— Esa maldita perra se fugó — gritó Remus ofuscado dejando caer su taza de golpe.
Sirius salió desde la cocina sin entender que había pasado, preocupado por la reacción de su esposo y curioso sobre que perra estaba hablando. No pudo evitar sentirse furioso al ver que era su querida prima Bellatrix estaba libre, y quizás, casi de seguro reuniéndose y planeando alguna estupidez con lord Voldemort.
— Amor, sabíamos que cosas peores ocurrían y esto no es nada, la guerra está recién comenzando — susurró Black besando la frente de su esposo, quien en ese momento cerró los ojos y se abrazó a su cuerpo, tenía miedo, un mal presentimiento.
Sirius en silencio lo abrazó con cariño, él también temía, no quería perderlo pero sabía que era una posibilidad y lamentablemente lo mejor era no hacerse ilusiones con que saldrían intactos luego del gran enfrentamiento, siendo sinceros, era más factible que murieran pero si Harry seguía con vida, todo valía la pena.
Terminaron teniendo sexo rudo, era una de las mejores formas de que ambos dejaran de pensar y si llegase a suceder lo peor, al menos sus cuerpos se recordarían como siempre lo habían hecho, pues para ellos ya no podía haber nadie, si alguno de los dos moría era probable que se quedara solo para siempre.
Harry no entendía porque seguía con la farsa, pero ahí estaba, besándose con Cho, moviendo sus labios de forma mecánica pues en su cabeza sólo estaba el recuerdo de Draco, al único que quería besar, a quien tanto extrañaba, a quien necesitaba.
Se alejó de golpe al ver como Draco lo estaba mirando, el rubio se giró y salió rápido del lugar, Harry se quedó sin saber que hacer mientras Cho lo miraba de forma curiosa preguntando si todo estaba bien.
Ese día Harry buscó a Malfoy, no se resistió a usar el mapa de los merodeadores para dar con él, necesitaba que hablaran, necesitaba explicarle que no sentía nada por Cho, que sólo lo extrañaba a él.
— Vete a la mierda Potter — amenazó Draco levantándose de golpe mientras de forma brusca se secaba los ojos, a Harry se le apretó el corazón, ansiaba ir a secar las lágrimas de su dragón — ni lo intentes Harry, un paso más y te mato — apretó los dientes y se fue de ahí, no dejaría que Potter lo viera vulnerable, él no se lo merecía — no te atrevas a buscarme y recuérdame Potter, nadie juega con Draco Malfoy — finalizó a modo de amenaza, y Harry supo muy bien que en aquellas palabras sólo había verdad.
Harry se recargó sobre Hermione, de inmediato ella lo rodeo con sus brazos mientras de forma maternal le preguntaba si todo estaba bien, el azabache terminó contándole todo lo que había ocurrido, necesitaba que alguien lo escuchara, ella lo único que le dijo es que había sido un idiota.
Un par de días después el ejército de Dumbledore se encontraba practicando el encantamiento Expecto Patronum, cuando sintieron unos golpes, no podía ser pues estaban en la sala de menesteres. Pero a los pocos segundos luego de una explosión, Umbridge junto a su brigada inquisitorial se mostraba con sádicas sonrisas, Harry se había quedado congelado, no sabía que hacer, sobre todo luego de ver como Draco tenía a Cho, al parecer ellos eran los culpables de haber sido descubiertos, ya no le interesaba saber si Draco la presionó o ella por si sola habló, simplemente miró a ambos con decepción para luego ser llevado por la profesora.
— Traidor — le susurraron los gemelos a Percy, quien los miró con una mueca como si le diera asco ser familia de aquellos revoltosos, como los llamaba ahora. Harry sólo lo miró, no podía creer que hubiera un Weasley del lado contrario, al parecer siempre se toparía con gente en su contra.
Lo que ocurrió después nadie lo vio venir, Dumbledore se había culpado de la formación de aquel ejército y en un santiamén había desaparecido. Y Hary necesitaba hablarlo con sus tíos, solo que necesitaba una forma segura de hacerlo, la orden se debía enterar de lo que había ocurrido. Ahora más que nunca agradecía el espejo doble que Sirius le había regalado un tiempo atrás, ya no era seguro comunicarse por lechuzas o por la chimenea, no ahora que Umbridge se estaba haciendo del poder.
Cho se acercó a Harry, se veía avergonzada, pero Harry la ignoró, no quería escuchar lo que tuviera que decir, simplemente no le interesaba, de seguro no le creería nada, no quería que ella le diera explicaciones, tampoco Malfoy.
Pero al parecer ese no era su día de suerte, unos pasillos después se encontraron con el Slytherin, el rubio lo quedó mirando, abrió su boca y la cerró, dio algunos pasos, pero Potter pasó por su lado sin siquiera voltear a mirarlo, cada uno había elegido su bando.
Draco se quedó con los puños apretados mientras sentía un nudo en la garganta, el nunca quiso entregar a Harry, no era su idea, pero los celos y su reputación lo llevaron a una mala jugada, ahora no sabía como acercarse a su hombre, explicarle o al menos pedirle disculpas, que era lo que más quería, no que le dedicaran miradas de odio, él jamás quiso eso.
Ron aún estaba algo enfurruñado y asustado por lo que acababan de vivir, nunca pensó que Hagrid tuviera un hermano gigante, no lo admitiría, pero casi se mea encima cuando aquella criatura tomó a Hermione, pero su amiga era realmente fuerte y pudo doblegar a un gigante, sin querer se la quedó mirando con una amplia sonrisa, que disimuló de golpe cuando la castaña lo quedó mirando. Harry era ajeno a esta atmósfera, esta preocupado, ni siquiera sus tíos habían logrado calmarlo y ahora se maldecía a si mismo porque tenía entrenamiento con Snape.
No podía creer que el jodido profesor lo tratara de mala forma, él no era su padre, no tenía culpa de cualquier problema que hayan tenido, realmente entendía a Sirius cuando lo maldecía, no entendía como Remus lo seguía defendiendo.
— Eso no — gritó enojado cuando Severus se metió en sus recuerdos, realmente le daba igual que viera sus besos con Cho, pero no podía permitir que se enterara de lo ocurrido con Draco, no podía dejar a su chico a merced del profesor, no sabía que opinaría él de todo eso y era más que obvio que la familia Malfoy jamás se podía enterar, sabía muy bien de lo que eran los sangre pura, su padrino lo había vivido en carne propia.
Su recuerdo y secreto estaba a punto de ser revelado, cuando al fin logró bloquearlos del profesor, luego de aquella devastadora sesión salió enojado dando un portazo, no quería volver a tener como profesor a Snape, en el verano Remus podría enseñarle, no faltaba mucho para las vacaciones. Sabía muy bien que, si tu tío se llagaba a enterar de algo, lo más probable es que no dijera nada, sólo para evitar un infarto en Sirius, aunque quizás soltaba comentarios, usando palabras claves que sólo lograrían que se sonrojara mientras Sirius preguntaría una y otra vez a que se refería.
Los días pasaron lentos, así los sentía Harry mientras estaba con sus amigos encerrados en la biblioteca, Hermione estaba como loca estudiando para los T.I.M.O.s. aunque al parecer lo que más le preocupaba a su amiga era el resultado que alcanzaría Ron, porque no dejaba de regañarlo y explicarle una y otra vez, Harry sabía lo suficiente y realmente no le interesaba tener extraordinarios y aunque quisiera su cabeza estaba en otro lado, pensando en Voldemort, en la orden del Fénix y el Draco Malfoy.
La temida prueba llegó, Umbridge los miraba a todos arrugando la nariz mientras bebía té de su estridente taza rosa, cuando la odiaba Harry, cuanto deseaba que en ese preciso momento la mujer se atragantase y muriera, no pudo evitar sonreír al imaginarlo.
Un fuerte ruido se escuchó, seguido de chispas de muchos colores y poco después entraron los gemelos Weasley, Fred y George arruinaron la jodida prueba y se burlaron como quisieron de la directora quien se veía al borde de un ataque de nervios.
Por algunos minutos todo fue caos y bullicio, nadie entendía bien, pero lo importante es que se habían burlado de la jodida vieja, que los gemelos habían roto quizás tantas pruebas, pero al fin se estaban manifestando contra una serie de abusos por parte de la profesora, dejándola en vergüenza absoluta.
Todos celebraran cuando Harry tuvo una visión, en su cabeza se había metido Voldemort, se habían conectados, se quedó sin aliento cuando vio como atacan a Sirius, su padrino estaba en peligro, necesitaba hacer algo. Sentía su corazón desbocarse, no le podía pasar nada a Sirius, nada.
Pero no pudo hacer nada pues fue detenido por Umbridge quien aseguraba que el ejército de Dumbledore tenía que ver con lo recién sucedido, Harry estaba desesperado, la vida de su padrino estaba en peligro, tenía que hacer algo.
La directora llamó a Snape, quien ignoró toda petición y para más remate ignoró a Harry cuando este intentó decirle en clave que algo estaba mal, Harry no lo podía creer el bastardo de Snape no lo ayudaría, sería su culpa si algo le pasaba a Padfoot.
— Díselos Harry — el azabache se quedó mirando a su amiga sin entender, que le iban a decir, que iban a hacer.
De esa forma estaban minutos después en medio del espeso bosque que rodeaba el castillo, no sabía que harían y Hermione al parecer no tenía un plan, poco a poco la profesora comenzó a sospechar, al parecer no había un arma secreta de Dumbledore como había dicho Granger.
Los centauros se hicieron presentes, ellos estaban indignados, mucho más luego de lo ocurrido con Firenze. Ella atacó a uno de los centauros, Hermione estaba desesperada intentando quitar las cadenas que ahorcaban al ser, pero la profesora no desistía mientras una sonrisa sádica adornaba su rostro.
La mujer soltó un gritito cuando fue tomada y levantada, frente a ellos Grawp había levantado a la mujer que no dejaba de removerse mientras los centauros furiosos fueron a su ataque.
— Potter diles que me suelten — gritó desesperada.
— Lo lamento profesora, no debo decir mentiras — respondió el muchacho enojado mientras tocaba la cicatriz que tenía en su mano.
El gigante dejó caer a la mujer quien fue llevada por la manada de centauros, Harry y Hermione corrieron al castillo, tenían que hacer algo.
Se encontraron con sus amigos, que estaban libres gracias a la acción de Ron, Hermione no lo podía creer, sin pensarlo mucho lo elogió en voz alta mientras el muchacho se avergonzaba. Con ayuda de los Thestrals llegaron volando a Londres, tenían que ayudar a Sirius, pues Harry nunca logró comunicarse con su tío y era obvio que Snape no le había transmitido el mensaje a la orden fénix.
Corrieron por el Ministerio, debían ir al lugar de la visión de Harry, los muchachos sabían que algo estaba mal porque el lugar estaba misteriosamente vacío. Pero poco después fueron emboscados por los mortífagos, una gran lucha se dio en el lugar. Sirius no estaba, Harry entendió que todo había sido una mentira.
Los jóvenes estaban asustados, sabían luchar y ganas no le faltaban, pero los mortífagos estaban atacando con todo, y ahí estaba su suegro, no podía creer que un ser como aquel fuera el padre de su amado. Pero gran fue su sorpresa cuando los miembros de la orden se hicieron presentes, ahora todo mejoraba y Sirius en ese momento le pedía a su ahijado que se fuera, que era peligroso, pero Potter no quería, esta era su batalla. El enfrentamiento aumentó en intensidad, las cosas se estaban poniendo cada vez peores.
En medio de la batalla, un arduo duelo entre Sirius y Lucius se dio, Harry supo que ahí había algo más, sabía muy bien que su padrino estaba celoso, no podía creer que hasta en un momento así Sirius fuera tan infantil.
— Avada Kedavra — fue lo único que se escuchó, Harry vio un destello salía de la varita de Bellatrix e iba directo a su padrino, una luz cegó todo y Harry sintió como el tiempo se detenía, eso no podía estar pasando, no podía perder a tu tío.
Un fuerte grito se escuchó, ambos se voltearon viendo como el hechizo había rebotado mientras cambiaba de color y llegando a Remus, quien en ese momento se encontraba herido, él había protegido a su gran amor de una muerte segura.
Sirius aun algo aturdido por todo lo que había pasado, luego de lanzarle un par de encantamientos a su prima, llegó donde su esposo, miró a Harry y el muchacho le hizo un gesto, tenía que ir a San Mungo cuanto antes, nadie entendía que había pasado.
La atmósfera se cortó cuando Voldemort se hizo presente, un duelo se dio entre Harry y el señor tenebroso, Potter tenía miedo, estaba seguro de que pese a todo entrenamiento perdería, pero lo intentaría, si moría, lo haría dándolo todo.
Pero en el momento menos esperado Dumbledore se hizo presente, mientras el ministro y otros magos del ministerio también aparecían. El señor tenebroso huyó y el ministro aceptó que había vuelto, que Lord Voldemort era una realidad.
Harry estaba desesperado mientras Dumbledore intentaba calmarlo, explicándole que lo importante no era en que se parecían, sino en lo que se diferenciaban, Harry cayó inconsciente.
— Moony, amor ¿estás bien? — preguntó Sirius mientras acariciaba con suavidad la mejilla de su esposo, quien en ese momento se encontraba algo herido.
— Si amor ¿y tú? ¿esa perra no te hizo nada? — preguntó con los ojos cerrados mientras hacía una mueca, todo su cuerpo dolía.
— Remus, me explicas que mierda fue eso — demandó el animago, aun estaba al borde de un ataque de pánico, se había salvado de una muerte segura y no sabía cómo, pero era obvio que su esposo había tenido que ver.
— Lily no aprendió sola sobre contrahechizos — susurró el licántropo mientras comenzaba a cerrar los ojos, necesitaba descansar.
Sirius tenía los ojos llenos de lágrimas, estás comenzaron a caer, no podía creer lo que Remus había hecho, un acto sincero de amor, estaba conmovido. Remus había sido capaz de dar su propia vida a cambio de la suya, sólo salvó con vida gracias a ser un experto en defensa contra las artes oscuras, esa historia no la podría contar dos veces.
El rizado dio un respingo cuando unos brazos lo rodearon, en ese momento estaba siendo consolado por Harry, quien había escuchado todo, el conocía más que bien el sacrificio protector. Ambos se quedaron en silencio velando a Remus, ya luego tenían mucho de que hablar, ahora necesitaban descansar.