Brindis.

Ambos habian cometido errores en el pasado, pero lo peor que podían hacer era seguir escondiendo los secretos bajo la alfombra.

N1: Primero Que nada Feliz Navidad! Les deseo lo mejor de lo mejor, disfruten compartan, coman rico.

Honestamente me ha costado un poco de este fic, pero espero que disfruten de la primera parte.

Disclaimer: Los derechos de ninguno de los personajes no me pertenecen, cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.

PARTE I

La decepción, nuevamente, lleno el corazón de Helga sus padres finalmente no aparecieron en su graduación. Miro a cada niño con su familia posando para las fotos, ella estaba sola, así que simplemente se fue a casa.

Camino casi arrastrando los pies hasta el que se suponía era su hogar, miro su pórtico y el gran cartel que anunciaba la bienvenida de su hermana, Olga.

Entro preparada para un derroche de atención no dirigida a su persona, y se sorprendió al encontrar el pasillo vacío, pero luego recordó que lo más probable que Olga hubiese llamado para que la fueran a buscar, al fin y al cabo lo que quiere Olga, Olga lo consigue.

Se dirigió a la cocina en busca de algo que comer. Abrió el refrigerador, los armarios e incluso dentro del horno pero nuevamente lo único que había eran botellas de alcohol y de salsa tabasco.

Alcanzo un vaso, lo lleno de agua y se lo bebió esperando calmar su estómago. Era una táctica que aprendió de pequeña cuando su mesada se agotaba y ya no tenía que comer.

La chica subió las escaleras para poder dirigirse a su habitación a dormir, cuando su celular empezó a entonar una clásica melodía de Jazz, no tenía ganas de hablar, pero tampoco quería que se preocuparan por ella así que decidió que lo mejor sería enviar un mensaje.

Tiro su celular a un lado, arrojándose sobre la cama de manera diagonal, abrazo su almohada quedándose a los pocos minutos dormida.


Helga despertó de golpe, sentía la humedad entre sus piernas, se sintió terriblemente avergonzada mientras su estómago gruñía de hambre.

Bajo de su cama extrañamente grande, tenía miedo y estaba oscuro. Se alejó rápidamente de la cama ya que según su hermana el monstruo que vivía ahí la atraparía del pie para matarla lentamente.

Camino entre las sombras hasta el baño con una muda de ropa limpia para cambiarse, ella era una niña grande no quería que la vieran así, qué pensarían los otros niños, qué pensaría él.

Cuando estaba por llegar, una sombra la siguió en el pasillo, era grande y oscura se la comería si no escapaba, pensó en su mamá y en su papá quizás ya se los había devorado. ¿Qué podía hacer? La sombra la tomo en brazos pero ella intento escapar con todas sus fuerzas, aunque estaba agarrada muy fuerte.

—shhh, cállate mocosa.

Esa voz ella la conocía, sus ojos por fin se acostumbraron a la oscuridad y se dio cuenta que era su hermana Olga, suspiro aliviada pero ¿qué hacia ella vestida de negro?, se veía graciosa con su cara pintada.

—Olga, que bueno que eres tú pensé que había sido ese horrible monstruo del que me habías contado, tenía un poco de miedo.

—Baja la voz, no quieres que el monstruo nos escuche…

—pero yo quería ir al baño, tuve un accidente. —respondió avergonzada.

—Oh por dios, mocosa es que no sabes ir al baño, que asco, eres tonta y fea por eso te pasa esto, pero no te preocupes, todas esas cosas te salvaran de que te lleven. —La adolecente empujo a su pequeña hermana al piso, haciendo que esta pasara a llevar un jarrón y sonara un ruido estridente.

Unos pasos fuertes se escucharon desde la habitación de sus padres, cuando la puerta se abrió dio paso al gran Bob con un bate en mano, al ver a sus hijas en el pasillo se tranquilizó hasta que noto el desastre en la sala.

— ¿Qué paso aquí? ¿Qué le hiciste a mi jarrón niña? —Bob miro enojado a Helga, quien intentaba recoger los pedacitos de cerámicas con sus pequeñas manos.

—Fue, fue un accidente…

—Papi, papi, Helga nuevamente mojo la cama yo solo la quería ayudar pero se molestó y de la nada empezó a arrojar cosas, estoy asustada papi. —Olga pensó rápido, arrojándose a abrazar a su padre, pensando que eran unos tontos y ni siquiera se dieron cuenta que acababa de llegar.

—Miriam encárgate de este desastre.

—Ya voy, pero Helga querida como te paso esto…

—Yo me iré a dormir, jovencita deberías aprender a controlarte ¿Qué edad tienes?

—Tengo cuatro años, Bob.

—Olga, jamás hiso este tipo de cosas. — fue el último comentario que escucho Helga antes de que la puerta se cerrara en su cara.

— ¿Qué vamos hacer contigo?

La mujer bajo las escaleras hasta la cocina, dejando olvidada a su hija en el pasillo, la cual después de haber recogido todos los pedacitos dejándolos apilados, tomo sus cosas para cambiarse.


Olga nuevamente la había estado asustando, intento explicarles a sus padres que su hermana le contaba historias de terror que le provocaban pesadillas pero nadie la creía.

Su madre había estado durmiendo, ella le intentaba hablar pero solo respondía cosas chistosas, tomo el control del televisor y empezó a cambiar de canales, como lo hacía su papá, hasta que una de los programas menciono que en algunas civilizaciones creaban santuarios ofreciéndoles ofrendas en su honor para alejar a los monstruos y malos espíritus.


Despertó desorientada, por un momento, se miró las manos, volvía a tener trece años y no, ya no mojaba la cama.

El ruido de las llaves cayendo con fuerza en un mueble la termino de despertar, escucho voces. Lo más seguro que de su familia, se levantó para asomarse al pasillo.

—Que lastima que el vuelo de Olga se haya retrasado…

—Con las ganas que tenía de verla, iré a la cocina, Bob.

—Bueno, por lo menos hoy no tenía nada importante que hacer…

¿Nada importante? Parada desde la última escalón mirando hacia abajo, pensó que era verdad ella nunca valió nada esa familia. Dentro de ella esa llama de esperanza que aún le hacía tener fe en ellos se apagó reemplazándolo por una amarga ira.

Bajo haciendo el mayor ruido posible, le dolieron las rodillas con los golpes, sintió calambres en sus pies desnudos pero la amargura era mayor a eso, sus dientes rechinaron de odio.

Cuando bajo su padre la miro enarcando una ceja por todo el ruido que realizo su hija para anunciarse.

—Estabas aquí niña, ¿Por qué no fuiste con nosotros a buscar a tu hermana?, tienes suerte que su vuelo haya retrasado y no llegue hasta pasado mañana. Ahora mueve tu trasero y ve por una soda bien helada quiero ver si están transmitiendo mi último anuncio en la tv.

— ¡¿Por qué no me quieres?!

Asombrado de la acusación de su hija menor, Bob Pataki quiso decirle que la quería pero, las palabras no salían de su boca.

— ¿Por qué papá? ¿Por qué te cuesta tanto tratarme de una manera afectuosa? ¿Tanto trabajo es recordar mi nombre? —Eran años de soportar la indiferencia. Su voz se suavizo antes de volver a preguntar—Por favor Bob, dime tan solo ¿Por qué?

—yo… no es que no te quiera…

—solo dime ¿Por qué? Es porque no soy tan brillante, porque no gano concursos, porque no quise aprender a tocar el piano, porque no soy tan perfecta como Olga…

—yo…

— Ni siquiera soy lo suficientemente importante para que recordaras que hoy era mi graduación, lo único que quería es que estuvieran ahí, solo eso— Se arrodillo derrotada —Dime, tan solo dime que es lo que hice mal…

Miriam buscaba los ingredientes necesarios para poder preparar su batido, ya no estaría Olga no tenía sentido fingir que su familia era perfecta, cuando escucho el estallido de la joven. Verla quebrarse preguntando el por qué su padre no la quería, rompió su corazón y miles de recuerdos vinieron a su mente. La mujer se asomó al pasillo para poder enfrentar, después de años de vergüenza, su mayor error.

—Nada, Helga. Tú no nunca has hecho nada malo.

La chica miro sorprendida a su madre, hablo con tal seguridad, que le dio a entender que aún estaba sobria.

—Entonces ¿Por qué? Toda esa indiferencia, sé que se han esforzado pero nunca es más que por una temporada y todo vuelve a la rutina normal, tan solo pido la cuarta parte de lo que dan a Olga es todo lo que quiero o es que acaso ni siquiera eso puedo obtener…

—Helga, Hija. Hay cosas que hacemos los adultos, que lamentablemente traen repercusiones y que decidimos esconder por miedo, es como una bola de nieve, no te das cuenta cuando ya es tan grande que no la puedes detener. Pero eres una niña inteligente y necesitas respuestas.

—Miriam…

—No, Bob. Es hora de que esta situación termine, ella no merece esto, hemos sido unos padres pésimos. —Miriam se armó de un valor que hasta el día de hoy no había tenido. —debes saber la verdad.

—¡No!. te prohíbo que traigas esa historia a la luz…

— ¿Qué verdad? —Helga pregunto confundida.

—Ella merece saberlo. —apoyo las manos en los hombros de su hija menor. —Cariño, tú no has hecho nada malo.

—Si, como no. Por eso toda la vida se la han pasado ignorándome.

—No es tu culpa, tu nunca has hecho nada malo cariño. Yo…

—No, Miriam, por favor no lo digas… —La voz de Bob, perdió la fuerza, nadie podía saber el secreto porque si salía a la luz significaba que tenía que asumir una verdad que ni con los años había podido afrontar.

—Yo…Yo le fui infiel a tú padre, antes que nacieras —lo había dicho, por fin había pronunciado esas palabras en voz alta

— ¿Qué? Pero eso quiere decir que él no es…— miro al que creía que era su padre el que había sentado en las escaleras agarrándose la cabeza con las manos, de repente ya no le pareció tan grande y amenazador es como si hubiera envejecido, en un par de segundos, diez años.

—Escúchame, por favor, solo escúchame. —Rogó la mujer la que estaba arrodillada frente a su hija con aun las manos en los hombros de ella, se paró sacudiéndose el vestido, miro su reflejo en el espejo frente a ella para luego buscar la mirada de su hija a través del cristal.


Miriam y Bob eran habitantes de Dakota del sur pero mientras que ella recibía clases privadas en el rancho de su familia, Bob asistía a la pequeña primaria del pueblo y por las tarde hacía recados para poder ayudar a su mamá.

La familia Pataki, estaba compuesta por la madre, el hijo y la tía abuela de la madre de Bob. Los dos primeros emigraron desde su país natal, luego de la muerte de toda la familia Pataki en un accidente, aceptando la invitación de su tía abuela, la cual había estado viviendo sola en la ciudad.

Pronto se dieron cuenta que en la gran ciudad no habían tantas posibilidades para una mujer soltera y su hijo asi que se fueron al campo como no había padre ni anillo a la vista en esta familia y al igual que en todo poblado pequeño, los rumores pronto se dejaron esparcir pero a la mujer nunca le importaron las habladurías, la vida no era tan cara como en la ciudad, tenía una buena escuela para su hijo, a su tía el aire limpio del campo le sentaba mejor y ambas habían encontrado un buen trabajo.

La señora Pataki, trabajaba de empleada en la casa de los Collins mientras que su tía, siempre tan vivaz, se encargaba de un emprendimiento pero debido a eso no podía cuidar del pequeño Bob, viéndose en la obligación de ir por las tardes al trabajo con su mamá.

A pesar de que vivían casi juntos, ambos chicos solo se observaban de lejos y nunca cruzaron palabra alguna hasta que un día la matriarca de la casa, Alexandra Collins, al notar al pequeño hijo de la cocinera se apiado de él y lo sumo a las clases privadas de su hija naciendo entre ellos una gran amistad.

—Entonces no vas a la escuela porque, te pierdes con facilidad. Eso es súper, bueno no la parte de perderse, pero la de no ir a la escuela es genial.

— ¿No te gusta ir a la escuela? —pregunto la niña extrañada, ella pensaba que sería genial compartir con otros niños, como mostraban en los programas de la tv.

—Nah, no es eso, la escuela está bien, supongo. Pero no me gusta que me molesten los otros niños.

—No entiendo porque lo harían, eres genial.

El chico se sonrojo ante las palabras de la niña, llevándose la mano tras el cuyo para explicarle que se burlaban de su ceja y también de sus orejas.

— Aunque si lo piensas bien si parece una oruga y si parecen orejas de chivo — el chico se estiro las orejas para demostrarlo haciendo reír a Miriam.

— creo que tu ceja te da personalidad y tus orejas quizás sí parecen de chivo, pero realmente creo que son adorables.

— ¿Bob? ¿Qué te sucede? — el chico de la nada se había desmayado, frente a ella, quizás estuviese empezando a enfermar su cara estaba completamente roja pero tenía una gran sonrisa, nadie estaba feliz de enfermar bueno pero Bob Pataki era un niño muy peculiar.

Cuando Frederick Collins se enteró pego el grito en el cielo, al saber que el bastardo de la sirvienta estaría cerca de su princesa y solo cambio de parecer debido a que el muchacho demostró ser un buen guardián para su hija, al salvarla de un las patas de un semental asustado. Así que le permitió seguir recibiendo clases a cambio de que protegiera a su hija.

—Bueno, definitivamente eso no fue una buena idea.

—Y que lo digas, por poco tu padre casi me mata. —El chico aun recordaba el miedo que sintió por Sir Philip aunque no podía equivaler al que sintió cuando Miriam estuvo a punto de ser golpeada por Rayo Feroz.

—Ahora quiero montar uno de esos toros.

— ¿Qué? Estas loca, a este paso voy a terminar con canas antes de tiempo.


Por la gran ventana del segundo piso, Philip Collins vio a Robert Pataki, ser arrastrado una vez más por las locas ideas de su hija, suspiro divertido.

Tuvo que darle crédito por su valentía al niño porque cuando le dio permiso para continuar siendo amigos, no pensó que duraría tanto ya que tan solo era un niño pequeño y escuálido, aunque con el tiempo noto en él una mente astuta.

Robert Pataki siempre estaba negociando favores a cambio de algunas monedas. Si hacía calor en el verano se internaba en busca de un limonero para poder hacer jarras de limonadas, con hielo y vendérselas a los trabajadores del lugar. Para el invierno había aprendido a utilizar la estufa para hacer café, aunque su mamá siempre se negaba decía que era tarea de ella cocinar.

Después de tanto tiempo juntos era natural que el chico se enamorara de la bella jovencita, era como un ángel con sus largos cabellos color trigo, toda una princesa, educada, inteligente, elegante, campeona de monta toros con solo nueve años y ahora nadadora olímpica con quince de edad.

Él había sido contratado para ocuparse del jardín, una vez que el ultimo jardinero se jubiló, y podía ver a la chica con sus amigas nadar pero la única a la que él le importaba era Miriam aunque ella solo lo siguiera viendo como su mejor amigo, se secó el sudor y siguió empujando la pesada cortadora de pasto, aun le quedaba bastante y el sol estaba en su máximo punto se arremango nuevamente los puños de la camisa y puso su sombrero en su cabeza.

—Holaaaaa, tierra llamando a Miriam. — Eri, miro a su amiga todavía embobada por el saludo de su sexy jardinero.

—Al parecer alguien aún está en la novena nube.

—Sí, bueno esto nos confirma que John no tiene oportunidad alguna con Miriam. —Peggy negó repetida veces antes de contarle su plan a Eri.

Miriam siguió observando a Bob, con ambas manos en el pecho intentando torpemente acallar los latidos de su corazón, sin percatarse de que sus amigas nadaban hasta el fondo de la piscina cuando Miriam volvió de la realidad, era muy tarde ambas chicas le habían empezado a hacer ahogadillas.


El chico Pataki respiro hondo antes de golpear la puerta del despacho de su jefe, trago saliva nerviosamente después de escuchar el pase que le indicó que él hombre esperaba su llegada, se quitó el sombrero y empujo la puerta para poder entrar.

—Me llamo, señor.

—Sí, Robert. Siéntate por favor. —él chico nervioso se sentó frente al escritorio de caoba oscuro.

Hubo un largo silencio hasta que el hombre que había estado de espaldas a la habitación mirando por la enorme ventana hacia el horizonte se dio la vuelta y camino hacia las puertas del mueble de mini bar, saco dos vasos y los sirvió con Whisky, ofreciéndole uno al chico.

—lo siento por tu perdida muchacho.

—Gracias, pero la partida de la tía abuela la veníamos ver desde mucho… —Pero a pesar de sus palabras el joven, sentía una profunda pena por la ida de su nana.

—ya veo. Entonces muchacho, ¿Cómo está tu madre?


Bob nuevamente llego desaliñado a casa, Miriam siempre estaba atenta al momento en el que el chico cruzaba el pequeño camino que estaba justo bajo de su ventana para ir a la casita que su madre y él empezaron a ocupar una vez murió su tía.

Ella de verdad no supo que paso los últimos dos años, de un día para otro dejaron de ser los mejores amigos, seguían compartiendo y viajando juntos a la secundaria pero nunca más volvieron a ser tan cercanos Miriam sospechaba que él se había dado cuenta de sus sentimientos, por eso ella para encubrir sus sentimientos empezó a salir con otro chico. John era un chico gentil y tierno, era muy fácil hablar con él y sus besos eran suaves toques como las alas de una mariposa pero nunca le provoco lo mismo que Bob quien con una sola mirada le robaba el aliento.

En ese tiempo Robert había sido aceptado en el equipo de fútbol*, llamando la atención de muchas chicas al convertirse en el capitán, el aún estaba enamorado de su pequeña amiga, pero no podía dejar que su madre perdiera su empleo y la casa que le proporcionaba la familia Collins, ya que gracias a ello podían permitirse arrendar la que una vez compartieron con su tía.

Por muy buenos amigos que hubiese sido ella era inalcanzable, totalmente fuera de su liga. Lo que él no sabía que ella también estaba enamorada en secreto de él pero eran amigos y no quería perder su amistad. Así que empezó a salir con otras chicas y tuvo que aguantarse las ganas de matar a John Laurens cuando vio besar a su Miriam.

Con el pasar del tiempo su separación se hizo tan grande que no hablaron por meses hasta que inesperadamente la señora Pataki falleció.

La noche en quedo completamente solo en el mundo el chico Pataki, lloro y Miriam quiso acompañarlo, lo acogió en su cuerpo para calmar su dolor, sin saber que esa noche dejaría consecuencias.

Pasaron dos meses más, ya estaba cerca la graduación Miriam pronto podría entrar a la universidad y eso la alegraba así nunca más volvería a ver a Robert, lo odiaba. Días después de haber estado muy preocupada por su desaparición creyó por un momento que habían vuelto a ser los de antes pero simplemente le dejo en claro que no significo nada, nuevamente le vio colgada de un brazo a otra bella chica.

—Estaba realmente furiosa, quería matarlo, entonces me acerque a su casa para decirle unas últimas palabras cuando lo encontré herido, su pecho estaba desnudo lleno de marca de golpes y vendas.

La joven preocupada entro exigiéndole que le explicara qué había pasado, lo amenazo con mudarse a vivir con él hasta que soltara todo, Bob exhausto le conto toda la historia, la muerte de su nana, la enfermedad de su madre, la amenaza del padre de ella y la golpiza recibida por parte de los matones de Sir Philip.


Helga estaba asombrada de la historia que su madre estaba contando, ella no sabía cómo se habían conocido sus padres, ni siquiera había escuchado sobre la familia de su padre, obvio que ella intuía que debía tenerla pero realmente nunca lo pensó demasiado, miro a su padre que aun parecía una estatua de cemento.

— Una vez aclaramos todos los malos entendidos, trazamos un plan con tu padre, él tenía una beca deportiva para la universidad y pensaba buscar un trabajo y yo ya había sido aceptada en una universidad vecina. Ambos viajaríamos a New York y podríamos ser libres para amarnos, pero un mes antes de concretar nuestros planes me di cuenta que nuestra única noche juntos, dejo consecuencias y yo ya tenía tres meses de embarazo.


Alexandra, la madre de Miriam, fue la primera en notar los síntomas. Ella tenía miedo de como reaccionaria su marido si se enteraba por otra persona así que, en contra de los deseos de su hija, le comunico el mayor miedo del hombre desde que descubrió a ese chiquillo jugando con su primogénita.

—Me exigió que me realizara un aborto, pero me negué y hui con la ayuda de mi madre, tú padre y yo nos casamos en cuanto ambos cumplimos la mayoría de edad, y aunque nos amábamos, éramos tan solo unos críos, yo solo había tenido un novio antes y era el ojito derecho de tu abuelo, su princesa. —Miriam se apoyó contra la pared, abrazándose. — Nunca me pudo perdonar que me quedara embarazada, ni si quiera el día de su muerte. Ya no podíamos seguir los mismos planes, ninguno de los dos termino su educación en esos momentos, tú padre tuvo que vender la casita de su madre por un precio menor a lo que le hubiera dado el mercado a sus arrendatarios.

Como parte de pago, el joven Pataki, además de dinero recibió una casa rodante y en esa se movió de un condado a otro ofreciendo sus servicios como jardinero que era lo único que sabía hacer, hasta que llegamos a Hillwood los meses pasaron rápido y aun no encontraban un lugar donde establecerse.

—Cuando nuestro dinero estaba ya por desaparecer, sin un techo fijo y sin seguro médico vimos el anuncio de una acogedora casa de Huéspedes con una habitación disponible para nuestra pequeña familia.


— ¿Casa de huéspedes? No será…

Después de mucho tiempo paralizado, Bob decidió por fin hablar —Sí, la misma casa de huéspedes, Helga.

Phil y Gertie Shortman al ver a la pareja de chicos, se apiadaron de ellos y le arrendaron a un muy bajo costo una de sus habitaciones.

—Busque trabajo a los alrededores, me fue bastante bien, había muchas pequeñas empresas que necesitaban a alguien joven y fuerte que moviera pesadas cajas. Sabes a pesar de la beca que había obtenido, mi sueño era tener algún día mi propio negocio de aparatos electrónicos, con mi madre nunca tuvimos más allá de un pequeño congelador, deseaba poder vender ese tipo de cosas a un menor precio.


Con solo un mes para que Miriam saliera de cuentas, Bob tuvo la oportunidad de su vida una empresa canadiense, necesitaba un joven que pudiese entregar sus transistores en distintos puntos de Estados Unidos. Se trabajaba dos semanas, se descansaban las otras dos, el pago era bueno, tenía beneficios, salud privada, dentistas, regalías pero no podía aceptar y dejar a Miriam sola. Así que tuvo que buscar otra manera y Bob Pataki se transformó en trabajador de la construcción.

—Pronto Olga nació, era una niña que demandaba mucha atención, estábamos desesperados, no paraba de llorar y los otros huéspedes se quejaban pero a pesar de eso los Shortman se negaron a abandonar a sus inquilinos, nos cedieron la de su hijo que se iba a la universidad que estaba más alejada y por lo menos los problemas con los vecinos se detuvieron.

Él dinero de la construcción no les dejaba lo suficiente, así que en cuanto Bob se le presento nuevamente la posibilidad de trabajar para los canadienses no lo dudó ni un segundo, sus jefes le exigieron terminar la secundaria antes de partir, vendió la casa rodante y con ese dinero pudieron sobrevivir hasta que por fin obtuvo su diploma.


—A pesar de que ambos nos fuimos antes de la graduación, mi asistencia era perfecta gracias a que nuestro chofer siempre me iba a dejar y buscar, en cambio tu padre tuvo que faltar muchas veces para poder obtener ganancias adicionales para poder costear el tratamiento de su madre.

—Por un tiempo las cosas nos resultaron bien, yo tenía un buen trabajo, teníamos un techo, ahorros, una preciosa hija de tres años pero un día llegue de otro viaje y me di cuenta que estaba marchitando a tu madre. —Miro a la mujer, que aun tenia los brazos cruzados y continuo —Tenia este dinero para poder comprar una pequeña casa pero quería darle a tu madre lo mejor, ella había vivido toda su vida con grandes lujos y yo solo la había hecho pasar miserias. Quería hacer algo grande, tome todo y en vez de sacarla de la pequeña habitación lo invertí en comprar un lote de localizadores a los canadienses, arrende el primer emporio beeper y cruce los dedos para que se vendieran.

— Rápidamente el mercado se amplió, todos tenían un localizador, la demanda superaba la oferta, realice buenos contratos y empecé a ganar dinero pero era tanta mi obsesión que continúe invirtiendo y no me detuve nunca.


Pronto Llegó el momento en que por fin Bob, pudo tener dinero en efectivo y empezó a generar ganancia real. Lo primero que hizo fue comprar una gran casa en un buen sector de la ciudad.

Miriam intento estudiar una carrera, inscribió a Olga en una guardería, pero la pequeña seguía demandando constante atención y pronto tuvo que dejar de estudiar.

La mujer no sabía que hacer de su vida, nunca se había visto como una ama de casa hasta que vio la oportunidad de que su hija pudiese hacer todo lo que ella tuvo de niña, la llevo desde muy pequeña a tomar clases de canto, baile, piano, violín, pintura llamando la atención de muchos, cuando solo con años años podía deletrear palabras difíciles entonces Bob el que estaba obsesionado con el trabajo empezó a llevar a inscribir a su hija a competencias.

Ambos estaban obsesionados Miriam estaba recreando su vida en Olga y Bob quería demostrar que era como el rey Midas.


—Ganaba una tras otra, una y otra vez. Ambos disfrutábamos de los triunfos de Olga hasta que ella cumplió nueve años. Recibí un llamado de mi madre, mi padre se estaba muriendo y pidió verme. Le rogué a Bob que fuéramos, pero el insistió que no necesitábamos hasta que después de muchas suplicas acepto.

—Accedí, porque le quería mostrar a ese viejo que ya no era el hijo de la cocinera del que todos hablaban. Había triunfado yo solo.

—Mi padre era terco, de esos hombres a la antigua que seguían su propia ley pero me adoraba, pensé que por fin me había perdonado. Cuando llegamos tú padre se puso a alardear de lo bien que estábamos, de lo buena que Olga era en la escuela, de su negocio, ya no quedaba tiempo cuando por fin pude hablar con él me preguntó ¿qué es lo que había hecho con mi vida?, sus últimas palabras fueron, que decepción…


Los Patakis solo se quedaron hasta el entierro ya que Olga estaba inscrita en el concurso académico de la ciudad, llegaron justo a tiempo para que la niña participara pero cuando tenía que responder la última respuesta algo detuvo a la chica siendo la primera competencia que perdió.

Bob estaba furioso y decepcionado llego a decir que ver al padre de la mujer les había lanzado una maldición, esa fue la primera noche que durmieron separados.

—Olga no paraba de quejarse del dolor, la tuvimos que llevar de urgencia al hospital por suerte fue justo a tiempo, ya que tenía apendicitis.


—Ese fue el motivo por el que perdió ese concurso —Helga solo sabía que Olga no había respondido la última pregunta pero nunca se había parado a pensar por qué no había podido responder una pregunta tan fácil.

— Sí, pero no fue todo lo que sucedió por esa época, solo fue el inicio de una mala racha —Se lamentó Bob.

—Primero nos entraron a robar, hubo una inundación que descompuso gran parte de la mercadería pero lo peor fue el gran incendio que consumió gran parte de la tienda de localizadores, lo habíamos perdido casi todo pero tu padre es un hombre fuerte e inteligente, empeño la casa para un crédito y empezó a trabajar el triple que antes pero no volvimos a estar juntos por un largo tiempo.

—Salía casi al amanecer y regresaba muy de madrugada no le encontré sentido a molestar a tu madre, habían noches que me quedaba en la nueva tienda, dormido entre los escombros.

—Me sentía más sola que nunca, dejaba dormida a Olga con la niñera y me ponía a caminar por la ciudad. Un día Salí sin paraguas y para protegerme de la lluvia entre a un bar, la última vez que había entrado a uno fue para mi cumpleaños número diecisiete gracias a una amiga, me senté en la barra y pedí algo dulce y sin alcohol pero mientras esperaba se acercó un hombre hacia a mí y me invito una copa.

—Me da la impresión que eres una mujer que nunca ha estado satisfecha.

—Desde luego que no sé a qué se refiere.

—Eres como yo, nunca estoy satisfecho.

— ¿Es cierto eso?

—Mi nombre es Miriam Pataki.

—Alexander Hamilton.

— ¿Cómo él?

—No, en realidad mi nombre es…

Miriam y el hombre hablaron por un buen tiempo hasta que llego, la copa de Miriam, la mujer observo su vaso notando inmediatamente que no era lo que ella pidió. Intento llamar al camarero…pero él la detuvo confesándole haber cambiado su insípido jugo por una copa de champagne.

—Lo siento, pero no bebo…

—Vamos Miriam, seguirás igual que siempre. Descuidada por tu esposo, encerrada en cuatro paredes igual que tu infancia ¿No quieres Brindar?

En un arranque de valor, la mujer accedió, el hombre tomo su copa y ambos la alzaron.

—Bueno y ¿Por qué quieres brindar?

—Solo por esta noche, ¿no sería más que suficiente?

—Entonces Brindemos. —chocaron suavemente el cristal de ambas copas.

Se encontraron un par de veces más, siempre todo era inocente pero llego el día en que la mujer despertó en la cama del desconocido.

— yo le había sido infiel a mi esposo, decidí no volver a verlo una vez deje el departamento.

Después de tener a Olga, el periodo de Miriam comenzó a ser irregular, así que cuando paso un mes sin llegarle, no se preocupó ya que no era la primera vez que le pasaba. Cuando pasaron a ser dos meses, comenzó a entrar en pánico pero para estar segura fue a comprar un test de embarazo.

—Era oficial, estaba embarazada. Estaba desbastada estaba segura que esa aventura había dejado consecuencias, rápidamente tome una hora para el ginecólogo, le conté la verdad y me realizo pruebas, cuando llegue a casa me confirmaron mi embarazo y también que las pruebas estaban limpias.

—Se dio la casualidad que ese día, termine temprano después de los dos últimos meses caóticos, la empresa constructora trabajo rápido. La estructura estaba intacta, reconstruyeron el negocio más grande. Cuando llegue a casa, me dirigí al baño del primer piso y vi la prueba. Me emociono saber que Miriam estaba nuevamente embarazada, no era el mejor momento. Pero que rayos, estaba feliz.

—Cuando entre, Bob estaba mirando la prueba con una gran sonrisa. Me quede paralizada.

Abrió la puerta, pensando en cómo podría enfrentar esta situación y lo vio ahí, sosteniendo la maldita prueba, le sonrió abriendo sus brazos invitándola a abrazarlo. La invadió el pánico y una vez cerrada la puerta comenzó a llorar fuertemente.

Su esposo entro en pánico, corrió a tomarla en brazos, la llevo al sofá en donde la recostó. Intento calmar a su mujer pero esta no paraba de sollozar.

—Por favor Miriam, esto no puede ser bueno para él bebe.

—Estoy embarazada. —Entre sollozos confeso pero su marido la miro confundido.

—Sí, ya vi la prueba, pero no te preocupes. Puede que aún no sea el mejor momento pero no las arreglaremos y así Olga tendrá un hermanito o hermanita.

—Estoy embarazada.

—Miriam, tranquila. No estoy molesto, tranquilízate.

—No es tuyo.

Continuará...

N2: En realidad tenía pensado un OneShot para esta trama pero no se porque me pasa que me voy mucho por las ramas y llevaba mucho escrito por eso lo dividi en dos partes.

Me gusta escribir fic, me nace una idea e intento plasmarla. pero tengo el gran problema del tiempo. desarrollar un capitulo me toma alrededor de 10 días aunque escriba todos los días un poquito ya que para poder hacerlo tengo que investigar y ver capítulos claves.

Para este en particular, ocupe los siguientes:

-El viaje.

-Matrimonio.

-La Noche de Brujas de Arnold.

-Abner Vuelve a Casa.

-La maestra estudiante.

-La hermana mayor.

-La niñera.

-Olga se compromete.

-Helga como Lila.

No olviden pasar a leer mis otros fics de Arnold, que son:

Mira niñita.

Intervención.

Un beso, un dólar. Próxima actualización 31-12-2017.

Si les gustan y quieren seguir apoyando mi inspiración, no olviden dejar su review se aceptan todo tipo de criticas. :)

Que pasen una buenas navidades.

Nos leemos!