¡Buenas! Antes de nada es muy importante que leáis y entendáis lo siguiente: El trabajo de "protector o protectora" y otros cuantos datos de los que iré avisando a lo largo de la historia no son reales, son parte de mi imaginación.

Pediros perdón también por si se me escapa algún error de ortografía. La historia es mía, pero los personajes no me pertenecen, son todos de la gran Rumiko. Humildemente pido también que me dejéis un review para saber vuestra opinión acerca de la historia. Tanto bueno como malo, cualquier crítica es buena.

Sin mas os dejo leer.


Padre siempre decía que yo era como un río. Me decía que de todas sus hijas, yo era la más indómita, la más rebelde, la que lograría ser algo más que una esposa, lo que en aquellos tiempos era impensable en una mujer.

Según padre yo era como el río porque nadie me podía frenar. Según el, yo tenía la fuerza y determinación del agua, que por muchas presas que le pongas por delante, siempre encuentra una grieta por la que salir y en caso de que esa presa fuera de los más macizos materiales, el río pasa tiempo acumulando fuerza pacientemente, el agua va subiendo de nivel y con él la energía, consiguiendo al final derribar todos los muros que se le ponen por delante.

Nadie vence al agua, ni el fuego, ni la tierra y el aire es su aliado fiel.

Padre tenía razón, yo no había nacido para ser una simple esposa y el destino así me lo demostró. Tuve que lidiar con pérdidas, con lágrimas y al igual que un río, tuve que esperar paciente para acumular la energía necesaria que rompiera las barreras que la vida me había puesto en el camino, pero eso no destruyó ni un ápice quien soy. Porque yo, fui la primera mujer en todo Japón que se convirtió en una protectora, en una especie de guardián de su familia.

Ese, normalmente era un trabajo de hombres, pero yo, con la determinación y la fuerza que había dentro de mí, conseguí convertirme en aquello que los dioses habían deparado para mí, aun teniendo que renunciar al gran amor de vida.

Esta no es una historia de esas que las mujeres le leen a sus hijas para prepararlas a la hora de convertirlas en esposas. Aquí no hay príncipes ni princesas, ni un castillo inmenso, aquí solo hay la codicia y la maldad humana; aunque no puedo negar que el viento siempre estuvo de mi lado, empujándome, ayudándome…

Hoy quiero contar lo que tantos años he guardado para mí, ya hace tiempo que todos los implicados en estas memorias han fallecido, incluso yo, estoy en el ocaso de mi vida, es por eso que he decidido hablar, porque por fin el río está a punto de desembocar en el océano, el río al fin es libre, como lo soy yo.

Soy Akane Tendo y esta es mi historia.