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Último cap del último Stingue en long fic que escribiré. Me ha gustado mucho escribirlo porque he experimentado con ciertos temas. Por cierto, está más largo que los otros caps. xDD Creo que me emocioné, para varias. 7v7)r Espero les guste el final.

¡Que lo disfruten! NwN/

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Disclaimer I: Los personajes pertenecen a Hiro Mashima. La historia extraña y hecha con amor es mía.


Referencias De Lectura:

Diálogos.

«Pensamientos»

Narración.

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5

] CONTINUAR [

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Los dos gatos no paraban de perseguirse y eso daba color al aura melancólica de alrededor.

Desde que Sting dejó de llegar al templo el chico de cabello azabache había perdido brillo en su aura, porque Rogue lo tenía, aunque él mismo no se diese cuenta y pensase que él era una mera sombra proyectada gracias a la luz de los que lo rodeaban ―especialmente la de Sting―, para Minerva era curioso que él no lo viese en sí mismo y que incluso alguien con capacidades espirituales limitadas ―casi inexistentes― como el Eucliffe, sí lo pudiese ver, o quien sabe, tal vez Sting tampoco lo veía en su aura y simplemente era que el rubio veía a Rogue de una manera que ni ella misma con sus altos poderes espirituales podía.

Minerva sonrió.

Sí, definitivamente era eso.

Rogue y Sting parecían llevar una relación simbiótica, ambos eran diferentes, pero se necesitaban y se complementaban a tal grado que era difícil verlo incluso para ellos mismos, nunca los había visto separados más que unas horas y por eso esa semana que llevaban sin hablarse la preocupaba, algo había pasado esa noche cuando ella los dejó a solas y Rogue volvió silencioso como una sombra al templo y se saltó la cena.

Algo que ella creía entender.

El dueño ni se aparece pero igual el gato viene todos los días ―con aire casual se acercó al chico que intentaba leer acostado bajo uno de los árboles de cerezo del templo―. Cuando vuelva le cobraré todo lo que ese gato se ha comido y rasguñado.

Rogue no respondió.

Minerva continuó.

O mejor aún, te lo cobraré a ti.

¿Y a mí por qué? No es mi gato.

Pero el dueño es tu Sting ―las mejillas de Rogue ganaron color, algo inusual de ver y Minerva sonrió victoriosa.

No sé de qué hablas ―Rogue pasó la página del libro a pesar de que ni siquiera había pasado del primer párrafo, cuando intentaba leer su mente se llenaba de preguntas de las cuales solo la persona que lo evitaba podía dar respuesta, y si Sting lo estaba evitando pues él no iba ser quien se impusiera a su decisión.

Sting podía hacer lo que se le viniese en gana.

El beso que le dio en la habitación vino a su mente.

«¡Te juró que te besé porque lo sentía!» recordó lo que le dijo antes de dejarlo encerrado en la habitación.

«¿Qué demonios quiso decir con eso? » se cuestionó internamente, si de verdad ese beso había sido más que para engañarlo y salir de la casa, Sting ya hubiese ido a aclarar las cosas, pero no había sido así.

Se había apartado más.

Si quieres cobrarle a alguien ve y busca a Sting ―recordó que estaba conversando con Minerva y apartó el libro de sus ojos, para su sorpresa Minerva ya no estaba ahí.

¿Cuánto tiempo se había quedado pensando en los por qué de Sting, el beso y su alejamiento?

Demonios… ―murmuró fijando de nuevo su vista en el texto del libro.

Lector y Fro llegaron a acurrucarse junto a él.

No se dio cuenta porque su mente estaba de nuevo perdida en preguntas…

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] R & S [

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Apenas podía mantener los ojos abiertos.

Sting largó un bostezo y continuó caminando, esa, como las tardes anteriores desde hacía una semana se dirigía al parque apenas terminaban las clases, y eso cuando iba, a veces se quedaba durmiendo hasta la hora de la salida y luego se dirigía a la banca a hablar con Yukino quien cada día parecía más triste, lamentablemente la única que podía ayudar a eliminar la tristeza de la joven no había vuelto a aparecer.

Sorano ya no había vuelto al parque.

Hey ―saludó a la joven quien dejó de ver a las palomas y le volteó a ver con una sonrisa triste―. ¿No vendrá, cierto?

MI hermana ya no vendrá… ―susurró Yukino―, ella…

Sabes, hoy pasó algo divertido en el colegio ―Sting cambió el tema de inmediato, no quería que Yukino dijese lo que iba decir porque cuando las palabras se pronunciaban se volvían realidad, o al menos eso sentía él desde que su abuelo fue avisado de que iba a morir.

Tal vez si no se lo hubiesen dicho no hubiese pasado.

Tal vez él no se hubiese simplemente resignado.

Tal vez todo habría sido diferente.

Pero los "tal vez" eran eso, solo "tal vez". Solo suposiciones e hipótesis de algo que no ocurrió como se quería, y por eso Sting se concentraba en ayudar a Yukino y a Sorano sin darle importancia a que él mismo necesitaba descanso y apoyo, que cada día se sentía más cansado, que él mismo vivía en una tristeza profunda desde la muerte de su abuelo y mucho más ahora que Rogue no le había vuelto hablar.

Y él no había intentado hablarle tampoco.

En ese momento prefería solo suponer que Rogue estaba molesto y lo despreciaba y no ir y comprobarlo al preguntarle, si él le preguntaba a Rogue y Rogue respondía como él imaginaba que sucedería entonces todo se volvería realidad y no una simple suposición.

No solo un simple temor.

Las palabras expresadas volvían todo una realidad.

Sting se concentró en hacer sentir mejor a Yukino.

Una persona a lo lejos solo suspiró…

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] R & S [

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Las escaleras se volvieron borrosas a cada paso.

Sting intentó sujetarse de la baranda pero su visión le mostraba dos y la que escogió se desvaneció de entre sus dedos como el aire que se escapó de sus pulmones al caer, el golpe no había sido tan fuerte como para haberlo dejado inconciente de estar en una condición de salud favorable pero su salud cada día estaba peor así que todo se puso negro.

Cuando despertó Minerva le miraba preocupada.

Sting supo que algo andaba muy mal, esa mirada en ella solo podía indicar malas noticias.

Tienes que dejar de preocuparte por esas hermanas y preocuparte más por ti mismo, por tu gato y por Rogue ―le dijo totalmente seria pero sin un ápice de su usual exigencia, esa mañana había ido a dejarle comida y a hablarle sobre lo que vio en el parque, nunca esperó verlo tirado en el suelo en lo alto de la escalera completamente pálido y tan frío como las lapidas de los cementerios que ella siempre prefería evitar, arrastrarlo hasta la cama no había sido tan malo como verlo en ese estado tan deplorable.

Tengo que ayudarlas… ―dijo con una sonrisa leve y que a pesar de todo mostraba el brillo propio de él―, aún tienen oportunidad de hablarse.

La muerte del abuelo te pesa aún y no te deja actuar con claridad. Estás reflejando en esa relación tus deseos de hablar de nuevo con tu abuelo ―Sting frunció el ceño pero no respondió―. Deja de ir a ese lugar, habla con Rogue está preocupado y si quieres hablar del abuelo solo tienes que ir bajo el árbol en que lo sepultamos como el quiso.

No entiendes…

¿Por qué nunca tuve algo como una familia real no entiendo? ―alzó una ceja y Sting se sintió avergonzado por su comentario.

No quise decir eso…

Lo sé ―sonrió maliciosa―, pero es bueno aclarar las cosas y evitar malentendidos. Sé de alguien que parece ahogarse en dudas desde hace más de una semana. Hace unos días estaba tan ido en sus pensamientos que no se dio cuenta que en lugar de su se té se bebió la leche de Fro.

Sting casi pudo encontrar las energías para reír.

Hice una tontería y no sé si Rogue me perdone… ―suspiró viendo al techo, no estaba seguro si Rogue entendería o compartiría sus intenciones con ese beso, era difícil de explicar el querer algo más que la amistad intachable que tenían y al mismo tiempo temer por ese más.

Pues deja de hacer tonterías y ve y pregúntale, sinceramente no pareces tú mismo. Normalmente solo irías de frente y resolverías todo con tu descaro usual.

A Sting le sonó fácil al principio, pero entonces todo buscó complicarse dentro de él.

¿Y si tal vez no podía existir ese "más"?

¿Y si tal vez por buscar ese "más" terminaba con "menos" o peor aún, con "nada"?

Más "tal vez"…

Muchos "Tal vez" que podrían convertirse en una nueva pérdida que ya no se podía permitir.

No podría soportar algo así.

Lo pensaré… ―dijo por fin, Minerva lo golpeó en la frente.

Pensar no es lo tuyo ―negó con la cabeza y le señaló algo en la mesilla de noche―. Te dejé la comida ahí, come algo, gana energía y luego ve y solo actúa ―lo señaló amenazante con el dedo― ¡Nada de pensar!

Sting soltó una pequeña carcajada.

Lo haré, hablaré con ese idiota, pero no ahora. Necesito ir al parque en un rato.

Sting… ―Minerva soltó un largo suspiro―, no puedes hacer nada por ellas, esa chica y la hermana mayor, ellas…

No quiero que lo digas ―cortó el rubio de mal humor y cerró los ojos con fuerza―. Déjame resolver esto.

Minerva le miró un momento y luego lo dejó a solas.

Ella no podía ayudarlo.

Solo había una persona que podía.

Pero tal vez el costo sería muy alto…

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] R & S [

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El sol comenzaba a ponerse cuando llegó al final de la escalinata.

Desde allí Rogue observó el atardecer.

El sol que empezaba a ocultarse estaba casi completamente naranja, pero el amarillo coronaba la parte más alta, sin poderlo evitar pensó en un rubio terco que hoy tampoco había ido a clases, no podía evitar preocuparse cada día más y estaba casi que decidido a ir y buscarlo.

Casi.

Rogue ―la sacerdotisa se acercó a paso calmó pero había algo en su aura que lo hizo sentir escalofríos, odiaba con todo su ser el ser capaz de percibir muchas de las cosas que veía―. Sting no está nada bien ―la noticia de Minerva llegó en palabras pero Rogue no las había necesitado, la forma en que la energía usualmente controlada del aura de Minerva se revolvía lo decía todo―. Esta mañana fui a dejarle comida y lo encontré desmayado en el suelo, Rogue, Sting…

¡Él no quiere ayuda! ―no supo por qué elevó la voz, no supo por qué en lugar de ceder a sus deseos de ayudarlo buscó esa excusa.

Como si me hubiese importado alguna vez lo que alguno de ustedes dos quieren ―lo cortó Minerva sin darle importancia a su tono―. Escucha, en este momento lo único que tiene valor para Sting eres tú, y lo único que lo ha hecho levantarse de la cama cada día desde la muerte del abuelo ha sido eso y su maldito buen corazón, sabes cómo es, dará todo de sí por ayudar a alguien porque así de estúpido es.

El azabache la miró sin entender.

Minerva le miró frustrada.

Escucha, ¿recuerdas esas chicas de cabello plateado en las fiestas de Año Nuevo? ―Rogue asintió―. Sting está tratando de hacer que hablen…

Rogue bufó.

Si él prefiere andar de metiche con ellas yo no…

¡Ya pasó casi un año desde el día en que las vimos, Rogue! ―esta vez enojada Minerva lo tomó del cuello―. ¡Lo entiendes verdad! ¡Tú viste lo mismo que yo! Sting ha estado yendo al parque para arreglar esa situación. ¡Día tras día! ―Rogue se soltó del fiero agarre y apretó los puños.

Qué estúpido había sido.

Por estar pensando en sí mismo perdió la imagen completa de la situación.

¿¡Cómo no pudo verlo!?

Rogue… si Sting sigue intentándolo…

El chico comenzó a caminar hacia el templo.

¿¡Hey, a dónde vas!?

A mi habitación ―le dijo sin volver a verla y Minerva corrió enojada y lo sujetó del hombro.

¿Acaso piensas encerrarte allí y no hacer nada por Sting?

Lo único que puedo hacer por él es eso ―Minerva parpadeó sorprendida al entender y ver la decisión en los ojos rojizos del chico.

Si haces eso, Sting…

Tal vez me odie ―terminó él por ella―, pero le prometimos a los abuelos que nos protegeríamos hasta de nosotros mismos, sin importar lo difícil que fuese y aunque él otro no lo pudiese entender… ―Rogue se soltó del agarre―. Y en este momento solo puedo protegerlo de esa manera ―su cara reflejó todo el miedo que sentía de llegar a ser el objetivo de odio del rubio―, y debo hacerlo, por la promesa y por Sting.

Minerva soltó un resoplido.

Odio este tipo de frases, pero dedo decir que el abuelo Skia estaría orgulloso de ti. Yo casi lo estoy.

Rogue sonrió un poco.

Necesitaré tu ayuda también.

Obviamente. Habla.

¿Crees que puedas contactar con la hermana mayor de la chica?

¿Con quién crees que estás hablando? ―con una sonrisa de suficiencia Minerva se alejó camino a la capilla del ala este en busca de su rosario.

Rogue corrió a su habitación.

Resolvería eso esa misma tarde…

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] R & S [

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La luz del sol aún era lo bastante fuete para marearlo, pero aún así siguió hablando.

Intentaría no desmayarse de nuevo.

―… y entonces Rogue golpeó a mí abuelo con el zapato porque no lo había amarrado bien y se le zafó cuando intentó patearme, el abuelo nos castigó a los dos pero el chichón en su cabeza era tan grande que no parábamos de reír… ―el chico rió con el recuerdo y miró a Yukino, ella solo asintió―. ¿Pasa algo?

Sting Sama no debería venir más ―insistió de nuevo―, y debería ir a buscar a esa persona y arreglar las cosas con él.

Vamos, Yuki, ya te dije que te ayudaré con tu problema y luego…

Mi hermana no vendrá ―dijo está vez con voz firme y se levantó de la banca, las palomas que comían del pan que Sting les trajo no se perturbaron―. Yo ya lo acepté, Sting Sama no necesita hacer más. Yo ya no vendré a esperarle más aquí, así que por favor, permítame…

Yukino… ―Sting se levantó también―. No pierdas las esperanzas, si tienes aún la oportunidad de hablar con ella deberías continuar intentándolo, si yo pudiera hablar de nuevo con mi abuelo, yo…

Te diría que lo dejes descansar en paz y que vivas tu vida sin ser un idiota ―la voz de Rogue asustó a Sting y se volteó hacia el lugar de donde procedía, su sorpresa aumentó al verlo con la ropa tradicional del sacerdocio y con el arco que el abuelo Skia le regaló en una de sus manos.

Entendió lo que Rogue iba a hacer.

No te atrevas ―siseó―, esto no tiene nada que ver contigo…

Si tiene que ver contigo tiene que ver conmigo, ¿ya olvidaste la promesa que hicimos? Nos protegeríamos hasta de nosotros mismos.

No hay nada de lo que necesites protegerme, vete Rogue. Yo resolveré esto, yo…

Lamentablemente es de ti mismo de quien te tengo que proteger, así que no puedo hacer caso a tu petición ―el chico elevó el arco con un movimiento grácil y ceremonioso, su rostro tenía una expresión decidida y casi fría pero por dentro todo parecía estar a punto de romperse con cada latido acelerado de su corazón.

Pero estaba decidido.

Sting se tensó más que la cuerda entre los dedos del azabache.

¡Rogue!¡No te atrevas! ¡Si esto es por el beso no tienes que desquitarte con ella! ¡Escucha, yo…!

Eso y esto son dos cosas diferentes ―Rogue tensó por completó la cuerda, no había flecha entre sus dedos pero Sting sabía que no la ocupaba para lo que estaba por hacer y por eso optó por una última medida.

Estiró sus brazos y se colocó como un escudo frente a Yukino.

Sting Sama… ―la chica observó a ambos jóvenes y sonrió con tristeza, entendió, en ese momento esa era la única solución, era lo mejor no solo para ella, sino para Sting, su amigo.

Puedes quedarte allí, no hará diferencia ―habló firme pero de todas maneras Rogue no soltó la cuerda tensada.

Si lo haces a pesar de esto no me importa que esa flecha no me dañe, lo harás tú de todos modos. Te lo pido de nuevo, no lo hagas… ―casi suplicó, y Rogue casi cede.

Casi.

Pero Sting era más importante que su futuro propio dolor.

Y por eso Rogue soltó la cuerda.

Sting solo pudo ver una especie de ráfaga brillante salir del arco, no era definida, no era grande, solo un brillo en medio del aire fresco de la tarde que moría, no se movió ni un milímetro a pesar de sentir un cosquilleó incrementar en su cuerpo, pensó que sentiría algo al ser atravesado por una flecha espiritual pero no sintió nada.

Absolutamente nada.

No supo si no sintió nada por la misma naturaleza de la flecha, o si no sintió nada porque Yukino evitó que tal flecha lo traspasase al ponerse a último momento frente a él.

¡YUKINO! ―gritó mientras la chica le sonreía con bondad.

Es así como debe de ser, Sting Sama ―la flecha clavada en medio de su pecho tomó forma y brillos plateados comenzaron a salir del lugar en donde se había incrustado el proyectil―. Yo ya no soy de este mundo, y no debería de estar aquí, no debería estar consumiendo su energía, ni mucho menos destruir su lazo con la persona que más ama…

YUKINO… ―el chico se acercó a ella, sentía las lágrimas salir y mojar su rostro, por supuesto que ya sabía que Yukino era un espíritu, lo supo desde esa tarde en que el atardecer no se reflejó en su mirada, sabía que Sorano no había vuelto porque no quería estar en el lugar en donde tantos días pasó junto a su querida hermana menor, sabía que Sorano había estado en la banca en más de una ocasión sola y era solo él quien podía ver a Yukino y sus infructuosos intentos de hablarle.

De decirle que la perdonara por no haber ido con ella al evento de aves.

De no haber podido sobrevivir la enfermedad que se la llevó.

De haberse ido tan pronto de su vida.

De hablar con su familia al menos una vez más.

Sting Sama… ―la chica puso su mano sobre su mejilla como si lo hubiese querido abofetear con suavidad para hacerlo entrar en razón, sin embargo su mano solo lo atravesó―, es usted quien me dio su propia fuerza de espíritu para no disolverme en la nada mientras esperaba a mi hermana volver, es usted quien permitió continuar tanto tiempo en este mundo sin volverme un alma en pena o corrupta, no sea usted quien ahora pierda su ser, es así como debe de ser, le estoy agradecida por todo lo que ha hecho por mí, y le pido perdón por haber sido tan egoísta como para permitirle haber llegado a este estado por ayudarme en mi deseo egoísta ―Sting negó e intentó decir algo pero no podía―. Y Rogue Sama ―la chica se volteó al azabache―. Gracias por protegerlo a él, y perdóneme por haber puesto su vida en riesgo ―con una inclinación de cabeza Rogue la perdonó.

También la entendía.

Entendía lo que se sentía querer hablar al menos una vez más con alguien que se amaba.

Tuve una buena vida, y un gran tiempo extra también ―continuó con una sonrisa sincera―, no está mal partir ahora… ―la chica miró hacia el sol casi completamente escondido y la voz de su hermana la hizo voltear llena de sorpresa.

¡YUKINO! ¡YUKI! ―la joven de larga cabellera plateada corrió hacia ella dejando tirado su bolso―. ¡Yo no sabía! ―la chica intentó tomar su mano pero no pudo―. ¡Yo no sabía! ¡Oh,Yuki…! ―su rostro estaba embadurnado de lágrimas, su nariz estaba roja y su voz parecía desgarrarse con tantas cosas que quería decir―. ¡Perdóname!

No me pidas perdón… ―Yukino estaba segura que de poder hacerlo lloraría en ese momento, de hecho deseaba poder hacerlo, algo tan simple y mundano como poder descargar sentimientos de esa manera ahora cobraba el valor que nunca se le daba en vida―. Soy yo quien debe pedirte perdón, hermana, rompí la promesa de ir juntas al evento de aves, no pude permanecer a tu lado ayudando a papá a recuperarse, yo…

¡No digas tonterías! ―la regañó con su usual tono de mandona mientras se limpiaba la nariz en la manga de su uniforme de colegio―. ¡Nada de esto es tu culpa! ¡No es tu culpa que tu corazón se enfermará ¡No quise decir eso que dije! ¡Nunca me enojé contigo, Yuki! ¡Yo solo… solo estaba enojada conmigo misma por no poder salvarte! ¡Soy tu hermana mayor y no pude protegerte! ¡No pude! ―rompió a llorar de nuevo e intentó a abrazarla a sabiendas de que era imposible, pero para su consuelo esta vez sí pudo hacerlo, parpadeó sorprendida cuando pudo sostener a su pequeña hermana entre sus brazos, así pudo ver un pergamino en el suelo y un rosario rodearlas, a unos pasos de ellas la sacerdotisa que la llegó a buscar al colegio y que casi la llevó arrastrada hasta ahí mantenía una señal con sus manos y los ojos cerrados.

Les daba la última oportunidad de despedirse.

No la desaprovecharía.

Te quiero, Yuki… ―Sorano acarició el cabello de su hermana, aunque era del mismo color que el de ella el de Yukino siempre le había parecido más suave, quizá porque ella solía peinarla desde niña―. Y siempre te voy a querer… no fui la mejor hermana mayor, pero siempre te quise… hubiese preferido morir yo…

Yukino por fin pudo soltar las lágrimas que deseaba.

Yo siempre te admiré, y quise ser como tú, hermana ―la abrazó con fuerza―. Nunca pude ser tan fuerte, y por eso… me alegra haber sido yo y no tú, tal vez esta fue mi forma de protegerte…

Tonta… ―Sorano rió entre lágrimas al igual que Yukino, y poco a poco sintió como lo tangible se volvía tan intocable como el aire―. Papá y mamá también te extrañan…

Diles que les amo mucho ―continuó la chica, ya sabía que estaba por desvanecerse por completo, la flecha no solo había sido para romper el ancla que había creado al no haberse ido al mundo espiritual tras su muerte y que la mantenía atrapada, sino también para darle la capacidad de ser notada por ojos no bendecidos con la capacidad de ver más allá del mundo material como lo eran los de su hermana―. Sabes, hay algo que escribí para ellos y para ti ―dijo de pronto como si acabase de recordarlo―, está detrás del cuadro de aves que pintaste para mí en mi cumpleaños… creo, creo que esa fue una de las razones por las que no me pude ir al otro lado… tenía que decírselos…

Siempre tan olvidadiza… ―Sorano acarició la cara de su hermana y sonrió, su mano traspasó la piel cuando intentó limpiar sus lágrimas―. Me aseguraré de encontrarlas.

Gracias, hermana ―Yukino miró de nuevo al cielo ya casi totalmente oscuro―. Gracias a todos ustedes… ―con una última sonrisa a su hermana, se desvaneció en cientos de brillos plateados que ascendieron al cielo y parecieron convertirse en las estrellas que alumbraban ya en las alturas, Sorano no estaba segura de lo que vio, pero a último momento le pareció que los brillos formaron la forma de un shima-enaga.

El ave favorita de su hermana.

Gracias… ―Sorano volvió a limpiarse en la manga de la chaqueta rosa del colegio―. Gracias por dejarme despedirme apropiadamente de mi hermana… gracias… ―cayó de rodillas al suelo y se tapó el rostro mientras rompía a llorar de nuevo, Sting se acercó a ella y sin volver a pronunciar ninguna palabra se quedó con Sorano hasta que dejó de hacerlo.

Para cuando Sorano se marchó, él ya estaba solo.

Rogue había entendido que no deseaba hablar con él después de lo que había hecho.

La noche parecía más fría de lo normal…

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] R & S [

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Terminó de abotonar su camisa y soltó un suspiro largo.

Tres días.

Tres días completos habían pasado desde lo sucedido con las dos hermanas y Sting no había dado señas de perdonarlo o de siquiera querer volver a hablarle.

O verlo.

Al colegio había faltado todos esos días y según el profesor se había reportado enfermo, Minerva lo había ido a ver a la casa pero le había dicho que al parecer Sting no se había estado quedando allí, a Rogue eso le preocupaba mucho y se odiaba a ratos.

Se preguntaba una y otra vez si había hecho lo correcto.

Tal vez se había apresurado.

Tal vez debió buscar otra solución.

Incluso se preguntaba que si de haber actuado en conjunto y no por separado habrían encontrado la forma de ayudar mejor a Yukino y a Sorano, si de haber estudiado con su abuelo los secretos del misticismo y el mundo espiritual como le correspondía por su linaje hubiese encontrado una solución mejor o una menos dramática.

Tal vez… ―dijo y negó, no podía seguir así, nada se podía hacer cuando la gente dejaba este mundo, era un ciclo y todos nacían para cumplirlo lo quisieran o no, algunos mucho antes que otros, lo había visto en Yukino cuando la conoció en el templo, le quedaba poco tiempo y así fue como pasó.

Odiaba esa parte de su ser, esa capacidad de ver cuando la muerte rondaba a las personas.

Odiaba pensar que algún día la vería en Sting.

Eso si vuelvo a verlo… ―se dijo derrotado y metió la mano en el bolsillo de su pantalón de colegio, con fuerza apretó el amuleto que una vez le regalase el rubio, a pesar de sus capacidades espirituales, Rogue no era un creyente en la fe de los milagros y los deseos pero aún en ese momento depositó su seca convicción en ese amuleto.

Y no lo hacía porque era un amuleto, lo hacía porque representaba los sentimientos de Sting hacía él.

En eso no tenía fe ciega, en eso tenía seguridad completa.

Con un nuevo suspiro miró hacia el arco que le regaló su abuelo y dejó la habitación para ir a desayunar.

Sus abuelos se estarían riendo de ambos, estaba seguro.

Que lento, tal vez debería volver a mi rutina de venir a despertarte… ―Rogue tuvo que detenerse debido a la impresión―. Pensé que me moriría de hambre esperándote ¿sabes hace cuánto no como algo decente?

¿Sting? ―le miró fijamente, como si fuese una ilusión que en cualquier momento se desvanecería, las ojeras marcadas y el aspecto algo demacrado le hizo entender que no era una ilusión.

¿Qué? ―le miró con el ceño fruncido pero mejillas teñidas de color, intentaba sonar causal porque aunque practicó toda la noche y madrugada él como volver a hablar con Rogue nada le resultaba lo suficientemente bueno―. ¿Acaso esperabas a otro? Sabes Rogue, solo han pasado tres días, no puedo creer que fácil me cambias, pensé que lo nuestro tenía una base más sólida…

Espera… espera ―el chico movió las manos frente a él, Fro y Lector se les quedaron viendo a ambos―. ¿Qué demonios estás diciendo? Te desapareces por días, incluso te vas de tu casa luego de semanas de ignorarme y solo vienes y…

¿Quién se fue de la casa? ―escogió la pregunta que a Rogue menos le importaba.

¡Tú! ¿¡Quién más!?

¡Yo no me he ido de mi casa!

¡Pero la Señorita dijo que no estabas allí!

Bueno, pues te engañó, ella ha estado yendo a mi casa a ayudarme a recobrar la energía espiritual que perdí, o algo así…―Sting subió sus hombros.

¿¡Por qué me mentiría con eso!?

¿¡Y cómo voy a saber yo!? ¡Tal vez el demonio que la poseyó hace tiempo no ha salido por completo de ella y por eso le gusta torturar a las personas de ese modo! Sabes, a veces me parece ver cuernos en su sombra…

Rogue iba a decirle que con eso no se bromeaba pero no puedo evitar reírse.

¡Maldición!

¿Siempre había sido así de simple resolver todo?

Escucha, lo siento ―dijo Sting de pronto―, me perdí tratando de pensar que todo estaba bien, me dañé intentando ayudar a otros por mí mismo y olvidar que podía contar contigo y con Minerva. Lo siento, si hay algo qué pueda hacer para…

Rogue negó.

Olvídalo, los dos actuamos mal, yo debí saberlo, o más bien, yo sabía que estabas mal y dejé que intentarás levantarte solo, debí ayudarte con eso y con lo de Yukino, sé que si hubiese actuado y no pensado tanto… todo habría sido…

El habría no cuenta… ―le interrumpió Sting―, los abuelos decían eso a veces, ahora lo entiendo…

Rogue sonrió.

Creo que yo también…

Al parecer ninguno de los dos somos buenos para pensar mucho, somos mejores actuando.

Eso parece ―sonrió luego de un largo suspiro en conjunto, volvió su mirada a él y viendo como la luz que siempre lo rodeaba volvía a brillar como era propio de Sting, decidió preguntar lo que debió haber preguntado desde hacía tiempo―. Oye Sting, sobre… ―no pudo terminar porque Sting se había acercado tan rápido y sigiloso como un haz de luz y lo había besado.

Sin urgencia, sin segundas intenciones, sin presiones.

Ya no había nada más que decir.

Ambos entendían lo que eso significaba…

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] R & S [

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La tarde estaba calurosa pero el día no podía ser más hermoso.

Bueno, tal vez para Rogue podría serlo sino tuviese que estar ayudando en el templo.

¡Cambia esa cara de alma en pena que alejas a los clientes! ―un golpe detrás de su cabeza hizo chillar de dolor al azabache y éste no dudó en patear al agresor―. ¡AY!

¿¡Por qué demonios me golpeas!? ¿¡Y de qué ganancias hablas si lo que nos dan son donaciones!?

¿¡Cómo qué cuál ganancia!? ―Sting se agachó para sobarse la pierna pateada―. ¡No recuerdas que la Señorita dijo que al puesto con más donativos le haría un banquete a pedido!

Sting… ―soltó un suspiro―. Deja de pensar con el estómago…

Pues si no pienso con el estómago ahora pensaré con otra cosa y eso no sería apropiado a plena luz de día ni mucho menos en público y ni pensar en un templo… ―coqueto le cerró un ojo y Rogue a pesar de las mejillas rojas por la imagen mental lo volvió a patear.

¡Que asco! Ya no sé si quiero tocar alguno de sus amuletos… ―la voz a sus espaldas los hizo tensarse y voltearse poco a poco―. Creo que me quejaré con la señorita sacerdotisa….

¡No, no, no! ¡Vamos, Sorano! ―Sting la sujetó del brazo―. ¡Soranito, ángel del cielo, no seas así! Solo era un simple coqueteo, nada más… ninguno de nosotros violaría la santidad de este lugar. Jamás permitiríamos que esos pensamientos pecaminosos penetraran en nuestras mentes mientras cumplimos la labor del espíritu con el sudor de nuestros cuerpos ¿Verdad, Rogue?

Esas palabras que escoges no ayudan con tu causa, Sting ―Rogue negó y prefirió ponerse a ordenar los talismanes que acababa de traer.

De verdad a veces no sé si lo haces a propósito o si solo eres así―Sorano negó también con la cabeza y Sting les miró sin entender.

¿¡Qué dije!?

Nada ―dijeron ambos al mismo tiempo.

Tsk… ―indignado el rubio se cruzó los brazos en el pecho de su kariginu―. Ya, como sea, ¿qué quieres, Satán?

¿Cómo me dijiste, estúpido pervertido? ¿Quieres qué hable con la señorita sacerdotisa sobre lo que ustedes hablan mientras atienden?

¡No, no, no! ―Sting la volvió a sujetar y Sorano quitó su mano con asco fingido, desde lo sucedido con su hermana se había encontrado con ellos muchas veces en el parque e incluso ellos la habían acompañado a un evento de aves hacia una semana, se había vuelto una especie de amistad lo que tenían, y Sorano estaba segura que su hermana estaba en el cielo sonriendo al verlos.

Siempre quiso que ella tuviese buenos amigos.

Bien, no le diré nada a la demonio disfrazado de sacerdotisa ―sonrió maliciosa, Minerva también formaba parte de ese grupo amistoso―, pero a cambio quiero amuletos del amor gratis ―frotó sus dedos como si contase dinero―. La verdad en el colegio podría sacarles ganancia a las tontas de mis compañeras que buscan pareja cuando se acerca San Valentín.

Los únicos amuletos que deberías estar buscando son los de estudios porque en ese ámbito tu futuro se ve bien negro ―Minerva apareció como invocada, ambos quedaron pálidos y Rogue escondió su sonrisa divertida―. ¿Con que soy un demonio disfrazado de sacerdotisa, eh?

¡Y Sting y Rogue se dicen cochinadas mientras trabajan! ―Sorano no dudó en lanzar a los dos chicos al fuego para salvarse.

Oh, vaya ―Minerva observó a los tres―, no sabía que tenían tantas ganas de limpiar el templo luego del festival de Año Nuevo…

Los tres jóvenes se miraron derrotados.

Maldición… ―murmuró Sorano―, como sea… debo irme para ir a visitar a la abuela… ―miró a Minerva ansiosa―. ¿De verdad necesito un amuleto para mis estudios?

Uno, no ―sonrió malvada Minerva―, media docena, una limpia y echar todos tus otoshidama en las ofrendas del templo.

Sting y Rogue rompieron en carcajadas.

¡Hey! ―los miró Sorano apenada y Minerva sonrió divertida.

Ten ―le extendió un amuleto―, este te bastará, solo procura repasar aunque sea una vez a la semana ―la chica le miró agradecida―. Y no olvides que mañana debes venir a limpiar. Si no lo haces repetirás el año.

¡Agh! Todas tus buenas acciones vienen con trampa… ―murmuró por lo bajo.

Bienvenida a nuestra realidad… ―dijeron los dos chicos en coro y se ganaron una mirada peligrosa de la sacerdotisa.

¡Sorano! ¡Ya vamos tarde! ―la madre de la chica la llamó a lo lejos y los saludó a todos con cariño, ella no conocía toda la historia con Yukino pero sabía que gracias a ellos habían encontrado las cartas de su hija menor y Sorano había mejorado de la depresión en la que había caído luego de lo ocurrido con Yukino.

No era fácil para ninguna persona de la familia, pero poco a poco, como decían las palabras de Yukino en las cartas, el dolor se volvería una nostalgia agridulce que los haría sonreír entre lágrimas.

Y además, ella siempre estaría con ellos.

La chica se despidió de ellos con una reverencia que les recordó a Yukino hacía un año, los tres estuvieron seguros que detrás de Sorano, cuando esta salió corriendo hacia su madre, un pequeño y casi resplandeciente sima-enaga de inusual cola azul voló sobre ella.

Los tres chicos sonrieron.

La vida era más misteriosa entre más se podía ver.

Me pregunto si de verdad un solo amuleto será suficiente… ―se dijo Sting y Rogue rió mientras se agachaba para cargar a Fro.

¿Estás dudando de los amuletos que das? Estabas muy seguro de ellos el año pasado.

Yo no doy garantía en los de estudios ―le explicó como si fuese obvio, aunque considerando sus notas era más que razonable de que dudase de ellos―. Doy garantía en los del amor ―le cerró un ojo―. Tú deberías saber por experiencia que funciona… ¿cierto Lector? ―preguntó al gato rojizo que se subió a su hombro y pareció asentir.

Minerva puso los ojos en blanco pero igual sonrió antes de retirarse.

Así es como debían estar ellos.

Juntos.

Y por si no fuera suficiente, mira, mira, mira… ―señaló a la pareja de cabello azul y rojo que se acercaban al puesto frente a ellos tomados de la mano y sonriendo―. ¿Los recuerdas? Les vendí el amuleto del amor el año pasado y observa, ya traen anillos ―sonrió con suficiencia―. Mis amuletos no fallan.

Solo estás inventando, ni siquiera sabes si son la misma pareja, o si de verdad son anillos de matrimonio.

¡Hombre sin fe! ―lo señaló―. Solo para que seas humillado en tu falta de fe iré ya mismo a preguntarles ―el rubio estaba por salirse del puesto pero Rogue lo sujetó de la mano.

¡Acaso estás loco! ¿De verdad ibas a ir a preguntarles?

¿Tú qué crees? ―le sonrió de medio lado.

Maldición, ni se te ocurra... ―Rogue entrelazó sus dedos con los de Sting―. Quédate a mi lado, ¿entendido?

Sting asintió más contento de lo que Rogue esperó.

Y entonces entendió que su petición podía ser tomada de varias maneras.

Idiota.

Sonrió también.

Ahora era capaz de ver muchas cosas que antes no podía ver, cosa que ni sus dones le habían mostrado.

Cosas que comenzó a ver gracias a la persona que estaba a su lado.

Cuando los fuegos artificiales danzaban en el cielo nocturno mientras las campanadas de la media noche sonaban, ellos seguían juntos y sus manos seguían unidas.

Como sus corazones.

Con amuletos o no, estaban seguros que así continuaría siendo…

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FIN

Sus comentarios siempre son muy agradecidos.

QwQ

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Disclaimer II: La escena de Rogue, Sting y Yukino en el parque está inspirada levemente en un cap de xxxHolic.


Aclaraciones:

Shima-Enaga: Es un pequeñísimo (¡Y adorable!) ave color blanco con pequeños detalles en negro sobre las alas. Solo se encuentran en ciertas áreas de Hokkaido en Japón. Es una especie de Herrerillo de cola larga.


Rincón De La Escritora En Proceso:

Y bueno… ese fue el fin. D: Y sí, ese era Jerza camuflado, again. 7v7)r ¡Jojojo!

Me gustó mucho escribir esto, tal vez fue algo raro pero me gustó escribirlo. xD

Mis disculpas si hay OOC, quise basar este Sting algo desesperado en el Sting atemorizada luego de que Sabertooth fue crucificado por Larcade. NwN

Espero les haya gustado el cap. NwN/


Agradecimientos:

Vosotras amables reviewistas con cuenta os respondo por PM:

Nymus

Vosotras amables reviewistas sin cuenta os respondo por acá:

Guest: Sting necesitaba mucho de Rogue y no entendía. QwQ Espero que entendiese al final (¿) Naa, sí entendió. xDD Mil gracias por leer, espero te guste el final.

Vosotros que dejasteis reviws en los demás caps:

Nymus

Guest 1

MinSul6011

HELL ANGEL BLACK

01FANGIRL

GUEST 2

GUEST 3

¡Gracias!

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Gracias por los favs y follows.

Gracias por comentar.

Gracias mil por leer.

¡Adieu!

NwN/

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