Hola guapas y guapos, gracias por entrar aquí. Hoy les traigo una nueva historia (two shot), lo siento no lo pude evitar, la idea llegó mientras escribía el capítulo seis de Sin Arrepentimientos, el cual llevo un 50% escrito. Espero que este two-shot les guste.

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Como siempre quiero agradecer a todas las personas que leen mis historias, a las que dejan reviews, a las que marcan mis historias o a mí como favorita y/o siguiendo, y a las que simplemente leen. Para todos ustedes, gracias totales.

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Capítulo dedicado a las personas que me dejaron un review en el capítulo uno de mi último two shot: ANABELITA N, Nara Paulina, fiorelaa91, Lirio-Shikatema, Roronoa Saki y a un par de "guest" jajajaja (creo saber quienes son, pero no tengo la certeza XD). Muchas gracias por comentar, les mando un fuerte abrazo.

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Disclaimer: Naruto y todos sus personajes son propiedad de Masashi Kishimoto. La historia es mía y la publico sin ánimos de lucro.

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Lo que puede hacer el alcohol

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Capítulo 1.- Conversemos.

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Hoy había llegado temprano al apartamento, no tenía clases después del mediodía, por lo que iba aprovechar la tarde para estudiar. Al parecer no había nadie, así que tiré mi bolso en el sillón, y me dirigí a mi dormitorio en busca de una toalla para bañarme.

Hace poco más de cuatro años que arrendaba este apartamento, desde que llegué a Konoha a estudiar. En un comienzo, viví con un par de amigas de mi misma universidad, las cuales eran mayores que yo. Nunca tuvimos problemas, fue una convivencia muy amena. Cuando éstas egresaron y dejaron el apartamento, justo fue el momento que Gaara decidió venirse a estudiar a Konoha, por lo tanto nunca me quedé sola, sin embargo nos vimos en la obligación de buscar a otra persona que viviera con nosotros, ya que era un apartamento de tres dormitorios, y teníamos que cubrir varios gastos. Tuvimos mucha suerte en encontrar un inquilino, era un compañero de mi hermano, que vivía a las afuera de la ciudad, que por flojera prefería arrendar algo cerca de la universidad, que le permitiera dormir un poco más. Era el rey de la pereza, pero un genio de primera, que fácilmente supo adaptarse a nuestro ritmo de vida.

Luego de tomar una ducha, me puse el primer pijama que encontré. Era un pantalón de algodón con una playera ancha, mi pijama preferido. No tenía nada importante que hacer, sólo estudiar, así que no me interesó buscar otro tipo de atuendo. Fui a calentar la comida en el microondas, almorcé, y enseguida me encerré en mi habitación.

Eran más de las ocho de la noche, cuando salí de mi dormitorio (había estudiado, dormido, y hasta vi algo de televisión). Fui a la cocina a prepararme un sándwich, cuando empecé a extrañar a esos dos. Era extraño que no estuvieran en el apartamento, ya que ambos tenían clases mañana, a primera hora. Le mandé un mensaje vía whatsapp a Gaara, y éste me respondió que no vendría a dormir. Me extrañó su respuesta, sin embargo no le podía decir nada, ya que estaba bastante grandecito. Aproveché preguntarle si sabía algo de Shikamaru, pero su respuesta fue negativa.

Luego de comer, me devolví a mi habitación. Eran casi las nueve de la noche, así que encendí la televisión; busqué un programa que me entretuviera un rato, antes de ponerme a dormir. Llevaba menos de media hora viendo el noticiero, cuando sentí que abrieron la puerta de la sala. Supuse que era el vago de Shikamaru, pero me extrañó que cerrara la puerta de golpe. Bajé un poco el volumen de la televisión, y puse atención. Sentí que sacó algo de un mueble y entró a la cocina. Algo debía estar buscando, por el estrepitoso ruido que hacía. Sin embargo, lo que más llamó mi atención fue que estaba hablando solo.

—¿Estará borracho? —me dije en voz alta y apagué la televisión. Me levanté rápidamente, me puse mis pantuflas de perro, y con sigilo abrí la puerta de mi habitación. Estaba a punto de entrar a la cocina, cuando un vaso estalló en el piso.

—¡Vago, cálmate! —espeté algo alterada, al darme cuenta que él había aventado el vaso por gusto—. Vas a romper el cerámico.

—Hola, mujer, ¿qué te trae por aquí? —habló en su tono cansino, como si nada hubiese pasado, mientras sacaba una lata de cervezas de refrigerador.

—¡¿Qué me trae por aquí?!, ¡yo vivo aquí!, si no lo recuerdas bien —Arrugué el ceño, y puse mis brazos en forma de jarra. Sin embargo pude notar que no estaba en sus cinco sentidos—. Vaya al parecer estás algo borracho.

—Sólo me he tomado dos cervezas afuera, y ésta es la tercera —replicó fastidiado, cosa que nunca hace.

—Oye, vago ¿te pasó algo?, tú no eres de andar respondiéndome —inquirí queriendo saber lo que le sucedía. No era habitual verlo así —, simplemente dices «qué fastidio» y listo.

—Disculpa, Temari, por el desastre —espetó con su típica parsimonia, mirándome a los ojos —. Me serví un vaso con ron, pero antes de beberlo me acordé de algo, y lo aventé. Lo siento, enseguida lo limpio.

Vi en sus ojos un deje de tristeza, que me conmovió.

—Está bien, no hay problema. Trae algo para recoger los vidrios rotos y un trapeador, yo te ayudo.

Una vez que limpiamos el piso de la cocina. Le pasé la cerveza que él había sacado del refrigerador, y saqué una para mí.

—Ahora vamos a la sala y me cuentas qué diablos te pasó —le dije en tono de mando, saliendo de la cocina—, sino no podré dormir, adivinando lo que pudo haberte pasado.

—¡Qué fastidio!, eres igual que mi madre —susurró resignado, caminado detrás de mí.

—Soy mujer, y me preocupo por el bienestar de los que viven en este apartamento —comencé con mi discurso de mujer sobreprotectora—. Lo siento si te parezco metiche, pero no lo puedo evitar, siempre lo he hecho con Gaara, desde que murió mamá, ya que nuestro padre se ha dedicado más a proveer, que a indagar si es que estamos bien. Y tú desde que llegaste a vivir acá, pasaste a ser como otro miembro de la familia, así que comienza a contarme lo que te ocurrió.

—Tsk…, está bien —respondió con pereza, y se sentó a sus anchas en el sillón grande.

—Bueno, te escucho —me acomodé en el sillón más pequeño, crucé la pierna y abrí mi lata de cerveza.

—Ni que fueras psicóloga —respondió, luego de beber un poco de cerveza. Sin embargo, algo de mí llamó su atención.

—¿Qué me miras tanto, vago?, ¿nunca has visto a una mujer tomar cerveza?

—¿De dónde diablos sacaste ese look?

Enarqué una ceja y miré mi ropa.

—¿Qué tiene de malo?, es mi pijama favorito —le dije extrañada.

—Había visto pijamas matapasiones, y el tuyo —trató de mantenerse serio, pero no pudo contener la risa.

—No nos sentamos a conversar de mi ropa, venimos a conversar de ti, así que no me cambies el tema —le reprendí, arrugando el entrecejo, y le di un gran sorbo a mi lata de cerveza.

—Siempre había visto en las películas, a la psicóloga sexy, mostrando la larga pierna con el zapato taco aguja —habló entre risas, pero al ver que mi cara se iba desfigurando, volvió a mantener la compostura.

—¡No te burles de mis pantuflas!, son lindas, a mí me gustan.

—Está bien, mujer, ya me reí lo suficiente de ti —espetó en un tono algo lúgubre, volviendo a beber cerveza— Ahora, será tu turno de reírte de mí.

Su timbre de voz, llamó mi atención, era muy raro escucharlo así.

—Cuéntame, ¿qué te pasó? —lo miré fijamente, y él me sonrió de manera forzada.

—Hace poco más de dos semanas, terminé con Ino, o sea me dijo que le diera un tiempo. Bueno, tú entiendes —me explicó algo incómodo. Pese a que éramos amigos, nunca habíamos hablado este tipo de tema.

—No sabía que habías terminado con la platinada —inquirí sorprendida, desviando mi mirada a la lata de cerveza —. No me había dado cuenta.

—Porque estás últimas semana, te la has pasado encerrada en tu habitación estudiando —me refrescó la memoria de sopetón—. Por eso no te has dado cuenta, que ella ya no ha vendido para acá.

—Tienes razón, Shikamaru. Continúa.

—Le di a Ino, las dos semanas que me pidió, e incluso un par de días más, sin embargo, ella me pidió más tiempo. Eso me lo pidió a través de un mensaje, y no sé porque supuse que ahí había «gato encerrado». Fui a buscarla a la universidad, y la esperé en la salida, sin embargo, nunca salió. Me topé con algunos de sus compañeros, y pregunté por ella, pero todos se hicieron los desentendidos. Estaba a punto de irme, cuando me encontré con otra compañera de Ino; Karin, con la cual no se llevaba para nada bien, y le pregunté por ella, ¿y sabes qué fue lo que me dijo?

—¿Qué te dijo? —le pregunté intrigada, dándole otro sorbo a mi cerveza.

—Está con su otro novio en el jardín de atrás. Lo siento, pero alguien tenía que decírtelo —afinó la voz tratando de imitar a la susodicha—. Ella desde principio de año te engaña, y te digo te engaña, porque él otro sabe muy bien que tú existe. Si no me crees, puede pasar a comprobarlo.

No podía creer, lo que me estaba contando, Shikamaru, era irreal. Y tan enamorada que se veía la Yamanaka, prácticamente nos engañó a todos con su cara de mustia.

—¿Eso te dijo?, ¿y tú que hiciste? —ese relato estaba mejor que telenovela de la noche. Volví a tomar otro trago de cerveza.

—Fui a comprobar si era cierto.

—¿Y los pillaste?

—Sí…, se estaban revolcando en el pasto —desvió su mirada al techo y suspiro.

—¿Y estaban con ropa?

—Obvio, mujer, si es un lugar público.

—Es que con lo que me has contado, no me hubiese extrañado que Yamanaka estuviese por ahí sin ropa —hablé sin pensar, tapándome la boca con la mano al terminar la frase—. Ups, lo siento, yo y mi gran bocota.

—No te preocupes, mujer —apretó la lata de cerveza y se puso de pie—. Espérame un momento, voy a buscar otra cerveza, que la mía ya se acabó. ¿Quieres otra?

—Bueno, tráeme otra —acepté gustosa, y lo seguí con la mirada—. Aprovecha traer el paquete de papas fritas que está en la alacena.

—Ven a buscarlo tú —volteó el rostro para responderme y me sonrió de lado. No era una sonrisa falsa, lo que me hizo pensar que no estaba sufriendo por lo que le había sucedido, o quizás sí, sólo que lo sabía disimular bastante bien —, yo voy a revisar si hay otra cosa más para beber.

Me paré como resorte del sillón y lo alcancé.

—Oye, Shikamaru, pensándolo bien, no debiésemos seguir bebiendo —mi lado responsable habló—, mañana tenemos clases.

—Tengo ganas de seguir bebiendo —sacó del refrigerador lo que quedaba del pack de cervezas, y una botella de champagne, que debió haber sobrado de alguna celebración. Luego abrió un mueble donde sacó dos copas—. Es tú decisión si quieres seguir acompañándome.

—¿Pero me contarás cómo terminó la historia? —inquirí, presintiendo que me iba chantajear.

—Si no me acompañas con otra cerveza, no lo haré —espetó con su típica parsimonia, mirándome fijamente.

—Aaargg, ¡está bien!, te acompañaré —respondí fastidiada. Saqué el paquete de papas fritas, y lo seguí.

Nos acomodamos en nuestros respectivos sillones, y reanudamos la charla.

—¿En qué quedamos, mujer? —me pasó una cerveza y él sacó otra. El resto lo dejó sobre una mesita de centro, junto al champagne y las copas.

—Que los pillaste revolcándose en el césped —le contesté muy interesada.

—Eres muy curiosa, mujer —susurró, luego de darle un gran sorbo a su cerveza— Estas dispuesta a seguir bebiendo conmigo, sólo para saber cómo termina la historia.

—Porque soy mujer, vago —respondí, abriendo mi cerveza, y enseguida bebí unos cuantos tragos—. Así que mejor continúa.

—Bueno. Me quedé parado unos segundos, viéndolos, y luego llamé a Ino de un grito.

—¿Y cómo reaccionó ella? —saqué un poco de papas del paquete, sin quitar la vista de los ojos de Shikamaru.

—La muy descarada dijo que no era lo que parecía, ¿puedes creerlo? —espetó algo molesto.

—¡Mentira!, no te creo —exclamé sorprendida. Esa platinada, era una caradura.

—Sí, después dijo que estaba confundida, que no sabía lo quería.

—Por lo menos se sinceró. ¿Y tú qué le dijiste?

—Le dije que nuestra historia llegaba hasta aquí, y que no me buscara más.

—¿Y ella que te dijo?

—Nada, sólo se puso a llorar; pero no me conmovieron sus lágrimas, así que me fui.

—¿Conocías al tipo con quien te engañaba? —le pregunté, ya que la curiosidad me mataba. —. ¡Espera!, necesito ir al baño —me puse de pie rápidamente, y me fui corriendo a éste. Eso es lo malo de tomar cervezas.

Me demoré menos de un minuto, y volví corriendo al sillón. Le hice una señal a Shikamaru para que continuara, y éste prosiguió.

—Sí, lo ubicaba. Es amigo de Ino, creo que su nombre es Sai.

Shikamaru terminó de beber su cerveza, y la dejó sobre la mesita. Tomó otra lata de cerveza y la abrió, volviendo a acomodarse en el sillón. Suspiró.

—Siento mucho lo que te pasó, Shikamaru —le dije con sinceridad. El vago era una gran persona, no se merecía que le hicieran eso—. No es fácil asumir que te cambiaron por otro. —Lo bueno es que no te toparas con Ino a cada rato, ya que ustedes estudian en diferentes universidades.

—Sí, eso es lo bueno —espetó en su tono cansino, y enseguida bebió de su cerveza.

—Pese a todo lo que te pasó, te veo bastante tranquilo —señalé queriendo saber si su corazón estaba herido—. Dime la verdad, vago, ¿estás bien?

—Estoy bien, mujer, no te preocupes —me respondió sereno, fijando sus ojos en los míos—. Toda esta situación sucedió cerca del mediodía. Como te puedes dar cuenta, han pasado bastantes horas, así que ya lo digerí. Me fumé una cajetilla y media de cigarros, y cuando se me acabaron me tomé dos latas de cervezas.

—¿Te duele todo lo que aconteció?, ¿cierto? —volví a preguntar de forma más directa. Necesitaba saber cómo se sentí de verdad, ya era alguien que se había ganado mi afecto.

—Más que dolido, me siento decepcionado —espetó con franqueza, fijando su mirada en la lata de cerveza—. Yo a Ino la quería mucho. Éramos novios hace casi un año.

—¿La querías o la quieres? —inquirí con curiosidad.

—Bueno, todavía la quiero —señaló fastidiado.

—Pero, no la amas, ¿cierto? —volví a preguntar con interés.

—¿Cuál es la diferencia? —me miró enarcando una ceja.

—Es algo más fuerte —respondí con seguridad.

Se quedó callado unos segundos, como si estuviera analizando mis palabras.

—No, creo que no —sus palabras me sonaron sinceras.

—Me doy cuenta —le señalé, mirándolo fijamente—, porque si hubieses estado enamorado, estarías destrozado.

—¿Por qué me dices eso?, acaso tú sabes mucho de amor. No te he conocido muchos novios, que digamos.

Escuché sus palabras con atención, mientras bebía mi cerveza.

—Pues, no sé mucho, y tampoco he tenido mucha suerte con los pocos novios que he tenido.

—Es que has tenido muy mal ojo.

—¿¡Qué!?

—Lo que escuchaste, no has sabido escogerlos.

—Claro me lo dices tú, él tuvo un excelente ojo con la Yamanaca.

—Oye, el tema de Ino, ya quedó cerrado, ahora estamos hablando de ti.

—No tengo ganas de hablar de mí.

—Pero, ¿por qué no? tómalo como una terapia para ver en qué estás mal —me pasó otra cerveza, al darse cuenta que la mía se había acabado. Luego sacó unas papas fritas y se las echó a la boca.

—Oye, Shikamaru, yo soy como soy, no soy una mujer dulce, ni demostrativa. Eso no va conmigo.

—No estoy criticando tu forma de ser, mujer —señaló, dejando la lata vacía en la mesa, para luego tomar la botella de champagne entre sus manos —, a mí me agrada bastante.

Me miró y me sonrió con coquetería, cosa que me descolocó, poniéndome nerviosa. —Estaré imaginando cosas por estar bebiendo —pensé. Le desvié la mirada y le di un gran trago a mi lata de cerveza.

—No traje el sacacorchos — señaló, colocándose de pie, sin apuro, y caminó hacia la cocina —. Voy y vuelvo.

Por instinto, lo seguí con la mirada hasta que se perdió.

No está para nada mal, incluso se ve bastante guapo con ese look —susurré sin que me él escuchara, pero a los pocos segundos, me regañé mentalmente —. ¿Qué diablo estás pensado, Sabaku no Temari? , tiene la misma edad que tu hermano menor. Al parecer te haciendo mal el alcohol. Si sigues bebiendo así, quien sabe qué barbaridad puedes terminar haciendo.

Miré mi lata de cervezas, la cual estaba hasta la mitad y me puse de pie. —Soldado que arranca, sirve para otra guerra —me dije, y avancé hacia pasillo.

—Hey, mujer, ¿para dónde vas?, se supone que vamos a conversar sobre ti.

—Yo creo que es mejor que me vaya a dormir.

—No seas aguafiestas, Temari —me jaló del brazo hasta sillón grande y me obligó a sentarme—. Todavía tenemos que tomarnos el champagne.

Volvió a sonreírme, pero esta vez de manera más… más dulce. —¡Oh, no! El alcohol también está haciendo estragos en él —pensé.

—Pero no tenemos nada que celebrar —alegué, sabiendo que tenía perdida la partida.

—¿Y quién te dijo que el champagne se creó para celebrar?, sólo es una bebida más —se acercó a la mesa para abrir la botella, y llenar las copas—. ¿En qué habíamos quedado?... ahhh, ya recuerdo, que tienes un pésimo ojo para escoger novio.

Inhalé una bocanada de aire y la exhalé.

—Kamisama, por favor, no permitas que pierda mi cordura —imploré mirando el techo.

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CONTINUARÁ…

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Gracias por leer, espero que les haya gustado.

Cualquier cosa que quieran decirme, pueden hacerlo a través de un review, me encanta leerlos y responderlos.

Como dije al comienzo, llevo escrito un 50% del próximo capítulo de "Sin arrepentimientos", quiero publicarlo pronto, así que espero que la inspiración me acompañe. También ya comencé a escribir el segundo capítulo de "Problemática rivalidad profesional", pero aquí sólo llevo un tercio del capítulo.

Nos vemos en mi próxima actualización.

Que tengan una linda semana, y no olviden comentar, que eso siempre me motiva y me alegra el alma.

Si no actualizo de aquí al 31 de Diciembre, les dejo mis mejores deseos para el año venidero.

Abrazos y besos.