Capítulo 1

Dentro de una alacena, acostado en un colchón se encontraba un niño de cuatro años, este niño sollozaba en silencio agarrándose con fuerza al colchón. Los sollozos se debían al dolor que sentía por todo su cuerpo a causa de la paliza que su tío Vernon Dursley le había dado porque se había quemado en la mano con la sartén y había tirado el desayuno al suelo.

El niño se llamaba Harry Potter y era huérfano. Vivía con sus tíos y su primo, los cuales le obligaban a limpiar, a podar, a regar, a pintar, a cocinar…

Tenía contusiones en la cara, dos costillas rotas, su brazo izquierdo dislocado y una fea quemadura en la mano derecha. También tenía una cicatriz en forma de rayo en la frente, producto de una maldición que el mago más oscuro de la historia le había enviado aunque eso él no lo sabía, así como tampoco sabía que era un mago como lo fueron sus padres.

Harry tenía el pelo negro alborotado, ojos verdes esmeraldas con gafas y muy delgado.

Muy entrada la noche, Harry logró dormirse con su estómago rugiéndole de hambre ya que no había comido ni un solo bocado en todo el día.

Mientras que Harry era pegado por su tío, ese día en un lugar lejos de allí un hombre con el pelo largo y negro y con los ojos grises salía libre de la cárcel de los magos llamada Azkabán después de tres años estando encarcelado y siendo inocente.

Este hombre se llamaba Sirius Black y había salido libre gracias a su buen amigo Remus Lupín que había creído en su inocencia y no había parado hasta conseguir sacarle de la cárcel.

Los dos amigos salían del Ministerio muy contentos, uno más que otro, y se dirigieron a la casa de Sirius para que este se pudiese duchar y cambiar de ropa.

Una vez que estaba limpio y había comido lo que su amigo le había preparado, le hizo a Remus la pregunta que llevaba haciéndose desde hacía tres años.

- Remus, ¿dónde está mi ahijado?

- No lo sé, Sirius- contestó con un suspiro.

- ¿Cómo que no lo sabes? ¡Tienes que saberlo!

- No, no lo sé; nadie lo sabe excepto Dumbledore.

- Pues hay que averiguarlo porque pienso criar a mi ahijado como se lo prometí a James y Lily.

- Estoy de acuerdo amigo.

Sirius y Remus se separaron para hacer distintas cosas. Sirius se dirigió al banco de los magos, Gringotts, que estaba dirigido por duendes para volver a hacerse cargo de sus cuentas y de las de su ahijado.

- Buenos días, quería ver al director Rugnak- le dijo al primer duende solo que vio.

- Espero un momento- el duende se marchó y volvió después de cinco minutos- Sígame por favor.

Después de haber recorrido muchos pasillos llegaron a la oficina del director donde el duende tocó y abrió la puerta haciéndole pasar.

- Señor Black, siéntese por favor. ¿En qué le puedo ayudar?

- Quería volver a hacerme cargo de mis cuentas.

- Por supuesto, no va a haber ningún problema.

- También de las de mi ahijado, Harry Potter.

- Eso no va a poder ser posible Señor Black, ya que el tutor legar del Señor Potter es Albus Dumbledore.

- Eso no es cierto, yo soy el padrino y tutor legal de Harry.

- ¿Está seguro?

- Completamente.

- Vamos a ver- Rugnak buscó en su despacho y después de leer unos documentos se giró a Sirius- Es cierto, el Señor Dumbledore me tenía engañado, no se preocupe que usted se hará cargo sin ningún problema.

- Muchas gracias.

En otro lugar, Remus buscaba información sobre el paradero de su "sobrino" después de una dura y larga búsqueda por todos los lugares que se le ocurrían supo donde estaba gracias al semigigante Hagrid.

Se encontró con Sirius y lo primero que dijo fue:

En el número 4 de Privet Drive.

Los dos amigos fueron directamente allí. Llegaron a la casa, tocaron al timbre y esperaron; una mujer delgada con el cuello largo y que se parecía a una jirafa les abrió la puerta.

- ¿Qué desean?

- Venimos a por mi ahijado Harry.

- Eso no va a poder ser. ¡Largaos!

- No sin Harry- dijo Remus.

- Los dos entraron a la fuerza dentro de la casa y encontraron a un niño que cojeaba, que tenía un brazo dislocado, con moratones y que estaba pelando patatas con un cuchillo.

- ¿Quiénes sois vosotros? Fuera de mi casa!- gritó Vernon Dursley.

- ¡¿Qué le habéis hecho?! ¿Por qué está así?- gritó más fuerte Sirius.

- Se lo merecía por anormal y por patoso, se quemó ayer con la sartén haciendo el desa…

No terminó la frase ya que Sirius le había golpeado con su puño y le tiró al suelo.

Remus se acercó al niño que les miraba sorprendido.

- Hola Harry, yo soy tu tío Remus y ese hombre de allí es tu padrino Sirius. Venimos a por ti para que vivas con nosotros. ¿Te gustaría?

El niño asintió entusiasmado,, agarró la mano que su tío le tendía y los tres salieron de esa casa para no volver jamás.