El ambiente era pesado, pese a que las ventanas estaban abiertas y se podía respirar el oxígeno fresco que venía desde fuera. Fatigado no era la palabra, tampoco angustiado. Preocupado, sí, esa era exactamente, preocupado por los gestos que el señor White le hacía mientras le comentaba los pormenores, virtudes y vicios en su más reciente trabajo; por no decir el primero del cual tuvo expectativas tan altas.
La alfombra celeste, las paredes cobre, el techo púrpura, las ventanas corredizas a ambos lados entreabiertas con sus cortinas blancas que se balanceaban a su gusto, impulsadas por la brisa matutina. Cierto olor a fresa llenaba todos los rincones. ¡Oh sí! aquel era el despacho del editor en jefe de la editorial. ¿A cuántos no les hubiera parecido una fosa tortuosa donde depositaban sus esperanzas para salir a la luz?
Ciertamente, la academia mágica tenía una editorial propia. Pero todavía no cumplía los requisitos para publicar allá; además, sus estudios no meritaban ninguna plaza entre las publicaciones gratuitas.
La editorial Wind, Scepters and Horns era la más prestigiosa de todas en lo que respectaba a la magia; hasta el más aficionado lo sabía. Aquella había rejuvenecido la literatura de la magia desde hace siglos atrás. Cualquier mago, hechicero o poni con interés en la magia que desease que su investigación, teoría o cualquier trabajo escrito fuese leído, comentado y tomado con seriedad, sabía que una de las puertas a las altas esferas académicas era publicar en aquella editorial.
Los revisores, eran pues, mucho más exigentes que cualquier otra comisión jamás armada en Equestria. Las figuras más destacadas conformaban parte de los grupos revisores. Redacción, manejo de teorías, argumentación, comprobación si era necesario. Llevaban a cabo una minuciosa y puntillosa persecución de los errores más mínimos.
¿Y por qué estaba ahí? Pues la respuesta que se le ocurrió meses atrás fue: ¿por qué no? Ya se encontraba en un punto aceptable de conocimiento, no llegaba a la erudición de los magos más famosos; pero tampoco estaba lejos de hacerlo. Se sabía a sí mismo como conocedor de la magia antigua, medioeval, así como moderna o contemporánea, además, con la reciente auto estima académica que traía el haber colaborado en tantos problemas y crisis mágicas recientes no podía sino sentirse algo diferente a los años posteriores, cuando solo se dedicaba a revisar libros. Si bien eso era esencial, ahora estaba convencido de que el paso siguiente era colaborar en el progreso del conocimiento mágico.
- Sunburst. Soy conocedor de la reciente fama que está adquiriendo esta teoría mágica; también entiendo que usted se incline por un fundamento interno de la magia. Sin embargo, también plantea que hay un afuera de la magia. El problema es. – El corcel se tomaba su tiempo. – Cómo lo dijo ella… ah sí, que no tiene una explicación coherente de lo que está diciendo.
- Mi experiencia con la magia y la princesa de la amistad me ha ayudado a comprender que hay algo más que la manipulación establecida por Starswirl y los que le precedieron.
- Entiendo a la perfección el postulado que presenta; su teoría no es nueva en ese aspecto; White, Silversoul, Moonlight, Levre y otros más están en el mismo problema que usted. Comprendo a la perfección el problema y soy partidario de esta nueva teoría que está surgiendo. Pero todavía no existe una explicación del todo coherente. Y todos ellos, lo incluyo también a usted, no han logrado encontrar ese fundamento. Solo han especulado. Silversoul le ha dedicado extensas planas al factor climático; White ha hecho lo mismo con el cuerpo de los unicornios, Moonlight hizo una reducción de la magia al nivel de una varita mágica que podría ser el cuerno de los unicornios; Levre ha sido más cauteloso, pero de todas formas, propone que tanto usted como yo, todos los ponis en realidad, tenemos acceso a la magia. Lo que usted dice es más o menos lo siguiente: la magia es un atributo propio y cambiante en cada poni, es parte de su forma de vivir, de sus relaciones sociales y en última instancia, usted propone que la magia viene de la intencionalidad y la conciencia de los que la ejecutan.
Aquellas palabras, conformaban perfectamente una crítica de uno de los estudiosos más prestigiosos de la magia; el señor Black era probablemente el más conocido historiador de la magia y sus conocimientos eran colosales. Extrañamente y para sorpresa de su generación, era un poni de tierra. Con sus anteojos circulares, una boina y un chaleco de color ojo era perfectamente un dandi académico. No por nada era el editor en jefe de la editorial.
- ¿Eso quiere decir que mi libro no será publicado?
El mago se sintió cual potro asustado por la reprimenda futura por romper algún enser valioso. El corcel lo observó con bastante sensibilidad; sin ser de mal genio, le tocaba decir aquellas palabras más a menudo de lo que le gustaría.
- Lo siento; pero su trabajo requiere de maduración. Tiene más errores que le serán entregados en dos semanas junto a la copia que envió. Inténtelo dentro de un año. Su investigación es interesante y muy prometedora; pero la editorial no puede tomar estos riesgos para el mundo académico. – Sin ser exactamente frio, el corcel hablaba con una suavidad a medias; era inevitable que Sunburst sintiera como si le estuvieran dando una coz en el flanco.
- Comprendo… espero no haberle quitado tiempo.
- Para nada, no deje atrás su proyecto por favor. – Dijo finalmente el editor en jefe, despidiéndolo de su oficina. El amor al conocimiento era bastante conflictivo en aquella posición. Pero alguien debía serlo.
Desilusionado, el corcel de anteojos y capa, salió de la oficina para dirigirse al elevador. Había sido demasiado apresurado de su parte redactar aquel proyecto de libro. Ahora la idea le atormentaría por meses, quizás no podría llevar a cabo una investigación por un rato. Debió haberlo pensado mejor. Cómo era posible que se le ocurriese hacer algo así sin premeditarlo con cautela. Como solía hacer con las grandes empresas.
Al abrirse la puerta, se topó con los ojos violetas protegidos por unos anteojos con cinta adhesiva blanca en la montura que separaba cada lente; esa combinación exacta, junto con el pelaje mate de la yegua fueron identificados al instante, la conocía, pero no recordaba de dónde; peor aún, no lograba evocar el nombre de quien le sonreía mientras levantaba un casco.
El refrán, todo con medida también se aplica al tiempo. Una yegua que no pudiese dedicar algo de tiempo a jugar con corceles tenía dificultades posteriormente para relacionarse con los machos; al menos eso sostenía una buena parte de la comunidad de madres; Moondancer, quien apenas tuvo relación con sus amigas durante buena parte de su vida, estaba metida en un problema poco común aunque, intrascendente para el estilo de vida que llevaba. Hasta que tenía a un corcel en frente claro estaba.
Su sonrisa nerviosa, antecedió a un torpe intento de darle el casco; que lamentablemente se convirtió en un impacto del borde de su casco con la caña del corcel, un golpe en ese lugar era doloroso y además, que una hembra se lo hiciera a un macho, era una forma de rechazo tipificada como poco antes de dar una coz. "Lenguaje corporal entre corceles y yeguas" Autora: Free Hoof. Recordaba completamente apenada la de anteojos. Observando la expresión de dolor del corcel, mientras este comenzaba a dar unos pasos en reversa.
- Lo siento mucho… por favor, no interpretes eso como un rechazo.
"¿Rechazo?" Eso resumía todo lo que sentía. Levantando el casco quitar la presión que su cuerpo podía imprimirle evitando así amplificar el dolor observó a la yegua con la cabeza ladeada. Era algo extraña, lo fue desde la gala del galope. ¡De ahí la conocía! Lo recordó por fin.
- Moondancer, que sorpresa encontrarte aquí.
Tomo el casco de la yegua en señal de saludo.
- Tenía que tomar un trabajo para mantenerme… me mudé de casa de mamá hace unos meses. – Expresó algo apenada la yegua.
Una de las reglas más básicas es no hablar de cosas demasiado íntimas a los corceles, estos, cuando no están interesados desde un inicio, suelen volverse esquivos después de hablar de esos temas. "Lo que los machos piensan". Autor: Clever. Ya había metido la pata en solo una conversación de menos de diez segundos.
- Oh, me alegra mucho. Cuando me mudé a Canterlot para estudiar, me tomó mucho acostumbrarme a estar solo por tanto tiempo… Y… ¿Algún buen libro que me recomiendes?
- Qué extraño que lo digas, porque ahora mi trabajo es leer.
- ¿Cómo?
- Tal como lo escuchas; conseguí el mejor trabajo para mí. Revisora de la Wind, Scepters and Horns. La paga es buena, pro lo mejor es que puedo ver material inédito. Y qué estás haciendo tú aquí. – Cuestionó de forma abrupta la yegua, cortando la conversación; pero, antes de que Sunburst le respondiera continuó – Lo sé, me tocó revisar tu libro.
- ¿Enserio? – Tartamudeando con prontitud, el corcel juró escupir unas gotas de saliva que afortunadamente fueron al piso. - ¿T…tú qué piensas?
Cuando un corcel da paso libre a que se toquen las cosas que le importan es el momento más crítico, recuerde lectora, el corcel es tan o más sensible que un potro en esos momentos; conviene meditar bien las palabras, así como no dar lugar a un silencio que es incluso peor. "Corceles: entiéndalos y aplique el método Push". Autora: Spear.
- Pues… - Moondancer se mordió la lengua para evitar su plática usualmente tosca, era consciente de ella. – Tenía una propuesta muy interesante. Aunque le faltó algo en la argumentación.
Pensándolo bien, era más o menos eso lo que el editor en jefe le había dicho en su despacho. Lógico, pensó Sunburst, la crítica venía originalmente de ella y probablemente fue contrastada por la de aquel. Pero respetaba la opinión de alguien tan entendida en la teoría de la magia, como lo era Moondancer.
- Oye, solo le falta un poco más… creo que podrías completarlo si realizaras alguna investigación adicional que conectara tus argumentos; la magia puede venir de la consciencia… el problemas es que no dices más.
- Lo sé; es un problema que siempre se me escapa. Los autores del pasado, incluso Starswirl no profundizan más en el tema.
- Eso es lo que debemos hacer nosotros, que seguimos en estos estudios. – Le repuso la yegua observando el reloj en la pared del pasillo. – Oh cielos, ya debería haber desayunado.
- Yo también. – Casi de forma inmediata una idea se presentó en la cabeza del corcel. – Hey, qué tal si te invito un café, digo, eres mi primera lectora y enserio te agradezco haberte dado el tiempo para leerme.
Moondancer observó fijamente al corcel. La gala del galope le dejó claro que ese corcel no estaba disponible. Pero simplemente tenía algo interesante, un no sé qué, al cual casi todas podían enmarcar como guapo o atractivo. Por supuesto que la yegua, sin palabras acertó en mover la cabeza afirmativamente.
De la aceptación a la cafetería hubo un corto trecho, la conversación era algo bastante particular en ambos, comprensible solo para entendidos dentro de la erudición de la cual ambos eran poseedores. Aunque claro, al saltar de magia al estudio de las culturas, Moondancer tenía más autores y era bastante detallada en las particularidades.
La historia de las cebras, vaya epopeya que supuso, desde la invasión changeling que destruyó su civilización arcaica, hasta sus grande migraciones que terminaron en su asentamiento dentro de un confín diferente del clima desértico del cual fueron cohabitantes junto con otras culturas que también sufrirían el azote de los insectos aquellos.
De allí, al preguntar sobre la curiosa magia, alquímica bajo el marco poni, de aquella cultura, Sunburst expuso de forma bastante brillante las virtudes que tenía aquella magia; pues parecía tener repercusión inmediata en los organismos. Un dato curioso, expuso Moondancer; sin las cebras, Equestria no conocería los métodos anticonceptivos completamente seguros y efectivos que ya eran más una costumbre que la introducción de un tabú.
Las épocas pueden cambiar, concluyó Sunburst con bastante animosidad; para pronto preguntar sobre el origen de la amistad de Moondancer con la princesa de la amistad. Desde luego que la yegua evitó contar partes aburridas, para limitarse a narrar cómo fue su emotivo reencuentro en Canterlot.
Un poni no puede vivir en soledad. Siempre necesita de otros. Afirmó la yegua; para pronto recordar las amistades anecdóticas que se sucedieron a lo largo de la historia ecuestre. Pues los ponis habían estado junto a los chacales miles de años antes de Equestria. Después, con bastante reiteración se amistaron con otras especies.
- Pero qué pasa con la división de los ponis por razas antes de Equestria. – Preguntó completamente intrigado el corcel.
- Sigue siendo un gran misterio; quizás no tengamos la respuesta en mucho, mucho tiempo – Fue la única respuesta que la yegua pudo dar.
Entonces la plática se centró en un nuevo libro, uno abocado a la prehistoria ecuestre; en el cual se detallaba una teoría relativamente nueva, que proponía cómo el creciente aumento de población logró, eventualmente el resultado proporcional de tres yeguas por cada macho y como eso supuso, entre otras cosas, un cambio en el modo de hacer la guerra, pero más importante aún, establecer relaciones por fuera de las pequeñas tribus y posteriormente, ciudades estado.
Completamente embelesado por la obra, el corcel preguntó por la fecha de lanzamiento.
- Saldrá para finales de año, se presentará en El Gran Congreso de Estudios, Técnicas y Artes, a realizarse en el Imperio de Cristal. Te pasaré la fecha exacta y una invitación por correo.
- ¿Harías eso por mí?
- Pues claro, técnicamente eres un investigador ahora y la editorial puede invitar a quien le parezca pertinente.
Sin embargo, la yegua pronto cambió de expresión, lo que iba a proponer era una locura; claro está que tenía una justificación de buen peso argumentativo para su feje; sin embargo, decírselo al corcel que tenía en frente era otra cuestión. Pero todo era por el bien del avance del conocimiento y Sunburst tenía una teoría entre cascos que prometía bastante.
- Hey, hablando del congreso, recibimos una noticia por parte del principado de Equestria. – Comenzó a decir la yegua con una expresión bastante particular, sus ojos observaban el café, mientras su boca parecía tratar de murmullar; su voz temblaba un poco. No, no sería capaz de decírselo en persona.
- ¿Sí? ¿Cuál? – Cuestionó el de anteojos tratando de hacer contacto visual con la yegua.
Cuando sus ojos se encontraron, de alguna forma, esta pudo darle una sonrisa.
- Se presentó un fenómeno mágico en una nación en Forbidden Jungle y su líder solicitó ayuda a las princesas. Están formando un equipo de estudio que pueda ir a ver de qué se trata exactamente. Van toda clase de expertos y será una expedición de varios meses de duración.
- Vaya… eso suena muy interesante.
- Sí, pero cuando el editor en jefe fue llamado a buscar y convencer a los mejores expertos para ir a la expedición, se nos ocurrió una idea: qué tal si los estudiosos que vayan tienen derecho a publicar sus investigaciones en la editorial. Ese es un buen incentivo para que vayan y también para impulsar la investigación.
- ¿Enserio? El o la poni que tuvo esa idea es genial.
La yegua se sonrojó, observando hacia otro lado, ajustándose sus lentes.
- ¿Estás bien?
- Sí… la cosa es… - Con el cumplido indirecto que el corcel le mandó, la yegua se sintió con el valor suficiente para lanzar la propuesta. – Pues, qué te parecería ir conmigo… - la yegua interrumpió su plática para dar una pausa… - con nosotros, quiero decir con nosotros a esta expedición. Digo, lo que descubras allá con respecto a la magia podría ayudarte y también te daría un puente para adelantar tu teoría al público.
La propuesta era como ese regalo inesperado, esas coincidencias que logran hacernos preguntar sobre la existencia de una providencia. Sunburst, tomado por sorpresa apenas alcanzó a responder, se limitó a tener la boca entreabierta por unos segundos; se ajustó los lentes para darse un respiro.
- Me… me encantaría…yo, haré los preparativos de inmediato; aunque tengo algunos asuntos pendientes. ¿Cuándo partiríamos?
- Dentro de una semana exactamente, el principado ya ha dispuesto todo para el viaje. Los investigadores que se incorporarán deben ser listados y enviados hasta dentro de cuatro días.
- Ponme, ponme en esa lista, cielos Moondancer… eres un pastel caído del cielo… no sé cómo podría agradecerte esto. – Comenzó a decir el corcel poco antes de levantarse torpemente, dispuesto a tomar el primer tren al imperio de Cristal y hacer caer la taza de porcelana en la cual estaba su café, por suerte ya no tenía contenido. – Lo siento, lo pagaré yo… nos vemos. – Se despidió antes de salir galopando.
Sorprendida, Moondancer no supo que hacer… simplemente había actuado de una forma y la respuesta del corcel fue completamente inesperada. Lo anotaría en la lista sin duda alguna, su feje tenía plena confianza en su juicio y no se le opondría.
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Y así, luego de un viaje de un día con su respectiva noche, el corcel entendido en magia llegó al imperio de Cristal, su lugar de residencia, galopó a toda velocidad desde la estación de trenes hasta su casa; no tenía tiempo que perder.
Más importante aún era saber… cómo diablos podría aguantar una semana hasta iniciar con los estudios; lo primero que haría sería dar una leída general a varios de los libros de la biblioteca central del imperio de Cristal, a ver qué podía preparar como conocimiento general antes de embarcarse. Ni siquiera sabía por dónde comenzar.
Con tanta prisa ingresó dentro de su casa, que de un portazo, tumbó varias pilas de libros; observó el desastre causado sin el menor inconveniente hizo levitar los libros para ponerlos en el "orden" que acostumbraban. Al dar el primer paso dentro, se percató que el piso tenía una textura diferente, al observarlo, pudo notar un sobre blanco. Esa carta… ¿Podía ser?
De pronto, todas sus preocupaciones se fueron, su mente quedó en blanco, solo para centrarse en el contenido del sobre. Lo hizo levitar y lo abrió, extrayendo cuidadosamente una carta.
Era de ella, la había estado esperando hasta antes de irse.
"Sunburst.
Es una alegría saber que te está yendo tan bien; te deseo la mejor de las suertes en tu proyecto. Estoy ansiosa por realizar el viaje de visita o que tú lo realices aquí, te repito; Twilight está completamente de acuerdo con que te quedes en el castillo por dos semanas o tres… no le puso límite.
Trixie también espera que puedan practicar una rutina nueva que está creando. Cielos, después de tu visita, creo que te extrañamos un montón.
Pero, tendrá que ser de aquí a varios meses. Porque me convocaron para ir de investigadora a un lugar en Forbidden Jungle; más bien, Twilight me obligó. Así que no estaré en Equestria por una temporada.
Lo siento, y te haré llegar cartas lo más pronto posible desde allá. Deséame Suerte.
Con cariño: Starlight."
Espero haber iniciado con un buen paso. Nos leemos pronto.