Una noche calurosa se sentía, en las milenarias tierras de Tokio, adornada por un sin fin de luces procedente de los edificios que se alzaban majestuosos y elegantes, donde solo la personas adineradas vivían, las calles estaban repletas de personas, mujeres y niños en centros comerciales, hombres en los bares, cientos de parejas tomadas de la mano, el ensordecedor sonido de tránsito, no soplaba tan siquiera una mísera brisa.
Aome salía, con su mejor amigo Koga, quien después de tanto semanas insistiendo había obtenido una cita con la joven azabache y grandes ojos achocolatados. Llevaba una falda negra que se amoldaba a sus firmes y contornadas piernas, le llegaba un poco más arriba de la rodilla, unas zapatos taco bajo, y una fina camisa color verde pálido, el cabello lo tenía suelto y su rostro estaba al natural, con apenas 23 años ella se había convertido en una gran arqueóloga y su acompañante también, podía pasar varias horas en algún museo y no se aburriría, prefería hacer eso que realmente amaba, a salir como las chicas de su edad, ella se sentía bien trabajando.
Koga quien caminaba a su lado, tenía un pantalón de mezcladilla y una camisa blanca, y zapatos negros del mismo color del pantalón, la joven sonreía radiante era la primera cita que tenía en años, la última había sido con un joven de la secundaria. Pero no quería pensar en eso, disfrutaría de esta noche, se detuvieron en una heladería y disfrutaron de la compañía del otro, mientras recordaban aquellos tiempos donde eran jóvenes. Y no era que no se veían, pues el trabajar justos provocaba que se encontraran muy seguido pero, no entablaban conversaciones sobre sus vida privadas.
"… y cuando tire accidentalmente la vasija de más de 700 años, pase toda la noche intentando repararla, ya veía mi cabeza rodar"- finalizo soltando una suave risa, Aome sonreía, realmente le encantaba la compañía de su amigo, lo conocía desde el Kinder, y para él, ella era como su hermana pequeña, sabía que aquella cita, por así decirlo no venía con segundas intenciones, pues el corazón de Koga ya estaba ocupado-"para que al final terminaran diciendo que era falso, estaba tan desesperado "
-"intentabas explicar en idiomas que ni yo entendía"-soltó una carcajada-"debías ver tu rostro entonces, fue muy gracioso"- prosiguió, el joven bufo algo ofendido.
-"pues que esperabas temía ser despedido"- se quejó, pero la risa de Aome sonaba como una suave melodía para él, que inevitablemente se pudo contener y comenzó a reí con ella, los demás parejas que estaban ahí, se voltearon a verlo, cualquiera diría que eran unos felices enamorados. Pero la realidad era otra-"será mejor salir de aquí, o nos sacaran a ambos…"- hablo en vos baja con un ligera sonrisa, tomo la mano de Aome y salieron corriendo del lugar, no sin antes dejar dinero sobre la mesa para cubrir lo que habían tomado-"haa, como extrañaba estas caminatas"- suspiro y la abrazo por el cuello, ella ni se inmuto, no sintió pena, ni miedo, para ellos demostrar ese tipo de cariño era normal, y si a la novia de koga no le molestaba pues a ella tampoco. Y en cierto punto él tenía algo que ver, desde el inicio de su relación con Ayame -así se llamaba su hermosa novia- había dejado en claro cuál era el lugar de Aome, en su vida y no aceptaba que intentaran hacerla a un lado, después de todo ella era ante sus ojos, su hermanita.
Además él tenía muy claro sus sentimientos por ambas, a una la amaba y a la otra también, pero de una forma diferente.
-"¡Mira!"- exclamo emocionada la azabache, mientras llevaba prácticamente a la rastra al centro de un enorme parque, al parecer se llevaba algún tipo de espectáculo ahí, ya que miles de personas, estaban reunidas, podía sentir la armoniosa melodía de un piano al ser tocado, pero no podía ver quién era, así que se adentró entre la multitud dejando a Koga a otras.
Dos hermosas señoritas danzaban a su alrededor, mientras un hombre de largos cabellos color plata, tocaba con una precisión exquisita, que ni si quiera veía las notas del piano. Ella estaba hipnotizada por la melodía, se dejó llevar y comenzó a balancear su cuerpo lentamente, olvidándose de todo a su alrededor.
Koga sonrió, hace mucho tiempo que no vea aquel brillo en sus ojos, ella había pasado por tanto, demasiado, pensó y aun así se mantuvo firme, fuerte. Aome no se dejó vencer, desde muy niña cumplió con todas sus expectativas, pero tal vez-la vio con melancolía- si no hubiera pasado eso, ella sonreiría más a menudo, tendría ese intenso brillo en los ojos. "si eso la hace feliz, debo hacer algo"- pensó el joven de cabellos negros.
Ella comenzó a girar, elevo sus manos con elegancia y las bajo, luego movió las piernas girando sobre uno, se sentía tan bien por primera vez después de aquello Aome estaba en paz. Y la melodía comenzó a sonar más lenta, anunciando su final, cuando ella regreso a la realidad, tenía sobre si, miles de miradas curiosas, asombradas y envidiosas, incluso aquel hombre de unos 40 y tantos, la observaba como embelesado, y ella sintió sus mejillas arder "¿Por qué todos me están mirando?"- se preguntó, y busco a su amigo que lucía feliz. "Koga…"- lo llamo ajena a lo que sucedía ahí.
-"¿pequeña, porque no me lo dijiste?"- pregunto, pero Aome parpadeo sin entender y su mirada le hacía saber.-"porque no me dijiste que te gustaba la danza…"- y los ojos de Aome se abrieron, había bailado sin darse cuenta, sus ojos habían tomado un brillo extraño, casi melancólico, Koga la abrazo y la llevo lejos de las miradas curiosas, de alguna forma u otra toda la vida de Aome, había muerto aquel día. Lo peor es que ella no hablaba al respecto.
-"… no lo hago más"- murmuro después de un largo silencio, ya estaban sentados en una banca, ella con las manos sobre su falda sin quitar la vista del suelo, su boca era apenas una línea-"creí que lo había olvidado…"- tenía la mirada triste, y él se arrepintió de haber preguntado eso, Aome se recostó sobre su pecho y cerró los ojos, el entendió que ahí terminaba la explicación, así que se dispuso a acariciar sus cabellos-"he, Koga ¿sabes quién es ese hombre, el que tocaba el piano?"- pegunto, aun sin verlo a la vara, el suspiro y se mantuvo en silencio, como pensando.
Se rasco la frente y puso los ojos en blanco, ¿Cuál era el nombre?, el tipo era famoso pero tenía un nombre algo raro-"mmm, creo que su nombre es In-"-
-"Inu no Taisho"- lo interrumpió, Aome alzo la vista al escuchar una segunda vos-"mi nombre es Inu no Taisho… ¿y quién es usted señorita?"-aquel hombre era, apuesto aunque con unos cuantos años encima, además sus rasgos físicos eran, poco característicos, casi único diría, tenía unos profundos ojos dorados, la piel blanca como porcelana, y su llamativo cabello plata, era como estar en presencia de un ángel o algo así.
Ella se sintió algo incomoda bajo la mirada de aquel hombre, no era que la vieras con malas intenciones, si no que le recordaba a los ojos de su padre, transmitían una calidez que la hacían querer llorar-"Soy Aome Higurashi y él es Koga Okami, es un placer conocerlo señor Taisho"- despabilo, sonriendo con amabilidad, mientras le ofrecía la mano, que el peliplata respondió besando, y a Koga simplemente la extendió-"Quede encantada con su interpretación"- prosiguió algo sonrojada, por lo que había hecho, sin duda era todo un caballero y ella, no estaba acostumbrado a recibir tanta amabilidad.
-"Y yo con su baile, señorita Higurashi"- sonrió, al ver el rostro apenado de la joven, mientas miro a Koga que sonreía de igual forma-"no tienes por qué avergonzarte, niña jamás vi tanta emoción en una danza, como lo que hiciste tu"- comento, recibiendo un pequeño si, del joven peli negro-"por eso he venido a proponerte algo"- ahora ambos estaban sorprendidos, por las palabras del Taisho-"quiero que trabajes para mi"
-"yo- yo lo siento pero ya tengo un trabajo"- se apresuró a decir la joven, no entendida de que le podía ser útil a un hombre como él, se notaba su aire elegante y las finas ropas que llevaba encima, un sujeto adinerado.
-"ya veo"-sonó decepcionado-"pero si cambias de opinión, puedes llamarme"- sonrió y le entrego una tarjeta- "con gusto te recibiré"- finalizo con una ligera sonrisa en los labios.
-"muchas gracias pero no crea que eso suceda"- respondió muy segura de sus palabras, ella no dejaría su empleo que tanto amaba por ir tras ese hombre extraño. Aun que el dinero en su casa no sobraba, estaba feliz donde estaba.
-"bueno uno nunca sabe, si me disculpa Señorita Aome"-volvió a besarle la mano-"Señor Koga"- dio un leve cabeceo, a este último, quien solo le sonrió, en respuesta.-"fue un placer conocerlos" -y se alejó, dejando a una desconcertada Aome.
-"… eso fue extraño"- el ojo azul rompió el incómodo silencio después de varios minutos.
Tenía la mirada perdida por el camino que aquel hombre había tomado- "ni que lo digas"
"vamos te llevare al cine pequeña"- entrelazo su mano con la de ella y salieron de ahí.
Mientras tanto Inu no Taisho, estaba en su lujosa limosina, miro por el cristal como la joven se alejaba con el tal Koga, sonrió ella trabajoía para él, de eso estaba seguro.
- "¿sucede algo amo?" - se escuchó la voz ronca de su acompáñate, que le miraba raro. Su amo no sonreía a muy a menudo y menos de esa forma tan natural
"Nada Mioga se puede ir a casa": se hizo un adepto con la mano para que se pusiera en marcha.
Cuando llego a su hogar, fue recibido por una mujer joven de cabellos lacios tan negros como la noche. Ella lo abrazo y beso sus labios - "¿Cómo te has ido?" - tenía los ojos negros brillando de manera especial, su rostro estaba sereno pero denotaba una hermosa sonrisa en los labios y estaba muy hermosa de piel clara con un aura de ternura y cariño que encantaba a cualquier hombre.
Pero solo él, tenía la suerte de tenerla.
- "Ha sido perfecto, Izayoi mejor de lo que esperaba" -respondió dando una ligera sonrisa mientras tomaba posesivamente de la cintura a su esposa y la besaba - "es mejor descansar ya es algo tarde, no te preocupes por la cena comí algo en el camino ya conoces a Mioga "- dijo al ver que ella iba a protestar por el mismo tema.