N/A: Realmente quería finalizar la Stingue Week a tiempo o casi, pero lamentablemente no fue posible para mi. Perdí en estos días a alguien muy querido para mi y bueno, lo cierto es que es muy difícil escribir sobre esperanza cuando ya no tienes alguna.

Hope

Por años, Sting y Rogue habían llevado una relación. Y desde que esta había iniciado, el pilar fundamental de ella había sido siempre el mismo: esperanza.

La esperanza era lo que los había hecho nacer y lo que en la actualidad, les mantenía unidos.

En esos tiempos en que aún no estaban juntos, la esperanza sostenida era de que su afección pudiese ser correspondida por el otro. De que fuese capaz de quererle de la manera semejante a la que le quería. Esperanza de que sus sentimientos pudiesen tener un futuro que no implicase lamentos.

Por fortuna, el tanto perseverar dio frutos. Y de esa forma, fue como empezaron a salir.

Una vez juntos, el esperar pasó a ser otro. En ese entonces, era por entendimiento.

Querían ser capaces de encajar el uno con el otro, haciendo valer cada una de esas emociones que el otro había desatado en sí y no permitiendo que estas cayeran al vacío. Su esperar se podía sintetizar en una sola palabra: armonía. Por eso esperaban.

Haciendo a un lado algunos pormenores, nuevamente su esperar fue fructífero. Ambos lograron hallar ese equilibrio en la relación, y una vez que se toparon con el, estuvieron sumamente a gusto con ello.

Ya no esperaban por armonía, ahora esperaban por que durase.

Ya pasado el arduo trabajo de la construcción de los cimientos, en adición a la prórroga para confirmar que estos fuesen sólidos; se vieron acostumbrados a esa estabilidad, al placer encontrado en la compañía ajena. A eso que sólo podían tener cuando estaban con el otro.

Allí, se vieron queriendo prolongarlo lo máximo que pudiesen, sin importar que tuviesen o no que hacer frente al mismísimo mal encarnado.

Dichosamente, sus expectativas fueron colmadas, y por primera vez desde que estuvieron juntos de una forma distinta a camaradas, se vieron libres de esperar.

Pero entonces, comenzaron a correr tiempos difíciles para el gremio. El reinado del terror de Jiemma había llegado a su auge imponiendo su filosofía, "el amor era una debilidad y toda debilidad debe ser erradicada", si era necesario a la fuerza.

Entonces Sting y Rogue, primerizos en lo que a vulnerabilidad se refería, decidieron ocultar eso que con tanto ímpetu deseaban preservar.

Por lo que volvieron a esperar. Esperaban por que su secreto, permaneciese siendo sólo eso.

Muchas penurias sufrieron durante esa época, por lo que probablemente fueron los más felices cuando esta llegó a su fin.

Ya no tenían que escapar a donde no existiese el ojo humano para poder demostrar todo ese sentir que llevaban acumulado. Besos, caricias, abrazos. Todo podía ser expuesto a plena luz del día sin el temor a consecuencias.

Si en algún momento habían perdido la fe, esos días fueron los que se la devolvió a ambos.

Pronto, el gremio hubo comenzado una nueva etapa. Una que daba lugar a la compañerismo, el ocio, y sobre todo, el júbilo. Todas estas cosas promovidas principalmente por Sting, ejerciendo su nuevo rol de Maestro.

En aquel momento, vieron una oportunidad de prosperidad para sí y todo el mundo. Creyeron que ya no existía nada que se opusiese a ese lugar en el mundo que poco a poco estaban formando.

Pero con más rapidez de la quizá deseada, se dieron cuenta que no era así. Que no todo era color de rosa. Comprendieron que incluso en tiempos pacíficos la maldad siempre rondaría por el continente.

Entendieron, que jamás encontrarían la paz absoluta, al menos no en vida; y por lo tanto, siempre tendrían una lucha que librar. Y que por ende, que siempre estarían destinados a esperar.

En el presente, lo hacían por volverse a encontrar.

Cada vez que Rogue o Sting partía a una misión, el que permanecía en el gremio, esperaba por verle a su regreso. La expectativa de una pronta o lejana reunión, era lo que hacía levantarse cada día pese a su ausencia.

De esta manera eran las cosas hoy. No obstante, el futuro era incierto. El mañana permanecía siendo un misterio para ellos. Sólo conjeturas tenían de ese tiempo que aún no arribaba. Por eso esperaban.

Porque no sabían lo que vendría, y sobre todo, porque esperar indicaba la existencia de ese mismo mañana.