Marinette caminaba con su novio Adrien por las frías calles de Paris, teniendo tanto frío que escalofríos emitía su cuerpo cada vez que sentía el viento helado tocar su piel.
— Adrien, tengo frío —Repuso Marinette mientras veía como se formaba el vaho con tan solo respirar.
Para luego posar sus ojos en él. Esperando una acción que la abrigara, luego bajo su mirada a las manos de él, esas, que estaban puestas en su bolsillo y pensó que si simplemente se tomaran de las manos, tal vez eso haría todo más cálido.
— Yo también —Respondió su novio.
Marinette lo miro con los ojos enormemente abiertos. Ciertamente, ella, no se esperaba esa respuesta.
— ¿Quieres entrar a ese café? —Propuso señalándole ese lugar.
Marinette estaba terriblemente decepcionada ¿Dónde estaba lo romántico? ¿Tomarse las manos? ¿Un abrazo? ¿Un beso?
— Umm... Adrien —Llamó— ¿Quieres...
Pero se detuvo, al notar como su novio le presto atención, demasiada, al ver que en esos ojos verdes podía ver su reflejo.
— ¿Que quiero?
¿No se daba cuenta? ¿De en serio? ¡Es su novio!
— Olvídalo... —Y comenzó a caminar más rápidamente con las mejillas coloradas por la vergüenza. ¡No iba a decirlo!
— Marinette, el café esta...
Sin embargo ella, ya lo había pasado.
— ¿Marinette? ¡Marinette!
Empezó a llamarla para alcanzarla ¿La había hecho enfadar? ¿Pero que hice? Pregunto sin comprender.
— Marinette —Nombró justo al momento de abrazarla por detrás, deteniéndola completamente y haciendo que un calor se extendiera desde su cuerpo hasta sus mejillas— ¿Qué pasa? ¿Por qué te fuiste así?
Cuestiono chocando su aliento frio en su oreja, dándole cosquillas y aunque sea raro, ella no sintió frío.
— Adrien... —Pronunció sin aliento y con su corazón detenido— Esto es lo que necesitaba... —Confesó con las mejillas rojas.
El muchacho al escuchar esas palabras, comprendió lo que a su novia le molestaba, así que la abrazo más fuerte. La abrigo, abrigándose mutuamente con ese abrazo, ese, que desde un principio debía de haberle dado para su despiste.
— Ya no tengo frío —Repuso, al rato su novia con una sonrisa y los ojos cerrados.
El susodicho, sonrió dulcemente antes de decir: "Yo tampoco"