...
-Último aviso para el vuelo a la isla de Mahuna; por favor viajeros, diríjanse hacia la puerta de embarque 2J-dijo una voz femenina, que resonó por todo el aeropuerto.
-¿Quieres terminar de una vez? ¡El vuelo sale en cinco minutos!-chilló una mujer rubia, desesperada. Era jovencita, no debía de pasar los treinta, y tenía el pelo recogido en dos graciosas coletas. Llevaba unas gafas de sol muy llamativas, pero no más que su ropa, de color negro y rojo, que le hacían parecer una especie de bufón.
-Tengo que hacer una buena compra, o no será el aburrimiento a lo que mate en el vuelo-respondió su acompañante, que se encontraba vaciando las estanterías de la cafetería y llenando una bolsa de comida.
Era un hombre extraño, bastante alto, que llevaba una camisa verde hawaiana y un sombrero de playa bastante hortera. Iba en bermudas, y al igual que la chica llevaba unas gafas de sol que ocultaban sus ojos.
Lo extraño de aquel tipo sin embargo no era su atuendo. Si cualquiera de los muchísimos transeúntes del aeropuerto se parase un poco, y le observase con atención, se habría dado cuenta de varios detalles bastante alarmantes en él: su piel era blanca, totalmente blanca, y se iluminaba con la tibia luz eléctrica con un brillo enfermizo. Su pelo, tapado en gran parte por el sombrero, era de un color verde muy fuerte, y aunque lo llevaba muy bien peinado tenía algunos rizos sueltos, que le daban un aspecto divertido. Y su boca… su boca era lo más sorprendente y escalofriante de todo su ser: tenía los labios muy rojos, como si se los hubiera pintado, y los dientes amarillentos, muy bien colocados, pero grimosos. Exhibía en todo momento una gran sonrisa; pero no una sonrisa alegre: una sonrisa descarada, salvaje, psicótica. Una sonrisa que había robado el sueño muchas noches a los desdichados ciudadanos de Gotham.
Como por la descripción lo evidencia, se trataba del Joker, el mayor lunático, asesino criminal y terrorista de Gotham, experto en el espectáculo y el caos, en el humor y la muerte. Su acompañante, casi tan famosa como él, pero no menos peligrosa, era la deseable Harley Quinn, antiguamente conocida como la doctora Harleen Quinzel, una brillante psiquiatra que perdió la cabeza al enamorarse de su paciente, Joker, y renunció a todo por seguirle en su loca cruzada contra el mundo.
En teoría, aquellos dos peligros públicos deberían hallarse entre rejas, por entre otros delitos secuestro, asesinato, destrucción de la propiedad, extorsión, robo, falsificación, fuga, violencia y desordenes varios, además de por ser un par de enfermos mentales, pero no era así; se encontraban en el aeropuerto de Gotham, como si fuesen cualquier ciudadano común.
Pero no lo eran.
-¡Paga de una vez y vámonos de aquí!-insistió Harley, agarrando en hombro de su amado señor J.
-¿Pagar? ¿Quién ha hablado de pagar?-el Joker ensanchó aún más su sonrisa, y enseñó a Harley su cámara de fotos, de aspecto inofensivo, pero que ocultaba otra de sus mortíferas "bromitas"-dentro de este trasto tengo dos litros de gas de la risa concentrado. ¡Va a ser para morirse!
Harley puso los ojos como platos, y después le quitó la cámara a su jefe de un manotazo.
-¿Cómo se te ocurre? ¿Qué… qué has hecho para que no lo detectasen en el control? ¿Es que quieres estropearlo todo?-le dijo, furiosa.
-¡Será divertido! ¡Venga, solo una fotito!-dijo el payaso, poniendo una voz maliciosa.
-No, no podemos-Harley guardó la cámara en su bolso, y le dio una colleja-¡Venga, vámonos!
Tiró de él hacia la salida, cuando un camarero de la cafetería los detuvo.
-Se olvida usted de pagar, señora-le dijo, con severidad.
-Eso, señora-repitió el Joker burlón.
Harley le tiró su monedero a la cara al camarero y siguió arrastrando a su loco amor hacia la terminal del 2J.
-Je, je, je, este no es un viaje de placer-dijo Oswald, riendo mientras avanzaba torpemente por el aeropuerto hacia la 2J-¡Venga, quitad del medio! ¡Malditos turistas!
Oswald Cobblepot, alias "el Pingüino" era un hombrecillo bajito, rechoncho y grotesco, de facciones caricaturescas y voz gangosa. Vestía muy elegante, y siempre llevaba en su mano un paraguas, que le servía también como bastón. A simple vista era solamente un tipo excéntrico de aspecto divertido, pero el Pingüino era mucho más que eso: famoso señor del crimen en Gotham, controlaba los bajos fondos de la ciudad desde su club nocturno, el Iceberg Longue, y estaba detrás de multitud de operaciones criminales, asesinatos de policías y políticos y guerras de bandas. Sí, la ciudad de Gotham debía gran parte de su tasa criminal a la retorcida mente del Pingüino.
Siguiendo a Oswald con una extraña expresión de calma, iba otro famoso criminal, también made in Gotham: conocido "artísticamente" como el Acertijo, Edward Nygma era un científico y filósofo obsesionado con los rompecabezas y los misterios. Nygma y el Pingüino habían sido socios en muchos delitos, pero como todos los buenos villanos no se soportaban el uno al otro.
-¿Dónde se supone que se encuentra esa condenada terminal?-gruñó el Pingüino, golpeando con su paraguas en el trasero de una pobre turista japonesa-¿no se supone que resolvías los líos?
-Una terminal… otra terminal… ¿qué más da a dónde vayamos a parar?-dijo el Acertijo, mirando al techo con burla.
-¡Significa que podemos acabar en Los Ángeles o en Tombuctú, retrasado! ¡Venga, ayúdame a encontrarlo!-insistió el Pingüino, muy enfadado-sí Joker no hubiera querido irse a esa puñetera cafetería, ya estaríamos en el avión.
-¿Qué vale más que un tesoro, pero por un tesoro la mayoría lo mataríamos?-preguntó Nygma de repente.
-¡Y yo que sé!-respondió el Pingüino.
-La respuesta es: un amigo-Nygma señaló al fondo, donde dos personas los saludaban insistentes.
-¡Ah, allí están! ¡Por fin!-el Pingüino avanzó hacia ellos y les hizo una señal con el paraguas.
Los dos "amigos" a los que se refería Nygma eran Harvey Dent y Pamela Ishley, conocidos comúnmente como Dos Caras y la Hiedra Venenosa.
Ella era muy hermosa, de largos cabellos pelirrojos, un cuerpo muy estilizado, ojos verdes destellantes y labios carnosos, que de vez en cuando se relamía con falsa inocencia. De él no se podía decir que fuera hermoso. Al menos la mitad de él: su lado derecho de la cara era el de una persona normal, de facciones atractivas, un hombre joven y agradable. Su lado izquierdo estaba totalmente quemado y desfigurado: tenía el ojo amarillento e inyectado en sangre, y los dientes sucios y torcidos. Los dos lados de su rostro daban un contraste absoluto.
-¡Hola, chicos! ¡Me alegro de veros!-saludó el Pingüino, estrechando la mano de Harvey con efusión.
-Ya creíamos que nunca llegaríais Oswald-Pamela se acercó para besar al Pingüino, pero él la detuvo, y la estrechó también la mano, desconfiado-es un placer verte tan bien…
-¡Pensaba que nunca encontraría el maldito avión!-se lamentó el Pingüino, hablando más para Harvey que para la Hiedra.
-Pero ¿y el resto?-preguntó ella, un poco molesta-¿dónde está Harley?
-¿Cuál es el animal que es dos a la vez?-preguntó el Acertijo, y el Pingüino bufó.
-No pienso ir sentado en el avión contigo, Nygma-le espetó. Luego se volvió a la Hiedra-tú querida amiguita se paró en la cafetería con su novio para hacer unas compras. Espero que no estropeen el plan.
-No deberías haberlos dejado solos-le dijo Dos Caras al Pingüino, negando con aprensión-tiene que haber alguien siempre controlando a Joker, ese era parte del plan.
-Sí, bueno. Yo no soy niñera-dijo Oswald, haciendo girar su paraguas-¿entramos ya?
Los cuatro pintorescos villanos enseñaron sus billetes y pasaportes a la vigilante, que tras examinarlos detenidamente, les echó una nerviosa ojeada, pero los dejó pasar. Entraron en el avión, y el Pingüino se sentó al lado de Dos Caras, quién se puso al lado de la ventana para tapar su lado malo.
Nygma iba a sentarse al lado de Pamela, pero ella se lo impidió.
-Aquí va Harley. Lo siento, guapo-dijo la Hiedra, mirando al Acertijo con desdén.
Nygma se encogió de hombros, y se sentó en otro de los asientos asignados, al lado de un señor muy gordo que dormitaba.
-El vuelo saldrá en tres minutos. Por favor, ocupen sus asientos-dijo la voz femenina.
-Je, je, je. El pájaro deja el nido-rió el Pingüino.
-No estés tan seguro. No estaré tranquilo hasta que este trasto aterrice en Mahuna y el Joker esté en su asiento-dijo Dos Caras, lanzando al aire su particular y macabra moneda de la suerte-¿Por qué lo has dejado suelto?
-Ya te lo dije, Dent. Quería ir a la cafetería-repitió el Pingüino, molesto-y en el plan no se especificaba que yo tuviese que estarme ocupando de su culo todo el rato.
-Espero que no estéis tramando nada vosotros dos. No podemos permitirnos entrar en sus jueguecitos-dijo Dent mirando a Oswald amenazador.
-¡Ya te he dicho que no! ¡Fíate de mí, ¿vale?!-el Pingüino se removió en el asiento, incómodo. Después, puso el enorme bolso que había llevado arrastrando por todo el aeropuerto en su regazo, y lo apretó con fuerza.
-¿Qué llevas en el bolso?-preguntó Dent, inquisitivo.
-Una bomba para explotarnos ¡No te fastidia!-le espetó el Pingüino.
-Chssst. Dejaos de tonterías-les interrumpió Pamela enfadada desde su asiento-y no digas esa palabra en el avión.
Un niño pequeño fue a sentarse en el asiento de al lado del Pingüino (eran filas de tres), y le dirigió una mirada divertida, pues el aspecto de Cobblepot le resultaba gracioso. El villano no pasó aquello por alto.
-¿Qué te pasa, imbécil? ¿Te hago gracia?-le dijo al niño, que palideció, asustado-siéntate de una puñetera vez, y pórtate bien, ¿vale? No soporto a los mocosos. Son todos unos mamones.
El pobre chaval se sentó temblando al lado del Pingüino, y no se atrevió a mirarle más. Pero al ver también a Dent, y a su horrible cara medio quemada, cerró los ojos y tragó saliva, muy asustado.
-Esto no tardará en despegar-dijo Pamela a Dos Caras-¿dónde está ese imbécil?
-No lo sé. Esto no me gusta nada-respondió él, frunciendo el ceño.
-¿A dónde va a parar eso que todos soñamos pero nadie se atreve a expresar?-preguntó Nygma desde atrás.
-Voy a ir a buscarles-anunció Dos Caras, levantándose, y dándole un susto de muerte a una de las azafatas que acababa de llegar-en seguida vuelvo.
-No se puede salir del avión una vez se ha entrado-le recordó Pamela.
-Yo puedo hacer lo que me dé la gana-respondió Dent, y se marchó a buscar al Joker.
-¿Quieres salir ya?-rugió el Joker, aporreando la puerta del lavabo de chicas.
-¡Espérate vale! ¡Es una emergencia!-le gritó Harley desde dentro.
-¡Si no sales de una vez voy a entrar y te meteré el pelo en un retrete!-la amenazó el Joker. Justo en ese instante pasó a su lado un enorme guardia de seguridad, y Joker sonrió nervioso, disimulando-estoy esperando a mi hijita-le dijo al guardia, con falsa inocencia. Luego se acercó más a la puerta del lavabo, y se puso a susurrar, amenazador-Harley, si no sales ya, entraré a buscarte, y te juro que desearás no haber nacido. ¿Me oyes Harley? ¡Te voy a poner contra el suelo y te voy a dar tu merecido!
En ese instante la puerta se abrió y una viejecita asustada salió corriendo, murmurando cosas como "pervertido" y "policía".
El Joker la vio alejarse distraído, y después volvió a concentrarse en Harley.
-¿Te queda mucho, mi pequeña maniaca?-preguntó con un tono suave y delicado, pero haciendo crujir sus nudillos.
-¿Puedes ayudarme un momentín?-pidió la voz de Harley desde dentro.
-Grrrrrrr-el Joker abrió la puerta de una patada, y entró dispuesto a sacar a la chica de los pelos. Pero lo que se encontró le hizo detenerse. Harley se había puesto unos shorts que dejaban al aire sus impresionantes piernas y un pequeño crop-top de color rojo y negro, como no, que resaltaba sus pechos. Le guiñó el ojo insinuadora-Harley, no tenemos tiempo, tesoro.
-Pero si antes hemos perdido mucho en la cafetería ¿qué más da un poco más?-le dijo ella poniendo una vocecita seductora y susurrante-¿no quieres que nos comamos ya el chocolate?-Harley se puso la barra de chocolate entre sus pechos, y se relamió pícaramente.
-Harley…-el Joker se mordió los labios, tratando de resistirse.
-Ya lo sé, pudding-dijo ella, acercándose a él.
Sus labios se rozaron.
Dos Caras recorría los pasillos del aeropuerto buscando a los dos payasos, bastante enfadado.
-¿Dónde estarán?-se preguntó. Vio que había un pasillo a la derecha y otro a la izquierda. Lanzó su moneda de la suerte, y viendo el resultado, cogió el de la derecha.
Como casi siempre, la elección fue correcta. Encontró al Joker arrastrando a Harley por las coletas con una mano, y llevando una enorme bolsa de comida en la otra.
-Y la próxima vez que quieras enrollarte conmigo en un baño, no ensucies mi chocolatina favorita ¡Ahora no me la podré comer!-la decía furioso el guasón.
-Ay… ¡Suéltame! ¡Tienes menos sentimientos que una piedra!-le dijo ella, enfadada y disgustada.
-¿A qué juegas, payaso? Hace diez minutos que deberías estar ya en el avión-dijo Dos Caras, agarrando al Joker del cuello de la camisa y fulminándole con la mirada.
-¡H…Harvey! ¿Qué tal, viejo amigo? ¿Cómo va esa cara?-preguntó el Joker, sonriendo nervioso.
-¿Te parece que estoy para bromas?-Dent agarró al Joker y tiró de él hacia la terminal 2-J, mientras el payaso tiraba de Harley a su vez.
-Vaya par de bestias. No sé qué hago yéndome de vacaciones con vosotros-se lamentó la chica, mirando a su amado Joker con enfado.
-Cállate y coge la bolsa-dijo él, tirándole la enorme bolsa de comida que había cogido en la cafetería. Harley le sacó la lengua.
-Vamos, los demás ya están dentro-dijo Dos Caras mientras entraban en el avión.
-Mmmmm. Que cara-duras han sido al no esperarnos-el Joker miró a Dos Caras y rió con malicia. Él no se dejó molestar.
-Asientos 3A y 3B, en primera clase-dijo la azafata, leyendo los billetes del Joker y Harley.
-¿Primera clase? Nos habrá costado un ojo de la cara-el Joker volvió a reír, y Dent le dio un empujón, furioso.
-Dígame una cosa, señor Caras-le dijo Harley, en tono confidencial-¿ustedes han colado pistolas o armas o algo?
-¡Quieres callarte!-la susurró él amenazador, asustándola-¡No puedes decir eso en un aeropuerto, idiota!
-¿El qué? ¿Pistolas, armas o bombas?-dijo el Joker, riendo, y asustando a la azafata.
Dent guió a patadas al Joker y a Harley hasta los asientos, donde ya les estaban esperando los demás.
-¡Harley cielo! ¡Estoy aquí!-saludó la Hiedra, que le había guardado un sitio.
-¡Pam!-Harley dio un chillido de alegría, y corrió a sentarse con su amiga.
-Pamela, amorcito, me alegro de verte-dijo el Joker, guiñándole un ojo. Ella le respondió con una mueca de desprecio-pero siento decirte que Harley se sienta conmigo.
-De eso nada, tesoro. Harley necesita estar con alguien de su edad… y que la quiera-respondió Hiedra con saña, haciendo que el Joker enrojeciera de ira-a ti te toca sentarte con Edward.
El Joker se volvió y vio que el único sitio libre que quedaba era al lado del Acertijo, que silbaba distraído mirando al techo.
-No puedo ir con él-dijo el Joker a Hiedra-me tiraría por la ventana antes de que despegáramos incluso.
-Mala suerte, pudding-respondió Hiedra, triunfante.
-Harley, ven a sentarte conmigo-ordenó el Joker, agarrando de la muñeca a la chica.
-¡De eso nada! ¡Harley se queda aquí!-dijo Hiedra, agarrándola de la otra muñeca e impidiendo que se levantara.
-¡No te metas donde no te llaman! ¡Si rompiste con Dent es tu problema!-la reprendió el Joker, tirando más de Harley.
-Tú sí que estás solo, maltratador-respondió Hiedra, tirando más también.
-Chicos… yo me puedo sentar con Enigma si queréis-dijo Harley, incómoda-me vais a romper…
-¡Vale ya de payasadas Joker!-intervino el Pingüino, golpeándole con su paraguas a él y a Hiedra-¡Sentaos ya, que vamos con retraso!
-¿No puedes venir tú conmigo Oswald?-pidió el Joker-¡Tengo un montón de juegos para el viaje!
El Pingüino negó con la cabeza, y luego abrió un periódico, ignorándole.
-Vaya vacaciones-gruñó el Joker, sentándose al lado de Nygma con fastidio-espero que al menos haya tormenta o algo entretenido.
-¿Sabes en que se parecen un cuervo y un escritorio?-le preguntó el Acertijo, amistoso.
-En que ambos son tan aburridos como tú-le respondió el Joker, groseramente-mejor que no me des la lata, friki.
-Creía que tú eras el gracioso-dijo Nygma, encogiéndose de hombros.
-Oh, lo soy-el Joker sonrió, cogiendo su bolsa de comida con una expresión maléfica en su rostro-no te imaginas lo que tengo preparado para el viaje.
-Puedo adivinarlo-dijo Nygma, animado.
-No tienes mucho tema de conversación, ¿verdad?-el Joker miró a Nygma con aburrimiento, y luego metió la cabeza en la bolsa y se puso a rebuscar murmurando cosas incomprensibles.
-Señores, abróchense los cinturones, vamos a despegar-dijo la voz, y las azafatas pasaron comprobando que todos lo hubieran hecho.
-Este cinturón me aprieta-se quejó el Pingüino, mientras el niño sentado al lado suyo le miraba asustado.
-Pide uno de los que dan a las señoras embarazadas-le dijo el Joker desde su asiento, y el Pingüino bufó, furioso.
-Acabo de acordarme de una cosa-dijo Harley, mirando a Hiedra con preocupación.
-¿De qué?-preguntó la pelirroja-¿de qué eres la esclava de ese inútil pintado de blanco?
-No, no es eso-rió Harley-es que no me he tomado la pastilla del mareo.
-¿Qué pastilla?-preguntó Hiedra, alzando una ceja.
-La que me tomo siempre antes de viajar. Siempre vomito en coches, autobuses, barcos y aviones-dijo la rubia, sonriendo con inocencia.
-¿Y no la tienes aquí? ¡A que esperas para tomártela, estúpida!-dijo Hiedra, asustada.
-Jo, creo que me la he dejado en la cafetería-Harley bajó la mirada, entristecida.
-No me lo puedo creer-Hiedra puso los ojos en blanco-Voy a ver si yo tengo algo en el bolso…
-Despegamos-informó la voz.
El avió comenzó a moverse, primero despacio, luego muy rápido, y en unos instantes ya estaban volando, rumbo a la isla de Mahuna.
-¡Yu-huuuuu!-exclamó el Joker-¡Vamos a estrellarlo contra algún rascacielos!
-Eres tan gracioso-le dijo Hiedra con sarcasmo.
-Tengo una adivinanza sobre aviones-dijo Nygma, y el Joker dio un hondo suspiro.
-¿Voy a tener que sufrirte tres horas?-preguntó, furioso.
-En realidad son cinco-dijo el Pingüino desde su asiento-pero no te lo dijimos porque si no nunca habrías aceptado.
-¿QUÉEEEE?-rugió el Joker.
-Tranquilo señor J-trató de calmarle Harley-yo estoy aquí para entretenerl….buaaaaagh.
Lo siguiente que se escuchó fue el chillido de la Hiedra, al ver que Harley la había vomitado encima.
Si os gustó no olvidéis dejar un review. Me encanta Batman porque tiene una de las mejores galerías de villanos de los súper-héroes.