ellos. A juzgar por el parecido, debía tratarse de su madre y tras ella, venía Wattana.

-¿Qué haces aquí?-cuestiona de tal forma que da a entender que no espera que su hijo responda-Tendrías que estar entrenando. Espero que no estés perdiendo el tiempo otra vez.

-Lo siento, madre…

-Fue mi culpa-soltó Phichit, interponiéndose entre ellos, por lo que no notó la expresión perpleja de Seung Gil-Es mi primera vez aquí, estaba explorando y le pedí que me mostrara el taller.

-Phichit…-lo reprende Wattana, y la otra mujer le indica con un ademán que no hace falta.

-Da igual. De cualquier manera, Seung Gil pudo negarse. Él es perfectamente consciente de lo importante que es su entrenamiento-sentenció severa y el niño agachó la cabeza, avergonzado, lo que pareció satisfacerla-Pero supongo que en esta ocasión, hay atenuantes. Regresa a practicar y a cambio, no se lo contaré a tu padre.

Seung Gil asintió en silencio y le dedicó a su madre una respetuosa reverencia. Antes de salir del taller, intercambió una última mirada con Phichit.

-Vaya, hacía tiempo que no veía a Seung Gil-habló Wattana, esperando romper con el ambiente tan tenso-¿Cuántos años tiene ya?

-Once, pronto participará en su primera cosecha.

-Oh, ¿y ya se está entrenando?

-Por supuesto. Entró a la academia hace unos meses y ya está en las clases avanzadas-informó la mujer con la voz repleta de orgullo y hasta esbozó una sonrisa, acción que sorprendió a Phichit dado el contraste con su actitud al reprender a su hijo-Tiene mucho talento. Es fuerte y muy inteligente, pero tiene dificultades para mantenerse enfocado.

La conversación se desvió a otros temas, si bien Phichit no dejó de pensaren Seung Gil. Era su primera vez conociendo a un chico de los distritos. A pesar de su exterior frío y serio, estaba seguro que ocultaba mucho más. Debía ser muy creativo y tener un buen ojo para los detalles si hizo esa pulsera, aunque no podía explicarse la necesidad de esconderla.

"¿Querrá ser mi amigo?"

Obtuvo la respuesta poco antes de que su madre y él regresaran al Capitolio. Wattana y los otros adultos a cargo tuvieron una última charla. Phichit esperaba a su lado, hasta que un ruido llamó su atención. Divisó a Seung Gil ocultándose tras la puerta del establecimiento, mirándolo fijamente y adivinó que lo llamaba. Empleando el mayor sigilo posible y dejándose llevar por la curiosidad, acudió a su encuentro.

Supuso que Seung Gil quería despedirse, y en efecto así fue.

Sin permitirle que abriera la boca siquiera, Seung Gil presionó algo contra sus manos y luego desapareció a toda prisa. El jovencito originario del Capitolio contempló absorto lo que su nuevo amigo acababa de obsequiarle: se trataba de la misma pulsera que tanto le hubiera gustado.

Sonriendo, musitó un "gracias", deseando que Seung Gil lo escuchara y se apresuró a guardarla, decidiendo que su primera visita fue todo un éxito.


Desde ese momento, Phichit hacía todo lo posible por no perderse la visita realizada cada dos o tres meses al Distrito 1, dado que eran sus únicas oportunidades para ver a Seung Gil.

Decidió que realmente le agradaba, aún si era serio y callado y no podía explicarse muchas de sus acciones, también se trataba de un joven amable y responsable y, al igual que otro amigo que llegó a tener alguna vez, era bueno escuchando.

-Al fin le dije a mi madre quiero ser estilista, justo como ella.

Seung Gil golpeó el maniquí frente a él primero en donde se supondría que estar la nariz, luego en el cuello, en el pecho y giró tener acceso a la nuca. Phichit hizo unos cuántos trazos más en la libreta que llevaba.

-Pensé que le daría gusto, pero se puso muy seria y me preguntó que si estaba seguro. Entonces le dije que voy a presentarme en la audición apenas termine la escuela.

La audición era el proceso mediante el cual los estilistas de los Juegos del Hambre eran seleccionados. Al ser parte del espectáculo, no cualquiera podía unirse. Se requería una minuciosa revisión del portafolio, numerosas entrevistas, cartas de recomendación y contar con cierta experiencia. Sólo los más creativos, originales… los mejores, podrían participar.

En el caso de Phichit, la falta de experiencia podría representar un problema, aunque por otra parte llevaba toda su vida en la boutique; estuvo rodeado entre telas, piedras preciosas y diseños desde antes de nacer y jugaba a vestir muñecos de papel con listones y cuanto tuviera a su alcance e imaginaba que eran atuendos exclusivos desde muy pequeño. Suponía que si todo se complicaba, una recomendación de su madre, reconocida estilista de tributos, lo arreglaría; pero esperaba no tener que recurrir a eso, deseoso de sobresalir por sus propios medios.

-Al menos tú puedes elegir.

La voz de Seung Gil lo trajo de vuelta a la realidad. Su amigo se masajea la muñeca derecha y después practica a arrojar cuchillos a una diana en la pared.

-¿Qué tal te va?-inquirió Phichit.

Seung Gil se detuvo para recuperar los cuchillos y volver a intentar.

-Terminé con el programa básico. Iniciaré con la lucha cuerpo a cuerpo apenas gane el peso requerido. Mis padres esperan que me ofrezca voluntario al concluir el entrenamiento.

-¿Y eso cuando será?

-Cuando cumpla los catorce años.

Phichit lo contempló con los ojos y la boca bien abiertos. Catorce años era demasiado pronto, aún para alguien con la habilidad y el talento de Seung Gil.

-Y… ¿no te da miedo?-pregunta con cautela, consciente de que sólo un chico entre doce puede ser vencedor, en tanto que el resto… Sacude la cabeza.

-Lo que yo sienta no importa-sentencia Seung Gil, luego de unos instantes de vacilación, tocándose la muñeca.

La respuesta dejó a Phichit sin habla. Está más que impresionado, algo así era de esperarse. Para los tributos representar a sus distritos era el máximo honor y para su amigo, que se esforzaba todos los días en su meticulosa preparación, debía ser mucho más importante. Reflexionó que los tributos encarnaban eran el ideal de coraje y sacrificio, abandonando a su hogar y a sus familias, sobreponiéndose al miedo para arriesgar sus vidas buscando obtener la gloria eterna. Y eran más que eso, aquellos admirables jóvenes eran fuente de inspiración, y de esperanza.

-Creo que tienes todo para triunfar y serás incluso mejor que JJ.

JJ Leroy había sido el vencedor el año anterior. Actualmente gozaba de una gran popularidad entre los ciudadanos del Capitolio. Phloi y Prayut, sus hermanos, prácticamente lo idolatraban, en tanto que Phichit y su padre lo consideraban demasiado engreído y ruidoso. Al cuestionar a su madre sobre JJ, su contestación fue por demás enigmática:

"Ojalá le concedan unos cuantos años de paz"

Seung Gil permanece inmóvil, Phichit se le acerca y le pone una mano en el hombro. Se siente orgulloso de ser su amigo.

-Bueno, eso es con el entrenamiento, ¿y lo demás?-cambia el tema, intuyendo que el otro quiere dejar el asunto de los Juegos zanjado- ¿Tienes algo nuevo que mostrarme?

Como saliendo de un trance, Seung Gil indica con un movimiento de cabeza el estuche de los cuchillos. Phichit extrae un pañuelo envolviendo unas piezas pequeñas y al verlas, deja escapar una exclamación de asombro.

-¡Wow! ¡Son muy bonitos!- halagó, admirando un broche con cuentas de tonos rojizos, que emulaban un atardecer y una pulsera de color azul obscuro con algunas cuentas blancas brillantes intercaladas, imitando al cielo nocturno-En serio, tienes mucho talento.

Seung Gil trató de no sonrojarse sin éxito. Phichit pretendía preguntarle más sobre los accesorios, pero el sonido de pasos aproximándose basta para que se pongan en alerta. Phichit se apresura ocultar los accesorios y a tomar su cuaderno y Seung Gil retoma la práctica con el maniquí como si nunca la hubiera interrumpido.

Si bien no es la primera vez que Phichit ve al padre de Seung Gil, de cualquier manera ese hombre le pone los pelos de punta. Es inexpresivo, al igual que su mujer, con el agravante de que al menos ella reconoce y halaga las destrezas de su hijo, él no deja de criticarlo e insistirle que puede hacer mucho más y aunque Phichit entiende que busca motivarlo, no deja de parecerle demasiado severo. Cómo el prohibirle que haga accesorios porque lo considera una distracción, le resulta sumamente ridículo, especialmente considerando que la familia se dedica justamente a eso.

"Comprendo que quiere prepararse para ser un tributo digno, pero… ¿no podrían darle al menos unos minutos de descanso? Es muy injusto"

Seung Gil conduce una demostración de lanzamiento de cuchillo para su padre y Phichit se percata que, al contrario de cuando estaban solos, sus manos están temblando, por lo que se le dificulta dar en el blanco. El hombre niega con la cabeza, poniendo su desaprobación de manifiesto.

-¿Qué ocurre? –interviene Phichit con exagerada extrañeza y padre e hijo clavan sus miradas en él-Pero si antes acertaste siempre… ¡Ay, no!-exclama, y se cubre la boca con la mano-No me digas que todavía te duele…

-¿Te lastimaste?-pregunta su padre a Seung Gil, quien se mantiene en silencio.

-Dijo que la muñeca le incomodaba-responde Phichit en su lugar-Le sugerí que descansara pero no me hizo caso, dijo que si algo así pasaba en la arena, no tendría oportunidad de parar, así que era mejor acostumbrarse a todo tipo de condiciones.

Seung Gil arquea una ceja, como cuestionándolo, en tanto que Phichit mantiene su mejor expresión inocente.

-Ven aquí-ordena su padre y Seung Gil obedece dócilmente. Toma la mano de su hijo y presiona la base del pulgar y la muñeca. El joven lucha por reprimir la molestia, sin embargo termina por hacer una mueca y el hombre frunce el ceño-Una tendinitis, aunque leve, por suerte. Supongo que, como has estado tomando el entrenamiento en serio, puedes permitirte algo de reposo. Interrumpiremos las sesiones prácticas hasta que el tendón se desinflame, pero las teóricas continuarán. ¿Está claro?

-Sí, padre. Muchas gracias- dijo con sinceridad, dedicándole una reverencia, en tanto que Phichit tuvo que emplear todo su autocontrol para no celebrar porque su truco tuviera éxito.

-Ve con tu madre para que te prepare un paquete de hielo y te vende la muñeca. Y no creas que este breve receso es justificación para perder el tiempo.

Seung Gil asiente y se retira para cumplir las indicaciones de su padre, Phichit se apresura a seguirlo, tratando de no lucir demasiado alegre, al menos hasta que tiene la certeza de que no hay adultos cerca.

-¿Por qué hiciste eso?

-¿Qué cosa?-ladea la cabeza, en un gesto de curiosidad genuina, sorprendiéndose por la desconfianza en la voz de Seung Gil.

-Lo que le dijiste a mi padre. Nunca me quejé, no tenías manera de saberlo.

-Mi madre es estilista, así que trabaja mucho con las manos y a veces sufre de tendinitis, como tú-Seung Gil oculta torpemente su lesión, Phichit no le da importancia-Noté que te tocabas mucho la muñeca, justo como ella cuando le molesta. Fue fácil de intuir.

-Da igual-rebate Seung Gil, enfadado-No tenías derecho a contarle a mi padre. ¿Qué esperabas ganar?

-¿Ganar?-repite Phichit, confundido-Nada, sólo quería ayudarte. Pensé que un poco de descanso te vendría bien. ¿No se supone que eso hacen los amigos?

-Pero no somos amigos.

La expresión de Phichit se transforma al instante, Seung Gil le sostiene la mirada. No consigue explicarse tanta hostilidad. Todo iba bien, hasta que el padre de Seung Gil apareció.

-Bueno, yo si te considero mi amigo-expresa en voz baja. Seung Gil sigue firme.

-¿Para que puedas presumir que conoces a un potencial tributo?

-¡No! ¡Porque en serio me agradas! -grita Phichit, ofendido, aún si en el fondo admite que muchos de los chicos de su clase adorarían escuchar sobre Seung Gil y lo hábil y diestro que es-Eres creativo, valiente, dedicado, tienes un gran ojo para los detalles y realmente es fácil hablar contigo. No tiene nada que ver con tu potencial como tributo.

Seung Gil se muestra serio, aunque su semblante guarda un deje de asombro. Finalmente, deja escapar un suspiro.

-No tengo mucho tiempo para hacer amigos. No tengo mucho tiempo para hacer nada además de entrenar.

Sin mencionar que apenas pueden verse unas horas cada pocos meses y dado que la comunicación entre el Capitolio y los distritos se encuentra controlada y limitada, les es imposible contactar por otros medios.

-Lo comprendo, de verdad-asiente Phichit, ofreciéndole su mano-Entonces… ¿crees que podrías considerarme un amigo?

Tras unos angustiosos minutos que para Phichit semejan más bien una eternidad, Seung Gil accede a estrechar su mano. Eufórico, Phichit se le arroja y lo atrapa en un fuerte abrazo. Su nuevo amigo se paraliza.

-¡Uy, lo siento!- se separa, al percatarse de su incomodidad-¿Demasiado pronto?

-No abuses de tu buena suerte.

Años después, Phichit pensaría en esa y otras conversaciones con Seung Gil y se reprendería por haber sido tan ciego.


Durante el viaje de vuelta al Capitolio, Phichit le contó a su madre lo sucedido y aprovechó para cuestionarla sobre otros puntos.

-¿Por qué tienen que obligarlo a practicar todo el tiempo? A Seung Gil realmente le gusta hacer accesorios, su padres se dedican a eso, ¿por qué en su caso, es una pérdida de tiempo?

-Sí, pueden ser un poco estrictos…-Phichit arquea una ceja-De acuerdo, muy estrictos…-rectifica Wattana-Pero es sólo porque quieren hacer lo mejor para su hijo.

-¿Presionándolo tanto?-insiste, sin convencerse-Ya sé que Seung Gil no acostumbra hablar mucho, pero cuando su padre se apareció en su entrenamiento, se puso peor. Estaba muy nervioso y no dejaba de temblar. No logró clavar ni un solo cuchillo, siendo que antes acertó siempre. Eso no es normal.

-Los Juegos del Hambre no son algo que se tome a la ligera-dijo Wattana, impregnando sus palabras con la mayor seriedad posible-De esos doce chicos, solamente uno puede ganar, el resto… -sacude la cabeza-Seung Gil está en la edad de resultar seleccionado, sea voluntario o no. Sus padres desean darle la mayor cantidad de herramientas para que sob… para que pueda triunfar.

-¡Lo sé!- exclama Phichit-Pero… me imagino que si en lugar de Seung Gil, fuéramos mis hermanos o yo, papá y tú no…

-Phichit, basta.

La repentina severidad en el tono de su madre, quien por lo general era alegre y nunca alzaba la voz, lo tomó desprevenido y lo hizo callar de golpe.

Otros de los pasajeros del vagón les lanzan miradas de curiosidad o de desaprobación por el escándalo. Wattana inhala y exhala hondo un par de veces para calmarse y permanece en silencio hasta que dejan de prestarles atención.

-No te atrevas a insinuarlo siquiera. Quienes participan en los Juegos, son los distritos, los niños del Capitolio jamás tendrán que pasar por eso.

Era la primera vez que escuchaba a su madre expresarse así de los Juegos del Hambre, casi… despectiva. Wattana se rehúsa a agregar nada más y Phichit entiende que la plática ha terminado.

Por el resto del viaje, su madre se esfuerza por retomar su actitud entusiasta, fingiendo que su exabrupto previo nunca ocurrió y se deshace en comentarios sobre diversos temas que no tienen que ver con los Juegos del Hambre o con el Distrito 1. Si Phichit intenta desviar la conversación a cualquiera de esos dos puntos, Wattana se apresura a interrumpirlo o distraerlo, sin embargo, ya es demasiado tarde. Phichit ha comenzado a entrever que más allá del glamour y el espíritu de sacrificio de los Juegos que le han inculcado desde pequeño, hay algo mucho más obscuro y trágico; si bien pasarán unos cuantos años hasta que consiga vislumbrarlo del todo.


Finalmente empezamos con el PoV de Phichit y en serio me moría de ganas por escribirlo. Desde que empecé con la planeación del fic en general, decidí que Phichit TENIA que ser el Cinna de la historia, porque... ¿acaso habría otra opción? Y además de que Cinna es un personaje de la historia original al que acabé tomándole mucho cariño y que también me dio mucha curiosidad. De todos, es el que se muestra más comprensivo y empático con Katniss, contrastando enormemente con otros del Capitolio, por lo que considero una pena que más bien sepamos poco respecto a él (bueno, y respecto a Portia también), sobre todo luego de los eventos del segundo libro. Así que cuando planee los PoVs, definitivamente decidí que tenía que darle uno a Phichit dentro del AU del fic. Espero sigan al pendiente.

Entre otras cosas, espero que hayan tenido una muy feliz navidad y tengan un excelente inicio de año. ¿Ya pensaron en sus propósitos para este 2018?

Si leyeron hasta aquí, muchas gracias!